El viaje por la grieta dimensional me evocó una sensación muy peculiar. Sentí como si estuviera atrapado en el medio de una película en cámara rápida. Mientras iba sentado sobre mi trasero, todo a mi alrededor se movía haciendo que los colores se volvieran borrones indescifrables, mientras que mi perdida mirada veía a lo lejos, sin más lagrimas que derramar.
En el lugar donde aterricé había montón de hojas y enredaderas que amortiguaron mi caída. Sin embargo, eso no importaba. Aunque hubiese caído sobre rocas puntiagudas, probablemente ni lo habría sentido. Me quede en la misma posición que había estado durante todo el viaje, sin siquiera molestarme en ver mi alrededor.
Se había ido. Nunca más sería capaz de volver a verla otra vez. Estos dos pensamientos formaron un nuevo torbellino de emociones mientras sollozaba sin derramar una lagrima. Comencé a recordar los casi cuatro meses que habíamos pasado juntos; cuán cariñosa había sido, tratándome como si fuera de su propia sangre. No me importaba que se hubiera tomado un tiempo antes de enviarme a casa para poder estar más tiempo juntos. Durante el corto tiempo que había estado con Sylvia, me había enseñado tanto y me había dado una idea de lo que me faltaba desde que había llegado a este mundo.
Sucumbiendo al deseo de mi mente de querer dormir para lidiar con este dolor, me acurruqué como si fuera una bola donde había aterrizado cuando un abrasador dolor me ayudó a volver de vuelta. La sensación de ardor se extendió desde mi núcleo de maná por todo mi cuerpo hasta que una voz hizo eco en mi cabeza.
«¡Ejem! Probando, probando… ¡Ah, bien! Hola Art, soy Sylvia.»
Mi corazón se comenzó a agitar e instantáneamente respondí a la voz.
“¡Sylvia! ¡Estoy aquí! ¡Puedes escu…“
«Si estás escuchando esto ahora, significa que te he enseñado lo que soy…»
Ah, era algún tipo de grabación que había infundido cuando perforó aquel pequeño agujero en mi núcleo de maná.
«… Todavía no estás ni siquiera cerca de estar listo para saber toda la verdad. Conociéndote, si te hubiera dicho quién era esa figura que estaba en el cielo, habrías intentado pelear precipitadamente. Pequeño Art, apenas has pasado de los cuatros años. Al mirar dentro de tu núcleo de maná, me di cuenta que tienes un talento excepcional, ya que tu núcleo ya es de color rojo oscuro. Te dejaré esto de mi parte: he infundido en ti mi única voluntad. Esto es algo que no tiene comparación con la voluntad de una bestia normal. Tu progreso futuro como mago dependerá de cuán capaz seas de usar mi voluntad, que está integrada a tu núcleo de mana…»
¿Era por esto que el púrpura en sus ojos y sus patrones dorados habían desaparecido?
«En el momento en el que núcleo de maná alcance el nivel siguiente de la fase blanca es cuando volverás a escucharme de nuevo. En ese momento, te explicaré todo y lo que hagas después de eso, será tu decisión.»
¿Hay una etapa más allá del blanco?
«Por último, Art… Sé que puedes estar sufriendo, pero recuerda que tienes una familia y la piedra que te confié para cuidarlos. Mi único deseo es que abraces la alegría y la inocencia de la infancia; entrena duro, y haz que tus padres y yo nos sintamos orgullosos. No sigas a las sombras por un ataque de ira. Matar a los responsables de mi muerte no me traerá de vuelta ni te hará sentir mejor. Hay una razón para todo y no me arrepiento de lo que ha pasado. Con esto, me despido por ahora. Recuerda, protege a tu familia y a la piedra, investiga lo que te he dejado, y disfruta esta vida, Rey Grey.»
“……”
Ese era mi nombre y título de mi antiguo mundo. Lo había sabido todo este tiempo… ¿Habría descubierto algo en mi núcleo de maná? ¿Había sido capaz de ver dentro de mis memorias? Tenía tantas preguntas, pero la única persona que era capaz de responderlas ya se había ido.
Me negué a moverme durante un largo rato, manteniéndome en una cómoda posición fetal, inmerso en mis pensamientos. Sylvia tenía razón. Había dicho todo esto sabiendo cómo era mi vida en mi antiguo mundo. No puedo cometer el mismo error de vivir solamente buscando la fuerza. Quería ser fuerte, pero también quería vivir mi vida sin remordimientos. Quería vivir una vida de la cual Sylvia estaría orgullosa. No creo que ella fuera feliz, incluso si alcanzo lo que sigue después de la etapa blanca, viviendo solamente para entrenar. No, necesitaba apresurarme y llegar con mi familia.
Pero antes de eso… ¿Dónde diablos estoy? Mirando a mi alrededor, estaba rodeado de árboles que se elevaban hacia el cielo. Había densa niebla situada sobre un par de centímetros del suelo, llenando el aire con una humedad casi palpable. Árboles y una extrañamente densa niebla… Me puse cómodo sobre mi trasero, abatido por comprender lo que significaba esto. Estaba en el Bosque Elshire.
Cuando me levanté, solté un desanimado suspiro. Al parecer no me iba a encontrar pronto con mi familia. Habían pasado ya más de cuatro meses desde que cayera por el acantilado. Lo más probable era que mi familia hubiera regresado a Ashber, o quizás había decidido quedarse en Xyrus.
No tenía ningún tipo de provisión, excepto la ropa que traía y la extraña piedra que estaba envuelta en la pluma de Sylvia. Esta maldita niebla limitaba mi visión a unos pocos metros a mi alrededor. Si bien reforzar mis ojos con maná ayudaba un poco, eso no resolvía el mayor problema, que era cómo salir de este lugar.
Reforcé mi cuerpo, activando la rotación de mana que se había vuelto inconsciente para mí. Actualmente, solo podía absorber aproximadamente un veinte por ciento de lo que podía reunir meditando, pero no tenía quejas. Lo único malo era que la rotación de maná no era un reemplazo para fortalecer mi núcleo de maná. Para poder purificar mi núcleo de maná y avanzar a las próximas etapas, necesitaba concentrarme solamente en reunir maná, tanto de mi cuerpo como de mi alrededor, e ir usándolo para deshacerme poco a poco de las impurezas. Algo importante que había sentido después de que mi núcleo de maná se volviera rojo oscuro, era que la cantidad de maná que podía almacenar había aumentado muchísimo. Si bien el tamaño no había aumentado, supongo que la pureza permitía que se pudiera almacenar más maná.
Trepé un par de ramas de un árbol cercano y me detuve una vez llegué a una altura suficiente. Concentré el maná solamente en mis ojos, mejorando mi visión aún más. Lo que buscaba no era una salida, sino más bien cualquier signo de que hubiera seres humanos. Sylvia me había dicho que me teletransportaría cerca de humanos, así que esperaba que hubiera aventureros viajando por aquí y me dijeran como salir, o incluso me escoltaran fuera del bosque.
Después de buscar por unos diez minutos, saltando de árbol en árbol, encontré lo que buscaba. Salté unos cuantos árboles más, sintiéndome orgulloso de mi agilidad como un primate, y me detuve en una rama a unos pocos metros de distancia. Me escondí detrás de un grueso tronco mientras observaba al grupo de humanos.
Algo estaba mal. Me escondí completamente tras el tronco, cerré mis ojos, e imbuí maná en mis oídos.
“¡NOOO! ¡AYUDA! ¡ALGUIEN, POR FAVOR AYÚDENME! ¡MAMI! ¡PAPI! ¡NOOO! ¡¡¡TENGO MIEDO!”
“¡Que alguien haga que se calle! ¡Va a llamar la atención!”
¡POOOOM!
“Rápido. Ponla en la parte trasera del carruaje. Estamos a solo un par de días de la cordillera. Allí estaremos a salvo. No os relajéis y seguid moviéndoos.”
“Ey, Jefe. ¿Cuánto crees que nos pagarán? Las elfas valen mucho, ¿no? Je, je, además es una niña, ¡así que es virgen! Apuesto a que nos darán un montón de pasta, ¡¿cierto?!”
¡Traficantes de esclavos! Con cuidado eché un vistazo para ver el pequeño carruaje, en el que cabían unos cinco o seis adultos. Me giré justo a tiempo para ver cómo un hombre de mediana edad llevaba a la chica a la parte trasera del carruaje. Parecía tener unos seis o siete años, su cabello era plateado y tenía unas orejas puntiagudas, rasgo racial por lo que se reconocía a los elfos. ¿Qué debería hacer? ¿Cómo siquiera habían podido secuestrar una niña elfa en primer lugar? Se suponía que el Bosque Elshire tenía una niebla mágica que desorientaba los sentidos incluso del mago más capaz.
Después de observar durante unos segundos más, encontré la respuesta. Había unas bestias de maná atadas a unas correas que parecían la mezcla entre un ciervo y un perro, con astas que se ramificaban, como si fueran un complejo satélite. Habían sido mencionadas brevemente en la enciclopedia que siempre llevaba conmigo. Los sabuesos del bosque eran nativos del Bosque Elshire y podían orientarse incluso mejor que los elfos. No tenía idea de cómo estos salvajes habían adquirido sabuesos del bosque, pero necesitaba pensar en un plan.
Opción uno: robarles un sabueso del bosque y hacer que me guíe para salir del bosque.
Opción dos: secuestrar a la elfa y hacer que me guíe para salir del bosque.
Opción tres: matar a todos los traficantes de esclavos y liberar a la elfa, entonces luego tomar un sabueso del bosque y hacer que me guíe para salir del bosque.
Tras un par de minutos reflexionándolo, me encontraba ante un dilema. La opción uno sería la más fácil, pero no casaba conmigo dejar sola a la elfa. Pero, ¿quién sabe…? Quizás la compraba un anciano amable que la liberara y la llevase de vuelta a su casa. Es poco probable…
La opción dos tenía un obvio error, una vez salvara a la elfa, no me sacaría del bosque y solo insistiría en volver a casa y los traficantes de esclavos probablemente no lo tomarían con buenos ojos. La opción tres tenía el mejor resultado, pero era por mucho una molestia considerando que serían cuatro contra mí. Debido a la niebla, no podía sentir si es que alguno de era un mago, pero era seguro admitir que al menos uno lo sería, ya que ser capaz de capturar una elfa significaba que eran, o bien muy afortunados o profesionales.
Tras soltar otro profundo suspiro, no pude evitar pensar cuán frecuentemente había suspirado estos días. Entonces será la opción tres.
Después de horas de observarlos, había aprendido lo suficiente para ponerme en acción. Esperé hasta que anocheciera para comenzar con mi plan. A pesar de sus toscas apariencias, los traficantes de esclavos eran sorprendentemente atentos; nunca hacían fuego y siempre mantenían a dos personas en guardia todo el tiempo.
Primero provoqué a los sabuesos del bosque con una roca que les lancé cuidadosamente, y uno de los guardias se dirigió al otro lado del carruaje para calmarlos. Entonces me puse en acción de inmediato. El que se había quedado estaba sentado sobre un tronco caído, jugueteando con algo en sus manos mientras que los otros dos dormían dentro de la tienda. Con cuidado, salté sobre una rama que estaba justo encima del carruaje, y me preparé para atacarlo.
Mi primer objetivo sería el que había ido a tranquilizar a los sabuesos del bosque. Caí con un ruido sordo detrás del traficante de esclavos. Este hombre tenía una constitución muy larguirucha. Si bien sus delgados músculos eran visibles, no parecía ser muy fuerte y solo estaba armado con un cuchillo largo. Sorprendido por el ligero sonido, Larguirucho se dio vuelta, probablemente esperando que fuera una curiosa comadreja o rata. Al ver que era un niño de cuatro años con harapientas ropas, en su rostro se vio una mezcla entre sorpresa y diversión. Pero antes de que tuviera la oportunidad de siquiera hablar, me lancé hacia su cuello. Imbuí maná en el canto de mi mano para que tuviera un borde afilado. Esto en mi mundo era llamado “Arte sin Espada,” pero aquí, sería más preciso llamarlo técnica de atributo viento.
Por instinto se echó hacia atrás, sus manos intentaron proteger la zona donde estaba apuntando. Pero era demasiado tarde. Le di un rápido golpe a su yugular, cortando sus cuerdas vocales junto con su arteria carótida. Inmediatamente un chorro de sangre brotó de su cuello cuando aterricé tras él, apoyé su cuerpo sin vida y lo bajé suavemente para que no hiciera ningún ruido. Tal como esperaba, los sabuesos del bosque que se habían calmado gracias a Larguirucho se despertaron de golpe por el hedor de la sangre, provocando que aullaran y ladraran.
“¡Ey, Pinky! Ni siquiera puedes calmar a los sabuesos… ¡¿Qué mier…?!
Ya había tomado… El cuchillo de Pinky y estaba esperándolo en la esquina trasera del carruaje. Mientras que la atención del otro traficante de esclavos se centraba en el cadáver de Pinky, que actualmente estaba siendo devorado por los sabuesos del bosque, salté detrás de él y lo apuñalé en el costado de su cuello. Los sabuesos se calmaron mientras se merendaban a los dos cadáveres. Mientras me dirigía a la tienda para deshacerme de los dos que dormían, un agudo llanto arruinó mis planes.
“¡AYUUUUDA! ¡MAMI! ¡ALGUIEN! ¡¡ALGUIEN QUE ME AYUDE PORFAVOOR!!”
Hija de… ¿Por qué justo ahora? Justo en ese momento, escuché un crujido proveniente de la tienda de la cual salieron los dos traficantes de esclavos que quedaban.
“¡Pinky! ¡Deuce! ¡La niña se ha despertado! ¿Qué demonios estáis haciendo?” – gritó, aún medio dormido.
Me aguanté las ganas de reír ante los ridículos nombres de los traficantes de esclavos, y me escondí tras un árbol al lado del carruaje para imbuir maná al cuchillo de Pinky. Al darse cuenta que algo iba mal, los dos traficantes de esclavos restantes se dirigieron al otro lado del carruaje, donde sus ojos no dieron crédito al ver cómo sus dos ex compañeros estaban siendo devorados por los sabuesos del bosque. Usando esta oportunidad ataqué al que tenía más cerca y, cuando su mirada me vio, instantáneamente blandió su espada corta hacia mi rostro. Esquivando el golpe, me agaché y corrí hacia él, intentando tenerlo al alcance de mi cuchillo. Lo golpeé, reforzando con más maná el cuchillo, cortándole limpiamente el talón de Aquiles de su pierna derecha.
“¡¡Gah!!”
Dejó escapar un doloroso aullido mientras se lanzaba desesperadamente fuera de mi alcance antes de que pudiera herirlo más.
“¡Danton, ten cuidado! ¡Creo que este mocoso es un mago!” – gritó el luchador al que le acaba de cortar su tendón.
Centré mi atención en Danton, que estaba desenvainando su espada y se ponía en posición defensiva.
“¡Ves todo tipo de cosas locas en estos días! ¡Parece que un enorme saco de oro ha venido hacia nosotros, George! Apuesto que nos darán tanto como por la elfa.” – dijo mientras reía dementemente.
A estos bastardos ni siquiera les importa que hubiera matado a sus compañeros. El cuerpo de Danton comenzó a brillar débilmente cuando reforzó su cuerpo con maná. Mientras avanzaba hacia mí, en su cara cuadrada se veía cómo sus labios se curvaban en una confiada sonrisa.
George ya no podía pelear con esa pierna, pero este potenciador iba a ser un problema. El potenciador llamado Danton de repente saltó encima de mí, preparándose para lanzar un puñetazo con su brazo derecho. Solo podía suponer que la razón por que no estaba usando su espada era para no dañar la “mercancía”. Aunque esto normalmente me habría ofendido, en este caso, su exceso de confianza me lo hacía más fácil, así que no tenía quejas. Salté hacía atrás a tiempo para esquivar un golpe que fue lo suficientemente fuerte como para dejar una pequeña marca en el suelo mientras que le lancé mi cuchillo. Usé el mismo truco que con el conjurador que había traído conmigo cuando caí por el acantilado, pero este mago era más cuidadoso. Cortó el hilo de maná con su espada y cogió mi cuchillo con la mano que tenía libre.
Mierda.
Ahora estaba en una mala posición. Danton no era alto, pero su alcance aún era mucho más grande que el mío. También tenía una espada, que ahora creía necesitar, incrementando aún más su alcance. Sin perder tiempo, Danton corrió hacía mí y me lanzó de vuelta el cuchillo que le había arrojado. Lo esquivé fácilmente, pero no tuve tiempo para reaccionar a su próximo movimiento, que me golpeó en el tobillo con su vaina. Cuando tropecé e intenté recuperar el equilibrio, aprovechó esta oportunidad para agarrarme del tobillo y levantarme cabeza abajo.
Su confiado rostro se arrugó cuando le golpeé con mi mano concentrada con maná. Usé una técnica de atributo fuego, liberando todo el maná que había concentrado en mi puño, y dirigiéndolo a la débil articulación de su muñeca. Un fuerte crujido, seguido de un alarido de improperios, indicó que mi ataque había tenido éxito.
Su rota muñeca liberó mi tobillo y aterricé torpemente sobre mi espalda. Rápidamente me puse de pie, tomé el cuchillo de Pinky y aproveché esta oportunidad para atacar al herido Danton. Mientras estaba preocupado por el dolor de su muñeca, maldijo muy enojado:
“¡Pedazo de mierda! ¡Estás MUERTO! ¡No me importa si ya no puedo venderte!”
Su muñeca izquierda estaba herida, dejando un hueco en su defensa. Concentré más maná en mis pies y me acerqué hacia él; cuando estaba a punto de darle un buen golpe a su costado, vi cómo furiosamente blandía su espada hacia abajo. Había caído en mi trampa. Rápidamente giré sobre mi pie izquierdo, avanzando hacia la derecha. Esquivando su golpe por los pelos, le ensarté el cuchillo en su costado derecho, el cual había dejado descubierto en su último y desesperado ataque. Inmediatamente intentó saltar hacía atrás, pero puse mi pie derecho detrás de su pierna, logrando que perdiera el equilibrio. Con un rápido golpe, clavé mi cuchillo debajo de su axila, atravesando sus costillas y pulmones. Fue fácil rematarlo después de que su respiración se entrecortara por la herida.
Ahora solo me quedaba el inmóvil George. No podía usar la espada de Danton ya que era demasiado grande y pesada para mi cuerpo, así que usé el cuchillo de Pinky por última vez y corté la yugular de George. El pobre luchador no podía hacer nada para defenderse o huir, debido a su pierna inmóvil, y murió con una mirada de incredulidad. Al igual que sus dos compañeros, fue comido por los sabuesos.
Parecía que la elfa sabía que estaban luchando por su inquietante tranquilidad. Me subí a la parte trasera del carruaje donde estaba encerrada y la vi temblando en la esquina, con unos harapos que cubrían, mínimamente, sus partes íntimas. Me analizó sorprendida y dudosa, sus ojos casi decían, ‘No puede ser él, quien me ha salvado ¿cierto?’.
La desaté mientras permanecía en silencio, sus ojos turquesa nunca dejaron de mirarme. Cansado y sintiéndome asqueado, la ayudé a levantarse y simplemente le dije:
“Deberías volver a tu casa.”
“Hic… Hic…”
Probablemente ella no sabía si era un enemigo o un amigo hasta ahora, pero una vez que le dije ‘casa’, una expresión de alivió apareció en su rostro y se largó a llorar.
“¡Hic! ¡Estaba taaaaaan asustada! ¡Me iban a vender! ¡Pensé que nunca más volvería a ver a mi familia otra vez! ¡Hic! ¡WAAAAAA!”