Capítulo 68
La cripta de la viuda V
Traducido por Laga
Corregido por DaniR
Editado por Helios
Corregido por DaniR
Editado por Helios
“¿Puedo quedarme con esto?”
Noto que mi palma está sangrando por agarrar el fragmento de cuerno con demasiada fuerza.
“¡Pft!”
La mujer elfa, a pesar de su condición, suelta una carcajada tras escuchar mi pregunta, tomándome por sorpresa. Levanto una ceja mientras inclino la cabeza; no puedo evitar preguntarme qué está pasando por su mente y admiro su capacidad para seguir riendo considerando la situación a la que se enfrenta.
“Probablemente me estás mirando como si me hubiera vuelto loca, ¿verdad?”
Su rostro no mira exactamente en mi dirección, pero parece saber dónde estoy.
“No diría exactamente loca…”
Es lo único que logro murmurar después de que aparentemente haya leído mi mente.
“Tú también eres raro. Preguntas a un soldado moribundo si puedes quedarte con algo como eso. Quédatelo. De todos modos, no tendría ningún valor para mí.”
Deja escapar un suspiro, y de repente, su rostro parece el de alguien de veinte años mayor por la expresión que pone.
“Ni siquiera sé tu nombre, niño, pero voy a morir pronto. No hay necesidad de tratar ser sensible sobre ese hecho.”
La guerrera elfa, poniendo un rostro serio, me mira directamente cuando dice esto.
“Mi nombre es Arthur, y sí, desafortunadamente, no parece haber forma de salvarte. Lo siento.” – digo mientras coloco el fragmento negro dentro de mi anillo dimensional.
“¡Ains…! Supongo que esto es lo que me depara el destino. Como no tengo mucho tiempo, te diré todo lo que sé.”
Siento pesadez en el pecho al ver la facilidad con la que abandona cualquier esperanza y acepta su destino.
“Me llamo Alea Triscan y, como has notado, soy uno de los miembros de las Seis Lanzas y esas eran mis tropas. Cada Lanza esta a cargo de un batallón, compuesto por algunos de los mejores magos.”
Deja escapar otro profundo suspiro y, por esta vez, me alegro de no haber presenciado la espantosa escena de matanza que había convertido este una vez hermoso lugar, en una tumba de cadáveres destrozados.
“Después de la conferencia de las Seis Lanzas de hace unos meses, hemos estado entrenando para trabajar en equipo con el objetivo de despejar mazmorras y otras áreas desconocidas. Las Seis Lanzas rara vez vamos juntas a las misiones, a menos que vayamos a explorar una mazmorra de clase S o superior.” – continúa después de recuperar el aliento. – “Por la dirección de tus pasos cuando llegaste, parece que has venido por una entrada diferente. Este lugar está conectado a tres mazmorras. ¿De qué mazmorra vienes, Arthur?”
Alea lucha por apoyarse más cómodamente contra la pared.
“Estaba con mis compañeros y una profesora en la Cripta de la Viuda. Todos los demás pudieron salir, pero supongo que no tuve tanta suerte.”
Me siento contra la pared junto a Alea mientras estudio la carnicería que se muestra ante mí. Puedo imaginar vagamente lo que ha sucedido por la posición de los cuerpos y dónde están sus heridas.
“Probablemente estás viendo algo realmente espantoso, ¿no es así? No estoy segura de cuántos años tienes, Arthur, pero nadie debería tener que ver algo como esto.” – interviene Alea después de un momento de silencio.
“Lo más probable es que mi edad no sea la más adecuada en situaciones como esta, pero tienes razón. Nadie, independientemente de su edad, debería tener que ver algo como esto.”
Del mismo modo, no puedo evitar soltar un suspiro.
“Mis tropas y yo venimos de una mazmorra de clase A llamada Mandíbula del Infierno. Nos asignaron investigar la mazmorra después de recibir informes de avistamientos inconsistentes en su interior. Los aventureros que volvieron con vida fueron unos que frecuentaban la mazmorra como entrenamiento. Aquellos que regresaron apenas estaban vivos y todos hablaban sobre cómo las bestias que residían en su interior se habían vuelto repentinamente más fuertes y feroces. ¿También ocurrió eso en la mazmorra de la que vienes?”
Noto que Alea empieza hablar un poco más despacio.
“Sí. Justo en el primer piso nos recibió un ejército de esbirros snarlers. Los esbirros no eran un problema, pero aparecieron dos Reinas Snarler. Una de las reinas, después de comerse a la otra reina, se volvió negra y su fuerza creció unos cuantos niveles. Sospecho que el motivo está ante mis ojos.”
“¡¿Qué quieres decir con que lo sospechabas?! ¿Dices que ya has visto antes a ese demonio?”
De repente, Alea se endereza y mira en mi dirección, con una sorpresa evidente en su voz.
“No estoy seguro de si se trata del mismo, pero sí.” – respondo con franqueza.
“¿El mismo? ¿Crees que hay más de uno?”
El rostro pálido de Alea se vuelve aún más blanco cuando me pregunta esto.
“No tengo pruebas definitivas, pero sospecho que el que viste, Vritra, es solo uno de los demonios cornudos, y hay más en alguna parte.”
Doy esta respuesta porque todavía recuerdo la noche en la que me separaron de Sylvia. El demonio negro de cuernos curvados hacia abajo dijo algo de causarles problemas. Es solo una especulación, pero sospecho que probablemente hay más de ellos. Mi mente comienza a dar vueltas al pensar en todas las diferentes posibilidades y razones de por qué están haciendo esto. ¿Será todo esto por Sylvie?
Recuerdo que cuando Sylvia me dio la roca dijo que debía protegerla a toda costa. Esa ‘roca’ resultó ser un huevo, y nada menos que de un dragón. ¿Era Sylvie una existencia tan importante por la que los demonios cornudos llegarían tan lejos?
“¿En qué…? ¿Estás pensando, Arthur?”
Alea deja escapar una tos forzada cuando algo de sangre fresca escapa de la herida ennegrecida donde una vez estuvo su núcleo de maná.
Siempre me ha parecido intrigante que, mientras que los núcleos de las bestias se pueden recolectar y usar como herramientas para mejorar el maná, los núcleos de maná humanos no los son. Cuando un mago muere, su núcleo de maná se rompe y el maná acumulado en su interior se dispersa. ¿Esto sucede porque recolectamos maná de la atmósfera?
Parece haber algún significado más profundo cuando pienso en que los humanos no necesitan un núcleo de maná para sobrevivir, mientras que nuestros núcleos de maná dependen de que estemos vivos. Este mundo parece girar en torno a si eres un mago o no, y si lo eres, en lo fuerte que eres. Siento que el Dios de este mundo quiere decirnos que la vida es más importante que la magia, algo que debería ser una afirmación obvia, pero una afirmación que hemos olvidado.
Antes de que me pierda más profundamente en el aspecto de un ser superior, la respiración entrecortada de Alea me devuelve a la realidad.
“¿Estás bien?”
Esa es una pregunta tonta. Por supuesto que no está bien.
“Cuando mi equipo llegó al primer piso de la Mandíbula del Infierno, no vimos nada extraño; las bestias de maná eran las mismas que estaban registradas. Ocurrió cuando llegamos al último piso donde el maestro de la mazmorra había creado su guarida. La Serpiente de Hades, una bestia de maná de clase AA, debía ser algo que yo misma podía vencer con bastante facilidad.”
No había rastro de jactancia o exceso de confianza en su tono. Para ella era solo un hecho.
“La Serpiente de Hades, reconocida por el fuego azul que brota a lo largo de su columna, se veía diferente. Al principio estábamos confundidos porque no parecía que tuviera llama alguna, pero cuando miramos más de cerca, la razón por la que no podíamos ver las llamas contra las paredes negras de la cueva era porque las llamas en sí eran negras.”
Una nueva pausa para coger aire.
“Parecía como un humo espeso que parpadeaba salvajemente a lo largo de la columna vertebral de la serpiente de treinta metros. Esa Serpiente de Hades en particular, también tenía un cuerno negro que sobresalía de su frente, mientras que sus escamas, que en los registros eran de un color similar al gris mate, eran ahora de un negro brillante…”
Respiro hondo y noto que Alea tiembla.
“El combate fue espantoso. Perdí a cinco de mis hombres por esa Serpiente de Hades. La pelea duró varias horas, pero pude matarla. Sin embargo, cuando intentamos recuperar el núcleo de la bestia, no estaba allí.”
Alea sufre otro ataque de tos, por lo que corro hacia el estanque y empapo lo que queda de mi uniforme dentro. Después de enjuagarlo, dejo que la tela absorba tanta agua como sea posible antes de caminar hacia donde está Alea.
“Abre la boca.” – digo.
Duda durante un momento, pero abre la boca. Mientras aprieto suavemente mi uniforme empapado sobre su boca, el agua fluye hacia ella.
“Ah.”
Deja escapar un pequeño grito antes de tragar agua ferozmente, aunque lo más seguro es que no esté precisamente limpia. Susurra un pequeño agradecimiento antes de continuar con su historia.
“Aunque tuvimos la tentación de regresar a la superficie, no habíamos logrado descifrar nada hasta ahora, así que comenzamos a buscar pistas en el interior. Uno de mis hombres usó un hechizo y descubrió que había un túnel oculto debajo de una fina capa de tierra. Después de cruzar el túnel, llegamos aquí…”
Mientras la voz de Alea tiembla ante sus últimas palabras, lágrimas mezcladas con sangre corren por los párpados cerrados donde antes estaban sus ojos.
“É-Él estaba aquí… Cuando llegamos a esta caverna. Todavía recuerdo la forma en la que nos miró. Esos ojos escarlatas…”
Después de dejar escapar un suspiro tembloroso, continúa.
“Mi equipo y yo… Nadie sabía qué era ese monstruo, así que hicimos lo que nuestro instinto nos decía que hiciéramos: levantamos nuestras armas… Ese fue nuestro primer error. Todavía puedo recordarlo con mucha claridad. Su piel gris pálida. Su rostro… Era bestial, pero todavía parecía casi… Humano. Nos miró y sonrió, exponiendo sus afilados colmillos. Lo que nos desconcertó fue cuando habló…”
Sus palabras eran susurros, su voz se había vuelto más débil.
“Mmm.” – respondo solo para que sepa que todavía estoy allí.
“Ni siquiera se sorprendió al vernos allí. Vritra, él… Esa cosa, solo nos miró antes de…”
“¿Antes de?”
Enderezo la espalda cuando su última declaración me llama la atención.
“Nos dio dos opciones…”
Las lágrimas y la sangre corren de nuevo por su rostro una vez hermoso, mientras se obliga a sí misma a terminar lo que está a punto de decir.
“M-Me miró directamente, como si supiera instantáneamente que yo era la líder, y me dijo que me dejaría salir ilesa si yo…”
“…”
“Sonrió, al tiempo que decía que quería ver cómo desmembraba a cada uno de mis compañeros, uno por uno.”
Alea tembló de ira y apretó con fuerza su única mano en forma de puño. Esa ridícula propuesta habría enfurecido a cualquiera, pero mirando el estado en el que se encontraba Alea en este momento, no tengo la confianza para decir que había tomado la decisión correcta. Tal vez sus compañeros de equipo habrían querido que los matara rápidamente en lugar de ser torturados de esta forma.
“¿Cuál era la segunda opción?” – pregunto mientras envuelvo suavemente mis manos sobre su puño cerrado.
“Simplemente… Se burló de nosotros y dijo: «O puedes intentar luchar.»”
Su sangre mezclada con lágrimas mancha los restos rasgados de su ropa mientras continúa llorando suavemente. Incapaz de encontrar las palabras para consolarla adecuadamente, mantengo mis manos envueltas con fuerza alrededor de su puño cerrado.
“…”
El tiempo transcurre con el sonido del agua corriendo y los silenciosos sollozos de Alea rompiendo el silencio sepulcral.
*¡Hip!*
“No teníamos… Ninguna oportunidad.”
*¡Hip!*
“Odio hacerte revivir la escena, pero necesito tantos detalles como sea posible, Alea.”
Acaricio suavemente su mano para tratar de calmarla.
“Tenía, ¡hip!, un cuerno en el medio de su frente… Que se curvaba hacia atrás considerablemente.”
Hacía todo lo posible por hablar con calma.
“¿Un cuerno?”
¡Así que realmente hay más de un demonio cornudo! ¿Es un clan? ¿O una raza? Mi corazón comienza a latir incontrolablemente al imaginarme una raza entera compuesta por los demonios cornudos; solo uno de ellos había podido acabar con una de las Seis Lanzas y su equipo.
“S-Sí. Mi ataque más poderoso en un solo punto solo logró crear una pequeña astilla en ese cuerno.”
Alea parecía querer preguntarme algo, pero continuó; sus respiraciones se hacían más cortas.
“Él… Eso… Vritra era capaz de usar magia, magia que parecía desafiar el sentido común de cualquier magia que haya visto.”
Los labios de Alea comienzan a temblar.
“¿Qué tipo de magia utilizó?”
“Metal. Metal negro. Pudo conjurar instantáneamente picos de metal, cuchillas, cualquier tipo de arma desde el suelo y de él mismo. Ni siquiera sé cómo describirlo correctamente. Terminó demasiado rápido. La mitad de mi equipo murió en la primera ola de ataques que desató con un simple movimiento de muñeca. Cuando los que aún continuaban vivos lo atacaron, ni siquiera se molestó en esquivar… Placas de metal negro se materializaban instantáneamente y bloqueaban cualquier ataque que lograra acercarse a él.”
Sentí que mi rostro se tensaba mientras trataba de visualizar cómo podría ser la magia de Vritra y los posibles poderes que poseía toda su raza. Parecía ser conjuración a un nivel completamente diferente. La forma en la que lo describía hacía que se pareciera más a la manifestación o recreación de ciertos fenómenos en lugar de afectar las partículas ya existentes. Sin embargo, ¿cómo era posible? ¿Eran capaces de saltarse sin más los pasos de las leyes fundamentales de la magia de este mundo, o simplemente tenían más conocimientos y eran capaces de hacer esto a través de una habilidad especial?
*¡Cof!* *¡Cof!*
Mi cabeza se gira inmediatamente hacia Alea, y veo sangre brotando de su boca.
“Vritra… Se fue después de dejarme así. No estoy segura de si sabía que alguien vendría, pero lo último que dijo antes de irse fue su nombre… Y que Dicathen iba a convertirse en una zona de guerra…”
Mientras la sangre gotea por la comisura de su boca, gira su cabeza hacia mí.
“Esto puede sonar ridículo, pero ¿puedes hacerme un favor?”
Alea deja escapar una leve sonrisa, revelando sus dientes manchados de sangre.
“Claro, lo que sea.”
¿Tenía algo que darle a un ser querido en casa? ¿Quería transmitir un mensaje a su familia?
“¿Puedes abrazarme?” – murmura.
“…”
“Siempre he pensado que no necesitaba a nadie… Siempre que fuera lo suficientemente fuerte. Nunca tuve una familia o un amante… De quien depender… Pero, ¿sabes? Lo cierto es que no quiero morir sola en este momento…”
Alea rompe en llanto mientras se muerde el labio inferior para intentar aguantar las lágrimas. Sin decir una palabra, envuelvo mis brazos alrededor del frágil cuello y cintura de Alea, acercando su pecho al mío.
“Tengo miedo, Arthur… No quiero morir…”
“…”
Me quedo en silencio, apretando los dientes cuando, de nuevo, no puedo encontrar las palabras para consolarla. Acaricio suavemente la parte posterior de la cabeza de Alea y siento que su respiración se vuelve cada vez más débil.
Un momento más tarde, Alea fallece en mis brazos.
Fin del Volumen 3