Volumen 2 Capítulo 57
Por la gente I
Traducido por Tars
Corregido por Zura
Editado por Tars
Corregido por Zura
Editado por Tars
El Señor de Evernatten noto el aumento considerable de refugiados que llegaban a las murallas de su ciudad, estaban empequeñeciendo cualquier otra situación que hubiera vivido en los últimos tiempos. El aumento repentino lo llevó a creer que algo estaba mal, así que buscó más información. Como resultado, descubrió que habían llegado de la Ciudad Santa de Gottheim.
Al final, los rumores que se esparcieron por todo el campamento llegaron hasta sus oídos y, se enteró de un espíritu maligno que secuestraba personas y les quitaba la piel. Wilhelm hizo una mueca; un cuento verdaderamente grotesco.
La leyenda urbana corría rampante por los barrios bajos de los vagabundos, haciendo que la historia persistiese en sus mentes. El Señor Wilhelm, esperaba que hubiera algo de verdad en el asunto, por lo que envió personas a la zona que rodeaba a la Ciudad Santa para recopilar información.
El hombre que estaba arrodillado frente a él era uno de sus confidentes de confianza.
“La situación en la Ciudad Santa es grave. Para evitar el juicio, están cobrando impuestos pesados en nombre de Dios. Como resultado, los activos se están incautando en masa, y el número de refugiados no para de aumentar."
"¿Y el rumor?"
“Hay algo de verdad en el asunto. Las personas desaparecidas nunca se vuelven a ver, mi señor. Lo único es que parece que su Majestad no está tomando medidas para enfrentar la amenaza."
Wilhelm hizo una pausa.
“¿Por sacrificios…?”
Su voz era apenas audible.
"Sí. Basado en los múltiples relatos de testigos presenciales, es probable que sea un acto de sacrificio en nombre de Artemisa, todo para evitar el juicio de las diosas."
El juicio de las diosas.
Para corregir los pecados del hombre, para llevar la historia en el camino correcto. Solo hay que ingresar al espacio, devolver la historia al camino correcto y el Juicio cesará. Sin embargo, el Reino Santo se negó a tomar medidas para detenerlos.
En lugar de luchar contra el juicio, eligieron el camino del sacrificio. Creían que, en el espacio, la diosa se llevaría sus pecados y abrazaría el mundo de nuevo. Al ofrecer la carne y la sangre de los pecadores, intentaron apaciguar a la diosa.
"¿Realmente piensan que pueden luchar contra el juicio de esta manera?"
El puño cerrado de Wilhelm Evernatten temblaba de ira. Se sintió impotente para detener esta cadena de eventos y, para empeorar las cosas, su espía no había terminado.
"Hace unos días, un gran número de niños desaparecieron, coincidiendo con la inmigración masiva de refugiados a Evernatten."
Los ojos del señor se estrecharon.
"¿Se avecina un juicio enorme?"
"La mayoría de los otros señores vaticinan lo mismo, pero con el estado actual del Reino Santo, será difícil evitar que esto ocurra."
Wilhelm cerró los ojos momentáneamente para considerar las implicaciones de las palabras de su espía. Al final, los abrió de nuevo con cautela.
“Mi señor, el conde de Mitelfer ha pedido avanzar sobre Gottheim." – dijo el espía, cuando sintió la mirada de su señor.
"Fingiré que la solicitud no fue recibida. Puedes irte."
“¡Mi señor!” – exclamó el espía antes de darse cuenta de su lugar y arrodillarse una vez más.
Pero Wilhelm negó con la cabeza.
“A pesar del hecho de que me expulsaron, juré por mi nombre que viviría para servir al Reino Santo. No mancharé mi honor. Deja este lugar, señor Carlos.
Los pasos resonaron cuando Desir serpenteaba por el exuberante jardín. Romántica había resuelto de inmediato el problema de la comida, pero aún quedaba mucho por hacer. Con el tiempo, la comida se acabaría; Se necesitaba una solución para terminar esto, de una vez por todas.
‘Sólo me queda un día.’
A pesar de que se solucionó el problema más apremiante, no tenía tiempo para resolver el problema general. Sin una solución para abordar la afluencia de refugiados, la ciudad de Evernatten tenía muy pocas razones para tratar con el gremio de Romántica.
Por lo menos, tenía la libertad de pensar en una solución a largo plazo gracias a la intervención de Romántica. Por ejemplo, educar y conseguir que los refugiados consiguieran un empleo en base a sus talentos.
Esta sería la solución más rápida, pero Desir rápidamente concluyó que habría problemas con este método y lo descartó.
‘Wilhelm Evernatten es un hombre astuto. Ya lo habrá pensado.’
La verdad era que no resolvería todo. No había suficiente dinero para educar y proporcionar trabajo a todo el mundo.
Desir redujo la velocidad, hasta detenerse en seco.
Alguien estaba construyendo un muñeco de nieve en el jardín, zumbando de felicidad. Era Lilica. Como el problema de la comida ya estaba resuelta, podía volver a trabajar en el castillo. Mirando a su alrededor, Desir se dio cuenta de que había muchos muñecos de nieve alrededor del jardín.
“Cogerás un frío construyendo un muñeco de nieve aquí.” – aconsejó Desir, mientras se acercaba a la niña, que se encontraba acariciando la nieve y agarrando una zanahoria para una nueva creación.
“¡Señor Desir!” - exclamó Lilica.
“Parece que cada vez que te veo, estás construyendo muñecos de nieve.”
Lilica sonrió alegremente a Desir.
“Sí, ¡los muñecos de nieve son mis amigos! ¿Quieres construir uno?” – dijo, mientras sus ojos brillaban con anticipación. – “¿Qué…? ¡No me mires de esa forma! Son reales. Hemos sido amigos desde antes de venir aquí.”
Una cálida risita salió de la boca de Desir.
“¿Entonces los muñecos de nieve no son imaginarios?”
Al oírlo, las mejillas de Lilica se hincharon y se cruzó de brazos.
“¡Discúlpate!" – dijo desolada mientras hacía un gesto hacia los muñecos de nieve. – “¿Recuerdas al niño que le pedí al señor Desir que cuidara? Él era mi mejor amigo.”
“Debe haber sido una separación solitaria, ¿su nombre era Carlos?”
“Sí. Ni siquiera pude decir adiós.”
“¿Estabas demasiado ocupada?”
“No... Desapareció de repente. Algunas personas dijeron que fue por culpa de un fantasma.”
“¿Te refieres al espíritu maligno que se lleva a la gente dispersa y le quita la piel?"
Una voz sonó a sus espaldas cuando una suave brisa se movió hacia adelante. Romántica caminó hacia los dos, esquivando los muñecos de nieve. Los ojos de Lilica se llenaron de curiosidad.
“Hey Gran señorita, ¿cómo lo sabes?”
“No parece que los rumores hayan llegado fuera del Reino Santo, pero he conseguido muchas noticias en las ciudades que conducen a Evernatten. Lilica, ¿eres originaria de Gottheim?”
"Sip. No solo yo, sino que todos los refugiados son de la Ciudad Santa.”
Los ojos de Desir se abrieron ante el repentino descubrimiento.
“Señor Desir, ¿No te lo mencioné?”
Romántica dejó escapar un suspiro de exasperación.
“Realmente no sabes nada de lo que está pasando en la Ciudad Santa, ¿verdad?”
Ella estaba en lo cierto; El conocimiento de Desir sobre la Ciudad Santa no se extendió más allá de lo que le había revelado Jefran. Desir no tuvo tiempo para interesarse por asuntos de fuera de Evernatten- Tenía una gran carga de trabajo desde que se le designó como asesor del Señor Wilhelm.
‘¿Cómo no pensé en eso?’ – se reprendió Desir en su interior.
Su enfoque estaba tan concentrado en resolver los problemas de los refugiados que no pensó en cómo se desarrollaron. Había demasiados asuntos por resolver.
‘Para arreglar cualquier problema, siempre se debe buscar la causa del conflicto.’
En este momento, Desir se dio cuenta de que, históricamente, Wilhelm Evernatten tomó la decisión equivocada de abandonar sus principios y exiliar a los refugiados. Si bien eso resolvería el problema inmediato, hacía la vista gorda a la cuestión fundamental: la Ciudad Santa.
Si los problemas que afectaban a Gottheim nunca se afrontan, el problema solo terminaría afectando al resto del Reino Santo y un día, alcanzaría la casa de Evernatten.
“Romántica. Dime todo lo que sabes.”
La niebla del amanecer se elevó sobre el castillo y se instaló sobre él, enfriando la atmósfera dentro de la oficina. La chimenea no era capaz de calentar a la gente que se encontraba en su interior. Eran Desir y los líderes de los jefes de la casa.
Habían pasado dos días y el éxito o el fracaso se diluciría en este momento. Wilhelm tosió ligeramente para atraer la atención de la gente de la habitación.
“Antes de comenzar nuestras discusiones, me gustaría expresar mi gratitud a la señorita Romántica por su visión y su liderazgo. La situación alimentaria ha mejorado enormemente con su ayuda. Por ello, me gustaría expresar mi agradecimiento.”
Romántica hizo una reverencia y con elegancia le presentó sus respetos al Señor Evernatten. La conversación fue tan suave como la melaza, y la habitación tenía buen ambiente.
“Todavía existe el problema de la seguridad pública, mi señor.” – dijo Eyulan dando un paso al frente para devolver a todos a la realidad.
Wilhelm asintió bruscamente y se dirigió a su asesor.
“Bueno, Desir. El tiempo asignado ha pasado. ¿Has encontrado una solución?”
Desir dio un paso adelante y se arrodilló frente al Señor de Evernatten.
“Si bien la situación ha mejorado, todavía deben abordarse muchos problemas; Seguridad pública el primero. Desafortunadamente, no todos los problemas pueden resolverse inmediatamente. Incluso si se abordan estos problemas, la gran afluencia de refugiados significa que todas las soluciones solo serán útiles a corto plazo. Eventualmente, nos quedaremos sin opciones.” – dijo Desir. – “Tomemos, por ejemplo, la escasez de alimentos. El gremio de comerciantes solo puede ofrecer un poco de apoyo y, aunque esta no será la única vez, si los problemas en la Ciudad Santa continúan, los refugiados llegarán año tras año. Si deseamos hacer uso de los refugiados, necesitaremos educarlos.”
Todos estaban atentos a sus palabras.
“La única solución lógica es desterrar a los refugiados. Si no los aceptamos, entonces no hay responsabilidad. Con eso, podemos resolver casi de inmediato todos nuestros problemas. De hecho, esa es exactamente lo que el resto de estados han hecho para librarse del problema.” – continuó sin pausa. – “Sin embargo, solo habrá más y más refugiados. Todos esos hombres, mujeres y niños que no tienen a dónde ir morirán. Esa no es la solución, solo una sentencia de muerte. Al exiliar a estas personas, evitamos el sufrimiento ante nuestros ojos y nos libramos del problema.”
La intensa mirada de Desir se extendió por la habitación, descansando momentáneamente sobre Eyulan. Tenía los puños apretados con fuerza, pero no se atrevió a hablar delante de su señor.
“Deseo proporcionar una solución que resuelve el origen del problema.” – anunció Desir.
Wilhelm Evernatten se preocupaba por la gente en lo más profundo de su ser, mucho más que cualquier otra persona del reino Santo. No había pasado mucho tiempo con él, pero su compasión y caridad brotaban de cada poro de su piel.
“Mi señor, ¿conoces la causa del problema?”
“Supongo que se debe a los problemas por los que pasa la ciudad santa.”
“Correcto. Casi todos los refugiados han venido de la Ciudad Santa, y están sufriendo con dureza. Si no les queda otra opción, solo pueden escapar. En el futuro, las personas que son expulsadas seguirán agravando el problema que estamos experimentando en estos momentos. Además, esto no es solo sobre ellos. La tiranía que los expulsó de la Ciudad Santa algún día llegará hasta aquí.”
La capital de la Nación Sagrada se dirigía a la ruina y, en nombre de la religión, no se estaba haciendo nada ante los peligros que se les presentaban. El problema iría consumiendo al Reino Santo hasta que estuviera completamente sumergido. Solo habría un resultado posible: la ruina.
Desir sabía lo que le había pasado al Santo Reino.
A través de un Mundo de las Sombras de Clase 1, todo el Reino Sagrado fue finalmente aniquilado por la invasión. Al final, solo quedaron unos pocos supervivientes de la religión Artemisa, que vivieron el resto de sus días en los Reinos Occidentales, difundiendo de forma piadosa su religión.
Una compañera de su vida anterior, Priscilla, era miembro de la religión Artemisa. Pero estaba amargada cada vez que recordaba la caída de su antigua nación. Fue debido a esto que Desir pudo hablar ahora con confianza. Para que el Reino Santo volviera a formarse, se necesitaban reformas radicales.
Con eso, Desir presentó su solución.
“El Reino Santo está actualmente en el camino de la ruina. Las interminables olas de refugiados son un subproducto de ello. Para poder resolver los principales problemas y proveer a los vagabundos, debemos cambiar los ideales retorcidos de la Ciudad Santa.”