sábado, 5 de diciembre de 2015

Volumen 3 - Capítulo 2

Volumen 3 Capítulo 2
La piedra que atrapa los rayos
Traducido por Tars y DaniR
Corregido por Noe
Editado por AMarauder

Parvan. Era un lugar donde los viajeros y las caravanas se alojaban mientras viajaban a través de la Cordillera de los Gritos. Originalmente había sido un lugar construido por la División de Exploradores del Reino de Rosenheim para descansar, por lo que no se trataba de un lugar que la gente visitara con frecuencia. “Tenemos suerte de haber encontrado este lugar. Estamos a solo uno o dos días de nuestro destino.” “El viaje ha sido muy duro, pensaba que iba a morir.” – respondió Halman mientras se reía. “Todo esto es culpa tuya, Margaux.” “Deberías decirlo directamente, Levi. Todo comenzó porque mataste a ese tipo.” Halman, Margaux, Levi y Gran eran cuatro asesinos famosos de la Confederación Britten. Vivían por el placer de matar a otros y saquear sus objetos. El notorio grupo era conocido como el Cuarteto Dwichigi. Sin embargo, hacía aproximadamente un mes, se habían metido sin miedo con el gremio Nube. Este gremio no solo era uno de los mayores gremios de la Confederación Britten, sino que era uno de los diez gremios más grandes de todo el Continente. Estaba integrado por más de seis mil jugadores y, si se incluían a sus aliados, se trataba de una fuerza con una gran influencia. Suficiente para rivalizar con la propia Confederación. En otras palabras, incluso para el Cuarteto Dwichigi, el gremio Nube no era algo que pudieran ignorar fácilmente. De hecho, no se habían metido con ese gremio a propósito. En realidad, como estaban en la lista de los más buscados, habían decidido enfocarse en la caza para subir de nivel. Hasta que se encontraron con un tipo llamado Brandy. “¡Salid de aquí! Esta zona es nuestra.” – gritó Brandy actuando con arrogancia. “Eh, ¿quién es ese tipo?” “¡Qué mierda está diciendo!” Naturalmente, los cuatro estaban enfadados. En ese momento, su marca roja de asesino ya había desaparecido, ya que habían donado una gran cantidad de dinero al templo y habían estado cazando por un tiempo. Pero Brandy había interrumpido su caza y afirmaba que esta zona le pertenecía, ya que no tenía ni idea de quiénes eran esos cuatro. “¡Matemos a ese bastardo!” – dijo Levi explorando de ira. “¡Te enseñaré a no meterte con nosotros!” Los cuatro, que siempre mataban a la gente por capricho, no tuvieron la moderación necesaria para dejar que una afrenta como esta quedase sin castigo, por lo que Brandy fue asesinado al instante. Como era de esperar del cuarteto, se colocaron a su espalda y lo atacaron sin dudar. El nivel de Brandy era inferior a los miembros del cuarteto, por lo que no tuvo ninguna oportunidad y murió con facilidad. Con ello, recibieron un mapa como recompensa. ¡Ding!

La tumba perdida del enano
Durabilidad: 1/1.
Un lugar donde los enanos cayeron en su descanso eterno.
En medio de dos desfiladeros, bajo las raíces de un árbol viejo.
¡Broooom! ¡Plaaaam!
Un camino estrecho.
El poder primordial no puede ser traspasado sin sacrificio.
Entre sus golpes, busca el sonido que no suena.
Autor: Reineig R. Hansberg
“¿Qué es esto?” La risa de los cuatro asesinos se había desvanecido. Acababan de encontrar un mapa del tesoro, un artículo único. Desde aquel día, el gremio Nube los había perseguido incansablemente. Y entonces se dieron cuenta del motivo de esta persecución: habían asesinado a un miembro de ese gremio. “¡Mierda! Pareces tonto. Si me hubieras dicho que esa persona era del gremio Nube, ¡nunca la habría atacado!” “Ahora tenemos que lograr escapar de ellos antes de que se encarguen de nosotros.” “¡Y todo por nuestra culpa!” “Por el momento tenemos que conseguir pasar desapercibidos, sea como sea.” Durante aproximadamente dos semanas, los cuatro se fueron escondiendo de la gente, viajando por zonas sin mucho tránsito. Sin embargo, el gremio Nube no disminuía en lo más mínimo sus intentos de rastrearlos. Varias veces, los cuatro apenas habían logrado escapar de la muerte por un pelo. Su nivel estaba por encima del 220, pero contra unos enemigos así, no era viable el enfrentamiento. Utilizando su experiencia, intentaron encontrar una manera de darle la vuelta a su crisis. Finalmente, fue Halman quien habló primero. “Esto es extraño.” “Yo también lo creo. ¿No estáis de acuerdo?” “Todo un gremio no puede perseguirnos por haber matado a uno solo de sus miembros.” “Sí, llegar a este punto no es normal.” “Espera un momento. ¿Qué pasa con el mapa que cogimos de ese tipo?” “¿De qué hablaba…? Algo sobre la tumba olvidada de un enano…” “El mapa debe ser algo extraordinario. Lo cierto es que a esos bastardos no les importamos, sino que van tras este mapa.” “Je, je.” “Así, que lo que debemos intentar es encontrar el tesoro que muestra este mapa.” Desde aquel día, el cuarteto había ido descifrando los secretos del mapa. Viajaron hasta otros reinos para investigar libros antiguos, y estudiaron a fondo cada letra del mapa para intentar descifrar el significado de las frases que contenía. Como resultado de todo esto, habían llegado hasta la Cordillera de los Gritos. “Solo podemos entrar en la tumba de uno en uno.” “Y, ¿qué alternativas tenemos? Lo que más importa ahora mismo es que no tenemos ningún guardabosques entre nosotros, por lo que no podremos desmantelar las trampas.” “...” “Una solución puede ser que alguno de nosotros se sacrifique.” “Veamos, si todo va yendo sin problemas, aunque alguno de nosotros tenga que caer por el camino debido a las trampas… ¿Cómo elegimos quién muere y quién no?” Evidentemente, nadie quería morir. Ninguno de los cuatro quería ser quien se sacrificara, ya que al morir no podría finalizar la exploración de la tumba. En ese momento, Gran puso una radiante sonrisa. “¿Quién creéis que sería el más apropiado para morir?” “¿Eh?” “Oye, ni se te ocurra pensar que yo soy el adecuado. ¿A dónde estás apuntando?” El dedo de Gran apuntaba directamente hacia algo que había llamado su atención; y no señalaba a ninguno de sus compañeros, ni siquiera a él mismo. Gran apuntaba hacia el pie de las montañas. Traqueteando, había aparecido el carro de Mapan y Weed. “Guau… Hola. Me llamo Mapan. No esperaba encontrarme con nadie en un lugar como este.” “Yo soy Gran, estos son Levi y Halman. Y ella es Margaux.” “Encantada de conoceros.” El cuarteto sonreía abiertamente, alegre tras la llegada de Weed y Mapan. “La Cordillera de los Gritos no es un buen lugar donde suelas encontrarte con gente, por lo que habréis recorrido un largo camino… ¿Qué os trae a vosotros dos a estas tierras tan remotas?” “Nuestro viaje es para comerciar.” – respondió Mapan dando un paso adelante. “¿Comerciar? Así que los dos sois Comerciantes, ¿no?” “Más o menos. Yo soy el Comerciante. Él es Weed, y es Escultor.” “¡Oh! Entiendo.” Gran mostraba una amplia sonrisa. Al mismo tiempo, Halman, Margaux y Levi intentaban contener las carcajadas. ‘¡Un Escultor!’ ‘¿Quién es tan estúpido como para elegir esa clase?’ Se burlaban en sus cabezas, pero su trato con Weed y Mapan estaba siendo muy corte, debido a que tenían una idea en mente. Del cuarteto, era Gran el encargado de hacer las preguntas de rigor. Después, cuando estuvieran bajo la influencia del alcohol, podría saber aún mejor cómo eran. “Hay algo que no entiendo. Viajando por la Cordillera de los Gritos, ¿no te has encontrado con monstruos a menudo? ¿Cómo habéis podido luchar contra ellos?” “Gracias a que Weed viaja conmig…” – Mapan estaba a punto de explicarse, pero Weed le dio un codazo para hacerle callar. “¿Él?” Weed estaba intentando que Mapan mantuviera el pico cerrado. Ya había notado que algo no andaba bien, independientemente de cómo se estuvieran comportando. Con una sonrisa, la mirada de Gran volvió a centrarse en Mapan. “No tengas miedo de contármelo. ¿Ha sido difícil?” Ciertamente, Weed tenía la sensación de que esos cuatro viajeros estaban ocultando algo. No había que tener en cuenta lo grande y repleto de jugadores que podía estar el Continente de Versalles, el paraíso de los monstruos era diferente. Aquí no se conocía gente todos los días. Por norma general, cuando se conoce a otras personas en lugares apartados, como en unas montañas similares a las que estaban, se intercambian saludos, tal vez hasta es posible compartir una comida. Y si todos llevan el mismo destino era probable viajar juntos durante una temporada. Pero esta gente se mostraba demasiado feliz. Además, cuando Mapan les dijo su profesión, los había notado demasiado interesados. Lógicamente, Weed observó cómo estaban situados. Gran, junto con otros dos, estaba justo delante hablando con Mapan, mientras que el otro miembro estaba justo detrás de él. ‘Son bandidos.’ – pensó Weed. Si alguien pensaba que los monstruos eran el único riesgo en el Continente de Versalles, estaba absolutamente equivocado. Más bien, encontrarse con otros jugadores en un lugar como este era mucho más peligroso. Weed decidió entonces actuar como lo haría un escultor ‘normal’. “Soy un Escultor, pero tengo una habilidad única.” “¿Qué tipo de habilidad?” “Es una especie de grito. Cuando los monstruos escuchan el estruendo, salen huyendo despavoridos. ¿Quieres oírlo?” “Sí, tengo curiosidad.” Weed usó su [Maná] para lanzar la habilidad de la que hablaba, el [Rugido del León]. «¡¡¡¡UUUUUAAAARRRRRRGGGGGG!!!!» Nada más darse cuenta de que iba a utilizarlo, Mapan se tapó los oídos con ambas manos, pero el cuarteto, que no conocía la habilidad, fue tomado por sorpresa y sus miembros se tambalearon significativamente. “¡Maldición!” “¿¡Qué es eso!? ¿Seguro que solo era su voz…?” Guiñándoles un ojo, Gran contuvo la ira de Margaux y Levi, al tiempo que mostraba una amplia sonrisa hacia Weed. “Menudo grito. Mmmm. Eso me da qué pensar. He notado que llevamos tiempo sin ver nada por esta zona. ¿He de suponer que esta es la razón de la falta de monstruos?” La habilidad [Rugido del León]. Weed no había creado grupo con Gran, por lo que su [Liderazgo] no había aumentado. El resto de efectos adicionales tampoco le habían afectado. Lo único que había notado era un grito fuerte. “Eso es. Los monstruos dudan cuando escuchan mi grito, y aprovecho ese momento para escapar.” El cuarteto sonrió tras la explicación de Weed. ‘La verdad es que no supone una amenaza.’ ‘Viéndolo así, ¿no son el cebo perfecto?’ ‘Habría que utilizar a estos tipos en ese lugar.’ ‘Solo necesitamos a uno…’ ‘¿Por qué no? Podemos sacar todo el tesoro con nuestras propias manos; y usaremos a este tipo porque el comerciante dejará caer mucho botín.’ ‘¡Bien! ¡Hagámoslo!’ El cuarteto llegó a la misma conclusión sin cruzar una sola palabra, comunicándose a través de la mirada. Gran puso un gesto serio hacia Mapan y Weed y dijo: “Puede ser que ese truco te haya servido hasta ahora para viajar de manera segura, pero la Cordillera de los Gritos es un lugar realmente peligroso. Puedes considerar este encuentro como algo del destino, y a partir de ahora seremos vuestra escolta. Nuestro ofrecimiento es de buena fe, y no veo razón para que lo rechacéis. Estaríamos encantados de ir con vosotros, ja, ja.” “¡Ja, ja! Si las cosas son así, ¿por qué deberíamos negarnos?” Viendo el giro de los acontecimientos, Mapan reía a carcajadas. Siendo un débil comerciante, no le parecía mala idea ir acompañado de un grupo de cuatro fuertes jugadores. “Será un placer viajar con vosotros.” Así mismo, Weed asintió en silencio. Se había dado cuenta de que la situación iba a peor tras ver las miradas que se habían lanzado los cuatro, pero no podía hacer nada más que ir con ellos… Por el momento. La diversión de una aventura, viajar, conocer tierras inexploradas… Y conocer gente es parte de ese viaje. Personas que se van conociendo en quien se pueda llegar a confiar. La caza mientras vas haciendo amigos era el tipo de diversión que hacía que valiera la pena jugar a Royal Road. A veces, Weed disfrutaba cuando cazaba con otros jugadores. Como pasaba mucho tiempo en el juego, no era razonable estar siempre solo, por lo que se sentía bien cuando estaba rodeado de multitud de otros jugadores. Sin embargo, las cosas no eran así con este cuarteto de aspecto peligroso. Se situaron alrededor del carromato y asumieron el papel de luchar contra los monstruos. Pero, por el rabillo del ojo, observaban a Mapan y a Weed. ‘Por lo que parece es un tipo un tanto inusual.’ ‘¿Cómo es que se ha dedicado a esculpir?’ ‘Parece que tenía razón a cerca de ese escultor.’ El cuarteto estaba decidido. Tras su actuación de hacía un rato, Weed era bastante consciente de haber llamado su atención. En ese momento, sacó una piedra preciosa. El Cuarteto Dwichigi centró su atención en él y uno de ellos le hizo una pregunta. “¿Eh? ¿Eso no es una joya?” De inmediato, Margaux revelaba una expresión de profunda curiosidad. Mapan respondió con una sonrisa. “Sí. Weed se dedica a fabricar joyas.” “¡Oh! ¿Dices que fabrica joyas?” “Exacto.” “Vaya, esa piedra… ¡Es enorme!” Los jóvenes ojos de Margaux estaban llenos de codicia. ‘Hemos conseguido el maldito premio gordo.’ ‘Me gustaría sentir el peso de esa piedra en mi regazo…’ Weed sujetó con firmeza el Cuchillo de Tallar de Zahab mientras tallaba la gema. Pero ninguno de los cuatro se animó lo suficiente como para iniciar una pelea. ‘No tiene sentido que le ataquemos por una joya normal. Hay algo mucho mejor esperándonos.’ El cuarteto había caído en la trampa. Su pensamiento ya no era racional al mirar a Weed y Mapan. ¡Pero Weed había estafado a los estafadores! Ahora solo debía fingir que había sido engañado.
* * *
“Es hora de parar y comer algo.” “Gracias por tu oferta, pero… No nos gustan las comidas frías… Será mejor que continuemos.” “Ja, ja. Verás cómo no es así. Mira.” El cuarteto entregó a Mapan y Weed algunos de los objetos que habían conseguido de los monstruos. “Lo que os ofrecemos no es precisamente comida de mala calidad.” “Compañeros, esto es lo más lógico, ¿no? Es natural que compartamos el botín de los monstruos que vamos matando.” “Sí, tienes razón.” Weed sentía que las miradas del cuarteto ardían con ansias de asesinato. ‘No tienen ni pizca de vergüenza…’ Mapan sonreía sin tapujos, pero las sospechas de Weed iban creciendo aún más a cada minuto que pasaba. ‘Nos hacen este favor sin pedir nada a cambio… Nadie hace eso. Y si no van a atacarnos, ¿por qué lo hacen?’ Normalmente, cuando alguien da un regalo lo hace como una muestra de gratitud con alguien que ha sido amable. Pero en esta ocasión, Weed veía que el cuarteto no necesitaba compartir el botín y sus sospechas crecían al ver lo incorrecto de la situación. Pero tampoco podía hacer nada más que preocuparse. De todos modos, Weed no expresaba sus sospechas. De hecho, aparentaba que sus preocupaciones habían quedado enterradas gracias a Mapan. El comerciante realmente creía que el cuarteto tenía buen corazón. Al día siguiente llegaron a un cañón. Decenas de metros los separaban del otro borde y una densa niebla cubría el profundo valle que podían ver a sus pies. Afortunadamente, había un puente que llegaba hasta el otro lado. Atravesar el cañón no iba a resultar tan difícil como habían pensado al principio. “¡Menudo puente! Seguro que es mucho más resistente de lo que parece.” Cuando Mapan iba a dirigir el carromato hacia el puente, Gran se interpuso en su camino. “Caballeros, caballeros. ¿Somos aventureros, o no lo somos?” “¿Qué?” “Disfruto tanto de la belleza de esta magnífica vista como de cualquier otra aventura. Y puede que haya algo ahí abajo. ¿No sería interesante seguir un rato ese camino? ¿Qué pensáis?” Mapan dudó ante las palabras de Gran. Una cosa sabida del Continente de Versalles era que estaba bien comunicado. Siempre se podía atravesar un bosque o escalar una montaña. No había necesidad de moverse con ningún medio de transporte. Sin embargo, resulta de sentido común que es más sencillo cruzar un cañón por un puente que sumergirse y atravesarlo en toda su profundidad. Lo que el cuarteto proponía, simplemente no parecía lo correcto. Tras escuchar a Gran, Mapan tuvo la extraña sensación de que algo olía mal en todo esto. “Bueno. ¿De verdad lo ves necesario…?” No hace falta ser un erudito para saber el motivo por el que Mapan intentaba negarse. Cualquier comerciante desea coger el camino más seguro. Lo que proponía el cuarteto estaba completamente en contra de su filosofía. SIIIUUUUK Halman, Margaux y Levi colocaron su mano en la empuñadura de sus espadas. Weed y Mapan no tenían escapatoria. Un Comerciante y un Escultor… Pero no había motivo de preocupación, puesto que iban preparados para cualquier cosa gracias a su escolta. Quizás era el momento de separarse… ¡Mapan sentía la disputa entre su corazón y su cerebro! “Hagámoslo. Puede que sea divertido.” Gran aprobó las palabras de Weed. “¡Ja, ja! Sabía que aceptaríais. Esto será interesante.” El cuarteto retiró la mano de sus armas. Halman sonrió. Weed y Mapan dirigieron el carromato hacia la parte baja del cañón con la guía del Cuarteto Dwichigi. La pendiente del cañón era muy empinada y las ruedas del carro se atascaron varias veces. Nunca habrían podido bajar sin la ayuda del cuarteto. Cada vez que el carromato quedaba atascado, Gran y Halman tiraban mientras Levi y Margaux empujaban. “Perdón por las molestias.” “¡Ja, ja! No pasa nada, Mapan. ¡Este trabajo no nos supone nada!” Gran y Halman actuaban como si fueran los dueños del carromato. Teniendo en cuenta que eso se iba a hacer realidad pronto, el cuarteto pensaba que no había razón para no mostrar algo de sinceridad. “¡Oh! Creo que por allí hay un rastro…” Gran dirigía al grupo. Estaba dando rodeos a propósito, a veces incluso volviendo por la misma ruta. “Ah, por ahí se ve mucho mejor el paisaje. Será mejor que volvamos por ese camino.” Gran se deleitó con las vistas del cañón varias veces. Mientras, ¡Weed se dedicaba a la recogida de hierbas! “¡Guau! Esto es una Hierba medicinal roja. ¡Y ahí veo una Planta azul de Ceilán…!” Estaba informado acerca de las hierbas medicinales que podían encontrarse en la Cordillera de los Gritos y sabía que en el fondo del cañón, en los lugares donde había menos horas de luz, crecían ciertos tipos especiales de hierbas. Weed las arrancaba con entusiasmo y las iba colocando en su mochila. “¿Qué haces?” “¿Tú qué crees? Arranco las malas hierbas.” Debido al tiempo que perdía Weed, la ruta se hizo aún más larga. ‘¡Maldita sea!’ ‘¡Lo mataré con mis propias manos!’ Las sienes de los miembros del Cuarteto Dwichigi palpitaban furiosamente. Después de un par de horas, tanto el cuarteto como Mapan estaban exhaustos. “Oye Gran, ¿no te acuerdas de dónde estaba el sitio exactamente?” “¿Queda mucho?” “Espera un momento, estamos llamando demasiado la atención. Weed no es importante, se ve a simple vista que es idiota. Pero ahora el otro tipo, Mapan, ha empezado a mirar lo que hacemos. Me estoy poniendo nervioso.” “Yo me encargo de entretenerlos.” Margaux se acercó al carromato. “Hola, Mapan. La verdad es que estoy bastante interesada en esas esculturas. ¿Podrías preguntarle a Weed si puede hacer una bonita para mí?” Un poco apartados, Levi tapó los actos de Gran. Aprovechando la distracción, Gran extendió un mapa de su ubicación actual y confirmó dónde estaba la tumba. Su mirada era radiante. ‘Parece que por fin llegamos. ¡Nos hemos pasado un poco, nada más!’ “Está bien, vamos por este camino.” Gran y sus compinches hicieron retroceder el carro una vez más. Tras rebuscar entre los árboles y arbustos, por fin encontraron el monumento que marcaba la entrada de la tumba. De los cuatro, solo uno sonreía. “¿Eh? ¿Así que ese busto marca la entrada de una mazmorra?” “¿Será la tumba de un enano?” “¡Vamos! Tenemos mucha suerte. Lo mejor es entrar. Nunca sabremos lo que hay dentro si no lo hacemos.” “¡Mapan, Weed! ¿Queréis ser los primeros en entrar, no?”