Arco 12 Capítulo 99
De vuelta en casa
Traducido por Alsabov
Corregido por DaniR
Editado por Helios
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Editado por Helios
Unos días después, por la tarde. Kazura estaba en la región montañosa del noroeste junto a Liese y Zirconia. Se encontraban a la orilla de un río, junto a la ladera de la montaña. A poca distancia de allí había una granja abandonada.
El sol ya se estaba metiendo y los soldados junto con los criados habían comenzado a preparar el campamento. Se encendieron fogatas aquí y allá por todo el sitio, y las tiendas se levantaron una después de otra. En el campamento había casi cien personas, incluyendo a los soldados y criados. Era un gran grupo.
“Me duele la espalda. Uno no puede acostumbrarse a las sacudidas del carruaje sin importar cuánto lleve viajando…”
Kazura puso las manos sobre su cadera y se estiró para relajarse. Los tres habían viajado en el carruaje todo este tiempo; los caminos de la montaña se volvían más irregulares conforme se adentraban y las vibraciones dentro del carruaje habían sido terribles. Como no había ningún amortiguador de impacto, todas las vibraciones se transmitían directamente a la cabina.
Kazura y Liese no estaban acostumbrados a viajar en carruaje, por lo que no habían podido descansar en todo el viaje y sostenían un pañuelo bañado en aceite esencial para no marearse. Para la próxima vez que volviera a Japón, Kazura decidió que buscaría la historia de los carruajes para traer las técnicas de mitigación de vibraciones a este mundo. También podía comprar directamente los amortiguadores y traerlos para instalárselos al carruaje, pero no lo iba a hacer a menos que no hubiera otro método.
“¿Se encuentra bien, señorita Liese? Por favor, tome asiento.”
“Sí, estoy bien. Gracias.”
Liese se sentó para descansar en la silla que Ayla le ofrecía. Se desplomó en la silla como si estuviera al borde del agotamiento. Junto a ellos, los criados habían comenzado a preparar la cena. Marie estaba entre ellos moviéndose con prisa. Ayla y Marie no llevaban su usual atuendo de criadas, sino que habían venido con ropas más ligeras para poder moverse fácilmente en el campo. También vestían botas de cuero.
“Señor Kazura, ¿te encuentras bien?” –preguntó Zirconia preocupada ya que Kazura gemía al tiempo que se estiraba.
“Estoy más o menos bien. Es solo que viajar durante cuatro días en carruaje es más doloroso de lo que creía…”
“El camino estaba bastante accidentado. Ayla, dale un masaje al señor Kazura después de cenar.”
“Entendido.”
“Oh, no, todo está bien. Solo necesito descansar un poco y estaré bien.”
Zirconia le ordenaba a Ayla que le diera un masaje, pero Kazura lo rechazo rápidamente. Le parecía conveniente tener criados que le sirvieran, pero no se sentía cómodo pidiendo demasiado de ellos. Por cierto, los criados y los artesanos también viajaban en carruajes. Los soldados y los sirvientes de los escoltas, junto con algunos obreros, se desplazaban a pie.
“Lo entiendo. Pero por favor, no te esfuerces mucho. Si el señor Kazura se llega a desmayar, moriría por exceso de trabajo.” – bromeó Zirconia.
Tal vez era porque llevaban mucho tiempo tratándose, desde la mañana al anochecer, pero la actitud de Zirconia se había relajado al punto que recientemente había comenzado a bromear como ahora.
“Si eso llega a pasar, te daré muchas medicinas contra la fatiga, para que las tomes y sigas esforzándote. Estaré apoyándote desde las sombras.”
“No estoy de acuerdo… Quiero decir, el señor Kazura es quien debería tomar esa medicina, no yo. No puedo aceptarlo.”
“Uh… Esa medicina es más efectiva para la gente de aquí que conmigo. Prácticamente no tiene efecto en mí.”
Cuando Kazura dijo esto, Zirconia se quedó un poco sorprendida. Pero de inmediato asintió como diciendo «¿Es así?» y giró la mirada a los soldados y criados que preparaban el campamento. No tenía planeado preguntar demasiado al respecto de esos temas.
“Aun así, nos ha costado mucho tiempo llegar aquí, ¿no es así? No esperaba un viaje de cuatro días solo para llegar…” – continuó Kazura.
El camino era inesperadamente empinado y habían tardado dos días en subir hasta aquí desde la base de la montaña. También les había llevado dos días llegar a la base de la montaña desde Isteria, lo que hacían cuatro días de viaje.
“Somos muchos los que viajamos y hemos traído con nosotros mucho material y equipamiento, por lo que me parece muy bueno que solo hayamos tardado cuatro días.”
Había carretas cargadas de cal, arena y otros suministros traídas desde Isteria estacionadas fuera del campamento. Aun así, no tenían suficientes materiales para el mortero del depósito para el hielo, por lo que iba a ser necesario que esas carretas fueran transportadas varias veces en el futuro. También eran docenas de artesanos y obreros los que habían traído para trabajar en el mortero, por lo que tenían que preparar una línea de suministros de comida.
“Ya hemos decidido la ubicación de la noria, por lo que mañana nos levantaremos temprano para comenzarla de inmediato. Comencemos a trabajar. Debemos tener todas las órdenes de trabajo de mañana antes de que caiga la noche. Si es posible, me gustaría que nos retiremos pasado mañana al amanecer.”
Zirconia no mostraba el menor rastro de fatiga al decir esto. A ella no parecían molestarle las vibraciones del carruaje, pues durante el viaje había estado casi siempre durmiendo, sin moverse. Kazura y Liese se sorprendían al verla dormir con todas las sacudidas.
“Es verdad. Si terminamos para pasado mañana, como mínimo pasarán siete días hasta que pueda volver a la aldea Grisea… Bueno, supongo que estaré a tiempo para recoger los planos de construcción.”
La primera entrega del plan de control de inundaciones iba a ser pronto, y Kazura esperaba estar en Japón antes de eso. Unos días de retraso para recoger los documentos no suponía un problema, pero Kazura no se había podido comunicar con el encargado del proyecto durante un tiempo. Si no escuchaban nada de Kazura en unas semanas, sería natural que se preocupasen sin importar cuánto dinero hubieran recibido de anticipo. De hecho, Kazura ya le había contado a Zirconia y a los demás sobre el plan de ampliación de río. Les había dicho que la razón de su regreso a la aldea Grisea era para recoger los planos.
“Me encargaré de preparar la mano de obra mientras el señor Kazura está en la aldea Grisea, ¿cuánta gente necesitas?”
“Bueno, yo tampoco conozco los detalles del plano, por eso no sé cuánta gente será necesaria. No sabemos si va a ser necesario movilizarlos. Pero creo que debemos tener algunos carpinteros y yeseros cerca para eso.”
“Carpinteros y yeseros… Espero que no se necesiten tantos carpinteros porque es difícil conseguirlos para que trabajen en tantos lugares…”
Zirconia sintió ansiedad cuando escuchó que iban a necesitar más artesanos.
“Espero poder terminar la renovación parcial antes de la temporada de lluvias del año que viene, aún tenemos tiempo para hacer los trabajos… Si por el momento te resulta difícil conseguir los artesanos, podemos retrasar la obra durante algo de tiempo, y así podrás encontrarlos.”
“Bueno, depende de la naturaleza del trabajo. La mayoría de los que han estado en el ejército tienen experiencia gracias a la construcción de campamentos y fortalezas. Si se trata de trabajos simples, podemos usarlos para así dar prioridad a los que realmente tienen experiencia en su gremio.”
“Ya veo, suena bien. Es una buena idea.”
Solo tenía pensado hacer una parte de la ampliación del río, por lo que no debería necesitar un gran número de personas. Aun así, había un gran déficit de artesanos porque los habían ido utilizando en diferentes lugares. Como no podían retrasar la construcción de la máquina herramienta, podría posponer los trabajos en el río.
“También me gustaría que los habitantes que participen en este proyecto se consideren para trabajar en la renovación parcial del río y el mantenimiento de las calles. Los necesitamos. Así que, por favor, no disuelvas sus contratos cuando terminen este trabajo, mantenlos en curso. También pueden sernos útiles en la temporada de lluvias.”
“Entiendo. Ya dejé algo de espacio en las negociaciones por si se llegara a requerir algo como esto. En la temporada de lluvias los podemos poner a reforzar las barreras de la ciudad.”
“Oye, Kazura.”
“¿Hmm?”
Liese, que había estado escuchando la conversación calmadamente, se acercó para preguntar.
“¿No hay más gente como tú en tu tierra? El señor Ormaisior o el señor Gaielsior.” – Liese hablaba entre susurros para que los soldados de alrededor no la pudieran escuchar. – “Ormaisior es el Dios de la guerra, y Gaielsior el Dios del comercio.”
“De hecho, ellos están ahí. Todo tipo de dioses como esos.”
“Sí, cierto… Entonces, ¿por qué no traes a alguien relacionado en este campo para que te ayude? Kazura, la compasión… Uh, la salvación y la fertilidad son tu jurisdicción, ¿no? No creo que debas hacerte cargo de todo por tu cuenta.”
Liese tenía una expresión llameante en sus ojos y Kazura se quedó sin palabras; no sabía cómo contestar. Era un tema delicado, pero pensándolo bien, resultaba extraño que no se lo hubieran preguntado antes. Kazura pensaba que ya podía dejar de lado la farsa del Dios y soltarlo todo. Quedaba claro para todos que las acciones de Kazura hasta la fecha iban más allá del dominio de Greisior.
Aunque Kazura confesara: «En realidad no soy un Dios; soy solo una persona ordinaria de otro mundo», no pensaba que pudieran reaccionar con un «¡Oh, nos has engañado! ¡Eres un mentiroso! ¡Vamos a molerte a golpes!»
Sin embargo, para ser honestos, el único beneficio que ganaría de eso sería dejar esta complicada farsa y dejar de sentirse culpable por mentirles. Por otro lado, cuando pensaba en las desventajas que tendría, un sinfín de ellas le venían a la mente, como la posibilidad de que le hicieran prisionero o que le torturasen para soltar toda la información, hasta que los aldeanos de la aldea Grisea fueran tomados como rehenes. No creía que Narson y los demás fueran capaces de hacer algo así, pero no podía descartarlo.
Pero era un hecho que ni Narson ni nadie le cuestionaba nada ni le restringían sus acciones porque creían que él era Greisior. Pensando al respecto, no veía beneficios en revelar su identidad. Si las cosas seguían marchando bien así, decidió que valía la pena seguir fingiendo que era un Dios, aunque creyesen que era uno de los perezosos. Y como no había ninguna guía sobre cómo debía ser un Dios, Narson y los demás solo podrían preguntarse si así era como actuaba un Dios.
‘Me pregunto qué es en verdad un Dios…’ – se dijo Kazura.
“El señor Kazura tiene muchas cosas en las que pensar. Le estamos forzando a que nos ayude, por lo que no debemos darle tantos problemas, ¿entiendes?”
Kazura seguía pensado cómo contestar cuando Zirconia interrumpió para calmar a Liese.
“Eh, yo no pretendía eso…”
“Bueno, revisaré los campos que están por allá. Podéis cenar sin mí.”
Zirconia se adentró por los bosques sola. Liese miró cómo se alejaba su espalda sin saber lo que estaba pasando.
* * *
Una hora después. Kazura estaba sentado sobre una roca con Liese mirando hacia el río y tomando la cena. Junto a cada uno había un mantel, con un cuenco con estofado, pan y vino de frutas. Iban a cenar dentro de la tienda, pero como sugerencia de Kazura, ambos decidieron cenar a la orilla del río. Una fogata cercana iluminaba los alrededores, y el sonido del agua corriendo en el río resonaba en el aire. Kazura no sabía si era por el efecto del viaje, pero esta era la mejor comida que había tenido en los últimos días, rodeado por un hermoso paisaje.
“Ya veo. Si me lo hubiera hecho a mí, sin duda le habría dicho «espero que te mueras».” – dijo Kazura.
“¿A que sí? Ya me ha tocado un par de veces antes, y la verdad es que resulta muy incómodo.”
Liese hacía pucheros y se quejaba mientras troceaba el pan y se lo metía en la boca. Los dos estaban hablando sobre los visitantes de Liese. Kazura llevaba tiempo preguntándose cómo eran las personas que la visitaban después de ver lo exhausta que quedaba tras despedirlos. Por eso, casualmente había mencionado el incidente en la tienda del otro día para preguntarle, pero el resultado fue una cantidad de quejas que salieron de la boca de Liese, tan abundantes como cuando se abre una presa.
“Pero si no te gusta, ¿por qué no le dices simplemente que no? Si no quieres casarte con él, no veo por qué dejas que te visite.”
“Ummm, no funciona así. No puedo rechazarlos sin más porque me traería mala reputación; la mayoría de estas personas dan su apoyo a Isteria en relaciones comerciales, aperturas de negocios y cosas así… Muchos han sido más flexibles con la provincia desde que comenzaron a visitarme, por eso no puedo decirles que no así, sin motivo. Sería un problema para mi padre y mi madre si lo hago.”
No había rastro en Liese de aquella actitud reservada y rígida que tenía antes. Liese estaba tratando de ser completamente honesta con él, tal como Kazura le había pedido; ya no usaba el lenguaje formal y le mostraba su verdadera personalidad. Pero para ser honestos, aún no se acostumbraba a ello y todavía le costaba.
“Eh, ¿quieres decir que todos los que están detrás de ti lo hacen por la familia Isteria?”
“Hay muchas personas que me buscan debido a mi posición como la hija del señor feudal, por lo que no a todos les intereso. Pero no me preocupa. Ha sido así durante años, supongo.” – dijo Liese con total naturalidad, sin ninguna emoción en su rostro. – “Por eso no me casaré con ninguno a menos que sea alguien con poder y riqueza. Dicho esto, tampoco tiene que ser espeluznante como Nibel, que quién sabe lo que haría como Señor. Tampoco me gustan los hombres que parecen pensar en eso. Por otro lado, no me gustan las personas que son tacañas, esos tampoco.”
Realmente, Liese debía haber estado en una dura posición con tanta gente apuntado a casarse con ella desde su nacimiento. Parecía ser algo muy incómodo con lo que lidiar y Kazura sentía lástima por ella. Su posición como hija del señor feudal era muy elevada, y ni siquiera con tantas personas cortejándola, podía enamorarse sin problemas de alguien. Es más, entre todos los que la visitaban, había un gran número de personas parecidas a Nibel, fuera de lo normal. El estrés de tener que lidiar con ellos debía ser una gran carga para la joven Liese.
“De esto trata ser la hija del Señor. No es posible enamorarse y casarse de manera normal.” – diciendo esto, desvió la mirada hacia el río mientras llevaba la comida a su boca con un crujido. Liese estaba contemplativa, rodeada de un aura de soledad. – “Pero aun así obtengo muchas cosas de las personas que buscan mi favor, las cuales vendo para comer platos de lujo y comprar cosas bonitas, como ropa y así. Y aunque haga eso, nadie se queja al respecto.”
“Oh, ya veo. Usas el dinero que obtienes al vender los regalos para olvidar el estrés de las visitas.”
“Sí.”
“Pero tú tienes muchos pretendientes, ¿no has logrado encontrar uno o dos que te causen interés?”
“Si hubiera habido alguno, ya estaría casada.”
“Eso es verdad…”
Liese dejó de comer y miró a Kazura a los ojos. Entonces, dejó el pan que tenía en su mano en el mantel y devolvió la mirada hacia el río, diciendo:
“Pensaba que había encontrando a un buen candidato. Pero ahora esa persona me odia con todo su ser y ya no sé qué hacer.”
“No, no te odio.”
“¿En serio?”
“Sí, en serio.”
“¿Y te casarías conmigo?”
“Eso es asunto aparte.”
“Booo.”
Kazura se rio de Liese, que hacía pucheros con la boca. Liese debía haber dicho esto en broma, para aliviar el ambiente.
“Por cierto, ¿no está tardando mucho la señora Zirconia? ¿La granja esta tan lejos de aquí?” – preguntó Kazura.
“Revisé el mapa antes de venir, y no me pareció que estuviera tan lejos… Es verdad que está tardando.”
Liese había visto el mapa antes de la partida y había grabado la topografía de los alrededores en su cabeza. La granja debía estar a unos diez minutos caminando desde el río, por lo que sí parecía estar tardando.
“Me pregunto si habrá pasado algo. ¿Deberíamos ir a revisar?”
“Pero con escoltas.”
Diciendo esto, Liese recordó la apariencia de Zirconia cuando se marchó. Se había adentrado sola en el bosque, sin nadie que la acompañara, lo que quería decir que Zirconia estaba sola en el oscuro bosque. Caminar sola de noche por las montañas, con el riesgo de que aparecieran bestias peligrosas, era un acto muy peligroso.
‘¿Por qué haría algo tan peligroso…?’ – pensó Kazura.
“Que nos acompañen tus escoltas. Debemos ir lo más rápido posible. Debe haber pasado algo.”
“Espera.”
Liese detuvo a Kazura tomándolo por el brazo.
“Esperemos un poco más, ¿de acuerdo?”
“No, debemos salir lo más pronto posible. Será muy tarde si ha pasado algo.”
“Sabes, creo que esta es la tierra natal de mi madre.”
“Su… ¿Hogar?”
“Sí.”
Liese asintió a Kazura, que hizo un bufido.
“Nadie ha vivido aquí desde hace mucho, ¿verdad? He escuchado que la aldea que está camino abajo también está abandonada…”
“Hace diez años hubo un incidente donde varias aldeas de por aquí fueron atacadas por bandidos que masacraron a todos los residentes.” – narró Liese.
Kazura se mostró sorprendido, era algo que no había esperado escuchar.
“Los mataron a todos… Entonces, la señora Zirconia…”
“Sí. Es una superviviente de esa aldea.”
Liese miraba hacia el oscuro bosque donde se había dirigido Zirconia.
“Esperemos un poco más, ¿te parece bien?”
“Sí.”
Ambos se quedaron en silencio observando el oscuro bosque.
* * *
Al mismo tiempo, Zirconia estaba sentada frente a tres tumbas cubiertas por un montículo de tierra y piedras apiladas, mirando hacia la luna. La tumba del centro era más pequeña que las que estaban a su lado. Una blanca luna iluminaba el área.
Frente a cada tumba había flores salvajes que Zirconia había recolectado en su camino hacia aquí. Encima de una de las tumbas podía verse una pequeña muñeca de lana vestida como una niña. Zirconia siguió mirando la luna durante un tiempo, pero tras un pequeño suspiro, se puso de pie y caminó de vuelta al campamento.