Capítulo 80
Mientras tanto (III)
Traducido por Laga
Corregido por DaniR
Editado por Helios
Corregido por DaniR
Editado por Helios
Punto de vista de Cynthia Goodsky:
Al llegar a un claro en el bosque, oigo el leve murmullo de alguien recitando un encantamiento con mi audición mejorada. Me están lanzando una [Cuchilla de Viento]. Docenas de hojas de aire comprimido prácticamente transparentes zumban hacia mí a una velocidad aterradora.
Como es de esperar, resulta natural que todos estos espías sean magos de atributo Viento. Me quedo quieta, esperando a que las chuchillas de viento me alcancen antes de liberar una barrera de sonido. Indemne, sigo caminando mientras termino mi segundo hechizo: [Campo de Pulso]
*FWOOM*
Los desafortunados pájaros y roedores de los alrededores caen muertos de los árboles en los que se escondían; junto con ellos, algunos de los espías desprevenidos también se llevan la peor parte y caen de sus propios escondites, agarrándose los oídos por la agonía. Tengo la ubicación de todos ellos.
Antes de tener la oportunidad de enviar otro hechizo, me veo obligada a esquivar una aguja que ha logrado evitar mis sentidos hasta el último segundo. Echando un vistazo rápido hacia abajo, me doy cuenta de que el proyectil estaba cubierto de veneno.
“Avier, encárgate de los que están a mi derecha.” – digo con voz monótona.
‘Sí.’ – confirma mi vínculo a través de la transmisión mental.
Avier desciende del cielo iluminado por la luna, y en poco tiempo puedo escuchar los breves gimoteos y aullidos provenientes de los espías que se han convertido en presas. Lástima que nunca se escuchen sus gritos.
Por mi parte, tengo que controlarme para mantener al menos a algunos de ellos con vida y en condiciones de poder sacarle algo de información. Al final, solo uno ha logrado sobrevivir el tiempo suficiente para ser interrogado...
“¡GAAAAAAAAHHH!” – comienza a lamentarse uno de los espías que está en mi poder.
Resulta bastante simple torturarlo después de destruir su núcleo de maná. Sin magia que lo proteja, su cuerpo es simplemente demasiado frágil. Procedo a aplastar sus huesos desde el interior después de darle la oportunidad de responder a mis preguntas. Pero continúa inquebrantable.
“¡Heh! ¿Crees que le diré algo a un TRAIDOR? Has cometido un gran error. Poco a poco están recuperando su… Antigua fuerza. Solo por las preguntas que haces, has asumido que a este continente le quedan décadas, ¿eh? ¡No! A la gente de este continente… Les quedan menos de diez años antes de que comience la guerra comience.”
Sonríe con satisfacción, escupiendo la sangre coagulada del interior de su boca hacia mi rostro.
Mis mejillas no pueden evitar acalambrarse ante la confirmación de mis miedos. Reprimiendo mi frustración, coloco mi mano sobre la cabeza del espía herido. Con la voz ahogada por la sangre que se acumulaba en su boca, grazna:
“¡Larga vida a…!”
*Vrrm*
La materia líquida de su cerebro comienza a filtrarse por sus oídos y la sangre gotea por el resto de sus orificios cuando el pulso de sonido que infrinjo en el interior de su cráneo aplasta sus sesos. Dejando caer el cuerpo sin vida al suelo, dejo escapar un suspiro. Dándome la vuelta, me apresuro a mi próximo destino, con cuidado de evitar los cadáveres esparcidos por el suelo.
“¿Te importaría limpiar el desorden, Avier?” – digo con tono de disculpa.
‘La carne humana es demasiado fibrosa para mi gusto, pero supongo que por ahora tendrá que ser así.’
Cuando mi vínculo dice esto, su cuerpo de búho comienza a brillar antes de transformarse en su forma de wyvern. Con solo la luz de la luna iluminando el bosque, los sonidos de los huesos al crujir resuenan con fuerza. Avier se está agasajando con otro grupo de espías llegados de mi tierra natal.
Dejo escapar una bocanada de aire, decepcionada por la noche infructuosa, mientras me limpio la sangre del rostro y me cambio el atuendo exterior. Mis años en este continente me han vuelto demasiado blanda. La apatía que una vez construí hacia la muerte y la tortura se ha ido, reemplazándola por otra cosa. Ahora siento un sabor amargo en la boca tras matar a unos pocos soldados a los que les han lavado el cerebro. Pero, aun así… Ha resultado demasiado sencillo… ¿Han sido una mera diversión?
Avier, que rara vez me deja montar en su espalda, me lleva a nuestro próximo destino. Solo espero que mis sospechas no sean correctas.
* * *
Punto de vista de Arthur Leywin:
La noche anterior…
“¿En serio que tienes que irte de nuevo? Acabas de volver.”
Madre exhala un suspiro mientras me mira desde el otro lado de la mesa del comedor.
"Hermano, ¿te vas otra vez? ¿Vas a casi morir de nuevo?” – pregunta mi hermana con un rostro serio, haciendo que su última pregunta duela aún más.
Me doy cuenta de que está haciendo pucheros por la forma en que su mejilla izquierda se hincha un poco más de lo habitual a pesar de que trata de mantener una cara de póquer.
“¡Eleanor! No le digas esas cosas a tu hermano.” – reprende Madre mientras pellizca la mejilla de mi hermana.
“Arthur, ahora te considero un adulto. Sé que tomas tus decisiones teniendo en cuenta a tu familia. Como tu padre, apoyo tu decisión de marcharte… Ya que es por el bien de tu amor.” – afirma Padre mientras me levanta el pulgar y las comisuras de sus labios se curvan hacia arriba.
“¡Oh, Dios! Padre, por favor, detente.” – gimoteo ante el malentendido de ser tomado como una especie de preadolescente inducido por hormonas, el cual acaba de ser sorprendido con su novia.
“¡Je, je!”
Una risita escapa de los labios de mi madre. A pesar de sus esfuerzos por intentar cubrirse la boca rápidamente y volver a ponerse seria, ya es demasiado tarde. Puedo sentir cómo me arde la cara, así que miro hacia abajo, negando con la cabeza, sin saber qué es peor: que mis padres se preocupen por mí, o que se burlen de mí de esta manera.
Mientras tanto, Elijah está sentado tranquilamente a mi lado, con los ojos muy abiertos, mordiéndose los labios para asegurarse de no reírse también; su expresión parece decir: ‘No estoy haciendo nada malo. ¡No!’, lo que me hace suspirar aún más fuerte.
“¡Kyu~!”
‘¡Papá estará bien! ¡Esta vez voy a protegerlo!’
Sylvie salta de arriba abajo sobre la mesa.
“Solo me llevará un par de días, y estaré con el Abuelo Virion; además, la semana que viene es la Constelación Aurora, así que estaré de vuelta en casa durante un tiempo. Como os he dicho al principio, este asunto es serio.”
Intento convencer a mis padres, que ya están perdidos en su propia imaginación.
“Bueno, no podemos seguir mimándote por siempre; estás creciendo, supongo, en más de un sentido. Solo recuerda que es mejor tomar las cosas con calma, Art. Aunque estoy seguro de que al menos lo harás mejor que tu padre.” – reflexiona Madre mientras mira impotente a Padre, que ha sido pillado desprevenido tras este ataque sorpresa.
Mi padre, que ha estado haciendo todo lo posible tanto en su deber como Guardia Instructor, como en su entrenamiento, parece haber sido apuñalado cuando los comentarios burlones atraviesan su cuerpo. No puedo evitar sonreír con ironía antes de mirar a Elijah.
“No te preocupes, les haré saber a todos que todavía estás vivo y que regresarás pronto.” – responde Elijah mientras pone su mano en mi hombro y me enseña el pulgar hacia arriba con gesto de duda.
“Volveré pronto.” – reitero mientras dejo escapar un suspiro de duda.
Me pongo en pie, dándoles a cada uno de ellos un abrazo final, algo que se ha convertido en una especie de costumbre en nuestra familia. Sylvie, que está atrapada en las manos de mi hermana, lucha por liberarse. Echando un vistazo rápido a mi madre y a mi hermana, me aseguro de que todavía lleven el colgante fénix-wyrm, por si acaso. Al ver la cadena de oro blanco parpadear alrededor de sus cuellos, les doy un último adiós a todos y entro en el carruaje que me espera afuera, con Sylvie correteando detrás de mí.
Ya dentro de un carruaje con buena amortiguación y tirado por un gran caballo, comienzo a juguetear con el orbe moteado de oro, tratando de adivinar qué es exactamente. Sin embargo, cada vez que intento imbuir maná en el orbe, no hay ningún tipo de respuesta o reacción, casi como si fuera lo que parece ser… Una canica.
Chasqueando mi lengua con frustración, coloco el orbe dentro de mi anillo. El viaje hacia la puerta de teletransporte probablemente será la única oportunidad que tendré para dormir un poco, así que trato de aprovecharlo al máximo.
«Es necesario Rey Grey… Es de suma importancia traer estabilidad a nuestro país… Para demostrarle a la gente de nuestro país, TÚ país, que eres su Rey y que luchas por nosotros, es necesario matarla… Mátala, Rey Grey, para que el mundo sepa que no deben jugar con tu país… Mátala…»
*¡Aaafff!*
Me levanto del asiento del carruaje. El sonido de mi corazón latiendo martillea todo mi cuerpo, y siento el aire frío que se filtra dentro del carruaje contra mi frente llena de sudor. Me lleva un poco darme cuenta de que he estado soñando. Hundiéndome de nuevo en el asiento, me limpio el sudor frío que hay sobre mis cejas, mientras Sylvie, que debe haberse caído de mí cuando me desperté, salta de nuevo a mi regazo con una mirada preocupada.
Mientras cierro los ojos con fuerza, esperando que eso me ayude a deshacerme del inquietante recuerdo que había olvidado por un tiempo, siento la áspera lengua de Sylvie en el dorso de mi mano.
“Está bien, Sylv. Estoy bien.” – digo mientras le acaricio los oídos.
¿Por qué ha tenido que surgir ese recuerdo ahora?
Incapaz de volver a quedarme dormido, hablo con Sylvie para pasar el tiempo. Comenzamos con unas pocas frases a cerca de la época en que se entrenaba sola, y termino mostrándole y explicando qué son los diversos objetos y paisajes por los que pasamos durante el resto del viaje en el carruaje.
A lo largo de los meses, el crecimiento mental de Sylvie ha aumentado rápidamente. Su conocimiento y madurez han superado hace mucho a un humano de su edad. A veces deseo tener más oportunidades de entrenar con mi vínculo. Habiendo visto a Curtis y su León Celestial en los duelos, me doy cuenta de que han pasado muchas horas entrenando juntos.
Cuando llegamos al destino, la luna todavía está en lo alto, iluminando cálidamente la ciudad flotante de Xyrus. El guardia estacionado frente a la puerta que conduce al Reino de Elenoir se apresura hacia nosotros con su mano izquierda agarrando el pomo de la espada que lleva atada a su cintura.
“Indique la razón de su viaje y muestre la prueba de verificación.” – exige el rudo guardia mientras su mano izquierda suelta la espada al ver que yo era solo un niño.
Por alguna razón, su voz me suena vagamente familiar, y no es porque su tono de voz sea de lo más común. Encogiéndome de hombros y empujando ese pensamiento molesto hacia el fondo de mi mente, me concentro en la situación en cuestión. Sin saber qué decir, recuerdo que todavía tengo la brújula plateada que Virion me dio cuando era niño. Lleva la insignia de la familia Eralith, por lo que tal vez podré usarla como prueba suficiente. Sin mediar palabra, meto la mano en el bolsillo, saco la brújula del anillo fuera de la vista del guardia y se la muestro.
“Hmm, le pregunté por la raz… Es-este es el… Por aquí, Señor. Me disculpo por haber sido tan irrespetuoso. No tenía idea de que tuviera vínculos tan estrechos con la Familia Real.”
La ruda expresión del guardia no se ve por ningún lado mientras se inclina y se apresura a regresar a la puerta, activándola. Cuando las runas alrededor de la entrada del portal brillan y comienzan a zumbar en un tono bajo, corre hacia nosotros con una mirada de disculpa en su rostro.
“Desafortunadamente, la puerta no puede llevarlo inmediatamente al interior del Reino, pero le dejará en una vecindad relativamente cercana a una de las entradas.” – revela el guardia con arrepentimiento, como si fuera su culpa.
“Mmm, eso está bien. Gracias.”
Asiento con la cabeza. Vaya… Parece que eso era más que una simple brújula.
El zumbido proveniente del portal se intensifica mientras las antiguas runas mágicas abren el portal. Giro la cabeza hacia atrás para ver al guardia haciéndome una reverencia exagerada. Cuando mi pie derecho entra en el portal, siento la sensación familiar de mi cuerpo siendo absorbido. Entonces veo al guardia, que ahora tiene forma diferente. El hombre de aspecto rudo con cicatrices grabadas en su rostro ha desaparecido, reemplazándolo por el anciano de la tienda de elixires. Con una sonrisa descarada, me lanza un guiño antes de decir:
“Buen viaje, jovencito.”