Volumen 1 Capítulo 6
Durante una barbacoa
Traducido por Tars
Corregido por DaniR
Editado por AMarauder
Corregido por DaniR
Editado por AMarauder
El Sabio Rodrias estaba afectado por una grave enfermedad.
¡Coff! ¡Coff!
Habían pasado seis días. Weed continuaba sentado enfrente de la mansión. Rodrias, en su aislamiento, había sido consciente de la presencia del intruso desde el primer día. Rodrias pensaba que se olvidaría de él cuando le vio dedicarse a la venta de sus figuritas.
‘Tengo que descubrir quién es ese hombre y qué quiere de mí.’
A pesar de su extrema pereza, al sexto día por fin cedió a su curiosidad y movió el trasero.
“Saludos, desconocido. Soy Rodrias. ¿Por qué me has estado esperando?”
“¡Increíble! ¡El Consejero ha salido!”
“¡Es el Sabio Rodrias, la Estrella de la Sabiduría!”
La multitud que hacía cola esperando para comprar figuritas estaba asombrada.
Los Sabios tenían algo en común: querían que se les dejara en paz. Especialmente cuando un desconocido aseguraba tener algo que tratar con urgencia. Rodrias por fin había aparecido en la puerta de su mansión.
Weed sacó del bolsillo un pañuelo con un pájaro azul bordado y se lo enseñó al Consejero.
“Esta es la razón por la que he estado esperando estos seis días, Consejero.”
Los ojos de Rodrias se llenaron inmediatamente de lágrimas al verlo.
“Ya veo. El pañuelo de la Reina Evane… Aquí hay demasiados ojos y oídos. ¿Por qué no entras, viajero?”
“Gracias, señor. ¡Lo siento, chicos! ¡Cierro por hoy!” – sonriendo de forma triunfal, Weed cerró su pequeño puesto y se levantó.
“¡No es posible!”
“¡Yo también quiero conocerlo!”
La multitud gritaba enfadada, algunos con un gesto dolorido al verse privados de participar en un momento histórico, pero ni Weed ni Rodrias podían preocuparse menos de esa gente. El Sabio Rodrias guio a su invitado por la mansión.
“A partir de este momento, mantente tranquilo. Todo aquel que me traiga un objeto así tiene el derecho a hacerme una pregunta, sobre la que meditaré apropiadamente.”
“Sí, señor. Lo sé.”
¡El Sabio Rodrias! Había declarado públicamente que le concedería una audiencia a quienquiera que le llevase una pertenencia de la Reina Evane. Y Weed se había presentado con un pañuelo suyo.
“Habla, viajero. Soy todo oídos a lo que tengas que preguntar.”
El tono sincero de Rodrias mostraba la obligación de todo Sabio al ver a alguien en apuros, pero era solo una falsa impresión por su parte. Aunque el pañuelo era un objeto de valor incalculable para él, no tenía ni la más mínima intención de ayudar a Weed. ¡Pero no debía contradecir su promesa pública!
Rodrias le había urgido a hablar, añadiendo que meditaría sobre ello. Lo único a lo que le obligaba su promesa era a conocer qué le preocupaba a Weed, para así satisfacer sus deseos intelectuales y su curiosidad, y punto. Ni se planteaba ofrecer una solución fuera cual fuese el problema de Weed.
El Consejero ya había timado de esa forma a varios jugadores. Siempre les seguía la corriente y evitaba responder a las dudas que les corroían. Aparte de su glorioso título de Estrella de la Sabiduría, el Consejero era conocido como el Callejón Sin Salida de las Misiones. Pero Weed no iba a caer en un truco tan inocente. Desconfiaba de Rodrias desde el primer momento.
El ser humano es débil. Por eso se había pasado un año preparándose antes de empezar a jugar: una voluntad débil y un cuerpo que busca la comodidad. Weed no se fiaba de su propio cuerpo, ¿por qué iba a confiar en Rodrias, a quien no conocía?
“¿Sirve de algo que le cuente mi problema?”
“¿Qué quieres decir, viajero?”
“¿Me ayudará tras oír mi historia, Consejero?”
“Eso es…”
“Entonces me niego a contar nada. ¿Para qué molestarme? Solo servirá para cansarme la lengua.”
Rodrias frunció el ceño. Fingió que su integridad se estaba viendo dolida por la paranoia de Weed.
“¡Ay, señor Weed! ¡Dígame ya lo que desea! Puede contarme cualquier cosa que considere oportuna. Me ha traído el pañuelo de la Reina Evane, lo que le da derecho a abrirme su mente.” – dijo en tono persuasivo.
Eran las palabras que Weed había estado esperando.
‘Te soltaré la lengua.’
Por desgracia para el Sabio, Weed era más retorcido que cualquiera de las personas a las que el Consejero había conocido anteriormente. Exigía una confirmación absoluta.
“Consejero, si le hago una pregunta, ¿me contará lo que quiero saber?”
“…”
“Me mantendré en silencio hasta que oiga por sus labios esa promesa.”
“Eh… escúcheme, señor Weed…”
“Creo que el pañuelo de la Reina Evane es un objeto de un valor inestimable. Y, si no me equivoco, es aún más valioso para usted, Sabio. ¿Debería quedármelo?”
“¡Quédatelo y desaparece de mi vista!”
“Como desee. Suerte, señor.”
Al ver que Weed literalmente cogía el pañuelo y se iba, Rodrias levantó ambas manos en señal de derrota.
“Espera. ¡Desde ahora te prometo que te guiaré tras oír tu petición! Como sabes, he prometido una audiencia a quien me traiga una pertenencia de la Reina Evane. Así que, mientras esté al alcance de mis posibilidades, haré lo posible.”
“¿Es una promesa entre personas de honor?”
“Por supuesto… pero a cambio, algún día, tendrás que hacerme un favor.”
Weed consideró la contra oferta de Rodrias, y asintió:
“De acuerdo.”
El consejero sonrió con suficiencia.
“¿Qué te preocupa, Weed? Un asunto trivial no te habría tenido esperando ahí fuera los últimos seis días.” – Rodrias tenía sus propias intenciones tras esta pregunta, que demostraba su gran curiosidad.
‘¿A quién le importa lo que tú quieras? ¿Cómo alguien tan patético como tú se atreve a humillarme al intentar hacer un trato? ¿Mi respuesta? Te la daré, lo haré. Será una contestación retorcida, terrible, de lo más inverosímil que pueda, así me las pagarás.’
Rodrias estaba lo bastante seguro de conseguir su venganza cuando Weed formulase su petición.
Si buscaba a alguna persona, le dirigiría al sobrino de un primo de la suegra de un amigo de la esposa de dicha persona, forzándole a seguir una cadena de personas. Si buscaba un sitio, le mostraría una tierra lejana con un nombre lo bastante similar.
‘Je je je.’
Consciente o no de las intenciones de Rodrias, Weed por fin expuso sus intenciones.
“No sé qué clase debería escoger.”
“¿Una clase? Ahora que me fijo, es verdad que no tienes una.”
“Así es, Sabio.”
Rodrias se rio ligeramente. Se trataba de algo mucho más trivial de lo que se había esperado. Había esperado que le preguntase por la ubicación de una mazmorra secreta, o sobre las políticas futuras de Rosenheim.
Una buena mazmorra aportaría una considerable fortuna a quien la descubriese, y el conocimiento de antemano de las políticas era valioso si se sabía aprovechar. Imagina que sabes por adelantado que el próximo año la corte planea mejorar las provincias del sur; puedes adquirir derechos comerciales en esas provincias por adelantado y obtener de ellas una gran fortuna.
Una recomendación personal sobre la clase a elegir era un trabajo muy fácil para el Sabio.
“No puedo creer que un asunto tan mundano te preocupe tan intensamente. No era necesario que lo consultaras conmigo. Mi consejo es que vayas al Gremio de Información. Has desperdiciado seis días, Weed.”
“Me han remitido a usted, ya que es la persona con mejor juicio para estos asuntos.”
“De acuerdo, ¡voy a recomendarte tu clase ideal! Muéstrame tus atributos.”
“Sí, señor.”
Weed abrió su pantalla de personaje por primera vez desde que había terminado de mejorar sus atributos en el Salón de Entrenamiento.
“¡Ventana de Personaje!”
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Weed había jugado día y noche, por lo que su nivel había llegado al 13. Ahora podía acabar con un lobo sin problemas.
“¡Por Freya!” – Rodrias estaba pasmado – “¿Nivel 13, y 960 puntos de vida? ¡Tienes 50 puntos extra en [Fuerza] y [Vitalidad], y otros 100 en [Agilidad]! El Salón de Entrenamiento. Está claro que has practicado allí. Tu fuerza de voluntad es admirable.”
Rodrias estaba a la altura de su reputación como Estrella de la Sabiduría al entender todo con un único vistazo a sus atributos. Pero sus sorpresas no terminaban ahí.
“¡Nivel 4 en [Escultura], y 6 en [Artesanía]! ¡Increíble, es increíble! Me gustaría saber qué clase de viaje has seguido hasta ahora.”
Weed le narró a Rodrias sus experiencias hasta el momento. A medida que iba contando su historia, Rodrias iba desencajando el rostro, lleno de incredulidad.
“Has conseguido la más extraordinaria de las misiones gracias a tu amistad con el instructor. Y… ¿¡qué!? ¿Has heredado la voluntad de Zahab? ¿Pero has rechazado la posibilidad de convertirte en un Escultor de la Luz Lunar?”
Con los ojos completamente abiertos, Rodrias no sabía cómo reaccionar. Y hay que resaltar que difícilmente hubiese levantado una ceja si alguien le dijese que uno de los reinos vecinos había iniciado una ofensiva contra Rosenheim sin una declaración de guerra previa.
‘Zahab, ¿qué eras? ¿Uno de los poderes absolutos ocultos en el Continente?’
Rodrias se había cruzado con él varias veces debido a su relación con la Reina, y había llegado a admirar su dominio en los campos de la escultura y la espada. Reverenciaba la gran personalidad y sus talentos como escultor. Rodrias y él se habían hecho amigos. Esto había ocurrido cincuenta años atrás, se había tratado de la camaradería entre dos chicos inmaduros. El Sabio incluso había intentado convencer a Su Majestad para que incluyese a Zahab en la corte.
“Has rechazado una clase muy buena. No lo entiendo, ¿qué tipo de clase quieres?”
“Me vale cualquiera que sea lucrativa.”
Rodrias se quedó en silencio.
‘Quizás este muchacho sea “el Elegido”. El que llevo tiempo buscando. La voluntad del gran Emperador podría residir en él. Una clase misteriosa, cuya gloriosa tradición se remonta a las Edades Antiguas.’
Geihar von Arpen, el legendario Emperador que había conquistado todo el Continente. Era suya la sangre que corría por las venas del Sabio.
‘Aún tiene que demostrar su valía mediante sus acciones. ¿Podrá superar la prueba final? De todos modos, será él quien sea puesto a prueba, no yo.’ - se dijo este.
Rodrias continuó hablando con tono serio:
“Weed.”
“¿Si, señor?”
“Tengo una misión para ti, aunque tendrás que ser más paciente que la semilla sin germinar de una flor, más capaz de sobrevivir que una cucaracha y más insistente que una sanguijuela… si no lo haces, fallarás. ¿Estás cualificado para esta misión?”
“…”
“¿Cuál es el significado de esa mirada?”
“No me gusta la forma en que lo ha descrito. Pero puedo decir orgulloso que estoy preparado para hacer lo que haga falta.”
“Tu confianza me anima. Con esa mirada serías capaz de chupar una larva hasta extraerle la última gota de su jugo.”
“…”
“Haz lo que te digo, y la misión te conferirá una clase. Pero te aviso, estarás poniendo tu vida en juego. Eres libre de ignorar mi consejo e irte si así lo deseas.”
Weed por fin empezó a sentir algo maquinándose tras las palabras de Rodrias.
“De acuerdo, ¿qué tengo que hacer?”
“¿Has oído hablar de la Guarida de Litvart?”
“Sí, señor.”
La Guarida de Litvart era, casualmente, el destino de la misión que el instructor le había mencionado anteriormente.
‘¿Será coincidencia? Quién sabe.’
“Esto me ahorra meterme en detalles. Con tu propia fuerza, destruye la maldad que repta en esa caverna. Una vez que el mal haya sido eliminado, te será concedida la clase que te está destinada.”
¡Ding!
Nueva misión: [Operación de Limpieza en la Guarida de Litvart (II)].
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Hay un centenar de monstruos habitando la Guarida de Litvart. Mátalos a todos, del primero al último, y demuéstrate merecedor de una clase honorable. Si completas esta misión, se abrirá un camino hacia tu destino.
Nivel de Dificultad: Desconocido.
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Objetivo:
Derrota todos los monstruos en las cavernas ocultas de la Guarida de Litvart.
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Weed repasó las instrucciones una y otra vez, hasta la letra pequeña.
‘Este vejestorio está planeando algo.’
Si sus intenciones fueran buenas, no le habría dado una misión relacionada con la Guarida de Litvart, una mazmorra subterránea de cinco niveles que había sido completamente explorada; además la mayoría de ella había sido expuesta al dominio público.
Había muchos jugadores que cazaban allí, día y noche. Los monstruos que la infestaban estaban entre los niveles 20 y 50, mientras Weed solo tenía nivel 13.
Pero los atributos adicionales mejorados en el Salón de Entrenamiento lo habían reforzado tanto que era casi como un guerrero de nivel 40. Teniendo en cuenta habilidades pasivas como [Dominio de la Espada] y [Artesanía], estaba convencido que podía acabar sin muchos problemas con monstruos de nivel 50.
Aunque eliminar a los monstruos de la Guarida de Litvart le sería difícil, desde luego no era algo imposible.
‘Hay algo más detrás de esto. Pero seguro que no me miente. No importa qué me oculte, si termino esta misión, tendré una clase.’
El olor de una trampa era obvio. No se trata de una caza habitual de monstruos por la Guarida. ¿De qué se trataba? Los ojos de Weed brillaban con intensidad.
“Dime, Weed. ¿Lo tomas o lo dejas? Para tu información, no se me ocurre ninguna alternativa mejor. No puedo forzarte. Es tu decisión.”
Tras un breve momento de malabarismos mentales, Weed asintió.
“Con respeto, acepto su consejo, Sabio.”
Has aceptado la misión.
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“Bien. Vuelve cuando hayas derrotado a todos los monstruos de la Guarida. En el improbable caso de que tengas éxito, tendré algo que darte. Aunque es obvio que fallarás.”
Rodrias se rio con maldad.
* * *
Weed fue directamente al Salón de Entrenamiento.
‘Espero llegar a tiempo.’
Sus pasos eran rápidos porque aún estaba a tiempo de llegar para el almuerzo. Cuando entró en el edificio, el instructor estaba a punto de meter la cuchara en su caja del almuerzo.
“Buenos días, honorable instructor.”
“¡Me has sorprendido, Weed, amigo! Se te echa de menos por aquí.”
“Yo también le he echado de menos, y por eso he venido.”
“Ven y siéntate a mi lado. Sírvete algo antes de empezar a hablar de negocios.”
“Gracias, señor.”
Como había llegado a tiempo, Weed almorzó gratis. Las proporciones del almuerzo eran inmensas, en proporción al cuerpo descomunal del instructor. Sustraer la porción de Weed era como tomar un vaso de agua del océano.
“Por cierto instructor, acabo de recordar la misión que mencionó el otro día…”
“Ah, esa.”
“Sí. Me gustaría unirme al equipo de expedición.”
“Ja ja, sabía que esto iba a pasar, así que les pedí que te reservaran un puesto. Me alegra que hayas aceptado la misión.”
El instructor le concedió el favor generosamente.
Has aceptado la misión.
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Nueva misión: [Operación de Limpieza en la Guarida de Litvart].
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El Reino de Rosenheim lleva tiempo sufriendo los ataques de los monstruos, cuyo número ha aumentado en las últimas décadas. El Rey Theodarren, recto y benevolente gobernante del país, ha emitido un decreto real según el cual un distinguido caballero, Sir Midvale, irá a explorar y a limpiar de monstruos la Guarida de Litvart. Erradica los monstruos de esa madriguera junto a Sir Midvale y sus soldados.
Nivel de dificultad: E
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Requisitos:
Fallarás la misión si mueres.
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“Te queda un día hasta la marcha de las tropas. ¿Por qué no vienes y lo pasas en mi casa?”
“Lo siento instructor, pero tengo que hacer los preparativos para la misión.”
“Qué pena, y eso que quería invitarte a cenar.”
“¿Cenar?”
“Sí. Mi esposa ha comentado esta mañana que iba a hacer barbacoa de cerdo.”
La boca de Weed se hizo agua al pensar en una barbacoa de cerdo. ¡Una barbacoa sabrosa y picante! La tentación era irresistible.
“Si le soy honesto, siempre he querido visitar su casa.”
“Ja ja ja, lo sabía.”
“Jeje” – Weed nunca se avergonzaba de actuar de forma obsequiosa o humilde.
Pero, sencillamente, estaba cansado del pan de cebada. Royal Road reproducía todos los aspectos de la realidad, incluido el gusto, hasta el punto que el sushi hecho con un pescado recién capturado sabía a fresco y la comida caducada se endurecía y acababa pudriéndose. El pan de centeno no era una excepción.
Durante los últimos dos meses, Weed solo había comido pan, y su lengua estaba teñida por la cebada. Solo con ver cebada le entraban náuseas. Una barbacoa sería de lo más refrescante. Además, gratis: la oportunidad no tenía precio.
“Entonces, volveré por la tarde, instructor.”
“De acuerdo, Weed. Hasta luego.”
Weed acababa de aceptar otra misión en el Centro de Entrenamiento. Ahora los tres huecos de la ventana de misiones estaban ocupados. La primera era [La Voluntad de Zahab] que, por ahora, estaba fuera de su alcance, mientras las otras dos estaban relacionadas.
‘Bueno, el problema es que la misión de Rodrias no es lo que parece, aunque eso no importa.’ – Weed se preparó para encarar el desafío.
En el peor de los casos, moriría. ¿Qué pasa con eso? No quería morir inútilmente, pero siempre tenía que esperar algunas dificultades.
‘Ahora lo que tengo que hacer es prepararme. En primer lugar, tengo que ir a comprar lo que necesitaré para el viaje hasta la Guarida de Litvart.’
Weed se acercó caminando al centro de la Ciudadela. Los peatones que se cruzaban con él vestían trajes llamativos y mantenían animadas conversaciones. Un grupo de jugadores había montado unas tiendas callejeras y vendían los objetos que no podían usar o no les interesaban.
Weed se dirigió inmediatamente a la herrería, donde compró un arco y varios carcajes de flechas.
Arco de Theo el Grande
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Durabilidad: 50/50
[Ataque]: 5 ‒ 6
Tiros rápidos: 4
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Arco corto fabricado con tendones de orco, burdamente construido.
Tiene poca precisión, pero su notable poder de ataque es práctico para arqueros novatos.
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El arco costaba una moneda de oro y veinte de plata, pero Weed nunca pagaba el precio completo de nada. Al entregar una figurita de una mariposa a la cajera, solo tuvo que pagar una moneda de oro. Había descubierto por accidente que con las esculturas se podía ganar el corazón de las mujeres.
‘[Dominio de la Escultura]. Solo es útil en ocasiones insignificantes.’
También compró gran cantidad de panes de cebada. Aunque estaba hastiado de él, era mejor que morir de hambre y, cuando estaba luchando, reducía el ritmo al que descendía su vitalidad. Cuando la [Salud] caía por debajo del treinta por ciento, el jugador se volvía más lento, e iba perdiendo vida poco a poco.
Su mochila estaba llena con flechas, hierbas y pan. En cuanto comprobó que todo estaba bien, volvió con el instructor.
“Ya he terminado, instructor.”
“Oh, ya veo. Vamos a mi casa, entonces. Tengo a una invitada esperando.”
“¿Una invitada? ¿Ha invitado a alguien más a cenar, instructor?”
“¿No te lo había mencionado?” – el instructor parecía algo confundido, pero recuperó la compostura enseguida. – “Es una chica agradable. Seguro que te cae bien.”
Aunque le sonaba extraño, Weed dejó el asunto de lado y se relajó. El instructor le cogió de la mano y se dirigió hacia su casa. Su mano era velluda como la de un gorila.
Weed frunció el ceño.
“¿¡Puede soltarme la mano, instructor!?”
“Claro que no. Temo que te perderías.”
“¿Perdón?”
Weed y el instructor finalmente llegaron a su destino. Estaba convencido de que, al abrir la puerta, se encontraría con la más alegre de las familias; y una chimenea que llenaría de calidez el ambiente. Weed ya sabía que el instructor estaba casado con una bárbara, un amor de verdad que superaba la barrera racial, pero que aún no había dado ningún fruto.
Pero, al abrir la puerta, Weed se quedó de piedra al ver a la chica sentada en la mesa.
‘Increíble.’
Por un momento, la belleza de la chica le dejó sin aliento. Lo que tenía ante sí era una imagen idílica. Pero, rápidamente, se recuperó de la impresión. Al ser una invitada a la casa del instructor, Weed había asumido que sería una PNJ. Pero, al igual que él, era otra jugadora. Por el aspecto de su aparentemente caro equipamiento, estaba claro que tenía un nivel bastante alto. Pero eso no fue lo que más dejo en shock a Weed.
El nombre de la chica parpadeaba en letras rojas.
Un usuario puede ocultar su identidad, a veces hasta fingir ser un PNJ si lo desea, pero un asesino, un asesino de jugadores, no disfruta de ese derecho a la privacidad. Un nombre rojo, y un diamante de sangre en la frente: la marca de un asesino.
“Venga, venga. Tranquilo, Weed. Ya ves porque no te soltaba la mano.”
Weed trató de escapar, pero su desesperado intento falló al estar cogido de la mano por el instructor.
“¿Instructor?”
“¿Sí?”
“No sabía que estaba tan dispuesto a librarse de mí.”
“Pues ahora lo sabes.”
El instructor le sonrió con malicia, y Weed se relajó un poco. Sabía que, de quererle muerto, preferiría hacerlo él mismo a dejar el trabajo a otro.
“Por favor, toma asiento, deja que os presente. Este es Weed. Su nivel es bajo, pero ha superado el entrenamiento básico impecablemente.”
Weed se inclinó ligeramente ante la chica, que le ignoró sin apenas inclinar la cabeza.
“Esta es Seoyoon. También ha pasado el entrenamiento recientemente. Viene a mi casa una vez al mes para cenar con nosotros.”
“Hola. Encantado de conocerte.” – Weed saludó a Seoyoon con educación pero ella, lívida, no se molestó ni en mirarlo. Era una obvia muestra de falta de interés no disimulado.
‘¿No quieres hablar con un novato o qué? Si no quieres estar en el mismo cuarto que yo, yo tampoco quiero tener nada que ver contigo.’
En ese momento, el instructor se excusó y arrastró a Weed a una esquina.
“Lo siento. Permite que me disculpe por su rudeza.”
“No, no es nada, instructor.”
“Es básicamente una buena chica. Es solo que no sabe hablar. Es lo más próximo que tengo a una hermana pequeña. Parece que no confía en la gente. La invité porque creí que contigo podría abrir un poco su mente. Fiiuuu…”
“Está bien. No importa.”
Pese a sus palabras, no se sentía inclinado a darle la mano a Seoyoon. Le parecía inútil conocer a un asesino, ni qué decir de un PNJ.
“Por cierto, ¿le importa si le hecho una mano a la señora Lancer?”
“¿Se te da bien la cocina?”
“En absoluto. Pero aun así, una mano es una mano en la cocina. Ella puede enseñarme lo que tengo que hacer.”
“Haz lo que quieras.”
Bárbara de origen, la esposa del instructor era enorme. Siguiendo sus órdenes, Weed cortó pedazos de cerdo y los metió en un tarro con salsa. Al verle trabajar duramente en la cocina, Seoyoon se acercó también a echar una mano. Se sentía avergonzada por ser la única sentada en la mesa.
Se acercó a Weed, poniéndose a un lado, y observó cómo cortaba la carne. Se había acercado a ayudar, pero no sabía ni por dónde empezar. Weed señaló hacia la montaña de platos.
“Por favor, limpia esos platos.”
Había dado la instrucción casi contando con que la chica lo ignoraría pero, para su sorpresa, cogió los platos y se acuclilló en el suelo para enjuagarlos. Se habían ganado el respeto de la anfitriona con su esfuerzo.
“Estáis haciendo un buen trabajo.”
“Gracias, señora.”
“Tienes buenas manos. ¿Quieres aprender a cocinar?”
Esta proposición era, exactamente, lo que Weed había estado esperando oír. ¿Por qué otra razón se hubiese ofrecido a ensuciarse las manos?
“Me gustaría, señora. Muchísimas gracias por su amabilidad.”
Has obtenido una nueva habilidad: [Cocina]
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Como si se le acabase de ocurrir al ver las acciones de Weed, Seoyoon también pidió a la esposa del instructor que le enseñase a cocinar.
La habilidad de [Cocina] era una habilidad simple que podías aprender en cualquier sitio, pagando una cuota a un chef o siendo aprendiz en un restaurante. Sin duda, una habilidad que valía la pena tener.
Por fin se sirvió a la mesa la gran bandeja de cerdo a la barbacoa. Estaba perfectamente tostado y el olor era delicioso, casi como si estuviese delante del plato en la realidad. Weed rápidamente cogió el cuchillo y el tenedor.
De pronto, el instructor le llamó la atención con una mirada severa.
“Weed, eres un invitado, así que compórtate con respeto.”
¿Qué clase de anfitrión critica a un invitado en la mesa?
Aquí no era el correcto instructor del Salón de Entrenamiento. Aquí era como un orco vicioso mostrando su avaricia por la comida puesta en la mesa. Un orco de nivel 200, o superior.
Pero Weed no era de los que sucumben fácilmente al chantaje en frente de semejante banquete.
“Lamento disentir, instructor.”
“¿No estás de acuerdo conmigo?”
Weed se sintió de pronto presionado, que era más de lo que podía soportar. Se sintió ligeramente mareado, y la mano del cuchillo le temblaba.
‘Maldición.’ – tragando saliva, miró hacia un lado.
Giró la cabeza hacia el otro lado para ver como trataba con la situación la chica de aspecto frágil. Este era un mundo de fantasía. El nivel mandaba.
No estaba afectada.
‘Tiene al menos nivel 200. Y la mujer bárbara también.’ – pensó.
La esposa del instructor, era una bárbara que adora la ley de la naturaleza, especialmente la de la supervivencia del más apto; ignoraría la petición de ayuda de un debilucho.
Dado que los bárbaros eran físicamente superiores a otras razas, solo Weed se había visto amenazado por la intimidación mortal que el instructor le estaba dedicando con la mirada. Nadie se iba a poner de su lado.
Pero él era Weed. ¿No era él quien podía convertir a sus enemigos en sus amigos, y a sus amigos en mártires?
“Honorable Instructor, deje que me explique.” – luchando contra los temblores que amenazaban con incapacitarle, Weed apenas conseguía abrir la boca.
“¡Qué! Si tienes algo que decir, primero suelta los cubiertos, y entonces podremos hablar tranquilamente tanto como desees.”
“Su hermosa esposa ha mostrado un conocimiento y una habilidad tan excepcionales en la cocina que el mero olor me tiene extasiado y, ahora mismo, en mi cabeza solo tienen lugar pensamientos de qué sabor tendrá. Una vez que coma este plato, estoy convencido de que se convertirá en un recuerdo que atesoraré para el resto de mi vida.”
El instructor empezó a reírse con sus carcajadas características.
“¡Es una gran cocinera! Estoy orgulloso de ella.”
“Es normal. Es su esposa, al fin y al cabo. La barbacoa tiene un aspecto impresionante.”
“Cariño.” – la señora Lancer le dio un ligero codazo a su marido.
Aparentemente, estaba halagada con los dulces cumplidos de Weed.
“Tienes razón, ¿en qué otro sitio podrías probar una comida tan deliciosa? Adelante, Weed, sírvete.”
Como bien se dice, la mujer es el orgullo del esposo.
El instructor acababa de demostrar que su esposa era uno de sus puntos débiles. De cualquier modo, la comida estaba estupenda. No solo la barbacoa, sino también los acompañamientos que la anfitriona había preparado con una receta de las provincias norteñas, deleitaron el paladar de Weed.
“¡Qué rico! Es demasiado bueno, señora. Es la mejor cocinera que he conocido. Siento envidia del instructor Lancer, que puede comer unos platos tan deliciosos todos los días.”
“Cierto, cierto.” – dijo el instructor con una gran sonrisa de aprobación.
Weed se aflojó el cinturón y se relajó. El instructor se rio con ganas, y Seoyoon se terminó el plato en silencio, como una muñeca francesa de hielo.
Weed pasó la noche en la casa, y a la mañana siguiente se fue a las puertas de la Ciudadela.
* * *
Sir Midvale y su ejército de treinta soldados rasos, que habían sido enviados a limpiar la Guarida de Litvart, estaban formando junto a la puerta.
“Saludos. ¿Eres el señor Weed?” – preguntó el caballero.
“Sí, señor.” – respondió este.
Un poco de investigación antes de iniciar una misión nunca estaba de más. Por lo que Weed había reunido en las calles, Sir Midvale pertenecía a la Orden Roja, la unidad más importante del ejército de Rosenheim, en la cual realizaba misiones de alta importancia. Había sido ascendido recientemente, según decían los rumores, a Caballero Real. Era el orgullo del reino, reconocido como la personificación de la Caballerosidad.
“Nuestro destino está bastante alejado. Son tres horas a caballo.” – dijo Sir Midvale.
“…”
Todos los presentes, a excepción de Weed montaban caballos marrones. Él llevaba su mochila, y nunca se le había ocurrido que hubiese podido necesitar un caballo. Aunque, de todos modos, tampoco hubiese supuesto ninguna diferencia. Un caballo era un lujo que costaba, por lo menos, cien monedas de oro.
“Docke me ha pedido un favor. Así que te prestaré un caballo por el momento.” – dijo el caballero.
“Gracias, mi señor.” – respondió Weed.
“Vance, trae el caballo.”
Un soldado le acercó un potro de aspecto lamentable. Lo llevaba a la fuerza por las riendas, mientras se resistía con las patas traseras. Mostraba dos dientes dorados mientras bufaba; el potro parecía bastante desobediente.
‘Si monto en ese caballo, mi suerte se habrá acabado para los próximos siete años.’ – pensó Weed.
“Este caballo te será asignado temporalmente hasta el final de la misión.” – le explicó Sir Midvale.
¡Ding!
|
“......”
La ventana de estado del animal tenía una información frustrantemente variada. Weed había oído en una ocasión que los caballos de pura sangre eran difíciles de manejar, pero le parecía increíble que ese potro de aspecto frágil fuese incluso peor.
“Aunque no estaremos juntos mucho tiempo, vamos a tratar de llevarnos bien.” – Weed levantó la mano en un intento de acariciar al potro, pero este se la mordió inmediatamente – “¿¡Cómo te atreves!?”
Cuando Weed le miró enfadado, el potro se volvió y bajó las patas traseras.
“Eso es, buen chico.” – dijo Weed con dulzura.
En cuanto hubo subido a espaldas del potro, un curioso olor surgió de su no precisamente atractivo trasero… de pronto, el potro bajó la cabeza y lanzó una coz con las dos patas traseras.
“¡Au!” – la acción había cogido a Weed por sorpresa, cayendo al suelo miserablemente. El simple ataque le había hecho perder 70 puntos de salud. La intención del potro no había sido sino la de matarlo.
“¡Maldito Trasero!”
¡Snif!
Entre el potro y Weed se acababa de formar una relación. Se miraron al uno al otro como si intentasen romperse el cuello mutuamente.
‘Nunca te dejaré que te subas a mi lomo, estúpido humano.’ – parecía estar diciendo el animal.
‘Algún día te mataré de una paliza.’ – decía la expresión de Weed.
Un inusual enfrentamiento entre hombre y bestia. En cierto punto del desgraciado incidente, Sir Midvale dijo:
“Si estás listo, es hora de ponerse en marcha.”
Sir Midvale y su tropa empezaron a marchar hacia el este. Weed se montó a lomos del potro en silencio y los siguió.
* * *
Seoyoon también había pasado la noche en la residencia del instructor. No había podido rechazar la insistente petición de la esposa a que se quedase a dormir. Por la mañana se cruzó con Weed a menudo. Cuando abrió la puerta del cuarto de invitados, él estaba pasando por delante. Pero ninguno de los dos estableció contacto visual, fingiendo ambos no darse cuenta de la presencia del otro, y evitando darse los buenos días.
Cuando Weed salió de la casa, Seoyoon le siguió, ya que le daba vergüenza quedarse sola en la casa. Con sus ojos sin vida, miró al espacio vacío en el que él había estado apenas unos minutos antes.
‘¿A dónde debería ir ahora?’ – se preguntó.
‘A donde me dé la gana…’ – se auto respondió.
No había ningún lugar que cumpliese con esa definición. Pero eso significaba que era libre de ir a cualquier sitio.
‘Mientras pueda mantenerme alejada de estos dolorosos recuerdos…’
Poco después, Seoyoon empezó a encaminarse hacia la Puerta Sur. No es que quisiese ir hacia allí. Simplemente quería ir a las zonas salvajes, a territorio aún sin explorar completamente, donde los monstruos fuesen salvajes. Había empezado su viaje cerca del centro del Continente, moviéndose hacia la Frontera Oeste en busca de monstruos poderosos contra los que luchar.
‘Quiero ver monstruos.’
‘Puedo perder la vida si lucho contra ellos.’
‘No tengo que pensar en nada más.’
‘Hasta la dolorosa verdad que nunca nadie me ha amado en toda mi vida.’
‘Para, Seoyoon, no te hundas.’
Aunque Seoyoon no le hablaba a nadie, no era correcto decir que su don de la palabra hubiese desaparecido. Por debajo de la fría superficie, sus emociones se alzaban como una tempestad a medida que se hacía preguntas, y las contestaba. Pero en la superficie, en su cara no había ningún signo de emoción, como si estuviese tallada en un témpano de hielo.
Una conversación reiterativa. Decir esto, oír aquello. Ecos de su mente. Seoyoon sentía menos dolor cuando estaba luchando en medio de un grupo de monstruos. Por eso buscaba batallas en mazmorras llenas de enemigos. Siempre ansiaba encontrar monstruos peligrosos, no tenía miedo a la muerte. Y nunca dejaba que la sangre de la batalla se secase bajo sus pies.
Una berserker que se consideraba merecedora de una vida inmersa en locura y masacres… eso era ella… siempre encontraba la paz en el campo de batalla.