Volumen 2 Capítulo 53
Evernatten V
Traducido por Tars
Corregido por Zura
Editado por Tars
Corregido por Zura
Editado por Tars
Era invierno. La nieve ya llegaba hasta las rodillas y los vientos eran helados.
Los soldados se reunieron en la cafetería para recibir su comida. Todas las personas que estaban desplegados en el castillo acudían aquí para comer y hablar entre ellas. La gente hablaba tan fuerte que era fácil escuchar y discernir toda la información de las distintas partes del castillo.
Desir y sus amigos estaban reunidos en un rincón de la ruidosa cafetería.
“Así que, después de todo, resulta que la señorita Romántica no está en este territorio.” – dijo Pram.
Ajest y Desir habían tomado una mesa entera para tener una conversación privada.
“Ella puede arreglárselas.” – dijo Desir, mientras agregaba un poco de sal a su sopa.
“¿No le preocupa en absoluto la señorita Romántica?” – preguntó Pram.
“Estoy un poco preocupado, pero tengo fe en sus habilidades.” – respondió Desir.
Ahora Romántica era una maga del tercer círculo y estaba ubicada en una posición completamente diferente a la de un mago promedio del segundo circulo.
Los magos del tercer círculo eran considerados la piedra angular de cualquier ejército y ella sería lo suficientemente fuerte como para poder manejar la mayoría de las situaciones con su nivel de fuerza actual.
“De todos modos, ya he sentido esto durante el examen de ingreso, pero Romántica es inteligente. Estoy seguro de que está progresando en la misión a su manera.” – continuó Desir.
La búsqueda seguía avanzando dentro del territorio de Evernatten, pero no se podía a encontrar a Romántica por ningún lado.
“Pero por si acaso, le he pedido al señor que envíe un jinete a los territorios cercanos. El Mundo de las Sombras no solo te coloca en un lugar al azar, sino que puedes aparecer en cualquier sitio cercano.”
Desir confiaba en que esto sería suficiente para localizar a Romántica.
“Eso es un poco más tranquilizador.” – respondió Pram.
La hora del desayuno estaba llegando a su fin. A medida que los soldados se levantaron y fueron saliendo uno por uno, la atmósfera dentro de la cafetería comenzó a calmarse.
“Entonces, ¿por qué nos pediste una reunión?” – preguntó Ajest, empujando su plato vacío.
“En realidad, descubrí cómo se resolvió la situación de los vagabundos históricamente.”
“¿Oh?”
La parte restante de la misión principal, los vagabundos.
Las orejas de Pram se alzaron y Ajest unió su brazo con el de Desir para escuchar con atención.
Desir comenzó a contar lo que le había ocurrido el día anterior. Ayer, cuando estaba ocupado trabajando en la oficina del gobernante de la región, Eyulan entró y recomendó la deportación de los vagabundos.
Pero una vez que el señor accedió a su expulsión, la progresión de la búsqueda disminuyó a pesar de decidir librarse de los criminales. Históricamente, esa fue la solución que encontró el señor para resolver la situación que tenía entre manos.
“Mira esto Ajest.” – dijo Desir cuando terminó de contar su historia. Procedió a sacar un pañuelo de su bolsillo para tendérselo a Ajest.
El material era pobre, pero el bordado era hermoso.
“Es un trabajo bastante bueno.”
“Una de las madres de los vagabundos lo hizo por mí, pero ni siquiera pueden venderlo. Tienen prohibido su acceso al mercado, simplemente por ser vagabundos.” – dijo Desir, negando con la cabeza. – “Ajest, ¿esto te recuerda algo? ¿La forma en que te miran como individuo, pero te juzgan como conjunto?”
“……”
Ajest y Pram inclinaron sus cabezas con curiosidad y reflexionaron sobre las preguntas por un instante, pero no consiguieron encontrar una respuesta.
Era imposible para Ajest, ya que solo lo entendería aquellos que habían sufrido en sus propias carnes la discriminación. Así que fue Pram quien levantó la mano.
Al verlo, Desir lo señaló para indicarla que hablara.
“¿Clase beta?” – dijo Pram con confianza.
“Eso es correcto.” – confirmó Desir.
Pram y Desir fueron de la clase Beta y podían recordar con claridad todos los prejuicios y la descremación que sufrieron de primera mano. Se les conocía como ‘plebeyo’ y no se les dio la oportunidad de recibir una educación adecuada.
“Hay personas…” – continuó Desir. – “Que ya han decidido que todos vagabundos son criminales solo porque son ‘vagabundos’ ¿No te recuerda eso al profesor Nifleka? Ya había decidido que todos los plebeyos eran incompetentes simplemente por su origen.”
“Bueno, eso es…” – dijo Ajest, pero al final se tragó sus palabras. Después de haber observado al profesor Nifleka de cerca durante más tiempo que el resto, sabía que era verdad.
“Si hay delincuentes dentro de los vagabundos, que sean castigados. Sin embargo, no puedo aceptar como se juzga al resto de la población en función de las acciones de unos pocos. ¿No podría decirse que la sociedad también tiene la culpa de llevarlos a una esquina y no darles una oportunidad?”
Ajest parecía haber sido golpeada en el estómago.
“¿Esto tiene algo que ver con la condición para completar la misión?” – dijo Pram, interviniendo en la conversación.
Desir asintió.
“Se puede decir que el problema de los vagabundos se puede resolver eliminando a los vagabundos. Sin embargo, el mundo de las sombras ha considerado que la decisión del señor es una ‘opción equivocada’. Creo que esto se debe a que esa decisión se basa en una mentalidad repleta de prejuicios.”
Desir no sabía el impacto que había tenido la elección de Wilheim Evernatten en la historia o por qué el Mundo de las Sombras había considerado esta elección como incorrecta. Solo podía hacer suposiciones con lo que había aprendido por ahora.
“Afortunadamente, la situación en este momento no es terrible ya que salvamos los suministros de alimentos y Evernatten puede aguantar por el momento. Dado que el problema con los barbaros está resuelto, no hay nada que amenace en estos momentos al territorio. Tenemos tiempo para pensar en una solución con cuidado.”
En la historia, el Señor había sido conducido a una situación en la que no tenía otra opción, pero ahora las cosas eran diferentes. Todavía tenían tiempo para encontrar una solución.
“¡Capitana!”
Era la voz de un caballero. Al oírlo, Ajest se dio la vuelta para ver a un caballero moviéndose en su dirección.
“Ah, el táctico también está aquí. Eso es bueno. Les insto a ustedes dos a que me sigan.”
“¿Qué ocurre?”
“Eso… Creo que deberías verlo por ti mismo.”
Desir, Pram y Ajest respiraban con dificultad mientras miraban desde lo alto de las murallas del castillo. El aire frío ardía en sus cansados pulmones, pero su corazón se aceleró todavía más cuando vieron la brillante bandera roja en la distancia.
“Esto es…”
Un mar de gente llenó su visión.
Una increíble cantidad de personas se arremolinaban ante las puertas del castillo: gente hambrienta, gente enferma haciendo ruidos lamentables. Todos miraban hacia el castillo con rostros desesperados. Todos eran vagabundos.
“¡Déjanos entrar!”
“¡Mi bebe se está muriendo! ¡Déjanos entrar! ¡Al menos dejad entrar al bebe!”
Las voces de los vagabundos se superponían entre sí, en una multitud que superaba con facilidad las 3000 personas. Desir y Pram se pusieron pálidos, incapaces de creer la horrible escena que tenían ante ellos. Este era un terrible giro de los acontecimientos.
Un sonido de disgusto se escapó de los labios de Ajest. No era solo el grupo de Desir el que estaba sorprendido, los soldados también fueron tomados por sorpresa y habían bajado la puerta del castillo, cerrando la entrada herméticamente. Era lo único que contenía al enjambre de vagabundos.
“¿De dónde vienen tantos vagabundos?”
“Como se ha formado esta situación…”
Normalmente, los soldados habrían aceptado a los vagabundos, siguiendo la política del Señor. Sin embargo, el actual número de vagabundos que se reunía ante la puerta era demasiado grande e hizo que los soldados entraran en pánico y cerraran la puerta de entrada nada más verlos.
En realidad, era el mejor curso de acción dada la situación actual. Si se le hubiera permitido la entrada a tal número de personas, la situación resultante hubiera sido aún peor. Sin embargo, Desir se quedó sin palabras cuando se enfrentó a un espectáculo como este de la nada.
“Esto… es mucho más peligroso.”
Aceptar a tal cantidad de personas vaciaría los almacenes de alimentos. El mar de vagabundos golpeaba las puertas en oleadas. La búsqueda parecía desafiar a Desir para que aceptara a tal cantidad de personas.
“¿Por qué no nos dejas entrar?”
“¡Dijiste que aceptarías a los vagabundos!”
“¿Por qué nos discriminas?”
“¡Abre las puertas ahora mismo!”
Las demandas de la gente eran cada vez más agresivas y se podían escuchar insultos de vez en cuando. Esas voces apuñalaban el corazón de Desir como agujas. La generosidad del Señor Evernatten ya se había convertido en un derecho en sus mentes y se enfurecieron porque se les negaba la entrada a la ciudad.
Mientras el grupo de Desir miraba con caras agitadas a la multitud, un mensajero enviado por el Señor se arrodilló a su lado.
“¿Qué dice el Señor?” – preguntó Desir al hombre.
“Dice que tomes la decisión, pero que le gustaría aceptarlos a todos.”
“Por supuesto que lo haría.”
Desir ya se había esperado esta decisión.
“Desir ¿De verdad vas a dejar entrar a toda esta gente?” – preguntó Ajest con incredulidad. – “El poco ‘orden público’ que hemos conseguido obtener se destruirá al instante. No, incluso si de alguna manera logro restaurarlo, ¿qué pasara con los suministros de alimentos? Aceptar a estas personas pondrá en peligro la supervivencia del territorio.”
La supervivencia de Evernatten.
Esa era el nombre de la misión principal y también la tarea que se les había asignado en estos momentos. Desir solo podía aceptar que la multitud de vagabundos eran su problema.
“Esperamos sus órdenes.”
Los soldados miraron a Desir, esperando instrucciones. En la actualidad, era la persona que tenía más autoridad. Pram y Ajest solo podían mirar su boca sin poder hacer nada. Los labios de Desir se apretaron por lo que pareció una eternidad antes de hablar.
“Abrid las puertas.”
Tan pronto como Desir habló, los soldados alzaron sus voces para transmitir su orden.
“¡Ordenan abrir las puertas!”
“¡Abrid las puertas!”
Las ordenes se extendieron con rapidez hacia el resto de soldados.
“Por favor, Ajest, intenta contenerlos por ahora.” – dijo Desir, volviéndose hacia Ajest.
“Déjamelo a mí…”
Ajest bajó los muros del castillo y ordenó a los soldados que crearan un camino para que entraran los vagabundos. Desir solo podía mirar la situación con los puños cerrados.
‘Hablé con arrogancia sobre cómo deberíamos darles a todos una oportunidad. Sin embargo, dudé cuando llegó el momento de aceptar a más personas.’
Había vacilado.
Realmente había dudado de la decisión de aceptar a todas estas personas. Ya sabía cuán abrumadora era la situación antes e inmediatamente pensó que no podía aceptar a más gente.
‘Maldita sea…’
La vacilación de Desir le hizo sentir patético. Saboreó la sangre de donde se había mordido el labio.
“Señor Desir” – dijo Pram, acercándose con una leve sonrisa.
“Lo siento, Pram.”
“No te preocupes. Siempre seguiré las decisiones del Señor Desir.”
“Te lo agradezco.”
El sonido de cadenas en movimiento llenó el aire cuando las puertas finalmente se abrieron. Los vagabundos comenzaron a llegar como una marea.
Gracias a la ordenes de Ajest, fueron canalizados a través del territorio de una manera ordenada. Pero una vez que la última persona ingresó dentro de la ciudad, apareció una notificación del sistema.
El progreso de la misión: Vagabundos ha disminuido un 15%
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