3ª parte: Etapa apocalíptica
Capítulo 146
La línea entre la vida y la muerte IX
Traducido por Tars
Corregido por Lord
Editado por AMarauder
Corregido por Lord
Editado por AMarauder
Abrumada por la alegría, había lágrimas en sus ojos.
Ji Hye se inclinó hacia Yohan, para ir más allá de sus palabras. Siempre que le sonreía de esa forma, le alegraba el día. Era como una luz y siempre lo apreciaría en su corazón.
“Gracias por decirme eso. Siempre estaré agradecida de tenerte en mi vida, Yohan.”
Yohan la observó mientras se alejaba, la imagen de ella inclinándose hacia él permanecía en su mente. Después de pasar unos momentos perdido en sus pensamientos, volvió a su tarea anterior, terminó de limpiar y lo guardó todo.
Para cuando terminó, el cansancio había comenzado a aparecer. No había hecho nada demasiado intensivo físicamente, pero tal vez por eso se sentía cansado. Exhausto de no hacer nada de importancia real en todo el día. Sin embargo, en lugar de irse a la cama, decidió sentarse en uno de las tumbonas reclinables que tenía delante de la casa para disfrutar del aire nocturno por un rato. Colgado sobre su hombro, tenía un rollo de documentos importantes que planeaba revisar una vez más por la noche.
Sentándose, miró hacia el océano.
Se había convertido en un hábito: sentarse en ese mismo sitio y pensar en la próxima expedición. Mañana saldrían de este lugar, marcando el día de hoy como la última vez que podría disfrutar de la vista nocturna del océano de Sindo. La idea lo puso un poco nostálgico y emocional. Aunque había sido algo temporal, habían trabajado duro en este refugio.
Después de resucitar, había invertido mucho tiempo y esfuerzo para prepararlo todo. Cuando todos los residentes se asentaron en la isla, pensó que este sería su hogar. Sin embargo, al final, creyó que todo había valido la pena. Nada de esto había sido un desperdicio y todo ese esfuerzo les había permitido llegar muy lejos.
“¿No te vas a dormir?” – preguntó una voz detrás de él.
Yohan se volvió y vio a Saeri caminar con dos latas de cerveza en sus manos.
‘Esta situación me resulta familiar.’
El océano nocturno. Los dos moderadamente borrachos. La expresión de Saeri. Todo eso le dio la sensación de que ya había pasado por esto.
Saeri se sentó a su lado y le entregó una cerveza, pero Yohan negó con la cabeza, rechazando la oferta.
“Deja de beber, borracha. Y si estás pensando en lanzarte sobre mí mientras estás así, puedes detenerte ahora mismo.”
Saeri chasqueó la lengua con irritación.
“No estoy borracha.”
El viento era frío.
A pesar de que estaba usando ropa de abrigo gruesa, todavía podía sentir el aire frío. Saeri se estremeció a su lado. Mientras Yohan la miraba a los ojos, podía leer fácilmente el flujo de sus emociones y pensamientos. Siempre tuvo claro lo que ella quería.
“Saeri.”
“¿Sí?”
“Deja de quererme.”
Decidió dejarlo claro.
“……”
“Si seguimos haciendo esto, será más duro para los dos más adelante. Sería mejor que lo dejaras ahora mismo. No voy a cambiar de opinión y no va a empezar nada entre nosotros.”
Hubo un momento de silencio entre ellos.
“No esperaba nada como eso de ti. No todavía, de cualquier forma, ¿quién eres tú para decirme lo que tiene que gustarme?” – respondió Saeri.
“……”
“¿Es por lo que le pasó a Ji Hye?”
Yohan se sintió un poco culpable por lo que no pudo apartarla. Recordaba esa noche con total precisión. No fue un error. Los dos eran adultos y estaban lo suficientemente sobrios como para tomar decisiones. El impulso estaba ahí y había mucha tensión sexual. Pero eso era todo.
“Puedo parecer una idiota por decir esto, pero no me rendiré. Pero tampoco lo forzaré. Tengo mi orgullo. Es tu elección si te agrado o no, pero no me digas qué hacer con mis sentimientos.” – dijo Saeri, con la voz temblorosa.
Yohan se alejó.
“Pero, gracias por ser franco conmigo.” – continuó Saeri. – “Creo que hubiera sido más difícil si hubiera seguido esta ambigüedad durante más tiempo.”
Saeri se puso de pie y se alejó.
Yohan decidió tomar un sorbo de la cerveza que ella le había dejado.
Tenía calor.
* * *
Llegó el día de la expedición.
Todos se movían ocupados, preparándose para zarpar. Noah se paró en la proa del buque de guerra, sacudiendo la cabeza con incredulidad.
“Nunca imaginé que viajaría en otro barco de guerra.” – murmuró para sí mismo.
“Piensa en ello como tu destino.” – respondió Yohan mientras se acercaba. Luego, le dio una palmadita en el hombro antes de continuar su camino hacia la cubierta superior.
Hizo varios desvíos en su camino, para inspeccionar otras secciones de la nave y asegurarse de que todo estuviera en orden. Después de llegar al CCC, Centro de Control del Capitán , Yohan se comunicó por radio con los que estaban a la espera.
“SCM, ¿estás listo?” – preguntó, refiriéndose a la Sala de Control de Maquinas.
- Sala de máquinas preparada. El motor diésel está en buenas condiciones.
“¿Sala de navegación?”
- Todo en orden.
“¿Cubierta?”
- No hay problemas en la cubierta.
- Helipuerto preparado.
Los preparativos iban bien y todo avanzaba según lo previsto. Había valido la pena quedarse despierto hasta tarde anoche para volver a comprobarlo todo.
“Cuando el motor termine de calentarse, llámame. Prepárate para soltar amarras.”
- Entendido.
Solo quedaba una cosa por hacer antes de que pudiera dar la señal de zarpar. Yohan salió a la cubierta superior del buque y miró hacia la superficie del agua. Estaba esperando una última llamada de radio.
- Líder.
Había llegado el momento.
Después de una breve conversación, Yohan ordenó que el buque de guerra estuviera en espera y abordó un pequeño barco de pesca para zarpar hacia el puerto de Incheon. Iba a recoger a Jae Ho.
Yohan pudo verlo a lo lejos. Jae Ho estaba en una motocicleta, pero saltó y corrió hacia el barco una vez que lo vio.
“Supongo que lo logré…” – dijo Jae Ho, sin aliento por su viaje.
“Pensé que habías muerto.” – respondió Yohan.
“Pensé lo mismo.”
“¿Encontraste lo que querías?”
Jae Ho negó con la cabeza. Tenía una sonrisa extraña en su rostro. Parecía que quería decir algo, pero decidió no hacerlo en el último momento. Yohan no preguntó y los dos navegaron de regreso al barco de guerra con un incómodo silencio.
Cuando llegaron, Jae Ho vació todos los documentos que había guardado dentro de su mochila. Agarró algunos de los libros y comenzó a separarlos en varios montones.
“Primero, estos libros están relacionados con la navegación.” – explicó Jae Ho, señalando un montón. – “Muestran los lugares donde podemos repostar durante el viaje y los puertos de todo el mundo.”
Después de que terminó de clasificarlos, miró a Yohan.
“¿Decidiste un destino?”
“Más o menos. Nada definitivo. Necesito un navegante para tomar la decisión final.”
Jae Ho sonrió, sabiendo que Yohan se refería a él.
“Vamos a Nueva Zelanda.” – dijo Jae Ho.
“¿Oh? ¿Por qué allí?”
“El GPS no funciona, ¿verdad?”
Yohan asintió.
“Lo imaginé.
Un año es más que suficiente para que las funciones de un GPS dejen de funcionar. Por ejemplo, si quisiéramos ir a Hawái, el viaje sería arriesgado. Está ubicado en medio del Océano Pacífico y es extremadamente difícil determinar su posición exacta sin un GPS. Podríamos pasar de largo y perdernos. En cambio, deberíamos navegar a lo largo de la costa. De esa manera, si nos perdemos, será más sencillo volver a encontrar el rumbo ya que tendremos un punto de referencia. También deberíamos dividir el viaje y hacer pequeñas escalas.”
Jae Ho sacó un mapa grande y comenzó a hacer puntos en él.
“En pocas palabras, es posible que no podamos ir directamente a Nueva Zelanda de una sola vez. Debemos dividir nuestro viaje y pensar en ello como si fuéramos a ir a la isla de Jeju 200 veces en lugar de realizar un viaje tan largo. Seguiremos la costa oeste hasta la isla de Jeju y continuaremos hacia China. Luego iremos hacia el sur, a Taiwán, y seguiremos la costa hasta Filipinas. Luego iremos a Papúa Nueva Guinea y, de allí, nos dirigiremos directamente a Nueva Zelanda. La distancia será mucho mayor si lo hacemos así, pero el trayecto será mucho más seguro. Podríamos atracar en casi cualquier lugar del camino en caso de una emergencia.”
Yohan asintió, sin objeciones al plan de Jae Ho. Realmente no le importaba mucho dónde terminaran. Siempre que fuera seguro y pudieran encontrar suministros, cualquier lugar estaba bien para él. La idea de Jae Ho parecía buena. Especialmente porque priorizaba la seguridad.
“Genial, hagámoslo.” – decidió Yohan.
“Vale.”
Yohan transmitió inmediatamente las órdenes a sus compañeros.
“15 minutos hasta zarpar. Todos a sus puestos.”
Este era el comienzo del último viaje del campamento de Yohan hacia la supervivencia.
* * *
Diciembre de 2018
Barco Baekryeong.
En algún lugar del océano.
Llevaban 17 días navegando.
El barco había atracado en una isla de Filipinas. Según todas las apariencias, parecía como si estuvieran pasando un momento de paz. Sin embargo, estaban perdidos. Pasar a través de las islas de las Filipinas requería habilidades de navegación mucho más altas de lo que cualquiera de ellos había imaginado. Había muchas islas pequeñas y, aunque todas estaban marcadas en el mapa, todavía causaban una gran confusión cuando los navegantes no sabían su posición precisa. Al final, cuando ya no sabían qué hacer, decidieron atracar y detener temporalmente su viaje por recomendación de Jae Ho.
Era la segunda vez que tenían que hacer esto.
El equipo de reconocimiento estaba buscando en la isla pistas sobre donde se encontraban. Otros supervivientes estaban haciendo guardia en el muelle y el resto descansaba a bordo del barco.
Yohan estaba caminando por el interior de la nave, verificando si había algún problema que requiriera su atención cuando escuchó una conversación familiar. Al salir a la cubierta, notó que un pequeño grupo de supervivientes usaba una pequeña mesa para jugar un juego de cartas.
“Número uno. Asesino.”
“Hm, voy a matar al mago. Construiré un puesto de guardia.”
Navegar a través del mar abierto había demostrado ser monótono y aburrido para muchas de las personas a bordo porque no había muchas cosas que hacer. La mayoría no habían traído nada para entretenerse. Sin embargo, habían encontrado algunos juegos de mesa que la infantería de marina había dejado atrás y muchos optaron por usarlos para pasar el tiempo.
A Yohan no le importaba. Incluso él se había aburrido últimamente, por lo que no prohibió a nadie tomar ese tipo de descansos, siempre y cuando todos hicieran su trabajo. De todos modos, no había habido ningún problema en ese frente hasta el momento.
A continuación, se dirigió hacia la sala de navegación. En su interior, Jae Ho y su asistente estaban intercambiando ideas.
“¿Qué tal volar con el helicóptero?”
“No, eso sería un gran desperdicio. Necesitamos ahorrar combustible para un caso de emergencia.”
Yohan los vio discutir sobre cuál debería ser su próximo movimiento.
Cuando a Jae Ho se le dio el control del timón del barco, el viaje a Taiwán se desarrolló sin problemas. Incluso habían atracado allí y recogido más suministros. Yohan había asumido en ese momento que eso significaba que el resto del viaje continuaría sin problemas. Sin embargo, tan pronto como entraron en las Islas Filipinas, los navegantes se detuvieron en seco.
“Tenemos que ir por este camino, 900 kilómetros al sureste. Nos dirigiremos hacia Papúa Nueva Guinea.”
“¿Y si terminamos en medio del Océano Pacífico?”
“Es mejor que encallar en el estrecho. De todos modos, tendremos que viajar mucho más al sur.”
Jae Ho suspiró.
“No tener una forma de precisar nuestra posición en la ruta hace que todo sea mucho más complicado. Se siente como si estuviéramos en un bote de remos en medio del océano.”
Cuando los dos se dieron cuenta de que Yohan estaba allí, se congelaron e inmediatamente se pusieron de pie. Yohan les hizo una señal rápida para hacerles saber que podían seguir trabajando. Vacilantes, volvieron a sentarse.
“¿Algo no funciona?” – preguntó Yohan.
“Líder, es muy complicado tratar de precisar la ubicación del barco…”
“Tómate tu tiempo. No necesitas apresurarte.”
Los aplaudió por su pasión, pero no quería que pasaran por alto nada. Ahora eran responsables de la supervivencia de cien personas. Por lo tanto, sería un problema si intentaban apresurar sus planes y pasaban algo por alto.
Yohan no los interrumpió más y salió de la Sala de Navegación.
De todos modos, no había mucho que pudiera hacer allí. Por una vez, no era él quien estaba al mando tomando todas las decisiones importantes. Esto dependía de los navegantes. Lo único que tenía que hacer era asegurarse de que no hubiera ninguna tensión innecesaria entre los supervivientes y comprobar que todas las tareas se dividían de forma equitativa entre todos. Lo verificaba constantemente para evitar accidentes.
Yohan continuó su recorrido por el barco, saludando a todos con los que se cruzaba.
El grupo de Noah había salido a explorar, por lo que no estaban en este momento. Hyuk y algunos de los otros supervivientes estaban limpiando la sal que se había acumulado en el barco. Cuando lo vieron, sonrieron con alegría y lo saludaron. Barrendero y los miembros más jóvenes del grupo de reconocimiento estaban pescando con una red en la orilla, a poca distancia. Ji Hye y Seo Jun estaban en la popa organizando los suministros.
Después de recorrer todo el barco y saludarlos a todos, regresó al camarote del capitán y escribió otra entrada en el diario de abordo. Lo había estado haciendo todos los días desde que habían zarpado, registrando un resumen de los eventos de cada jornada.
Se habían detenido varias veces en su viaje.
Habían anclado en la isla de Jeju, en Okinawa y en Miyako. Luego, diez días más tarde, se detuvieron en Taiwán. Repostaron combustible en el puerto de Keelung y recogieron algunos suministros adicionales. El día 15 habían llegado a las Islas Filipinas.
Yohan había registrado todos estos eventos en el diario, incluida la primera vez que experimentaron una tormenta y el tiempo que les tomó llegar a cada destino. No se lo había saltado ni un solo día. Casi sintió como si registrar estos eventos fuera su deber.
En la última línea de su anotación diaria, registró sus pensamientos.
‘Puede que sea lento, pero no vamos a rendirnos.’
* * *
Enero de 2019
Nueva Zelanda.
Auckland.
La playa era amplia y tranquila. El océano era cristalino y parecía increíblemente fuera de lugar en un mundo posapocalíptico . Se podía ver un banco de peces nadando bajo las olas. De repente, una sombra se proyectó sobre el agua y el grupo de peces se alejó nadando, asustado.
Cinco hombres iban en un helicóptero.
Yohan abrió la puerta mientras flotaban en el aire y asomó la cabeza. Contempló la tierra del país extranjero con una expresión complicada. Estaba emocionado, nervioso y decidido.
“¡Luca!” – gritó Yohan para hacerse oír por encima del zumbido de las palas del helicóptero. – “¡Acércanos un poco más!”
Luca obedeció de inmediato y cambió la dirección del helicóptero, acercándose al puerto. Yohan se movió al otro lado del helicóptero y miró a través de la ventanilla con sus prismáticos.
“¿Qué pasa con el otro lado?” – preguntó Yohan, dirigiendo su pregunta a Barrendero.
“No hay nada que parezca muy amenazador.” – respondió Barrendero. – “Está lleno de zombis caucásicos.”
“¿Cuántos?”
“¿Los contamos?” – preguntó Barrendero con sarcasmo. Había demasiados para hacer eso.
Yohan negó con la cabeza, divertido.
“Dado que hay un puerto en la isla cercana a nosotros, vayamos allí.” – decidió.
Luca buscó un lugar donde pudieran aterrizar. En la costa este de Auckland, había muchas islas, tanto grandes como pequeñas. Una parecía ser una antigua atracción turística y fue la que Luca eligió para dejar el helicóptero.
Yohan abrió la puerta y salió, dando sus primeros pasos en Nueva Zelanda. Cuando plantó ambos pies, se quedó allí perfectamente quieto durante varios segundos, sintiéndose como el primer hombre en pisar la luna.
Casi de inmediato, escuchó a lo lejos un disparo.
Se habían encontrado con bastantes grupos de sobrevivientes en su viaje, por lo que no era una sorpresa que también hubiera algunos aquí. Mucha gente seguía viva por todo el mundo. Yohan y su grupo incluso habían tenido conflictos con algunos de ellos, muchos de los cuales terminaron con su eliminación.
Aquí, en esta nación isleña, esperaba que hubiera muchos más grupos así, y esperaba que también tendría que luchar contra ellos.
A medida que pasaba el tiempo, los supervivientes restantes parecían volverse cada vez más violentos y agresivos. Era raro encontrar un grupo que estuviera dispuesto a ser amistoso. En cambio, todos actuaban como señores de la guerra, compitiendo para ver quién era el más dominante.
Era posible que estuvieran en un nuevo lugar, pero las tácticas, estrategias y objetivos de Yohan se mantuvieron prácticamente iguales. Si un grupo mostraba interés en unir fuerzas, se lo permitiría. Pero si eran una amenaza, acabaría con ellos. Si su enemigo estaba vivo o no muerto, no le importaba. No permitiría que nada se interpusiera en su camino.
Según sus cálculos ya estaba de ocho meses. Hasta que llegara el momento, tenía que eliminar todas las amenazas para que la próxima generación pudiera nacer en paz. Después de todo, eso era lo que había prometido.
“¿Será este nuestro asentamiento final?” – preguntó Ha Jin.
“Me gusta.” – dijo Noah. – “Siempre quise vivir en una casa con vistas al mar.”
Yohan sonrió y comenzó a estirarse.
“Primero, ocupémonos de todos los zombis.”
“Entendido. La conquista de Nueva Zelanda comienza ahora.”