martes, 16 de septiembre de 2025

JDR - Capítulo 323

Capítulo 323

Arco iris entre las nubes.
Traducido por Tars
Corregido por Noe
Editado por AMarauder

Llovía a cantaros. Al pie de la ladera, a 5 kilómetros al sur del Valle del Pinar, los tanques continuaban pasando uno tras otro, flanqueados por la infantería de los depredadores. Se dirigían al frente. Según el plan de batalla ideado por Dillon, aprovecharían la lluvia para atacar la línea defensiva de la Nueva Alianza. Los aviones de la Nueva Alianza sin duda arriesgarían sus vidas para atacar su formación blindada, pero con la lluvia torrencial, esos pocos aviones no representarían ninguna amenaza. Los cañones antiaéreos cuádruples de 7mm y de 12mm ya apuntaban al cielo. Al abrir la escotilla, Bagro asomó la mitad de su cuerpo por la torreta del tanque. “Oye, ¡estás dejando entrar el agua de lluvia!” – se quejó de inmediato el artillero sentado a su lado. “Un poco de agua no hará daño…” – ignorando sus palabras, Bagro miró hacia el cielo del sur con sus prismáticos. Frunció el ceño. – “Me da la sensación de que algo anda mal.” Había demasiada luz. Aunque no podía identificar exactamente qué era lo que andaba mal, percibió que la lluvia era diferente de lo habitual. “¿Qué podría pasar?” – dijo el conductor con una sonrisa. – “Solo tenemos que pasar por encima de sus trincheras y se dispersarán como cucarachas en una alcantarilla.” “Ojalá fuera así de sencillo.” – se rio Bragro incómodo. Luego volvió dentro del tanque. Si lo pensaba bien, parecía ser así. Incluso si el enemigo tuviera algún truco bajo la manga… No serviría de nada. Cualquier plan es una broma ante las orugas de un tanque. Bagro agarró el intercomunicador que colgaba en el interior de la torreta. “¡Avanzad a toda velocidad!” – gritó al resto de tanques en formación. – “Debemos cubrir la carga de la infantería y ayudarlos a llegar a la colina antes de que termine la tormenta!” Los tanques del Clan Colmillo estaban comandados por un operador de la Legión, mientras que los puestos de conductor, artillero y cargador eran depredadores entrenados. Por supuesto no todos los tanques eran así. Los 27 tanques se dividieron en cinco columnas y avanzaron en formación de punta de flecha. En los huecos, además de los camiones antiaéreos cuádruples, había también una compañía de más de 100 hombres. Bagro lideró un total de 7 tanques en la vanguardia del ataque. Mientras tanto, la compañía que los seguía estaba comandada por un depredador llamado Wabu. Era un despertado de linaje bárbaro y antaño cazarrecompensas, activo en un lugar conocido como la Ciudad del Pecado, en el Estado Libre de Bugra. Impulsado por su sed de sangre y el botín de guerra, se unió voluntariamente al estandarte de la Tribu Mastica Huesos. La mayoría de los subordinados que comandaba eran igual de brutales. Más feroces y despiadados que los depredadores ordinarios. Algunos fueron gladiadores, otros soldados de dueños de esclavos. Incluso guardias de caravanas. Aunque sus motivos para unirse al Clan Colmillo variaban, compartían un anhelo por el deseo más primitivo. Ser capturado por ellos no sería mucho mejor que caer en manos de otros depredadores. De hecho, los métodos que la Tribu Mastica Huesos usaban para torturar a los prisioneros los aprendieron de ellos. Cantando una canción de batalla, Wabu guio a sus seguidores bajo la lluvia. Sin embargo, en ese momento, un fuerte estallido sonó cerca, salpicando barro y agua a varios metros de altura. Sobresaltó a todos los que estaban en movimiento, provocando que se tirasen rápidamente al suelo. El canto se detuvo abruptamente. Sin embargo, la esperada explosión no se produjo. Wabu se levantó molesto del suelo, se limpió el barro de la cara y caminó rápidamente hacia el pozo de barro. “¿Qué acaba de pasar?” – gritó, mientras agarraba a un hombre al azar. “Algo… algo cayó del cielo.” – respondió el ansioso depredador. “¡No estoy ciego! ¡Te pregunto qué demonios cayó del cielo!” – Wabu empujó al hombre con fuerza, haciéndolo tropezar. Luego señaló con su grueso dedo hacia el lodazal. – “Ve a echar un vistazo.” Sin saber que era, no se atrevió a acercarse. Si explotara justo cuando caminaba, realmente estaría teniendo la peor suerte de su vida. “Sí, ¡sí!” Aunque el depredador estaba asustado, no se atrevió a resistirse. Corrió hacia el lodazal, solo para encontrar un tubo de acero deformado… O algo parecido. Por curiosidad, se agachó, extendió la mano para tocarlo, pero rápidamente retrocedió como si hubiera recibido una descarga eléctrica. “¡Aaaa…!” ¡Estaba helado! ¡Casi le congela los dedos! “¿Qué es eso?” – preguntó Wabu con un tono ronco. “No lo sé. Una lata de metal. Más o menos así de grande. Está vacío…” El depredador se levantó para responder, mientras hacía gestos con las manos para delinear su forma. Aunque Wabu no comprendió del todo sus gestos, se sintió aliviado. Pensó que era una bomba lanzada por un avión de la Nueva Alianza, pero ahora parecía poco probable. ‘Ahora que lo pienso… ¿De dónde salió ese avión? ¿Pueden lanzar bombas por encima de las nubes? Serían realmente afortunados si logran darle a alguien…’ Wabu alzó la voz, llamando a las tropas dispersas para que se agruparan. “Quizás sea un cohete defectuoso. Sea lo que sea, no nos preocupemos por ahora. Colocad una rama junto a esa coda para advertir a los demás que se mantengan alejados. ¡Sigamos adelante! ¡Hacia la victoria!”
* * *
Por encima de la capa de nubes. Un avión H-1 Libélula iba dejando una estela de niebla blanca etérea. Se elevaba sobre las nubes de color blanco lechoso. Al observarlo más de cerca, se vio que ya se había formado una capa de escarcha en la cola del avión. De pie en la puerta de carga trasera abierta, Tengo que Ir al Baño estaba atado con una cuerda y vestido con ropa gruesa de invierno. Se estiraba para agarrar un soporte de munición de aleación de aluminio fijado a los rieles de la cabina. Originalmente estaba diseñado para albergar proyectiles de artillería de 37mm, pero ahora estaba repleto de cilindros de acero de alta presión de un metro de largo. Esos cilindros estaban asegurados con alambres de hierro, sus tapas estaban abiertas, vertiendo continuamente una mezcla blanca de sólido y líquido hacia el exterior de la cabina. En pocas palabras: ¡era hielo seco! ¡Eran la fuente de la niebla blanca! De hecho, fabricar hielo seco era bastante sencillo. Consistía en presurizar dióxido de carbono o aire dentro del contenedor A para licuarlo. Tras enfriarse, la presión se reduce, lo que provoca que absorba rápidamente una gran cantidad de calor y que el dióxido de carbono del contenedor B se condense en un sólido similar a un copo de nieve. El proceso no implicaba ninguna reacción química compleja. Era puramente físico. En general, cualquiera con los medios para fabricar cilindros de alta presión podía producir hielo seco. Como no estaban seguros de la cantidad exacta de hielo seco y si necesitarían 10 o 100 kilogramos para que la nube comenzase a llover, simplemente llevaron tres veces la cantidad máxima recomendada… 300 kilogramos. Y sobrevolaron la zona varias veces. “Listo… Hemos cumplido con nuestra parte; el resto depende del destino.” Tras vaciar el último contenedor de hielo seco, Baño hizo fuerza para girar el cabrestante y cerrar la trampilla. Dejó escapar un suspiro, se quitó los guantes y los guardó en el bolsillo. Atleta se adelantó para inspeccionar el estante de municiones, pero frunció el ceño de repente. “¿Por qué falta uno?” Baño, que estaba descansando, levantó la vista. “¿Un qué?” “¡Maldita sea! ¿Qué podría ser? ¡Uno de esos cilindros de acero de alta presión!” Baño se sorprendió. “¿Eh?” “¡Dios!” – Atleta no pudo contenerse. – “¿No recuerdas lo que te dije? Vigílalos, no dejes que se caigan. ¿Cómo se cayó uno?” Baño puso los ojos en blanco. “¿Cómo lo voy a ver? ¡La niebla era tan espesa antes! Además, ¿no fuiste tú quien ató los cilindros de alta presión?” Atleta parecía preocupado. “¿Qué hacemos ahora? Si el enemigo lo encuentra…” Baño lo consoló. “¡Qué más da! El hielo seco ya no está. Aunque lo encuentren, puede que ni siquiera sepan para que sirve.” Parecía razonable. Atleta se sintió ligeramente aliviado. En ese momento, Respuesta Poco Profesional gritó desde el asiento de la cabina. “¿De qué discuten? ¿Se acabó el hielo seco? ¿Necesitamos dar otra vuelta?” Regresando a su asiento, Atleta se abrochó el cinturón de seguridad. “Terminamos. Volvamos.” “Entendido.” El avión se inclinó hacia un lado. El H-1 Libélula giró su morro y comenzó a regresar. Para su plan de Lluvia Intensa, el cuartel general de la Nueva Alianza había formulado dos opciones: usar cohetes para dispersar yoduro de plata o, esparcir hielo seco mediante aeronaves. Si ninguno funcionaba… Simplemente se rendirían. No había nada en el mundo que garantizase que algo fuera a suceder, ni tampoco que nunca ocurriera. Quizás las vastas nubes oscuras permanecerían inmóviles, quizá caería una silenciosa lluvia torrencial que no serviría de nada, quizás el enemigo ni siquiera esperaba que cambiara el clima… Ninguna de esas posibilidades era una certeza. Todos los planes se basaron en especulaciones originadas en información limitada. Chu Guang tampoco estaba cien por cien seguro de que el enemigo atacaría de inmediato al ver un aguacero torrencial. Sin embargo, a juzgar por las imágenes aéreas captadas por un dron volando a baja altitud, sabía que había hecho la apuesta correcta. 27 tanques Conquistador Tipo X salieron de sus refugios a prueba de explosiones, seguidos de cerca por 50 camiones antiaéreos modificados. La artillería de 100mm desplegada en la retaguardia abrió fuego contra las posiciones de la Nueva Alianza, disparando cientos de proyectiles en tan solos unos minutos. A primera vista, parecía una represalia por el bombardeo de cohetes anterior, pero en realidad era una cobertura que protegía el avance de la fuerza principal. ¡El Clan Colmillo había decidido arriesgarlo todo! Mientras tanto, la Nueva Alianza ya hacía tiempo que se había preparado. ¡Los jugadores apostados en primera línea se frotaban las manos, ¡estaban completamente listos para la batalla!
* * *
Dentro del búnker de artillería. Mientras escuchaba las ensordecedoras explosiones del exterior, Gran Deudor se sentó contra la pared. “Madre mía… ¿Desde cuándo esos bandidos son tan ricos?” – exclamó. En el pasado, el bombardeo de artillería del Clan Colmillo continuaba durante un par de rondas y luego se detenía. Pero ahora, habían estado disparando sin cansancio durante más de diez minutos. Debido a la lluvia, se había filtrado algo de agua en los refugios de artillería. Afortunadamente, los jugadores habían previsto el impacto del mal tiempo y ya habían cavado zanjas de drenaje en las trincheras y búnkeres. Aunque el aguacero caía con bastante fuerza, el impacto no fue demasiado significativo. Tumbado junto a la mirilla de observación, Golpe de Remo sostenía unos prismáticos. “¡Han aparecido tanques enemigos en la colina! ¡Hay 7!” – dijo de repente con entusiasmo. ¡Ya estaban aquí! ¡Los depredadores ya no podían quedarse quietos! “¿7? ¿No enviaron 27?” – preguntó Obrero, mientras intentaba contar con los dedos con el rifle en las manos. Gran Deudor puso los ojos en blanco. “Idiota. 27 es el total de tanques. Los enemigos no son tontos, ¿cómo podrían amontonar todos sus tanques y lanzarlos directamente hacia nosotros? Aparte del atasco que se produciría, la infantería tampoco podría mantener el ritmo.” Obrero asintió con la cabeza. “¡Tiene sentido!” Gran Deudor ya se había puesto sus auriculares de conexión neuronal. “¿Deberíamos lanzar el dron?” – preguntó con entusiasmo. “¡No hay que apresurarse! ¡Espera a que todos sus tanques estén a nuestro alcance antes de atacar! Intentemos aniquilarlos a todos al mismo tiempo. ¡No les demos tiempo a retirarse!” – dijo Golpe de Remo con tono serio. “¡Muy bien!” – respondió Gran Deudor con entusiasmo. La Legión de la Muerte estaba estacionada en lo alto de la colina al sur del Valle del Pinar. Después de casi un mes de combate continuo, el nivel de la legión había aumentado a 21 y su número máximo de miembros había aumentado a 300. Subir de nivel la legión era mucho más sencillo que subir al personaje, especialmente durante una guerra. Era el momento perfecto para acumular méritos. Como primera línea de defensa al norte del Municipio de Qingshi, las colinas al sur del Valle del Pinar eran la mejor posición para emboscar a las unidades blindadas enemigas. La orden del cuartel general era destruir los tanques enemigos a toda costa, impidiendo que los depredadores del Clan Colmillo alcanzasen posiciones elevadas. Golpe de Remo tuvo una idea más radical. No solo quería contener la implacable avalancha de ataúdes de hierro, ¡sino que también quería que los depredadores que cargaban con los tanques se quedasen allí! Al abrir la máquina virtual, Golpe de Remo marcó las coordenadas para el fuego de apoyo y presionó el botón de comunicaciones. “¡Aquí la Legión de la Muerte solicitando apoyo de artillería! Coordenadas: área central del Valle del Pinar. ¡Cinco rondas de cobertura!” – gritó a pleno pulmón. Una voz tranquila llegó a través del canal de comunicación. “Recibido. La orden ha sido entregada a la artillería.” La comunicación finalizó. El fuego de la artillería enemiga fue disminuyendo gradualmente. Las unidades de tanques enemigos habían entrado en rango de combate. Golpe de Remo cambió el canal de comunicaciones de su equipo y lo puso en el canal de voz mientras miraba a sus compañeros. “¡Atención! ¡Ametralladoras y armas anti-tanque a sus posiciones de combate de inmediato! Los blindados enemigos están casi sobre nosotros, ¡pero la victoria será nuestra! ¡Que el bosque al pie de esta montaña se convierta en su tumba!” Sus palabras fueron recibidas por un coro de voces unificadas pero diversas. “¡Entendido!” “¡Que les den!” “¡Ay! ¡Ay! ¡Ay!” Al mismo tiempo, las alarmas sonaron con fuerza en el aeropuerto al norte de Ciudad del Amanecer. “¡A bordo!” Siguiendo la orden de Mosquito, los jugadores del grupo de vuelo de la Legión Goblin se apresuraron a subir a sus aeronaves. Un total de 50 aviones de ataque a tierra W-2 salieron gradualmente de los hangares hacia la pista. Incluso bajo la intensa lluvia torrencial, el brillo helado de las elegantes ametralladoras de 10 mm y de las icónicas bombas de 100 kilogramos seguían siendo visibles. Sentado en el avión, Mosquito se puso la gorra de piloto y revisó los sistemas de armas y los instrumentos. Al mismo tiempo, no pudo evitar mirar al grandullón estacionado no muy lejos. H-1, un avión de hélice de tres motores, el último producto de la Siderúrgica N81. Escuchó que esos idiotas lo habían llamado específicamente Libélula, lo que obviamente era una forma de burlarse de él. Pero para ser honestos, comparado con el fuselaje de 20 metros de largo del avión, su pequeña aeronave realmente parecía una mosca. Sin embargo, Mosquito no tenía envidia. ‘¿Y qué si es grande? ¡Más grande no es mejor! Esa cosa no es más que un ataúd gigante en el cielo.’ En el combate aéreo, ¡lo que importaba era la velocidad! “Je,je, ¡ya verás!” Mosquito ya lo había decidido. Cuando completara el W-3, ¡lo llamaría Rana! ‘¿Burlarse de mí? ¡Sigue soñando!’ En ese momento, el canal de voz del equipo era un hervidero. “¡Entrenador! Está seguro de que esta chatarr… Ejem, ¿cree que este avión puede volar bajo la lluvia?” – gritó nervioso Caída de Pluma, sentado en la cabina. “¡No hay problema! ¡Lo impermeabilicé!” – respondió Mosquito con indiferencia. “Pe… pero… Si una bala impacta en la batería…” Al escuchar esa tonta pregunta, Mosquito se rio entre dientes. “Ten un poco de confianza. Incluso en un día despejado, si te alcanza una bala en la batería, estarás en problemas.” “¡Maldita sea!” Casualmente silenció el canal de voz del equipo y las voces parlantes cesaron abruptamente. Mosquito se aclaró la garganta. “¡No lo pienses demasiado! Solo sígueme, ¡pisa el acelerador a fondo y haz el trabajo! ¡A por ellos!” – gritó con tono serio. Las hélices cortaron las finas gotas de lluvia. Con el acelerador llevado al límite, Mosquito agarró la palanca de control y levantó el morro del avión cuando alcanzó la velocidad suficiente. Uno por uno, los aviones de ataque terrestre W-2 despegaron, siguiéndolo de cerca, volando hacia el cielo al norte del Valle del Pinar. Al alcanzar la altitud designada, Mosquito accedió al canal de comunicación del equipo a través de su MV. “¡Aquí Mosquito! ¡En camino! ¿Cómo está la situación en el frente?” El canal de comunicaciones era una cacofonía de voces. De vez en cuando se oían ruidos de explosiones. Al escuchar el ruido caótico, Mosquito chasqueó la lengua inconscientemente. ‘Excelente. ¡Ya están involucrados en la batalla!’ Poco después, la voz de Golpe de Remo resonó desde el otro lado. “¡Aquí la Legión de la Muerte! Los tanques enemigos han entrado en el campo de batalla. ¡Nos están disparando! ¡Maldita sea! ¿Cuánto falta para que lleguen?” “¡Ya casi llegamos!” “¡Dame algo más preciso!” – rugió Golpe de Remo. “¡20 minutos! ¡Vamos a toda velocidad!” – gritó Mosquito, acelerando al máximo. – “¡Aguantad!”
* * *
En las defensas al sur del Valle del Pinar. Los tanques que llegaron al pie de la colina alzaron sus cañones. Sus armas principales de 100mm dispararon sin cesar hacia el terreno elevado, suprimiendo la potencia de fuego del enemigo. La punta de lanza blindada del Clan Colmillo había entrado al campo de batalla. La primera columna decidió atacar la posición enemiga de frente, mientras que la segunda y la tercera se desplegaron hacia ambos lados, preparándose para lanzar un ataque desde tres direcciones simultáneamente. Al mismo tiempo, el fuego de artillería de la Nueva Alianza llegó al campo de batalla. Proyectiles de 100 mm llovieron desde el cielo, levantando nubes de polvo en el bosque y causando importantes bajas entre los depredadores que seguían a los blindados. Sin embargo, esos proyectiles aún eran demasiado débiles para dañar a los tanques Conquistador Tipo X. Como mucho, las explosiones y las ondas de choque rayaban su blindaje. Aunque los obstáculos anti-tanque colocados en el borde del bosque restringían las rutas de movimiento, confiar únicamente en esas defensas era claramente insuficiente para bloquear completamente a un tanque pesado como el Conquistador Tipo X. Sin embargo, los jugadores acantonados allí habían preparado otras sorpresas… Un tanque avanzaba por el borde del bosque, proporcionando cobertura a un escuadrón de 10 depredadores mientras giraban hacia el lado izquierdo de la posición de la Nueva Alianza. Como vanguardia del asalto, serían los primeros en subir la colina y ocupar las trincheras que la Nueva Alianza había cavado en el terreno elevado. Sin embargo, en ese momento, a poca distancia del tanque, el suelo embarrado se levantó de repente para revelar una tabla cubierta de hierba. Una persona empapada saltó. Alrededor de su cintura llevaba un cinturón de explosivos, y su cuerpo estaba cubierto de barro, como el demonio de un pantano. Los depredadores a su alrededor quedaron atónitos, sin comprender lo que estaba sucediendo. El jefe de escuadrón, al frente del equipo, fue el primero en reaccionar. Rápidamente levantó su metralleta. Sin embargo, cuando apretó el gatillo, ya era demasiado tarde. El hombre miró el tanque como si hubiera encontrado un tesoro. Sin decir palabra, quitó la mecha de los explosivos e, imprudentemente, se abalanzó sobre las orugas del tanque. “Geronimoooooooooooo…” – gritó emocionado a pesar de que tenía la boca cubierta de barro. ¡Booooooooom! ¡Una explosión se elevó hacia el cielo! Tomados por sorpresa, el escuadrón de 10 depredadores que seguía al tanque cayó como trigo recién segado, sufriendo grandes bajas. Por otro lado, el tanque que servía de cobertura quedó salpicado de carne y restos de pólvora. Con un crujido, la oruga derecha del tanque se desprendió de la rueda. El tanque en movimiento se desvió hacia un lateral y se estrelló directamente contra el tronco de un árbol. Al observar la aniquilación instantánea del escuadrón de 10 hombres y el tanque averiado, Wabu, quien supervisaba la batalla desde la retaguardia, se quedó atónito. No pudo evitar maldecir en voz alta. “¡Maldita sea! ¿Qué demonios fue eso que acaba de saltar del suelo?” Un compañero armado con un rifle tembló. “Parecía una persona.” “¿Una persona?” – Wabu abrió los ojos de par en par, con el rostro lleno de confusión. – “¿Están tan desesperados?” El tanque atacado ajustó su posición, apuntando su frente hacia el terreno elevado. La escotilla superior de la torreta se abrió y el comandante del tanque tosió mientras asomaba media cabeza por la torreta, gritando a los soldados de infantería que estaban detrás. “¡Nuestras orugas están rotas…!” Antes de que pudiera terminar su frase, las balas silbaron colina abajo, asustando al comandante del tanque y haciéndolo esconderse en su torreta. El blindaje resonó por las balas. Enfurecido, el tanque giró inmediatamente su torreta, mientras su ametralladora lateral disparaba contra la ladera. El cañón principal también disparó un proyectil de 100mm. Sin embargo, los atacantes ya se habían retirado. Aparte de arrancar una capa de hierba, el disparo no alcanzó nada más. Con la mitad de su cuerpo sobresaliendo de la torreta, Bagro se protegió la cabeza con la escotilla. “Wabu, ¡haz que tus hombres tengan cuidado! ¡Esos topos han cavado túneles por el valle! ¡Puede haber mucha gente escondida!” – gritó en voz alta a los que seguían al tanque. Al oír el grito de Bagro, el líder de la formación blindada, Wabu comprendió rápidamente lo que ocurría. “¡Tened cuidado! Si veis algo sospechoso, ¡apuñálenlo con la bayoneta!” – gritó a sus hombres. Y no fue el único. Más de un tanque se averió. Multitud de personas emergieron del suelo, abalanzándose temerariamente hacia el tanque más cercano. De los 7 tanques de la primera columna, 5 quedaron inmovilizados, lo que dejó a los 2 restantes demasiado asustados para continuar el asalto. Solo pudieron detenerse y dar cobertura a sus aliados. Los depredadores que habían seguido a los tanques hasta la base de la colina se encontraron atrapados en donde pudieron esconderse, soportando la lluvia de balas de ametralladora y el bombardeo incesante de los morteros. Dillon, de pie sobre la colina de la zona norte, frunció el ceño mientras miraba al frente a través de unos prismáticos. En apenas 10 minutos, la infantería que avanzaba con los tanques ya había sufrido una tasa de bajas del 40%, mientras que los tanques de la primera columna habían comenzado a perder sus orugas uno tras otro. Parecía que la Nueva Alianza sabía que no podía atravesar el blindaje del Conquistador Tipo X, por lo que apuntaban a las orugas relativamente vulnerables, recurriendo incluso a ataques suicidas. Su espíritu de lucha era realmente asombroso. Pero esperar detener a sus fuerzas blindadas con tácticas tan infantiles era bastante ingenuo. Contaba con un total de 27 tanques, 50 camiones antiaéreos y 5 brigadas esperando en reserva. Una vez que atravesasen la cima de la colina sur del Valle del Pinar, sus unidades blindadas podrían cargar directamente hacia el área urbana del Municipio de Qingshi e incluso conquistar el Pueblo del Arroyo Lejano, que se encontraba a tan solo 20 kilómetros del punto más al norte de la Ciudad del Amanecer de una sola vez. Para entonces, la Nueva Alianza ya no tendría posiciones que defender. Dillon cogió la radio y dio una orden con tono serio. “Cuarta y quinta columnas sigan adelante, ¡avancen por el camino de la primera columna!” Luego, miró a Colmillo de Oso, que estaba cerca. “¡Prepárense para la segunda oleada! ¡Que su infantería los siga!” Colmillo de Oso asintió con entusiasmo. “¡De acuerdo!” 10 tanques que esperaban en la cima de la colina norte comenzaron a moverse, acompañados por 20 camiones antiaéreos y 5 compañías de depredadores. Una abrumadora intención asesina impregnaba la lluvia. Dillon entrecerró los ojos ligeramente. Ya podía imaginar las posiciones de la Nueva Alianza siendo aplastadas por las orugas de los tanques. Sin embargo, justo en ese momento, las gotas que se deslizaban por su gorra cesaron de repente. Dillon parpadeó mientras levantaba la cabeza hacia el cielo y sus pupilas se contrajeron abruptamente. La espesa capa de nubes parecía haber sido desgarrada, dejando atrás solo un fino velo que revelaba incluso un cielo claro. Ese azul apenas visible era como una grieta grabada en una losa de piedra. A Dillon le pareció vislumbrar vagamente un arcoíris… Los susurros de sus subordinados llegaron a sus oídos. “¿Por qué dejó de llover?” “Solo ha pasado una hora…” “La intensa lluvia paró de repente…” “Ahora que lo pienso, una lluvia tan intensa suele venir acompañada de un viento fuerte, pero hoy apenas hay una brisa…” Un líquido frío recorrió la frente de Dillon. Ya no podía distinguir si era sudor o gotas de lluvia. ‘Lluvia artificial… ¡Era lluvia artificial!’ Había pasado un año entero luchando en el norte y en el Gran Valle de la Grieta, dónde había visto todo tipo de tácticas imaginables, pero esta era la primera vez que se enfrentaba a un enfoque tan extraño. El enemigo había predicho sus planes y para contrarrestarlo, le habían dado su ansiada lluvia… ¡Había sido descuidado! En el lejano arcoíris, Dillon vio vagamente como emergían de las nubes puntos negros en ordenada formación. Se dirigían hacia el suelo. Un atisbo de miedo cruzó sus ojos. La serenidad de su rostro se había desvanecido. Al instante arrancó su dispositivo de comunicaciones. “¡Unidades antiaéreas! ¡Cuidado con la cabeza!” – gritó a pleno pulmón. – “¡Aviones enemigos aproximándose!”


JDR - Capítulo 322

Capítulo 322

¡Parece que el cielo está de nuestra parte!
Traducido por Tars
Corregido por Noe
Editado por AMarauder

En un rincón del complejo comercial subterráneo, había una habitación desordenada, repleta de objetos. Con la ayuda de dos asistentes y varios guerrilleros, Ma Ban desalojó rápidamente la habitación, que tenía menos de veinte metros cuadrados. Después de conseguir tres juegos de mesas y sillas, junto con tres camas del almacén, Ma Ban inscribió algunas palabras en una placa de madera y la fijó en la entrada, marcando el establecimiento oficial de la Oficina de la Nueva Alianza en Pueblo Esperanza. Las obras acababan de comenzar, por lo que por ahora estaba manteniendo las cosas simples. Ma Ban ya se había preparado mentalmente para las duras condiciones del lugar, ya que él y sus compañeros habían vivido en este lugar durante un tiempo, unos meses antes. De pie en la entrada de la oficina, Yang Duo, el gerente de logística de Pueblo Esperanza parecía algo incómodo. Por un lado, realmente no tenían nada bueno que ofrecerle al nuevo gerente de la Nueva Alianza que acababa de llegar en paracaídas. Por otro lado, realmente no sabía cómo tratarlo. “Ma… Ejem, Señor Ma Ban, mucho tiempo sin verte.” “Ha pasado tiempo.” – respondió Ma Ban de manera concisa, sin intención de charlar. Tras meditar un buen rato sobre lo que dijo Ma Ban, Yang Duo no sabía en que estaba pensando, así que habló con cautela. “Lamento lo de la migración… Pero ya sabes cómo era la situación: no teníamos suficiente comida. Si no hubiéramos enviado a algunos, todos nos habríamos muerto de hambre.” Enviarlos era un eufemismo. Una descripción más precisa sería la palabra exiliados. Cruzar la zona ocupada por los depredadores para dirigirse al sur era una odisea peligrosa. Y si la Nueva Alianza cumpliría las promesas hechas por la radio en la transmisión era aún más incierto. Sin embargo, algo en lo que Yang Duo no mintió fue que eran incapaces de mantener a tanta gente. No solo exiliaron a Ma Ban y su gente; sino también a otros 1200 supervivientes, principalmente del asentamiento del norte de la Ciudad Continente Occidental. Se desconocía su paradero, y nadie sabía si estaban vivos o muertos. Menos del 30% de los exiliados lograron llegar a la Ciudad del Amanecer. Ma Ban lo miró, dándose cuenta de que Yang Duo probablemente había malinterpretado algo. “Entiendo. No te culpo. Además, nos ha ido bien en Ciudad del Amanecer. Nos dieron comida y refugio, e incluso nos consiguieron trabajo. Allí no preguntan por nuestros antecedentes. Mientras demuestres tus habilidades y lealtad a la Alianza, serás valorado… ¿Qué hay de lo que te pedí?” – dijo con franqueza. “Toma.” Yang Duo esbozó una sonrisa incómoda, entregando apresuradamente el cuaderno que tenía en la mano. Eran los registros del almacén de Pueblo Esperanza. Anotaban los ingresos y gastos de cada artículo, incluyendo alimentos, materiales recuperados y armas. Sin perder tiempo en rememorar el pasado, Ma Ban tomó el libro de cuentas y lo hojeó rápidamente. Luego almacenaría esos datos en una máquina virtual y se los entregaría al personal de gestión de la Nueva Alianza para controlarlo. Una vez integrado en el sistema de la Nueva Alianza, cada artículo que entrara o saliera del almacén sería auditado por una IA, incluyendo información que faltaba en cada proceso y qué artículo se agotaría pronto. Toda la información sería fácilmente accesible. Ma Ban ya había presencio el poder de este sistema durante su etapa como coordinador del campamento de refugiados. Por lo tanto, incluso antes de asumir este puesto, ya había decidido que lo primero que haría al llegar aquí sería conectar el almacén del Pueblo Esperanza a la red. “¿Cuántas personas quedan actualmente en Pueblo Esperanza? ¿Y cuánta comida se consume cada día?” – preguntó Ma Ban preguntó con indiferencia sobre la situación en el almacén, mientras revisaba el libro de cuentas con la cámara de su auricular. “Actualmente quedan 5731 personas en Pueblo Esperanza, de las cuales el 30 % son jóvenes, y el resto ancianos, niños y mujeres. Basándonos en la ración diaria de 300 gramos para adultos, el consumo diario sería…” – respondió rápidamente Yang Duo ante la pregunta de Ma Ban. – “1719,3 kilogramos… lo que equivale a casi 2 toneladas de comida.” Hojeando el libro de cuentas de principio a fin, Ma Ban frunció el ceño al observar las menos de 5 toneladas de alimentos y los miserables ingresos diarios de menos de 100 kilogramos. “¿Cómo han logrado mantenerse hasta ahora?” Al oír esta pregunta, una expresión amarga se dibujó en el rostro de Yang Duo. “Solo han pasado poco más de 2 meses desde que te fuiste… ¿De verdad necesitas hacer esa pregunta?” Ma Ban guardó silencio un momento y luego le devolvió el libro. “La ayuda de la Alianza continuará por un tiempo. Intentaremos asegurar un suministro de 2 toneladas de alimentos al día hasta que el nuevo asentamiento vuelva a funcionar. Además, el problema del saneamiento debe resolverse urgentemente y considerarse la máxima prioridad. Este problema no puede demorarse; de lo contrario, las enfermedades y la infestación de ratas empeorará, pudiendo incluso provocar epidemias más graves. Para entonces, ninguna cantidad de medicinas será suficiente. Necesito que movilicen de inmediato a todas las personas sanas del asentamiento. Les asignaré tareas para limpiar todas las áreas del refugio. Al mismo tiempo, despejaremos más zonas habitables de las ruinas del complejo comercial y rediseñaremos las distintas zonas del refugio. ¡Hacinar a cientos de personas en una sola habitación debe parar de inmediato! ¡Es un caldo de cultivo para las enfermedades! En cuanto a la búsqueda de basura… Podemos posponerlo por ahora. Nuestra máxima prioridad es asegurarnos de la que la gente siga con vida. Todo lo demás tendrá que quedar para otro momento.” Yang Duo miró aturdido al hombre que tenía frente a él. Solo habían pasado 2 meses desde su último encuentro, pero sentía que este hombre había cambiado por completo. Hasta el punto de ser irreconocible. Ma Ban hizo una pausa antes de continuar. “En cuanto a la gente que pereció trágicamente… Busquemos un lugar para enterrarlos.”
* * *
Tras la orden de movilización, lo supervivientes del Pueblo Esperanza actuaron de inmediato. Por supuesto, lo que realmente los motivó a participar con entusiasmo en las tareas de limpieza no fue la movilización del Alcalde Wu, sino la promesa de que recibirían raciones de comida adicional. Aunque se trataba de una simple tortita de trigo verde que pesaba menos de 150 gramos, para los supervivientes que habían estado aguantando con crema nutritiva, era una recompensa bastante generosa. Ma Ban dividió a los supervivientes movilizados en grupos de diez, detallando las responsabilidades y tareas de saneamiento para cada zona. La primera fase tenía como objetivo eliminar las heces y otros desechos de los pasillos y habitaciones, mientras que la segunda consistía en desinfectar todas las áreas del refugio. No se trataba solo de abordar cuestiones de higiene. También se trataba de infundir a los supervivientes el coraje para seguir viviendo, derribando las barreras entre ellos y reconstruyendo la cohesión como grupo. Ma Ban, que había trabajado como coordinador en el campamento de refugiados, era muy consciente que cuanto peores y opresivas fueran las condiciones de vida, más improductivo era mantener a la gente ociosa. Gracias a su experiencia previa acumulada en el campamento de refugiados, era experto en la gestión de asuntos relacionados, así que su trabajo se encaminó en la buena dirección rápidamente. Justo cuando el trabajo de Ma Ban avanzaba sin problemas, Lu Bei asumió con éxito el mando de la guerrilla de la resistencia. Sin embargo… La situación allí era incluso peor de lo que Lu Bei había imaginado. De los 671 guerrilleros, menos de la mitad eran capaces de combatir. Incluso entre los que sí podían, la mayoría presentaba unos problemas de salud preocupantes. Además, su equipamiento también era un problema. Las armas disponibles eran en su mayoría rifles de hierro fundido rudimentarios y las balas eran cartuchos recargables a base de pólvora negra. Esas balas no solo se atascaban con una frecuencia sorprendentemente alta, sino que también eran extremadamente propensas a explotar en el cañón debido a la acumulación de residuos. Muchas personas perdieron los dedos al fabricar las balas, lo que se convirtió en una de las principales causas de bajas de no combatientes para las fuerzas de la guerrilla. Además de las enfermedades. La noche siguiente, Lu Bei informó en detalle de la situación que había descubierto a Chu Guang, que se encontraba en la Ciudad del Amanecer. “La situación aquí es aún peor de lo que esperábamos. No se trata solo de su estado de salud, sino también de la casi inexistente logística. Los rifles de tubos de hierro que usan no pueden mostrar una capacidad de combate efectiva debido al mal funcionamiento. Además, las bajas causadas por el fallo de armas y la escasez de suministros superan con creces a las causadas por los depredadores. Si queremos que estén completamente listos para el combate, necesitamos al menos 600 rifles y 1.000.000 de cartuchos de munición.” Tras escuchar el informe de Lu Bei, Chu Guang reflexionó un momento antes de hablar. “A partir de ahora, suspende todos los ataques. Las armas llegarán pronto. En cuanto sea posible, necesito que hagas todo lo necesario para enseñarles a luchar de forma organizada lo más rápido. El día de la batalla decisiva contra los depredadores se acerca. Necesito que cooperes con la Legión Ardiente cuando sea necesario para cortar la retirada del Clan Colmillo hacia el norte.” Lu Bei respondió secamente: “¡Entendido!” Al terminar la comunicación, Chu Guang miró el documento que estaba sobre la mesa. Era el último informe enviado desde el frente. El Clan Colmillo había transportado todas sus unidades blindadas desde la Ciudad del Continente Occidental al Valle del Pinar. Según las imágenes aéreas de los drones y el conocimiento que Vanus tenía de Dillon, los depredadores estacionados al norte del Valle del Pinar habían completado todos los preparativos para la batalla. Y la razón más probable por la que pospusieron el momento de entrar en acción era porque estaban esperando al momento más oportuno. Por ejemplo… Una lluvia intensa. Si bien las inundaciones y el barro afectarían hasta cierto punto al movimiento de los tanques, su impacto sería mucho mayor en los aviones de hélice. Los aviones de hélice de la Nueva Alianza dependían principalmente de la observación visual para bombardear y disparar. La influencia del clima en la eficiencia de combate de las aeronaves era innegable. Claramente, el enemigo también se había dado cuenta de su debilidad, por lo que decidió esperar al momento oportuno. La serie consecutiva de derrotas había hecho que las tácticas de los depredadores fueran más cautelosas. Era posible que Vanus tuviera razón: habían reemplazado a su comandante de primera línea. Ya no estaba a punto de enfrentarse a unos bandidos ingenuos, sino a un antiguo comandante de división de la Legión… Dillon. Chu Guang era cauteloso con el cambio de enemigo, pero no estaba demasiado preocupado. Mientras el enemigo consolidaba sus defensas, sus jugadores también estaban ocupados. El sur del Valle del Pinar no solo tenía una densa red de trincheras, sino también una gran cantidad de obstáculos de acero anti-tanque. Estos obstáculos anti-tanque consistían en 3 barras metálicas en forma de L unidas mediante remaches y pernos. Una vez ensambladas, formaban una triple cruz tridimensional. Incluso si eran impactadas directamente por un proyectil, era complicado destruirlas por completo. Esa poderosa arma anti-tanque conocida como el Erizo checo, cubrió antaño las playas de Normandía y las calles de Moscú. En menos de una semana, la Siderúrgica N81 produjo 500 juegos de obstáculos anti-tanque, que fueron transportados al frente en ferrocarril. Aunque no eran suficientes para cubrir un frente de batalla de 1 kilómetro de largo, al combinarse con las trincheras y otras trampas anti-tanque, podrían causar algunos problemas a los tanques enemigos. Además, los jugadores también prepararon numerosas sorpresas para los depredadores de la Tribu Mastica Huesos. Muchas de esas ideas eran tan imaginativas que hasta Vanus no pudo evitar quedar asombrado… Hasta dudaba que algo así se le pudiera ocurrir a un humano. ‘Últimamente ha estado nublado… Me pregunto cuando empezará a llover. El día de la batalla final se acerca.’ Mirando la enorme pila de documentos sobre la mesa, Chu Guang se reclinó en el sofá, estirando su dedo índice suavemente sobre su frente dolorida y fatigada. Todos los preparativos estaban completos. La Legión Ardiente había ganado tiempo suficiente para que el resto de las legiones pudiera construir una línea de defensa impenetrable al sur del Valle del Pinar. Sin embargo… Le sorprendió la insistencia del enemigo en esperar a que hubiera una tormenta antes de comenzar la batalla decisiva. Había previsto que el enemigo lanzaría un intenso asalto contra las posiciones de la Nueva Alianza en cuanto acabasen de prepararse. Y eso, muy probablemente, ocurrió a finales de mes. Sin embargo, para sorpresa de Chu Guang, el recién nombrado comandante parecía incluso más cauteloso de lo que había imaginado. Especialmente teniendo en cuenta que los últimos días había estado nublado. La mayoría de los pilotos de la Legión Goblin eran novatos sin experiencia en combate bajo la lluvia. Si el Clan Colmillo lograba esperar hasta que cayese una lluvia torrencial, sin duda añadiría mucha incertidumbre a la batalla. Además, esos depredadores prepararon un sinfín de extrañas armas antiaéreas. ‘Sería fantástico si hubiera una manera de obligarlos a salir de sus protecciones…’ Mientras descansaba con los ojos cerrados, Chu Guang reflexionó. En ese momento, una idea lo asaltó y se incorporó bruscamente del sofá. Era una idea bastante buena. Aunque era un poco arriesgada, lo mejor sería dejar que el enemigo tomase la iniciativa. Una leve sonrisa se curvó en la comisura de sus labios. “Ya que son tan cobardes… ¡Les echaré una mano!” – susurró suavemente, sosteniendo el ratón.
* * *
En la ladera norte del Valle del Pinar. Desde lo alto hasta el bosque al pie de la montaña, había casi 2 kilómetros cubiertos por un entramado de trincheras y de agujeros de proyectiles. El enfrentamiento había durado más de medio mes. Durante ese tiempo, la Nueva Alianza había disparado más de 1000 proyectiles contra las posiciones del Clan Colmillo. Hacía apenas 10 minutos, la artillería de cohetes de la Nueva Alianza había disparado una nueva salva contra las posiciones enemigas. Sin embargo, esa descarga no causó muchas bajas a los depredadores estacionados allí. Una semana antes, ya habían cavado suficientes trincheras y búnkeres. Salvo algún que otro desafortunado, la mayoría de las veces ya se encontraban dentro de sus trincheras antes de que llegase la segunda salva de bombardeos. En comparación con la densa descarga de fuego, los depredadores agazapados en las trincheras en realidad tenían más miedo de los morteros de la Nueva Alianza. Esos topos azules no solo eran increíblemente astutos, sino que cada vez que tenían que salir de patrulla se escuchaba algún disparo repentino que los pillaba desprevenidos y les hacía imposible defenderse. De pie en el campo de batalla asolado por proyectiles de artillería, Dillon miró hacia el sur a través de unos prismáticos. “Obstáculos anti-tanque…” Al oír esas palabras, Colmillo de Oso se quedó paralizado. “¿Qué es eso?” Dillon guardó silencio, mientras que Tumen tomó la iniciativa de contestar. “Una especie de fortificación que obstaculiza el avance de los tanques… No esperaba que su producción de acero fuera tan abundante.” Al escuchar que solo eran fortificaciones defensivas, una pizca de indiferencia apareció inmediatamente en el rostro de Colmillo de Oso. “Je. ¿Fortificaciones? Por muy robustas que sean, ¡no serán más que escombros ante nuestras pisadas!” Su confianza no era del todo infundada. En su marcha desde el centro hasta el sur de la Provincia del Valle del Río, el Clan Colmillo libró cientos de batallas de todos los tamaños. Y no importaba en qué batalla fuera, en el momento en que desataban esos trozos de hierro, la desesperación quedaba profundamente grabada en los rostros de sus oponentes. Todas sus defensas eran tan endebles como el papel frente el cañón principal de 100 mm. Y todo lo que tenían que hacer era una cosa: disparar mientras avanzaban. Aniquilar a los desorganizados supervivientes y ver cómo esos cobardes carroñeros se dispersaban como cucarachas atrofiadas. Y ahora, no solo habían desplegado tanques, ¡sino que también habían reunido todos los tanques del clan! ¡Incluso equiparon a cada tanque con dos camiones antiaéreos modificados! ¡Pensar que unas cuantas barras de acero podrían detenerlos era simplemente pura fantasía! Dillon no refutó las palabras de Colmillo de Oso. Aunque pensaba que los depredadores que conducían los tanques eran como monos empuñando rifles, incapaces de desplegar si quiera la mitad del poder de un Conquistador Tipo X. El rendimiento inherente del equipo compensaba con creces esa deficiencia. Habían preparado 27 tanques, casi 50 camiones antiaéreos y 5000 soldados de infantería ligera para esta batalla. Con todo esto destrozaría por completo las fuerzas desplegadas por la Nueva Alianza en el frente norte. Pronto, el distrito industrial de la Ciudad del Amanecer caería en sus manos. Para entonces, habrían eliminado por completo los obstáculos que les impedían avanzar hacia el sur. Toda la llanura de la Provincia del Valle del Río quedaría bajo el control de la Tribu Mastica Huesos. Ahora… solo quedaba esperar a que hubiera un fuerte aguacero. “No hay que temer a unos cuantos obstáculos anti-tanque. Aunque entierren un anillo de minas anti-tanque al pie de la montaña, no impedirán que nuestras puntas de lanza blindadas perforen sus defensas. Solo me preocupa que tengan otras cartas bajo la manga…” Dillon le entregó los prismáticos a Tumen, que estaba a su lado, mientras hablaba. Mirando a su subordinado, continuó. “Envía dos equipos de reconocimiento más tarde para que echen un vistazo y marquen la ubicación de los obstáculos anti-tanque. Usaremos esa información al formular el plan de batalla. El día decisivo se acerca cada vez más, podría ser hoy o mañana. De ahora en adelante, ¡cada paso que demos debe ser extremadamente cauteloso!” Tumen tomó los prismáticos y se puso firme. “¡Entendido!” – dijo con seriedad. Dillon asintió y se giró para caminar hacia las trincheras. Sin embargo, en ese momento, una sensación de frescor le llegó a la punta de la nariz. Levantó inconscientemente la cabeza y vio gotas de lluvia del tamaño de un guisante cayendo desde el cielo, golpeando el ala de su sombrero y sus hombros. El clima en mayo podía cambiar en un abrir y cerrar de ojos. Las gotas de lluvia se hicieron cada vez más densas. En menos de un minuto, el campo de batalla quedó sumergido en un aguacero torrencial. Una mirada de sorpresa apareció en el rostro de Dillon, que rápidamente se transformó en éxtasis. “¡Lluvia! ¡Por fin llegó la lluvia!” De pie junto a él, la reacción de Colmillo de Oso fue aún más entusiasta. Ese hombre corpulento abrió los brazos con alegría y estalló en carcajadas mientras miraba hacia el cielo. Era como si estuviera animando al aguacero. “¡Ja, ja, ja, ja! ¡Parece que hasta el cielo está de nuestra parte!” En sus ojos solo había emoción. “¿A qué esperamos? Mientras los aviones de esos topos se convierten en moscas empapadas por la lluvia, ¡estrellemos nuestros tanques contra su cara para hacerles polvo!” – gritó emocionado, mientras miraba a Dillon, sin hacer caso a la lluvia que le caía en la cara. Dillon permaneció en silencio, con la mirada fija en el cielo. Sus pensamientos iban a mil por hora. ‘Dada la densidad de las nubes oscuras, una vez que empiece a llover, es improbable que pare en poco tiempo.’ Ahora era el momento perfecto para lanzar el ataque, antes de que el suelo se convierta en un barrizal… Si bien la planificación era algo crucial, aprovechar el momento oportuno era mucho más importante. Sin dudarlo más, Dillon se desenganchó la radio que llevaba colgada al hombro y pulsó un botón. Al mismo tiempo, a 5 kilómetros de distancia, en el hueco de la montaña, una voz amplificada por los altavoces resonó por encima de los depredadores que se preparaban afanosamente. “¡Atención a todas las unidades! ¡Activen el plan número Uno! Todos, ¡tomen sus equipos y diríjanse inmediatamente a las posiciones de batalla designadas! Desplieguen los tanques, vehículos blindados… ¡Todos los vehículos operativos a la carga! ¡Ha llegado el momento de la batalla decisiva! ¡Es hora de darles una lección a esos malditos topos!”