jueves, 7 de febrero de 2019

TBATE Capítulo 3

Capítulo 3
Ventaja
Traducido por Thornapple
Corregido por DaniR
Editado por Tars

Punto de vista de Alice Leywin: Arthur debe de ser el bebé más adorable del mundo, pero no digo esto porque sea una madre condescendiente. No. Con su alborotado pelo castaño y sus ojos juguetones que irradian una luz azul en su mirada, lo hacen parecer a veces… Inteligente. No, no, ya te he dicho que no soy una madre condescendiente. Planeaba ser una madre estricta y justa. No podía confiar ni un poco en mi esposo para enseñarle a Art sentido común. ¡Por el amor de Dios, intentó enseñarle a pelear a mi bebé cuando apenas podía gatear! Y si no ponía atención en él, sabía que este pequeño pillo se volvería igualito a su padre. Tan pronto logró gatear, me sentí tan orgullosa que estaba a punto de llorar, pero lo que no sabía era lo problemático que se volvería tras empezar a moverse. Puedo jurar que en el momento en que apartaba mis ojos de él, aprovechaba para escabullirse en la biblioteca. Eso era raro, ya que incluso le habíamos comprado muchos animales de peluche y juguetes de madera para que jugara, pero siempre terminaba yendo a la biblioteca. Al menos, en eso era justo lo opuesto a su padre, ya que Reynolds siempre evitaba los libros tanto como el periódico. Decidí ir de compras dos veces a la semana, al ver lo emocionado que se ponía cuando íbamos a la ciudad. No, no, te digo que no soy una madre condescendiente. Esto es solo para que aprenda del mundo exterior y para tener comida fresca. Sí ja,ja… Solo era eso. Parecía interesarse en un montón de cosas. Nunca podía cansarme de ver su cabecita, que no parecía apropiada para su pequeño cuerpo, girando de izquierda a derecha mientras intentaba tomar todas las cosas a su alrededor; y parecía particularmente interesado en las prácticas de su padre. Reynolds en su época había sido un aventurero bastante competente. Había alcanzado el rango B a la edad de veintiocho años lo cual era un ascenso realmente rápido. Para adquirir el rango E, el cual era el rango más bajo, requería que realizaras una prueba para evitar que los impacientes adolescentes fueran ignorantemente directo a su muerte. En cuanto a los rangos más altos, solo había visto un par de aventureros rango A cuando trabajaba en el gremio, y nunca había sido capaz de ver uno de rango S, asumiendo que realmente existen. En el Gremio de Aventureros, o como lo llamábamos el Salón del Gremio en Valden, pude ver a muchos de esos adolescentes impacientes. Y podría jurar que no me sorprendería si salieran volando si sus egos se le subían a la cabeza. Al menos eran ambiciosos. Una vez, me encargaron supervisar una prueba práctica básica, donde el examinado debía simplemente demostrar las capacidades básicas de la manipulación del maná, pero antes de que empezará la prueba, el chico se cayó de espaldas porque la espada que llevaba era demasiado pesada. Hablando de cabezas huecas, de seguro Reynolds debió ser igual que ellos. En el momento en el que me vio en el Salón del Gremio, quedó boquiabierto y se quedó embobado mirándome hasta que el tipo que tenía atrás le dio un codazo para que se apresurara. Rápidamente limpió su baba y murmuró: “H…Hola… ¿Podría cambiar es-estos objetos por una misión?” Ante sus palabras, solo pude soltar una risita tras ver que se había puesto rojo como un tomate de vergüenza. Después se las arregló para reunir el coraje para invitarme a salir y desde ese momento comenzamos a llevarnos bien. Incluso ahora, cuando me mira con sus azules ojos caídos de cachorrito, no puedo evitar sonreír. De alguna forma, Art había terminado con nuestros rasgos más característicos, haciéndolo mucho más adorable. Deberías verlo cada vez que le cambio pañales. No sé porque, pero siempre se sonroja y se cubre la cara con sus pequeños deditos. ¿Acaso los bebés de su edad podían avergonzarse? El siguiente hito en mi diario del bebé, que es absolutamente para fines académicos y no porque sea una madre condescendiente, fue cuando dijo por primera vez “ma-má”. ¡Había dicho mamá! Le pedí que lo dijera una y otra vez, solamente para asegurarme que no había escuchado mal. Reynolds estuvo de mal humor todo aquel día porque Art había dicho “ma-má” en vez de “pa-pa”. Ja, ja. ¡Gané! El resto del año transcurrió tranquilamente con mi hijo a mi lado donde quiera que fuera y frecuentemente después de la cena iba a observar por la ventana a su padre cuando practicaba. Estaba contenta porque Reynolds se había rendido en cuanto a volver a ser un aventurero, y en cambio tomó un puesto de guardia en un lugar cercano al nuestro. Si fuera un aventurero podría conseguir más dinero, pero no saber si iba a volver a casa, era algo que no valía ningún dinero extra. Mucho más aún después de aquel incidente… Para nuestro alivio, el pequeño Art nunca se enfermó, pero muchas veces, pude encontrarlo sentado con sus ojos cerrados. A primera vista, creí que tenía problemas para hacer sus necesidades, pero después de revisarlo un par de veces, no parecía que fuera eso. Qué extraño, no sabía qué hacer. Creía que los bebés de su edad debían ser energéticos y caprichosos, pero después de sus escapes a la biblioteca, parecía que pasaba mucho tiempo sentado, como si se concentrara. Al principio estaba preocupada, pero, esto solo ocurría un par veces al día, duraba un par de minutos solamente, y después de hacerlo Art parecía extrañamente feliz. La forma en que me miraba y levantaba sus brazos hacía que me dieran ganas de comerlo. ¡Ejem! Pero no es que sea una madre condescendiente. Punto de Vista de Arthur Leywin: Han pasado casi dos años desde que había hecho mi primer complicado viaje a la biblioteca. Había estado desde entonces intentando reunir los pequeños fragmentos de maná dispersos en mi cuerpo e intentado formar un núcleo de maná. Déjenme decirles que esto era una ardua y lenta tarea. Me sería mucho más fácil aprender a caminar con mis manos y comer con mis pies que intentar formar un núcleo de maná con este maldito cuerpo. Ya entendía por qué en el libro decía que tardaría al menos hasta la adolescencia para que una persona ‘despertara’. Si dejaba que las partículas de maná en mi cuerpo se movieran por si solas, les tardaría al menos una década para que se atrajeran entre sí para formar algo parecido a un núcleo de maná. En cambio… La ventaja de tener la mentalidad de un adulto implica que tengo la capacidad cognitiva de reunir las partículas de maná. Esto era algo que había hecho en mi antigua vida durante la escuela, donde te enseñaban durante la infancia cómo controlar el ki. Esencialmente, es poder sentir el ki, o maná ahora, dentro de tu cuerpo e intentar reunirlo cerca del plexo solar. Si las dejaba solas, las partículas eventualmente se atraerían por si solas de todos modos, pero hablando en sentido figurado solo estaba agarrando las plumas y juntándolas en un saco en vez de esperar a que cayeran solas. Mi rutina diaria consistía en intentar gastar la mayor cantidad de energía que me fuera posible, en reunir mi maná mientras que intentaba evadir las sospechas de Madre y Padre. Mi padre creía que lanzar a un niño en el aire era algo divertido. Entiendo que a ciertas personas le gustaba el efecto de la adrenalina, pero cuando usaba maná para reforzar sus brazos y me lanzaba como si fuera un proyectil de alta velocidad, lo único que sentía era náuseas y un miedo atroz a las alturas. Mi madre, afortunadamente, tenía mano dura con mi padre, pero a veces también me asustaba. A menudo la atrapaba mirándome, medio-babeando, como si fuera una especie de trozo de carne de primera calidad. Intenté adaptarme a mi cuerpo hablando solo oraciones muy simples. La primera vez que dije “ma-má” para hacerle saber que quería más comida, casi se echó a llorar de felicidad. Había pasado mucho tiempo desde que no sentía este tipo de amor maternal. Desde entonces me limité a decir lo justo, sin necesidad de gramática. Aparte de eso, el ritmo de mi entrenamiento era lento y agotador, pero tenía una gran ventaja en comparación a los demás, por lo que no tenía quejas. Estos dos años no los había desaprovechado, ya que finalmente logré reunir todo mi maná en mi plexo solar y mientras intentaba formar mi núcleo de maná… ¡BOOM!