viernes, 4 de enero de 2019

G4L Capítulo 2

Arco 1 Capítulo 2
En el pueblo (I)
Traducido por Tars
Corregido por DaniR
Editado por AMarauder

“Esto es increíble, me pregunto cómo funciona.” – murmuró Kazura, que tenía un lado de su cara en la sala del tatami y la otra en el pasillo de piedra. Había extendido una lona sobre el tatami para poder llegar al pasaje de piedra sin quitarse los zapatos. Ante sus ojos se encontraba la extraña escena de un pasillo empedrado en su ojo izquierdo y el tatami en el derecho. Disfrutó de la nueva sensación por un tiempo, pero su cerebro acabó mareándose y haciéndole sentir nauseas, por lo que al final pasó al pasillo empedrado. ‘Me pregunto qué hay dentro. Sea lo que sea es muy brillante.’ – pensó mientras miraba hacia el final del pasillo. Podía ver perfectamente que había un giro a unos 30 metros de distancia gracias a una especie de musgo luminoso que crecía en las paredes empedradas. Todo estaba brillantemente iluminado. ‘Estoy bastante seguro de que este musgo luminoso es alguna especie en peligro de extinción, ¿debería contactar con el gobierno?’ – pensó mientras caminaba hacia el final del pasillo. “¿Hmm? ¿Qué es esto…? ¡Ah!” Cuando giró por el final del pasillo vio algo extraño. Mirándolo de cerca parecía ser un esqueleto humano con ropas japonesas, desgastadas y echas jirones. ‘Tienes que ser una broma… Estos huesos… Están blanqueados y la ropa está en muy mal estado, debe haber estado aquí durante mucho tiempo.’ – pensó mientras daba un paso atrás sin perder de vista el esqueleto. “Pensaba que por fin había encontrado un lugar tranquilo, pero al final tendré que llamar a la policía…” – refunfuñando en voz baja, sacó su teléfono móvil. – “¿Eh? ¿No tengo cobertura?” Al llegar a la casa estaba seguro de que el indicador de señal mostraba tres barras, pero aquí, por algún motivo, estaba fuera de cobertura. Lo único que podía pensar era que la piedra del pasillo estaba bloqueando la señal, por lo que siguió adelante, doblando la esquina, hasta salir fuera de la casa. Delante había un bosque. “¿Dónde está mi coche…? Más bien… ¿A dónde se ha ido la casa? Ahora que lo pienso, no había ningún árbol cerca, solo un bosque de bambú.” – murmuró mientras inclinaba la cabeza dudoso, después de buscar por unos momentos algo de señal y el lugar en el que había dejado el coche. Con el teléfono en la mano, Kazura miró a su alrededor, pero no vio nada más que la entrada al pasillo de piedra y el bosque de árboles. Pero desde el interior de la casa hasta donde se encontraba solo había andado 50 metros como mucho. Si lo pensaba racionalmente, no había forma de que el paisaje cambiara tanto. “Podría ser…” – murmuró con una cara seria y corrió a través del pasillo de piedra mientras hablaba con el esqueleto. – “Lo siento, solo voy a pasar.” Cuando regresó a la habitación con el suelo de tatami, volvió a revisar la señal de su móvil y vio que mostraba tres orgullosas barras. ‘Me lo imaginaba… Ahora estoy seguro de que esta puerta se conecta con algún lugar lejano. No es de extrañar que estuviera cerrado con candado.’ – pensó tras darle vueltas un rato. – ‘¡Es un fenómeno sobrenatural increíble!’ Estaba totalmente emocionado. Aprovechando que estaba otra vez en la casa, recogió su mochila, que había dejado en la entrada, y volvió a cruzar el umbral hacia los árboles, dando otro saludo al esqueleto. ‘Hay muchos fenómenos sobrenaturales en todo el mundo, escuché de uno en el que pasaron instantáneamente de un extremo a otro de América. Es posible que este sitio vaya a algún lugar fuera de Japón.’ – pensó con espíritu aventurero mientras ponía una marca en un árbol cercano a la entrada con una piedra para no perderse. Solo después de cinco minutos andando, el bosque dio paso a tierras de cultivo. Más allá de los campos, había algunos edificios de madera sencillos y lisos que formaban una aldea. Incluso había varios aldeanos trabajando en los campos. ‘¡Oooooh! El primer aldeano que veo… Tiene el pelo rubio, supongo que estoy en Europa o América.’ Las palabras ‘Inmigrante ilegal’ aparecieron instantáneamente en la mente de Kazura, pero se mostró optimista con la idea de hacerse pasar por un turista para no ser descubierto rápidamente. Cuando estaba a punto de tomar una foto con su cámara, el aldeano lo vio y miró a su alrededor mientras le decía algo a los aldeanos cercanos. “¡Haro! ¡Aimu tsaarisuto! ¡Aimu Japaniizu!” – gritó tomando la iniciativa de hablar primero, pensando que sería un problema si lo tomaban por una persona sospechosa. Con su mochila parecía un turista. Iba avanzando hacia ellos, agitando la mano y con una sonrisa, por el sendero que había entre los campos de cultivo, cuando se dio cuenta de que uno de los hombres, que era extremadamente delgado y tenía el pelo corto y rubio, le decía algo a los demás. “¿Eh? ¿Qué ha sido eso?” ¡Estaba hablando en perfecto japonés! ‘Maldita sea… Pensaba que estaba en un país extranjero, pero parece ser una aldea con gente de otro país. Algo así como el pueblo holandés de la provincia de Nagasaki o los pueblos de estadounidenses de Aomori’ – pensó abatido mientras dejaba caer su mano como si fuera una flor marchita. Aunque en el fondo, se encontraba aliviado de estar todavía en Japón. “He venido aquí para hacer turismo. ¿Me puedes decir dónde está la estación más cercana?” – dijo acercándose a uno de los aldeanos y comenzando a hablar con él para tratar de confirmar su ubicación. “Hmm, no entiendo lo que estás diciendo, pero… ¿Eres un mensajero del Señor Narson?” – respondió con una cara preocupaba, intercambiando miradas con el resto de aldeanos. Todos parecían nerviosos. “¿Eh?” – respondió Kazura. Ahora era su turno de estar desconcertado por la respuesta del hombre. No comprendía por qué el aldeano le había dicho ‘¿De qué estás hablando?’, cuando había preguntado por una estación. Además, ¿quién diablos era ese ‘Narson’ “Ah, estaba buscando una ‘Station’ para ‘ride’ un ‘train’…” – añadió, diciendo esta vez las palabras ‘estación’, ‘tomar’ y ‘tren’ en inglés. “Nuestras más sinceras disculpas… Realmente no entendemos de qué estás hablando.” “Hmm” – gimió cruzando los brazos, tras escuchar las palabras tensas del hombre. Había pensado que la palabra ‘Estación’ no estaba en su vocabulario, por lo que inmediatamente había cambiado de idioma para decir, con su patético inglés, las pocas palabras que sabía. Pero al final, parecía que su idea no había logrado nada en absoluto. De hecho, solo por cómo estaban hablando japonés con extrema fluidez, no había forma de que no conocieran la palabra ‘Estación’. ‘Por su reacción, es como si fuera la primera vez que escuchan esa palabra…’ En el momento que ese pensamiento cruzó su mente, Kazura se sorprendió y levantó la cabeza para observar con atención los alrededores. Todo lo que podía ver eran casas sencillas de madera de una sola planta, con algo parecido a la paja haciendo de tejado. Realmente no se podía decir que fueran casas decentes, ni siquiera como cumplido. Además, lo llevaban los aldeanos, eran ropas sencillas, cosidas de forma burda y de algún material que no conocía. Cuando su mirada se posó en los campos, pudo ver que las azadas tenían asas y cuchillas hechas de madera y no parecían fáciles de manejar. Y, por último, los aldeanos con los que estaba hablando, se veían muy delgados y mostraban claros signos de desnutrición. ‘¿Realmente estoy en Japón? Parece una aldea de otro mundo…’ No podía dejar de pensar en el candado desvaneciéndose ante sus ojos y la puerta que cambiaba el espacio con tan solo cruzarlo. Era muy posible que este lugar fuera un mundo completamente diferente. En ese momento, aunque estuviera actuando como parte de algún evento y alguien se estuviera riendo en su cara, decidió seguirles el juego y ‘actuar’ como ellos. “¡Ah! Lo siento. Me salió mi dialecto local. Soy Kazura, un comerciante errante y estaba buscando un lugar para pasar la noche.” – dijo abriendo sus brazos y poniendo la sonrisa de un hombre de negocios. Les acababa de soltar la primera cosa en la que pudo pensar. Estaba asumiendo que en este mundo… O por lo menos en esta área, tenían un nivel de cultura extremadamente bajo. Por ello, podría ser capaz de hacerse pasar por un comerciante simplemente usando lo que tenía en la mochila. “¿Un comerciante? Nunca habíamos tenido un comerciante en nuestro pueblo…” “Bueno, la verdad es que me he perdido y esta es la primera aldea que he encontrado. Así que nunca habéis tenido un comerciante. Es para mí un honor ser el primero.” – añadió mostrando una sonrisa amistosa. Con su respuesta, el hombre y el resto de aldeanos parecieron relajarse. Probablemente lo habían confundido con algún tipo de seguidor de un pez gordo como el tal ‘Narson’. “Como buena voluntad por nuestro primer encuentro, me gustaría regalaros algunos de mis productos. ¿Qué tal algo de sal o algunos medicamentos para aliviar el dolor?” “¿Sal? ¿Has dicho sal… ¿¡Medicinas!?” “Sí, sal y medicinas. Como señal de amistad, te daré algunas, aunque tampoco tengo demasiadas.” – respondió riéndose por dentro, tras ver al hombre tan sorprendido. Si su memoria no fallaba, en la antigüedad, solo con decir las palabras sal y medicinas, se entendería que eran cosas valiosas. Dejando de lado la sal, para los plebeyos, la medicina era algo que nunca podrían tener en sus manos. “¡Uff! Espera mientras aviso al jefe de la aldea… No, te llevaré hasta la residencia del jefe, por favor, sígueme.” “Claro.” – respondió Kazura con una sonrisa al hombre nervioso, mientras pensaba – ‘Maldición.’ Aunque, por otro lado, si pudiera causar una buena impresión al jefe de la aldea, podría usar este pueblo como base para explorar este mundo.
* * *
Después de caminar unos diez minutos, siguiendo al hombre hacia el pueblo, llegó hasta una casa de aspecto mucho más robusta que el del resto de viviendas. “Por favor, espera un momento.” – dijo el hombre mientras golpeaba con fuerza la puerta de madera. “Señorita Valetta, ¡soy Roselou! ¡Traigo un comerciante errante! ¡Dice que nos dará algo de sal y medicinas!” El hombre que había traído a Kazura hasta el pueblo esperó tranquilamente después de llamar a la puerta. Aunque solo tras diez segundos, la puerta se abrió y una joven delgada apareció ante ellos. “Ah, Señor Roselou… Me pareció escuchar algo sobre medicinas…” Era una niña que tenía bolsas profundas debajo de los ojos y sus extremidades eran delgadas como ramitas. No importaba a dónde la llevases, se podría decir sin vergüenza a equivocarse que era la imagen misma de la desnutrición y el exceso de trabajo. Además, era una cabeza más baja que Kazura, cuya altura era de 170 centímetros. Daba la impresión de ser débil y enfermiza. Su pelo rubio estaba atado en una cola de caballo y le llegaba hasta los hombros, pero, debido a la desnutrición, carecía de brillo y estaba totalmente seco. ‘Si tomara algún descanso y una nutrición adecuada, sería muy guapa.’ A pesar de estar delgada por la desnutrición, a juicio de Kazura, tenía las características físicas de una belleza. “¡Sí! ¡Con la medicina podríamos curar la enfermedad del jefe!” – dijo Roselou con entusiasmo ignorando los pensamientos de Kazura. “¿De verdad? ¿Podemos salvar la vida de mi padre? ¡Muchas gracias!” Al escuchar la palabra ‘medicina’, el rostro fatigado de la niña se iluminó y miró a Kazura con lágrimas en los ojos. “¿Eh? ¡Ah! Espera un minuto, ¿está tu padre afligido por alguna enfermedad?” Viendo cómo se estaba desarrollando la conversación, parecía que Kazura iba a ser el salvador del padre de la niña que tenía delante. Si era algo como un resfriado o dolor de estómago, tenía con qué tratarlo, pero si se trataba de alguna enfermedad más grave, como tuberculosis o cáncer, había poco que pudiera hacer. “Sí, lleva confinado en cama desde hace cinco días. Su fiebre no para de subir y quería darle algo de comer, pero no tenemos nada adecuado… Si tuviéramos dinero, habría llamado a un médico, pero las personas de nuestra condición no tenemos casi nada… Estaba a punto de rendirme.” Parecía que su padre tenía una enfermedad grave. Por algún motivo estaban pensando que la medicina que les iba a dar sería capaz de curar al jefe de la aldea, pero la realidad era que nunca les había dicho qué tipo de medicina era. ‘He dicho la palabra medicina, pero solo tengo algunos antiácidos y analgésicos que me ha recetado el médico. Ah, también tengo bebidas energéticas.’ – pensó mientras recordaba las cosas que había en la mochila. No podía evitar sentirse sombrío. En el peor de los casos, si la enfermedad del jefe resultaba ser algo incurable, la medicina que tenía no podría hacer nada y, al no ser un profesional capacitado, creía que no sería capaz de dar un diagnóstico apropiado. Había pensado que podría haber algunos aldeanos con piernas doloridas por trabajar durante demasiado tiempo en los campos y como tenía algunos analgésicos, estarían agradecidos por aliviarles el dolor. Era demasiado ingenuo. “No sé si los medicamentos que tengo serán efectivos, pero de todos modos… ¿Puedo ver primero la condición del jefe?” “¡Por favor!” ‘Por favor, que sea un dolor de espalda o algo relacionado con la malnutrición.’ – pensó tras ver como Valetta se inclinaba ante él vigorosamente. Resignándose, entró en la casa siguiendo a Valetta. “¡Padre! Este hombre tiene algunas medicinas, ¡todo va a ir bien!” “¡Jefe! ¡Se va a poner bien!” “U… Me… Medi… ¿Medicina?” ‘¡Aaaah!’ – pensó Kazura tras entrar y ver cómo se veía el padre de Valetta. Creía que más bien debía traer algunos regalos de condolencia. “¿Cómo está? ¿Puedes curar a mí padre?” – dijo mientras sostenía la mano de su padre y lo miraba con ojos llorosos. ‘¿Hay alguna funeraria cerca?’ – pensó mientras se sentaba al lado del enfermo y comprobaba su situación. “¡Uaaa! Tiene una fiebre muy alta. Sus ojos están hundidos y desenfocados… Y no para de tiritar… ¡Bien! ¡Vamos a curarlo!” – dijo tras ver cómo las lágrimas salían por los ojos de Valetta. A la vista de sus ojos inexpertos estaba en una condición terrible y, aunque había estado a punto de expresar sus verdaderos sentimientos, había cambiado sus palabras tras ver cómo se encontraba la niña. ‘Aaaah, mierda…’ – pensó justo tras decir sus palabras. “¿¡De verdad!? Soy tan feliz…” “Bueno, en lugar de sanarse, más bien diría que pronto será liberado de su sufrimiento…” Valetta, con los ojos llorosos, no paraba de agarrar las manos de Kazura mientras le daba las gracias una y otra vez. Cuando estaba comenzando a sentir cómo un sudor frío le caía por la frente, el golpe definitivo le llegó de Roselou. “¡Estupendo! ¡Voy a informar al resto de aldeanos!” – dijo mientras salía volando de la casa ignorando los débiles intentos de Kazura por detenerlo.