Era por la tarde, después de confirmar el crecimiento anormal de las patatas. Bajo el pleno sol del verano, que vertía su luz de forma incesante, la frente de Kazura sudaba mientras cavaba un agujero con una pala. Estaba ubicado al lado del pasaje de piedra que llevaba a Japón.
Desde que había llegado a este mundo, no había tenido tiempo de darle un entierro adecuado al esqueleto, pero dado que el progreso de la rueda hidráulica se había desarrollado a buena velocidad, contaba con algo de tiempo libre en su agenda. Así que había decidido usar ese tiempo para darle al esqueleto un entierro adecuado.
Aunque Kazura no supervisara la fabricación de las piezas, el aldeano a cargo del proyecto durante su ausencia, se haría cargo de los problemas que pudieran surgir.
‘Parece que vale… Aaaah… Me duele la espalda…’
Kazura había cavado un agujero lo suficientemente ancho para que él se recostara en su interior. Clavó la pala en el suelo y estiró el cuerpo. Tal vez fuera porque últimamente había caminado durante mucho tiempo mientras llevaba cosas pesadas o porque había estado cargando y descargando una gran cantidad de fertilizante o arroz en la carretilla, pero ahora le dolía la espalda.
Desde que hacía trabajo físico todos los días, su fuerza había aumentado y, gracias a los masajes de Valetta, el dolor había disminuido considerablemente. Pero debido a que había sobrecargado su espalda al cavar el agujero, volvía a dolerle.
Después de enterrar el cadáver, planeaba volver a Japón a comprar más cosas. También quería ir a una farmacia a comprar algunos parches para el dolor en esta ocasión. Kazura se frotó la espalda mientras dejaba escapar un suspiro y, a continuación, salió del agujero que tenía la profundidad de una bañera.
Lo siguiente era enterrar el cadáver y caminó hasta donde estaba el esqueleto, en mitad del pasadizo. Sin embargo, el cuerpo del esqueleto estaba suelto, por lo que sería necesario transportar los huesos uno por uno. Además, no había traído guantes, por lo que tendría que agarrar los huesos con las manos desnudas.
‘Bueno… ¿Habrá algún problema por cogerlo con las manos? ’
Aunque se planteó traer una lámina de vinilo o unos guantes para llevar todos huesos en un único viaje, de alguna manera tenía el presentimiento de que recibiría un castigo si lo hacía de esa manera, por lo que decidió transportarlos con sus propias manos.
Si por casualidad la policía terminaba encontrando este lugar, los huesos estaban tan desgastados que se consideraría que había ocurrido hacía años y, aunque decidieran investigarlo, era poco probable que pudieran arrestar a alguien. Por supuesto, debido a que parecía que este lugar no había atraído la atención de la gente en todos estos años, no era de esperar que tuviera que preocuparse por la policía.
En cualquier caso, ya que era la primera vez que tocaba unos huesos humanos con la mano, al principio Kazura se puso nervioso, pero, a medida que pasaba el tiempo, se fue acostumbrando, hasta que terminó transportando todos los huesos.
Después de terminar de llevar todos los huesos al agujero, los colocó con la forma de un cuerpo humano, pero, dado que en realidad no tenía un conocimiento detallado sobre la anatomía del esqueleto humano, puso algunos huesos en los lugares equivocados. Sin embargo, no era algo que pudiera evitar y la persona tampoco se iba a quejar.
Cuando terminó de colocar los huesos, le puso ropa japonesa al cadáver y lo cubrió con tierra con mucho cuidado, hasta completar el entierro.
‘Creo que con esto es suficiente. Volveré con incienso y sake, espera por ahora. ’
Después de pensar esto, unió sus manos para rezar y se inclinó frente a la tumba recién construida. Luego se dio la vuelta y caminó rumbo a Japón.
* * *
‘Citronela, rosa mosqueta, piel de naranja… También tienen hibisco. ¿Debo comprarlos? También tienen mezclas. ‘
Cuando Kazura regresó a Japón se dirigió hacia una herboristería de las afueras. Aunque la única razón por la que había venido a este lugar era porque esta tienda era la más cercana, según la investigación que había realizado por internet en el teléfono. La pequeña tienda estaba construida de madera con un estilo tradicional y tenía un ambiente muy agradable.
La multitud de hierbas exhibidas dentro de las botellas de cristal se adaptaba a la perfección al ambiente de la tienda. Además, la ventana abierta mostraba el paisaje de las afueras, repleto de abundantes y refrescantes zonas verdes. El viento que soplaba en ocasiones a través de la ventana era bastante agradable. Parecía que estaban vendiendo las hierbas que ellos mismos cultivaban, y el té frío de hierbas de hibisco que había recibido como prueba era realmente refrescante y delicioso. La tienda también vendía aceites aromáticos en botellas pequeñas o en tarros de cristal y libros que trataban sobre plantas. Era un lugar muy completo.
A Kazura le gustaba el té de hierbas y, antes de huir hasta su residencia actual, iba con frecuencia al mercado a comprar las hierbas para luego preparase el té él mismo. Estaba contento por haber encontrado una tienda como esta.
“Disculpe, quiero comprar algunas hierbas, ¿podría prepararlas?”
Tras terminar de beber la muestra de té, devolvió la taza al mostrador y llamó a la empleada, que tenía el pelo largo y negro. Como no se veía a nadie más en la tienda, esta mujer podría ser la encargada.
“Sí, ¿qué tipos de hierba necesita?”
“Hmmm, citronela, rosa mosqueta…”
Kazura solicitó las hojas que había elegido y algunas otras en las que no había pensado e hizo que la mujer las distribuyera en bolsitas de 30 gramos. Dependiendo del tipo de hierba, cada 30 gramos podían costar, de media, en torno a los 600 yen, por lo que el precio era bastante caro.
Luego, cuando estaba pagando el coste de sus productos en la caja registradora, vio bolsas con semillas en un expositor del mostrador.
“Hmm, semillas… Hmm, ¿venden plantas de semillero?”
“Lo sentimos, pero no tenemos ninguna planta a la venta, pero si son semillas…” – se disculpó la mujer dando una respuesta a Kazura.
Al oír su respuesta, tomó varias bolsitas con semillas y las colocó sobre el mostrador. Cada bolsa tenía pegada una etiqueta con un precio de 200 yen.
“Um, ¿las semillas también? ¿Sabe cómo cuidarlas…?”
Había prometido que bebería té de hierbas junto a Valetta en el pasado, por lo que había venido a comprar diferentes tipos de plantas. Sin embargo, pensó que podía aprovechar la oportunidad para experimentar.
Si llevaba semillas de hierbas a ese mundo, las plantaba en una maceta, les ponía fertilizante y crecían en pocos días, al igual que las patatas de la aldea de Grisea, podría confirmar que había algún tipo de transformación dramática con las cosas que traía de Japón.
Pero si, por el contrario, no se producía ningún cambio significativo, podría llegar a la conclusión de que las cosas que traía de Japón no eran la causa de esos cambios especiales y que seguramente era algo que tenía que ver con las plantas y personas de ese mundo.
Sabía que los maravillosos efectos de la bebida energética o del arroz no mostraban esos efectos en su cuerpo, por lo que pensaba que era algo que les pasaba a los seres vivos de ese mundo.
Kazura no sentía que ganaba algún poder especial cuando viajaba a ese mundo, por lo que sus conjeturas podían ser correctas. Si asumimos que había algo distinto en su ADN o en su constitución que le impedía recibir ese tipo de bendiciones, entonces quizá podía hacer alguna trampa con su cuerpo para obtener los beneficios. Aunque prefería no intentar ese método, siempre podría investigar cuánto veneno podía beber antes de que su cuerpo se rindiera por sus efectos.
Realmente no le importaba si no podía llevar las plantas, porque en su lugar podía hacerlas crecer desde las semillas. Aunque el cambio en el crecimiento seguramente sería más evidente si llevaba plantas vivas. No obstante, si la tienda no las vendía, no sería razonable obligarles a venderlas, por lo que decidió comprar únicamente las semillas.
“Bueno, esto está bien, ¿puedo comprar una de cada tipo de semilla que tiene aquí? También quiero ese tarro de cristal y un libro.”
“Muchas gracias. Ah, pero si todavía está pensando en comprar plantas, puede ir a comprarlas al centro comercial. Las semillas que tienen también son más baratas y tienen más tipos de plantas.” – dijo la empleada dejando de guardar las bolsas con las semillas, tras recordar lo que le había preguntado con anterioridad.
Aunque Kazura pensaba que estaba desperdiciando una oportunidad de vender sus productos diciéndole esas palabras, podía ver que, a juzgar por su expresión, lo decía sin ninguna intención oculta.
“Hmm… Todavía quiero comprar las semillas y luego compraré las plantas en el centro comercial.”
“Oh, muchas gracias. Este es un resumen que he hecho yo misma sobre los distintos métodos para cultivar las plantas, me alegraría que pudiera usarlo.”
La mujer sonrió de forma agradable mientras colocaba una copia de su libro, que contenía distintos métodos para cultivar las plantas y un montón de imágenes en una bolsa de papel más grande. Las ilustraciones dentro del libro estaban todas dibujadas a mano.
Así, Kazura terminó de comprar las macetas y semillas de diversas plantas en la tienda y se dirigió hacia el centro comercial de siempre para comprar los semilleros y sus otras necesidades diarias.
* * *
Kazura llegó al centro comercial donde era cliente habitual y se dirigió hacia la zona de jardinería. Estaba repleta de flores y de árboles frutales. También se vendían las plantas que estaba buscando. Mientras seguía mirando las plantas de los semilleros, uno de los empleados corrió hacia él. En su pecho había una etiqueta que decía ‘Gerente’.
“Señor Shino, ¿qué necesitas hoy?”
“¿Eh? Quiero comprar algunas plantas…”
Kazura se sorprendió por un instante al ver que el gerente lo llamaba, pero luego pensó que lo recordaba por la gran cantidad de herramientas agrícolas y fertilizantes que había comprado. Aunque como no estaba planeando comprar una gran cantidad de cosas en esta ocasión, se sentía algo preocupado por las expectativas del gerente.
“¿Plantas? Solo tenemos las que están aquí en estos momentos… Si es necesario, es posible pedir más para que estén a última hora de la mañana.”
“No, no necesito una cantidad tan grande. Dos o tres macetas serán suficientes.”
Aunque la expresión del gerente mostró una cara decepcionada al escuchar las palabras de Kazura, se recuperó de inmediato y comenzó a explicar con detalle las plantas que tenía disponibles.
Debido a que Kazura no estaba cultivando las plantas con la intención de convertirlas en hojas de té y beberlas, le pidió al gerente que le recomendara alguna clase de planta que fuera fácil de cultivar. Como resultado, el gerente le dio una gran cantidad de información y con ella, decidió comprar menta y citronela, por su resistencia y su alta tasa de crecimiento. Además, también compró macetas para tener un sitio donde plantarlas y algunas bolsas con tierra. Y, aunque eran cosas innecesarias para cultivar las plantas, lo siguiente que buscó fueron el sake y el incienso.
A pesar de que el palo de incienso se vendía en el centro comercial, no se vendía ninguna bebida alcohólica y, por ello, fue al supermercado donde había comprado una gran cantidad de arroz. Cuando llegó a la tienda, se dirigió a la sección de bebidas alcohólicas y puso dos botellas de sake de una calidad por encima de la media en la cesta de la compra. Al ver las botellas de alcohol, decidió llevarle una al jefe de la aldea como regalo y para hacer un experimento.
Todavía no había visto ninguna bebida alcohólica en ese mundo, pero pensaba que deberían existir y, como le preocupaba el efecto que podría ejercer el alcohol en un humano, decidió llevar solo una botella. Si no podían consumir bebidas alcohólicas, usaría ambas botellas como ofrenda.
También puso varios palos de incienso en la cesta de la compra y, con esto, pensaba que ya tenía todo lo necesario. Comenzó a caminar hacia la caja registradora cuando pasó por la zona de farmacia.
Después de escuchar la historia de los aldeanos esta mañana, había pensado un poco en los medicamentos. Creía que, al igual que pasaba con la bebida energética, podría tener una eficacia sorprendente y por ello tener alguno al alcance de su mano no sería ningún inconveniente. Además, si tenía cuidado con las dosis, no parecía que hubiera problema con llevarlo. Cuando llegara el momento, decidió que probaría su efecto con alguna enfermedad. Por esa razón, arrojó a la cesta de la compra varios medicamentos para el resfriado común y algunas hierbas medicinales, a medida que iba leyendo el prospecto sobre su eficacia.
Además, añadió tres tazas de té totalmente blancas, un ungüento para lesiones, vendas y gasas a la cesta. Cuando terminó, se fue caminando para pagar en la caja registradora.
* * *
En el momento en que el cielo estaba teñido con el hermoso color de la puesta de sol, Kazura llegó con los bienes que acababa de comprar a su residencia en lo profundo de las montañas. Con las bolsas de la compra bajo ambos brazos, cruzó el umbral hacia otro mundo como de costumbre.
Después de llegar al pasadizo de piedra, fue a la tumba que había hecho anteriormente, abrió la botella de sake y derramó un poco sobre la tumba. A continuación, quemó los palitos de incienso y unió sus manos para rezar.
“Lamento que no haya una lápida, sin embargo, espere un poco más. La próxima vez traeré algo para hacerla… Debería haber comprado algunas flores. Me avergüenzo.” – dijo mientras se inclinaba ante la tumba. Era solo un montículo de tierra.
Luego salió por los árboles que conducían a la aldea, siguiendo las marcas que había dejado para marcar el camino. Iba pensando que Valetta y los demás podrían continuar trabajando, por lo que se dirigió hacia la zona donde se construía la rueda hidráulica.
Hacia el fondo, bajo la sombra de los árboles, había una figura pequeña que, tras confirmar que Kazura ya no podía verlo, salió de su escondite y miró hacia la arboleda mientras inclinaba su cabeza confundido.
“Eso es extraño… Estoy seguro de que el señor Kazura salió desde ahí, pero…” – murmuró Kolz mientras salía de la sombra de los árboles. Miró hacia el interior de la arboleda mientras gemía insatisfecho.
Cuando Kazura ingresó a la arboleda al mediodía, Kolz siguió sus pasos. Sin embargo, a pesar de estar viendo en todo momento la espalda de Kazura mientras caminaba entre los árboles, antes de darse cuenta, había desaparecido. Y lo más incomprensible fue que, cuando caminó entre los árboles para seguirlo, se encontró en las afueras de la arboleda, mirando hacia el pueblo. Había regresado al punto de partida.
‘Ese viejo, no importa cuánto lo intente, no puedo verlo como un Dios. Pero todos en la aldea dijeron que no puedo preguntarle. ¿Cómo voy a confirmarlo…? Pero ha desaparecido ante mí. ¿Será que de verdad es el Dios Greisior…?’
Kolz solía escuchar decir a sus propios padres y a los adultos de la aldea que Kazura no podía darse cuenta de que los aldeanos lo habían reconocido como el Dios Greisior. Por ello le habían sermoneado una y otra vez, hasta que se le adormeció la oreja.
Los adultos estaban preocupados por el comportamiento gamberro de Kolz y le habían advertido una y otra vez, pero cuanto más lo regañaban, más quería comprobar su verdadera identidad. Por lo tanto, Kolz y Myra habían seguido a Kazura, pero al final no fueron capaces de descubrir su verdadera identidad.
Esta mañana había querido invitar a Myra, ahora que había vuelto de Isteria, para seguir a Kazura, pero cuando comenzó a hablar con ella, todo lo que le decía era lo maravilloso que había sido el viaje y una multitud de historias sobre Kazura. Así que al final Kolz no le dijo nada. Sabía que, si le decía algo, sería rechazado y terminaría siendo un obstáculo para sus planes.
Aunque quería preguntarle directamente sobre su verdadera identidad, los adultos le advirtieron severamente que nunca lo intentara. Según ellos, si se revelaba la verdadera identidad de Greisior, desaparecería de la aldea y nunca volvería a mostrar su figura. Sin embargo, Kolz no estaba satisfecho con esa respuesta.
Todo de lo que hablaban los adultos se extraía de una leyenda del pasado, de los tiempos antiguos de la aldea: ‘Greisior no debe darse cuenta de que su verdadera identidad ha sido descubierta’.
Pero la leyenda de Greisior que conocía no mencionaba nada sobre eso.
* * *
Hace mucho tiempo, cuando el país llamado Arcadia no era tan grande como en la actualidad.
Las diversas aldeas de la región se habían visto afectadas por una gran sequía seguida de una hambruna severa. Además, el Señor Feudal que gobernaba la región seguía exigiendo los impuestos como todos los años y se llevaba la poca comida que les quedaba a los aldeanos. Se trataba de una situación en la que todos los miembros de la aldea podían morir de inanición. Y, en ese momento, apareció en el pueblo un hombre vestido con una ropa extraña, llegado de un lugar desconocido.
Ese hombre vio la desastrosa situación del pueblo y, desde algún lugar desconocido, transportó grandes cantidades de comida y de agua, creó una papilla y se la distribuyó a los aldeanos, salvándolos de morir de hambre. Los aldeanos agradecieron enormemente a ese hombre y el pueblo volvió a la vida.
Sin embargo, al final, la historia se dispersó por los pueblos de los alrededores y muchos aldeanos se acercaron a la aldea para estar a salvo. Cuando vio lo que sucedía, ese hombre prometió traer mucha más comida para salvar a los aldeanos y desapareció en algún lugar.
El hombre desapareció durante algunos días, y la gente de la aldea distribuyó las gachas que les quedaban a los aldeanos que se habían reunido en el pueblo y, de alguna manera, pudieron mantenerse con vida. Además, misteriosamente, comer una pequeña cantidad de comida hecha por ese hombre aumentaba la vitalidad, por lo que una gran parte de los aldeanos hambrientos se salvaron.
Varios días después, el hombre regresó a la aldea con un carrito fabricado en madera y con una gran cantidad de comida. Los aldeanos se reunieron y gritaron de alegría saludando a ese hombre, pero al final, apareció el Señor Feudal acompañado por una gran cantidad de soldados. Había escuchado el rumor sobre un hombre que daba comida.
Ese Señor Feudal era una persona malvada y codiciosa. Capturó al hombre y confiscó toda su comida. Además, atándole una cuerda al cuello, le obligó a mostrar el lugar del que había sacado la comida. La expresión del hombre era muy triste y, desatándose la cuerda del cuello, corrió hacia el bosque que se encontraba en las afueras de la aldea.
El Señor Feudal se enfureció cuando vio que desataba la cuerda y apuñaló al hombre varias veces con su espada. Sin embargo, el hombre lo evadió de una manera increíble y, cuando llegó al bosque a las afueras de la aldea, desapareció repentinamente entre la niebla y nunca volvió a aparecer.
Curiosamente, el Señor Feudal y los criados que intentaron capturar a ese hombre justo antes de que desapareciera, murieron a los pocos días de una misteriosa enfermedad. El pueblo se liberó de su gobierno tiránico. Además, después de que el Señor Feudal muriera, la lluvia comenzó a caer, terminando con la sequía.
Todo el mundo estaba seguro de que ese hombre era ‘Greisior, el Dios de la benevolencia y la cosecha’. El rumor decía que el Señor Feudal y sus criados habían cometido un gran pecado por atacar a ese hombre, por lo que habían recibido un castigo divino y murieron.
* * *
Así que esa parte sobre ‘la verdadera identidad de Greisior’ y todas esas tonterías no se mencionaba en absoluto.
El bosque de esa historia era la arboleda que se encontraba ante los ojos de Kolz. Sin embargo, todos en el pueblo consideraban esa zona del bosque como sagrada, por lo que tenían la costumbre de no talar ningún árbol de ese lugar.
En el pasado habían existido algunos aldeanos imprudentes que, al igual que Kolz, intentaron ingresar en la arboleda. Pero al final, incluso si caminaban en línea recta, terminaban experimentando el mismo fenómeno y acababan en la entrada del bosque. Debido a esto, los aldeanos todavía consideraban ese lugar como mucho más sagrado.
Y hoy era la primera vez que Kolz entraba en la arboleda. Si esto hubiera ocurrido antes, aunque sentía curiosidad por resolver ese misterio, su miedo hubiera sido mucho mayor, por lo que no habría entrado bajo ninguna circunstancia. Sin embargo, después de vivir durante veinte días con él en el pueblo, se había acostumbrado a ver cómo Kazura entraba y regresaba de la arboleda sin problemas. Por lo que su miedo se había ido desvaneciendo.
Reuniendo su coraje, persiguió a Kazura y entró en la arboleda, pero el resultado fue el esperado. Kolz terminó merodeando alrededor de la arboleda, hasta que, al atardecer, Kazura salió del bosque con una expresión despreocupada mientras cargaba varias cosas. No tenía ni idea de lo que había sucedido.
Al final, Kolz miró fijamente los árboles mientras gemía en voz baja hasta que se dio cuenta de que no había nadie en los alrededores y, asustándose, corrió apresuradamente hacia la aldea.
* * *
Era por la tarde. Como de costumbre, Kazura cenó con la familia del jefe de la aldea y, al terminar, hirvió algo de agua caliente en una olla pequeña en el fuego de la casa. Estaba usando las hierbas que había traído de Japón para hacer té para dos personas.
Mientras esperaba a que el agua terminara de hervir, distribuyó varias de las hierbas midiéndolas con una de las tazas de cristal, para crear la mezcla que más le gustaba beber en casa. Algunas de las plantas tendían a liberar fácilmente su aroma, por lo que, con mucho cuidado para no aplastarlas, las puso dentro del tarro.
“Uaa, así que estas son las hierbas, ¿es algún tipo de planta medicinal?”
“Sí. Se crea secando las hojas o las flores de plantas que poseen un buen olor. Además de para hacer té, también se pueden emplear en la cocina y son buenas para el cuerpo.”
Varin observó las extrañas hierbas que se encontraban dentro de la bolsa antes de que Kazura le pasara una llena de citronela. Abriéndola, olfateó su aroma dulce, haciendo que su expresión se volviera gratamente sorprendida.
“¡Qué olor tan inusual…!”
Cuando Varin dijo esas palabras, le pasó la bolsa a Valetta, que estaba observando desde un costado. Después de olerlo, también se sorprendió.
“Aunque puedes disfrutarlo comiéndolo de esa forma, le faltará algo de aroma. Está mucho mejor después de extraer su sabor con agua caliente, así puedes disfrutarlo más.”
Desde el interior de la bolsa de papel que había traído Kazura, sacó varios tipos de hierbas y comenzó a explicarles sus distintos sabores y beneficios. Valetta estaba escuchando la explicación de Kazura mientras tenía abierto el libro sobre las hierbas y comparaba las ilustraciones con las plantas, asintiendo. Mientras hacían esto, el agua comenzó a hervir. Ahora podían hacer el té.
“Esto está hecho con mi mezcla favorita; si no se adapta a tu paladar, avísame y prepararé un té diferente.” – dijo Kazura, mientras vertía el agua caliente en un pequeño tarro de cristal. Las hierbas eran citronela, cáscara de naranja, hibisco y rosa mosqueta.
El agua caliente se extendió a través de las hierbas del tarro de cristal, haciendo que liberasen distintos colores en el agua, aunque el hibisco impuso su predominio de inmediato. Al final, el agua caliente se tiñó de una manera homogénea, con un color rojo intenso.
“Uaa, es realmente hermoso. Es como el color del té que viene en el libro.”
Con los ojos iluminados, Valetta estaba mirando el agua caliente dentro del tarro de cristal a medida que se iba volviendo roja. A su lado, Varin también habló con admiración.
“En realidad, el tipo de hierbas utilizadas en ese libro son un poco diferentes.”
Kazura esperó un rato a que las hierbas del tarro se cocieran a fuego lento y se extrajera su esencia. Tras esto, vertió el té en las tazas blancas que había comprado en el supermercado.
“Por favor, toma un sorbo, espero que se adapte a tu gusto.”
Valetta y Varin recibieron las tazas de té. Sus mejillas se aflojaron por el olor que brotaba de la taza. Era un aroma diferente de las hierbas deshidratadas. El olor era realmente agradable.
“Que aproveche… Hmm, un poco amargo, ¡pero está delicioso!” – dijo Valetta.
“Sí, está muy bueno. Es algo agrio, como la ciruela seca, pero es una acidez diferente. También tiene un buen olor.”
Al ver que ambos bebían el té y decían que lo estaban disfrutando, Kazura se sintió aliviado. Realmente quería que la primera vez que lo probasen fuera una experiencia agradable, por lo que estaba muy contento de que todo hubiera salido bien.
“¿De verdad? Me alegro. Ya que hay varios tipos de hojas, dependiendo de la combinación podríamos tener varios olores y sabores.” – les dijo Kazura mientras saboreaban el té.
Sin embargo, al mismo tiempo mientras se rascaba la cabeza, pensaba que habría estado bien si hubiera traído algo de miel, ya que, personalmente, le gustaban las cosas dulces.