Arco 3 Capítulo 20
Sentimiento verdadero y fachada
Traducido por Kasahara
Corregido por DaniR
Editado por Tars
Corregido por DaniR
Editado por Tars
Emitiendo un sonido de ‘knack-knack’ cada vez que sus botas de cuero rozaban contra el suelo, Isaac caminaba por uno de los pasillos de la residencia del señor Narson. Como siempre, el mensajero vestía la misma prenda de armadura de cuero ligero, pero en vez de la espada que solía llevar, ahora sostenía un brillante ramo de flores amarillas entre sus manos como si fuese algo verdaderamente importante.
Tras caminar un rato, alcanzó su destino delante de una puerta. El chico, que comenzó a ponerse nervioso, exhaló un profundo suspiro. Los rayos de sol que escapaban a través de la ventana abierta deslumbraban y a veces, podía sentir una corriente de aire acariciándole. Mientras esa maravillosa brisa le golpeaba, cerró sus ojos.
‘Señor Ormasior, por favor, dame coraje.’
El chico susurró una plegaria al Dios de la Guerra en el que creía, y después abrió sus ojos de nuevo.
‘Ugh, ¿por qué estoy tan exaltado? Quizá sea porque es la primera vez que nos vamos a ver después de cuatro años...’
Isaac colocó su mano en el pecho, que golpeaba fuertemente en contra de su voluntad y tomó aliento de nuevo. Acicaló su corta y rubia melena con las manos y diez segundos después, ya habiendo recuperado el aliento, se animó a si mismo con un ‘¡Puedo hacerlo!’. Entonces, abrió lentamente la puerta que tenía delante.
* * *
“Ahhh, en serio, ¡ese payaso es insoportable! Está bien que me haya hecho un regalo, pero ¿por qué debo escuchar todo su discurso? No quiero, ni siquiera aguanto un segundo más, no voy a casarme con ese mercader. Simplemente no lo entiendo.”
Bajo la sombra de un árbol, en un rincón del patio bien cuidado en la residencia de Narson, podía verse a una niña de unos quince años descansando su cabeza sobre una mesa. Junto a la chica, le acompañaba una joven criada cuya cara resaltaba por sus pecas.
La chica gimoteaba y gruñía irritada. La adolescente estaba completamente rodeada por los arbustos del jardín que llegaban a la altura de su cabeza, por lo que su lánguida postura a penas se podía apreciar desde fuera. La chica lucía un traje de alta costura de color blanco, con volantes. Su larga melena de color castaño oscuro fluía suavemente con la brisa, desprendiendo un hermoso brillo. Su rostro estaba bien proporcionado; sus ojos alargados y hendidos eran impresionantes. Sin lugar a dudas, se convertiría en una hermosa y espléndida dama que atraería la envidia de muchos. Sin embargo, ese precioso rostro se había distorsionado por la irritación. Sus zapatos de cuero de alta calidad golpeaban la mesa donde se había recostado, emitiendo un sonido intenso y fuerte. Al patear la mesa, las copas de cobre que se encontraban encima de ella respondieron con un sonido estridente.
“Pero, señorita Liese, si realmente te disgusta tanto esto, ¿por qué no rechazas los regalos y les dices a los demás que no tienes ninguna intención en contraer nupcias?”
La sirvienta, que ahora lucía una expresión fatigada, comenzó a dirigirse a la muchacha que seguía pataleando en la mesa. Liese giró su cara y miró severamente a su doncella.
“Voy a decirte algo, Ayla. Si realmente hiciera eso, ya no tendría mis regalos, ¿verdad? Me quedaré con todos los obsequios que esos estúpidos comerciantes y otros hombres han traído con todo su esmero, y luego evitaré cualquier conversación sobre el matrimonio con charlas vacías y sonrisas amistosas, mientras les adulo un poco. Después de eso, volverán a traerme más cosas. Si, en cambio, rechazo cualquier proposición, la gente comenzará a cuchichear que estoy interesada en Isaac. Mi señor padre desea que me case con él, y si tiene alguna oportunidad, seguramente lo acabará haciendo realidad.”
La doncella suspiró en el fondo de su corazón, mientras se inclinaba en una leve reverencia para pedir disculpas. Liese y Ayla solían tener este tipo de conversaciones, así que la doncella ya sabía que no tenía que seguirle la conversación, como si fuese un mueble más. Pero si no respondía nada, Liese se enfadaría con ella, por lo que simplemente le hacía compañía sin poder expresar su opinión, escuchando sus quejas.
La adolescente siguió gimoteando y refunfuñando, hasta que de pronto escuchó en la distancia el sonido de la puerta que conducía a la entrada del patio. La chica reaccionó sobresaltada a ese sonido y rápidamente corrigió su postura encorvada y arregló sus prendas. Luego tomó una taza de la mesa y bebió de ella con elegancia.
“Buenos días, señorita Liese. ¿Puedo entrometerme en tu hora del té?”
Su expresión de irritación desapareció por completo; Isaac venía de un lugar que estaba a cuarenta y cinco grados de Liese, que ya estaba a la espera y bien colocada. La chica puso la taza sobre la mesa cuando Isaac salió de detrás de los arbustos del jardín, saludándola mientras sonreía débilmente.
“Ah, sí. Los árboles están tan verdes y hermosos que me entraron ganas de tomarme el té mientras contemplaba el paisaje, así que le pedí a Ayla que lo preparase todo. ¿Deseas unirte, Isaac?”
Invitado por Liese, Isaac parecía lamentarse desde el fondo de su corazón.
“Me siento muy honrado de ser convidado, sin embargo, voy a tener que viajar para inspeccionar la nueva fortaleza en construcción junto a la frontera de Balveil. Aunque aprecio la invitación con gran alegría.”
Liese ya sabía por su padre que Isaac iría hoy a examinar la fortaleza.
“Sí, lo sé.”
La chica murmuró suavemente mientras miraba a Isaac, después colocó su mano en su boca haciendo un gesto de sorpresa.
“Oh, eso está muy lejos... El otro día ya fuiste a inspeccionar un pueblo muy lejano... ¿Y hoy irás a supervisar la fortaleza? Mi padre es demasiado duro con sus hombres...”
“Sí, creo que tienes razón, pero aunque siga siendo una persona inexperta, se me ha encomendado registrar el fuerte, y estoy muy feliz de poder hacerlo. No obstante, será una tarea algo complicada, pero pienso que así ayudaré al señor Narson; lo haré, aunque sea difícil.”
Isaac se explicaba con un gesto de verdadera felicidad en su cara, Liese lo contemplaba sin expresión en su rostro.
“Gracias.” – contestó la chica a Isaac con una sonrisa.
Hasta entonces, el muchacho estaba siendo preso de sus propios nervios, sin embargo, fue capaz de alguna manera de mantener una conversación normal; pero después de contemplar esa sonrisa, su rostro se sonrojó inmediatamente y desvió la vista hacia los alrededores para calmarse.
“N… ¡Nooo! Umm, creo que estarías encantada de recibirlo así que te he traído esto.” – dijo el chico mientras le mostraba el ramo de flores amarillas.
“Oh, ¡Es un ramo precioso! Muchas gracias, señor Isaac.”
Liese recostó el ramo sobre su pecho como si fuera algo muy valioso, y después respondió al chico con una risita. La cara de Isaac, al haber recibido otra sonrisa de la chica, se puso todavía más roja.
“¡No! ¡Es un honor verte tan feliz! Pues bien, con esto, me disculpo.”
Tras hacer una profunda reverencia, Isaac salió rápidamente del patio. Liese se quedó contemplando la espalda del muchacho mientras se alejaba, y cuando éste desapareció de su vista, le entregó el ramo a Ayla.
“Ayla, usa la mitad de esto para decorar mi habitación. La otra mitad te la voy a regalar... Espera un momento, ¿por qué tus ojos me miran como si hubieras estado viendo algo lamentable?”
Después de entregar el ramo a su doncella, quien miraba hacia la puerta por donde Isaac se había marchado, Liese se levantó de su silla para estirarse.
“Ah, estoy cansada. No hay más reuniones programadas por hoy.”
Liese suspiró aliviada. Después sacó tres gemas azules atadas entre sí con la misma forma.
“Bueno, venderé dos de estas en la ciudad, después usaré el dinero para mis cosas. Ayla, si quieres alguna cosa dímelo, lo compraré para ti.”
“Liese, creo que el señor Isaac es una persona realmente maravillosa. ¿No te gusta como posible marido?” – preguntó la criada mientras movía sus ojos entre el ramo y la muchacha.
La chica hizo un pequeño suspiro y después de mirar hacia la puerta por donde Isaac había salido, comenzó a hablar.
“Ah, cierto. Creo que es un chico maravilloso. Tiene cara de buena persona, es amable y hace bien su trabajo... Creo que si me casara con él, me cuidaría. Pero entonces... Perdería mi libertad.”
“¿Por qué dices eso?”
“Él también llegó a esa conclusión conversando con mi padre. Si me casara con él, formaría parte de la casa de Estelle, por lo que ya no podría tener esta vida llena de lujos, ¿verdad? Aunque no quiero gastar el dinero como si fuese agua, vivir una vida modesta como Padre o Madre por el resto de mi vida... Lo siento, pero no me veo capaz de hacerlo.”
“...”
* * *
Mientras tanto, tras abandonar la zona de comercio en las afueras de la ciudad para vender los gusanos de Arcadia a un precio más alto, el grupo de Kazura llegó a la zona comercial del centro de la ciudad. Durante el paseo hacia el centro de la urbe, los edificios que les rodeaban cada vez eran más impresionantes. Había bastantes construcciones de al menos tres pisos de altura, incluso grandes bloques en forma de templo. Las personas que iban y venían por la calle vestían magníficos atuendos, a juego con la calidad de los edificios; se podían ver guardias por todas partes.
Kazura y sus acompañantes miraban alrededor sin descanso para encontrar una tienda de comestibles. Al localizarla, entraron en ella. En el interior del establecimiento, al igual que en las tiendas de comestibles de los anteriores distritos comerciales, había muy pocos alimentos. No solo el precio era muy elevado, sino que también eran más caros por ser un local de clase alta.
“Bienvenidos. ¿Necesitan alguna cosa, señores?”
Cuando entraron, les recibió rápidamente un hombre de mediana edad que salió del interior de la tienda. Las ropas que vestía parecían bastante caras.
“No, solo hemos venido para vender gusanos de Arcadia, ¿te gustaría comprar algunos?”
“Oh... ¿Gusanos de Arcadia? Últimamente cuesta mucho encontrarlos...”
Valetta sacó una bolsa con los insectos para enseñárselos al tendero. Tras confirmar lo que había dentro, el hombre sacó uno de los gusanos y lo golpeó suavemente. Parecía que quería comprobar su tamaño.
“Hmmm. Compraré este por 8 y este otro por 15 Ar, ¿qué os parece?”
Era lo esperado de una tienda que vendía ingredientes de alta calidad. Comparando la oferta con la de la anterior tienda, que solo podía comprarlos por 12 Ar, este local ofrecía un poco más.
“Hmm... Bueno, 15 Ar... ¿Podrías comprarlos por un precio más alto?”
“Lo siento, pero el límite está en 15 Ar.”
Valetta pensaba que sería un desperdicio venderlos en la primera tienda después de tener tantos problemas para llegar hasta allí. Ella no tenía nada que perder, pero parecía que el tendero no estaba dispuesto a ofrecer más. La chica le comentó que iría a ver qué ofrecían otras tiendas, y después de guardar el insecto en su bolsa, salió del establecimiento.
“Entonces... ¿Deberíamos ir a otro sitio?” – preguntó Valetta.
“Um, tengo una proposición que hacerte. Mientras tú vas a vender los insectos, ¿qué tal si yo voy a comprar los clavos? Así ahorraríamos bastante tiempo.” – sugirió Kazura.
Como Kazura comprendía que los gusanos de Arcadia podían venderse un poco más caros en esa zona, se ofreció con entusiasmo para ir a otra tienda. Pero la chica le miró con una expresión incómoda.
“Todo saldrá bien. Dado que las otras tiendas tenían los precios puestos en los tableros, creo que no van a venderse a un precio irrazonable.” – dijo Kazura.
“¡Yo también iré, así que estaremos bien!” – exclamó Myra.
Valetta sonrió tras mirar a Kazura y Myra, quien sonreía y miraba a la chica con un gesto de súplica.
“Bueno, muy bien. Entonces, conseguid los clavos. En cuanto al dinero...”
“Ah, no tienes que preocuparte por eso. He traído algunos productos de mi país para venderlos aquí.”
Valetta intentó sacar la bolsa con el dinero que habían conseguido al vender la leña, pero Kazura le mostró unas mercancías que traía dentro de su bolsa. La chica miró a Kazura y la bolsa que llevaba. Luego se sintió incómoda al pensar en qué tipo de bienes vendería. Le preocupaba que Kazura vendiese algo escandaloso y fuera de lugar.
“Entiendo. Pero por favor, llévate el dinero por si no es suficiente. Creo que el paquete de cien clavos puede costar unos 40 Ar.”
“De acuerdo.”
Después de decir eso, Kazura vio a Valetta un poco apagada, mientras se dirigía hacia otra tienda. Recorrió la plaza en busca de un local que tuviese la apariencia de una tienda que vendiese de todo y, después de encontrarla, entró dentro agarrando de la mano a Myra.
* * *
“Buenos días, disculpe. Tengo algo que me gustaría venderle.”
Kazura, que ahora estaba dentro de la tienda, llamó al tendero. Dentro del establecimiento había varios accesorios de madera con forma de animales, espejos de mano de cobre brillante bien pulido, y varios objetos más. Los objetos que vendían allí parecían ser un poco caros, como un collar con una gema de color verde turquesa y otras cosas. Cuando Myra se acercó al espejo de mano, corrió hacia él y alzó una voz. La niña estaba procurando no tocarlo, mientras contemplaba su vago reflejo en él.
“Sí, sí. ¿Qué tipo de cosas quieres vender?”
La dueña del local era una señora mayor, vestida con ropas elegantes. La mujer estaba sentada en una silla dentro de la tienda. En su mano sujetaba un libro de cuentas. Cuando Kazura la llamó, su mano dejó de escribir en él. Una sonrisa de buen corazón se esbozó en su rostro mientras comenzó a frotarse las manos, caminando lentamente hacia Kazura.
Dentro de la bolsa que Kazura traía consigo, había diez ocarinas de madera. Sacó dos y se las mostró a la tendera. Esos instrumentos hechos a mano los había conseguido en una tienda de Japón por 2,980 yenes cada uno. La superficie estaba barnizada, proporcionándoles un brillo precioso.
“¿Qué te parece esto? Me pregunto si te interesa.”
La anciana cogió una de las ocarinas. La miró detenidamente mientras su mano acariciaba la superficie para determinar su calidad.
“Umm, ¿cómo se llama esto? Tal vez no puedo recordarlo debido a mi edad... Ummm.”
“Esto es una ocarina. ¿Sabes lo que es?” – le preguntó Kazura a la señora, que miraba con sorpresa el instrumento en su mano.
“Ah... Sí. Esto es una ocarina. Olvidar cosas es bastante malo cuando te haces mayor. Je, je, je, je, je.” – respondió la anciana mientras se reía.
‘Entonces las ocarinas también existen en este otro mundo. Sabiendo esto no tengo que preocuparme por venderlas.’ – pensó Kazura.
Las había comprado por internet. La ocarina era un instrumento musical que había existido desde la antigüedad, así que, en realidad, estaba orgulloso de haberse decantado por comprar ese producto.
“Bien, me gustaría vender dos de estas ocarinas. ¿Por cuánto estás dispuesta a comprarlas?”
Cuando Kazura hizo su pregunta, la expresión de la anciana se tornó seria. La mujer acarició la ocarina mientras murmuraba durante un momento, y después abrió la boca amargamente.
“Las ocarinas que quieres vender tienen muy poca demanda actualmente. No importa cuánto brille la misteriosa madera con la que están hechas, pero un ornamento así de pequeño no es nada popular.”
La señora mayor dijo eso mientras seguía sujetando el objeto. Kazura pensó que la mujer no sabía para qué servía el instrumento.
“La ocarina no es un ornamento, es un instrumento musical.” – contestó mientras reía. Después colocó el objeto entre sus labios, para mostrarle cómo era su sonido. Escuchando ese tono, Myra, que seguía encandilada con el espejo de mano, corrió hacia Kazura.
“Guaa, es un sonido precioso... ¡Qué bonito!” – dijo mientras miraba al chico.
La señora mayor, que había escuchado el sonido de la ocarina, tenía los ojos abiertos como platos, pero Kazura no se dio cuenta hasta que paró de tocarla y sonrió hacia Myra.
“Sí, tú también puedes probar.”
Entonces le dejó la ocarina a la niña. Myra se llevó inmediatamente a la boca el objeto y emitió un silbido con dulzura. Kazura volvió a centrar su atención en la anciana, que les observaba complacida. Intentó disimular su cara de sorpresa sonriendo agradablemente, como antes, mientras se frotaba las manos.
“Oh, ¿eso es? La ocarina es un instrumento musical, ¿verdad? Pero, al igual que te dije antes, será difícil venderlo ya que no es tan popular... En primer lugar, ¿por cuánto quieres vender este objeto?”
‘¿Eh?... Umm... Bueno, veamos.
Escuchando a las palabras de la tendera, Kazura se cruzó de brazos y comenzó a rumiar. Como la leña que había traído del pueblo con todo su esfuerzo se había vendido por 62 Ar, no creía que fuera posible vender la ocarina a un precio alto. De todas maneras, por lo que la anciana comentó antes, el instrumento también existía en ese mundo. Pero a juzgar por la expresión de la señora, no era algo realmente caro. Kazura pensó que por el momento sería bueno venderlo ‘a ese precio’. Y esperanzado, abrió la boca.
“¿Qué te parece 20 Ar cada una?”
“¿Eh?”
Cuando Kazura sugirió el precio, pensando que sería imposible de conseguir, la señora mayor se sorprendió y estalló en un ataque de tos. Al ver la reacción de la anciana, Kazura se preguntó si el precio era demasiado alto y se corrigió inmediatamente.
“Ah, es mentira, ¡solo bromeaba! Venderé las dos por 20 Ar, ¿qué te parece?”
“Sí, ¿dos piezas por 20 Ar? Comprendo, voy a ir por el dinero, por favor, espera un momento.”
Al corregir el precio, la señora, nerviosa, se dirigió rápidamente hacia el interior de su tienda. Volvió enseguida con dos monedas de cobre.
‘Sí, esto son 20 Ar... Um... Pero no cubrirán el coste de los clavos.’
Kazura recibió dos monedas de 10 Ar y también le dio la ocarina. Myra resoplaba a la anciana. Kazura reconsideró el contenido de su bolsa. En cuanto a la anciana, acariciaba su nueva adquisición con una expresión encantada. Al ver la señora así, el chico se puso a pensar.
‘Me pregunto si realmente le gusta tanto la ocarina.’
Kazura pensaba erróneamente. Una vez más, miró hacia el interior de la tienda. Allí, varias gemas de colores vistosos llamaron su atención. Observó una pequeña gema que parecía un zafiro. La transparencia era de mala calidad y estaba mal trabajada. Tras darse cuenta de eso, abrió su bolsa y sacó un cordón redondo con un cristal rojo de dos centímetros de diámetro. Ese vidrio lo había comprado en la sección de regalos de una tienda de Japón. Sabía que había una tienda donde vendían varias gemas en paquetes. Había pensado que eso podría venderlo en el otro mundo y lo había comprado.
El cristal rojo (creía que se llamaba cuarzo rosa) lo habían cortado con una máquina, dándole la forma de una esfera perfecta. Tenía un color rosado transparente, era precioso. Sin embargo, tal vez porque lo habían producido en masa, el precio era muy barato. Cada gema le había costado 250 yenes.
“Umm... También quiero vender esto. ¿Qué te parece?” – dijo Kazura mientras mostraba el collar.
La mujer dejó la ocarina a un lado. Por alguna razón, sus manos comenzaron a temblar cuando agarró el cuarzo rosa.
“¡E-e-eehhhhh! ¡Lo compro!”
La anciana comenzó a mirar tan fuerte el cristal que daba la sensación de que se le iban a salir los ojos de las órbitas, y una amplia sonrisa se dibujó en su rostro. Kazura se sorprendió al mirarla, pero de nuevo se dio cuenta de que la señora comenzó a mostrar de nuevo su encantadora sonrisa, así que pensó que sus ojos le estaban engañando.
“Está bien. ¿Por cuánto lo comprarías?”
“Veamos... Esto es único. Bueno, pienso que unos 200 Ar.”
“¿200 Ar?”
200 Ar era un precio magnífico; Kazura alzó su voz inconscientemente y agarró de nuevo el collar. La señora mayor no paraba de mirar la joya con los ojos fuera de su sitio. Comenzó a entrar en pánico y empezó a hablar.
“Aaaa... ¡Me-me he equivocado! ¡¡¡Quería decir que lo compraré por 2.000 Ar!!!”
La anciana comenzó a gritar repentinamente, agarrando de nuevo el colgante; había empezado a exaltarse tras ver una joya así de bonita, jamás había visto una igual. La mujer había malinterpretado la exasperación de Kazura, pensando que a lo mejor había ofrecido un precio muy bajo. Y sin embargo, había sido culpa suya que el precio subiera, porque ella se había ofrecido comprarlo por 2.000 Ar. A partir de su rápida estimación, creía que podía venderlo fácilmente por más de 3.000 Ar. Por ello dejó escapar ese precio. En cambio, la anciana observó cómo Kazura dejaba caer su mandíbula, quedándose con la boca abierta. Después se dio cuenta de que había cometido un error impensable, poniéndose pálida de repente.
“Señor Kazura, la piedra de aquí pone que vale 1.200 Ar. Qué caro, ¿verdad?”
La anciana que todavía estaba en estado de pánico, quiso hablar para corregir el precio ofertado, pero de repente Myra se fijó en una gema del estante del interior de la tienda, comenzando a hablar de esa manera. Ya era demasiado tarde para corregir el precio. Kazura se dio cuenta y notó que la señora quería estafarle. Si pensaba en toda la conversación que habían tenido hasta ahora, no había ningún error en que ella hubiera desestimado la ocarina cuando se la había vendido. De todos modos, ese trato ya estaba hecho. También quería comprar el cristal rojo a un precio barato, aunque fuera más alto que el precio que había ofrecido previamente. Kazura dejó escapar un gran suspiro. Necesitaba reflexionar para no ser tan ingenuo. Renunció a las ocarinas, pensando que eso le había hecho ganar algo de experiencia.
“Aaah, entonces 2.000 Ar... No. ¿La comprarías por 2.500 Ar? Si no la quieres, puedo ir a ofrecerla a otra tienda.”
La señora mayor habría sacado mucho beneficio de ese objeto, pero desafortunadamente, había cometido un error intentando engañar a Kazura. Pero, aunque la comprase por 2.500 Ar, sacaría un beneficio decente. La anciana, maldiciendo su propia falta de tacto, dijo en voz baja:
“Por favor, vuelve pronto.”