Arco 5 Capítulo 32
¿Dios o criminal?
Traducido por Tars
Corregido por DaniR
Editado por Tars
Corregido por DaniR
Editado por Tars
“Señorita Valetta, quiero preguntarte algo.” – dijo Isaac deteniéndose y girándose hacia Valetta.
Habían pasado quince minutos desde que el grupo de Kazura comenzara a caminar hacia el pueblo, con Isaac siempre al frente.
“La gente de la aldea de Grisea… ¿También piensa que este hombre es Greisior?” – preguntó Isaac mientras miraba de reojo la cara de Kazura. Su expresión era realmente seria. Cuando decía ‘este hombre’, se podía notar fácilmente por su tono de voz que seguía aturdido desde que había escuchado la frase: ‘He venido del Reino de Dios’. No podía dejar de estar preocupado por las palabras de Kazura, aunque solo fuera un poco.
“Por supuesto, su divinidad es el propio Greisior.” – contestó Valetta.
“¿Y en base a qué crees que eso es así?” – preguntó Isaac.
“Eso es…”
Al escuchar la pregunta de Isaac, Valetta echó un rápido vistazo hacia Kazura.
‘¿Me está preguntando si puede decirlo…? En esta situación, ya no hay manera de seguir ocultándolo, solo podemos hablar con honestidad…’ – pensó Kazura al ver su mirada y acto seguido, asintió.
Al ver la respuesta afirmativa de Kazura, tras una breve pausa, continuó con sus palabras.
“Hasta ahora, los eventos son exactamente idénticos a los de la leyenda de Greisior que se transmiten en este pueblo. Hace un mes, cuando la escasez de alimentos amenazaba con destruirnos, su divinidad apareció repentinamente desde el interior de la arboleda, trayendo una gran cantidad de alimentos y salvándonos a todos.” – dijo Valetta.
Al escuchar las palabras de Valetta, los dos soldados se quedaron sin aliento. En contraste, el rostro de Isaac ni siquiera cambió.
“¿Igual que en la leyenda? ¿Dices que su atuendo, el efecto de su comida y el resto de detalles eran iguales?”
“Es correcto… Usaba ropa creada con una tela que nunca habíamos visto hasta ahora y, solo con comer un poco de sus alimentos, nuestra fuerza física aumentó de forma milagrosa.”
“Esa comida y telas… ¿Las pusiste en algún lugar del pueblo?” – preguntó Isaac.
“Eso…” – comenzó a decir Valetta antes de quedarse callada.
Se podía ver que estaba pensando cuánto podía explicar. Quizás estaba tratando de adivinar el contenido del equipaje que había traído Kazura de Japón hacía unas horas mientras hablaba con Isaac.
En cuanto a la enorme cantidad de libros que había en la residencia, se podían esconder si problemas, por lo que no era probable que pudieran encontrarlos, pero la bolsa de viaje y el baúl que había dejado dentro de la habitación se veían con facilidad. Después de regresar de Japón, no habían abierto ni la bolsa ni el baúl, por lo que Valetta no sabía su contenido. A Kazura le ocurría algo similar, dado que no había abierto el baúl y tampoco sabía qué podía haber en su interior…
“Están en mi habitación en la casa del jefe de la aldea. Ahí dejo las cosas que traigo del Reino de Dios.”
“¿Eso es todo lo que has traído del Reino de Dios?” – preguntó Isaac al escucharlo, entrometiéndose en la conversación. Tal vez si supiera qué eran esas cosas y dónde estaban, podría ordenar a sus subordinados que las confiscaran.
“No… Supongo que parte de la comida que traje está en todas las casas del pueblo.”
Después de comenzar a vivir en el pueblo, les había dado comida a los aldeanos varias veces, por lo que en cada casa debería haber algo almacenado. A la familia del bebé también debería quedarle algo de leche en polvo, junto con arroz y alimentos enlatados.
“¿Es así…?” – murmuró Isaac, para a continuación volverse hacia el soldado que estaba detrás de Kazura. – “Desata a este hombre.”
“Sí, ¡señor!” – respondió brevemente el soldado que recibió la orden. Tras dejarle su lanza corta al otro soldado, comenzó a desatar la cuerda que ataba las manos de Kazura a la espalda.
Debido a que Isaac conocía la leyenda de Greisior y tras escuchar la historia de Valetta y de Kazura, concluyó que, si regresaban a la aldea de esa manera, la situación podría terminar mal.
“Aunque te desatemos, no pienses ni por un momento en escapar, ya que ese comportamiento imprudente solo agregará más peso a tus graves crímenes.” – añadió Isaac.
“¿Crímenes…? Disculpa, pero ¿qué tipo de crimen he cometido para ser arrestado de esta manera?”
“El cargo es… ¡Root!” – gritó Isaac.
Kazura había reaccionado a la palaba ‘crimen’ y por eso había realizado la pregunta. Al oírlo, Isaac había abierto la boca para responder, pero la cerró de inmediato y llamó al soldado que estaba detrás de Valetta.
“¡Sí!”
“Indica los crímenes que se le imputan a este hombre.”
Al escuchar la orden, el joven soldado llamado Root corrigió su postura y comenzó a explicar:
“Los delitos son perjurio y entrada ilegal. Sin embargo... Si su nombre aparece en el registro de nombres de la aldea de Grisea en Isteria, entonces el último cargo no es aplicable. Aun así, en caso de que su lugar de origen esté fuera de la aldea de Grisea pero dentro del territorio de Isteria y no posea un permiso especial para cambiar de residencia, la pena impuesta será una multa o trabajos forzados.” – contestó Root.
Mientras se acariciaba las muñecas, Kazura dejó escapar un suspiro. La aplicación de la ley en ese mundo era más firme de lo que Kazura había pensado en un primer momento. Nunca esperó que la posibilidad de enterarse de todo esto fuera en el mismo momento de su detención.
Tras escuchar la explicación de Root, Isaac asintió y se volvió hacia Kazura.
“Es como ha dicho. Debido a que los aldeanos creen que eres su divinidad Greisior, te libero temporalmente de la cuerda, pero eso no significa que te haya absuelto. Seguirás nuestras instrucciones hasta que la investigación haya finalizado.”
“¿Quieres decir que su divinidad será llevada a Isteria para una comprobación?” – dijo Valetta con una expresión ansiosa.
“Eso es correcto.” – contestó Isaac, asintiendo. – “En la situación actual, no puedo evitar hacerlo.”
“Sin embargo…”
“Valetta, está bien.”
Para evitar que Valetta se opusiera con fervor a la medida, Kazura decidió interrumpir la conversación. Hasta ahora, Isaac había sido educado al tratar con el grupo de Kazura, pero él era un noble y, debido a que había sido amable hasta este momento, era fácil de olvidar. Sin embargo, si un simple campesino respondía a un noble, podría ser algo imprudente.
Si pensaba en lo que podía suceder a continuación, no solo Kazura, sino también Valetta y el resto de los aldeanos, deberían intentar no dar una impresión desfavorable a Isaac.
“Parece que Isaac es diferente del señor feudal que se reunió conmigo hace mucho tiempo. Justo como lo había dicho, me irá bien tener una conversación con el señor de Isteria.”
“Pero…” – dijo Valetta.
“Isaac, en caso de que se demuestre que soy el mismo que el Greisior de la leyenda, ¿puedo ser culpable de cualquier crimen?” – dijo Kazura.
“Eso es…”
Kazura había hecho una pregunta sin miedo para arrancar una respuesta a Isaac, pero su mensaje oculto estaba claro: ¿Te atreverías a castigar a un Dios?
Dado que la fe en los dioses era algo normal en este país, por supuesto no podía haber otra respuesta.
“Si realmente eres Greisior, entonces no puedo acusarte de un delito. Sin embargo, si estás mintiendo…”
“Si estoy mintiendo… ¿Entonces?”
Isaac hablaba de manera pretenciosa, por lo que Kazura preguntó al momento.
“Se te sacaría la lengua. Además, en caso de que se demuestre que mientes, un juez podría dar un veredicto por incitar a la gente al hacerte pasar por un Dios. Sería improbable que la sentencia sea algo distinto a la pena capital.” – contestó Isaac abriendo la boca con una sonrisa.
“Ya veo, así que si estoy mintiendo, me sacarán la lengua. Eso es aterrador.”
“……”
“Ju, ju, ju.”
Era como si Kazura hubiera escuchado algo interesante, lo que hizo que Isaac se quedara estupefacto. Pero, después de soltar un suspiro, volvió a enderezar su expresión.
“De cualquier manera, regresaremos al pueblo para ver la habitación de la casa. Después de ver los objetos que has traído del Reino de Dios, podré tomar una decisión.” – dijo Isaac.
A continuación, comenzó a caminar hacia el pueblo.
* * *
Después de caminar durante diez minutos con Isaac al frente, llegaron a la entrada de la aldea. Al verlos, uno de los dos soldados que se encontraba haciendo guardia, corrió hacia Isaac. El soldado iba fuertemente blindado, con una armadura de cuero reforzado en bronce y un casco. A la espalda llevaba un escudo y en sus manos una lanza corta.
“¿Cómo ha ido?” – preguntó Isaac al soldado que se había acercado corriendo tras darle un saludo.
“Los habitantes han sido contenidos dentro de sus casas. Hemos tomado el control total de la residencia del jefe de la aldea y actualmente el subcomandante está dando instrucciones desde la casa.” – contestó el soldado.
“Bien, ¿no hay nadie herido?
“Exacto. No hay ni un solo soldado o aldeano herido, ya que el segundo ha ordenado que absolutamente nadie fuera violento.”
Al escuchar ese informe, Isaac asintió satisfecho. Aparentemente, mientras el grupo de Kazura se encontraba lejos de la aldea, los subordinados de Isaac habían tomado el control de la aldea. Pero dado que estaba preocupado por si los aldeanos veían su condición actual, era una suerte que estuvieran retenidos dentro de sus casas. Si los aldeanos estaban aislados y encerrados dentro de sus casas, la posibilidad de que realizaran un levantamiento masivo para rescatar a Kazura también era baja.
Aunque en el futuro podría ser necesario reunir a todos los aldeanos para recibir una explicación directamente de la boca de Kazura.
“Bien, buen trabajo. Vuelve a tu puesto.”
“¡Sí! ¡Señor!”
“A continuación, iremos a la residencia del jefe de la aleda. Pero te pido sinceramente que nos sigas sin hacer un alboroto. Puede que los aldeanos estén dentro de sus casas, pero pueden escuchar el ruido.” – dijo Isaac tras enviar al soldado a su puesto.
Al escucharlo, ambos asintieron y a continuación caminaron hacia la residencia.
* * *
“Ah, capitán.” – dijo el edecán.
“¡Kazura! ¡Estás a salvo!” – dijo Varin.
Cuando llegaron a la residencia, el subcomandante y Varin, el jefe de la aldea, que estaban conversando sobre algo a la entrada de la casa, los saludaron. También se podía ver a otros soldados que patrullaban por los alrededores de la casa.
“¿Kazura…?” – preguntó Isaac dándose la vuelta tras escuchar las palabras de Varin.
“Es como me conocen en el pueblo.” – explicó Kazura. – “Cuando llegué me presenté como Kazura el mercader ambulante a los aldeanos… Bueno, pero parece que ya todos conocen mi verdadera identidad.”
“¡Qué…!” – exclamó Varin quedándose sin aliento por las inesperadas palabras de Kazura. Hasta ahora había tenido la impresión de que Kazura no se había dado cuenta, pero parecía que ya lo sabía todo.
Kazura sonrió a Varin, que se había puesto pálido debido a la situación.
“Aunque mi verdadera identidad ha quedado al descubierto, no desapareceré de la aldea. Así que no te preocupes.”
“Como podría… Su divinidad Greisior…”
“¿Qué está pasando…?”
Al escuchar la conversación entre Kazura y Varin, el subcomandante, que no entendía qué estaba pasando, se quedó perplejo cuando las palabras entraron en sus oídos. Isaac quería abrir la boca para explicárselo a su segundo, pero después de ver la situación que le rodeaba, decidió caminar hacia el teniente y detenerse a su lado.
“Capitán, ¿qué diablos…?”
“Te lo explicaré más tarde. Primero entra a la casa… Estos dos hombres se quedarán de guardia aquí. No dejéis que nadie más entre, pase lo que pase.” – ordenó Isaac.
Al no saber qué estaba pasando, el teniente solicitaba una explicación a Isaac, pero este le había respondido con evasivas, así que lo siguió dentro de la casa de forma obediente. Root y el otro soldado al que se les había ordenado hacer guardia, se colocaron a ambos lados de la entrada de la residencia.
“¿Qué habitación?”
“La que está más allá del hogar de la casa.” – dijo Kazura, que se sentía bastante nervioso.
Al oírlo, Isaac se dirigió hacia la habitación mientras que Valetta se quedaba al lado de Kazura sin saber qué hacer. Si Isaac veía las diversas herramientas que había traído de Japón, no tendría más remedio que admitir que Kazura era una persona que había llegado desde el Reino de Dios y, por tanto, que era Greisior.
Sin embargo, el problema era qué iba a ocurrir a continuación. Todo parecía indicar que, pasara lo que pasara, se lo llevarían para Isteria. Solo porque aceptaran que era Greisior, resultaba impensable que lo dejaran libre. Aunque Isaac no actuara contra Kazura, las personas que leerían el informe de Isaac, una vez que supieran sobre su existencia, pensarían en formas de poder usarlo. Por lo que no había duda que usarían cualquier método a su alcance para obtener su favor.
Claro que podría aprovechar alguna oportunidad para regresar a Japón y volver a ser un hombre libre, pero no sabía qué tipo de tratamiento recibirían las personas de la aldea de Grisea en el futuro. Por ello, mientras Kazura pensaba de forma frenética en maneras de resolver esto de forma pacífica, la mano de Isaac llegó hasta la puerta de la habitación. Al verla, guardó de forma inmediata todo lo que estaba pensando en lo profundo de la mente. Primero necesitaba hacer que Isaac aceptara que era Greisior; después ya se pondría a pensar en cómo lidiar con las consecuencias.
“¿Qué es esto…?” – preguntó Isaac tras abrir la puerta y agacharse cerca de la mochila de viaje.
A continuación, se acercó hasta el baúl que se encontraba en medio de la habitación y lo tocó mientras hacía un pequeño murmullo. Nunca había tocado algo fabricado en plástico. A su vez, la mochila estaba fabricada en poliéster, y también era la primera vez que veía algo como esto. A su lado, se encontraba la ropa que había llevado Kazura a su llegada, perfectamente doblaba. Sin embargo, Isaac pospuso su examen por el momento.
“¿Está hecho de cuero?” – preguntó Isaac.
“No, está hecho con petróleo.” – respondió Kazura.
“¿Petroqué…? ¿Qué es eso?” – volvió a preguntar, tras escuchar una palabra que no conocía.
Cuando Kazura miró hacia Valetta, se dio cuenta de que estaba negando con la cabeza. Parecía que, en este mundo, la palabra ‘petróleo’ no era conocida. Aunque pensaba que deberían conocer la palabra ‘aceite’, le sería complicado de entender, así que simplemente decidió usar una explicación mucho más simple.
“Es un agua inflamable del Reino de Dios. Después de procesarla, se convierte en eso.” – dijo Kazura.
Era una explicación penosa, pero era cierta.
“¿Esto está hecho con agua?” – murmuró Isaac volviendo la cara hacia Kazura tras frotar la mochila de viaje varias veces, maravillado. – “Me gustaría comprobar su contenido, pero…”
“Entiendo…”
Al escuchar la solicitud de Isaac, Kazura se acercó y se arrodilló para abrir la cremallera. Dentro de la bolsa de viaje había muchos productos comprados en Japón, como el aceite aromático, las bebidas energéticas y muchas otras cosas. En ese momento, Kazura metió la mano dentro de la mochila y sacó una linterna.
“¿Qué es eso?” – preguntó Isaac mientras miraba fijamente a la linterna, con interés.
“Por favor, mira esto.” – dijo Kazura mientras apuntaba con la linterna hacia la pared y presionaba el interruptor ubicado en su superficie.
“¿¿Qué??”
En el momento en que se encendió, la linterna iluminó la pared con una luz brillante. Isaac olvidó cómo respirar. A su espalda, el subcomandante puso la misma expresión de sorpresa. Kazura sintió que la reacción del grupo era la adecuada.
“Esto es un tubo con el poder de un espíritu de luz contenido en su interior, por lo que puede usarse para ver en la noche. Entonces, en cuanto al resto…”
Resultaba algo bueno que los dos estuvieran tan sorprendidos que fueran incapaces de decir ni una palabra. Siempre y cuando agregara una explicación adecuada, no podían contradecirlo. Mientras se preguntaba qué cosa debía mostrar a continuación, metió su mano dentro de la bolsa.