martes, 16 de septiembre de 2025

JDR - Capítulo 322

Capítulo 322

¡Parece que el cielo está de nuestra parte!
Traducido por Tars
Corregido por Noe
Editado por AMarauder

En un rincón del complejo comercial subterráneo, había una habitación desordenada, repleta de objetos. Con la ayuda de dos asistentes y varios guerrilleros, Ma Ban desalojó rápidamente la habitación, que tenía menos de veinte metros cuadrados. Después de conseguir tres juegos de mesas y sillas, junto con tres camas del almacén, Ma Ban inscribió algunas palabras en una placa de madera y la fijó en la entrada, marcando el establecimiento oficial de la Oficina de la Nueva Alianza en Pueblo Esperanza. Las obras acababan de comenzar, por lo que por ahora estaba manteniendo las cosas simples. Ma Ban ya se había preparado mentalmente para las duras condiciones del lugar, ya que él y sus compañeros habían vivido en este lugar durante un tiempo, unos meses antes. De pie en la entrada de la oficina, Yang Duo, el gerente de logística de Pueblo Esperanza parecía algo incómodo. Por un lado, realmente no tenían nada bueno que ofrecerle al nuevo gerente de la Nueva Alianza que acababa de llegar en paracaídas. Por otro lado, realmente no sabía cómo tratarlo. “Ma… Ejem, Señor Ma Ban, mucho tiempo sin verte.” “Ha pasado tiempo.” – respondió Ma Ban de manera concisa, sin intención de charlar. Tras meditar un buen rato sobre lo que dijo Ma Ban, Yang Duo no sabía en que estaba pensando, así que habló con cautela. “Lamento lo de la migración… Pero ya sabes cómo era la situación: no teníamos suficiente comida. Si no hubiéramos enviado a algunos, todos nos habríamos muerto de hambre.” Enviarlos era un eufemismo. Una descripción más precisa sería la palabra exiliados. Cruzar la zona ocupada por los depredadores para dirigirse al sur era una odisea peligrosa. Y si la Nueva Alianza cumpliría las promesas hechas por la radio en la transmisión era aún más incierto. Sin embargo, algo en lo que Yang Duo no mintió fue que eran incapaces de mantener a tanta gente. No solo exiliaron a Ma Ban y su gente; sino también a otros 1200 supervivientes, principalmente del asentamiento del norte de la Ciudad Continente Occidental. Se desconocía su paradero, y nadie sabía si estaban vivos o muertos. Menos del 30% de los exiliados lograron llegar a la Ciudad del Amanecer. Ma Ban lo miró, dándose cuenta de que Yang Duo probablemente había malinterpretado algo. “Entiendo. No te culpo. Además, nos ha ido bien en Ciudad del Amanecer. Nos dieron comida y refugio, e incluso nos consiguieron trabajo. Allí no preguntan por nuestros antecedentes. Mientras demuestres tus habilidades y lealtad a la Alianza, serás valorado… ¿Qué hay de lo que te pedí?” – dijo con franqueza. “Toma.” Yang Duo esbozó una sonrisa incómoda, entregando apresuradamente el cuaderno que tenía en la mano. Eran los registros del almacén de Pueblo Esperanza. Anotaban los ingresos y gastos de cada artículo, incluyendo alimentos, materiales recuperados y armas. Sin perder tiempo en rememorar el pasado, Ma Ban tomó el libro de cuentas y lo hojeó rápidamente. Luego almacenaría esos datos en una máquina virtual y se los entregaría al personal de gestión de la Nueva Alianza para controlarlo. Una vez integrado en el sistema de la Nueva Alianza, cada artículo que entrara o saliera del almacén sería auditado por una IA, incluyendo información que faltaba en cada proceso y qué artículo se agotaría pronto. Toda la información sería fácilmente accesible. Ma Ban ya había presencio el poder de este sistema durante su etapa como coordinador del campamento de refugiados. Por lo tanto, incluso antes de asumir este puesto, ya había decidido que lo primero que haría al llegar aquí sería conectar el almacén del Pueblo Esperanza a la red. “¿Cuántas personas quedan actualmente en Pueblo Esperanza? ¿Y cuánta comida se consume cada día?” – preguntó Ma Ban preguntó con indiferencia sobre la situación en el almacén, mientras revisaba el libro de cuentas con la cámara de su auricular. “Actualmente quedan 5731 personas en Pueblo Esperanza, de las cuales el 30 % son jóvenes, y el resto ancianos, niños y mujeres. Basándonos en la ración diaria de 300 gramos para adultos, el consumo diario sería…” – respondió rápidamente Yang Duo ante la pregunta de Ma Ban. – “1719,3 kilogramos… lo que equivale a casi 2 toneladas de comida.” Hojeando el libro de cuentas de principio a fin, Ma Ban frunció el ceño al observar las menos de 5 toneladas de alimentos y los miserables ingresos diarios de menos de 100 kilogramos. “¿Cómo han logrado mantenerse hasta ahora?” Al oír esta pregunta, una expresión amarga se dibujó en el rostro de Yang Duo. “Solo han pasado poco más de 2 meses desde que te fuiste… ¿De verdad necesitas hacer esa pregunta?” Ma Ban guardó silencio un momento y luego le devolvió el libro. “La ayuda de la Alianza continuará por un tiempo. Intentaremos asegurar un suministro de 2 toneladas de alimentos al día hasta que el nuevo asentamiento vuelva a funcionar. Además, el problema del saneamiento debe resolverse urgentemente y considerarse la máxima prioridad. Este problema no puede demorarse; de lo contrario, las enfermedades y la infestación de ratas empeorará, pudiendo incluso provocar epidemias más graves. Para entonces, ninguna cantidad de medicinas será suficiente. Necesito que movilicen de inmediato a todas las personas sanas del asentamiento. Les asignaré tareas para limpiar todas las áreas del refugio. Al mismo tiempo, despejaremos más zonas habitables de las ruinas del complejo comercial y rediseñaremos las distintas zonas del refugio. ¡Hacinar a cientos de personas en una sola habitación debe parar de inmediato! ¡Es un caldo de cultivo para las enfermedades! En cuanto a la búsqueda de basura… Podemos posponerlo por ahora. Nuestra máxima prioridad es asegurarnos de la que la gente siga con vida. Todo lo demás tendrá que quedar para otro momento.” Yang Duo miró aturdido al hombre que tenía frente a él. Solo habían pasado 2 meses desde su último encuentro, pero sentía que este hombre había cambiado por completo. Hasta el punto de ser irreconocible. Ma Ban hizo una pausa antes de continuar. “En cuanto a la gente que pereció trágicamente… Busquemos un lugar para enterrarlos.”
* * *
Tras la orden de movilización, lo supervivientes del Pueblo Esperanza actuaron de inmediato. Por supuesto, lo que realmente los motivó a participar con entusiasmo en las tareas de limpieza no fue la movilización del Alcalde Wu, sino la promesa de que recibirían raciones de comida adicional. Aunque se trataba de una simple tortita de trigo verde que pesaba menos de 150 gramos, para los supervivientes que habían estado aguantando con crema nutritiva, era una recompensa bastante generosa. Ma Ban dividió a los supervivientes movilizados en grupos de diez, detallando las responsabilidades y tareas de saneamiento para cada zona. La primera fase tenía como objetivo eliminar las heces y otros desechos de los pasillos y habitaciones, mientras que la segunda consistía en desinfectar todas las áreas del refugio. No se trataba solo de abordar cuestiones de higiene. También se trataba de infundir a los supervivientes el coraje para seguir viviendo, derribando las barreras entre ellos y reconstruyendo la cohesión como grupo. Ma Ban, que había trabajado como coordinador en el campamento de refugiados, era muy consciente que cuanto peores y opresivas fueran las condiciones de vida, más improductivo era mantener a la gente ociosa. Gracias a su experiencia previa acumulada en el campamento de refugiados, era experto en la gestión de asuntos relacionados, así que su trabajo se encaminó en la buena dirección rápidamente. Justo cuando el trabajo de Ma Ban avanzaba sin problemas, Lu Bei asumió con éxito el mando de la guerrilla de la resistencia. Sin embargo… La situación allí era incluso peor de lo que Lu Bei había imaginado. De los 671 guerrilleros, menos de la mitad eran capaces de combatir. Incluso entre los que sí podían, la mayoría presentaba unos problemas de salud preocupantes. Además, su equipamiento también era un problema. Las armas disponibles eran en su mayoría rifles de hierro fundido rudimentarios y las balas eran cartuchos recargables a base de pólvora negra. Esas balas no solo se atascaban con una frecuencia sorprendentemente alta, sino que también eran extremadamente propensas a explotar en el cañón debido a la acumulación de residuos. Muchas personas perdieron los dedos al fabricar las balas, lo que se convirtió en una de las principales causas de bajas de no combatientes para las fuerzas de la guerrilla. Además de las enfermedades. La noche siguiente, Lu Bei informó en detalle de la situación que había descubierto a Chu Guang, que se encontraba en la Ciudad del Amanecer. “La situación aquí es aún peor de lo que esperábamos. No se trata solo de su estado de salud, sino también de la casi inexistente logística. Los rifles de tubos de hierro que usan no pueden mostrar una capacidad de combate efectiva debido al mal funcionamiento. Además, las bajas causadas por el fallo de armas y la escasez de suministros superan con creces a las causadas por los depredadores. Si queremos que estén completamente listos para el combate, necesitamos al menos 600 rifles y 1.000.000 de cartuchos de munición.” Tras escuchar el informe de Lu Bei, Chu Guang reflexionó un momento antes de hablar. “A partir de ahora, suspende todos los ataques. Las armas llegarán pronto. En cuanto sea posible, necesito que hagas todo lo necesario para enseñarles a luchar de forma organizada lo más rápido. El día de la batalla decisiva contra los depredadores se acerca. Necesito que cooperes con la Legión Ardiente cuando sea necesario para cortar la retirada del Clan Colmillo hacia el norte.” Lu Bei respondió secamente: “¡Entendido!” Al terminar la comunicación, Chu Guang miró el documento que estaba sobre la mesa. Era el último informe enviado desde el frente. El Clan Colmillo había transportado todas sus unidades blindadas desde la Ciudad del Continente Occidental al Valle del Pinar. Según las imágenes aéreas de los drones y el conocimiento que Vanus tenía de Dillon, los depredadores estacionados al norte del Valle del Pinar habían completado todos los preparativos para la batalla. Y la razón más probable por la que pospusieron el momento de entrar en acción era porque estaban esperando al momento más oportuno. Por ejemplo… Una lluvia intensa. Si bien las inundaciones y el barro afectarían hasta cierto punto al movimiento de los tanques, su impacto sería mucho mayor en los aviones de hélice. Los aviones de hélice de la Nueva Alianza dependían principalmente de la observación visual para bombardear y disparar. La influencia del clima en la eficiencia de combate de las aeronaves era innegable. Claramente, el enemigo también se había dado cuenta de su debilidad, por lo que decidió esperar al momento oportuno. La serie consecutiva de derrotas había hecho que las tácticas de los depredadores fueran más cautelosas. Era posible que Vanus tuviera razón: habían reemplazado a su comandante de primera línea. Ya no estaba a punto de enfrentarse a unos bandidos ingenuos, sino a un antiguo comandante de división de la Legión… Dillon. Chu Guang era cauteloso con el cambio de enemigo, pero no estaba demasiado preocupado. Mientras el enemigo consolidaba sus defensas, sus jugadores también estaban ocupados. El sur del Valle del Pinar no solo tenía una densa red de trincheras, sino también una gran cantidad de obstáculos de acero anti-tanque. Estos obstáculos anti-tanque consistían en 3 barras metálicas en forma de L unidas mediante remaches y pernos. Una vez ensambladas, formaban una triple cruz tridimensional. Incluso si eran impactadas directamente por un proyectil, era complicado destruirlas por completo. Esa poderosa arma anti-tanque conocida como el Erizo checo, cubrió antaño las playas de Normandía y las calles de Moscú. En menos de una semana, la Siderúrgica N81 produjo 500 juegos de obstáculos anti-tanque, que fueron transportados al frente en ferrocarril. Aunque no eran suficientes para cubrir un frente de batalla de 1 kilómetro de largo, al combinarse con las trincheras y otras trampas anti-tanque, podrían causar algunos problemas a los tanques enemigos. Además, los jugadores también prepararon numerosas sorpresas para los depredadores de la Tribu Mastica Huesos. Muchas de esas ideas eran tan imaginativas que hasta Vanus no pudo evitar quedar asombrado… Hasta dudaba que algo así se le pudiera ocurrir a un humano. ‘Últimamente ha estado nublado… Me pregunto cuando empezará a llover. El día de la batalla final se acerca.’ Mirando la enorme pila de documentos sobre la mesa, Chu Guang se reclinó en el sofá, estirando su dedo índice suavemente sobre su frente dolorida y fatigada. Todos los preparativos estaban completos. La Legión Ardiente había ganado tiempo suficiente para que el resto de las legiones pudiera construir una línea de defensa impenetrable al sur del Valle del Pinar. Sin embargo… Le sorprendió la insistencia del enemigo en esperar a que hubiera una tormenta antes de comenzar la batalla decisiva. Había previsto que el enemigo lanzaría un intenso asalto contra las posiciones de la Nueva Alianza en cuanto acabasen de prepararse. Y eso, muy probablemente, ocurrió a finales de mes. Sin embargo, para sorpresa de Chu Guang, el recién nombrado comandante parecía incluso más cauteloso de lo que había imaginado. Especialmente teniendo en cuenta que los últimos días había estado nublado. La mayoría de los pilotos de la Legión Goblin eran novatos sin experiencia en combate bajo la lluvia. Si el Clan Colmillo lograba esperar hasta que cayese una lluvia torrencial, sin duda añadiría mucha incertidumbre a la batalla. Además, esos depredadores prepararon un sinfín de extrañas armas antiaéreas. ‘Sería fantástico si hubiera una manera de obligarlos a salir de sus protecciones…’ Mientras descansaba con los ojos cerrados, Chu Guang reflexionó. En ese momento, una idea lo asaltó y se incorporó bruscamente del sofá. Era una idea bastante buena. Aunque era un poco arriesgada, lo mejor sería dejar que el enemigo tomase la iniciativa. Una leve sonrisa se curvó en la comisura de sus labios. “Ya que son tan cobardes… ¡Les echaré una mano!” – susurró suavemente, sosteniendo el ratón.
* * *
En la ladera norte del Valle del Pinar. Desde lo alto hasta el bosque al pie de la montaña, había casi 2 kilómetros cubiertos por un entramado de trincheras y de agujeros de proyectiles. El enfrentamiento había durado más de medio mes. Durante ese tiempo, la Nueva Alianza había disparado más de 1000 proyectiles contra las posiciones del Clan Colmillo. Hacía apenas 10 minutos, la artillería de cohetes de la Nueva Alianza había disparado una nueva salva contra las posiciones enemigas. Sin embargo, esa descarga no causó muchas bajas a los depredadores estacionados allí. Una semana antes, ya habían cavado suficientes trincheras y búnkeres. Salvo algún que otro desafortunado, la mayoría de las veces ya se encontraban dentro de sus trincheras antes de que llegase la segunda salva de bombardeos. En comparación con la densa descarga de fuego, los depredadores agazapados en las trincheras en realidad tenían más miedo de los morteros de la Nueva Alianza. Esos topos azules no solo eran increíblemente astutos, sino que cada vez que tenían que salir de patrulla se escuchaba algún disparo repentino que los pillaba desprevenidos y les hacía imposible defenderse. De pie en el campo de batalla asolado por proyectiles de artillería, Dillon miró hacia el sur a través de unos prismáticos. “Obstáculos anti-tanque…” Al oír esas palabras, Colmillo de Oso se quedó paralizado. “¿Qué es eso?” Dillon guardó silencio, mientras que Tumen tomó la iniciativa de contestar. “Una especie de fortificación que obstaculiza el avance de los tanques… No esperaba que su producción de acero fuera tan abundante.” Al escuchar que solo eran fortificaciones defensivas, una pizca de indiferencia apareció inmediatamente en el rostro de Colmillo de Oso. “Je. ¿Fortificaciones? Por muy robustas que sean, ¡no serán más que escombros ante nuestras pisadas!” Su confianza no era del todo infundada. En su marcha desde el centro hasta el sur de la Provincia del Valle del Río, el Clan Colmillo libró cientos de batallas de todos los tamaños. Y no importaba en qué batalla fuera, en el momento en que desataban esos trozos de hierro, la desesperación quedaba profundamente grabada en los rostros de sus oponentes. Todas sus defensas eran tan endebles como el papel frente el cañón principal de 100 mm. Y todo lo que tenían que hacer era una cosa: disparar mientras avanzaban. Aniquilar a los desorganizados supervivientes y ver cómo esos cobardes carroñeros se dispersaban como cucarachas atrofiadas. Y ahora, no solo habían desplegado tanques, ¡sino que también habían reunido todos los tanques del clan! ¡Incluso equiparon a cada tanque con dos camiones antiaéreos modificados! ¡Pensar que unas cuantas barras de acero podrían detenerlos era simplemente pura fantasía! Dillon no refutó las palabras de Colmillo de Oso. Aunque pensaba que los depredadores que conducían los tanques eran como monos empuñando rifles, incapaces de desplegar si quiera la mitad del poder de un Conquistador Tipo X. El rendimiento inherente del equipo compensaba con creces esa deficiencia. Habían preparado 27 tanques, casi 50 camiones antiaéreos y 5000 soldados de infantería ligera para esta batalla. Con todo esto destrozaría por completo las fuerzas desplegadas por la Nueva Alianza en el frente norte. Pronto, el distrito industrial de la Ciudad del Amanecer caería en sus manos. Para entonces, habrían eliminado por completo los obstáculos que les impedían avanzar hacia el sur. Toda la llanura de la Provincia del Valle del Río quedaría bajo el control de la Tribu Mastica Huesos. Ahora… solo quedaba esperar a que hubiera un fuerte aguacero. “No hay que temer a unos cuantos obstáculos anti-tanque. Aunque entierren un anillo de minas anti-tanque al pie de la montaña, no impedirán que nuestras puntas de lanza blindadas perforen sus defensas. Solo me preocupa que tengan otras cartas bajo la manga…” Dillon le entregó los prismáticos a Tumen, que estaba a su lado, mientras hablaba. Mirando a su subordinado, continuó. “Envía dos equipos de reconocimiento más tarde para que echen un vistazo y marquen la ubicación de los obstáculos anti-tanque. Usaremos esa información al formular el plan de batalla. El día decisivo se acerca cada vez más, podría ser hoy o mañana. De ahora en adelante, ¡cada paso que demos debe ser extremadamente cauteloso!” Tumen tomó los prismáticos y se puso firme. “¡Entendido!” – dijo con seriedad. Dillon asintió y se giró para caminar hacia las trincheras. Sin embargo, en ese momento, una sensación de frescor le llegó a la punta de la nariz. Levantó inconscientemente la cabeza y vio gotas de lluvia del tamaño de un guisante cayendo desde el cielo, golpeando el ala de su sombrero y sus hombros. El clima en mayo podía cambiar en un abrir y cerrar de ojos. Las gotas de lluvia se hicieron cada vez más densas. En menos de un minuto, el campo de batalla quedó sumergido en un aguacero torrencial. Una mirada de sorpresa apareció en el rostro de Dillon, que rápidamente se transformó en éxtasis. “¡Lluvia! ¡Por fin llegó la lluvia!” De pie junto a él, la reacción de Colmillo de Oso fue aún más entusiasta. Ese hombre corpulento abrió los brazos con alegría y estalló en carcajadas mientras miraba hacia el cielo. Era como si estuviera animando al aguacero. “¡Ja, ja, ja, ja! ¡Parece que hasta el cielo está de nuestra parte!” En sus ojos solo había emoción. “¿A qué esperamos? Mientras los aviones de esos topos se convierten en moscas empapadas por la lluvia, ¡estrellemos nuestros tanques contra su cara para hacerles polvo!” – gritó emocionado, mientras miraba a Dillon, sin hacer caso a la lluvia que le caía en la cara. Dillon permaneció en silencio, con la mirada fija en el cielo. Sus pensamientos iban a mil por hora. ‘Dada la densidad de las nubes oscuras, una vez que empiece a llover, es improbable que pare en poco tiempo.’ Ahora era el momento perfecto para lanzar el ataque, antes de que el suelo se convierta en un barrizal… Si bien la planificación era algo crucial, aprovechar el momento oportuno era mucho más importante. Sin dudarlo más, Dillon se desenganchó la radio que llevaba colgada al hombro y pulsó un botón. Al mismo tiempo, a 5 kilómetros de distancia, en el hueco de la montaña, una voz amplificada por los altavoces resonó por encima de los depredadores que se preparaban afanosamente. “¡Atención a todas las unidades! ¡Activen el plan número Uno! Todos, ¡tomen sus equipos y diríjanse inmediatamente a las posiciones de batalla designadas! Desplieguen los tanques, vehículos blindados… ¡Todos los vehículos operativos a la carga! ¡Ha llegado el momento de la batalla decisiva! ¡Es hora de darles una lección a esos malditos topos!”


3 comentarios:

  1. Gracias por el capítulo, ¿como habrá hecho para que llueva Juan Ga?

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  2. Solo yo pienso q están tirando agua desde los aviones?
    Gracias por el capítulo

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  3. Cómo lanzaría la suficiente cantidad de agua para que caiga de forma controlada e incesante para que simule la lluvia por suficiente tiempo? Eso no tendría sentido

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