Arco 1 Capítulo 13
Pequeño pajarito II
Traducido por Thornapple
Corregido por Tars y DaniR
Editado por Tars
Corregido por Tars y DaniR
Editado por Tars
“¿En serio? ¿Por qué?” – preguntó Pram.
“Ya eres un espadachín hecho y derecho, conoces todo lo fundamental, tienes grandes sentidos, y tus movimientos no son malos.” – señaló Desir. – “Además, eres capaz de encontrar aberturas en las posturas de tu enemigo, y no tendrás ningún problema en la batalla de promoción. Ni siquiera dentro de la clase Alfa hay muchas personas que se ajusten a tus habilidades.”
Desir recordó los movimientos de Pram que había dentro de sus recuerdos. Su figura galante cargando contra el corazón de los enemigos, sosteniendo únicamente su estoque de plata. El haz de una espada corriendo por el campo de batalla, golpeando a la velocidad del rayo. Un verdadero espadachín de rango Rey y una leyenda viviente entre los supervivientes.
Pero eso era en el futuro.
“Por supuesto, pero eso requeriría que renuncies a esa gran espada a cambio del estoque.” – remarcó Desir.
Pram desvió su mirada para no encontrarse con los ojos de Desir mientras agarraba con fuerza la gran espada. Se quedó en silencio, con la mirada baja, como si hubiera descubierto algo muy interesante en las tablas del suelo.
“Pram, ¿por qué no usas tu estoque?” – preguntó Desir notando su reticencia.
“¿Debo responder?” – se quejó Pram.
“Esto concierne a la fuerza general del equipo, así que sí.” – dijo Desir.
Pram bajó su gran espada. Cuando sus ojos se encontraron, Desir vio un toque de vulnerabilidad en los ojos de Pram
“Entonces… ¿Podrías venir conmigo?”
* * *
El cielo nublado daba indicios que se acercaba el anochecer y que seguro llovería en un par de horas, pero nada de eso se comparaba a la apariencia de Pram: su rostro se oscurecía con cada nueva palabra.
“No conocí a mi padre.”
“No es porque haya muerto cuando era joven. Él era un noble, y mi madre una plebeya. Soy un bastardo, es tan simple como eso. Aun así, solíamos ser muy ricos.”
“Pensando en eso, creo que él nos proveyó. Mi madre no sabía ni siquiera coser.” – dijo Pram abriendo la puerta de su dormitorio para dejar que Desir entrara.
“Todas las noches antes de dormir, ella siempre me contaba cuán maravilloso era. Que estaba orgullosa de él.” – explicó Pram.
Con cada palabra, la soledad trepaba por su rostro. Pronto, no hubo ningún brillo en los ojos del chico que había estado junto a él hacía un par de horas. Desir esperó pacientemente en la sala de estar mientras Pram buscaba una vaina de cuero. Cuando Desir tomó la guarda, inspeccionó el arma; dentro había un estoque. La empuñadura era de roble de alta calidad. Había unos garabatos ininteligibles en el mango, pero lo más impresionante era su peso. Era increíblemente ligera para una espada, hasta el punto en que sería imposible usar el peso de la espada en los ataques.
“Cuando tenía seis años, mi madre me dijo que mi padre nos dejó este estoque.” – dijo Pram. – “Por eso aprendí de la espada, para volverme lo suficientemente competente para que mi padre se sintiera orgulloso cuando finalmente nos conociéramos.” – continuó con los ojos brillantes. – “Pero mi madre siempre estaba preocupada por eso. Creo que en el fondo nunca quiso que conociera a mi padre.”
“Mi madre nunca me dijo su nombre, ni siquiera una vez. En cambio, siempre me dijo que nunca debía buscar a mi padre. Lo entiendo, de verdad. No había forma de que una familia noble de alta alcurnia aceptara a un bastardo. Nunca me dijo su nombre, ni siquiera en su lecho de muerte.” – Pram puso una sonrisa agridulce a Desir a medida que iba recordando.
Un bastardo era una vergüenza; y, en el caso de Pram, ni siquiera era hijo de una concubina. Si un plebeyo aparecía en la puerta de un noble y decía que era un bastardo, el resultado sería obvio. Ella guardó silencio para proteger a su hijo. A pesar de todo, Pram quería saber el nombre de su padre, aunque conocía las preocupaciones de su madre, siempre quiso conocerlo.
“Llámalo curiosidad. ¿No es humano querer conocer a tu padre?” – preguntó Pram. – “Por eso vine aquí, donde hay tantos nobles reunidos; definitivamente seré capaz de encontrar alguna pista del paradero de mi padre.”
Desir asintió de acuerdo.
“Hice inspeccionar el estoque tan pronto llegué, mi única pista. Con armas de todo el mundo reunidas aquí, tenía que haber alguien que pudiera darme alguna pista basada en el estoque.” – dijo mientras sus ojos pasaban a tener una mirada mucho más seria.
Desir inspeccionó la cuchilla. Aunque el mango era de una calidad extremadamente alta, la espada no tenía valor. La cobertura de plata había desaparecido y dejaba a la vista el hierro oxidado. Parecía mucho más un juguete que un arma.
“El resultado está en tus manos. Está hecha de una placa barata de hierro que se puede encontrar en cualquier parte. Lo único que le dejó mi padre a mi madre era una espada de hierro sin valor.” – dijo Pram en voz baja. Aunque parecía estar a punto llorar, Desir podía ver que sus lágrimas no eran de angustia, sino de traición.
“No puedo soportarlo. No puedo soportar que después de tantos años deseando conocer a mi padre, todo lo que nos dejara fuera esta cosa sin valor. Esa es la razón. Nunca más volveré a usar este estoque.” – graznó Pram.
Pram recuperó el estoque de Desir y lo arrojó a un lado con frustración.
* * *
La gran espada cortaba el aire con un poderoso corte. Pram estaba practicando sus golpes. El movimiento más fundamental e importante para aprender a usar una espada, pero Desir lo observaba con aprensión.
‘No sería una exageración decir que Pram no tiene talento para una gran espada… Sería inútil hasta enseñarle.’
Una gran espada no estaba diseñada para ser precisa, sino para emplear su peso desmesurado. Utilizar la lenta y destructiva fuerza del arma requería de un entrenamiento especial para manejar ese gran peso, pero el físico de Pram no cumplía ninguna de las condiciones para el entrenamiento con un arma de ese tamaño. Era mucho más adecuado que empleara un estoque. Gran parte de esto se debía a sus hábitos. Por lo que sabía de la historia de Pram, había entrenado con el estoque durante al menos diez años. Aunque había cambiado de arma tras su evaluación a una gran espada, solo llevaba usándola menos de dos semanas, por lo que iba a necesitar mucho más tiempo para romper sus hábitos arraigados.
Desir suspiró al pensar en ello. Todo se resolvería si Pram simplemente escogiera el estoque, pero era taciturno en su respuesta. Desir estaba frustrado, pero podía comprender sus sentimientos. Si se hubiese tratado de él, probablemente habría hecho lo mismo.
‘Todavía es demasiado pronto para darse por vencido.’
Desir se aferraba a un importante error en la historia de Pram, algo que él ni siquiera podía saber. Su futuro.
‘En mi vida pasada, él usaba un estoque.’
Pram Schneizer y su estoque eran inseparables. Eso era un hecho. A través de sus pulidas habilidades, ganó elogios y llegó hasta la cima de la espada, llegando incluso a ser nombrado como un Maestro de la Espada. Su futuro era completamente diferente, y ahí fue donde Desir encontró una pista.
‘Debe haber una pista. Algo que sacudió su corazón y lo hizo volver a tomar su estoque.’ – pensó Desir mientras se acercaba hasta Pram y se aclaraba la garganta para llamar su atención. – ‘Con eso, solo queda una cosa, la reliquia de su padre.’
Pram dejó de hacer movimientos con su espada y se volteó para mirar a su compañero de equipo.
“Lamento haberte molestado en tu entrenamiento.” – dijo Desir tímidamente.
“¿Qué pasa?” – respondió Pram.
“Esa espada que me mostraste ayer, ¿me dejarías verla una vez más?” – preguntó Desir.
La expresión amable de Pram se congeló al mencionar el arma. Su cara estaba marcada por la ansiedad.
“Sé que es descortés de mi parte preguntarte esto, pero, ¿podrías hacerme un favor y mostrármela una vez más?” – Desir trató de persuadir a Pram.
“Aunque digas eso, es imposible.” – respondió Pram sin rodeos.
Pram levantó su cabeza. Las siguientes cuatro palabras que salieron de su boca estaban completamente lejos de las expectativas de Desir.
“Ya la he vendido.”
* * *
Próxima parada: Sector Comercial.
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Bajando del autobús, se enamoraron ante la vista de la amplia avenida con miles de farolas alineadas. El ajetreo de los vendedores ambulantes mientras hacían trueques con la gente de la ciudad era muy animado. Los cruces de las calles, la plaza y hasta los callejones estaban llenos de tiendas hasta donde llegaba la vista. Este sector era la única área abierta al público de la Academia Hebrion. Gente de todo el mundo venía a inspeccionar su mercancía, y las calles abarrotadas apenas dejaban espacio para moverse, excepto por algunos pequeños huecos.
“¿Puedo preguntarle algo? ¿Por qué vendiste tu espada?” – preguntó Desir.
“Me quedó claro con nuestra charla, Sr. Desir. Esa espada no me servirá para nada.” – dijo amablemente Pram, pasando por el puesto de un herrero con espadas en exhibición mientras examinaba las espadas disponibles.
Desir se dio cuenta que había cambiado el futuro; Pram quizás nunca más volvería a usar su estoque en su vida. Agitó su cabeza para olvidarse de ese pensamiento.
‘No es demasiado tarde. Lo más importante ahora es encontrar una razón para que Pram use el estoque.’
Los dos estudiantes entraron en un callejón, cubiertos por la sombra proyectada por los techos cercanos. A medida que se adentraban más en él, había cada vez menos puestos de venta. Eventualmente, los dos se dirigieron a un edificio grande e imponente.
“No entiendo por qué hay una tienda en este sitio.” – dijo Desir con una pizca de duda.
“Dijeron que también compran productos ilegales. Quizás es por eso.” – respondió Pram.
El edificio estaba adornado con mármol, con un letrero sencillo en el frente de la puerta.
Tienda de antigüedades Ujukun
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La tienda más confiable de la Academia Hebrion para tasaciones y compras de antigüedades.
No toque los artículos que no ha comprado.
No hay reembolsos si cambia de opinión.
No hay reembolsos por artículos dañados.
No hay reembolsos bajo ninguna circunstancia.
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Desir frunció el ceño. Había otra línea ennegrecida al fondo del letrero.
Seguridad de primera clase siempre presente.
No se garantiza la vida de los ladrones.
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“Tienen mano dura.” dijo Desir abanicándose con su mano mientras volvía a leer el cartel, asegurándose de no perderse ninguna información adicional.
“¿Piensas entrar?” – preguntó Pram.
“Sí.” – contestó Desir.
“Lo diré cuántas veces quieras, no usaré ese estoque.” – dijo Pram de forma grosera.
Cuando Desir entró a la tienda, Pram lo siguió con resignación. Después de pasar por un estrecho pasillo, se detuvieron ante un hermoso corredor que poseía un brillante candelabro que descendía desde el centro del techo. Al final del pasillo, había una imponente puerta de acero que estaba cerrada. Pram golpeó la puerta usando la aldaba de acero con forma de lobo. Poco después, un hombre apareció desde dentro. Su estatura era mucho más alta que la de un hombre promedio y parecía ser uno de esos bárbaros del norte: un gigante.
Cuando Pram y Desir entraron la puerta se cerró de golpe tras ellos, haciendo que un estruendo se expandiera. Los ecos resonaron por el pasillo hasta que silencio regresó al corredor.