Arco 2 Capítulo 15
Mi viaje hacia Isteria
Traducido por Kasahara
Corregido por DaniR
Editado por Tars
Corregido por DaniR
Editado por Tars
Se decidió que el nuevo molino sería construido dos días más tarde. Kazura y Valetta estaban sentados, el uno al lado del otro, cerca del lugar donde habían instalado la primera rueda hidráulica. Con un portaminas en su mano, los dos permanecían mirando hacia la gran libreta que tenían delante.
Los aldeanos todavía no habían terminado de esparcir el fertilizante, pero Varin, junto a otros hombres, sugirieron previamente a Valetta que debería comenzar con los preparativos para construir el nuevo molino.
El cuaderno de Kazura se encontraba lleno de marcas de goma de borrar de haber estado dibujando y corrigiendo varias veces la ilustración del molino. Su dibujo era algo diferente a la estructura real que tenía ante sus ojos. Había un croquis del molino, como si se viese desde arriba, otro desde la vista lateral y algunos números indicando las proporciones. Incluso parecía una especie de plano. En adición a eso, también hizo algunos dibujos semitransparentes desde la vista oblicua, sin medidas escritas en los laterales, así sería más fácil imaginar la forma ilustrada. Su padre tenía un taller de metal y alguna vez Kazura le había ayudado en algunos trabajos. Gracias a esa experiencia, de alguna forma pudo dibujar esos planos con facilidad. Había terminado hacía un momento, y procedió a examinar las ilustraciones de nuevo.
En la libreta de Valetta había una lista de Hiragana que había escrito ella misma. Justo al lado de esas sílabas, se encontraban las correspondientes letras de esa palabra. Valetta comprobaba su cuaderno a la vez que observaba el libro ‘Cómo iniciar una cafetería popular’. Aprendería lengua japonesa descifrando las frases de aquel libro. Cada vez que encontraba una palabra nueva, le preguntaba a su maestro. Aunque Kazura había traído libros de nivel de escuela elemental de matemáticas y naturaleza, ella decidió estudiar primero la lengua. Quizá porque estaba interesada en las hermosas fotografías que aquel libro contenía.
Aunque solo lo hizo en algunas páginas, Kazura escribió de forma fonética cómo sonaban las palabras al lado de los Kanji y los Katakana. Si los comprobaba con el libro le sería más fácil poder leerlo entero.
“Señor Kazura, ¿a qué sabe esta bebida llamada ‘Té de hierbas’?”
El hombre, que había terminado de revisar el plano, escuchó a la pregunta de Valetta sobre la página que tenía escrito ‘Acerca del té de hierbas’. En esa página había una fotografía de una infusión de color rojo intenso.
“Esa cosa en la imagen se ha hecho con una flor llamada hibisco. Tiene un sabor agrio y fuerte. Hay una gran variedad de hierbas, cada una tiene un sabor y un olor distintos... Es complicado describirlo con palabras. La próxima vez traeré de mi país. ¿Te apetece que lo bebamos juntos?”
“¿Eh? ¿En serio? ¡Muchísimas gracias!” – contestó Valetta con una sonrisa de oreja a oreja, encantada después de escuchar la oferta de su maestro.
No había pasado medio mes desde que Kazura llegara a ese mundo por primera vez. Los aldeanos, y particularmente Valetta, le habían abierto sus corazones en gran medida. La primera vez que se habían encontrado había sido muy tímida, pero poco a poco esa timidez fue desapareciendo. Y hacía unos días que Varin le había comentado a Kazura que su hija iba a cumplir sus dieciséis aquel año.
“Oh, sí, necesitaremos utilizar algunos clavos para construir el molino. ¿Pero hay aquí en el pueblo?”
“Creo que mi padre podría tener algunos, pero no sé cuántos. ¿Qué cantidad necesitas?” – contestó Valetta.
“Déjame pensar... Unos cien por lo menos.”
Aunque cabía la posibilidad de construirlo sin ellos, sería más sencillo utilizar clavos para fijar las piezas firmemente. Era más fácil traerlos de Japón, pero los clavos que se vendían en su país estaban hechos de hierro forjado. Aunque estos no serían visibles después de utilizarlos, si pasara algo, sería mejor usar los de bronce de ese mundo.
“No creo que pueda tener cien... Podemos ir a comprarlos a la ciudad, así que iré ahora mismo a avisar a los aldeanos para que hagan los preparativos y viajar hacia allí.”
“¿Hay una ciudad cerca de aquí?” – preguntó Kazura, que reaccionó de forma especialmente sensible al escuchar esa palabra. Desde que había llegado a la aldea de Grisea no había visto ningún otro asentamiento humano, así que le encantaría conocer la aldea más cercana.
“Sí, a dos días de viaje se encuentra la ciudad de Isteria. Su gobernador es el señor Narson. Como tienen un montón de tiendas, podríamos comprar los clavos ahí.”
“Ya veo... ¿Podría considerarse como una ciudad grande?” – se interesó Kazura.
“Sí, la verdad es que lo es. Es la ciudad más grande bajo el dominio del señor Narson. Tiene un montón de grandes edificios. No se podría ni comparar con esta aldea.”
Valetta estimuló aún más la curiosidad de Kazura con esa explicación. Originalmente, él quería conocer varios lugares de ese mundo, así que después de oír todo eso, se moría de ganas de ver ese lugar.
“Yo también quiero ir a Isteria... ¿Te parece buena idea?”
“¿Eh?”
Al ver que Valetta se quedaba perpleja, Kazura se apresuró a explicarse.
“Claro que no iré vistiendo estas ropas. Aunque me duela decirlo, necesitaré pedirle ropa a alguien...”
“Ah, sí... Entonces, se las pediré a mi padre.” – respondió Valetta, turbada por la intención de Kazura de unirse al grupo que viajaría hacia la ciudad y no iba a poder cumplir sus deseos de forma inmediata.
Además, la ropa que llevaba ese día estaba bastante fuera de lo normal. Pero si se vestía con algo como los demás aldeanos, a lo mejor no habría ningún problema.
“Lo siento, disculpa mi egoísmo.”
Al ver a Kazura pidiéndole eso mientras se inclinaba con un gesto dulce, Valetta pensó que debía consultárselo a su padre inmediatamente.
* * *
“¿El señor Kazura también irá a Isteria?”
“Sí. Cuando se cambie la ropa podrá acompañarnos...”
Ese día, después de comer, Valetta comentó a su padre la conversación que había tenido en el río. De mientras, Kazura se encontraba recluido en la residencia para elaborar los planos de las piezas del molino.
“Bueno, si se cambia de ropa nadie sospechará de él en la ciudad, así que no me parece mal. ¿Verdad? Si su comportamiento llama mucho la atención estando ahí, deberás ser muy cuidadosa y pararle los pies.”
“Oh... Pero... ¿Realmente es buena idea?”
Varin sonrió con ironía a su hija, quien bajó la cabeza, ansiosa.
“¿Por qué te preocupas tanto? ¿A caso no es Kazura el señor Greisior? Es imposible que haga algo sin tener tacto. Además, si va a acompañarte, no tienes que preocuparte de ser atacada por bestias durante el camino. Así que... ¿No deberías estar agradecida?”
“Uh... Tienes razón...”
Escuchando las palabras de su padre, Valetta respondió mientras levantaba su rostro de nuevo.
“Entonces avisaré a los demás aldeanos que viajarán a la ciudad. Después de eso iremos a cazar algunos gusanos de Arcadia.”
“Sí. Entonces iré a preparar la leña.”
Y justo así, sin que Kazura supiese nada, el tema quedó zanjado sin problemas y concluyó la decisión de preparar el viaje hacia Isteria.
* * *
“Oh, Isteria, ¿eh? La verdad es que ha pasado mucho tiempo.”
Frente a Valetta, que había salido de su residencia, se reunieron los aldeanos de cada casa que podían participar en el viaje. Como tardarían dos días en llegar, sería mejor actuar como un grupo para estar seguros durante todo el camino. Además, si compartían la carga del equipaje sería posible llevar más cosas para vender en la ciudad.
“Sí. Dicho esto, Lodurr y los demás, ¿estáis listos para ir a Isteria? Kazura nos va a acompañar.
Lodurr dejó escapar un “¡oh!” tras escuchar eso.
“Como Kazura se ha ofrecido amablemente a viajar con nosotros, tenemos que estar a salvo.”
“Lo entiendo, ya que todavía queda mucha leña en la aldea, también viajaré con vosotros.”
“Me alegra oír eso. Entonces partiremos en dos días, por la mañana. Gracias por cooperar.”
Valetta y varios aldeanos llegaron a un acuerdo, y junto con ellos, se dirigió hacia el bosque a cazar gusanos de Arcadia para venderlos en la ciudad.
* * *
Al mismo tiempo, Kazura observó desde la ventana que el paisaje más allá de la cerca comenzaba a teñirse del color del atardecer. Había terminado ya de dibujar el plano de los componentes y se estiró un poco. Dentro de esa gran libreta había dibujos de piezas. Eran ilustraciones toscas y superficiales, pero la forma de los componentes también era simple, así que los dibujos carecían de descripciones con el tamaño y las dimensiones. Tampoco hacía falta una medida exacta de los componentes, por lo tanto, el margen del tamaño de las piezas tampoco lo anotó. Mientras Kazura analizaba los dibujos, alguien llamó a la puerta.
“Puedes pasar.”
Quien llamaba era Valetta. Después de oír la respuesta de Kazura, entró a la habitación con ropa en las manos.
“Señor Kazura, vamos a partir hacia Isteria en dos días desde hoy, bien temprano por la mañana. Estas son las ropas de mi padre. Espero que te sirvan.”
“¿En serio? ¡Muchísimas gracias!”
Kazura cogió la ropa lleno de alegría, como un niño. De todos modos, ese era su primer viaje después de llegar a ese mundo y su primera visita a una gran ciudad. El otro día apenas había podido fijarse en la apariencia de Isaac, pero en la ciudad podría ver a un montón de gente haciendo sus vidas. Tal vez podría ver una guarnición equipada con armas, como una espada o una lanza. Además también le habían dicho que había grandes edificios. Kazura estaba muy emocionado.
“Entonces, mientras te ausentes en este viaje, los aldeanos que se queden aquí comenzarán a construir la rueda hidráulica. Para ello será necesario que reciban instrucciones sobre cómo construirla.”
“Ah, es verdad. Lo entiendo. Mañana hablaré con ellos sobre esto.”
“Muchísimas gracias. Cenaremos pronto, ¿vamos al salón?”
Después de eso, en la cena, Kazura comenzó a preguntar cosas sobre Isteria, muy emocionado. Varin y Valetta estaban algo sorprendidos, cuestionándose si realmente le hacía tanta ilusión. Después respondieron a las preguntas del hombre de una en una con educación.