jueves, 30 de abril de 2020

Survival Capítulo 78

2ª parte: La ley de la jungla
Capítulo 78
Unión de Supervivientes de Seúl – Primera Ronda VIII
Traducido por Tars
Corregido por Lord
Editado por Tars

Yohan, Barrendero y Hyuk se movieron de inmediato. Querían evitar meterse en el camino de los mercenarios, quienes estaban a cargo de mantener a los zombis alejados de la próxima batalla feroz. Yohan probó con cuidado la puerta principal y una ventana cercana, pero todas estaban cerradas. Justo antes de indicar a Barrendero y Hyuk que la rompieran, el cabo Ong habló por la radio. - Jefe, hay una escalera de acero en el lado izquierdo. Yohan miró a Chul Goo, quien asintió e hizo una señal de que lo entendía. Se dividieron en dos grupos y subieron a la azotea. “Cuando comience la pelea, que el resto entre.” Poco después, se escucharon disparos y Yohan rompió la ventana que estaba frente a él. Podía oír cómo se rompían el resto de ventanas, al mismo tiempo que los mercenarios entraban en la refriega. Los disparos provenían de todas las direcciones, pero Yohan fue apoyado por ambos lados. Derribó a un miembro de la Unión de Supervivientes de Seúl que intentaba bajar por las escaleras de forma desesperada, haciendo que su objetivo se agitara mientras caía y rodaba escaleras abajo. - Un grupo de zombis ha entrado por nuestro punto ciego. Tened cuidado. La voz de Ha Jin llegó a través de la radio. Mientras Yohan se preparaba para responder, uno de los mercenarios arrojó una daga hacia su espalda y golpeó a un zombi antes de que pudiera trepar por la ventana. La batalla terminó rápidamente. Los zombis cercanos escucharon los disparos y se acercaron al edificio, pero habían estacionado a propósito gente en el exterior para evitar que los no muertos se unieran a la fiesta. Una vez que los zombis rompieron el bloqueo, las personas del exterior avisaron por radio para alertar a los combatientes que estaban en el interior. Si los zombis se unían mientras estaban ocupados luchando, sería peligroso. Afortunadamente, la pelea terminó con rapidez. Los mercenarios eran mejores de lo que Yohan esperaba. A pesar de que tenían más personas y el elemento sorpresa, el hecho de que no hubo víctimas era alentador. Casi sintió que eran mejores que la Unión de Supervivientes de Seúl. Yohan miró lentamente alrededor del suelo e hizo un recuento rápido. ‘Ocho. Falta uno.’ Ninguno se parecía a la descripción del segundo líder del equipo de reconocimiento que le dio Kim Seol Hwa. “Hay una persona desaparecida. No veo su cuerpo.” - Estoy revisando el taller de reparaciones que está en un lateral en este momento. Los combatientes salieron lentamente del edificio. Yohan estaba preocupado de que la única persona que todavía estaba viva fuera el líder. Cuando salieron, estaba a punto de decirles a los mercenarios que revisaban el taller de reparaciones de que tuvieran cuidado. Sin embargo, cuando abrieron de forma ruidosa la puerta del garaje, había un hombre esperándolos detrás de la contraventana. “¡Esquívalo! ¡Retrocede!” – gritó Yohan de forma apresurada. Empujó a Barrendero y Hyuk detrás de un vehículo y también se deslizó a un lugar seguro. El sonido de pistolas o rifles ni siquiera podía comenzar a compararse con el rugido que estalló desde el garaje. El hombre del taller de reparaciones sostenía una ametralladora M60 montada. Los destellos rojos surgieron de la boca del arma y los mercenarios comenzaron a caer a pesar de usar armadura corporal. ‘Balas perforantes…’ Todo sucedió en un instante. Nueve personas murieron en un instante, sus chalecos antibalas fueron tan útiles como los escudos de madera contrachapada. Chul Goo chilló, dándose cuenta de lo que estaba sucediendo, pero era demasiado tarde. “Jefe, ese bastardo les está disparando a propósito en el cuerpo.” – dijo Barrendero. “Estoy seguro de que llevan chalecos antibalas…” – agregó Hyuk. Apenas habían sido capaces de agacharse detrás de un sedán de tamaño mediano. “Tened cuidado con la infección atmosférica. Esas balas son balas perforantes de 7.62 mm. Los chalecos son inútiles.” – respondió Yohan. Su voz era firme, pero le dolía el corazón por los caídos. Perder a nueve personas ante uno era doloroso, pero el hecho de que no lograron reprimir a todos los enemigos después de su ataque inicial le dolió aún más. El bastardo podría estar llamando por radio a la base en este momento. Probablemente ocupó el otro edificio solo porque era el líder. - ¡Los disparos están atrayendo a más zombis y se están acercando! ¡No podemos manejar esto! La voz en pánico del cabo Ong llegó a través de la radio. La ametralladora se estaba convirtiendo en una molestia en más de una forma. Era más ruidosa y estaba atrayendo a los zombis que estaban más lejos. Ahora se estaban acercando los zombis que estaban escondidos detrás de la gasolinera. Los que estaban acostados se estaban poniendo de pie. Una horda de zombis avanzó como un maremoto, parecía una oleada zombi. Los muertos vivientes estaban en varias etapas de descomposición. Algunos tenían órganos expuestos mientras que otros arrastraban extremidades que apenas estaban unidas a sus cuerpos. Algunos se arrastraron por el suelo y su piel parecía que se había derretido. Cuando se reunieron, produjeron un abrumador olor nauseabundo a podrido. Los ojos de Hyuk temblaron violentamente. Incluso Barrendero, a quien generalmente no le molestaba nada, frunció el ceño. Y, aun así, se podía escuchar a la ametralladora disparando sin parar. Los zombis que se movieron hacia el garaje cayeron cuando su carne fue destrozada. El bastardo solo disparaba a los zombis que se acercaban a él. Definitivamente tenía un plan. Estaba esperando que los zombis los sacaran de sus escondites. Una vez que apareciera su verdadera presa, les dispararía a todos. “¡Aaaaah! Sa... Sálvame…” Justo cuando Yohan descubrió el plan del bastardo, escuchó a alguien gritar a la entrada de la oficina del taller de reparaciones. Uno de los soldados estaba tratando de entrar al edificio para evitar a los zombis, pero fue alcanzado por la ametralladora. Ahora venían zombis desde todas las direcciones. Desafortunadamente, Yohan, Barrendero y Hyuk no tenían ningún lugar para escapar desde su escondite detrás del sedán mediano. El taller de reparaciones era lo único que tenían cerca, pero la distancia que había desde el automóvil hasta el edificio era demasiado larga. Estarían expuestos y definitivamente serían derribados por la ametralladora. No podrían dar más de unos pocos pasos. Por supuesto, evitar la ametralladora no era la única opción. Yohan se llevó la radio a la boca con una expresión seria en su rostro. “Cabo Ong.” - Jefe, ¿estás bien? “Realmente no. Los tres estamos atrapados aquí. Solo podemos confiar en ti. ¿Ves al tipo que está dentro del garaje con la ametralladora?” - No, no puedo ver el interior del garaje… “Muévete a donde puedas verlo y mátalo. Te lo dejaré a ti.” - Pero los zombis… “¡Yohan!” Barrendero interrumpió la conversación cuando los zombis aparecieron justo en frente de ellos. Yohan se levantó lentamente y los otros dos hicieron lo mismo. Como el automóvil no ocultaba sus cuerpos por completo, tuvieron que encorvarse un poco. Adoptaron una formación semicircular y se prepararon para luchar contra los zombis. Un zombi se acercó con un ronco gruñido. Todo su cuerpo se había podrido por el calor. Era maravilloso que todavía pudiera moverse con su condición. Todo su abdomen estaba abierto y la mitad de sus intestinos le estaban colgando. Sin duda otro zombi lo había atacado cuando todavía era un ser humano vivo. Sus ojos parecían haberse derretido por el calor del verano y había gusanos blancos retorciéndose en sus cuencas. De hecho, la mayoría de los zombis estaban en condiciones similares. Como nadie la había limpiado, toda la ciudad estaba repleta de cadáveres podridos. El trío se quedó cerca del sedán mediano y se defendió, apuñalando a los zombis en la cabeza y pateándolos. No había pasado mucho tiempo desde que salió el sol, pero la carrocería del coche ya se estaba calentando. “Dios, estamos en problemas.” – dijo Barrendero. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que se quejó de una situación. “Aguanta. Gracias al bastardo y su ametralladora, la mayoría de los zombis se dirigen hacia allí. Probablemente no tenga un suministro ilimitado de munición. Una vez que la ametralladora se detenga, atacaremos el garaje.” Resistir… Era más fácil decirlo que hacerlo, pero Barrendero y Hyuk no dijeron nada. Si usaban sus armas cuerpo a cuerpo, podrían evitar atraer a más zombis hacia ellos y tener sus armas preparadas para cuando necesitasen abrirse camino a través de la horda para atacar el garaje. Su oportunidad llegaría si el cabo Ong disparaba al artillero o si el bastardo se quedaba sin munición. Sin embargo, cuando Hyuk empujó hacia atrás a dos de los zombis de su izquierda, otro zombi que se arrastraba por el suelo intentó morderlo. El aliento de Yohan quedó atrapado en su boca cuando levantó un pie para pisotear al zombi, pero Barrendero lo golpeó, aplastándole la barbilla con su hacha de mano. No importa cuán experimentados fueran en matar no muertos, no podrían aguantar mucho tiempo haciendo eso. Los tres estaban en peligro de ser superados por la horda. ‘Aguanta. Debo aguantar.’ – se repitió Yohan, intentando convertir su voluntad en realidad.
* * *
“¡Aah, aaaaah!” El cabo Ong se agarró la cabeza. Había recibido órdenes de matar al artillero y luego perdió el contacto con Yohan. Desde su posición, pudo ver que los tres estaban luchando de forma desesperada detrás del vehículo. No estaba seguro de cuánto tiempo podrían resistir. Tenía que deshacerse del enemigo que los mantenía atrapados. Era el único que podía hacerlo. “Una locura…” Era más fácil decirlo que hacerlo. En este momento, toda el área era un campo de zombis. Solo tenía su rifle de francotirador y un cuchillo. No había forma de que pudiera romper la horda. ‘No hay forma…’ – pensó. – “¡Maldición!” – gritó. – ‘No tengo otra opción…’ El cabo Ong cerró los ojos por un momento y luego se levantó. Sacó el trípode de su arma y apretó la correa del arnés. Su bebé, el K-14, ahora estaba en su espalda, donde obstaculizaba sus movimientos. Era casi como un zombi tirando de él hacia atrás, diciéndole que muriera. Desafortunadamente, no había un lugar decente desde donde pudiera disparar al garaje. Prefería un lugar elevado que fuera seguro y estuviera aislado. Al mismo lado del garaje había una gasolinera y un depósito de chatarra, que eran lugares decentes. Sin embargo, en el lado opuesto de la carretera, en frente al garaje, la zona estaba desprovista de estructuras. La tienda de jardinería en la que se encontraba era el edificio más cercano. Disparar desde el suelo en medio de un lugar abierto era similar al suicidio. Mientras el cabo Ong agonizaba por la situación, se dio cuenta de que había un invernadero. ‘Tal vez ahí. Si pudiera ganar algo de tiempo, puedo subirme. Pero entonces, ¿qué?’ Incluso si lograra subir al invernadero, ¿después podría evitar a los zombis? Pero el cabo Ong decidió preocuparse por eso más tarde. La prioridad era salvar a los tres hombres que estaban detrás del coche. Simplemente no podía sentarse aquí y verlos morir. El cabo Ong bajó rápidamente las escaleras, pero se detuvo abruptamente frente a la puerta de cristal. Había una horda de zombis pasando por delante. Los pies del cabo Ong se sintieron repentinamente como plomo y todo su cuerpo tembló. Los globos oculares de los no muertos infestados de gusanos parecían ser lo suficientemente buenos como para darse cuenta de su presencia a través del cristal y se volvieron violentos, empujándose mutuamente hacia la puerta y las ventanas. Chasquearon los dientes y el cabo Ong casi podía sentirlos masticando su cuerpo. “Ack…” En el momento en que abriera la puerta, moriría. Su cuerpo se sentía rígido y se negó a moverse. ‘No puedo hacerlo. Simplemente, no puedo hacerlo.’ Ahora se dio cuenta de lo valioso y preciado que era recibir protección del equipo de reconocimiento. Le habían brindado el mejor ambiente para florecer y le habían elogiado cuando lo hizo. De repente, los zombis que presionaban contra el cristal comenzaron a caer cuando una espada les atravesó la cabeza. La sangre salpicó la ventana y el cabo Ong pudo ver a Ha Jin parado allí, cubierto de sangre roja brillante. “¡Jefe!” El cabo Ong abrió rápidamente la puerta. “Escuché tu conversación por la radio. Démonos prisa.” “Cuándo llegaste aquí…” “No tenemos tiempo para hablar. Démonos prisa. ¿A dónde vamos?” “Frente al garaje, hay una colina a unos 500 metros de distancia. Es el único lugar.” “Solo dime a dónde ir. Agárrate fuerte a tu arma y quédate cerca de mí. ¡Ja!” ‘¿Cómo se abrió paso entre la horda para llegar hasta aquí?’ No tenían suficientes personas para cubrir toda el área, por lo que le asignaron a cada persona una ubicación clave. Por supuesto, de todos, Ha Jin definitivamente era alguien que podía romper la horda y rescatar al cabo Ong.