viernes, 18 de julio de 2025

JDR - Capítulo 307

Capítulo 307

¡Que llueva sobre mí, nena!
Traducido por Tars
Corregido por Noe
Editado por AMarauder

“¿Quién dijo que solo quienes se mantienen en la luz son héroes…?” Tarareando una canción desafinada, un ratón gordo agitó la lata de hierro en su mano y derramó el combustible sobre el techo de un edificio. Desde que desbloqueó la profesión oculta y se convirtió en la afilada espada bajo la capa del Administrador, Adversidad se sintió completamente renovado, sintiendo como si hubiera redescubierto el significado de su existencia. Efectivamente, en lugar de presumir de fuerza en el campo de batalla, su estilo de juego era mucho más acorde a realizar actos malvados donde nadie podía verlo. ¿Y qué si nadie sabía lo que hacía? Con que el Administrador lo supiera, ¡era más que suficiente! Tras reflexionar sobre eso, Adversidad sintió que merecía al menos la mitad del crédito por la plaga de roedores en la Ciudad del Continente Occidental. “Humanos… ¡Muere! ¡Muere!” – riéndose como un maníaco, agitó el bidón de combustible en su mano hasta que derramó la última gota. Al terminar, se enderezó y miró a su alrededor. Al ver que nadie lo había descubierto, siguió rápidamente la ruta segura detectada por sus secuaces y se escabulló del tejado. Un grupo de ratas mutantes con latas atadas a la espalda lo seguían entusiasmadas. Las latas de hierro que llevaban no habían sido hechas por Adversidad. Mosquito las había dejado caer en la selva a 3 kilómetros del Ayuntamiento de Qingshi al amparo de la noche, y luego corrió a recogerlas según los puntos marcados en la máquina virtual. Estaban unidas con cuerdas, repletas de combustible de biomasa con espesantes y oxidantes de combustión, y habían sido lanzadas en paracaídas. Aunque muchas latas terminaron rayadas por ramas o simplemente sufrieron fugas al aterrizar, la gran mayoría seguían intactas. Durante el último mes y medio, Adversidad, gracias a su familiaridad con el terreno y a su pequeño tamaño, había transportado más de 2100 latas al escondite en el Ayuntamiento de Qingshi. ¡Llevando casi 11,2 toneladas de combustible! Y anoche, de madrugada, cuando todos estaban desconectados, recibió la misión de verter el combustible mezclado con espesante sobre el tejado del punto débil de la zona norte de defensa de los depredadores. La misión de atacar el Ayuntamiento de Qingshi comenzaría a primera hora de la mañana, y él lo supo antes que cualquier otro jugador. Con la ayuda de sus pequeños secuaces, Adversidad había completado la mayor parte de su misión con éxito. Aunque sus pequeñas ratas eran un poco torpes y no podían vaciar combustible, sabían cómo seguir a su jefe. De hecho, no sabían qué quería hacer Adversidad, ni para qué servía ese líquido viscoso y apestoso, pero la acción en grupo los emocionaba muchísimo. Incluso los humanos, que fácilmente podrían pisotearlos hasta la muerte, entrarían en pánico inconscientemente al verlos aparecer en grupos. La sensación era como si hubieran conquistado la ciudad. ¡Y el ratón más gordo que los unió era su rey!
* * *
En la zona norte del Ayuntamiento de Qingshi. El techo de un edificio de cinco pisos, medio derrumbado, estaba repleto de troncos y hormigón. La basura que cubría todo el páramo llenaba el edificio derruido, dejando solo una ametralladora ligera refrigerada por agua en el estrecho agujero de disparo. “¿Qué es este olor?” – De pie a la entrada del búnker de ametralladoras, Viento Negro olfateó y frunció el ceño. – “¿Por qué huele tan mal?” Desde el principio, había olido algo extraño. Y, al parecer, no era el único que lo había percibido. Feng Si, agachado junto a la ametralladora, también arrugó la nariz. “Eh… Yo también lo huelo.” Ese era el puesto centinela en la zona norte del Ayuntamiento de Qingshi. No muy lejos de ellos se encontraba el único camino que conducía hasta la Ciudad del Continente Occidental… Aunque ese camino estaba demasiado deteriorado para ser considerado una carretera, era probable que Bernie, el oficial del Estado Mayor guardase algún tipo de rencor contra los árboles en una vida anterior. Los había estado movilizando para talarlos, construir fortificaciones y reforzar búnkeres durante los últimos meses. No solo se desplegaron numerosos puntos de ataque cerca del lado sur, más cercano al Pueblo del Arroyo Lejano, sino que también se habían llevado a cabo extensas obras de construcción cerca del lado norte, hacia la Ciudad del Continente Occidental. Incluso sugirió a su líder, Colmillo de León, que asignara un centenar de esclavos para reparar el camino deteriorado. En palabras de ese oficial del Estado Mayor, «la tierra no puede cambiar, pero la gente sí». El oponente no necesariamente lanzaría un ataque desde la posición más cercana, sino que también podría intentar flanquearlos o incluso maniobrar hacia su retaguardia. Unas fortificaciones sólidas y unas líneas de suministro sin obstáculos podrían ayudarles a obtener mayores ventajas en el campo de batalla. Pero, siendo sinceros, Viento Negro dudaba de que el otro bando realmente tuviera el coraje de atacarlos activamente. Tenían una brigada entera de 1000 hombres acantonada allí, y el equipo que tomaron de la Legión no consistía solo en unos pocos rifles, sino también en docenas de cañones de 100 mm y camiones para remolcarlos. Además, decenas de miles de personas estaban esperando en la Ciudad del Continente Occidental tras ellos. En caso de ataque, un gran número de refuerzos llegaría al frente en un día como máximo. Pero dicho esto, el inminente hedor inquietaba a Viento Negro. “Saldré a echar un vistazo.” Tras decir esto, agarró su rifle destripador que estaba apoyado en la puerta y siguió el penetrante olor para rastrear su origen. Al bajar a la calle, la brisa le golpeó en la cara. Calculando que el olor provenía del tejado de la casa de al lado, Viento Negro cargó el rifle con cuidado y se acercó con cautela. Subió las escaleras lentamente, en silencio. Sin embargo, cuando llegó a la azotea del edificio y empujó la puerta entreabierta, vio una escena que jamás olvidaría. Una rata gorda, casi tan alta como un hombre, tarareando para sí misma con una voz extrañamente desafinada. Agitaba una lata que tenía en las garras, salpicando combustible negro por todas partes. Esa escena era simplemente aterradora. La rata no solo pronunciaba palabras, sino que incluso cantaba canciones. Esa escena era tan absurda que hizo sospechar a Viento Negro que estaba alucinando. Estaba completamente aturdido, olvidando incluso de usar el arma que tenía en las manos. La rata gorda no parecía haberlo notado. Sin embargo, las ratas más pequeñas que la rodeaban lo detectaron de inmediato, mostrándole los colmillos, siseando y gruñendo. Finalmente, al notar el movimiento tras él, Adversidad se giró; sus ojos redondos se encontraron con los del sorprendido depredador de la puerta. Mostrando una sonrisa que pensó que resolvería la vergüenza, Adversidad arrojó la lata que tenía en la mano sin dudarlo antes de sacar la pistola que llevaba al cinturón rápidamente. Sin embargo, el depredador obviamente no era un incompetente. Se recuperó rápidamente del susto e incluso apretó el gatillo un paso más rápido que Adversidad. ¡Bang! Se escuchó un fuerte disparo en la azotea. Adversidad gruñó de dolor al ser atravesado por una bala de rifle en el pecho, y cayó de espaldas junto al oxidado tanque de agua. Sin embargo, no perdió toda su fuerza de combate tras el disparo. Apuntó con su pistola a la entrada del último piso y disparó tres tiros seguidos, obligando al depredador, que estaba a punto de entrar corriendo, a retirarse. Al oír las balas silbando cerca de su cabeza, Viento Negro sintió que se le erizaban los pelos, completamente confundido por lo que acababa de ocurrir. ¡Ya daba bastante miedo que una rata mutante con la mitad de altura que una persona cantase mientras vertía combustible en el suelo! ¡Pero incluso sacó una pistola y le disparó! Claramente no recordaba haber consumido drogas anoche… En ese momento, el compañero que estaba en el tejado junto a él probablemente oyó los disparos y le gritó. “Amigo, ¿qué pasa?” “¡Una rata! ¡Una rata enorme! ¡Maldita sea! ¡Me está disparando!” – gritó Viento Negro horrorizado a todo pulmón mientras disparaba a la rata gorda que se escondía. “¿……? ¿Una rata?” Su compañero también se quedó estupefacto, incapaz de responder durante un rato. Sabiendo que no podía explicarlo con claridad, Viento Negro solo pudo apretar los dientes y seguir disparando, esperando que el equipo de patrulla acudiera a apoyarlos en cuanto oyeran los disparos. Aunque la rata no tenía la desventaja de Pies paralelos, seguían sin poder usar armas humanas con facilidad. Tras recibir el disparo, sintió que su barra de salud bajaba rápidamente, y que con cada respiración una gran cantidad de sangre le salía a borbotones del estómago. ‘¡Maldita sea! ¡Este atributo de constitución es completamente inútil! Olvídalo, de todas formas, mi CD de resurrección solo dura 24 horas…’ Tras disparar la última bala del cargador, Adversidad se decidió, tiró la pistola que ya casi no podía agarrar y sacó una caja de cerillas con dedos temblorosos. Una llama se encendió rápidamente en la punta de sus dedos. Era muy débil. Sin embargo, en cuanto apareció, ya fueran las pequeñas ratas temblorosas que se escondían por allí o el depredador agazapado en la entrada del pasillo, todos sus rostros mostraron una expresión de horror. “¡No!” – gritó Viento Negro aterrorizado. Sin embargo, la rata gorda ya había dejado caer la cerilla al suelo mientras reía con fuerza. “¡Ja, ja, ja, ja! ¡Que se jodan los humanos...! ¡Morid!” Las llamas se alzaron y envolvieron a la rata gorda por completo. De pie entre las llamas, Adversidad se rio con voz aguda y salvaje. Parecía un demonio salido del infierno. El fuego furioso que ardía a su lado convirtió al instante toda la azotea en un purgatorio. El fuego voraz se extendió rápidamente con la ayuda del combustible del suelo y las marcas de humedad dejadas por las ratas, incendiando todas las latas que hierro que llevaban sobre el lomo. Las ratas en llamas gritaban de dolor y forcejeaban como locas. Saltaban arriba y abajo, dispersándose por todas partes y llevando las llamas a los edificios cercanos antes de morir abrasadas. Los continuos disparos y la humareda atrajeron rápidamente la atención de las patrullas cercanas, y pronto, un equipo de diez hombres acudió rápidamente para brindar apoyo. Con un rifle en la mano, Viento Negro huyó desesperadamente del humo. Justo cuando se encontró con un líder de escuadrón, este lo agarró del cuello. “¿Qué ha pasado? ¿Por qué hay fuego?” Ante la mirada asesina, Viento Negro tartamudeó. “Ra… rata, una rata con la mitad de altura de un hombre. Estaba echando combustible en la azotea, y después de encontrarla, encendió una cerilla…” Al oír esta respuesta incoherente, el líder del escuadrón se quedó aturdido por un instante antes de empezar a gritar furioso. “¿Me estás tomando el pelo?” Sin embargo, no era momento de enfadarse. El líder del escuadrón soltó el cuello de Viento Negro y ordenó a sus subordinados que vigilasen al presunto pirómano, mientras ordenaba al resto que apagaran el fuego de inmediato. No había lagos ni ríos en el Ayuntamiento de Qingshi. Su fuente de agua dependía principalmente de la lluvia purificada y de varios pozos. Si permitía que el fuego continuase propagándose, ¡la parte sur de Qingshi podría verse afectada! Sin embargo, en ese momento, un ruido estridente llegó repentinamente del cielo. Antes de que el líder del escuadrón pudiera reaccionar, una lluvia torrencial de balas rugió, haciendo añicos el camino de cemento bajo sus pies. Los escombros acribillados a balazos se desprendieron de las esquinas de la calle, y un muro de hormigón se desmoronó directamente dejando solo su esqueleto de acero. Viento Negro, quien logró tumbarse a tiempo, tuvo la suerte de escapar del ataque, pero el compañero a su lado no la tuvo. ¡Tres ametralladoras de 10 mm le volaron la mitad de su cuerpo! Al mirar el fuego celestial que caía desde el firmamento, las ratas que sobrevivieron a las llamas dejaron de correr. Para ellas, las llamas que caían del cielo eran la obra maestra de su jefe, y esos poderosos humanos se dispersaban y huían bajo el poder de la gran rata cornuda. En lugar de sentirse traicionados por su líder, el horror en sus ojos se transformó rápidamente en admiración. ¡Su jefe era demasiado imponente!
* * *
Después de que se desvaneciera el rugido de las ametralladoras, Viento Negro, con los tímpanos casi destrozados, salió de entre los escombros con dificultad. Sin embargo, tras escapar del peligro, todo lo que se avecinaba lo dejó sin aliento. El líder del escuadrón que lo había agarrado por el cuello, ya había sido destrozado por la lluvia de balas que caía del cielo. Los depredadores a su lado también murieron en el acto por las ametralladoras. No muy lejos de Viento Negro, un depredador con un rifle a la espalda yacía en el suelo, gruñendo de dolor; la parte inferior de su cuerpo había desaparecido por completo. Había miembros rotos a su alrededor. Y todo sucedió en cuestión de segundos. El miedo se reflejó en las pupilas de Viento Negro. El rifle que sostenía no dejaba de sacudirse, sus piernas temblaban involuntariamente. Las chispas caían constantemente de los tejados en llamas, y el fuego ya se había extendido por las calles. A lo lejos, se oyó una atronadora explosión. Probablemente el depósito de municiones se había incendiado o una bomba se había lanzado desde el avión. Viento Negro levantó la cabeza y miró fijamente hacia el cielo. Los aviones volaban dando vueltas como mosquitos, lanzando lenguas de fuego de vez en cuando, hacia el mar de llamas. En cada descenso, se cobraban innumerables vidas. “Esto es el infierno…” Ratas hablando lenguaje humano, cruces voladoras que escupían fuego y aullidos fantasmales… Todo esto presagiaba el fin del mundo. Con una mirada aterrorizada, Viento Negro murmuraba palabras incomprensibles. Ni siquiera tuvo tiempo de pensar en quiénes eran sus enemigos mientras movía sus pesadas piernas y corría hacia las protecciones de la ametralladora. En la azotea, no muy lejos, la ametralladora refrigerada por agua escupía llamas, disparando frenéticamente hacia el cielo, desatando su inútil potencia de fuego. Poco después, un avión pasó rugiendo sobre el puesto de tiro, lanzando una bomba aérea contra el edificio que escupía hacia ellos. Las llamas de la explosión se elevaron hacia el cielo. La abrasadora onda expansiva impactó contra el pecho de Viento Negro, lanzándolo por los aires justo cuando estaba a punto de correr a ayudar a sus compañeros. Cuando se limpió la sangre y los escombros de la cara y se puso de pie con dificultad sobre las ruinas, al edificio de cinco pisos con el nido de ametralladora solo le quedaban tres y medio. Todas las defensas construidas con hormigón y troncos fueron destruidas hasta el punto de volar en pedazos. Al ver todo lo que tenía frente a él, Viento Negro no pudo contener más el miedo y huyó como un loco. No sabía adónde iba, solo quería mantenerse alejado de esa calle. Mientras tanto, una escena similar se estaba desarrollando por todo el Ayuntamiento de Qingshi con la llegada de la Legión Goblin…
* * *
“¡Fuego a discreción! Repito, ¡fuego a discreción!” Sintiendo como la adrenalina corría por su cuerpo, Mosquito gritó con entusiasmo, mientras movía la palanca lateralmente para realizar una maniobra de evasión. Notó que, aunque las ametralladoras de estos depredadores eran bastante potentes y tenían una alta cadencia de fuego, su precisión a algo en el aire era extremadamente baja. Como no había munición trazadora para corregir la trayectoria, esos depredadores sin experiencia en combate antiaéreo solo podían disparar al cielo por instinto. Con unas simples maniobras evasivas, pudo librarse fácilmente de las balas que lo perseguían y dar la vuelta para atacar los nidos de ametralladoras que atacaban a sus compañeros. La tranquilidad de la mañana se vio perturbada por el estruendo de los disparos, y las balas que cubrían el cielo. El Ayuntamiento de Qingshi parecía un polvorín al que se le había prendido fuego. El combustible que Adversidad había vertido en el tejado se incendió con la munición trazadora mezclada con polvo de magnesio y aluminio y resina fenólica. Toda la zona sur del Ayuntamiento de Qingshi se convirtió en un mar de llamas. Los depredadores, que no tuvieron tiempo de escapar, murieron quemados en sus camas. Las calles eran como muros de fuego que dividían el campo de batalla. Los depredadores pronto se vieron atrapados en un dilema. Si apagaban el incendio, tendrían que movilizar una gran cantidad de hombres. Sin embargo, una vez que la multitud se reuniera, inevitablemente serían avistados por los aviones que sobrevolaban el cielo. Pero si dejaban que el fuego continuara propagándose, los suministros que habían almacenado en el sur pronto quedarían reducidos a cenizas. En los grandes almacenes. Colmillo de León se levantó del suelo y agarró al mensajero que venía a dar la noticia sorprendido y furioso. “¿De dónde salieron esos malditos aviones?” “Yo… yo… yo no sé… esos aviones… vienen del sur… Son 50… oh no… 52, y de repente abrieron fuego contra nosotros sin previo aviso.” El rostro del depredador observado por su líder estaba horrorizado, y no pudo pronunciar una frase completa tras tartamudear durante un buen rato. Hacía apenas medio minuto, dos bombas aéreas habían impactado contra el edificio, provocando una explosión ensordecedora que casi dejó a todos sordos. Por suerte, el edificio construido antes de la guerra era lo suficientemente resistente. Las bombas aéreas solo rasparon un poco de cemento y no causaron daños visibles a la estructura. Aun así, seguía siendo bastante aterrador. “¿52 aviones? ¿Estás seguro?” Tras escuchar el informe del mensajero sobre la situación de la batalla, el rostro de Bernie mostró sorpresa. El depredador tragó saliva y asintió rápidamente. “¡Estoy seguro! ¡Los conté con cuidado!” A Bernie se le encogió el corazón. Hace un mes y medio, tras escuchar la información traída por los apóstoles de Antorcha, pensó que, como mucho, esa gente tendría dos o tres aviones. Pero no esperaba que decenas de ellos llegasen a la vez… Aunque se trataba de un avión de hélice anticuado, la potencia de fuego aéreo era sin duda fatal para la Tribu Mastica Huesos que carecía de potencia antiaérea. Ya podía intuir que las tropas terrestres del enemigo estarían en camino. No había ninguna mina de cobre en Pueblo del Arroyo Lejano, ¡y la verdadera razón por la que repararon la vía férrea que conducía hasta allí era atacarlos! Si hubiera sido antes, Bernie sin duda le habría aconsejado a Colmillo de León que se retirase. Que abandonase la posición para preservar sus fuerzas, esperase los refuerzos del grupo principal y luego usase la táctica de oleada humana para atacarlos y derrotarlos. Sin embargo, el otro grupo tenía aviones… No importaba en qué dirección se retirasen, su destino sería el mismo. Colmillo de León miró ansiosamente a su oficial de Estado Mayor. “¿Qué hacemos?” Bernie apretó los dientes. “No entres en pánico. Solo tienen una pequeña ventaja en el cielo, pero el suelo todavía nos pertenece. Sin la ayuda de tropas terrestres, será complicado para sus aviones causarnos daños. Las tropas de la gente de azul obviamente ya están en camino hacia aquí, pero optaron por usar los aviones para atacarnos primero. Lo más probable es que sus números sean escasos, por lo que tienen la intención de crear el caos con los aviones y proporcionar apoyo a las tropas terrestres. En este momento, no debemos actuar impulsivamente.” Colmillo de León era un comandante de brigada que había experimentado muchas batallas. Aunque entró en pánico momentáneamente, recuperó rápidamente la compostura. Al ver a Colmillo de León calmarse gradualmente, Bernie dio su sugerencia con un tono grave. “Pídeles a tus hombres que se oculten, y recuerda no abandonar las protecciones para disparar contra los aviones. Todas las posiciones de ametralladora en el suelo, independientemente del calibre, ¡deben apuntar al cielo y disparar!” Aunque no era una buena idea, no había otra solución. Si a esos aviones se les permitiera irse después de arrojar sus municiones, y luego volver para lanzar una segunda ronda después de que repusieron su munición con las tropas terrestres, eso sería definitivamente un desastre. El oponente solo tenía aviones de hélice, pero las balas con un calibre por encima de 7 mm eran suficientes para causarles daño de manera efectiva. “Además, necesitas formar inmediatamente un equipo de 100 hombres y hacer todo lo posible para controlar el fuego en el sur. Tenemos que proteger nuestros depósitos de municiones y puntos de fuego dispersos en otras zonas. Al mismo tiempo, ¡tenemos que notificar a los 100 hombres que defienden el norte que se preparen para enfrentarse al enemigo! La Ciudad del Continente Occidental está a menos de 20 kilómetros. Nuestra fuerza principal ya debe haberse dado cuenta de cuál es la situación. Mientras aguantemos hasta que lleguen refuerzos, ¡la victoria será nuestra!”
* * *
“Amigos, ¡dispérsense!” Las balas disparadas desde tierra se intensificaron de repente. Casi todas las posiciones de ametralladora alzaron sus cañones y dispararon contra el cielo, causando grandes problemas a los planeadores que se lanzaban en picado. Mosquito tomó una decisión rápida y ordenó que los aviones se dispersasen. Cada piloto lucharía por separado, priorizando las ubicaciones estratégicas marcadas en el mapa de la MV y eliminando a las tropas enemigas como objetivo secundario. La estrategia de dispersarse para acosar funcionó de maravilla. La red de fuego que disparaba hacia el cielo se dispersó junto a la formación de vuelo. Sin embargo, aún hubo dos tipos desafortunados que fueron alcanzados por las ametralladoras durante una caída en picado. Un W-2 perdió un ala y se estrelló directamente contra un búnker de ametralladora en la parte superior del edificio. La cabina del otro planeador Polilla estaba plagada de agujeros. Aunque el avión seguía volando, la MV fue destrozada por las balas. Al ver los aviones humeando, Mosquito no pudo evitar llorar por la pérdida. “Buenos hermanos… Os vengaré.” Las bajas en combate de la formación de vuelo continuaron, con aviones cayendo del cielo de vez en cuando. Sin embargo, ni un solo piloto escapó ni se lanzó en paracaídas. Todos habían entrado en un frenesí sediento de sangre. Ya fueran los pilotos en el cielo o los soldados de infantería en el suelo. Los depredadores que se escondían entre las ruinas ni siquiera estaban satisfechos con la potencia de fuego de las ametralladoras. Muchos incluso alzaron sus rifles y dispararon hacia el cielo, sin importar si podían alcanzarlos. Las alas de la aeronave de Mosquito finalmente recibieron varios impactos. Una bala de ametralladora de 7 mm incluso penetró la cabina, rasgándole la pierna izquierda. Mirando de reojo la máquina virtual atada a su pierna, Mosquito agarró con calma la palanca de control y redujo la altitud de vuelo, esquivando las balas. A medida que la altitud descendía, la potencia de fuego a sus espaldas se redujo drásticamente. Ignorando las ametralladoras ligeras que le disparaban, Mosquito aceleró sin dudarlo hacia el depósito de municiones marcado en el mapa. Y en cuanto el objetivo se alineó con la retícula, presionó hábilmente el botón de lanzamiento. La bomba aérea de 100 kg se desprendió de la panza del avión y cayó directamente contra el muro de hormigón medio derrumbado. Tras un breve lapso de tiempo, con el sonido de la explosión, las llamas se elevaron a decenas de metros de altura. Casi en el mismo instante en que Mosquito levantaba el morro, el sonido de la munición al explotar resonó por la calle; estaba tan animado como en año nuevo. Los depredadores que huían fueron engullidos por el humo y la metralla. En un instante, el suelo quedó cubierto de innumerables cadáveres y heridos. “¡Ja, ja, ja! ¡Feliz Año Nuevo!” Su tenso rostro finalmente se relajó un poco. Tras lanzar la última bomba, continuó apuntando a las posiciones de artillería en el lado sur del mapa. Dos cañones de 100 mm estaban ocultos bajo un búnker de madera. Esos depredadores parecían saber de antemano que sus enemigos contaban con aviones. Muchos puntos estratégicos estaban camuflados con basura u otros objetos que permitían esconderse. Sin embargo, lo que desconocían era que los ojos de la Nueva Alianza no solo estaban activos en el cielo, sino también ocultos entre las ruinas del suelo. En el último mes y medio, cierta rata ya había identificado claramente sus posiciones. Dónde estaban sus depósitos de munición, dónde dormían, dónde estaban sus nidos de ametralladora… ¡e incluso dónde se escondían sus puestos de mando! Todo estaba marcado en el mapa separado por categorías. Aunque no había nadie en la posición de artillería, Mosquito redujo altitud y disparó una ronda de balas de 10 mm, asegurándose de que nadie pudiera usarlo más tarde. Tras una ronda, y cuando estaba a punto de levantar el morro, una gruesa y larga lengua de fuego surgió repentinamente desde una ventana oscura cercana. ¡Tatata…! Astillas de madera salieron disparadas del ala izquierda cuando se partió en dos. ¡El avión de ataque a tierra W-2 que volaba cerca del tejado perdió el equilibrio al instante! “¡Mierda!” Mosquito apenas tuvo tiempo de pronunciar una palabra antes de que la panza del avión chocase con el tejado, girase en el aire y terminase estrellándose contra el segundo piso de un edificio medio derrumbado. El impacto le provocó un zumbido en la cabeza, desconectándolo en el acto. Intentó volver a entrar durante diez minutos antes de poder iniciar sesión. Cuando volvió a abrir los ojos, descubrió que su avión estaba atascado en la pared exterior del edificio, con la mitad trasera colgando en el aire y la delantera clavada contra la pared. Una barra de acero retorcida había penetrado el morro del avión, partiendo la hélice y el motor por la mitad, y se detuvo justo donde estaba la palanca de control. Por suerte, se detuvo. Si hubiera avanzado un centímetro más, no habría tenido que esforzarse tanto para volver a conectarse el juego. Habría ido al foro a esperar el informe de batalla. Esta vez, voló demasiado cerca del sol. “¡Mierda…! ¡Qué emocionante!” Mosquito jadeó de asombro, pero el humo denso lo ahogó tanto que casi rompió a llorar. Las llamas ardían a su alrededor. Según el mapa, su ubicación actual debería ser el extremo sur del Ayuntamiento de Qingshi, ¡justo detrás de la Tribu Mastica Huesos! Y la MV de Adversidad estaba en el tejado, no muy lejos de su posición… Limpiándose la arena y la sangre de la cara, Mosquito, que sabía perfectamente cuánta agresividad había generado, no se atrevió a quedarse allí ni un segundo. Sacó apresuradamente una metralleta PU 9 de debajo del asiento y la arrojó al edificio frente a él. Luego, extendió la mano, agarró las barras de acero expuestas de la pared y salió de la cabina destruida. Casi al mismo tiempo que salía, las balas silbaron por el aire. Le dispararon desde un costado de la calle, asustándolo tanto que no se atrevió a voltear la cabeza mientras corría hacia las escaleras derruidas. Con un aspecto sucio y desaliñado, se metió rápidamente en un callejón estrecho tras escapar del edificio. Sin embargo, justo cuando estaba a punto de huir, se dio cuenta, tras dar solo un par de pasos, de que era un callejón sin salida. Su rostro se puso lívido al instante. Al darse la vuelta, descubrió que los depredadores que lo perseguían habían llegado a la entrada del callejón. Había al menos 100 depredadores intentando apagar el fuego. Tras descubrirlo, siendo un piloto solitario, casi todos los depredadores lo rodearon. Estas personas no parecían tener la intención de matarlo sin más. Lanzaron granadas de humo al callejón y luego se acercaron lentamente a él sin perder la cobertura. Mosquito siguió disparando a los depredadores, intentando evitar que se acercasen. Sin embargo, pronto vació el primer cargador. Y tras buscar por su cuerpo y no encontrar el segundo, se desesperó. ‘¡Maldita sea! ¿Por qué no se concentran primero en apagar el maldito incendio? ¿Qué sentido tiene tener a tanta gente persiguiendo a un piloto en lugar de apagar las llamas?’ Sin embargo, esos depredadores no entendían nada de lo que decía. Y Mosquito sintió que, aunque lo entendieran, definitivamente no lo escucharían. Al observar los rostros con sonrisas sombrías y expresiones distorsionadas tras la densa humareda, Mosquito no pudo evitar pensar en las historietas que había leído y se estremeció involuntariamente. ‘¡Maldición! No puedo descuidarme… Prefiero esperar a que se reactive la reaparición en el foro.’ Sacando una daga del bolsillo, Mosquito estaba listo para oponer una última resistencia. Sin embargo, en ese momento, se escucharon repentinamente densas explosiones en la distancia. Se podían oír con claridad incluso a decenas de kilómetros de distancia. Los depredadores que bloqueaban la entrada del callejón se quedaron claramente desconcertados por las explosiones, e incluso dejaron de avanzar. Mosquito se quedó paralizado un instante y, al mirar la hora en la máquina virtual, una expresión de éxtasis se dibujó en su rostro. ¡No podía estar equivocado! ¡Ese es el sonido de los cohetes! ¡La ofensiva terrestre había comenzado! Sin dudarlo, Mosquito extendió la mano, presionó el botón del auricular y gritó con entusiasmo con todas sus fuerzas. “Artillería de la Legión Goblin, ¡disparad a mis coordenadas!”


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