Arco 12 Capítulo 96
Visita nocturna
Traducido por Alsabov
Corregido por DaniR
Editado por Helios
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Unos días después, por la tarde. Kazura estaba en un distrito comercial de lujo de Isteria, acompañado por Zirconia. Ambos iban disfrazados con ropas simples de plebeyos. Llevaban una capa sobre sus hombros y una bolsa en la mano, de manera que parecían viajeros. Además de su vestido, Zirconia llevaba atado su cabello con un nudo a la altura del cuello para mayor comodidad.
Su rostro era conocido porque acostumbra viajar a las instalaciones del ejército, pero raramente se ponía a hablar con los plebeyos. Por eso, usar un atuendo diferente o arreglar su cabello de otra manera le daba una impresión completamente diferente y no había riesgo que los plebeyos la reconocieran después de ver su rostro una o dos veces. Esta clase de trucos solo era posible en este mundo, donde los medios de comunicación todavía no se habían desarrollado.
“Este es el almacén donde me compraron los artículos la vez anterior.” – dijo Kazura.
“Y pensar que una tienda tan espléndida como esta se dedica a cometer fraude…”
La noche anterior, Kazura le había contado a Narson y Zirconia cómo una señora anciana de un almacén le había comprado una ocarina y una gema roja. Había intentado explicarles que se trataba de alguien con los contactos suficientes para vender hasta los artículos más inusuales sin comenzar un rumor, pero cuando Narson escuchó sus palabras, dijo: «El señor Kazura quiere comprender primero el carácter de la persona antes de ofrecerle un trato.»
Originalmente, Kazura y Zirconia habían planeado usar el nombre de la familia Isteria para garantizar la negociación. Pero antes de eso, Narson les aconsejó que primero observaran cuál sería la reacción de la anciana si intentaban hacer las negociaciones con una identidad oculta. Si la anciana reaccionaba de misma manera que la vez anterior, entonces sería todo lo que podría ofrecer. Pero si no tenía la suficiente inteligencia como para obtener información de Kazura y ofrecer beneficios, considerando la posibilidad de que Kazura pudiera conseguir vender el material en otro lugar, eso quería decir que no les sería de mucha utilidad.
Por cierto, Kazura también les había dicho que su visita anterior había sido con Valetta y los demás. Narson y Zirconia le preguntaron cómo había llegado a esa tienda, y Zirconia se sorprendió cuando escuchó cómo Kazura se había topado con Liese y Ayla durante ese proceso. Narson recordó la reacción de Ayla cuando se encontró con Kazura después de eso y pensó: «¿Así que eso es lo que pasó?»
“No, todavía no sabemos si comete fraude o es un puesto legal.” – dijo Kazura.
“Es cierto, pero no hay duda de que esa tienda obtiene beneficios al aprovecharse de la gente. No estoy muy de acuerdo en relacionarnos con personas así…” – replicó Zirconia.
“Tienes razón, pero en la situación en la que estamos debemos usar cualquier medio a nuestro alcance.”
Zirconia, que estaba un poco reacia, se mostraba desconcertada con las palabras de Kazura. Pero, después de un momento, soltó una carcajada.
“¿Eh? ¿Qué pasa?” – se extrañó Kazura.
“Huh, no es nada. El señor Kazura tiene razón; no tenemos tiempo para fijarnos en los detalles, ¿verdad? Pero…”
Zirconia dejó de hablar y llevó la mano a su espalda.
“Ten cuidado cuando estemos en las negociaciones, solo por si acaso. No creo que sea el caso, pero existe la posibilidad de que la otra parte intente intimidarnos. Ese almacén ya se aprovecha de la gente, por lo que no sería extraño que tenga uno o dos bravucones.”
Zirconia llevaba una daga escondida en su capa, solo por si acaso. Si las negociaciones no marchaban bien y se veían amenazados por un grupo de bravucones, Zirconia estaba preparada para hacerse cargo. Narson ya le había dicho a Kazura que no había mucha gente que pudiera igualarla en el manejo de armas, pero Kazura prefería evitar entrar en conflicto. Zirconia acompañaba a Kazura en lugar de Isaac o Havel, solo porque era por mucho más habilidosa que ellos. Como su experiencia en combate resultaba incomparable a la de los demás, era capaz de actuar racionalmente en el calor del momento. Además de eso, Zirconia pensaba que si era ella quien le acompañaba, los oponentes bajarían la guardia porque era una mujer.
“Entiendo. Pero aunque eso llegue a pasar, centrémonos en escapar en lugar de enfrentarlos. Sería malo que terminases herida por esto.”
“Sí. Bueno, si hay un alboroto, los soldados que tenemos encubiertos alrededor deberían hacerse cargo, por lo que estaremos bien, o eso creo… A menos que nos tomen de rehenes.”
Zirconia sonrió gentilmente y entró a la tienda.
“Hola. Tengo algo que quisiera vender.”
Kazura también entró a la tienda y caminó hacia la parte trasera para llamar a la anciana, que estaba en la caja registradora como la vez anterior.
“Sí, bienvenidos… Oh, usted es…”
La anciana se sorprendió y levantó las cejas cuando vio a Kazura.
“Sí, soy el que le vendió la pieza de joyería la otra vez. Estoy de regreso porque tengo artículos que quisiera vender…”
“Está bien, está bien. Por supuesto que las compraré, puedes contar conmigo. Por cierto, ¿esta persona de aquí es tu hermana?”
Zirconia, que estaba observando la tienda, sonrió hacia la anciana, que le miraba con sarcasmo.
“Es mi esposa, y me ha obligado a traerla conmigo.”
“Bueno, lo cierto es que tienes una esposa muy guapa, a pesar de su apariencia.”
“Sí, es verdad, gracias. Entonces, hablemos sobre lo que traigo.”
“Espera un momento”
La anciana cogió un letrero que tenía en un rincón de la tienda con el rótulo «Fuera de servicio» y lo colocó en la entrada.
“Listo. Hablaremos en el cuarto de atrás, solo para estar seguros.” – dijo la anciana mientras se dirigía a la parte trasera de la tienda.
Zirconia detuvo a Kazura para que no la siguiera.
“Yo iré primero. Por favor, no te separes de mí.”
Con precaución, Zirconia siguió a la anciana y entró en la habitación. Kazura pasó después de ella.
“Chicas, eso es todo por hoy.” – dijo la Anciana al entrar.
Había seis niñas en la habitación. Sus edades variaban desde los seis años hasta los quince. Estaban sentadas en el suelo con agujas y cuchillos en las manos; trabajaban haciendo artículos de cuero, como calzado y guantes. En el cuarto, también había una larga mesa y una chimenea.
“Sí, pero…” – comenzó a decir una de las confundidas niñas mientras las demás miraban ansiosas a la anciana.
“¿Hmm?... Oh, no os preocupéis. Os pagaré el día completo.” – dijo la anciana mientras sacaba una bolsa de tela y se la entregaba a la niña que tenía más cerca. La niña rápidamente abrió la bolsa y revisó su contenido.
“Aún es mediodía. ¿Por qué no vais a río para recoger las piedras redondas que os dije antes? Podéis llevar esa cesta con vosotras.”
“Sí, gracias. Vamos, chicas.”
Las niñas hicieron una reverencia a la anciana y salieron de la tienda llevando la cesta con ellas.
“Podéis sentaros en cualquiera de esas sillas. Veamos, voy a preparar algo de té.”
La anciana esperó a que las niñas salieran de la tienda para ofrecerles asiento a Kazura y Zirconia.
“No, tengo otros asuntos urgentes que atender, por lo que me gustaría empezar la transacción de inmediato.”
“Oh, está bien. Comencemos entonces.”
Cuando Zirconia rechazo el té, la anciana tomó asiento sin molestarse. Después de ella, Kazura y Zirconia también se acomodaron.
“Bueno, ¿en qué consisten los artículos que has traído?”
“He conseguido algunas joyas como las que traje la vez anterior… Por cierto, ¿quiénes eran esas niñas?” – dijo Kazura mientras sacaba una pequeña bolsa de tela de su bolsa.
“Les doy trabajo haciendo recados. Los niños son mucho más baratos de contratar.”
Diciendo esto, la anciana tomó la bolsa que le entregaba Kazura y puso una pieza de joyería en su mano.
“Oh, esta es otra buena pieza de joyería.”
La anciana asintió satisfecha. En esta ocasión, Kazura había traído consigo esferas de color lapislázuli, turquesa y rojo. A diferencia de las piedras que le vendió la vez anterior, las gemas de esta ocasión eran de un color más oscuro y no eran tan transparentes.
“Muy bien, compraré cada una por 6.000 Ar; serían 18.000 Ar por las tres.”
“¿¡Qué rayos!? ¿Cómo dices…?” – exclamó Kazura.
“Te ofrezco 6.000 Ar por cada una. Puede ser solo una cantidad aproximada. Pero no es una mala cantidad.”
La anciana sonrió a Kazura, que le devolvió una sonrisa cargada de ironía. Mientras tanto, Zirconia se limitaba a escuchar la conversación sin ningún cambio de expresión.
“¡Umm! Estoy seguro de que la gema rosa que te vendí el otro día no valía 2.500 Ar.”
“Lo lamento, aquella vez no te di un precio correcto. Pero en esta ocasión y a partir de hoy sí que voy a ofrecerte un precio justo.”
La anciana contestaba sin lucir ofendida, pero le enviaba a Kazura una mirada sarcástica.
“¿Por qué no me engañas ahora? Si eso te permite obtener mayores ganancias, podrías ofrecerme un precio más bajo.”
“Esto lo hago porque quiero seguir haciendo dinero. Aunque te vuelva a engañar, no tendría sentido para mí si me descubres y vas a otro sitio a vender las gemas. Parece que conoces la manera de seguir consiguiendo esta clase de piedras, por lo que creo que es mejor si ambos nos beneficiamos.”
“Pero aún me siento estafado.”
“Voy a mostrarte el libro de cuentas. Dame un minuto.”
Ante las dudas de Kazura, la anciana rápidamente se puso de pie y fue a la tienda.
“Bueno, señora Zirconia. Al parecer nos puede ser útil.”
“Sí. No parece que quiera engañarnos y aprovecharse de nosotros. Ahora me preocupa más el número de transacciones que pueda manejar con sus canales de venta…”
“En efecto, me pregunto dónde las venderá… Más bien, ¿quién rayos las está comprando?”
La anciana volvió con un libro en sus manos.
“Lamento la tardanza. Aquí está el precio al que vendí las gemas que trajiste la vez anterior.”
La anciana volvió a sentarse y abrió el libro de ventas para ellos. Escrito en él, estaban los nombres y precios de los artículos que había vendido y comprado en la tienda. Zirconia buscó con su dedo la palabra «Obsidiana rosa».
“Me pregunto si es esta. El precio de venta fue…” – comenzó a decir Zirconia.
“¡¿Qué…?! ¿35.000 Ar?” – exclamó Kazura.
La anciana suspiró aliviada mientras Kazura leía el precio de venta y se giraba para mirarla.
“¿La vendiste a catorce veces el precio en que me la compraste? ¿No te parece que eso es un gran robo?”
“Fue muy difícil ofrecerte un precio, ya que nunca había visto esa clase de piedra. Me alegro de haber podido venderla a un buen precio.”
Mientras decía esto, la anciana cerró el libro de cuentas y lo puso a su lado, para después mirar a Kazura.
“De ahora en adelante, no más mentiras entre nosotros. La cantidad que te hice perder en esa transacción fue de aproximadamente 7.500 Ar, y voy a compensártela. Aquí y ahora. A cambio, seguirás trayéndome más de esas gemas. Hagamos que funcione para ambos, ¿no estás de acuerdo?”
“Sí, me parece bien. Pero, ¿a quién se la vendiste? ¿Quién puede pagar tanto dinero…?”
“Alto.” – interrumpió la anciana. – “Yo no te pregunto nada y tú no me preguntas nada. Si no puedes aceptarlo, entonces no hay trato.”
“¡Oh, no! De hecho, a eso me refería.”
“Mejor no digas nada más. A decir verdad…” – interrumpió Zirconia.
“¿Claire? ¡No está aquí!”
Cuando Zirconia estaba a punto de ir al grano, la voz de una mujer se escuchó desde la entrada de la tienda.
“Hmm, dadme un momento. No salgáis del cuarto.” – dijo la anciana (Claire, al parecer) al tiempo que se levantaba de la silla y caminaba hacia la tienda.
“Las cosas parecen ir yendo mejor de lo que esperábamos. Comprar artículos a bajo precio para venderlos por tal gran cantidad de dinero, esta anciana es bastante habilidosa… Umm, ¿qué pasa?”
“Nada, es esa voz…”
Zirconia estaba mirando la puerta por la que había salido Claire con una expresión complicada en su rostro. Kazura también miraba hacia la puerta; se podía escuchar levemente la conversación que estaba teniendo la mujer que había llegado a la tienda con Claire. Ambos prestaron atención a la conversación.
“Si es la señorita… Ha pasado mucho tiempo.”
“Hace bastante, sí. He estado muy ocupada últimamente. ¿Cómo te ha ido?”
“Aquí siempre es lo mismo. Es bueno verte, Ayla.”
“Señora Claire, cuánto tiempo.”
Tras escuchar el nombre de Ayla, Kazura y Zirconia se miraron entre sí.
“Ayla… Eso quiere decir…”
“¡Oh! Mmm… Señor Kazura, has pedido que me comporte, pero voy a salir ahora.”
“No, ahora estamos disfrazados…”
Zirconia agarró el brazo de Kazura mientras se sentaba con una apariencia bastante impaciente.
“Pareces muy cansada, ¿ha pasado algo malo?” – preguntó Claire.
“Ese cretino comerciante es muy insistente. Pide audiencia una y otra vez, y me toca siempre que tiene oportunidad… Como el otro día, un poco más y me acorrala. Quiso llevarme fuera de casa durante la noche; no sé qué hubiera pasado si lo consigue. En serio, espero que ese hombre se muera.”
“Bueno, dejemos eso de lado. ¿Vienes para vender las cosas que te ha regalado?”
“Así es. Quiero que me compres estos artículos. ¿Cuánto valen?”
“Oh, vaya, aquí tienes muchas cosas buenas.”
“Lo único bueno de ese viejo verde es que da buenos regalos.”
“Muy bien, te las compraré a buen precio… Por cierto, ¿ya has descubierto la identidad del hombre que mencionaste la última vez?”
“Es probable que sea un líder de Craylutz. Con una posición de plebeyo, supongo.”
“Oh, Craylutz. Además, tiene buena personalidad y es bastante rico, ¿verdad? Suena como un buen candidato para el matrimonio. ¿Te has decidido por ese chico?”
“Sí. Creo que le gusto mucho y quiero salir fuera con él esta noche. Parece que tiene una novia en su país, y como puede volver tarde o temprano, debo sujetarlo primero, ¿no?”
“Oh, señorita Liese, ¿entonces quieres pasar la noche con el señor Kazura?”
“¿Eso es cierto?” – preguntó Ayla.
El contenido de la conversación era tan fuerte que Kazura estaba congelado y su gesto era de pura sorpresa. A su lado, Zirconia se mantenía completamente tensa.
“Ya veo. Tenía el presentimiento de que algo extraño pasaba… Así que era eso.” – dijo Kazura.
“¡No, ella no es esa clase de persona! ¿¡A dónde vas!? ¡Por favor, quédate sentado!”
Kazura se levantó de su asiento y dejó la habitación con Zirconia intentando detenerlo.
“Sí, no importa lo influyente que sea. Si se acuesta con la hija del señor feudal tiene que casarse con ella… Todo se trata de ganar, de ganar.”
“Oh, niña. Ya has crecido, ¿cierto?”
Claire se rio con asombro ante la confiada respuesta que le daba Liese a Ayla.
Liese había frecuentado esta tienda durante años y tenía buena relación con Claire. La primera vez que Liese había acudido a su tienda, Claire vio a través de ella y habían tenido una buena relación desde entonces.
“No aparecen tan buenos candidatos como él a menudo. Ah, me estoy comenzando a sentir nerviosa. Me pregunto si podré hacerlo bien…”
“¿Qué? ¿Aún no estás preparada? ¿Por qué no le dices a Ayla que te diga cómo actuar? Ella ya habrá estado con uno o dos chicos.”
“…” – Ayla hizo un leve gesto.
“¿Qué? ¿No has estado con un chico?”
Claire miró sorprendida a Ayla, que respondió avergonzada.
“Nunca he tenido una relación con nadie…”
“Oh, bueno. A cada uno lo suyo. Puedes hacer que te compre un colgante bastante caro como el que me mostraste la vez pasada, se lo puedo dejar a buen precio.”
“Sí, cuando caiga en mis brazos haré que me dé mucho dinero, así que puedes contar conmigo.”
“Ja, ja, ja…”
Ayla, que estaba forzando una risa falsa por lo que decían Liese y Claire, miró de reojo hacia la puerta que estaba al final de la tienda y quedó congelada.
“Hmm, Ayla. ¿Qué pasa?...”
Liese notó la expresión de Ayla y siguió su mirada hacia la puerta.
“Oye.”
Kazura estaba apoyado en la puerta con una sonrisa presumida.
“¡Ey! ¡Te dije que no salieras de la habitación…! ¿Hmm? ¿Acaso os conocéis?”
Claire inclinó la cabeza confundida al darse cuenta de la expresión de Liese y Ayla.