Arco 1 Capítulo 4
En el pueblo (III)
Traducido por Tars
Corregido por DaniR
Editado por AMarauder
Corregido por DaniR
Editado por AMarauder
“Lo siento, me he sentido muy aliviada tras escuchar la respuesta del Señor Kazura.”
“No, no ha sido tan difícil, ¿verdad? Solo ha sido como cortar un cable tenso.”
Tras los sollozos, Valetta se había ido calmando poco a poco.
“Bueno, entonces…” – dijo mientras se ponía de pie. Ahora que sabía que había gente que se moría por malnutrición, no era el momento de quedarse quieto.
“Voy a volver a mi país ahora mismo para buscar las medicinas. Me aseguraré de volver mañana por la mañana.”
“¿Eh?” – respondió Valetta sorprendida por las palabras de Kazura.
Por lo que ella sabía, caminar por la noche en un territorio desconocido y sin ninguna iluminación era equivalente al suicidio. En un rincón de su mente pensaba que, si se trataba de Kazura, podría tener alguna cara herramienta de iluminación, pero para un comerciante que había terminado llegando a esta aldea tras perderse, partir en medio de la noche hacia el país de donde había venido era imposible. Sin duda se perdería o sería atacado por animales o bandidos.
“¿Ahora? Pero el sol está a punto de ponerse. Los caminos son peligrosos por la noche, es mejor que partas mañana por la mañana… Además, por mucho que corras, hay cuatro días de distancia hasta el puesto fronterizo de Balveil.”
Valetta estaba muy preocupada por su seguridad y parecía que estaba pensando que había llegado desde el país vecino, pero caminar de aquí a Japón solo le llevaría unos quince minutos. Había marcado los árboles que estaban a los lados de la entrada, por lo que no tardaría demasiado en encontrarlos.
“Pero si pospongo mi partida alguien podría morir y, si eso sucede, no importa cuánto lo lamente, no será de ningún consuelo. Además, no vengo de Balveil, solo necesitaré medio día para ir y volver.” – dijo Kazura negando con la cabeza mientras sacaba una linterna de su mochila y le daba al interruptor.
“¿Eh?”
“Aunque los caminos estén oscuros, tengo esto. Bueno, nos vemos mañana” – dijo Kazura saliendo de la habitación, mientras Valetta todavía estaba estupefacta por la fuerte luz de la linterna.
* * *
‘Ahora bien, ¿hay supermercados de 24 horas cerca de la casa?’
En medio del oscuro bosque, cuando el sol ya se había puesto, Kazura buscó las marcas que había hecho cuando llegó usando la linterna para iluminarse. Iba corriendo con su mochila. Para empezar, no estaba muy lejos y apenas dos minutos después, ya estaba en el pasillo de piedra.
“Disculpa, voy a pasar.” – dijo saludando al esqueleto tumbado en el pasillo como había hecho anteriormente y cruzó el portal que conducía a su mundo original.
Tan pronto como confirmó que el escenario a su alrededor había cambiado, salió de la residencia y se subió al coche.
‘A ver… El supermercado más cercano está a 40 kilómetros. Ah, hay pocos supermercados en esta zona.’ – pensó mientras suspiraba y refunfuñaba. Tenía que conducir 40 kilómetros para comprar las bebidas energéticas y los alimentos.
* * *
‘Cincuenta aldeanos enfermos, un pueblo entero desnutrido. Además, hay bebés cuyas madres no pueden dar leche… Arroz y alimentos enlatados… Leche en polvo. Tengo que ver cuántos debo comprar…’
Kazura finalmente se dio cuenta de la terrorífica cantidad de comida que tenía que comprar mientras empujaba su carrito de la compra en el supermercado.
‘Espera un momento, iba a llevarles arroz, pero, ¿y si no hay agua? Si no me equivoco, el pueblo acaba de atravesar por una sequía. Creo que pueden tener suficiente para beber, pero quizá no tienen para cocinar el arroz.’
Era demasiado tarde para lamentarse el haber abandonado el pueblo antes de enterarse bien de su situación hablando con Valetta.
Tras haber pensado en muchas cosas mientras empujaba su carrito, al final compró 100 kilos de arroz, 20 kilos de sal, 5 kilos de ciruelas secas, 400 botellas de bebidas energéticas (todo lo que le quedaba a la tienda), 10 latas de leche en polvo, 10 litros de agua para usar en la leche en el caso de que su agua no fuera demasiado potable y 60 latas de melocotones enlatados. Su abuela decía que había que comer melocotones enlatados cuando se estaba enfermo. Si no hubiera agua, les daría a los aldeanos las bebidas energéticas para un apaño temporal y luego les llevaría agua en un estanque de polietileno.
“¿Esto es para una emergencia?” – preguntó la chica de la caja cuando estaba pasando los artículos para cobrarlos.
“Sí.” – dijo mientras asentía honestamente.
Poco después fue hasta la farmacia, pero cuando llegó el establecimiento estaba cerrado.
‘Como esperaba, a estas horas ya está cerrado y las medicinas que traje desde mi viejo apartamento no serán suficientes…’ – pensó mientras gruñía rumbo a casa. El coche pesaba 150 kilos más.
Ya eran las 21:30. Solo había podido conducir a 40 km/h por la carretera de montaña y no había llegado al supermercado hasta las 20:00. Por supuesto, la farmacia ya llevaba cerrada un buen rato. Todavía le quedaban 20 pastillas, tanto de antiácidos como de analgésicos, pero había cincuenta personas enfermas. No eran suficientes.
Pero los antiácidos solo servían para proteger el revestimiento del estómago y los analgésicos, aunque eran antipiréticos, no eran los responsables de curar la enfermedad de los aldeanos. Todo era gracias a la bebida energética. La mayoría de las personas estaban debilitadas debido a la falta de nutrientes y por ello, deberían sanar únicamente con las bebidas energéticas.
‘Creo que puedo arreglarme si uso los analgésicos únicamente con la gente que tenga fiebre alta o dolores. Creo que con eso puedo salvar sus vidas.’
Llegando a una conclusión por el momento, Kazura se dirigió hacia la casa por la oscura carretera de montaña. Iba despacio mientras observaba las granjas que salpicaban el paisaje cuando, de repente, se dio cuenta de algo importante.
“Ah, ¡maldita sea!” – gritó mientras iba conduciendo. – ‘¿Cómo voy a llevar todo esto hasta el pueblo? No puedo meter el coche dentro de la casa…’
Llevaba mercancías con un peso cercano a los 150 kilos, era imposible llevar todo eso al pueblo a mano. Podría llevarlos en varios viajes, pero como un hombre de la era moderna, prefería no hacerlo.
‘Esto… Es un problema, incluso si voy a la ferretería ahora estará cerrada… Debo hacer varios viajes…’
Mientras conducía preocupado, vio un carrito en un cobertizo en uno de los campos que se encontraban al lado de la carretera y detuvo el coche de manera espontánea.
‘Hmm, en el momento perfecto… Pero si me lo llevo, seré un ladrón.’ – dijo mientras miraba la carretilla.
Aunque era un modelo antiguo y pesado hecho de hierro, era muy resistente debido a su estructura simple. Además, las ruedas eran a prueba de pinchazos.
‘No tengo otra manera de hacerlo… Es una emergencia, me gustaría que me perdonaran por ello.’
Se llevó el carrito del cobertizo y lo ató al coche con una cuerda.
Luego sacó treinta billetes de 1.000 yenes de su billetera, los puso en una bolsa de plástico transparente que tenía en el automóvil y escribió una nota que ponía: ‘Lo siento’. A continuación, dejó la bolsa en el lugar donde estaba el carrito y se subió al coche.
Por cierto, varios días después, cuando volvió a pasar por la carretera del cobertizo, pudo ver un nuevo carro plegable. En la parte delantera, había una nota que ponía ‘Gracias, llévate algunas verduras si quieres’.
‘Ya estoy en casa… La cuerda no se ha soltado.’
Desató la cuerda de la parte trasera del coche y tomó el carrito, poniendo el arroz y el resto de cosas que tenía en el asiento trasero. Había conducido lentamente, para no perder el carrito, por lo que le había llevado bastante tiempo regresar a la casa. Ya era medianoche, pero esperaba volver a la aldea en una hora como máximo. Solo habían pasado seis horas desde que había salido de la aldea.
‘Me gustaría descansar un poco, pero no tengo tiempo. Voy a comer un poco de ciruela seca y una bebida energética y sigo.’
Al darse cuenta, no había comido nada más que la sopa con algunas hojas misteriosas y bichos Arcadios desde que se había ido al otro mundo por la tarde. Era un poco complicado moverse sin consumir calorías, pero con una bebida energética y un par de ciruelas secas podrían ir tirando. Tendría que arreglársela con algunas vitaminas y algo de azúcar.
“Voy a tener que limpiar el tatami más tarde… Bueno, ¡vamos!” – gritó para darse moral mientras tiraba con fuerza del carrito con los 150 kilos de carga y cruzó el umbral hacia el otro mundo.
‘Oh, es un carrito perfecto, pero necesito luz.’
Kazura pasó con el carrito por el pasillo empedrado y avanzó con cuidado, iluminando el camino con la linterna. Mientras se movía a través del bosque, tuvo algunos problemas con las raíces de los árboles, pero gracias a que el carro tenía una carga máxima de varios centenares de kilos, pudo pasar sin problemas. Cuando estaba a solo cinco minutos de la casa de Valetta, alguien salió corriendo de la casa.
“¿Eh? ¿Todavía estás despierta?”
“Señor Kazura, has vuelto… ¿Y esa mercancía?” – dijo Valetta abriendo los ojos con sorpresa al ver la gran cantidad de carga que llevaba el carro.
“He traído comida y medicinas de mi país. Hmm… Estaría muy contento si lo aceptas.”
Por un momento pensó en contarle todo sobre su viaje a otro mundo, pero incluso si se lo decía, lo más probable era que no creyera ni una palabra. Además, si se pensaba bien, era una historia bastante extraña que hubiera un lugar a solo cinco minutos del pueblo que te permitía ir a Japón y regresar y, sin embargo, nadie en el pueblo sabía de su existencia. Si ese pasaje fuera una especie de suelo sagrado, sería preocupante si se difundiera.
“Señor Kazura… Puede ser que seas…”
“¿Eh?”
“¡Ah! No, no, ¡nada! Hay tanta comida y medicinas, ¡muchas gracias!”
Por alguna razón, Valetta se puso nerviosa, pero aun así le dio las gracias a Kazura y se deslizó por debajo del manillar para ayudarlo a tirar del carrito.
Tenía curiosidad por saber qué había dicho, pero, en cualquier caso, estaba agradecido de que ella no hubiera preguntado mucho al respeto. Con su ayuda, llevó el carrito hasta su casa, pero ella parecía muy concentrada en sus pensamientos y no dijo ni una palabra.
* * *
‘Ah, me duele la espalda… Me ha dado un tirón.’ – pensó frotándose la espalda con la mano, tras llevar la carga en el carrito hasta la casa de Valetta.
Como no quería que cargara con las cosas pesadas por culpa de su malnutrición, había cargado los 100 kilos de arroz y las bebidas energéticas por su cuenta.
“Lo siento, no tenía la fuerza…” – se disculpó mientras miraba a Kazura.
“Ah, no, no, no te preocupes. En lugar de eso, ya es de noche. ¿Qué hacemos? ¿Debemos llevarles las medicinas a sus casas?”
“Sí, estoy seguro de que todo el mundo tiene dolores, por eso quiero llevárselo lo antes posible.”
“Es verdad.” – dijo Kazura aceptando todo lo que ella dijo y cogió su mochila, que estaba sobre el carrito, para ponérsela sobre los hombros.
Ya había esperado esta situación y la había llenado de bebidas energéticas, leche en polvo y biberones.
“Muy bien, vamos.”
“Vale.”
Iluminando el camino con la linterna, los dos caminaron alrededor del pueblo rápidamente.
“Aquí tienes, bébetelo. Es una medicina mágica, tu enfermedad pronto será curada.”
“¿Eh? No, no es nada de eso…”
Fueron casa por casa, llevando las bebidas energéticas y haciendo que los enfermos se las tomaran. Por alguna razón, Valetta confiaba completamente en sus efectos, pero Kazura no estaba tan convencido y no podía evitar sentirse ansioso.
“¿Qué estás diciendo? Es la verdad, ¿no? Ven, vamos a la siguiente casa.”
Aunque estaban hablando, no bajaron el ritmo y fueron a la casa del siguiente aldeano. Después de todo había cincuenta aldeanos enfermos. Visitarlos a todos les llevaría un poco de tiempo.
“¡Ah, es verdad! Como hay bebés que no pueden obtener leche de su madre, tengo algo para alimentarlos. Tenemos que darnos prisa.”
“¿Eeeeh? ¿De verdad? Entonces lo siento por las personas enfermas, tenemos que darles prioridad a los bebés.”
Cuando terminaron de visitar todas las casas de los enfermos, el sol ya estaba asomándose por detrás de las montañas.