3ª parte: Etapa apocalíptica
Capítulo 144
La línea entre la vida y la muerte VII
Traducido por Tars
Corregido por Lord
Editado por AMarauder
Corregido por Lord
Editado por AMarauder
Jae Ho tomó el tren subterráneo de la línea cuatro y se dirigió hacia la estación de Seobinggo. Una vez que llegó, se dirigió hacia el Puente de Banpo. Si lo cruzaba y luego atravesaba el puente de Jamsu, llegaría a su destino.
Caminar solo por el sistema de metro lo hizo sentir extremadamente incómodo.
Se encontró constantemente saltando ante las sombras. Estando totalmente solo, no había nadie que le iluminara el camino o que lo ayudara si se metía en algún lío. Esto lo puso nervioso. Llevaba una pistola con silenciador en una mano y una linterna en la otra. Estaba tratando de mantenerlos firmes frente a él mientras continuaba su camino, pero sus nervios lo estaban haciendo complicado.
Afortunadamente, Yohan le había proporcionado muchos suministros adicionales: municiones, pilas para la linterna y mucha comida.
No tenía que preocuparse de que le fallara la linterna o de que se muriera de hambre. Pero eso todavía dejaba muchas cosas de las que tener miedo. No importa cuán preparado estuviera, si algo salía mal o si se encontraba con un mutante, todo había terminado. No confiaba en su capacidad para manejar algo como un Gremlin. En comparación con sus otros compañeros, en realidad no tenía ninguna habilidad de combate notable. Era normalito en el mejor de los casos. Podía manejar un zombi aquí o allá, pero incluso los grupos de tamaño moderado serían demasiado para él.
‘Por favor…’ – oró en un interior, rogando que su viaje terminara sin incidentes.
Prácticamente estaba temblando dentro de sus botas, esperando a que un mutante viniera rugiendo por una esquina en cualquier momento.
De repente, algo golpeó su pie.
Estuvo a punto de gritar de terror, y apenas logró contenerse en el último instante. Rápidamente miró hacia el suelo y encontró… Una roca. Eso era lo que su pie había golpeado. Suspirando aliviado, respiró hondo varias veces.
Tras un momento, volvió a levantar su linterna frente a él y se preparó para continuar.
“¡……!”
Se congeló.
Un zombi. Su mirada hambrienta estaba fija en él mientras se acercaba. Apestaba, y Jae Ho podía olerlo desde varios metros de distancia.
Esta vez, el grito de Jae Ho fue muy real.
Conmocionado, buscó a tientas su navaja de bolsillo por un momento antes de sacarla y golpear salvajemente a la criatura. Clavó la hoja en el ojo del zombi cuando comenzó a agitarse. Jae Ho perdió el equilibrio y se derrumbó, cayendo de espaldas sobre su trasero.
‘¡Mierda! ¡Mierda!’
Afortunadamente, la hoja se había clavado en la cuenca del ojo del zombi que se derrumbó por si solo y dejó de moverse.
Jae Ho pasó los siguientes minutos jadeando, con el corazón acelerado. Cuando finalmente se calmó, se puso de pie y siguió adelante.
Todo su cuerpo estaba tenso.
El encuentro anterior no había ayudado a su estado mental en absoluto, por lo que estaba aún más aterrorizado que antes. Cada paso que daba le hacía sentir como si algo terrible estuviera a punto de suceder, pero siguió caminando.
Después de atravesar por el oscuro pasaje subterráneo durante lo que pareció una eternidad, finalmente llegó al Puente de Banpo.
A pesar de estar en pleno invierno, estaba empapado de sudor. Tanto por sus nervios como por moverse tanto.
Tan pronto como salió del pasaje subterráneo, los zombis en la calle se volvieron y se dirigieron hacia él. La vista le puso la piel de gallina. Había demasiados para manejarlos y lo sabía. No tenía más remedio que abandonar la zona. Mientras no estuviera rodeado, confiaba en que podría escapar.
Los zombis eran lentos.
Jae Ho cruzó el puente de Banpo tan rápido como pudo mientras los zombis se agruparon y trataron de seguirlo.
Cinco zombis aparecieron ante él.
Jae Ho enfundó su arma y sacó su cuchillo de caza. Tenía que estar preparado en caso de emergencia, por lo que decidió guardar sus balas tanto como fuera posible para conservar la munición para cuando realmente la necesitara.
Apuñaló al primer zombi que se acercó y pateó al segundo, empujándolo. Luego, se abrió paso entre los zombis restantes y logró escapar. Los zombis eran lentos. Incluso un paso rápido era suficiente para alejarse, pero sintió la necesidad de comenzar a correr para crear cierta distancia. Viajó a ese ritmo durante unos cien metros antes de reducir la velocidad, sin aliento.
Sabiendo que necesitaba conservar su resistencia, continuó avanzando a un ritmo mucho más lento. Si se agotaba, no podría sobrevivir durante un momento crucial en el que su vida estuviera al juego. Por ello, alternó sus acciones.
Caminaba un poco para recuperarse y luego trotaba cuando los zombis se acercaban demasiado.
Al final, llegó al puente de Jamsu. Se encontró con otro grupo de zombis. A pesar de que no había tantos como en el enorme grupo que tenía a su espalda, todavía había una buena cantidad. Eran suficientes para que no pudiera contarlos inmediatamente. Sus gemidos llenaron el aire mientras cerraban la distancia que los separaba.
Jae Ho se mordió el labio. Se acercó al borde del puente y sacó su pistola. El grupo de zombis era demasiado denso para poder abrirse paso usando únicamente ataques a corta distancia, así que no tuvo más remedio que usar algunas de sus municiones. Tenía 15 balas.
Ignorando a los zombis que se le acercaban por un lateral, se concentró únicamente en los que venían de frente. Su intención no era matarlos, sino simplemente atravesarlos. De todos modos, no tenía munición para eliminarlos a todos. Apuntó y comenzó a disparar.
Disparó una y otra vez, teniendo mucho cuidado de asegurarse de que cada bala mataba a un zombi. Con algunos disparos más, la multitud fue lo suficientemente delgada como para que pudiera pasar. Tomó la abertura y trató de correr a través del hueco.
Un zombi logró agarrarlo del brazo mientras intentaba escapar. Lleno de adrenalina, Jae Ho tiró de su brazo tan fuerte como pudo y se liberó del agarre del no muerto. Sin embargo, ese breve momento había permitido que el resto de los zombis cerraran parcialmente la brecha que estaba tratando de atravesar.
Los zombis se acercaron rechinando los dientes.
Cuando finalmente volvió a sus sentidos, encontró su mente… Sorprendentemente calmada. Su visión era clara y sabía exactamente lo que tenía que hacer.
No tenía idea de cómo lo logró, pero unos instantes después, se encontró al otro lado, ileso. Se había abierto paso. A su espalda, el grupo de no muertos prácticamente se estaba cayendo sobre sí mismo tratando de alcanzarlo.
Jae Ho echó un vistazo rápido a su alrededor y notó que los zombis salían de los callejones en los laterales. Estaban por todas partes.
En ese momento se le recordó de forma abrupta que este mundo pertenecía a los zombis. Ya no era un lugar donde reinaban los humanos. Y la prueba de eso podría verse simplemente mirando a su alrededor. Estaban hasta donde alcanzaba su vista.
Jae Ho empezó a correr. Estaba cansado, sin aliento y su cuerpo se sentía tan caliente que parecía que estuviera infectado, pero hizo todo lo posible por escapar.
El número de zombis que lo seguían aumentó.
Se sintió como si fuera el general de un ejército, liderando una horda de soldados con su confiable liderazgo. Fue un pensamiento tonto que atribuyó a su cansancio. Jae Ho sintió que iba a derrumbarse. Sus piernas estaban débiles, pero no podía descansar. Tenía que moverse más rápido para aumentar la distancia que los separaba.
Para perder a los no muertos que lo siguieron hasta la Biblioteca Nacional de Corea, entró a un edificio por un lateral, cerró la puerta y salió por el extremo opuesto. Estos eran métodos de supervivencia que aprendió mientras exploraba con Yohan. Esto, y también saber cómo determinar visualmente en qué edificio podría utilizar esa estrategia. Después de cruzar varios edificios, Jae Ho avanzó con calma y llegó a su destino.
Los zombis que lo habían estado siguiendo desaparecieron. No sabía si se habían rendido, pero al menos, no tenía que preocuparse por el momento. Lo importante era que había llegado a su destino.
Apenas había zombis dentro de la biblioteca.
Además, la mayoría de los que estaban en su interior no podían caminar. Les habían cortado parte de su cuerpo. Se fijó en un guardia zombi al que le faltaba la mitad de su cuerpo arrastrándose por el suelo. Jae Ho le rompió la cabeza.
‘¿Por qué vendría alguien a una biblioteca en medio del apocalipsis?’ – se preguntó por un instante. Pero al final, pudo responder a su propia pregunta.
Los cadáveres de zombis en el interior tenían heridas de bala y había marcas de quemaduras por todas partes. Esto hizo que Jae Ho pensara que, en algún momento, se había usado una bomba.
‘Las unidades militares habían venido para limpiar este lugar.’ – concluyó.
Había cristales rotos por todas partes. Había manchas de sangre, zombis muertos y no muertos que todavía estaban vivos, pero que tenían agujeros de bala. Estaba claro que había tenido lugar una batalla.
Dado que la Biblioteca Nacional de Corea tenía una instalación de protección nacional, probablemente se habían ordenado operaciones militares para protegerla. Gracias a eso, la mayoría de los zombis que había en su interior habían sido atendidos. Esa era una buena noticia.
Después de expresar su gratitud a los soldados que habían luchado para proteger el legado del futuro, se abrió camino lo más silenciosamente posible por los pasillos.
‘¿Dónde está el almacenamiento de publicaciones no oficiales?’
En su mayor parte, la biblioteca estaba a oscuras.
Había algunos lugares donde iluminaba el sol, pero aparte de eso, era complicado ver. A pesar de que estaba en medio del apocalipsis, Jae Ho podía distinguir el olor a libros viejos que parecía ser una marca registrada de todas las bibliotecas. El olor a sangre se mezcló con él, pero no había duda del olor.
Una vez que encontró el lugar correcto, rompió la puerta que conducía al lugar donde se almacenaban las publicaciones no oficiales y comenzó a buscar. A pesar de que estaba acostumbrado a encontrar documentos, la tarea se parecía un poco a intentar cruzar un océano sin ayuda. Había un mar de papeles que examinar.
No había ninguna información de referencia para ayudarlo a encontrar lo que buscaba con mayor facilidad. Cualquier sistema de organización que la biblioteca hubiera podido tener había desaparecido.
Mes tras mes, el edificio se fue deteriorando de forma notable, haciendo que fuera realmente complicado intentar localizar un solo libro de material no oficial.
Solo podía añadir más desorden al edificio arrojando todos los libros que no necesitaba al suelo. Hizo todo lo posible por buscar, pero se quedó sin paciencia rápidamente.
‘A este ritmo, nunca lo voy a encontrar.’
Gotas de sudor rodaron por su cuello a medida que aumentaba el número de libros en el suelo. Se sentía cada vez más frustrado, pero, al mismo tiempo, se estaba cansando cada vez más. Moverse tanto para revisar todos los libros estaba afectando a su resistencia.
La última vez que había mirado hacia la ventana más cercana, observó que el sol ya se estaba poniendo. En ese momento, Jae Ho miró el siguiente libro y su expresión se iluminó de inmediato.
‘Lo encontré.’
Jae Ho limpió con cuidado el polvo que estaba sobre la cubierta. Por su formato, parecía una revista vieja.
La portada estaba llena de letras y formas extrañas. Había un poliédrico, indicativo de la religión Vudú. Estaba seguro de que este era el libro que le causó un gran impacto hace unos años. Jae Ho tragó saliva y abrió lentamente el libro. Su interior estaba lleno de letras desconocidas e ilustraciones hechas con barro negro. La gente vestía de manera primitiva y algunos bailaban en círculos. Hizo una pausa en una ilustración que mostraba a varias personas inclinándose ante una silla de madera vacía que estaba rodeada de serpientes.
Había varios elementos religiosos detrás.
Un bastón, un collar de huesos, un cuchillo y algunas cosas más. Le hacían sentirse incómodo. Jae Ho continuó hojeando las páginas. Su mano se detuvo al ver una imagen.
‘¡Esto es…!
Una cabeza de serpiente con un cuerpo que parecía a punto de estallar y una boca que se abría de forma grotesca. Era el Mutante al que llamaron Piccolo. La ilustración coincidía con la descripción que le habían dado Lina y Noah.
La mano de Jae Ho comenzó a temblar. Cada página contenía ilustraciones de monstruos. Cuantas más páginas pasaba, más grandes se volvían sus ojos. El Gremlin, David, el Tiburón y el resto de mutantes de los que había oído hablar o encontrado estaban todos contenidos en este libro. No sabía de qué trataba, pero estaba seguro de que tenía que ver con el apocalipsis.
El hecho de que no supiera el idioma era frustrante. Después de hojear muchas más páginas, Jae Ho finalmente llegó a la última página.
En ella, había una ilustración que llenaba toda la página.
Parecía ser otro planeta. Había una gran mesa con varias especies sentadas a su alrededor. La disposición le recordó la Última Cena de Leonardo da Vinci. Algunos parecían humanos y otros tenían labios y narices alargadas. Había algunos que tenían alas de ángel y otros que poseían cuernos que le recordaba a los demonios. Había una criatura que era redonda y se parecía a una pelusa de polvo.
En la parte superior de la mesa, había un dado de 6 caras y unas cosas redondas que parecían las fichas de un casino. Estaban esparcidas sobre la mesa, haciendo que pareciera que todos estaban jugando. Y en el centro, había un globo terráqueo.
‘Eso es…’
¿Cómo se suponía que iba a entender esto?
Aunque era solo una ilustración, le sorprendió. Jae Ho tragó saliva con fuerza. Muchos pensamientos e hipótesis pasaron por su mente, pero no se atrevió a decir ninguno de ellos en voz alta. Casi hubiera sido mejor si nunca hubiera pensado en ellos. Los ojos de Jae Ho estaban muy abiertos mientras miraba el libro.
Se sentía como si casi estuviera siendo absorbido por él.
‘¿Qué infiernos significa esto?’
Estaba tan absorto por el contenido del libro, que no notó que un zombi se le acercaba sigilosamente. Totalmente inconsciente, fue completamente sorprendido cuando le saltó por detrás.
* * *
Había pasado mucho tiempo.
Los cien habitantes de Sindo estaban trabajando juntos y, después de pasar dos días enteros deshaciéndose de los zombis de la terminal de logística del puerto de Incheon, usaron un camión de combustible para llenar el buque de guerra. Embalaron comida comprimida que duraría mucho tiempo.
“Dado que podemos obtener sal del océano, no creo que necesitemos embalar muchos condimentos.” – explicó Yohan. Pero un momento después se dio cuenta de la mochila que estaba sosteniendo Barrendero. – “¿Qué es eso?” – preguntó, haciéndole un gesto.
“¿Esto? Es una red de arrastre.” – respondió. – “Son ilegales en nuestro país, pero no hay una red más efectiva. Traje la más grande. Debemos considerar la posibilidad de no tener suficiente comida al lugar donde vamos.”
Tenían suficiente comida.
El problema era meterla toda en el barco. La cantidad que podían meter dentro del buque era limitada. Habían embalado alimentos que podían conservarse durante mucho tiempo y que eran livianos y fáciles de preparar, pero tenían demasiados. Era realmente lamentable no tener acceso a un carguero. No habían podido encontrar uno.
Los barcos que quedaban probablemente contenían refugiados en lugar de mercancías y estaban flotando sobre el océano.
Después de llenar el barco al máximo de su capacidad, los líderes informaron a Yohan. Le explicaron que los preparativos estaban completos. Sin embargo, había algo que le preocupaba y no sabía qué era. Sintió que faltaba algo.
¿Estaba realmente bien irse?
Pensó que tal vez sería más seguro mudarse a un lugar más cercano, tal como había sugerido el anciano Yong. Tenía demasiadas dudas.
¿Poseía la confianza suficiente para arriesgar la vida de 100 personas?
Recordó las palabras que dijo Sung Chul Moon antes de morir.
‘No te fue muy bien en la escuela, ¿verdad? ¿Por qué explotaría una planta de energía nuclear?’