Capítulo 70
Evolucionar
Traducido por Laga
Corregido por DaniR
Editado por Helios
Corregido por DaniR
Editado por Helios
Cuando entramos en la casa, la temperatura parece haber bajado repentinamente. Sin embargo, en contraste con la atmósfera helada, la mirada ardiente de mi madre me atraviesa desde lo alto de las escaleras, con las comisuras de sus ojos luchando por evitar que las lágrimas rueden por sus mejillas.
“Hola, Madre, estoy… ¿De vuelta?”
Un sudor frío penetra por mis poros cuando siento una presión similar a la de una bestia de maná de clase S paseando sobre mi alma. Tengo que admitir que no tengo una pinta muy elegante. Mi cuerpo es un lienzo de magulladuras y rasguños, y lo más probable es que parezca que mi pelo ha sido alcanzado varias veces por un rayo, como si uno solo no hubiera sido suficiente. La parte trasera de mi uniforme no existe debido a que desapareció mientras caía por el agujero.
“Arthur Leywin…” – la voz de mi madre sonaba heladora.
Antes de que mi madre tenga la oportunidad de decir algo más, una voz familiar rompe al momento la tensión de la habitación.
“¡HERMAANOOO!”
Mi hermanita baja corriendo por las escaleras pasando al lado de mi madre. Al tiempo que se tambalea en el camino hacia abajo, da un salto en dirección a mi pecho; sus brazos se aferran al momento en mi cuerpo con la fuerza de una pitón con esteroides.
“¡Erk! E-Ellie, duele…”
Mi voz sale ronca mientras acaricio suavemente la cabeza de mi hermana.
“¡Sniff! Un maestro vino y dijo que… Estabas perdido. ¡Sniff!”
Mi hermana frota su cara contra mi pecho mientras intenta dejar salir una cadena de palabras casi incoherentes, como si quisiera hundirse dentro de mí. En ese momento, Sylvie se despierta. Con las orejas caídas, lame a modo de consuelo la mejilla de mi hermanita.
“Lo sé… Lamento preocuparos… De nuevo.”
Miro a mi madre cuando digo esto; mi voz se reduce a casi un susurro. Por su expresión, puedo notar que está indecisa entre regañarme o simplemente estar feliz. Quizás haga ambas cosas.
Mi padre aprovecha esta oportunidad para caminar hacia mi madre y guiarla suavemente por las escaleras, consolándola.
“Hay momentos para estar enojada, cariño, pero ahora no es uno de ellos. Mira, es tu hijo. Está de regreso.”
La voz tranquilizadora de mi padre alivia la tensión entre las cejas de mi madre. A medida que su expresión se suaviza, también lo hace su voluntad. Rompiendo en sollozos, envuelve sus brazos rodeándome desde un lado, lo que provoca una reacción en cadena, haciendo que mi hermana, que todavía está envuelta a mi alrededor, comience a llorar una vez más. Los sollozos de mi madre hacen que su soliloquio sea casi imperceptible; parecía cambiar entre maldecir a Dios y darle las gracias.
“No es justo… ¿Por qué mi hijo es el que sigue sufriendo tanto? ¡Gracias a Dios que estás a salvo!”
Mi padre y yo hacemos contacto visual y él me manda una media sonrisa tranquilizadora mientras acaricia gentilmente a mi madre y a mi hermana, quienes, enojadas, me golpean con sus puños temblorosos mientras continúan llorando. Sus puños no duelen especialmente, pero cada golpe tembloroso parece roerme; la culpa carcome mis entrañas. Mientras permanezco inmóvil, muerdo mi tembloroso labio inferior.
Pasa una buena hora antes de que se calmen; tanto mi hermana como mi madre han quedado reducidas a un estado de fuertes jadeos e hipo constante. En algún lugar en medio de nuestra escena, veo a la madre de Lilia, Tabitha, mirando desde arriba. Me doy cuenta de que quiere bajar y consolar a mi madre y a mi hermana, pero antes de que pueda hacerlo, Vincent la aparta dándome un significativo asentimiento.
Finalmente, nos dirigimos a la sala de estar. La respiración de mi hermana sigue siendo errática hasta el punto de preocuparme, y rodea a Sylvie con los brazos. Mi madre se encuentra un poco mejor, pero sus ojos hinchados buscan heridas serias antes de poner una cariñosa mano en mi pecho.
“… Y permite que el Cielo y la Tierra te sanen.”
Cuando termina su cántico, un suave resplandor blanco envuelve mi cuerpo. Casi de inmediato, siento una calidez relajante que cubre cada herida, incluso las que no sabía que tenía. Mientras el resplandor curativo se disipa junto con mis heridas, observo el rostro concentrado de mi madre.
Quería preguntar. ¿Por qué ahora podía utilizar su magia curativa? ¿Cómo había podido curar a mi padre cuando el mago le golpeó de camino a Xyrus? Todavía puedo recordarla curando desesperadamente a mi padre cuando éste me ordenó que tomara a mi madre y huyera. Eso fue antes de que me cayera por el acantilado. Me muerdo la lengua y fuerzo una sonrisa. Padre tiene razón. Debo esperar a que sea ella quien dé el primer paso.
Mi madre deja escapar un suspiro antes de quitar la mano de mi pecho. Me mira fijamente y, sin mediar palabra, me da un abrazo mucho más firme. Poco a poco, comenzamos a hablar sobre lo sucedido. Mi padre se toma un breve momento para contarme la visita de la profesora Glory y que contó lo que me había sucedido antes de que partir precipitadamente.
Todo este tiempo, mi hermana está sentada sin decir una palabra en el sofá, acurrucada con Sylvie, mientras parece que mira un lugar en particular en el suelo frente a ella. Por mi parte, trato de no darle mucha importancia a lo sucedido por el bien de mi madre. Suavizo la pelea contra los esbirros, diciendo que había unos pocos más de lo que esperábamos. Mis padres ponen una cara que dice que no se creen que haya sido tan simple. Me conocen demasiado bien.
¿Cuánto se supone que debo contarles? Mi mente se dirige hacia el fragmento de cuerno de demonio que flota dentro del anillo dimensional que está en mi pulgar. La escena brillaba con mucha claridad, como si estuviera pegada en mi cerebro. Los cadáveres desmembrados… El río de sangre… Alea… Respirando hondo, les cuento la historia completa. Todo lo que me había pasado…
… Al menos hasta que aterrizo. Nunca había entendido por qué esos viejos rígidos del Consejo de mi mundo anterior solían decir «La ignorancia es una bendición»… Hasta ahora. Nada bueno saldría de saber todo lo que he presenciado en el fondo de esa mazmorra.
“Cuando la profesora Glory llegó ayer en medio de la noche estaba herida y cansada, pero por su expresión, supe que ni siquiera estaba pensando en ello.” – la voz ronca de mi madre rompe el silencio aparecido después de mi historia. – “Dijo que te quedaste con ella para salvar a la clase. Me dijo que eras un héroe. Pero, ¿sabes qué? No me importaba.”
Su voz se convierte en apenas un susurro mientras tiembla levemente.
“Más que un héroe, solo quiero que mi hijo vuelva a casa sin estar medio muerto cada vez que sale. ¿Y si uno de estos días…?”
Mi madre no puede terminar la frase porque una vez más las lágrimas comienzan a correr por su rostro.
“Art, solo tienes doce años, pero, ¿por qué siento que he estado a punto de perderte tantas veces?”
Su voz se ahoga.
“…”
No logro formar ninguna palabra y me limito a mirar fijamente un lunar en particular del brazo de mi madre. ¿Cómo se suponía que debo responder? Sentía que su pregunta era como una trampa sin respuesta correcta.
“Cariño, es suficiente.”
Mi padre coge la mano de mi madre con ternura. Me doy cuenta de que, al igual que mi crecimiento, mis padres lo están haciendo también. El lado una vez inmaduro y altivo de mi padre se ha moldeado en un comportamiento maduro y gentil. Sigue siendo el mismo padre que hace bromas, pero ahora tiene una capa de profundidad que probablemente ha llegado con la educación de mi hermana. Mi madre siempre ha sido madura, pero a lo largo de los años se ha vuelto un poco más refinada. Asociarse con la casa Helstea, con Tabitha y con los amigos de Vincent la ha vuelto más elegante, pero en este momento parece haber vuelto a una época anterior donde sus emociones no eran tan estables. No la culpo. Probablemente, me sentiría tentado a encerrar a Ellie en casa si alguna vez volviera, aunque fuera con la mitad de las heridas con las que yo he regresado hoy.
El resto de la conversación trascurre un poco más cómodamente. Tabitha y Vincent bajan después de darse cuenta que las cosas parecen haberse resuelto. No los había visto en bastante tiempo, así que después de saludarlos, todos nos tomamos un tiempo para ponernos al día.
Ellie se está quedando dormida, así que la llevo a su habitación y dejo a Sylvie con ella. Incluso mientras duerme, mi hermana sigue sollozando de tanto llorar. Durante la noche, no ha dicho una sola palabra. Sé que este episodio ha sido bastante traumático para ella. Un profesor había llegado, y después de eso, les había dicho que estaba desaparecido. Si no fuera por el anillo que llevaba mi madre diciéndole que al menos no había muerto, ya se habría desmayado. De hecho, en esta situación, tener el anillo podía haber sido peor para mi madre. Todo lo que podía hacer era mirar el anillo, esperando que éste le notificara que su hijo había muerto. ¿Qué tipo de madre estaría bien después de pasar por eso?
Al llegar a mi habitación, me quito mi andrajoso uniforme y me lavo. Planto el rostro directamente contra la corriente del agua tibia que brota, casi deseando que borre lo que ha ocurrido antes en la mazmorra. Los últimos momentos de Alea siguen golpeándome el cráneo como un recordatorio constante de mi debilidad.
*Toc* *Toc*
“¿Puedo entrar?”
“Claro.” –respondo.
Mi padre entra y cierra la puerta tras él antes de tomar asiento a mi lado en la cama.
“Arthur, no te preocupes demasiado por lo que ha dicho tu madre esta noche. Puede que haya dicho que no quería un héroe, pero ambos estamos orgullosos de lo que hiciste en aquella mazmorra. Saber que mi hijo no es alguien que abandona a sus aliados es algo de lo que puedo estar absolutamente orgulloso.”
Siempre sé cuándo mi padre habla en serio porque me llama por mi nombre completo en lugar de mi apodo, ‘Art’.
“No sé qué sucedió realmente en la mazmorra y no preguntaré, pero sé que apoyaré cualquier cosa que decidas hacer.”
Lucho por tragarme el nudo que se forma en mi garganta al escuchar la última frase de mi padre. Se supone que es una declaración de apoyo, pero todo lo que siento es un sabor amargo en la boca. Sin darme la oportunidad de responder, mi padre se pone en pie y revuelve mi pelo. Abre la puerta de mi habitación, gira la cabeza y me manda una sonrisa tonta antes de salir.
No me duermo inmediatamente después de que cierre la puerta al salir. En cambio, me siento con las piernas cruzadas y comienzo a hacer algo que no había hecho en serio durante mucho tiempo: entrenar.
***
El núcleo Amarillo Oscuro ubicado en la fosa de mi esternón tiene grietas por todas partes, lo que indica que está a punto de alcanzar una nueva etapa. Los diversos ruidos de la noche se ahogan mientras me concentro en la actividad que se desarrolla dentro de mí. Viento, Tierra, Fuego, Agua… Estos son los atributos elementales básicos que posee el maná, pero eso es todo; son simples atributos.
Cuando el maná circula dentro del núcleo y por todo el cuerpo, no se distingue como nada más que simple maná. Como el ki de mi viejo mundo, no posee forma, no tiene atributo y es puro. Con el tiempo, el maná se adapta a su entorno y forma atributos. Por ejemplo, cerca de las regiones del norte donde hay mucha más nieve y agua, la magia perteneciente a esos elementos obviamente se vuelve más fuerte debido a los atributos del maná de la zona. El maná, dependiendo del entorno, cambia lentamente y forma atributos para adaptarse y existir mejor en cada zona determinada.
Como magos, podemos absorber, purificar y guiar el maná con nuestra voluntad en diferentes formas y tamaños, dando lugar a lo que llamamos hechizos. Cuanto más ‘puro’ es nuestro núcleo de maná, mayor es la capacidad que tenemos para manipular el maná existente dentro de nosotros. En cuanto a lo bien que uno utiliza su maná, eso depende de lo creativo, agudo y hábil que sea el mago al luchar.
Cada aspecto de los elementos radica en el hecho subyacente de que todos poseen elementos a los que son naturalmente más sensibles; ser capaz de manifestar y dar forma a ese maná puro y carente de atributo en un elemento es la causa. Alea, junto con las otras Lanzas, son probablemente magos de núcleo blanco, capaces de causar una devastación generalizada si realmente lo desean. Sin embargo, Alea había sido derrotada y asesinada muy fácilmente por ese demonio de cuernos negros.
Cada poro de mi cuerpo participaba en la absorción del maná circundante mientras el maná del interior de mi núcleo se arremolinaba ferozmente.
*Crack* *Crack*
Imagino el sonido de la capa exterior de mi núcleo agrietándose cuando se revela el amarillo brillante debajo de la capa exterior que se está desmoronando.
“Pufffff…”
Mientras dejo escapar un profundo suspiro, me pongo de pie y abro los ojos para mirar profundamente mis manos. Deseo que salga maná de mi cuerpo y que comience a circular a mi alrededor. Dejando escapar un ‘¡Tsk!’ de insatisfacción, me siento de nuevo y comienzo a meditar una vez más.
Me lleva casi toda la noche romper hasta la siguiente etapa, y eso que ya estaba a punto de alcanzarla. ¿Cuánto más debo entrenar para estar siquiera a la par con esos demonios? Si hasta una maga de núcleo Blanco tuvo que entregar su vida para arrancar un simple fragmento del cuerno del demonio, ¿a qué etapa tendría que llegar? ¿Qué sucederá después de atravesar la etapa Blanca?