Capítulo 71
Un día confuso
Traducido por Laga
Corregido por DaniR
Editado por Helios
Corregido por DaniR
Editado por Helios
He decidido quedarme en casa un día más antes de regresar a la Academia. Regresaré la semana que viene para la Constelación Aurora, pero supongo que mi madre y mi hermana han desarrollado algún tipo de trauma, en el que piensan que me lastimaré cada vez que salgo de casa. Sé que tengo gente a la que informar, pero les debo quedarme un poco más.
Como un cambio de ritmo, estoy decidido a pasar tiempo con mi familia, es decir, con mi madre y mi hermana. Mi padre se fue a su trabajo al amanecer después de ver cómo me encontraba, para que después quedarme las chicas y yo. Tabitha ha decidido acompañaros después de una breve discusión; ellas querían ir de compras. Para mí queda bastante evidente que no aceptarán un ‘no’ por respuesta.
*¡Ains…!*
Al menos podré aprovechar esta oportunidad para tomar un respiro antes de acudir a la Academia Xyrus. Sé que todos están a salvo de acuerdo con lo que mis padres escucharon de la profesora Glory, pero no debería mantenerlos a oscuras sobre lo que me ha sucedido ni un día más de lo necesario. También estoy un poco preocupado por la condición de la asimilación de Tess.
Pierdo la cuenta de los muchos lugares que visitamos después de la enésima tienda, pero no me atrevo a mostrar mi disgusto frente a las chicas. Mientras navegamos por las tiendas, me doy cuenta de lo ignorante que soy. El hecho de que la única vez que ojeé las tiendas fue un poco después de renacer por primera vez en este mundo, me llama la atención; esto, junto con el hecho de que no tengo ningún equipo digno de mención además de mi espada, me hace contemplar la posibilidad de adquirir nuevo equipo.
Todavía recuerdo el momento en el que me colgaron de la espalda de mi madre y pude ver todas las pequeñas carpas llenas de mercadería en la pequeña ciudad de Ashber. La mayor parte de mi infancia la pasé en el Reino de Elenoir, más específicamente, dentro del castillo. Incluso la vez anterior que fui de compras con las chicas, fuimos directamente al distrito de la moda, así que nada me atrajo. Había algunos elementos con capacidades de protección, ya fuera solamente por el material con el que estaban fabricados o debido a las runas grabadas en su interior, pero nada lo suficientemente poderoso como para captar mi interés.
“Tía Tabitha, ¿hay tiendas donde vendan algo que pueda ayudarme a entrenar más rápido?” – pregunto mientras nos dirigimos al interior de una tienda que vendía únicamente bufandas.
“¿Mmm? ¿Te refieres a elixires? Por supuesto.”
Tabitha me mira confundida, como si le hubiera hecho una especie de pregunta capciosa. Nunca he usado los elixires de aquí, pero si se parecen en algo a las drogas que usaban algunos estudiantes de mi antiguo mundo, entonces no quiero acercarme a ellos.
“De hecho, hay una pequeña tienda de elixires y medicinas a la vuelta de la esquina. Si quieres, ve a echar un vistazo mientras compramos algunas bufandas…”
Eso era todo lo que necesitaba escuchar antes de salir corriendo estratégicamente de la tienda.
“¡Gracias! ¡Te veré frente a la tienda!” – grito mientras salgo corriendo después de dejar caer con cuidado las bolsas que me habían asignado llevar.
“¡Kyuu!”
‘¡No me dejes!’
Veo a Sylvie extender una pata hacia mí en un intento desesperado por escapar del firme agarre de Ellie, pero solo le doy una mirada de condolencia antes de salir corriendo.
“Tu sacrificio no será en vano.” – digo sonriendo.
Después de doblar la esquina según las instrucciones, mi rostro se arruga de desconcierto. ¿¡Esto es una tienda!?
La esquina en la que giro me lleva a un callejón estrecho que los matones probablemente podrían utilizar para asaltar a los transeúntes desprevenidos. Al final del estrecho callejón encuentro una choza lúgubre en la que hasta las ratas encontrarían demasiado repugnante para vivir. Las tablas de madera que componen la tienda parecen haber sido pintadas con musgo y hongos, mientras que un aire rancio y mohoso emana, flotando a la deriva hacia mí. Al menos, la maleza verde enfermiza que se arrastra desde el fondo de la tienda hace juego con la atmósfera, como si ni siquiera las plantas quisieran quedarse atrapadas allí.
«POCIONES Y MEDICAMENTOS WINDSOM»
Tengo que inclinar la cabeza para leer el título grabado en el letrero que se encuentra en ángulo, el cual apenas ha sido colgado con un solo clavo. ¿Realmente venden pociones y medicinas aquí? Me sorprendería menos si vendieran enfermedades y venenos embotellados.
“¿Te sobra algo de cambio, joven?”
Una voz demacrada me saca de mi estado de estupefacción. A mi lado, sentado, hay un anciano pálido con una mano extendida hacía mí, con la palma hacia arriba. Inmediatamente doy un paso hacia atrás, sorprendido, e instintivamente cubro mi cuerpo con maná. ¿Cómo no he sentido a este anciano que estaba casi a mi lado?
“Pareces haber visto un fantasma, joven. No soy más que un simple anciano que pide unas monedas.”
El rostro del anciano se arruga cuando revela una sonrisa blanca nacarada que no coincide con su estado andrajoso.
“Ah, sí, claro.”
Busco en mi bolsillo una moneda de cobre, y aprovecho la oportunidad para observarlo más de cerca. Tiene un espeso y despeinado mechón de cabello teñido de un color parecido a la pimienta que le cae hasta sus hombros ligeramente encorvados, y me mira con unos ojos lechosos. Sin embargo, por alguna razón, el rostro arrugado del anciano no me parece débil y cansado, sino inteligente y brillante. Me doy cuenta de que probablemente este hombre ha sido bastante guapo en su juventud, lo que me hace sentir un poco desanimado al verlo terminar así.
“Muchas gracias, joven.”
Sus manos callosas agarran ágilmente la moneda de mi mano con una velocidad que me sorprende. Entre sus dedos índice y medio hay una moneda de plata en lugar de una de cobre. ¡Maldita sea! ¡Le he dado una moneda de plata por error! ¡Eso son 100 monedas de cobre!
“Espera… Quería darte esto…”
Busco en mi bolsillo de nuevo, y cuando me aseguro de que esta vez la moneda en mi mano es realmente de cobre, miro hacia adelante para ver que el anciano ya se ha ido.
“¿Qué dem…”
Me quedo allí, desconcertado por tercera vez en los últimos cinco minutos. Mi dinero…
Después de dejar escapar un suspiro impotencia de mis labios, doy un paso hacia la tienda de pociones de Windsom. Alcanzo el picaporte de la puerta de madera que parece poder romperse con el mero contacto, y siento una concentración de maná proviniendo del pomo de cobre.
Cubro la mano con maná y envuelvo mis dedos alrededor del picaporte preparándome para girarlo, cuando de repente una fuerte sacudida recorre mi mano y me sube por el brazo.
Afortunadamente, el maná que protege mi mano me ayuda a no alejarme de la puerta, así que giro con fuerza la perilla y abro la puerta.
*Cling*
Tan pronto como se abre la puerta, la conmoción se detiene al instante. Al abrir la temblorosa puerta, me recibe una brisa de algo indescriptiblemente horrendo. El hedor es tan fuerte que inmediatamente me provoca un torrente de tos.
“¡Oh, un cliente! ¿Qué puedo hacer por usted?”
Una voz familiar me da la bienvenida.
“¡Tú!”
No puedo evitar señalarle con el dedo con ira y confusión. ¡Es el mismo anciano sin hogar que había desaparecido después de quedarse con mi moneda de plata!
“¿Qué le trae por aquí?”
Me mira con una expresión inocente.
*¡Ains…!*
“¿Puedo recuperar mi moneda? Necesito ese dinero para comprar algunas cosas que necesito… Y además, dijo que no tenía hogar.”
Extiendo mi mano hacia el anciano.
“No, no… Yo dije que no era más que un aciano. Según el entorno en el que me conociste, por mi apariencia y comportamiento, asumiste que no tenía hogar.”
Me señala con el dedo en tono de regaño, como si yo fuera el que estoy equivocado.
“¿Qué te parece esto? Puedes elegir un artículo de este lugar y será gratis, como agradecimiento por el regalo.”
Su respuesta tiene un tono magnánimo mientras hace girar mi moneda de plata entre sus dedos, burlonamente. Mis cejas se mueven con molestia, pero me calmo y rápidamente echo un vistazo al esperpento de tienda que tengo ante mí.
“¿Estás seguro de que aquí hay objetos que valen una moneda de plata?”
Mi voz sale con una punzada de frustración en ella.
“¡Por supuesto! No le doy esta oportunidad a cualquiera, ¿sabes? Solo tienes que elegir con cuidado.”
Los ojos del anciano emiten el brillo emocionado de un jugador de segunda categoría que tiene una mano ganadora. Me froto las sienes para tratar de calmar la rabia hirviente que se agita dentro de mí. Los ancianos deben ser respetados, Arthur. Los ancianos deben ser respetados…
Para entonces, mi nariz se ha acostumbrado al hedor misterioso que tiene el poder de ahuyentar incluso a las bestias de maná más feroces. Echo un vistazo a los estantes cubiertos de polvo y me sorprende cada vez más que este lugar continúe en funcionamiento.
“¿Nunca limpias este lugar, anciano?” – pregunto mientras deslizo el dedo por uno de los estantes. Probablemente podría construir un muñeco de nieve con la cantidad de polvo hay.
“¿Le estás pidiendo a un anciano como yo que haga trabajo manual?” – jadea con sarcasmo, poniendo una expresión horrorizada.
“No importa.”
No puedo evitar poner los ojos en blanco ante este hombre. No puedo medir su fuerza, y eso hace que sea aún más difícil para mí confiar en él.
Me dirijo más allá de las cajas medio abiertas que bloquean el camino y llego hasta los estantes cercanos a la parte trasera de la tienda. Mientras escaneo a través de los distintos viales y recipientes llenos de líquidos turbios o píldoras de colores, me sorprende una figura sentada en la parte superior del estante. Maldita sea, ¿qué sucede con este lugar?
No he podido sentir que hubiera nada aquí dentro hasta que está justo frente a mi nariz. La figura se hace más evidente a medida que me enfoco en ella; se trata de un gato casi completamente negro. La única parte de su cuerpo que no es negra son las tobas de pelaje blanco frente a sus orejas, pero eso no es lo que me llama la atención, sino los cautivadores ojos que tiene el gato; ojos que parecen contener el universo dentro de ellos. Dentro de cada uno de sus ojos parece haber un cielo nocturno salpicado de estrellas brillantes y centelleantes, y la pupila blanca, vertical y rajada, brilla como una luna en fase creciente. Mientras permanezco mirando fijamente los ojos hechizantes del gato, éste me mira desde la parte superior de un estante con una sensación obvia de superioridad, antes de darse la vuelta y alejarse.
Sacudo la cabeza y me concentro de nuevo en las distintas botellas y recipientes cuando una pequeña caja negra me llama la atención. Agarro la pequeña y simple caja, que tiene aproximadamente el tamaño de algo en lo que guardarías pequeñas joyas, e intento abrirla. Con un pequeño clic, la bisagra se abre para revelar un pequeño anillo en su interior. Acerco el anillo a mi rostro y de repente la ‘gema’ engarzada en el anillo arroja algo hacia mí. Al instante, reacciono moviendo la cabeza hacia un lado para que el chorro de líquido falle y aterrice a mi espalda. Se trata de agua.
*Tsk…*
“Lo ha esquivado.”
Giro la cabeza hacia atrás para ver al anciano refunfuñar mientras sigue jugando con mi moneda de plata.
“…”
En este punto, siento que si me quedo más tiempo perderé la cordura. Primero el picaporte electrizado de la puerta… Ahora este anillo que arroja un chorro de agua. Este anciano seguro que ama hacer sus bromas… Hasta su gato me mira con desprecio. Aunque estoy decidido. Si tengo que llevarme algo de esta tienda, obtendré el artículo más valioso del local.
Debo llevar al menos una hora dentro de la tienda, simplemente observando elixires que no necesito. ¿Por qué un niño de doce años necesitaría un elixir para el crecimiento del cabello?
“¡Kyu!”
‘¡Papá! ¡Aquí estoy!’
Una mancha blanca pasa zumbando por la puerta que había quedado abierta y aterriza en mi cabeza.
“¡Kuu!”
‘¡Papá, me dejaste sola!’ – resopla Sylvie mientras golpea mi frente con su pata.
‘¡Has sobrevivido, camarada!’
Sonrío, frotando su diminuta cabeza.
“Anciano, no encuentro nada que yo…” – comienzo a decir, pero la expresión que el anciano tiene en su rostro hace que me detenga. Es el ejemplo de alguien que ha visto un fantasma, porque incluso su rostro ya pálido de por sí se ha vuelto aún más blanco. Sus lechosos ojos, hundidos por la vejez, se asemejan ahora a una luna llena y su expresión es afligida.
“Por fin encuentro…”
“¿Te encuentras bien, anciano?”
Agito mi mano frente a él. El dueño de la tienda niega con la cabeza y suelta una tos.
“Sí, me encuentro bastante bien.”
Su voz tiembla un poco, confundiéndome.
“De todos modos, anciano, no puedo encontrar nada que valga la pena llevarme. ¿No puedes devolverme mi dinero?” – me quejo mientras le doy un último vistazo a la tienda.
“Lo cierto es que no tienes ojo para las cosas.”
Sale de detrás de su mostrador y se dirige a uno de los estantes de la esquina frontal de la tienda.
“Ah, aquí esta.”
Sin siquiera mirar atrás, me lanza una pequeña bola del tamaño de una canica. Está cubierta de polvo, pero cuando la limpio, veo que es clara y que cuenta con motas de diferentes colores flotando en su interior.
“¿Qué es esto?” – pregunto mientras acerco el orbe a mi rostro para estudiarlo, asegurándome de que no me rocíe con agua.
“No te preocupes, es algo que necesitarás. Ahora vete. Burlarme de ti me aburre.”
Me ahuyenta para que me vaya de la tienda.
“Bien, bien.”
Salgo de la tienda por mi propia cuenta, echando un último vistazo a la vieja choza. Mientras camino por el estrecho callejón, veo al gato negro mirándome primero a mí y después a Sylvie, antes de darse la vuelta como si hubiera perdido el interés. Mientras pienso un poco sobre lo ocurrido, llego a la intersección del callejón y doblo en la esquina para así ver a mi madre y a mi hermana sentadas en una mesa con Tabitha.
“¡Hola, hermano!” – me saluda Ellie con una mano mientras sostiene una bebida con la otra.
“¿Has encontrado lo que buscabas?” – pregunta mi madre mientras deja de beber su refresco.
“¿Más o menos?”
Me rasco la cabeza. Pongo el orbe transparente dentro de mi anillo dimensional para estudiarlo más tarde, pero no puedo evitar pensar que no es nada especial.
“¿Oh, en serio? Esa tienda se considera famosa porque tiene una gran variedad de elixires y medicamentos para ayudar con el entrenamiento. La mayoría de los estudiantes de Xyrus van allí a comprar su material de entrenamiento.”
Tabitha se levanta y recoge todas las bolsas de compras del suelo.
“¿Qué? ¿Ese viejo y destartalado lugar?” – respondo sorprendido al pensar en un grupo de mocosos ricos y presumidos haciendo lo posible para comprar en esa choza destartalada.
“¿En mal estado? ¿De qué estás hablando?”
Mi madre y mi hermana también se levantan, entregándome las bolsas con indiferencia. Mientras caminamos hacia donde está el callejón, Tabitha dobla la esquina primero y señala hacia la tienda.
“No diría que esté en mal estado.” – dice un poco confundida por mi comentario.
“¿En serio? Si eso no está en mal estado, entonces no sé…”
Mi mandíbula cae junto con las bolsas de compras que llevo en las manos. En lugar del estrecho callejón anterior que conducía a la choza destartalada, veo un camino pavimentado de mármol que se dirige a un edificio de tres pisos con un cartel dorado que dice:
«ELIXIRES XYRUS»