Capítulo 69
Una carga desconocida
Traducido por Laga
Corregido por DaniR
Editado por Helios
Corregido por DaniR
Editado por Helios
Mantengo apretados los dientes en todo momento mientras hago un agujero en la tierra que hay a nuestros pies. Coloco con cuidado el cuerpo frío y sin vida de Alea en el centro y la cubro lentamente, usando su arma como una lápida improvisada. Ni siquiera soy capaz de reírme por la enfermiza ironía de que esta mazmorra se llame la ‘Cripta de la Viuda’…
Sin decir una palabra, paso un tiempo enterrando a cada uno de los camaradas caídos de Alea. La cueva que alguna vez fue hermosa gracias a las capas de los helechos de hierba brillante y al estanque que relucía como cristales rotos, ahora parece un monumento nacional de los caídos; los toscos montículos de tierra y las armas utilizadas como lápidas le dan a este lugar un ambiente inquietante.
Después de terminar las tumbas improvisadas, arrastro mis no tan dispuestas piernas a donde enterré a Alea. Arrodillándome, pongo mi mano en el montículo de tierra que ahora cubre a la hasta ahora famosa Lanza. Era considerada como el pináculo del poder en este mundo, y sin duda era respetada y temida por muchos. Sin embargo, para mí, era simplemente una niña; una niña solitaria, arrepentida del hecho de no haber tenido nunca a alguien a quien amar ni a alguien que la amara.
Mientras la observo una última vez, me asalta una sensación de pavor. Era casi exactamente igual a como fui yo en mi vida pasada, excepto que no iba a reencarnar en un mundo diferente. Con mi inmediata reencarnación después de que terminara mi vida anterior, no tuve la oportunidad de ni siquiera reflexionar sobre cómo vivía. En su último suspiro, Alea se había derrumbado y sollozado, llorando porque no había querido morir así.
“Maldita sea…”
Me froto los ojos mientras, sin saberlo, unas lágrimas comienzan a fluir por mi rostro, indignado por cómo había terminado su vida.
Envío otra transmisión mental a Sylvie y suspiro derrotado cuando no escucho una respuesta. Me dejo caer contra las paredes irregulares en las que Alea y yo nos hemos apoyado antes. Voy rememorando en mi mente todo lo que me ha informado la Lanza caída. De la información que fue capaz de reunir hay unas cuantas especulaciones que puedo hacer.
Primero: existe más de un demonio de cuernos negros. ¿Cuántos? No estoy seguro. Mi única esperanza es que no haya muchos. Si uno de ellos puede matar fácilmente a una Lanza o herir gravemente a un Dragón como Sylvia, entonces están fuera de mi liga.
Segundo: definitivamente buscan algo. No estoy seguro de qué, pero mi mente sigue vagando una vez más de regreso al huevo del que Sylvie ha venido y que el demonio llamó ‘Gema’. Si realmente están detrás de Sylvie, entonces evitarlos indefinidamente no será posible.
Tercero: va a haber una guerra en Dicathen. Este continente va a estar en peligro y definitivamente no estamos preparados. Sin embargo, cuando el demonio le dijo a Alea que habría una guerra, noté un doble sentido subyacente que me dice que los demonios de cuernos negros no son de este continente. ¿Estará el nuevo continente que acabamos de descubrir lleno de estos demonios? Me estremezco ante este pensamiento. Con suerte, ese escenario no se hará realidad.
Sin embargo, cuantas más vueltas le doy, más seguro estoy de que lo más probable es que no haya tantos demonios de cuernos negros. Si realmente hubiera una raza formada por demonios súper poderosos, entonces ya habrían aniquilado este continente con facilidad en lugar de escabullirse por diferentes mazmorras e infectar a las bestias. Obviamente, no están seguros de si podrán enfrentarse a todo este continente, por lo que se mueven discretamente, al menos por ahora. Lo que me molesta es intentar adivinar cuándo será la guerra. No hay un calendario marcado ni forma de adivinarlo. Esperar es lo único que puedo hacer… ¿Lo que podemos hacer?
Un dolor agudo en las manos hace que me dé cuenta de lo fuerte que estoy apretando los puños, y me quedo observando las gotas de sangre que corren por mi antebrazo. Lo que estoy aprendiendo poco a poco, y lo que ha quedado reforzado tras la muerta de Alea, es darme cuenta de lo valiosas que son las relaciones que tengo con mi familia, con Tess y con mis amigos. Lo que no tuve en mi vida pasada fueron seres queridos por los que dar mi vida al protegerlos. Lo tengo ahora, pero no tengo la fuerza suficiente para protegerlos; no viendo lo que está por venir.
Debido a la cantidad de potencial que tengo, me he estado volviendo complaciente. Necesito cambiar eso. Recuerdo el mensaje que me dejó Sylvia después de que me teletransportara al bosque Elshire. El mensaje todavía suena claramente en mi cabeza; su voz alejándose diciendo que volvería a saber de ella una vez que mi núcleo sobrepase la etapa Blanca.
Ese es el método más seguro que conozco ahora mismo para poder obtener algunas respuestas fiables sobre lo que está sucediendo. Sin embargo, todavía soy incapaz de romper el umbral de la etapa Amarillo Oscuro. Después del Amarillo, viene el Plateado, y luego el Blanco… ¡Ains…! Todavía me falta un trecho por recorrer.
*¡¡¡ROOOAAAAAAR!!!*
‘¡PAPÁ!’
Mi cabeza se anima cuando escucho un fuerte estruendo después de un rato desde la dirección donde caí. Me pongo en pie y corro hacia donde viene la voz de Sylvie. Me detengo frente a una nube de polvo y llamo a Sylvie.
‘Estoy aquí, Sylv, ¿estás bien?’
*¡FUUUOOOOOSH!*
Me cubro el rostro con los brazos mientras la nube de polvo desaparece instantáneamente, revelando a mi precioso vínculo en toda su gloria. Mi corazón late de emoción cuando puedo ver que mi dragón aparece a la vista.
Sylvie se ha vuelto aún más temible que cuando la vi en las Tumbas Funestas. Sus escamas ya no son brillantes como antes; en cambio, ahora son de un digno negro mate. Los dos cuernos que tenía han crecido aún más pasando por su hocico, y debajo de ellos hay otro par de cuernos que sobresalen. Si antes ya aparentaba una fiereza sin paliativos, la sensación que tiene ahora es para asombrarse aún más; parece tan majestuosa como mortal. Las púas que antes corrían por su espalda ya no están allí y, por eso, parece más refinada. Sus ojos amarillos iridiscentes como gemas me atraviesan, haciéndome dudar de que haya sido ella quien acaba de llamarme ‘Papá’.
‘¡Papá! ¡Estás bien!’
Hago desaparecer todo el desconcierto que siento al acercarme a mi vínculo y, una vez más, me levanta del suelo con la fuerza de sus lametones.
“¡Ja, ja! ¡Te has vuelto más grande, Sylv!”
Le dedico una sonrisa infantil. Abrazo el hocico de mi dragón y Sylv deja escapar un ronroneo profundo mientras se frota contra mí, y solo por un momento puedo olvidar todo lo que acababa de suceder. Me levanto del suelo con la ayuda de su hocico y me coloco sobre su espalda ancha y musculosa.
‘¡Espera, papá! Salgamos de aquí.’
Con un poderoso chasquido de sus alas, una ráfaga furiosa se forma debajo de nosotros y somos impulsados instantáneamente por el aire. Por alguna razón, la fuerza repentina no afecta mi cuerpo mientras cabalgo cómodamente en la espalda de mi dragón de diez metros de largo.
Durante el vuelo de regreso, mi vínculo y yo nos ponemos al día con todo lo que ha sucedido mientras estábamos separados. Lo cierto es que no entiendo todo sobre los demonios y la guerra que se avecina, pero tengo la sensación de que lo que está a punto de suceder no es bueno.
‘No te preocupes, papá. Pase lo que pase, ¡estaré contigo!’
La respuesta inocente de Sylvie me deja con una sonrisa.
Como si estuviera narrando un cuento infantil, me cuenta un poco lo que ha estado haciendo. Como era de esperar, ha luchado contra bestias y consumido núcleos de bestia. La verdad es que necesito estar con Sylvie la próxima vez que vaya a entrenar; siento curiosidad por saber de lo que es capaz. Me parece que Sylvie no conoce la distinción de nivel entre las bestias de maná, y esto me deja pensando en lo poderosa que es en realidad.
‘¡Mmmm! ¡Soy muy fuerte, papá!’
“Jaja, lo sé, lo sé.”
Palmeo las duras escamas del cuello de Sylvie y en seguida llegamos a la entrada de la mazmorra. Cuando aterrizamos frente a la escalera en ruinas que conduce a la superficie, echo un vistazo hacia atrás para ver los cientos de cadáveres de snarlers. Sylvie se transforma de nuevo en su forma de zorro y salta sobre mi cabeza, dando un par de vueltas antes de posarse cómodamente en mi cabello.
Aumentando mi cuerpo con maná, salto con ligereza de una escalera rota a otra, con cuidado de no derrumbar los frágiles restos de la escalera que hasta ahora se había ido desgastando hasta tener la suavidad del marfil.
Una luna llena nos recibe cuando llegamos a la superficie y, como era de esperar, no queda nadie. Suelto un suspiro de alivio sabiendo que todos los demás han regresado a salvo a Xyrus. Llegar hasta la puerta de teletransporte más cercana me supondrá una caminata de varias horas, así que decido darme prisa. Sin embargo, para asegurarme que no haya nadie escondido cerca, libero un pulso de viento a mi alrededor.
Saco el sello de mi anillo dimensional y lo inspecciono cuidadosamente. Cuando estoy a punto de ponérmelo, la imagen de Alea me viene a la mente. Extraigo el fragmento negro del cuerno del demonio que la mató. En lugar de ponerme el sello, respiro hondo y vuelco a colocarlo en mi anillo dimensional.
Mi estómago se aprieta y mis ojos se estrechan cuando una sensación de agitación surge en mi interior. No me esconderé más. Ahora tengo cosas más importantes de las que preocuparme. No puedo molestarme en estresarme con algo como esto. Este fragmento de cuerno de un demonio será un recuerdo constante de esto.
‘¿Qué es eso, papá?’
La cabeza de Sylvie se levanta cuando su pata trata de alcanzar el fragmento negro.
“Es mi objetivo, Sylvie.”
Hago una mueca mientras la determinación se hincha en la boca de mi estómago. Acariciando la cabecita peluda de mi vínculo, comienzo mi viaje de regreso.
* * *
No hace falta decir que el guardia a cargo de la puerta de teletransporte parece quedar bastante sorprendió cuando me ve. Debe haber recibido órdenes de estar pendiente de mí, porque tan pronto como verifica quien soy, comienza a hacer varias llamadas apresuradas usando el artefacto que tiene a mano.
Me guía rápidamente a través de la puerta y llego de regreso a Xyrus sintiéndome un poco mareado. Mientras, Sylvie duerme en la coronilla de mi cabeza. Hay un conductor esperándome al otro lado. Me envía una sonrisa comprensiva e inclina su sombrero antes de abrirme la puerta.
Mi mente está completamente ahí mientras sigo pensando en el futuro. Por primera vez en mis dos vidas, siento una pesada carga sobre mí: la presión de mantener a mis seres queridos a salvo. Nunca he sentido eso, ni siquiera cuando era Rey. El peso de un país por el que no sentía afecto durante mi vida pasada no puede compararse con las pocas vidas por las que lo daría todo en esta vida.
Cuando llego a la casa Helstea, me detengo frente a las gigantescas puertas dobles. De alguna manera, no puedo animarme a tocar las puertas de mi propia casa. ¿Cuáles serían las expresiones de mi familia? Parece que cada vez que salgo, todo lo que hago es preocuparlos.
Me siento en la parte superior de las escaleras y dejo escapar un agudo y amargo suspiro. Miro hacia el cielo nocturno, y puedo ver las tenues coloraciones que supuestamente señalan la llegada del festival. El cielo se ha vuelto azul, amarillo, rojo y verde, indicando el comienzo de la constelación Aurora. Mis ojos se enfocan en una nube solitaria que baila lentamente sobre mí sin importarle nada en el mundo. Qué envidiosa posición en la que estar.
“¿Hijo?”
Perdido en mis pensamientos, ni siquiera escucho la puerta abrirse detrás de mí.
“Hola Padre, he vuelto.”
Le dedico una débil sonrisa.
“¿Por qué no has entrado? Gracias al guardián de la puerta de teletransporte escuchamos que habías llegado a Xyrus.”
Mi padre se sienta a mi lado cuando no respondo.
“Tu madre estará bien, Art.” – dice cálidamente al tiempo que palmea suavemente mi espalda.
“Os he preocupado de nuevo. Siento que a día de hoy es lo único en lo que soy bueno.”
Me río entre dientes y un nudo se agita en mi pecho mientras digo esto. Giro la cabeza hacia mi padre y veo que está mirando al cielo, como hacía yo hace justo un momento.
“Tu madre realmente ama la constelación Aurora. Puede que no lo parezca, pero es fuerte, Arthur, incluso más que yo. Si crees que todo lo que nos has dado son preocupaciones, estás equivocado. Tanto tú como tu hermana nos habéis dado a tu madre y a mí mucho más de lo que esperábamos.”
“…”
“Sé que no eres como los niños normales de tu edad. ¡Diablos! Lo he sabido desde que naciste. No sé en qué tipo de destino te verás envuelto, pero no creo que sea algo que no puedas manejar.”
La piel alrededor de sus ojos se arruga cuando me da una sonrisa tranquilizadora.
“…”
“Lo que no quiero que hagas es pensar que supones una carga para nosotros. Toda esta culpa que probablemente sientes… Quiero que vengas a nosotros y que podamos estar ahí para ti. Deseo que nunca sientas que no puedas volver a casa, que no eres bienvenido. Mientras tengas el uso de tus dos piernas, espero que vengas a casa siempre que puedas y dejes que te amemos. Ese es nuestro derecho como padres. ¿Bien?”
Mi padre se pasa los dedos por su recortado cabello castaño rojizo en un gesto que revela que no está acostumbrado a decir cosas como esta. Y así, el peso que sentía acumulándose en mi interior se dispersa lentamente.
“Entendido, Padre.”
Esta vez logro hacer una sonrisa más sincera y él responde con su característica sonrisa tonta.
“Venga, entremos a casa. Una vez que entres te espera una bestia más feroz que cualquier cosa que hayas enfrentado antes.” – susurra mi padre en tono oscuro antes de que los dos estallemos en un ataque de risa.