Arco 1 Capítulo 6
Lluvia afortunada
Traducido por Tars
Corregido por DaniR
Editado por AMarauder
Corregido por DaniR
Editado por AMarauder
La aguja en el reloj de Kazura apuntaba a la una cuando finalmente terminaron de dar las raciones de emergencia y los aldeanos se dividieron para ayudar con la limpieza y clasificar el arroz y la sal. Mientras trabajaban con relativa tranquilidad, Kazura llevó una propuesta al jefe de la aldea y a Valetta.
“¿Una oración para que llueva?”
“Sí, estaba pensando en hacer un acueduc… Un camino para que el agua pueda fluir desde el río, pero mientras lo hacemos, los campos seguirán secos. Podemos recoger el agua con cubos, pero hay demasiado terreno para que sea viable. Así que he pensado en tratar de hacer que llueva.”
“Hmm, hemos dado ofrendas y rezado por la lluvia a nuestro dios Suipsior, pero por ahora no ha considerado oportuno enviarnos la lluvia. Um… ¿Estará bien a pesar de eso?” – contestaban a su propuesta mientras que tanto Valetta como el jefe de la aldea ponían una expresión ligeramente perturbada.
“¿Eh? No hay problema, es un método antiguo que conozco para orar por la lluvia.”
Kazura había entendido que para Valetta su ‘¿Estará bien?’ significaba, ‘Aunque lo hagamos bien no va a pasar nada’. Pero la realidad era que esa explicación, y lo que estaba en la mente de Valetta, era tan diferente como el cielo y la tierra.
“¿Es así…? Si no pasa nada, lo siento, pero por favor, hazlo. ¿Hay algo en lo que podamos ayudar?”
“Sí, el método que conozco requiere una gran cantidad de leña o algo que se pueda quemar. Necesitaré al menos dos o tres casas repletas de madera, ¿se puede conseguir?”
Valetta y el jefe de la aldea pensaron un rato sobre la petición de Kazura y, al terminar, se miraron y asintieron.
“Hace tiempo que tenemos algunas casas abandonadas. Si las derribamos, creo que deberíamos obtener madera suficiente.”
“Es así… Ya veo. Solo puedo pediros ayuda para desmantelar esas casas.” – respondió Kazura. Seguramente esas casas habían pertenecido a los aldeanos que habían muerto en la última guerra o con la actual hambruna. Aunque sentía que no era bueno pedir que tiraran sus casas, al final era algo que beneficiaría a los aldeanos.
“¿Hay algún lugar donde podamos encender el fuego y no estar preocupados porque las cenizas prendan los alrededores?”
“Para eso podemos usar mis campos, últimamente no han recibido mantenimiento y los cultivos ya se han echado a perder. No importa si se queman.”
Con esas palabras, todo estaba resuelto y solo quedaba hacer una verdadera oración para atraer la lluvia. Por supuesto no era una simple oración a los dioses, sino algo que tenía una base científica. El polvo se acumularía en las corrientes de aire creadas por las llamas, desestabilizando así la atmósfera. Con ello, llegaría la lluvia. Esta era la base detrás del fenómeno cuando caía un fuerte chaparrón después de un gran incendio.
Había escuchado muchas historias sobre la segunda guerra mundial en las que sucedían esos fenómenos en los frentes donde estaba estacionado el ejército imperial. Por ello, pensaba que también podría suceder aquí. No era una situación desesperada donde el cielo era de un color azul claro sin nada más, sino que también había unas pocas nubes ligeras, por lo que pensaba que podría funcionar.
* * *
Cuatro horas después, los aldeanos habían derribado varias casas vacías y las habían acumulado formando una pira. No había árboles ni casas cercanas, por lo que no tenían que preocuparse de que el fuego se descontrolara.
“Bueno, hagamos una ceremonia para que venga la lluvia. Aunque en realidad solo es cuestión de encender el fuego y esperar a que caiga la lluvia. Por lo tanto, si no os queréis quedar a verlo, podéis volver a casa.” – mientras decía esas palabras, sacó un encendedor de su bolsillo y prendió un poco de paja.
Cuando los aldeanos lo vieron, se formó una pequeña conmoción y multitud de murmullos se podían escuchar entre los aldeanos.
“Como se esperaba del Señor Kazura.”
Aunque no podía dejar de pensar en por qué siempre añadían el Señor a su nombre, por ahora siguió fingiendo que no oía nada.
Cuando tiró la paja hacia la madera, prendió de inmediato y pronto se formó una llama enorme. Todos los que se encontraban alrededor de la hoguera terminaron retirándose más lejos por las fuertes llamas y se sentaron observando el fuego.
‘Dije que haría llover sin pensarlo mucho, pero me pregunto si va a funcionar. No es como si fuera a pasar sí o sí, por muchas historias que haya escuchado sobre esto.’ – pensó Kazura tras apartarse y sentarse no muy lejos para controlar el fuego.
Aunque ya era demasiado tarde, a medida que pasaba el tiempo se fue arrepintiendo de haber dicho esas palabras con tanta confianza. Probablemente se sentía demasiado orgulloso tras haber llegado a otro mundo y ver el asombroso efecto de las bebidas energéticas y la cara de felicidad de los aldeanos tras dar las raciones de emergencia. Parecía que iba a terminar avergonzándose a sí mismo si no funcionaba.
‘Puede que sea demasiado tarde…’
“Señor Kazura.” – dijo Valetta desde la espalda de Kazura, que estaba sudando profusamente. – “¿Puedo sentarme a tu lado?”
“Por favor, será un placer.” – respondió Kazura.
“Muchas gracias.” – añadió Valetta sentándose a su lado y observando las llamas en silencio. Viendo su cara, estaba claro que no tenía ninguna duda de que la lluvia no tardaría mucho en caer.
‘¡Aaaah! Mierda. Hice una promesa tan decidido sin estar preparado.’ – pensó estando cada vez más arrepentido, tras echar una mirada de reojo a Valetta.
Pero, incluso mientras se lamentaba, no podía dejar de orar en su corazón mientras observaba la columna de humo que se elevaba al cielo.
‘Por favor, que caiga la lluvia, por favor.’
“Señor Kazura.” – dijo Valetta mientras continuaba mirando las llamas empezando una conversación.
“¿Sí?” – respondió Kazura mientras miraba hacia el cielo y continuaba rezando en su corazón.
“Señor Kazura, ¿por qué has venido a nuestro pueblo?”
“Si me lo preguntas… Supongo que porque vives cerca de mi casa.” – respondió con su cabeza completamente ocupaba pensando en la lluvia. Había terminado dando una respuesta sin pensar.
“Es por eso… Pero, aunque vinieras por casualidad, has salvado a mucha gente. Realmente te lo agradezco.” – dijo Valetta tras mirarlo directamente por un rato con una sonrisa.
“¿Eh? Ah, no, no, me alegro de poder ser de ayuda… Ah, maldición.”
En ese momento, Kazura se dio cuenta de su metedura de pata respecto a contar los detalles de cómo había llegado hasta aquí. La verdad era que después de las explicaciones que había dado a las primeras personas que se había encontrado, ‘me he perdido’ y ‘he llegado a esta aldea’, lo que acababa de decir a Valetta era completamente incoherente. Pero ya era demasiado tarde, ahora que ya había admitido que su hogar estaba cerca, su endeble mentira había quedado totalmente expuesta. Aunque se puso en guardia esperando las preguntas que le podían hacer, las preguntas nunca llegaron. Valetta no preguntó nada más, así que se relajó y continuó mirando el fuego. Echando miradas de reojo de vez en cuando a Valetta, tenía ganas de preguntarle si no iba a decir nada más, pero al final no se atrevió a agitar el avispero. A cambio, decidió hablar sobre el resultado de la oración a la lluvia.
“Hmm, Señorita Valetta.”
“¿Sí?” – respondió Valetta volviéndose hacia Kazura al escuchar su nombre.
Ya no tenía la sombra del cansancio en su rostro, tal vez debido a la bebida energética que había bebido por la mañana o a las gachas del almuerzo. Ahora su expresión se veía llena de vitalidad y vigor. Su rostro, iluminado por las llamas rojas, hacía que fuera una escena cautivadora.
‘¡Aah! Esta chica es realmente una belleza.’ – pensó encantado de manera espontánea.
“Debería haberte dicho esto antes de comenzar con todo esto, pero, aunque es cierto que este método tiene muchas probabilidades de hacer que llueva, no es seguro. Por lo tanto, si no funciona… Me disculpo de antemano.”
Mientras Kazura se disculpaba, Valetta mostró una expresión ligeramente sorprendida, pero al momento mostró una amplia sonrisa.
“Como dicen las leyendas, nuestro Dios Suipsior tiene un carácter caprichoso, por lo que no pasa nada. Todos en el pueblo entienden eso.”
“¿Señor Suipsio…? Hmm, ¿el dios del agua?”
“Está bien. Pero si la petición del Señor Kazura no funciona, supongo que será que el dios Suipsior está realmente de mal humor…” – dijo Valetta dejando escapar una pequeña risita y haciendo que Kazura pusiera cara de duda.
El nombre de Suipsior salió cuando estaban discutiendo sobre la oración a los dioses con el jefe de la aldea y con Valetta.
‘¿A qué se refiere si es una petición mía?’
“Hmm. ¿A qué…?” – empezó a preguntar Kazura cuando algo cayó suavemente sobre su mejilla. Sorprendido, miró hacia el cielo y pudo ver cómo nubes negras aparecían de la nada. Tras varios segundos, grandes gotas de lluvia caían hasta donde llegaba la vista.
“Llu… ¡Lluvia! ¡Está lloviendo!”
“¡Increíble! ¡Es gracias al Señor Kazura!”
En medio de una lluvia torrencial, como una tormenta de verano, los aldeanos estaban hablando los unos con los otros, alabando a Kazura.
“Realmente llueve…” – murmuró mientras miraba estupefacto cómo lloraba el cielo.
“De verdad, un caprichoso.” – dijo en voz baja Valetta mientras miraba el cielo a su lado.
* * *
Más tarde.
Habiendo experimentado personalmente que la lluvia caía después de un incendio, Kazura informó de la situación de la residencia por teléfono con una cierta dramatización después de regresar a Japón.
“Hubo un incendio cerca de la casa el otro día, pero la lluvia cayó justo después. ¿Es cierto que llueve tras un incendio?”
“Bueno, eso fue una coincidencia. ¿No hubo un incendio forestal en América y no llovió durante varios días, haciendo que el incendio fuera cada vez más grande? E incluso si no fuera una coincidencia, debe haber sido una inestabilidad atmosférica para hacer que se formen nubes con lluvia.”
Al escuchar la respuesta, Kazura se estremeció involuntariamente tan fuerte que terminó dejando caer el teléfono.