Capítulo 9
Los seres queridos que aún quedan.
Traducido por Thornapple
Corregido por DaniR
Editado por Tars
Corregido por DaniR
Editado por Tars
“¿Q-Qué eres tú?” – le pregunté tartamudeando.
A pesar de que estaba viviendo una segunda vida, mi cerebro se negaba a creer lo que veía. Un monstruo, ante la falta de una palabra mejor, que fácilmente medía más de diez metros de altura, estaba sentado con las piernas cruzadas, con un brazo sujetando su cabeza perezosamente, en un trono tallado toscamente de piedras irregulares. Sus petrificantes ojos rojos me miraban fijamente y de forma amenazante, pero tenían una cualidad extrañamente tranquilizadora. Dos enormes cuernos sobresalían de los lados de su cabeza y se arqueaban hacia abajo y alrededor de su cráneo, curvándose cerca de la frente, recordándome a algo parecido a un tipo de corona. En su boca tenía dos colmillos que sobresalían de sus labios y su cuerpo llevaba una armadura negra que no tenía ningún tipo de decoración ni adornos, pero que aun así brillaba como si fuera un tesoro incalculable.
Reitero que una vez había sido un Rey, aun así, el ser que estaba en frente mío me hacía sentirme avergonzado de que incluso tuviera el valor de llamarme uno. No, el que estaba sentado en aquel gigantesco trono era un ser que incluso haría que los herejes más desleales se inclinaran en sumisión. Aun así, aquí estaba, en todo su esplendor… Apoyada la cabeza en su brazo, mientras que con su otra mano se rascaba la nariz con indiferencia.
Sin embargo, no lo había notado hasta ahora, ya fuera por la tenue iluminación de la cueva o debido a que su cuerpo era completamente negro: este ser tenía un enorme agujero en el costado de su pecho, del que brotaba sangre continuamente.
“Finalmente nos encontramos.” – repitió con una perezosa media sonrisa que reveló sus puntiagudos dientes.
Intenté levantarme, pero fallé a mitad del camino y caí de nuevo sobre mi trasero; mi cara aún estaba pálida por el shock de lo que veía.
“Los insectos entrarán en tu boca si la mantienes tan abierta.”
Genial. Al menos tiene sentido del humor.
“En cuanto a lo que soy, no diré nada más aparte de lo que estás viendo.” – dijo el monstruoso humanoide con cuernos, cuyos ojos me miraban fijamente.
“…”
“Me tomará un tiempo abrir una grieta dimensional para transportarte a tu casa, así que hasta entonces debes ser paciente y esperar aquí. Aquí crecen raíces especiales. Puedes vivir de ellas hasta que termine.” – suspiró.
Está bien. Para eso había venido hasta aquí. Logré recuperar un poco la compostura y me puse de pie, acercándomele un poco más.
“Gracias por todo lo que has hecho por mí y por lo que harás. Si hay alguna forma en la que pueda retribuirte, haré lo que sea que esté a mi alcance.” – respondí dándole una cortés reverencia.
“¡Qué buenos modales para ser un niño! No te preocupes. No estoy esperando ningún favor o gratitud. Simplemente estoy haciendo esto para mi propia diversión. ¡Ven! Siéntate aquí, más cerca de mí, y hazme compañía. No he hablado con nadie desde hace mucho tiempo.”
El Ser reía, dándole palmadas a una parte de su trono para que me sentara en ese lugar. Escalé el trono torpemente, olvidando que podía usar maná para saltar, y me senté en el trono al lado del Ser.
“Uhh… Perdóname por ser grosero, pero no pareces exactamente una señora. ¿Cómo debería dirigirme hacia ti?” – le pregunte, haciendo contacto visual con el Ser.
“Tienes razón. No me veo exactamente como una señora, ¿verdad? Me pregunto por qué dije eso. Mi nombre es Sylvia.” – respondió dejando escapar una suave sonrisa.
Este enorme y monstruoso señor demoniaco parecía cualquier cosa menos una Sylvia, pero elegí guardarme eso para mí.
“Venerable Sylvia, ¿te importa si te hago algunas preguntas?”
“Adelante chico, aunque es posible que no pueda contestarte todo.”
Inmediatamente le dije todas las que preguntas había ido acumulando desde que había despertado hasta que me encontré con ella. ‘¿Dónde queda este lugar? ¿Por qué estás aquí sola? ¿De dónde vienes? ¿Por qué tienes esa enorme herida…? ¿Por qué me has salvado?’
Esperó pacientemente hasta que terminé de preguntarle.
“Tienes un montón de preguntas. La primera pregunta es fácil responderla. Este lugar es una estrecha zona entre los Claros de las Bestias y el Bosque Elshire. Nadie conoce este lugar porque lo he estado protegiendo para que nadie se acerque. Tú, pequeño niño, eres el primero en entrar a este lugar.” – explicó fácilmente.
“¡Por favor, llámame Art! ¡Mi nombre es Arthur Leywin, pero todos me llaman Art! ¡Tú también puedes!” – le dije antes de taparme la boca con mis manos, confundido del por qué estaba actuando como un niño emocionado.
“¡Ku, ku, ku…! ¡Muy bien niño, te llamaré Art!”
Sus ojos rojos se pusieron vidriosos y mientras respondía mis preguntas miraba a la distancia.
“Continuando con tu segunda pregunta. Estoy aquí sola simplemente porque no tengo nadie con quien estar. Aunque creo que no será lo mejor contarte todo, solo puedo decirte que muchos enemigos buscan desesperadamente algo que tengo. Y la última batalla que tuve con esos enemigos me dejó con esta herida. En cuanto a de dónde vengo… Muy, muy lejos, ¡ja, ja!”
Sylvia se tomó una pausa antes de continuar; esta vez sus ojos me miraron directo, casi como si estuviera analizándome.
“En cuanto al por qué te salve… Ni yo sé el por qué. Quizás sea porque he pasado mucho tiempo sola y simplemente quería tener a alguien con quien hablar. La primera vez que te noté fue cuando tu grupo estaba peleando con los bandidos. Cuando caíste por el acantilado para salvar a tu madre, me sentí obligada a salvarte; creí que sería un desperdicio que un niño tan bueno muriera. Eres muy valiente. Es raro que incluso un adulto pueda hacer eso.”
Negué moviendo la cabeza.
“También estaba asustado, y no tenía muchas opciones. Solo quería salvar a Madre y a mi hermanito dentro de ella.”
No sabía si era por lo gentil que era al hablarme o por lo grande y poderosa que parecía, pero frente a ella, parecía que me había convertido en un niño. No, no lo parecía. Era un niño en frente de ella.
“Ya veo… Tu madre está embarazada. Debes extrañarlos mucho. Ten la certeza de que tu familia y tu grupo están bien. En cuanto hacia dónde se dirigieron, mi vista no puede llegar tan lejos para decírtelo.”
“…”
Una ola de alivio me invadió mientras intentaba hacer todo lo posible para aguantar las lágrimas. Ya veo, están a salvo. Esta nueva vida me había provocado emociones que nunca antes había sentido en mi pasada vida.
“Gracias a Dios. E… Están a salvo… Están bien…” – dije sorbiendo mis mocos. La gigantesca mano de Sylvia se extendió y me acarició suavemente la cabeza con un dedo.
El día pasó mientras conversaba con Sylvia, comiendo algunas raíces que parecían y sabían muy similar a las patatas, pero eran negras. Hablamos sobre todo tipo de cosas para pasar el tiempo mientras se preparaba para abrir el portal. En cierto punto, me preguntó cómo es que era capaz de usar el maná tan bien a mi edad.
“Creía que, entre los humanos, el mago más joven que había despertado fue a los diez años, e incluso, el niño no era muy diestro para usarlo. Sin embargo, no solo ya has formado tu núcleo de maná. También, por la forma en cómo lo usas, pareces ser mucho más eficiente que muchos magos hechos y derechos.”
Me encogí de hombros, sintiéndome extrañamente orgulloso por su cumplido.
“Mis padres dijeron que era un genio o algo así. Puedo leer muy bien y entiendo lo que dicen las imágenes y las palabras de los libros.”
Pasaron un par de días más mientras Sylvia continuaba preparando el portal. Un día me explicó, con un tono arrepentido:
“El hechizo tomará un poco más de tiempo para que sea completamente seguro. No quiero que aterrices en un lugar con el que no estés familiarizado. Una sola incongruencia podría llevarte a unos doscientos metros bajo tierra. Así que por favor, sé paciente. Pronto podrás ver a tus seres queridos.”
Asentí y le dije que como ahora sabía que estaban vivos, no tenía problema en esperar. Olvidé la idea de intentar escalar el borde de la montaña.
En estos últimos días, mientras entrenaba mi núcleo de maná y charlaba con Sylvia, había notado un par de cosas. Sylvia en serio me hacía pensar acerca del cliché ‘nunca juzgues a un libro por su portada’. Al contrario de su intimidante apariencia, era amable, gentil, paciente, y cálida. Me hacía recordar a Madre, por la forma en que ambas me regañaban amablemente cuando hacía algo malo. Cuando le dije sobre el mago con el que estaba peleando, y que también los otros bandidos merecían algo peor que la muerte, de repente golpeó mi frente…
Incluso a pesar de que era gentil, un golpe del dedo de alguien que mide más de diez metros no era para nada suave. Fui mandado a volar dando vueltas por el suelo antes de gritarle enfadado:
“¿Por qué has hecho eso?”
Levantándome y poniéndome en su rodilla blindada, dijo con un tono suave pero dolorido:
“Art. Tal vez no estás equivocado sobre que esos bandidos merecían la muerte; incluso decidí no salvar a aquel mago que cayó contigo por las mismas razones. Sin embargo, no permitas que tu corazón se nuble de continuos pensamientos de odio y cosas de ese estilo. Continúa con orgullo viviendo tu vida y obtén la fuerza suficiente para proteger a tus seres queridos de cualquiera que quiera dañarlos. En el camino te encontrarás con situaciones parecidas a esta, quizás incluso peores, pero nunca dejes que el dolor y la rabia corroan tu corazón. Sigue adelante y aprende de este tipo de experiencias para que no vuelvan a ocurrir nunca más.”
Quedé perplejo por el hecho de que alguien que parecía ser la personificación del mal me estaba enseñando valores morales. Curiosamente, lo que había dicho me llegó y solo pude responderle asintiendo sin expresión.
Otra cosa que había notado es que parecía que su herida se estaba agrandando. Al principio me pareció extraño que aún pudiera estar viva con un agujero al costado de su pecho, pero no le di mayor importancia. Así había sido… Hasta hacía un par de días. Noté que su herida parecía sangrar de forma más abundante. Sylvia intentó ocultarlo al principio con su mano, pero cada vez crecía más y era más obvia. Al darse cuenta de mi preocupada mirada sobre su herida, Sylvia me dio una débil sonrisa y dijo:
“No te preocupes, pequeño. Esta herida se infecta de vez en cuando.”
Un día, cuando estaba meditando y usando precisas técnicas de movimiento para mejorar mi control del maná, Sylvia me interrumpió diciendo:
“Art. Intenta absorber maná mientras haces esos movimientos. Idealmente, deberías ser capaz de absorber al menos una fracción del maná que absorbes mientras meditas, durante una pelea. Aunque la cantidad que puedes absorber se acabará en algún momento, al menos podrás prolongar su uso.”
Eso me hizo recordar que también había pensado esta misma idea. Me había olvidado completamente de mi hipótesis ya que antes no era capaz de moverme con la misma libertad que tenía ahora. Estaba tan acostumbrado a absorber y manipular el maná como dos cosas totalmente diferentes que no me había detenido a pensar en las posibilidades que tenía en este nuevo mundo.
“Déjame intentarlo.” – le dije asintiendo.
“Los humanos tienen una mentalidad muy lineal en lo que se refiere al maná y les resulta difícil desviarse de lo que ya funciona. Sin embargo, debes practicar duro ya que esta habilidad solo la puedes adquirir cuando tu cuerpo y núcleo de mana aún son inmaduros. Hasta las bestias de maná aprenden esto naturalmente, pero para los humanos, ya que despiertan muy tarde, en la mayoría de los casos, sus cuerpos ya no son aptos para esta habilidad cuando despiertan. Tomando en cuenta que todavía eres tan joven, no deberías tener ningún problema si lo practicas.” – continuó diciéndome Sylvia con un orgulloso resoplido de su nariz.
Debo de admitir, que al igual que cuando pruebas una teoría, era extremadamente difícil al principio. Me recordaba a los ejercicios que nos había enseñado nuestra cuidadora en el orfanato cuando era joven, en los que tenías que intentar que cada brazo hiciera algo diferente… Excepto que esto era incluso mucho más difícil.
El practicar esto esencialmente significaba que sería capaz de luchar de forma más eficiente mientras mantenía un flujo continuo de maná. El único consejo que me dio Sylvia fue que, según ella, un mago excepcional tenía que ser capaz de repartir su mente pensante en múltiples segmentos para procesar la información de forma eficiente. Si bien nunca había tenido un tutor que me enseñara a repartir mi mente, intenté hacer lo que me decía. No hace ni falta decir que nunca había tenido tantos problemas con mi actual cuerpo ni con mi antiguo como los que tenía ahora. Al menos, esto parecía divertir a Sylvia.
Habían pasado ya dos meses desde que le hacía compañía a Sylvia contándole historias de mi familia y del pueblo donde había nacido mientras continuaba mejorando en la técnica gracias a la paciencia de Sylvia y a mi dedicación. Sylvia se negó a contarme cuál era el nombre de esta habilidad, así que la llamé ‘Rotación de Maná’.
Durante este periodo de tiempo, se quedaría corto decir que simplemente me había vuelto cercano a Sylvia. Me trataba como si fuera un nieto de su propia sangre y, en consecuencia, le había tomado mucho cariño a mi abuela demoniaca. Debido a nuestra cada vez más cercana relación, no pude simplemente ignorar lo que le estaba sucediendo. Era claramente frustrante ver que su herida empeoraba a medida que el portal se volvía cada vez más nítido.
“Sylvia, por favor dime. ¿Qué le pasa a tu herida? ¿Por qué está empeorando? ¡No era así antes! ¡Cuando dijiste que se infectaba de vez en cuando era claramente una mentira! ¡Eso no desaparecerá por sí solo, en realidad está empeorando!” – le dije una noche especialmente mala que vomitó un charco de sangre, frustrado por la preocupación.
Me detuve un segundo, entendí el por qué le pasaba esto… ¿Por qué no lo había notado antes? Había ido empeorando cada día más a medida que creaba el portal. Para poder mandarme a casa… Se estaba sacrificando para que pudiera reunirme con mi familia.
Sylvia dejó escapar un profundo suspiro cuando notó que me había dado cuenta de que le pasaba. Intentando sonreír tímidamente, susurró:
“Art. Así es, me estoy muriendo. Pero me enfadaré si te culpas, pensando que eres el responsable de esto. Pero llevo bastante tiempo muriéndome. Me estás haciendo un favor al permitir que abandone esta olvidaba cueva un poco más rápido.”
Tan pronto terminó de hablar, su cuerpo irradió un resplandor brillante y dorado. Cubriendo mis ojos para no quedar ciego, intenté centrarme en ver a la figura que se formaba donde antes había estado Sylvia. En el lugar donde había estado el gigante de diez metros, ahora había un dragón aún más grande. Desde su hocico hasta su cola, estaba cubierta con brillantes escamas de un color blanco perlado. Debajo de sus iridiscentes ojos de color lavanda, brillaban unas runas doradas que iban desde su cuello hasta su cuerpo y cola, como si fueran grabados sagrados. Estas marcas me recordaban a un elegante, casi celestial, patrón tribal que iba expandiéndose armoniosamente con un objetivo, como si fueran enredaderas cuidadosamente colocadas. Sus alas eran de un blanco puro, ornamentadas con finas y afiladas plumas blancas que podían avergonzar a las espadas forjadas por maestros herreros. La luz dorada que había envuelto al dragón se fue atenuando hasta que reemplazó completamente lo que una vez había sido una figura gigantesca.
“Entonces ahora… ¿Me parezco un poco más a una Sylvia?” – dijo Sylvia dejando escapar una sonrisa entre dientes.
“¿¿S-Sylvia?? ¿E-Eres un dragón?” – le dije.
“Ahora que estoy en esta forma, no tenemos mucho tiempo. Así es, soy algo a lo que vosotros llamáis ‘un dragón’.
La razón por la que me estoy muriendo es porque me vi involucrada en un conflicto donde me hirieron. Después escapé por poco de mis captores. He sentido que uno de ellos se estaba acercando peligrosamente a este lugar hace unos pocos días, así que por lo que creo, mis días escondiéndome han llegado a su fin. Esta forma les alertará de mi ubicación, por lo que solo tengo tiempo para explicarte lo necesario. Te doy esto para que lo cuides desde ahora en adelante.”
Desplegó una de sus afiladas alas revelando una piedra translúcida como un arcoíris, del tamaño de dos puños. La piedra tenía una gran variedad de colores y tonos, y un aura resonante que me hacía dudar sobre si sostenerla, como si no fuera digno de ella. Sin esperar a que le respondiera, continuó diciendo:
“Todo se relevará por sí mismo cuando llegue el momento, así que cuídalo y no dejes que nadie sepa que lo tienes. La mayoría no sabrá que es, pero todos se sentirán atraídos por el aura que emite.”
Luego arrancó una pluma de su ala con su garra y me la pasó.
“Envuelve en esto la piedra para ocultarla.”
Después de hacer lo que me había pedido, la piedra que antes había sido tan resplandeciente, ahora apenas parecía ser una suave piedra blanca, que parecía bonita, pero era totalmente ordinaria. Mientras analizaba la piedra que había cubierto con la pluma, de repente fui empujado hacia atrás cuando el hocico de Sylvia rozó mi pecho suavemente por donde estaba mi núcleo de maná. Desconcertado, miré arriba para ver sus ojos violetas y cómo las marcas doradas ahora brillaban mucho más que cuando se había transformado. A medida que las marcas se fueron atenuando y desapareciendo, Sylvia atravesó mi núcleo de maná con su lengua y exhaló un humo dorado que lanzaba chispas de color purpura.
Confundido y sorprendido, un fuerte grito escapó de mi boca mientras seguía brillando. La miré mientras retiraba su cabeza, y había un rastro de sangre que provenía del agujero de mi desgastada camisa. Mi esternón era el que había sangrado, pero cuando pasé mi mano por esa área, no había ninguna herida.
La expresión de Sylvia se había vuelto notablemente dolorida y débil; era evidente ahora que era un poderoso dragón incluso más grande que su anterior ilusión. Sin embargo, lo que llamó mi atención fue que sus resplandecientes iris púrpura ahora solo eran de un tenue amarillo, y las hermosas runas que antes recorrían su cuerpo y rostro habían desparecido.
Antes de que pudiera preguntarle qué es lo que había hecho, una gigantesca explosión nos interrumpió. Levanté mi cabeza para ver cómo el techo de la cueva había desaparecido y me encontré con una figura que recordaba a la antigua forma de Sylvia. Vestía una elegante armadura negra y una capa de color rojo sangre que hacía par con sus ojos; la figura tenía la piel gris pálida haciendo juego con el cielo nublado en el fondo. Sin embargo, su cuerpo era diferente. Él tenía dos cuernos que se curvaban hacia abajo por debajo de sus orejas, alineándose con su barbilla.
Sylvia de inmediato me cubrió con una de sus alas a tiempo para protegerme de los escombros que caían y probablemente para mantenerme oculto de nuestro visitante.
“¡Señora Sylvia! Te aconsejo que detengas tu obstinación y lo entregues. ¡Ya nos has causado muchos problemas tras esconderte! Si te rindes, quizás el Señor incluso podría curar tu herida.” – dijo con impaciencia la entidad.
Inmediatamente después de terminar de hablar, el mundo a mi alrededor parecía haberse detenido. Todo excepto Sylvia y yo, los colores del mundo eran como cuando ves a través de una lente invertida. Lo que más me sorprendió fue que todo estaba quieto. La entidad, las nubes tras él, hasta los escombros que caían del techo. Ignorando al enemigo, Sylvia echó un vistazo bajo su ala.
“Abriré el portal ahora. No he tenido tiempo para hacerlo directo a tu casa, pero debería de llevarte a un lugar con humanos cerca. No dejes que te vea y no mires hacia atrás.” – me susurró con una mirada seria.
Ignoré las instrucciones de Sylvia después de escuchar lo que la entidad le había prometido.
“¡Sylvia! ¿Es verdad lo que ha dicho? ¿Te dejarán vivir si te entregas?”
“No creas en sus dulces palabras. Será mucho peor si te encuentran ahora. En cuanto a mí, prefiero morir antes que ir con él.” – dijo Sylvia con rabia e impaciencia mezclada en su voz.
“¡No! No te dejaré morir aquí. ¡Si te niegas a ir con él, entonces, por favor solo ven conmigo!” – le supliqué.
“Desafortunadamente, no puedo ir contigo. Siempre estarás en peligro si alguno de ellos descubre que tuviste contacto conmigo. Debo quedarme aquí.”
Sylvia gentilmente limpió las lágrimas que corrían por mis mejillas con su garra. Sus draconianos ojos también parecían llorar.
“Me preguntaste por qué había decidido salvarte. A decir verdad, fue para satisfacer mi propia codicia. Quería mantenerte como si fueras mi hijo, incluso aunque fuera un poco. Intencionalmente prolongué el hechizo de teletransportación porque quería pasar más tiempo contigo, pero parece que ni siquiera he tenido tiempo para terminarlo. Lo siento, pequeño Art, por culpa de mi egoísmo, pero tengo una última petición que hacerte… ¿Podrías ser mi nieto y llamarme ‘Abuela’ solamente una vez?”
“¡NOO! ¡No me importa que lo hicieras! ¡Te llamaré cuantas veces quieras si vienes conmigo! ¡Abuela! ¡Abuela! ¡No puedes…! T-T-T… Por favor, te lo ruego, solo ven conmigo. N-No sé qué fue lo hiciste, pero ahora todo está congelado. ¡Podemos escapar! Por favor, Abuela, no te quedes. ¡No de esta forma!”
Me aferré a la garra de Sylvia, tratando desesperadamente de llevarla conmigo. En el último momento, en su rostro floreció una sonrisa tan hermosa que juraría que creí ver a un humano. Apenas pude distinguir las palabras que dijo antes de que me empujara al portal.
“Gracias, mi pequeño.”