Arco 2 Capítulo 10
No era mentira
Traducido por Kasahara
Corregido por DaniR
Editado por Tars
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Editado por Tars
‘Suficiente… Imposible… Me muero…’
Valetta tiraba de Kazura, corrían hasta llegar al pueblo. En la entrada de la aldea, cerca del lugar donde el canal se bifurcaba, Kazura se tumbó con los brazos y las piernas extendidas. El hombre sucumbió mientras jadeaba, con nauseas. Mientras tanto, los niños del lugar seguían persiguiendo el agua, haciendo alboroto en el embalse, con una energía inagotable.
“Esto… Lo siento, señor Kazura. ¿Te encuentras bien?”
La vivaracha chica , que había tirado forzosamente de Kazura hacia la aldea, se sorprendió al darse cuenta de que el hombre estaba en el suelo sin aliento. Volvió velozmente a la mansión para ir en busca de una taza de madera. La utilizó para recoger el agua que fluía del río en el acueducto y se apresuró hacia Kazura.
“Aquí. Agua. Bébela despacio, por favor.” – pidió Valetta.
“G… Gr… Gracias…”
La aldeana incorporó a Kazura por la parte superior de su cuerpo y lo apoyó en su hombro, después llevó la taza hacia sus labios, para que pudiese beber de ella. Mirándole mientras bebía entre jadeos, se le escapó una sonrisa por la diferencia que encontraba entre ese y el Kazura habitual.
“Jod… ¿Estoy a salvo? ¿Qué ha pasado?”
Mirando cómo reía Valetta, Kazura inmediatamente corrigió su postura y colocó su mano en el suelo, inclinando la cabeza.
“Fufu. No es nada. Dejémoslo estar, es hora de volver a casa y tomar el almuerzo.”
Escuchando lo que Valetta decía, Kazura apoyó su mano izquierda en la rodilla mientras extendía su mano derecha.
“Ah, ¿es la hora de comer? Ya veo, ayudaré a preparar la comida.”
Valetta tomó la mano de Kazura y le ayudó a ponerse en pie. Cepillando la suciedad y la arena que habían ensuciado sus prendas, los dos comenzaron a caminar hacia la casa.
* * *
“Lo siento mucho. Me olvidé completamente de recoger las herramientas y el carrito.” – se disculpó Kazura.
“No pasa nada. Está bien. Es algo que puede hacer una persona sola.” – replicó el alcalde.
Kazura estaba ayudando a Valetta a preparar la mesa cuando se dieron cuenta de que el jefe del poblado había regresado con la carretilla llena de herramientas. Salió escopeteado hacia fuera para disculparse con él. La carretilla que quedó atrás, podía ser arrastrada por solo una persona, pero también quedaban numerosas herramientas y los tableros sobrantes que Varin tenía que traer de vuelta. Debía ser una tarea considerablemente difícil.
“Señor Kazura, Padre, la comida ya está lista.” – dijo Valetta.
Mientras Kazura se disculpaba con el jefe, Valetta ya había terminado de preparar el almuerzo. Luego les llamó. Cuando entraron a la casa, les llegó el olor del apetitoso aroma que se elevaba de la olla humeante colocada en medio del hogar en la sala de estar. En el interior de la olla, las patatas que les obsequiaron de la cosecha de los aldeanos vecinos, y las nueces que parecían bellotas que Kazura y Valetta habían recolectado en el bosque el otro día, fueron finalmente trituradas y cocinadas juntas con arroz. En adición a eso, el plato de acompañamiento estaba compuesto por hierbas que los dos habían recogido en la montaña y algunos gusanos de Arcadia salteados con una pizca de sal y servidos en el plato de cada comensal.
“Oohh, parece delicioso. ¿Has cazado tú esos gusanos de Arcadia?”
“Sí, pero solo cogí seis.”
Kazura miró los gusanos que habían sido repartidos de forma equitativa, dos por cada plato. Se sintió aliviado al ver tal cantidad de comida, y tomó su asiento usual. No le desagradaba el sabor del gusano de Arcadia, pero ese insecto con forma de larva de escarabajo tenía el peculiar sabor de una oruga dentro de la boca, todavía le causaba una sensación que no podía describir.
Cuando Valetta comenzó a servir el plato de arroz a sus dos acompañantes, un sonido de golpeteo proveniente de la puerta comenzó a sonar.
“Ah, dejadme ver quién puede ser. Padre, te dejo esto a ti.”
“Sí.” – contestó el alcalde.
Valetta entregó el cucharón del arroz a su padre y se fue corriendo hacia la puerta principal. Cuando Kazura recibió su ración de arroz, Valetta volvió a la sala en estado de pánico.
“Padre, es el mensajero del Señor Narson, el Señor Isaac...”
“Hm, es él. Señor Kazura, lo siento, discúlpame un momento.”
Cuando el jefe de la aldea escuchó las palabras de Valetta, soltó el cucharón y se dirigió inmediatamente hacia la entrada de la casa.
“Señor Narson... ¿Es el hombre que gobierna esta tierra?” – preguntó Kazura.
“Sí, y su mensajero ha venido... Así que, lo siento muchísimo, pero, ¿te importaría ir a la habitación interior hasta que vuelva a llamarte?” – pidió Valetta.
Escuchando la petición, Kazura se sintió confundido por un momento, pero mientras Valetta se disculpaba le contestó:
“Ah, sí, lo entiendo.”
Kazura dejó su asiento y volvió a la sala interior. Después de que Valetta se asegurara de que Kazura le obedecía, guardó la olla con el arroz que estaba en el hogar y colocó la porción de arroz y la de acompañamiento de Kazura en otra habitación antes de volver de nuevo a la entrada de la casa.
* * *
“Creía que la aldea también tenía problemas por la prolongada sequía, pero... Hay agua en la reserva y también hay una especie de canal de agua, ¿qué ha pasado aquí?” – comentó Isaac.
“El agua se ha estado acumulando en la reserva gracias a la afortunada lluvia que cayó recientemente; mientras quedaba agua, todos cooperaron en cavar un canal.”
Cuando Valetta llegó a la puerta, el joven que vestía armadura ligera de cuero, Isaac, mantenía una conversación con el jefe de la aldea. El tipo sostenía hojas de pergamino y un trozo de carbón barato en la mano, una larga espada enfundada en su cintura y un escudo redondo reforzado en bronce colgando de su espalda. Isaac medía cerca de un metro y ochenta centímetros, su cuerpo tenso y musculoso no almacenaba grasa inútil. Lucía su cabello rubio bien recortado y su atractivo rostro era muy llamativo. Podría decirse que era un chico guapo. Atada a un árbol, un poco más lejos, se encontraba su montura, un animal parecido a un caballo.
“Así que... Ya veo. Respecto al tributo de cultivos, ¿sería posible cosecharlos dentro de dos meses?” – dijo el mensajero.
“En realidad... Antes de la lluvia, muchos de los cultivos se marchitaron. No creo que los aldeanos sean capaces de entregar el tributo habitual de la décima parte. ¿Quieres echar un vistazo a los campos?” – contestó Varin.
Al oír las palabras de disculpa del jefe de la aldea, la expresión facial de Isaac se nubló como si fuera a decir ‘Como suponía’.
“Sí, gracias. Actualmente la situación de la aldea vecina es la misma. Ha sido terrible, había gente muriendo de hambre… Pero me alegro de ver que la condición en este lugar no es tan mala. ¿Tenéis comida suficiente?” – preguntó Isaac mientras echaba un vistazo hacia los campos de alrededor.
En los numerosos terrenos que rodeaban la aldea, un montón de hombres trabajaba de forma diligente, mientras los niños jugaban cerca de ellos. No había ni una sola escena lamentable de alguien pasando hambre ni de gente moribunda que pudiese ver con sus ojos.
“Sí, podemos sobrevivir de alguna forma recolectando las hierbas silvestres de la montaña, y así mantenernos alimentados. Aunque no nos preocuparemos por el asunto del agua durante una temporada, no podemos esperar una cosecha en solo dos meses. Pero creo que lograremos cultivar las judías como solemos hacer en unos cuatro meses. Hasta entonces, esperamos empezar a plantar otros vegetales de rápido crecimiento para cubrir las necesidades del pueblo.” – explicó el alcalde.
“Ya veo... Es bueno saberlo... Ah, sí, algo huele muy bien ahí dentro. ¿Es la comida?”.
Mientras Isaac escribía algo en el pergamino, su nariz se contrajo al sentir el olor que llegaba desde el interior de la casa.
“Eh? Ah, sí. He cocinado hace un momento. Después de esto comeremos y...” – dijo Valetta.
“Umm, ¿sí? Disculpadme un momento.” – replicó Isaac.
El chico echó a un lado a Varin y a su hija, que estaban delante de la puerta. Entró en la sala de estar de forma muy ruda. El alcalde seguía aturdido por el empujón del joven que había entrado sin permiso, mientras Valetta intentaba aguantar la compostura. Cuando Isaac llegó a la sala, echó un vistazo al plato de las hierbas salteadas y los gusanos de Arcadia en un plato y, murmurando un ‘ya veo’, asintió.
“Esto son gusanos de Arcadia, ¿Verdad? Eso me recuerda que se pueden cazar alrededor de la montaña, cerca de aquí.”
“Sí, no hemos podido cazar muchos últimamente, pero como son nutritivos, de alguna manera, podemos vivir con esto.” – replicó Valetta.
La chica forzó una sonrisa. Isaac, que estaba mostrando un poco de simpatía, le dijo:
“¿En serio?”
“Siento entrar a la casa sin permiso. Actualmente hay otras aldeas que han proporcionado una cosecha muy escasa. También han ocurrido eventos similares que han salido a la luz hace apenas unos días…” – se disculpó Isaac.
Debido a la posible manipulación del informe de cosechas para disminuir el tributo tanto como se pueda, los nobles se han estado preocupando mucho, y más aún en épocas de hambruna como esta.
“La cosa es… Que estamos agradecidos de que el señor Narson siempre se preocupe por nuestro sustento. No entiendo cómo alguien podría traicionarlo…” – Valetta lo dijo como si fuese un hecho, con el rostro triste.
“Siento haber sospechado de vosotros. Por favor, no os ofendáis.”
Isaac pidió disculpas inclinándose ligeramente. El alcalde entró en pánico y se inclinó en respuesta.
“No, no, el Señor Isaac solo cumple con su trabajo. Por favor, levanta tu cabeza.”
Al oír eso, Isaac se incorporó y dio las gracias a Varin y a su hija.
“Entonces empezaremos con el recorrido por la aldea. Señor Varin, acompáñeme por favor.”
“Entiendo.” – respondió Varin.
Viendo que Isaac abandonaba la casa con el alcalde a su lado, Valetta respiró aliviada y se dirigió a la habitación donde Kazura la estaba esperando.
* * *
“Hmm... El mensajero de un noble, ¿eh? Me gustaría saber cómo lucía.”
Kazura estaba esperando en la habitación, tal y como Valetta le había pedido, esperando obedientemente acostado en el suelo. Tras escuchar hablar del mensajero del noble Narson, le parecía interesante pensar en qué tipo de apariencia tendría, pero no podía rechazar la petición de Valetta. Después de todo, incluso hasta ese día, Kazura seguía vistiendo de forma casual como en Japón, con una camiseta larga estampada con el mensaje ‘¿Tienes hambre hoy?’ que llevaba en ese momento. Si ese tal Isaac le hubiese visto, Kazura le habría parecido sin duda una persona sospechosa. Valetta también debía estar preocupada por eso.
“Señor Kazura, siento haberte mantenido a la espera. Ya puedes venir.”
Mientras se encorvaba de forma pensativa, Valetta llamó a Kazura.
“¿El mensajero se ha ido a su casa?” – preguntó Kazura.
“No, ahora está dando una vuelta por los cultivos con mi padre, así que hasta que Padre regrese…” – contestó Valetta.
“Ah, está bien. No haré ningún ruido.”
Kazura le contestó con una sonrisa a Valetta, que quería disculparse. En respuesta a la sonrisa de Kazura, la chica también esbozó una sonrisa de agradecimiento.
“Entonces, ¿deberíamos comer? Lo siento por mi padre, pero la comida está mucho más rica cuando está caliente.” – sugirió Valetta.
Como el alcalde seguía enseñando los cultivos y el pueblo al mensajero, no volvería en un buen rato.
“Entonces, ¿comemos?” – dijo Kazura mientras se ponía en pie.
Y juntos, fueron hacia la sala de estar.
* * *
En ese mismo instante, Varin e Isaac caminaban por los bosques del pueblo. Los aldeanos estaban trabajando en los cultivos, echando un vistazo aquí y allá a esos dos individuos. Araban el campo con azadas y arrancaban las malezas que crecían alrededor de los vegetales con las manos. Ninguno de ellos utilizaba las herramientas que Kazura les había dado.
“Los brotes de Fumu están creciendo bien. Como la reserva está llena, gracias a los riegos del canal de agua, la sequía no ha influido demasiado en los cultivos.” – observó Isaac.
“Sí, es todo gracias al trabajo duro de todos.” – contestó el alcalde.
Escuchando al jefe de la aldea, Isaac analizó el acueducto con sus ojos. No podía imaginar el esfuerzo que habían debido hacer para construir ese intrincado canal de agua hacia la aldea. Un profundo respeto estalló en su corazón. Los residentes de ese pueblo eran menos de cien, y el número de personas que podían ser asignadas para cavar el canal era aún menor. Cuando vio la situación de la comida, prácticamente inexistente en la casa del alcalde, no podía dejar de imaginar cómo sería posible ese trabajo a nivel de ingeniería pública.
Bueno, la verdad era que todo había sido posible por la gran cantidad de comida y herramientas que Kazura les había facilitado. Eso había hecho que el trabajo progresara suavemente. Pero Isaac desconocía ese factor por completo.
“Todo el mundo… Realmente está haciendo lo mejor… Entonces, sobre el tema del tributo de los cultivos en dos meses, después de ver que la perspectiva para las cosechas es sombría, deberéis hacer el tributo con madera, como la vez anterior.”
Isaac, observando el acueducto, cambió su punto de vista. A pesar de que sus preocupaciones sobre la escasez de agua se habían disipado, después de ver el acueducto sabía que los cultivos no iban a crecer de forma instantánea. Isaac sentenció que toda la aldea padecía una grave escasez de alimentos, por lo que pudo comprobar en la casa del jefe, así que decidió que esta vez la tasa de tributo iba a ser con madera en vez de cultivos.
“Como parece imposible proveernos con la misma cantidad de madera que la vez anterior, ¿qué te parece si cambiamos la cantidad por ocho décimas de la última vez?” – dijo Isaac.
“Lo entiendo. Esta vez, el tributo solo será de ocho décimas del tributo anterior. Definitivamente lo voy a aceptar.” – asintió Varin.
Isaac escuchó la respuesta y sonrió.
“Entonces volveré dentro de un mes para confirmar la situación. Sin embargo, podría haber una situación difícil en el futuro, así que espero la mejor cooperación de todos en este pueblo.” – dijo Isaac mientras estrechaba firmemente la mano del alcalde.