jueves, 2 de octubre de 2025

JDR - Capítulo 327

Capítulo 327

¡Un brindis por la victoria de la Alianza!
Traducido por Tars
Corregido por Noe
Editado por AMarauder

“¡Brindemos por la victoria!” “Ja, ja, ja, ¡salud!” “¡Viva la Alianza!” En la calle norte de Ciudad del Amanecer, al lado del puesto comercial, había un hotel de carretera. Aunque el cielo no había oscurecido del todo, el vestíbulo del primer piso estaba repleto de mesas y sillas; el aroma a cerveza impregnaba el aire. También se oían vítores animados. La noticia de la victoria llegó rápidamente desde el frente a Ciudad del Amanecer, ubicada en los suburbios del norte del Distrito de Qingquan. Gracias a los anuncios en la plaza y a la pequeña pantalla tras la barra, los borrachos sentados allí no fueron los últimos en enterarse. Ya fueran comerciantes ambulantes, viajeros, guardias de caravanas o mercenarios, cuando escucharon que el ejército de la Nueva Alianza había derrotado a la Tribu Mastica Huesos en el frente, ninguno pudo evitar vitorear en silencio al Administrador. Durante mucho tiempo, la Tribu Mastica Huesos había sido un nombre que infundía miedo en innumerables habitantes del páramo. Extendiéndose desde el norte de la región central hacia el sur, eran como una plaga en movimiento, dejando solo tierra arrasada a su paso. Decenas de puestos de avanzada de supervivientes habían sido borrados del mapa por ellos, y nadie podía detenerlos. Pero ahora, finalmente habían pateado un nido de avispas y el puño de hierro de la Nueva Alianza les había sacado los dientes. “¡27 tanques destruidos en una sola batalla! ¡Por el Gran Dios Ciervo! ¿Cuántos soldados movilizaron?” “No entiendo bien. Ese tanque… Hip… ¿es realmente tan impresionante?” – preguntó un mercenario borracho, mientras eructaba recostado en la barra. “¿Poderoso? Ja, ja, ¿es broma? Esa cosa es un monstruo, ¡una fortaleza terrestre! ¡No es algo con lo que la gente común pueda lidiar! Preferiría enfrentarme a una Garra de la Muerte; al menos mi arma me daría algo de seguridad.” El mercenario sentado a su lado comenzó a alardear de sus experiencias en el norte cuando luchaba por la gente del Gran Valle de la Grieta, atrayendo bastante atención. Naturalmente, también estaba Sun Shiqi sentado en la barra. Hace tres días, había transportado 6 toneladas de lingotes de cobre, 2 toneladas de cromo, 1 tonelada de cobalto y níquel… junto con una gran cantidad de azufre y fósforo desde Pueblo del Río Rojo. Sin embargo, para su sorpresa, el cobre y el azufre en el que tanto confiaba casi habían borrado todas las ganancias que había obtenido del resto de productos. Parecía que la Nueva Alianza había descubierto una mina de cobre, convirtiéndose de la noche a la mañana del segundo mayor importador de cobre al sur de la Provincia del Valle del Río a un exportador de recursos. Aunque aún no habían comenzado a exportar minerales, claramente habían suspendido sus importaciones masivas de lingotes de cobre. Combinado con la rápida caída del precio del platino, un metal usado como catalizador industrial, parecía indicar que la guerra estaba llegando a su fin. La intuición de Sun Shiqi le dijo que el mercado de Ciudad del Amanecer estaba a punto de cambiar. Según la tradición, tras el fin de la guerra, la Nueva Alianza destinaría rápidamente algunas de sus líneas de producción militar para uso civil. Las que fabricaban explosivos pasarían a producir fertilizantes y jabón. La señal más evidente de esta transición era que ya no buscaban expandir la capacidad de producción de materias primas industriales básicas como el ácido nítrico y el ácido sulfúrico. Sin apresurase a cerrar otro trato, Sun Shiqi pasaba todas las tardes en el primer piso del Hotel Autopista, pidiendo un plato de patatas fritas y una cerveza. A pesar de que ya poseía una propiedad en Ciudad del Amanecer. “Derrotar a la Tribu Mastica Huesos en el frente… Parece que ya nada detiene el ascenso de la Nueva Alianza.” – dijo Zhou Nan con aire pensativo. Estaba sentado frente a Sun Shiqi, con la mirada fija en la pequeña pantalla del bar. Al escuchar lo que dijo, Sun Shiqi se rio entre dientes. “¿No estaba claro?” “¿Claro?” Zhou Nan miró de reojo a este tipo. “¡Deja de presumir! Hace 2 meses, cuando la Nueva Alianza acababa de anunciar su expedición al norte, ¡no dijiste que estaba claro!” Pero en realidad, era comprensible. En aquel entonces, nadie creía que la Nueva Alianza pudiera ganar, excepto la gente de azul que creían en sí mismos y los habitantes del asentamiento que veían al Administrador como una deidad. De un lado había 30.000 depredadores, que heredaban el equipamiento de la expedición de la Legión y parte de su estructura de mando. Al otro, un asentamiento reciente, de menos de un año de antigüedad, con una población de apenas 5000 habitantes. Nadie podría haber imaginado que la Nueva Alianza realmente ganaría. Y ganaron de manera aplastante. Los depredadores contaban con una compañía blindada de 27 tanques y 30000 hombres, acompañada por una gran cantidad de cañones antiaéreos. Además, estaban bajo el mando de Dillon, un comandante experimentado. ¿Cómo podrían ganar con esos diminutos bombarderos en picado? Sin embargo… ahora ya era todo cosa del pasado. En agradecimiento por la comida, Zhou Nan se abstuvo de hacer nuevos comentarios y simplemente tomó un sorbo de la sabrosa cerveza en silencio. En cuanto a Sun Shiqi, continuó soñando despierto sobre el futuro. “…En el futuro la Provincia del Valle del Río se dividirá en tres partes: la Ciudad de Boulder al sur, el Gran Valle de la Grieta al norte, y la Nueva Alianza ocupando la zona vacía que había en la región central. ¡Este lugar es prácticamente una mina de oro! No, ¡vale más que el oro!” A diferencia de la mayoría de los asentamientos supervivientes, la Nueva Alianza tenía una peculiar obsesión por la tierra. A pesar de que la población total de la Ciudad del Amanecer era de tan solo 5000 habitantes, ya habían expandido sus fronteras hasta la Ciudad del Continente Occidental. Sí, la guerra aún no había terminado, pero la gente de azul ya había incorporado el asentamiento Esperanza en la Ciudad del Continente Occidental a su territorio e incluso proporcionaban ayuda alimentaria a los residentes. Para Sun Shiqi, sus acciones eran realmente extrañas, pero era una buena noticia para él. Si la Nueva Alianza estaba dispuesta a desarrollar las áreas inexploradas del norte y albergar a los refugiados y nómadas que habían perdido su hogar, estaría más que dispuesto a proporcionarles palas u otras herramientas. En ese momento, Sun Shiqi de repente recordó algo y miró a su compañero de bebida al otro lado de la mesa. “Recuerdo que mencionaste antes que eras del asentamiento Esperanza…” Zhou Nan se quedó atónito por un momento, y luego se rio entre dientes. “Amigo mío, hoy en día hay más asentamientos de supervivientes llamados Esperanza que personas que se nombran con el nombre de las estaciones, accidentes geográficos o ríos. Soy del asentamiento Esperanza. Sí… pero el que se encuentra en la Provincia de la Llanura Dorada. No hay ninguna Tribu Mastica Huesos. Nuestros únicos dolores de cabeza son los humanos mutados y los innumerables insectos venenosos mutantes.” Aparte de eso, también estaban los cultistas de la Costa de la Muerte en el sur y los piratas que vagaban tierra adentro desde las provincias costeras del sur. Pero al final, tampoco es que fuera tan grave. Después de todo, la vida siempre había sido así, año tras año. Los lugareños hacía tiempo que habían encontrado un equilibrio entre el caos y la muerte que les permitía sobrevivir. En ese momento, Zhou Nan no pudo evitar suspirar. “…En cualquier caso, doy las gracias a la Nueva Alianza. De lo contrario, para estas fechas del año que viene, tendríamos que andar lidiando con el avance de la Tribu Mastica Huesos tras atravesar la Ciudad de Boulder.” “Sí, gracias a ellos.” – suspiró Sun Shiqi con una mezcla de emociones mientras observaba las burbujas de su jarra. – “De lo contrario, probablemente seguiría siendo un simple vendedor ambulante…” No era él la única persona que necesitaba agradecer a la Nueva Alianza por su victoria. Todos los comerciantes ambulantes, propietarios de minas y asociaciones de comercio del Pueblo del Río Rojo tenían una deuda de gratitud con ese Administrador. La razón por la cual el Clan Serpiente no pudo usar toda su fuerza para lidiar con el Pueblo del Río Rojo se debió en gran medida a la distracción causada por la Nueva Alianza. Ahora que esta había tomado la Ciudad del Continente Occidental, el Clan Serpiente no tendría más remedio que poner fin al asedio, aunque no quisieran rescatar a sus propios aliados. La guerra finalmente estaba llegando a su fin. Los dos hombres chocaron sus jarras con una sonrisa, ofreciendo sentidas bendiciones. “¡Brindemos por la Nueva Alianza!” “¡Brindemos por el sabio y poderoso Administrador!” “¡Que tenga una larga vida!”
* * *
En el exterior del Hotel Autopista. En un rincón del mercado que había en la calle de al lado, un anciano envuelto en una bufanda y una túnica estaba sentando, atendiendo su puesto. El humo se elevaba de su vieja y descolorida pipa, dándole un aire misterioso a su rostro arrugado. Una alfombra de piel de camello yacía frente a él, con algunas extrañas piezas de madera encima. Un camello mutante, con sus dos jorobas unidas en una, dormitaba a su lado. Poseía unos rasgos faciales aplastados que le daban un aspecto bastante aterrador. Sin embargo, en el páramo, esa apariencia de mutante era bastante común. “Por solo 2 monedas de plata, escribe su nombre en la tabla de madera y el espíritu del Mar de Arena lo bendecirá para que regrese sano y salvo…” Levantando los párpados entrecerrados, el anciano miró a la preocupada muchacha frente a su puesto, pensando que su cena estaba asegurada. “Pero… Aquí no hay arena. ¿Funcionará?” – susurró la chica. “Por supuesto, no hay problema. Hace mucho, mucho tiempo, el vasto e infinito Mar de Arena se extendía por toda la región central, extendiéndose por decenas de miles de kilómetros. Las llanuras bajo tus pies, las montañas, los lagos… todo fueron en el pasado parte del dominio del espíritu del Mar de Arena… En aquel entonces, no existía el Dios Ciervo con grandes cuernos; solo la vasta extensión de arena vagaba por esta tierra.” – respondió el anciano con seguridad. Al observar al excéntrico anciano, Nieve Helada dudó un instante frente al puesto, pero pensando que al final eran solo 2 monedas de plata, buscó su bolsa. A diferencia del resto de habitantes que celebraban la victoria, ella estaba más preocupada por la seguridad del Administrador. Durante las últimas 2 semanas, rara vez había visto al Administrador leyendo en la biblioteca. De vez en cuando, la Asociación de Comerciantes le entregaba documentos o libros recuperados, pero siempre los recibía ese pequeño robot con forma de papelera. Más tarde, un compañero le informó que el Administrador había ido al frente. A pesar de que las buenas noticias continuaban llegando desde allí, todavía era muy peligroso; escuchó que incluso el comandante de los depredadores, un hombre llamado Dillon, fue asesinado por una bala perdida. Realmente esperaba que él estuviera a salvo... El anciano casi entrecerró los ojos al ver a la niña sacando su bolsa. Pero justo entonces, un brazo de piel clara se extendió a su lado. “Oye… ¿De verdad te lo creíste?” – Río Helado miró a su hermana pequeña con asombro. Incluso había sacado su bolsa. – “¿Escribir un nombre puede garantizar la seguridad de alguien? Eso no existe.” Ante la mirada sorprendida de su hermana, Nieve se sonrojó. “Son solo 2 monedas de plata…” – susurró. “Jovencita, tenga cuidado con sus palabras.” – Al ver como su cena estaba a punto de desaparecer, el anciano frunció el ceño con desaprobación a la mujer que había interrumpido sus asuntos. Tenía una expresión hostil. – “Como dice el dicho, más vale creer que existe, a que no. Si ocurre algo inesperado, no me culpe por no avisarle.” Al ver que el anciano realmente la amenazaba, Río sonrió. “No intentes engañarme. Nuestro Administrador ha dicho que la gente materialista no adora a fantasmas ni dioses. Es mucho mejor usar ese dinero para apoyar a la gente.” Después de decir eso, ignoró al anciano que lo miraba fijamente, y observó a su hermana. “Si tienes a alguien especial en el frente, en lugar de rezar por su seguridad… Es mejor que esperes a que regrese victorioso y le regales un ramo de flores.” La cara de Nieve se puso roja. No por las palabras de su hermana, sino porque cada vez más gente se reunía a su alrededor. Estaba empezando a sentirse avergonzada. Extendiendo la mano, tiró de la manga de su hermana. “Está bien, vale. Sé que es inútil hacer esto. No necesitas discutir… No lo compraré.” – susurró. Después de decir eso, tiró de la manga de su hermana y rápidamente se deslizó fuera de la multitud, deteniéndose solo en el otro extremo del mercado. Deteniendo sus pasos y antes de poder recuperar el aliento, su hermana le tocó la cintura con entusiasmo. “Dime la verdad, ¿de quién era el nombre que querías escribir? Quien es el joven afortunado.” Con el rostro enrojecido, Nieve dudó por un momento. “Si te lo digo… no puedes burlarte de mí.” – susurró, incapaz de resistir a las continuas preguntas de su hermana. Con un destello de curiosidad en los ojos, Río, quien acababa de decir que no creía en espíritus, levantó tres dedos. “Yo, Río, ¡lo juro por los cielos! No me burlaré de mi inteligente, encantadora, hermosa y elegante hermanita, ¡y definitivamente no se lo diré a nadie!” “……” Nieve puso los ojos en blanco y miró a su hermana con un toque de fastidio. Después de dudar un momento, e incapaz de guardárselo para sí misma por más tiempo, finalmente se inclinó más cerca del oído de su hermana y pronunció en voz baja el nombre que planeaba escribir. Después de escucharlo, Río se quedó atónita y luego la miró con asombro. Su expresión era aún más exagerada que cuando vio a su hermana a punto de darle dinero a un estafador. “¿Aún no te has rendido?” Nieve se sonrojó. “Prometiste no burlarte de mí.” “Como podría hacerlo…” – Río suspiró, sacudiendo la cabeza como un cascabel. – “Pero debes saber que no hay ninguna posibilidad.” Nieve miró a su hermana con una expresión complicada y, tras un instante, suspiró suavemente. “Nunca dije que tuviera alguna oportunidad… Solo espero que esté a salvo. ¿No lo deseas también?” Río asintió pensativa. “En efecto…” No podía imaginar en que se convertiría la Ciudad del Amanecer sin el Administrador. Quizás este oasis ni siquiera existiría. Esa gente de azul que solo daba su lealtad al Administrador probablemente se marcharía, quizá regresando a la clandestinidad o a algún otro lugar. Los refugiados definitivamente no se quedarían obedientemente en los dormitorios colectivos, esperando indefinidamente su reasentamiento. Los prisioneros de guerra tampoco se portarían bien; sin duda aprovecharían esta oportunidad única para liberarse de sus cadenas. Las diversas legiones probablemente mantendrían su lealtad e incluso heredarían la voluntad del Administrador de revitalizar la Federación. Elegirían a una figura militar poderosa para reprimir los disturbios… Sin embargo, lo más seguro es que eso sembraría las semillas de una rebelión. En cuanto a los comerciantes ambulantes… desde un principio carecían de lealtad. Harían todo lo posible para explotar a los habitantes de la ciudad bajo el pretexto del libre mercado. Era posible que incluso las monedas de plata perdieran su valor. Dado que trabajaba en el puesto comercial, conocía a la perfección el carácter de la gente del páramo. No solo tenían un código moral y ética profesional flexible, sino que también poseían identidades poco fiables. Quizás en otros lugares eran cazadores de esclavos o incluso depredadores, pero aquí, independientemente de su pasado, cumplían con la ley. Era realmente un milagro. Tras reflexionar un rato, Río asintió. “Si algo le pasa… todos estaremos muy tristes.” Al oír esto, Nieve se estremeció como un conejito asustado y rápidamente le tapó la boca con las manos a su hermana. “¡Hermana! ¡No atraigas la mala suerte! Si papá te oye, ¡te dará una paliza!” “Ju… No pasa nada. No lo dije delante de papá.” – zafándose de las manos de su hermana, Río la esquivó mientras sonreía. – “Además, el Administrador dijo que si queremos mencionar su nombre, no hace falta que nos preocupemos. Los nombres son para usarse.” “¿Eres un loro? ¿Por qué siempre estás hablando del Administrador… No paras…” – dijo Nieve, sonrojada. Trabajando como dependienta en la Asociación de Comerciantes, naturalmente no podía tener más fuerza física que su hermana, quien trabajaba en el puesto comercial. Tras perseguirla un rato, pronto se encontró jadeando con las manos en las rodillas, luchando por recuperar el aliento. Río se detuvo y parpadeó mientras miraba a su hermana. “¿Eh? ¿Estás celosa? No te preocupes, tu hermana busca una vida estable. No soy de andar con tonterías. Lo único que quiero en mi futuro espos…” “¡Nadie está celoso!” Mientras observaba a dos niñas jugar y reír, YaYa apoyó la barbilla en las manos con envidia tras sentarse en los escalones que había frente a la sucursal de la Sastrería de Teng Teng. ‘Ojalá tuviera una hermana. Aunque un hermano también estaría bien.’ Aunque no podía comprarle vestiditos, tener a alguien con quien jugar estaría bien. Como alguien que pasaba la mayor parte del tiempo en casa y rara vez salía, tener a alguien con quien interactuar en la vida real era increíblemente complicado. ‘Maldita sea…’ ¡Estaba empezando a envidiar a los PNJs del juego! Teng Teng estaba a su lado bebiendo un agua con gas, pero tenía una opinión completamente distinta. “Últimamente, no hay muchas caras conocidas en Ciudad del Amanecer.” – murmuró. Durante los últimos 2 meses, la mayoría de los clientes de su tienda eran PNJs. El negocio no se había visto muy afectado y había diseñado unos cuantos atuendos estándar, pero sentía que su creatividad y talento se estaban desperdiciando con esos peculiares encargos personalizados. Comparadas con la vestimenta conservadora de los PNJs, las ideas excéntricas y extravagantes de los jugadores la entusiasmaban mucho más. Aunque sería mejor si fueran un poco más serios. “Al fin y al cabo, todos están en primera línea.” – dijo YaYa, consolando a su amiga. Teng Teng la miró de reojo. “Ahora que lo pienso. Te consideraba una jugadora de combate. ¿Por qué estás tan ociosa?” Pensó que YaYa se uniría a Tail y a sus amigas para ir al frente, pero parecía que había aprendido la lección y no fue con ellas. “Mm, ¿quién dice que soy holgazana?” – dijo YaYa con una sonrisa de satisfacción. – “De hecho, he amasado una pequeña fortuna últimamente.” “¿Ah?” – Teng Teng miró a YaYa con curiosidad mientras soltaba la pajita que había estado mordiendo. – “¿Qué clase de fortuna?” “¿Recuerdas ese hongo verde puntiagudo que encontré? Bueno, los envié al laboratorio médico del refugio. Ese PNJ de pelo blanco descubrió que contenía una sustancia parecida a la penicilina.” – respondió YaYa con orgullo. Teng Teng asintió. “Ahora que lo mencionas, creo recordarlo… Luego se añadió a la enciclopedia de la página web oficial, se llama Hongo Verde Musgoso. Así que fuiste tú quien lo descubrió…” “¿Qué quieres decir? Claro que fui yo. ¡Hubo un anuncio de servidor!” – protestó YaYa con tristeza. Pero se aclaró la garganta y continuó emocionada. – “En fin, luego recibí una misión oculta del refugio: recolectar 20 toneladas de Hongos Verdes Musgosos para el asentamiento de supervivientes de la Ciudad del Continente Occidental.” “¿20 toneladas?” – Teng Teng la miró asombrada. – “¿Hay tantos?” YaYa sonrió. “Claro que sí. Antes, la gente creía que esos hongos eran venenosos y no los recogía. Pero con un pedido tan grande, naturalmente no podía hacerlo todo yo sola. Al final pude completar la misión después de que la joven de la Asociación de Comerciantes me ayudase a registrar una empresa y a contratar a unos 10 trabajadores del páramo.” “Bien. Nada mal. Nuestra YaYa por fin se ha embarcado en ese camino. A partir de ahora, no tendrás que recoger setas tú misma para ganar monedas de plata.” – dijo Teng Teng con aprobación, mientras asentía con la cabeza. “Bueno… aunque sea así, prefiero la sensación de explorar por mi cuenta en lugar de preocuparme por un montón de cosas.” – añadió YaYa tras reflexionar un instante. Este juego le permitía descubrir cosas que nunca había visto. En cuanto a las monedas de plata, ya no le importaban tanto. “¿Intentas presumir o algo así?” – Teng Teng puso los ojos en blanco, miró al cielo y se estiró perezosamente. – “Todos están trabajando muy duro. Parece que yo también necesito esforzarme en la nueva versión.” YaYa le dio una palmadita en el hombro a su mejor amiga con una risa juguetona. “No te pongas tan seria. Jugar no se trata de conseguir algo, sino de disfrutar de la experiencia. Por cierto, luego hay un espectáculo de fuegos artificiales para celebrar la victoria en la plaza. Dicen que también hay nubes de azúcar de la Provincia del Atardecer.” “¿Azúcar blanco?” – preguntó Teng Teng sorprendida. – “¿No es algo que tenemos desde hace mucho tiempo?” Hubo una época en que el azúcar era más barato que la sal, sobre todo antes de que se abrieran las rutas comerciales. Al fin y al cabo, la Granja Brown tenía remolacha azucarera, y con una pequeña mejora en el proceso, podían obtener azúcar puro. Sin embargo, la sal había que importarla. “No, es azúcar de arena. La Provincia del Atardecer es un desierto, así que probablemente sea una especialidad local. Lo vi en el foro… Dicen que lo descubrió Xiaoyu.” – dijo YaYa con una sonrisa. Mientras hablaban, los fuegos artificiales ya se elevaban hacia el cielo. Había llegado la hora antes de que se dieran cuenta. Al oír hablar de una comida desconocida, el rostro de Teng Teng se iluminó con interés. “Vamos, enséñame dónde puedo conseguirlo.” – dijo ella, saltando de los escalones. En medio de los brillantes fuegos artificiales, la gente que vivía en la retaguardia envió sus bendiciones a la línea del frente. Sun Shiqi salió borracho de la taberna y miró los deslumbrantes fuegos artificiales en el cielo. Se detuvo por unos segundos antes de bajar la cabeza. “Verde… Debe ser sulfato de cobre.” – susurró. “Qué desperdicio… ¿Acaso son tan ricos como para usar así la pólvora que les sobra?” – susurró Zhou Nan a su lado. Lo estaba apoyando. “Parece que la guerra realmente ha terminado.” Mientras los habitantes de la Ciudad del Amanecer celebraban la importante victoria en el frente, los depredadores de la Ciudad del Continente Occidental estaban sufriendo de manera terrible…


JDR - Capítulo 326

Capítulo 326

¡Un enorme botín!
Traducido por Tars
Corregido por Noe
Editado por AMarauder

Tras recibir dos golpes en la cara con el frío acero de una bayoneta, Wabu supo que ya no podía fingir estar muerto mientras se tiraba en el suelo. Al final, solo pudo abrir los ojos a regañadientes. “No disparen…” Lentamente movió sus manos a los lados de su cabeza, con las palmas hacia adelante, señalando que estaba desarmado. El soldado que sostenía el rifle no perdió el tiempo en hablarle y simplemente apartó el arma de una patada. “Levántate.” Wabu obedeció sin rechistar, poniéndose de pie con las manos en la nuca. Luego siguió al soldado hacia la posición de la Nueva Alianza. Horas antes, un dron había volcado el tanque del líder de la compañía Bagro, y Wabu había quedado inconsciente mientras cargaba junto a la formación blindada. A su alrededor, sus amigos yacían muertos o mutilados. Los que habían sobrevivido les faltaban extremidades, y sus gritos de dolor resonaban como aullidos de lobos. Se consideraba afortunado. Quizás debido a su despertar, solo había sufrido heridas leves. Para cuando Colmillo de Oso lideró a la brigada en un asalto a la colina sur, ya había recuperado el conocimiento. Sin embargo, Wabu no se levantó inmediatamente. Especialmente cuando vio a sus compañeros rodando colina abajo uno tras otro, temiendo que lo pudieran empujar para rellenar la línea ofensiva, simplemente cerró los ojos y fingió haberse desmayado. Pero al hacerlo, se quedó dormido sin querer. Cuando despertó, los que acababan de subir la colina ahora descendían a toda prisa en una retirada desesperada… Con una bayoneta apuntándole, Wabu finalmente puso un pie en el campo de batalla, pero ahora como prisionero. Había bastantes personas apostadas a su alrededor. La Nueva Alianza había fortificado la posición. Algunos prisioneros fueron enviados a construir posiciones de artillería, mientras otros se agachaban nerviosamente en el terreno irregular. Cuando Wabu los vio cavando hoyos, un escalofrío le recorrió la espalda. ‘¿La Nueva Alianza planeaba enterrarnos vivos?’ Ése fue su primer pensamiento. Pero si lo pensaba bien, eso en realidad no tenía sentido; incluso si esas personas quisieran enterrarlos, sería mucho más fácil hacerlo al pie de la colina que aquí. Al norte se podía ver las llamas de una fogata. Parecía que la Nueva Alianza ya la había ocupado. Al recordar tiempos pasados atrás, Wabu no pudo evitar sentir una punzada de desesperación. Lamentaba haber escuchado esos rumores y haberse unido a la Tribu Mastica Huesos. Aquí no había bebidas interminables ni festines inagotables, ni prisioneras encantadoras, ni tesoros incontables. En los últimos meses, solo había visto excrementos de rata cubriendo el suelo y madera podrida flotando en las alcantarillas, junto con el poco apetitoso trigo verde y raíces shofar… Eran basura que, en el Estado Libre de Bugra, solo comían esclavos y carroñeros. Había venido para hacer fortuna, no para convertirse en carne de cañón. Si hubiera sabido lo grave que era la situación, ¡nunca habría venido! “Ve a agacharte allí.” Al oír la voz a sus espaldas, Wabu vio interrumpidos sus pensamientos y, sin atreverse a resistirse, se acuclilló junto al resto de prisioneros. Allí reconoció varias caras familiares. Un depredador del Estado Libre de Bugra, igual que él, lo miró sorprendido. “¿Wabu? ¿Sigues vivo?” – susurró. “Una explosión me dejó inconsciente… Me acabo de despertar. ¿Qué pasó?” – murmuró consternado. Una expresión amarga se dibujó en su rostro. “Cargamos hacia la colina, pero sufrimos grandes pérdidas. La Nueva Alianza lanzó rápidamente un contraataque; la colina estaba abarrotada de gente…” Durante 10 minutos, relató lo sucedido en el campo de batalla. Describió el cañón que volaba sobre sus cabezas, el olor a carne quemada de las trincheras… Wabu empezó a sudar. En ese momento, un oficial se acercó. El hombre que contaba la historia se quedó inmediatamente en silencio y los demás interrumpieron sus conversaciones en voz baja. El oficial intercambió algunas palabras con el soldado que custodiaba a los prisioneros, y este se acercó poco después hasta ellos. “Necesitamos dos voluntarios. Es una tarea asignada personalmente por el Administrador. Un buen desempeño podría resultar en una reducción de la condena. ¿Alguien dispuesto a ofrecerse?” Los cautivos intercambiaron miradas inseguras, pero nadie se atrevió a acercarse. En cambio, retrocedieron, temiendo que esta misión especial implicara ser arrojados a una olla o que les extrajeran los órganos. Al fin y al cabo, ellos mismos eran capaces de hacer esas cosas. Wabu estaba igualmente aterrorizado, pero cuando escuchó la posibilidad de una sentencia reducida, no pudo evitar tragar saliva. “Yo…” – dijo mientras levantaba una mano temblorosa. El oficial que estaba junto al soldado lo miró fijamente. “Nombre.” “Wabu.” – respondió rápidamente. “¿Eres del linaje de Colmillo Dorado?” “No.” – respondió Wabu nervioso. – “Soy del Estado Libre de Bugra. Solía ser cazarrecompensas.” El oficial asintió, garabateó algo en un cuaderno y luego le hizo un gesto para que lo siguiera. “Sígueme.”
* * *
Aunque la batalla había terminado antes del mediodía, la limpieza del campo de batalla continuó hasta la puesta del sol. No todos los depredadores se rindieron con las manos en alto; algunos se escondieron en el pinar, mientras otros fingieron estar muertos bajo los cuerpos de los caídos. Chu Guang asignó la tarea de limpiar el campo de batalla a la Segunda Legión y algunas legiones de novatos que estaban por debajo del nivel 5. La mayoría de esas legiones se habían creado hacía poco y ni siquiera estaban a su capacidad máxima, pero tenían algunos jugadores potencialmente prometedores. Independientemente de si eran útiles en ese momento o no, valía la pena cuidarlos. En cuanto a la fuerza principal, Chu Guang los condujo a la colina norte para renovar las posiciones de los depredadores y hacerse cargo de los suministros que habían almacenados. Tras esta batalla se habían obtenido 30 camiones, incluidos los suministros almacenados en ellos. Esos vehículos eran los que transportaban los suministros para la fuerza expedicionaria de la Legión. Estaban equipados con una potente máquina de vapor portátil y ofrecían una capacidad de carga y todoterreno ligeramente superior a la mula eléctrica desarrollada por la Nueva Alianza. También eran más sencillos de operar. Sin embargo, su maniobrabilidad era pobre y eran notablemente ruidosos. Este tipo de camión era adecuado para el transporte a gran escala y de larga distancia, como el comercio interprovincial. Por ello, Chu Guang planeó asignar la mitad a la Asociación de Comerciantes y mantener el resto como reserva estratégica. Aparte de los camiones, lo que más sorprendió a Chu Guang fueron los 27 tanques Conquistador. ¡Y 10 de ellos estaban en condiciones de repararse! En cuanto al resto, tenían importantes daños causados por la explosión de las municiones o incendiados por alguna grieta en las tuberías de combustible. Al menos pudieron salvar varias torretas y motores. En cuanto al resto, pudieron llenar dos almacenes con rifles Destripador, rifles de asalto Espada, metralletas Pu-9, panzerfaust, escopetas, varias ametralladoras ligeras y pesadas, morteros de 60mm y varios equipamientos para infantería. Era suficiente para arma media división. Y ahora todo fue a parar al arsenal de la Nueva Alianza. Aunque a los jugadores no les gustaba demasiado esos equipos con municiones complicadas de encontrar, venderlos como mercancías a los asentamientos de supervivientes de las provincias orientales era una idea excelente. Después de todo, no todos preferían equipamiento de alta tecnología de la Compañía. Un equipo potente, duradero y fácil de mantener era mucho más útil que las armas de alta tecnología que dependían de la logística.
* * *
En el campamento temporal de la Nueva Alianza, a la entrada de una cueva que se usaba como almacén. Chu Guang no pudo evitar suspirar emocionado al ver como los jugadores de tipo fuerza cargaban el botín en los camiones. ‘Gracias universo. Esto es más que una gran victoria. ¡Que ganancia inesperada!’ El almacén estaba repleto de rifles y cajas de munición. “Parece que planeaban marchar hacia el sur tras capturar el Valle del Pinar, lanzando un ataque implacable justo en nuestra puerta. Sea como sea, con su potencia de fuego y personal, estos suministros claramente no están preparados para solo dos o tres batallas locales.” Vanus, que seguía a Chu Guang, estaba igualmente asombrado. La cantidad de equipo, munición y suministros superaba con creces sus expectativas. Almacenar tantos recursos en la línea del frente indicaba que tenían grandes planes. Pero mientras Vanus hablaba, frunció el ceño. “…En lugar de decir que me sorprende, es más apropiado decir que me pilló desprevenido.” “¿Te pilló desprevenido?” Chu Guang lo miró con curiosidad. “Mm.” Vanus asintió. Caminó hacia la entrada del almacén, recogió un rifle del suelo con el emblema de un águila dorada grabado en la culata y jugó con él antes de continuar. “Un rifle de asalto Halcón… La 21ª división no podría tenerlos.” Y tampoco la unidad de 1000 hombres que dirigió en el pasado. La Legión no entregaría riles automáticos a clones. Era un desperdicio. Como mucho, les daría subfusiles PU-9 o escopetas a algunos escuadrones suicidas para el combate urbano o de trincheras. Pero rara vez se les daba munición. Después de todo, los clones producidos en lotes de 3 años eran simplemente prescindibles. Su tiempo medio de supervivencia en el campo de batalla no superaba los 10 minutos, así que no había necesidad de darles munición adicional. En cuanto al fuego de supresión, éste podría confiarse a ametralladoras especializadas. “La columna vertebral de la Legión está formada por ciudadanos que han recibido entrenamiento militar. Antes de convertirse en oficiales subalternos, se unen al cuerpo de cadetes para servir en el frente. Este fusil con el emblema del águila dorada grabado en la culata es el arma estándar del cuerpo de cadetes y sirve como prueba de sus estatus…” Al mirar el rifle que sostenía, la expresión de Vanus se tornó ligeramente nostálgica mientras lo dejaba donde estaba. Aunque se había convertido en oficial inmediatamente después de graduarse y no tenía una hoja de servicio en el cuerpo de cadetes, también la había recibido al obtener su primera medalla. “La 21ª División no podría haber tenido semejante arma. Sus principales tareas en el campo de batalla eran la fortificación y la guerra de trincheras; esa es su especialidad.” “Quizás… además de la 21ª División, ¿hay otros desertores que se unieron a la Tribu Mastica Huesos? ¿Algún comandante de brigada del cuerpo de cadetes?” – preguntó Chu Guang tras reflexionar. O tal vez fueron comprados en el Estado Libre de Bugra. Se decía que, en las últimas etapas de la guerra, una gran cantidad de equipamiento de la Legión había llegado a esa región. Una parte fue vendida como botín de guerra por los habitantes del Gran Valle de la Grieta, mientras que el resto fue vendido por los oficiales de logística de la Legión. En cuanto a que los depredadores lo hubieran creado… era muy improbable. Al fin y al cabo, ese emblema dorado no aumentaría el daño de las balas. Incluso si fuera una réplica, no había necesidad de recrear detalles tan innecesarios. “No descarto esa posibilidad, aunque intuyo que es improbable.” – reflexionó Vanus. De repente recordó algo. – “Y hablando de eso… ¿Dónde está su comandante?” La expresión de Chu Guang se volvió algo complicada. “Muerto…” “¿Muerto?” Vanus estaba atónito. Chu Guang asintió. “Mm, le volaron la mitad izquierda de la cabeza y encontramos más de 20 fragmentos de metralla en el cuerpo… Parece que un proyectil explosivo de 37mm cayó en la trinchera. Sin embargo, capturamos a Diente de Oso, al igual que a su subordinado, un hombre llamado Tumen. Era un antiguo comandante de 100 hombres de la 21ª División.” Chu Guang no sabía que más decir. No había conseguido obtener información importante de los suboficiales ni de los comandantes de 1000 hombres que había capturado. Al principio planeaba interrogar al oficial de mayor rango, pero murió por una bala perdida. Incluso había considerado nombrarlo oficial de logística después de ver todo el botín que le habían regalado. Después de escuchar las palabras de Chu Guang, Vanus quedó desconcertado. O, mejor dicho, estaba completamente confundido. Un hombre que había desertado en el pasado, acabó muriendo en un campo de batalla que ni siquiera era el suyo. Reflexionó durante un buen rato, pero no pudo llegar a comprender las intenciones de Dillon. Chu Guang tampoco entendía como ese idiota no se había refugiado en un búnker de artillería. Pero comparado con esas trivialidades, ahora tenía cosas más importantes que considerar. “…Dejemos de lado por ahora de dónde provienen estas armas. Me gustaría escuchar tus sugerencias sobre el próximo plan.” Vanus sabía lo que Chu Guang quería preguntar y reflexionó un momento antes de responder. “Aunque hemos aniquilado 5 brigadas del Clan Colmillo, aún quedan más de 20.000 depredadores en la Ciudad del Continente Occidental. El terreno desde el 4º Distrito Nuevo hasta la zona sur de la ciudad es complejo, y será difícil aprovechar al máximo nuestra movilidad. No es buena idea llevar la línea del frente directamente hacia la ciudad y enfrentarse a los depredadores en una guerra urbana. Mi sugerencia es trasladar las posiciones de artillería de Qingshi a un valle a 5 kilómetros al norte del Valle del Pinar, donde ya han preparado fortificaciones anti-artillería para nosotros. No hay necesidad de mandar gente si podemos resolver los problemas con proyectiles de artillería. A más tardar, esta guerra terminará en 2 semanas.” Al final, esta gente no era más que un grupo de depredadores. La razón por la que se reunieron era simplemente para unir fuerzas y dar rienda suelta a sus instintos de cazar en el páramo postapocalíptico ahora que la civilización se había derrumbado. De los más de 30.000 depredadores estacionados en la Ciudad del Continente Occidental, al menos dos tercios eran oportunistas que habían llegado por su reputación. Su cohesión no se basaba en la fe, la cultura, ni la tradición. Ni siquiera tenían vínculos de sangre. Una vez que no pudieran mantener la racha de victorias, se disolverían. Por no hablar de las aplastantes derrotas en el frente, las constantes bajas y la falta total de esperanza. ¿Un reino de depredadores? Eso era solo una quimera. Quizás solo el mismísimo Colmillo Dorado Triturador de Cráneos creía en ello. Después de escuchar el plan de Vanus, Chu Guang asintió con satisfacción. Porque había estado pensando lo mismo. “Parece que estamos en sintonía.” – Tras una pausa, continuó. – “Sin embargo, no basta con bombardearlos estratégicamente. También necesitamos hacerlo psicológicamente.” “¿Cómo planeas hacer eso?” – preguntó Vanus con interés. “Además de bombas y proyectiles, también mandaremos folletos y transmisiones de radio.” – dijo Chu Guang con una leve sonrisa. – “No solo queremos bombardear a esos asquerosos goblins, sino también agarrarlos de las orejas y decirles que la invicta racha de victorias de la Tribu Mastica Huesos ha llegado a su fin. Hemos aplastado a sus fuerzas de élite en el frente… ¡Y no tienen ninguna posibilidad de victoria! Pero somos un ejército civilizado y no participaremos en masacres sin sentido. Necesitamos hombres para reconstruir el páramo. Y más gente aún para gestionar a prisioneros de guerra. Mientras vengan hasta nosotros con esos panfletos o se rindan a la guerrilla local… Les daremos la oportunidad de empezar de nuevo. Esa es su última y única oportunidad.” “¿Qué es un goblin?” – preguntó Vanus frunciendo el ceño. Pero la idea de lanzar panfletos desde el aire y emitir transmisiones en la ciudad le llamó la atención. Como antiguo comandante de brigada de la Legión, comprendió de inmediato la intención de Chu Guang. Esos panfletos no solo socavarían la moral de los defensores, sino también debilitaría su organización, dejando a los desesperados depredadores de la ciudad sospechando de todos los que les rodeaban. Tendrían que soportar el bombardeo de artillería de la Nueva Alianza y al mismo tiempo ocuparse de las transmisiones desplegadas por los guerrilleros en la ciudad. Controlar los continuos rumores y comprobar si su propia gente se había guardado alguna carta de rendición en el bolsillo. No aguantarían 2 semanas. Verían a los depredadores huir uno tras otro o incluso rendirse en grupos… Cuanto más lo pensaba, más brillante le parecía la idea. “Es una buena idea… Pero la mayoría de los depredadores son analfabetos. Probablemente tendrás que esforzarte para que entiendan lo que has escrito.” – exclamó Vanus. Chu Guang meneó la cabeza con una sonrisa. “No hacen falta palabras innecesarias. Unos dibujos sencillos bastarán.” Si bien era cierto que no había necesidad de emplear gente cuando un problema se puede resolver con proyectiles de artillería, estos cuestan dinero. En cualquier caso, la guerra estaba llegando a su fin, así que era mejor ahorrar lo máximo posible. Imprimir folletos siempre era mejor que imprimir dinero. Y todavía quedaban muchos otros lugares en los que necesitaba gastarlo…