sábado, 5 de diciembre de 2015

Volumen 2 Capítulo 2

Volumen 2 Capítulo 2
La estatua de la Diosa Freya
Traducido por Tars
Corregido por Tars, XeniaXen y DaniR
Editado por AMarauder

A medida que Weed y sus compañeros se aproximaban al fuerte de los hombres-lagarto, el número de monstruos que morían mientras avanzaban aumentaba rápidamente. “Ya hemos acabado con más de cuarenta hombres-lagarto…” “Aún estamos en los alrededores de la fortaleza. ¿Cuántos más crees que estarán reunidos en el interior?” — Irene y Romuna hablaban a la vez, pero Weed se limitaba a sonreír. “A ver, todos sabéis que los hombres-lagarto suelen vivir en grupos, ¿verdad?” “Sí, señor Weed. Están más unidos que los orcos.” — respondió Irene. “Ajá. También son muy celosos en la defensa de su territorio. ¿Qué pasa cuando alguien se cuela en su terreno?” — preguntó Weed. “¡Que van a luchar hasta expulsar al intruso!” — respondió Surka. “Así es. Eso es lo que hace tan temibles a los hombres-lagarto entre los jugadores.” “¿No significa eso que ahora estamos en problemas?” Weed y los demás estaban avanzando por un valle. A menudo descansaban para recuperar [Maná] y no malgastar las fuerzas. En ese momento decidió que era el momento de poner las cartas sobre la mesa. “En circunstancias normales yo también diría que estamos en peligro, pero en esta ocasión podemos contar con la ayuda de Darius.” Al oír ese comentario, los demás comprendieron de dónde surgía la tranquilidad de Weed. “¿Y eso qué signi…? ¡Oh, ya entiendo!” — exclamó Surka. “¡Es verdad, podemos contar con Darius!” — corroboró Romuna. El fuerte de los hombres-lagarto. En este momento debían estar luchando ferozmente contra las fuerzas de asalto que había invadido su territorio. En otras palabras, el campamento base debía estar casi abandonado, protegido únicamente por un puñado de guerreros hombres-lagarto. Además, Weed suponía que los tesoros que los hombres-lagarto habían saqueado de los poblados de los alrededores tendrían que estar también almacenados allí. Aunque los demás pensaran de otra manera, su objetivo al explorar el valle del oeste no era para completar la misión de Ghandilva; sus verdaderas intenciones eran otras. “A partir de ahora nos esperan enemigos más fuertes. ¿Qué os parece si empezamos a separarlos?” — preguntó Weed. “¡Entendido!” — respondió Surka de inmediato. “Deberíamos tener cuidado. No podemos dejar que se nos acerquen demasiados a la vez.” — continuó Weed. Surka hacía un gran trabajo atrayendo a los hombres-lagarto uno a uno. Su alta [Agilidad] le permitía seleccionar y atraer a los enemigos de uno en uno. “¡Venid, sucios reptiles!” “¡Kruuu!” “¡Humana, estás muerta!” Los enfurecidos hombres-lagarto empezaron a perseguir a Surka. Weed y Pale rápidamente cargaron flechas en sus arcos, apuntaron y dispararon a los perseguidores. ¡Shuiii! Mientras Weed disparaba las flechas una a una, Pale disparaba varias a la vez, tan rápido que sus manos parecían casi invisibles. Sus niveles en [Dominio de la Arquería] eran muy diferentes, por no mencionar los efectos beneficiosos de las otras habilidades de Pale. El [Dominio de la Arquería] de Weed había avanzado por encima de su nivel mientras cazaba goblins, pero aún así no era rival para Pale, cuyas manos nunca abandonaban el arco. Antes de que su flecha alcanzara el objetivo, ya había cargado y disparado la siguiente. Desde el nivel 5, cuando se había convertido a la clase explorador, había estado aumentando sus habilidades de [Tiros Encadenados] y [Penetración], lo que había aumentado el poder de sus disparos. Weed siguió disparando flechas hasta que los hombres-lagarto se acercaron demasiado. El daño que causaba era bajo, pero su experiencia con la habilidad no dejaba de aumentar. Al fin y al cabo, su personalidad no le permitía sentarse a esperar a que el enemigo se le acercase. ‘¿Por qué debería esperar a que los puntos de experiencia… no, los enemigos, se me acerquen?’ Adoraba luchar, nunca se cansaba de ello. En ese momento era imparable. “¡Iai! ¡Iai! ¡Iai!” — de su boca surgían una y otra vez gritos de combate. Irene y Romuna sonreían al escucharle. Ya se lo habían mencionado en otras ocasiones a Weed, que les había reconocido que era algo que no podía evitar. Para él, era como un rugido de triunfo que se le escapaba solo cuando estaba muy animado. Por suerte, aún no había ocurrido la situación donde otros monstruos le oyesen gritar y cargasen hacia su grupo, aunque su involuntario hábito le hacía pasar una cierta vergüenza cuando estaba luchando hombro con hombro junto a otros jugadores. ‘Weed siempre muestra una actitud serena, pero a veces se descontrola y se vuelve bastante infantil.’ — pensó Irene. En una ocasión tuvieron una batalla ridícula contra seis hombres-lagarto. En el momento en que empezó la pelea, dos de los monstruos fueron destruidos por la espada de Weed, así que solo quedaban cuatro. Dejó a esos cuatro en paz porque si hubiese acabado con ellos, Romuna, Surka y Pale se habrían visto privados de una preciosa experiencia. Además, cuando luchaba, el [Maná] de Weed quedaba prácticamente vacío, mientras que el de Irene quedaba casi sin usar, lo que obligaba a todo el equipo a descansar para que pudiese recuperarlo. Estarían desperdiciando un tiempo valioso, corriendo el riesgo de retrasarse más allá del límite temporal de la misión. Dos de los hombres-lagarto fueron tras Surka, pero los otros dos cargaron hacia Weed, buscando venganza por sus camaradas caídos. La espada de Weed necesitaba una reparación, estando como estaba por debajo de 10 puntos de durabilidad. Además, al usar una poderosa técnica, ejercía una gran carga en el arma, disminuyendo la durabilidad demasiado deprisa. Había estado luchando sin descanso. “Desarmar Espada de hierro.” – Weed devolvió su espada al inventario y apretó los puños. ¡La habilidad característica de Surka! “¡Yon-hwan-kwon!” — los puños de Weed lanzaron una incesante descarga de ataques sobre su desafortunada víctima. Aunque había gritado el nombre de la habilidad, no era como si la hubiese activado. De entrada, ni siquiera la había aprendido, por lo que no le era posible utilizarla. Lo que había hecho era intentar imitar de la mejor forma posible la forma en que Surka había utilizado los puños con anterioridad sobre el hombre-lagarto. Había aprendido artes marciales durante todo un año con la esperanza de poder golpear a los monstruos con las manos desnudas, y por fin había llegado el momento. Y, ni falta hace decirlo, el efecto de sus puñetazos era terrorífico. ¡PAM-PAM-PAM-PAM! Las manos de Weed se movían a un ritmo imposible de seguir. Mientras vapuleaba sin piedad al enemigo, su habilidad de [Artesanía] a nivel Intermedio añadía un cincuenta por ciento más al poder de ataque de sus puñetazos. “¡Ugh!” “Puños humanos, ¡duelen!” Weed se pegó a su rival, golpeando cada vez que veía un hueco en su defensa. Los hombres-lagarto atacaban con sus espadas en represalia. La cosa era que tanto el monstruo como Weed estaban obsesionados en terminar con el contrario antes de que acabasen con ellos. Los pasos de Weed eran ligeros. Cada vez que su cuerpo se mecía, lanzaba un puñetazo al hombre-lagarto. Sus tobillos y su cintura se movían perfectamente sincronizados, añadiendo fuerza a sus puños, que impactaban en el estómago y el pecho de los hombres-lagarto. “¡Ugh!” “¡Traicionero humano! ¡Golpea el mismo punto una y otra vez!” — los hombres-lagarto retrocedían ante el dolor. “¡Weed, sigue presionando!” — Irene estaba ocupada sanando a los que estaban en primera línea desde la retaguardia. Su experiencia sanando era aceptada por todos. Cuando la vida de cualquiera de los otros bajaba del setenta por ciento, su [Mano Sanadora] restauraba la [Salud]. Una táctica con pocos riesgos y muy efectiva. Weed estaba disfrutando la experiencia de golpear a los enemigos con las manos desnudas. Prefería este combate a la espada, ya que, como podía sentirlo mejor, parecía más real. Los hombres-lagarto y Weed se estaban vapuleando mutuamente, pero el resultado no era el mismo. Las caras de los monstruos estaban retorcidas por el dolor, pero en la de Weed había una sonrisa. Estaba lanzando sus poderosos puños, gritando de placer. Mientras tanto, Romuna y Pale lanzaban hechizos y flechas respectivamente, para deshacerse de los otros dos enemigos que se habían abalanzado sobre Surka. Sin rastro de esperanza, los dos hombres-lagarto que se enfrentaban con Weed estaban recibiendo la paliza de sus vidas, pero aún seguían vivos. ¡Ding!

Debido a la repetición de acciones, se ha obtenido una nueva estadística: [Resistencia].
El nuevo atributo solían recibirlo los guerreros en sus primeros días de aventuras. A medida que se desarrollaba reducía el daño causado por el enemigo, e incluso aumentaba ligeramente la vida del jugador. Se podía invertir alguno de los puntos de atributo, con la subida de nivel, en esa estadística pero la mayoría decidía dejar que se desarrollara por sí misma al recibir ataques cuerpo a cuerpo. Después de que el nuevo atributo se hubiese añadido a su lista, los movimientos empezaron a ser más tácticos. Comprobó cuánto [Maná] tenía Irene y dejó que los hombres-lagarto le alcanzasen con sus espadas. La habilidad crecía según recibía daños. Este era realmente un poder que se obtenía mediante dolor y sufrimiento. Weed era el tipo de persona que aceptaba encantado los ataques de los hombres-lagarto mientras el nivel de [Maná] de Irene pudiera soportarlo. En Royal Road se siente cierto dolor al recibir un ataque, pero Weed lo estaba disfrutando. “¡Kuiiihh!” Finalmente, uno de los hombres-lagarto cayó con un grito de agonía. Weed logró vapulearlo con sus puños, llevándolo hasta la muerte en medio de la batalla. Los otros tres hombres-lagarto se vieron rodeados por Romuna, Pale y Surka e intentaron ofrecer algo de resistencia antes de morir. Weed había matado por su cuenta a tres aunque no habría sido tan fácil, ni siquiera contando con la Espada de hierro, de no haber contado con que Irene le curase constantemente su [Salud]. La victoria había requerido la participación de los cinco miembros del equipo.
* * *
Surka iba a atrayendo grupos de hombres-lagarto de uno en uno, cuando se encontraban con que había dos o más grupos en las inmediaciones. De no ser así, Pale simplemente les disparaba una flecha para atraerlos, aunque lo más habitual era que Weed se limitase a cargar abiertamente contra enemigo. Weed se abalanzaba hacia las filas de los hombres-lagarto blandiendo su hoja a diestro y siniestro. Sus compañeros corrían tras él para ayudarle a acabar con los monstruos. Y a continuación se alejaban victoriosos del lugar de la batalla. Eso era lo que a Weed más le gustaba de sus compañeros: normalmente, mientras avanzaban eran charlatanes y ruidosos, pero en el momento de empezar una batalla, se callaban y se ponían serios. Habían sido completamente domesticados por Weed. Desde que cazaban zorros delante de la Ciudadela, habían aprendido cómo combatir contra los monstruos de forma rápida y eficiente. Cuando por fin entraron en el fuerte de los hombres-lagarto, tras neutralizar a algunos guardias, vieron un puñado de cabañas de paja repartidas por el desolado valle. ‘Los cautivos están por ahí.’ — pensó Weed mientras sus ojos brillaban. Los padres de los niños habían sido encerrados en unas jaulas de madera formadas por ramas entrelazadas. Weed se detuvo a estudiar por un instante la situación. Había diez hombres y mujeres encerrados en una jaula y había localizado ocho hombres-lagarto montando guardia en las inmediaciones. ¡Ocho! Si no se preocupaba por el [Maná], podría acabar con dos, o quizá con tres como mucho, si cargaba contra ellos. Pero en ese caso sus compañeros tendrían que encargarse de los cinco restantes. Estaba convencido de que al final saldrían victoriosos, pero Irene y Romuna, que tenían poca [Salud] y [Defensa], podían acabar muertas. Los magos y los clérigos estarían en peligro tras solo un par de ataques de un hombre-lagarto. “Será mejor que rescatemos primero a los cautivos. Yo alejaré al grupo de enemigos.” Surka sabía que era el momento de actuar y se puso en marcha. “¡Humana!” “¿Cómo has llegado hasta aquí…?” “¡Matar primero!” Cuando Surka se mostró a los hombres-lagarto, cinco de ellos empezaron a perseguirla. En vez de ir tras ella, otros tres se quedaron detrás para vigilar a los cautivos. ‘No son tan tontos como pensaba.’ Weed miró a Surka a los ojos mientras corría. Ambos asintieron. - Señor Weed, correré en círculos por donde hemos venido antes de traerlos de vuelta. - Gracias, Surka. Con eso tendremos suficiente. Weed y Surka dialogaron rápidamente mediante susurros. Tranquilizados al ver que Surka y sus perseguidores desaparecían, Weed y Pale aparecieron delante del resto de los hombres-lagarto. “¡Más humanos!” “¡Humanos vuelven!” Los tres monstruos estaban sorprendidos. “¡[Hoja del Escultor]!” “¡[Flecha de Fuego]!” “¡[Penetración]!” Los guardias apenas resistieron un segundo ante los intrusos. Weed y Pale los eliminaron rápidamente y abrieron la puerta de la celda. Los padres estaban en su interior, pero se encontraban completamente aterrorizados. Weed podía comprender el miedo que sentían, habiendo sido capturados por los hombres-lagarto y esperando su muerte en cualquier momento. “Hemos venido a petición de Ghandilva, el Anciano de la aldea Baran.” — dijo a los prisioneros. “El… el Anciano…” “Sí, nos pidió que os lleváramos a salvo de regreso. ¿Hay algún herido?” “Por aquí, por favor…” Weed entró en la jaula de madera y realizó unos [Primeros Auxilios] con hierbas y vendajes. Solo con eso, la [Salud] de los heridos mejoró notablemente. “Weed, Surka ya está regresando.” — advirtió Pale. Surka, que había estado alejando a los hombres-lagarto de la jaula, estaba volviendo. “Seguid en la jaula un minuto más. Pero preparaos para la fuga. Queréis volver a ver a vuestros hijos, ¿no?” — dijo Weed con voz tierna a los cautivos. Algunos habrían pensado que los aldeanos eran una carga y, de hecho, en cierto modo, habrían tenido razón, pero en este caso el grupo tenía la responsabilidad de rescatarlos de los hombres-lagarto y garantizar su seguridad mientras regresaban a Baran. Pero el pensamiento de Weed iba un paso más allá. ‘¡Esos adorables puntos de experiencia!’ — pensó alegremente. Lo que Weed estaba haciendo era una misión de rescate. Por cada persona que logarse devolver a salvo al poblado, recibiría una cantidad adicional de experiencia como recompensa por completar la misión. Había tenido que abandonar la experiencia y la [Fama] que se podían conseguir al participar en la misión de la fuerza de asalto por exterminar a los hombres-lagarto que se encontraban en el poblado, pero aun así era un buen negocio. Weed y su grupo terminaron con los cinco hombres-lagarto que habían regresado siguiendo a Surka. Rápidamente, movieron a los aldeanos a un lugar seguro, y se fueron a buscar más cautivos que rescatar. La decepción llegó al ver lo que los hombres-lagarto habían reunido y apilado en sus saqueos. Los orcos y goblins recopilan oro y gemas. En clara oposición a esas criaturas avariciosas, los hombres-lagarto, al ser reptiles, no habían reunido nada de valor al atacar la civilización humana. Todo lo que el equipo encontró fue una montaña de escudos, armaduras y armas de hierro.
* * *
Weed y sus compañeros recogieron hasta la última pieza de armamento sin dejar nada atrás. El peso máximo que un jugador podía llevar dependía de su [Fuerza] y [Aguante]. Hasta Irene y Romuna iban tropezando hacia el poblado con una gran carga a cuestas. Aunque, por supuesto, no solo los miembros del equipo cargaban armas. “Os hemos salvado.” — dijo Weed a los rescatados aldeanos. Sus caras mostraron incomodidad ante esas palabras. “Por supuesto, no os estamos pidiendo ningún tipo de compensación por nuestras acciones. Todo lo que queremos es una semilla que Ghandilva, el Anciano, nos ha prometido. Os digo esto para que veáis que no os hemos ayudado con la esperanza de obtener una recompensa.” — añadió. Sosegados, los aldeanos parecían menos ansiosos que antes. Sonriendo tranquilizadoramente, Weed añadió: “Sé que acabáis de sufrir mucho pero, ¿podríais ayudarnos a cargar todas estas armas hasta el poblado?” “……” — la expresión de los aldeanos cambió una vez más. Estaban extremadamente agotados por la falta de alimentos. La última cosa que querían hacer era algo que retrasase aún más su regreso a casa. “¡Ah! Veamos, este valle es casi una fortaleza impenetrable y, además, por lo que he oído, los orcos aparecen por aquí a menudo.” — ante la palabra ‘orco’, todos y cada uno de los ciudadanos tuvo un escalofrío de pánico. Apenas habían sobrevivido a los hombres-lagarto, si lo siguiente que les atacaba era un grupo de orcos, estaban muertos. “Ahora imaginaos que los orcos dan con este sitio; estarán encantados al encontrar este arsenal. Incluso podrían utilizarlo para asaltar la aldea Baran, que está justo descendiendo por el valle. Por eso creo que hay que llevarse todas las armas de aquí. Por favor, ayudadnos.” Persuadidos por Weed, los aldeanos terminaron llevando tantas armas como podían mientras descendían por el valle. Mientras, los hombres-lagarto habían sido expulsados de Baran por Darius y sus tropas. El poblado estaba devastado, pero los aldeanos rescatados lloraban de placer por haber podido regresar a sus hogares, aunque estuviesen en esas condiciones. En la puerta principal de la aldea Baran, Weed volvió a hablar con ellos. “Muchas, muchísimas gracias, amigos. No podríamos haber llegado a salvo hasta aquí de no haber contado con vuestra ayuda. Nosotros nos encargaremos del resto, así que ya podéis volver con vuestros niños. Están desesperados esperando a que vuelvan sus padres.” En cuanto terminó de hablar, los aldeanos soltaron la pesada carga y se separaron por todas partes, buscando a sus hijos. Ghandilva estaba esperando con los niños en un claro, cerca de la entrada. “¡Madre!” “¡Padre!” “¡Selen! ¡Estás bien!” “¡Maron! ¡Menos mal que estás vivo!” Era una conmovedora reunión entre padres e hijos. Ghandilva se acercó a Weed, acariciándose la blanca barba. “Ha completado la misión, señor Weed.” “Así es, señor.” —dijo Weed lo más humildemente posible. “Estoy agradecido de que hayas rescatado a mis queridos aldeanos. Si te soy honesto, no esperaba que lograras tanto… Has hecho un gran trabajo. Ninguno de nosotros olvidará jamás lo que has hecho por nosotros.” ¡Ding!

Has completado la misión [La desgracia del poblado Baran].
Las familias separadas han sido reunidas por los valientes héroes que estaban buscando justicia.
El poblado fue destruido por los hombres-lagarto, pero el canto de los gallos y el ladrido de los perros pronto volverán a animar las calles.
Los pequeños se relajaron al ver a sus padres a salvo. Hasta el día en que sus ojos se llenen de lágrimas por las riñas de sus padres, los niños estarán agradecidos a los bravos héroes.
Recompensas:
[Fama] ha aumentado 15 puntos.
Semilla sin nombre.

Has subido de nivel.
La [Fama] y los puntos de experiencia se distribuyeron a partes iguales entre todos los miembros del equipo, pero la semilla la recibió Weed, que era el líder del grupo. “La gente de Baran está en deuda con vosotros.” “No, señor. Solo hemos hecho lo que debíamos. Siempre haremos todo lo que podamos con la esperanza de mantener la paz y la prosperidad de la aldea Baran.” Había muchos factores involucrados en el hecho de recibir una misión. Si un PNJ necesitaba que una misión se cumpliera inmediatamente, se la ofrecían a la primera persona que encontrase; pero la mayoría esperaba a que apareciera uno de sus jugadores de confianza, de haberlos, para que le ayudasen con el problema antes que confiárselo a un completo desconocido. “Darius, creo que esto lo vas a lamentar.” Weed había ganado una gran cantidad de confianza con el Anciano Ghandilva. Los aldeanos que habían sido rescatados por Weed y su equipo se sentían en deuda con ellos, y eso actuaría a su favor al comprar o usar varios de los servicios del poblado. Si Darius pensaba que no había mucho que ganar en Baran, no estaría preocupado. Pero si había planeado extender su influencia a la provincia del Sur utilizando su posición como comandante de las fuerzas de asalto, tendría que pagar por su error. Obviamente, era más probable que una sutil amistad fuese una mejor baza para el futuro que una recompensa material. Bajo circunstancias normales, Darius no habría rechazado la misión, pero en esta ocasión era el líder de las fuerzas de asalto. Habría sido una difícil decisión tener que abandonar su misión de dirigir a las tropas y una gran recompensa, por la misión de rescatar a un puñado de aldeanos. Por esa razón, Weed comprendía la decisión de Darius, pero sentía pena por él al mismo tiempo. Oportunidades como esa no se ven a menudo. Como un desafortunado accidente, estas ocasiones vienen y van. De repente, Ghandilva cogió las manos de Weed. “Acabo de recordar que tengo otro favor que pedirte, mi buen Weed. Sé que eres un hombre digno de confianza. Según comentan los soldados de la fuerza de asalto, eres un escultor. ¿Es eso cierto?” “Así es.” —respondió Weed con calma. “Antes teníamos una estatua de Freya en el centro de la aldea a la que venerábamos.” Freya era la diosa más venerada en el Reino de Rosenheim. Era conocida por gobernar la prosperidad y la belleza. “Siempre rezábamos para conseguir paz y prosperidad a la estatua. Pero a principios de este año se rompió accidentalmente. Ahora que lo pienso, me temo que el origen de todas nuestras recientes desgracias se remonta a aquella época.” — dijo Ghandilva con el rostro apesadumbrado. “¿Quieres que restaure la estatua de la diosa?” “Así es, señor Weed. Quisiera que tallaras una nueva estatua de Freya. Hace tiempo le pedí a una extranjera de confianza que trajese una nueva estatua, pero no he tenido noticias de ella desde entonces. ¿Quisieras tallarnos una estatua, por favor?” ¡Ding!

Nueva misión: [La estatua de la Diosa Freya].
Freya, la diosa de la belleza y de la prosperidad, es la protectora de Baran. Su estatua estaba situada en la plaza central, pero se rompió cuando un árbol se le cayó encima durante una tormenta.
Aunque los hombres-lagarto han sido derrotados, los aldeanos no podrán vivir en paz hasta que se haya restaurado la estatua de su diosa.
Nivel de Dificultad: Búsqueda de profesión.
Restricciones:
Solo disponible para escultores.
Era una misión de profesión exclusiva para escultores. El nivel de dificultad y las recompensas estaban sin definir, ya que dependían totalmente del resultado. Las recompensas de muchas misiones se basaban en esa misma regla. Salvo en misiones muy definidas, como trasladar un objeto o enviar un mensaje, las recompensas podían variar en gran medida dependiendo del resultado. “Por favor, dame un momento. Tengo que consultarlo con mis compañeros.” Tras estas palabras, su equipo, que había estado escuchando sin prestar demasiada atención, sonrieron y le felicitaron. “¡Enhorabuena, señor Weed! Hemos tenido buena suerte.” — dijo Surka. “Cuando dejamos la fuerza de asalto creía que estábamos cometiendo un error, pero ahora estoy orgullosa de haberlo hecho.” — dijo Romuna, sonriendo. “Surka, Romuna. Gracias. Pero si acepto esta misión no podré ir a cazar con vosotras durante unos cuantos días.” — respondió. Weed estaba buscando consejo en sus amigos y Pale se mostró más que dispuesto a dárselo. “A nosotros nos parece bien. Lo que queda de la misión de la fuerza de asalto es acabar con los grupos de resistencia aquí y allá. Y como ya hemos luchado contra unos cuantos hombres-lagarto, creo que estamos preparados para seguir por nuestra cuenta. Si te somos honestos, Weed, tienes mucho más nivel que cualquiera de nosotros, por eso nos parece bien que aceptes esta misión.” Pale le quitó el peso de los hombros. La verdad era que sus compañeros se sentían un poco avergonzados de ir con él tras descubrir por cuántos niveles les superaba. Como Weed hacía de líder y causaba el mayor daño en casi todas las batallas, se sentían como accesorios en su aventura. Para llegar a ser verdaderos compañeros de equipo, todos tenían que estar en igualdad de condiciones y no se podía trabajar bien si algunos estaban siempre pensando que dependían de las habilidades de los otros miembros del equipo. “Ya veo. Entonces, aceptaré la misión.” — dijo Weed, que regresó al lado de Ghandilva. — “Haré la estatua de Freya, señor.”

Has aceptado la misión.
“¡Gracias, Weed! Por favor, empieza lo antes posible a crearla.” — respondió el Anciano. Cuando Weed y sus compañeros abandonaron la aldea, Becker y Hosram se les acercaron con sus subordinados. “Me alegro de volver a verte, Comandante.” — dijo Becker. “¿Y los demás?” — preguntó Weed. “Han salido a perseguir a los hombres-lagarto que huyeron.” — respondió Hosram. Weed supuso que el resto de la fuerza estaría persiguiendo a los supervivientes del ejército que había sido expulsado de la aldea. “¿Y vosotros?” — volvió a preguntar. “Sir Darius ha ordenado a los soldados del ejército de Rosenheim que nos quedemos en la retaguardia.” — respondió Becker. Si Weed no se equivocaba, Darius había asignado a los soldados para que defendiesen la aldea, para así poder quedarse con todo el reconocimiento de la misión para sí mismo. Solo los soldados de Rosenheim se habían quedado atrás, en misión de guardia.
* * *
Weed se llevó a su equipo a un lugar aislado. En su mano estaba la semilla. “Ah, por cierto, esa es la recompensa que obtuvimos por rescatar a los aldeanos, ¿para qué diablos es?” Al oír la pregunta de Surka, Weed se limitó a mirar la semilla, y dijo: “Para ser honesto, tengo un libro bastante extraño. En ese libro hay una historia, según la cual…” ¡La Ciudad del Cielo! Cuando Weed les habló del libro que había recibido de Volk, hasta el normalmente tranquilo Pale se sorprendió. Todos los aventureros del Continente de Versalles tenían un sueño. Un continente fantástico. Una tierra en la que vivían las leyendas y los misterios. Todos querían dejar su huella en un territorio desconocido, en el que nadie hubiese estado antes. Explorar una mazmorra desconocida y desentrañar sus secretos. Un hombre que descubría un nuevo territorio obtenía muchas oportunidades, además de un aumento de su fama: la oportunidad de crecer… y la de morir. “La Ciudad del Cielo… ¿De verdad crees que ese sitio existe? Había oído hablar de la Ciudad Bajo Tierra, pero…” — dijo Pale. “¿La Ciudad Bajo Tierra?” — esta vez le tocó a Weed preguntar. “Sí, es una conocida ciudad subterránea a gran profundidad construida por los enanos. Allí está el palacio de su raza.” “¿Los jugadores que eligen la raza de los enanos pueden empezar allí?” “La verdad es que no. Según lo que he oído, no todos los enanos pueden entrar. Hay muy poca gente que lo haya visto. Si vas, puedes adquirir el nivel Intermedio en la habilidad [Herrería] y aprender la habilidad [Artesanía].” Los enanos. Para Weed, que había escogido la clase escultor, eran una espina en su costado. Para que un humano pudiese aprender la habilidad [Artesanía], tenía que escoger una clase relacionada con las habilidades artesanales. Un escultor podía aprenderla gracias a un nivel básico de la habilidad [Dominio de la Escultura]. En el caso de Weed, la había obtenido antes de adquirir la clase al completar la exclusiva misión encadenada del heredero de Zahab. Pero no todo el mundo podía esperar tener tanta suerte como él. Y aún menos gente recibía semejante posibilidad. Los cocineros y los herreros tenían que llevar su habilidad hasta, al menos, el nivel Intermedio para aprender la habilidad [Artesanía]. Un sastre podía aprenderla cuando llegaba al nivel Principiante 8 de su habilidad [Sastrería]. A menos que se seleccionara una profesión artesanal, no era posible llegar al nivel Intermedio de ninguna habilidad artesanal, por lo que, si se quería adquirir la habilidad [Artesanía] era imprescindible la habilidad [Sastrería]. Pero los enanos nacían con la habilidad [Artesanía] en cuanto activaban su cuenta. Además de las cantidades ingentes de [Aguante] y una [Fuerza] imponentes por naturaleza, ¡los enanos tenían por defecto esa habilidad! Weed no podía dejar de observar con atención las actividades de esa raza. Por otro lado, los enanos eran bajos y estaban penalizados en el lanzamiento de hechizos, la monta a caballo y las habilidades de combate. Weed quería visitar la Ciudad Bajo Tierra algún día. “Si me surge la oportunidad, me gustaría ir allí.” — dijo en voz alta. “No será fácil. Por lo que he oído, son muy hostiles hacia los humanos. Solo los buenos artesanos son respetados allí. A menos que obtengas un cierto nivel de reconocimiento entre ellos, no te darán permiso para entrar.” — explicó Pale. Los maestros de la escultura, como Zahab y Geihar Von Arpen, podían haber estado en la Ciudad Bajo Tierra. ‘Tengo la corazonada de que allí abajo tiene que haber información relevante sobre el misterio del arte escultórico.’ Olvidando su corazonada por el momento, Weed volvió a la misteriosa semilla que le había dado Ghandilva. “Muy bien. Vamos. Si me equivoco habremos perdido el tiempo en nada.” — dijo. “Seguro que tomaste la decisión correcta.” “Tengo un buen presentimiento sobre todo esto.” Irene y Romuna le animaban. “¡[Identificar]!” — animado por las expectativas de sus compañeras, Weed usó con tensión su habilidad.

Semilla del Árbol Celestial
Durabilidad: 1/1
Muestra el camino a la Ciudad del Cielo.
Restricciones:
Debes plantarla cerca de la aldea Baran.
Cuando hubo terminado de leer la ventana del objeto cerró los ojos un momento, y entonces los volvió a abrir lentamente. Sus compañeros esperaban impacientes para oír las noticias. “Es real.” En cuanto lo confirmó, el resto del grupo se alborozó. Pero aún quedaban asuntos que discutir. “No quiero que me vean sembrando la semilla y subiendo a la Ciudad del Cielo.” Weed iba a llevar a su grupo, pero enseñárselo a Darius y sus seguidores, o a los demás miembros de la fuerza de asalto, no le interesaba. Egoísmo. O podría ser considerado egocentrismo si se desea. Aun así, habían sido Pale, Surka, Irene y Romuna quienes habían estado en la misión secreta con él para obtener la semilla. “Estoy de acuerdo. Si hay una Ciudad del Cielo, alguien terminará descubriéndolo y permitiendo que todo el mundo pueda acceder, pero no tenemos por qué ser nosotros.” — dijo Pale, apoyando la idea de Weed. No se trataba de monopolizar la información. Era más bien que quien adquiría un conocimiento tenía el derecho a explotarlo. Si todo el mundo descubría la existencia de la Ciudad del Cielo, el mérito de su descubrimiento disminuiría, y todos sus esfuerzos hasta ese momento se quedarían en nada. Vivir por un estricto código moral era una decisión absurda. Imagina que la información sobre la Ciudad del Cielo se hiciese pública, ¿quién desvelaría sus secretos o compartiría sus propias misiones para compensar su inocencia? “Supongo. Es muy pronto para comentárselo a nadie.” — dijo Irene. “¡Iremos solos!” — exclamó Surka. Pronto llegaron a un acuerdo general sobre ese punto. Aun así, la partida hacia la Ciudad del Cielo fue pospuesta por el momento. Weed tenía que terminar la misión [La estatua de la diosa Freya] y la fuerza de asalto de sus compañeros aún seguía en marcha. Decidieron que partirían hacia la Ciudad del Cielo en cuanto hubiesen terminado con todo lo que tenían que hacer. Estaban medio excitados y medio preocupados por la idea de ponerse a explorar una nueva región. Si resultaba ser demasiado difícil para ellos, seguramente disfrutarían brevemente del nuevo escenario antes de tener que volver con las manos vacías. Toda exploración siempre tiene esas dolorosas posibilidades.
* * *
Weed se creó una buena excusa para Darius y sus secuaces, que acababan de regresar a la aldea. Le preocupaba que le pudiesen preguntar por qué su grupo no había dado señales de vida en la batalla. Pero cuando regresaron a Baran, las cansadas tropas eran menos de un centenar, y estaban peleando entre sí intensamente. “¡La culpa es tuya!” “¿De qué quieres responsabilizarme ahora?” “¡Tu patético plan ha hecho que mi amigo muera!” “Era su responsabilidad cuidar de su propia vida.” “¡Y encima le echas la culpa a la víctima!” Mientras recuperaban por la fuerza la aldea Baran y acababan con los restos de los hombres-lagarto, las tropas habían sufrido una gran cantidad de bajas. Para empezar, un grupo de desconocidos no podía ejecutar tácticas con un mínimo de complejidad, por lo que habían perdido una gran cantidad de jugadores en una lucha sin cuartel. Como consecuencia, no había amistad entre Darius y los demás miembros de la fuerza de asalto. “Acabamos de participar en una batalla; como parte de una guerra, unas pocas bajas son un aspecto inevitable, ¿no? Superadlo.” — respondió Darius. “¿Unas pocas bajas? ¿Estás diciendo que la muerte de Collonya fue una baja inevitable? ¿Es que no te importa una mierda? ¡Todo esto es culpa de tu mal liderazgo!” — gritaron los jugadores enfadados por la muerte de su amigo. “¿No estabábais ansiosos por seguir mi mal liderazgo? Me estoy cansando de tantas quejas después de la aplastante victoria de hoy.” “¡¿Pero qué diablos?!” La disputa entre Darius y los demás jugadores subió de tono. Con tantas bajas, a nadie le importaba si Weed y su grupo se habían ausentado durante la misión. Weed estudió a Darius y a sus esbirros. Ninguno parecía herido, todos estaban sanos y salvos. ‘Seguro que se han quedado con la mayoría de la experiencia de las fuerzas de asalto. Lanzaron a los demás hacia una trampa, y solo cuando los hombres-lagarto empezaron a estar débiles y cansados se metieron en la batalla y se dedicaron a acabar con los monstruos.’ En una batalla de tamaño medio, dependía del líder del ejército decidir cómo luchar, lo que podía hacer cambiar completamente el resultado de la batalla. Más adelante, Weed descubrió que los hombres-lagarto se habían escondido en el bosque y habían mandado a algunos de los suyos para atraer a las tropas. En el bosque tenían más poder. Un gran ejército se veía bastante inmovilizado en un bosque, en el que los defensores estaban mejor situados que los atacantes. Darius y sus esbirros cayeron en el anzuelo e hicieron que el cuerpo principal penetrara en el bosque. Mientras ellos jugaban con los hombres-lagarto que hacían de cebo, la fuerza principal se había visto atrapada por el ataque de los otros hombres-lagarto. Cuando los jugadores por fin lograron cansar y herir a la mayoría de los reptiles, Darius y su gente, que habían terminado con el cebo, aparecieron de pronto, ¡acabando con ellos! En resumen, Darius y sus esbirros habían acumulado la mayor cantidad de [Fama] y puntos de experiencia. “Hice lo que pude. Maté a la mayoría de los hombres-lagarto y mis amigos os salvaron la vida. Deberíais mostrarme más respeto-” — dijo calmado. “¿Qué? ¿Te crees que no hemos entendido cuál era tu plan?” “¿Cómo puedes decir algo así? No eres tan listo como piensas.” “No eres más que un líder de segunda.” Cuando los jugadores de la fuerza de asalto empezaron a acusar en voz alta a su comandante, Darius y los suyos por fin reaccionaron. “Si tienes lo que hay que tener, deja de hablar y rétame a un duelo como un hombre.” — dijo. “Y tú, mujer, no estarías en las fuerzas de asalto si no te hubiese escogido.” Weed observó la situación con cinismo. ‘Vaya un puñado de estúpidos.’ Darius se había ganado una mala reputación entre los jugadores a cambio de un poco de [Fama] y algunos puntos de contribución. Había abandonado el pez grande para coger el más pequeño que tenía delante. Hay que escoger los peces pequeños discretamente, sin llamar la atención, y los grandes de forma llamativa. Después, hay que volver a mirar por si te has dejado algo. Esa es la forma correcta de hacer las cosas. Aun así, los demás tampoco se libraban por su estupidez colectiva. ‘¿Qué habían visto en Darius para seguirle sin hacer preguntas? Si se hubiesen parado a cuestionar sus intenciones, no habrían estado a su merced.’ Era su error por confiar demasiado en un desconocido. Si hubiesen sido más cautos, sus amigos no habrían muerto.