Arco 5 Capítulo 30
Desde la sombra de la roca
Traducido por Tars
Corregido por DaniR
Editado por Tars
Corregido por DaniR
Editado por Tars
En el momento en que Isaac escuchó las palabras de Kolz, su mente se despejó y alcanzó la iluminación. Si sus recuerdos eran correctos, no había nadie con el nombre ‘Kazura’ viviendo en la aldea. Si esa persona existía, significaba que el jefe de la aldea y Valetta le habían estado mintiendo.
“Ah, cierto, su nombre es Kazura. Quiero hablar un poco con esa persona, ¿sabes dónde está en este momento?” – respondió Isaac mientras ponía una sonrisa para que no se notara la ira que crecía en su interior.
“Hmm, mamá dijo que hacia el mediodía volvería al reino de Dios por un tiempo, no creo que esté en la aldea.”
“¿El reino de Dios…?”
Al escuchar una palabra inesperada, ‘Dios’, Isaac repitió la pregunta de forma inconsciente. No comprendía de qué estaba hablando.
“Sí. ¿No te lo dijo el jefe de la aldea?”
“Ese reino de Dios… ¿Dónde está?” – preguntó Isaac.
Cuando escuchó sus palabras, Kolz puso una expresión de asombro, al mismo tiempo que miraba a Isaac.
“Está dentro de ese bosque… Has venido muchas veces al pueblo… ¿No lo sabías?”
Isaac miró hacia la dirección que señalaba Kolz. Podía ver un bosque a lo lejos. Era el lugar del que hablaba la leyenda, por lo que obviamente, Isaac lo conocía. Pero era incapaz de comprender qué tendría que ver Greisior con ese Kazura.
“Ah, no… ¿No es ese bosque donde apareció Greisior?”
“¿Qué? Así que ya lo sabes. Entonces, vamos rápidamente a mi casa.”
“¿Eh? ¡Espera un momento! Ese tal Kazura, ¿entró dentro del bosquecillo?”
Como si la conversación hubiera terminado, Kolz comenzó a caminar hacia su casa, por lo que Isaac tuvo que pararlo de forma apresurada. Por la forma en la que estaba hablando, era como si esa persona fuera alguien similar a un enviado de los dioses. Pero cuando Isaac hizo esa pregunta, Kolz, que caminaba frente a él, se detuvo de repente y giró la cabeza para mirar a Isaac.
“Hermano… ¿Es posible…?” – dijo Kolz mientras miraba a los ojos fijamente a Isaac. Estaba a punto de decir algo cuando se quedó callado a mitad de la frase. De repente, su rostro se puso pálido y echó a correr.
“Volveré a casa.”
“Ah, ¡espera!”
Kolz ignoró la llamada de Isaac, que trataba de detenerlo, y siguió corriendo hacia su casa. Isaac se quedó estupefacto viendo cómo huía Kolz mientras reflexionaba en el sitio sobre lo que le acababan de decir.
* * *
Mientras tanto, Kazura, que había regresado a Japón desde la aldea de Grisea antes del mediodía, estaba cavando una gran cantidad de agujeros bajo el sol con su pala. Se encontraba en un campo de 1.000 tsubo, en algún lugar del distrito de Saitama. Era un campo que Shinji, el padre de Kazura, se lo había alquilado a unos conocidos.
(1 tsubo equivale a 3,31 metros cuadrados. 1.000 tsubo son 3.310 metros cuadrados.)
A su regreso a Japón, Kazura había encendido el teléfono y llamado a su padre.
“Vuelve a casa de vez en cuando.”
Después de escuchar esa frase, no le había quedado otro remedio que volver a su casa a toda prisa. Y, nada más llegar, lo arrastraron a un campo en una camioneta ligera.
“Ayúdame a plantar el campo de espárragos.”
Los esquejes de espárragos que planeaban plantar se encontraban dentro de una vasija grande de vinilo y se amontonaban al lado de los agujeros que Kazura había estado cavando en el suelo.
“Oh, eres muy hábil en esto. Vas a buena velocidad.”
Kazura cavaba en silencio. Solo le quedaban tres hileras más cuando Shinji llegó empujando una carretilla llena de fertilizante y una azada plana.
Tal vez porque Shinji trabajaba en el campo todos los días, prácticamente no tenía exceso de grasa y era bastante musculoso. Medía unos 170 cm de altura y era un poco más bajo que Kazura. Su piel poseía una tonalidad marrón oscuro, por broncearse bajo el sol, y su cabello se encontraba salpicado por algunos pelos de color blanco. Si a eso se le sumaba su buena salud, su apariencia era más bien elegante.
“Últimamente he estado ayudando todos los días al granjero que hay cerca de casa con el trabajo de campo. Soy bastante hábil con esto.” – dijo Kazura mientras terminaba de cavar el último agujero.
Clavó la pala en el suelo y se secó el sudor con una toalla que le colgaba del cuello. Comparado con el trabajo que había realizado en los campos de la aldea de Grisea, el calor y la humedad de Saitama eran mucho más exigentes para su cuerpo. Aunque no estuviera haciendo nada, el sudor correría por su cuerpo.
“Oh… ¿Lo ayudas en el campo? Ahora me explico por qué te veía bastante musculado. ¿Te llevas bien con el vecino?”
Al escuchar sobre la ayuda en el campo, Shinji asintió, como si hubiera entendido la razón de la actual apariencia física de Kazura. Si se lo comparaba con antes, se había vuelvo mucho más robusto. Hasta ese momento, Kazura nunca había participado en deportes que requiriesen fuerza física, por lo que podía ser clasificado como una persona débil. Sin embargo, en los últimos meses, se había vuelto mucho más musculoso gracias a trabajar en el campo.
Además, últimamente solo comía arroz o la comida enlatada que llevaba a la aldea. No estaba comiendo aperitivos, así que, básicamente, se estaba beneficiando por no comer en exceso. Esto le había producido un efecto desintoxicante, por lo que su cuerpo se encontraba en excelentes condiciones.
Únicamente cuando regresaba a Japón comía muchos platos en un restaurante familiar; sin embargo, era solo por disfrutar.
“Sí, son todos buenas personas… Ah, cierto, quiero preguntarte algo sobre esa casa.”
“¿La casa? Ah, ¿es porque se trata de una casa vieja pero no hay polvo? Hace mucho tiempo, cuando fui a verla, el lugar estaba excesivamente limpio.” – dijo Shinji mientras sacaba el fertilizante de la carretilla y comenzaba a hablar de la condición en la que se encontraba la casa cuando había ido a verla en el pasado.
Sin embargo, esa no era la historia que Kazura quería escuchar.
“No, no se trata de eso.” – dijo Kazura interrumpiendo a su padre. – “Al fondo de la casa hay una puerta con candado, ¿sabes algo de eso?”
“¿Candado…? ¿Hay una habitación como esa? Cuando fui en el pasado no había ninguna habitación con un candado.” – contestó Shinji con una expresión confusa.
Kazura pensó que, de alguna manera u otra, podría obtener alguna información sobre la habitación que se conectaba a otro mundo, pero la realidad fue diferente a sus expectativas. Aunque tenía la posibilidad de visitar a otros parientes que sabían de la casa, y que quizá podrían contestar a sus preguntas, no tenía intención de reunirse con ellos. Después de todo, no tenía prisa por saber más cosas sobre la casa, así que por el momento podía posponer ese asunto.
“Hablando de otra cosa, hay muy pocas casas por la zona, ¿qué tal es el orden público? Había una gran cantidad de ladrones en el pasado, así que debes tener cuidado.”
“No he escuchado nada sobre que fuera una zona peligrosa… ¿Las regiones rurales no tienen un mejor orden público que la ciudad?” – respondió Kazura.
“No, puede que no sea así. Y nunca está de más ser cuidadoso. Te he preparado algunos objetos para la seguridad personal, puedes llevarlos cuando regreses a la casa.” – dijo Shinji mientras lo miraba con una expresión preocupada.
“Huh, bienes de seguridad personal… Bueno, sobre el tema anterior, solo quiero saber sobre el suministro de agua de la residencia.”
Mientras hablaban, Shinji siguió echando el fertilizante en el suelo para luego trasplantar los esquejes. Parecía que el campo de espárragos crecería espléndidamente.
* * *
Pasaron dos horas desde que ambos comenzaran a trasplantar las plantas del semillero, hasta que consiguieron plantar todos los espárragos. Cuando el sol comenzaba a ponerse, los dos decidieron regresar a casa. Al principio, Kazura había planeado comprar algunos libros y manjares deliciosos dentro de la prefectura de Gunma para llevárselos a Valetta como recuerdo. Sin embargo, ese plan quedó en el olvido cuando habló con Shinji por teléfono. Desde ese momento, parecía que se iba a quedar en la casa de sus padres y ya intentaría terminar con las compras antes de mañana por la tarde.
La ventana del asiento del pasajero estaba abierta y su rostro era bañado por el viento, que traía un cierto olor al humo del tubo de escape.
“Eso me recuerda...” – dijo Shinji, mientras estaba sentado en el asiento del conductor. – “¿El agricultor al que ayudas usa un tractor? Debes tener cuidado, ya que es fácil lesionarse si se tiene mala suerte y sufrir una lesión grave.”
“No usa ningún tractor ni ninguna máquina. Solo una azada y una pala.”
“¿Es así…? ¿No tienes ningún plan para ayudarlo?”
“Mmm…”
Al escuchar la pregunta de Shinji, Kazura comenzó a pensar involuntariamente en el futuro de la aldea de Grisea.
Usando maquinaria sería posible arar una vasta extensión de tierra en una sola jornada, por lo que se podía reducir de forma considerable la carga de trabajo. Sin embargo, gracias a la comida que llevaba Kazura a ese mundo, los aldeanos se habían transformado en superhombres que no sabían el significado de la palabra cansancio. Estaba claro que, en la actualidad, no necesitaban el poder de las máquinas.
Además, tampoco había ninguna razón para que tuvieran prisa por arar los campos y, en la actualidad, las hortalizas crecían muy bien, por lo que la aldea de Grisea no necesitaba más apoyo agrícola.
Y, sobre todo, aunque ya había llevado el molino, si llevaba algo tan excesivo tecnológicamente cono un tractor y fuera visto por personas ajenas a la aldea, no podrían poner ninguna excusa.
“No, no se trata de que no planees ayudarlo, pero está bien si solo usáis azadas.”
“¿Es así?” – murmuró Kazura, sintiéndose aliviado por alguna razón.
Al ver la cara de Shinji, pensó que se preocupaba demasiado, ya que su hijo ya tenía 25 años. Sin embargo, tal vez era algo que hacían los padres. Dado que Kazura era su único hijo, sus padres siempre estaban muy preocupados por él.
* * *
“Bienvenido a casa. ¿Fue cansado ayudar en el campo?” – dijo Mutsumi.
Cuando llegaron, la madre de Kazura, Mutsumi, vino a saludarlos a la entrada de la casa. A diferencia de Shinji, Mutsumi no tenía un solo mechón de pelo blanco, a pesar de tener 54 años. No sabía si era por sus hábitos alimenticios o por el poder latente de una mujer que cuidaba siempre su cuerpo, pero su tez aún era suave y se veía bastante joven.
“Ya estoy de vuelta. He conducido desde la prefectura de Gunma y luego he estado trabajando en el campo, así que por supuesto que estoy cansado.” – dijo Kazura mientras se quitaba los zapatos y notaba un olor delicioso que flotaba en el interior de la casa. Parecía que iban a cenar sukiyaki.
“Vaya, ¿no estás un poco más delgado? ¿Has estado comiendo bien?” – preguntó Mutsumi.
“Desearía que dijeras que he perdido la grasa inútil y me he vuelto más musculoso. Estoy comiendo bien.”
Mientras era examinado por los ojos de su madre, Kazura entró en la casa y fue a lavarse las manos. A continuación, se movió junto a su padre a la sala de estar. Sobre la mesa había una olla de sukiyaki hirviendo y huevos crudos. Había preparada una comida para tres personas.
Después de que Mutsumi terminara de distribuir el arroz en los tazones, los tres se tomaron de la mano y dijeron a la vez:
“Buen provecho.”
Luego, comieron el sukiyaki de la olla con los palillos.
“Huh, ¿no hace casi un mes que te fuiste a Gunma? ¿Cuánto tiempo planeas quedarte en esa casa?” – preguntó Mutsumi, mientras sacaba carne adicional de la nevera.
Había pasado mucho tiempo desde que probara el sabor de la comida casera, por lo que Kazura estaba masticando vigorosamente el sukiyaki.
“Aun quiero quedarme en la casa un poco más. Estoy disfrutando de la vida en el campo y ahora no hay nadie que me venga a pedir dinero.” – contestó Kazura.
Desde su viaje a la residencia en la zona de Gunma, había sido capaz de sacudirse completamente a los compañeros que se reunían en busca de su lotería. No había nadie que viniera a molestarlo en esa casa. Lo más seguro era que esto ocurría debido a que regresaba a Japón únicamente una vez por semana. Se podía decir que vivía en el otro mundo.
De cualquier manera, ya se había familiarizado con la forma de vivir en la aldea de Grisea y estaba disfrutando completamente de su vida tranquila. Quería continuar con esa vida de pasar el 90% de su tiempo en el otro mundo y el 10% restante en Japón.
“¿De verdad…? Pero llama de vez en cuando. Esa casa se encuentra en lo más profundo de las montañas, por lo que aunque uses un teléfono móvil, apenas tendrás señal. Hoy pudiste llamar a Shinji por casualidad.”
“Ella tiene razón. Nunca nos llamas y nos haces preocupar. Aunque solo sea una vez al mes, llámanos, ¿vale?”
“Ah… Eso es verdad, lo recordaré.”
Ahora que lo pensaba, desde que llamara a su padre hacía más de un mes, nunca había vuelto a llamar a sus padres. Aunque a veces regresaba a Japón para comprar comida, nunca encendía el teléfono, por lo que nadie podía llamarlo. Además, mientras estaba en el otro mundo no tenía cobertura, así que no importaba cuánto intentaran llamarlo, no podrían localizarlo.
“Entonces, ¿cómo es tu primera experiencia de vivir en el campo? No hay electricidad en esa casa, ¿te causó algún problema.?”
“No. Ya estoy acostumbrado, así que estoy bien sin electricidad. Para la iluminación es suficiente con una linterna.”
“¿Qué tipo de vida es esa…?”
Continuaron hablando mientras la familia se sentaba en el salón, algo que nunca había ocurrido desde que Kazura se convirtiera en un adulto trabajador; la escena continuó mientras la noche avanzaba lentamente.
* * *
A la mañana siguiente.
A pesar de que las manecillas del reloj apuntaban a las seis, Kazura ya había puesto su mochila con el cambio de ropa en el coche que se encontraba en la casa de sus padres. Shinji también se había despertado y estaba cargando un gran baúl de viaje en el asiento trasero. Mutsumi seguía durmiendo, así que estaban los dos solos en el garaje.
“Te vas muy pronto, ¿tienes una cita por la tarde?” – preguntó Shinji con la mano apoyada en la manilla de la puerta, una vez que había terminado de cargar el baúl en el asiento trasero.
“Sí, porque me he comprometido en ayudar un poco al agricultor… Aparte de eso, el contenido de ese baúl…”
“He puesto unos cuantos objetos de seguridad personal, seguro que serán útiles para la vida en el campo…”
“Si tú lo dices, pero es un baúl realmente grande…” – dijo Kazura mientras echaba un vistazo al interior del vehículo. Parecía un maletín de tamaño L. Daba igual lo que pensara, era grande. Y parecía que estaba lleno.
“Bien, ¿no es mejor? No es como si se fuera a pudrir. En un rato volveré al campo. Hoy voy a plantar rábanos de shougoin.” – dijo Shinji mientras cerraba la puerta del coche y subía a su propia furgoneta.
Al ver a Shinji actuar de esta manera, Kazura solo pudo sacudir la cabeza y soltar un suspiro, antes de entrar en su coche y arrancar el motor.
“Volveré a Gunma. Por favor, dile a Madre que se cuide.”
“Está bien, cuídate.”
Una vez terminaron de intercambiar despedidas, Kazura pisó el acelerador y se dirigió hacia Gunma.
* * *
Habían pasado cuatro horas desde que abandonara la casa de sus padres.
Ya había llegado a la prefectura de Gunma y, tras terminar de comprar más comida enlatada, jabón y varios libros para Valetta, acudió a la tienda de hierbas que ya había visitado con anterioridad. Al igual que la última vez, el ambiente tradicional japonés de su interior no había cambiado y aún mostraba varios tipos de hierbas almacenadas dentro de botellas de cristal.
Detrás de la caja registradora había una única empleada que se encontraba sentada leyendo un libro. Al darse cuenta de que Kazura entraba en la tienda, le pasó un vaso de muestra de papel, lleno de té de hojas de bergamota.
“Hmm, ortigas, hierba luisa y… Oh, este té está delicioso. ¿Me puedes dar 30 gramos de este té?” – dijo Kazura mientras tragaba una porción del té de hierbas que le acaban de dar.
La mujer respondió con una sonrisa, y enseguida comenzó a dividir las hierbas de las botellas en bolsas pequeñas.
Mientras examinaba el interior de la tienda, vio que había varias hierbas nuevas que no había visto antes. Al igual que lo que acababa de probar, deberían ser productos nuevos. Además, había numerosas macetas con plantas dispersas por el suelo, junto con su precio.
“Ah, ¿así que también has comenzado a vender semillas?”
“Sí, cuando viniste la otra vez, dijiste que querías un semillero, ¿verdad? Por eso decidí vender algunas de las plantas que tenemos en la tienda.” – respondió la dependienta.
Nunca habría pensado que sus palabras serían la razón de que ampliaran la variedad de productos, pero Kazura estaba feliz por esa consideración. Aunque las plantas que se exponían a la venta eran pocas, la hoja y los tallos eran resistentes, por lo que era buenos especímenes.
Cada planta era de tipos que no había comprado antes.
“Ah, lo siento si eso sonó exigente… Bueno, también me gustaría tener una de esas caléndulas y fresas silvestres.”
“Muchas gracias. Por cierto, ¿ya han brotado las semillas que compraste la última vez? Creo que la rúcula debería brotar con facilidad.” – preguntó la empleada a continuación mientras ponía las plantas y las bolsas pequeñas con el té en una bolsa de plástico, como si acabara de acordarse.
“Sí, planté las semillas; la rúcula y la albahaca están brotando con fuerza. Pero el resto todavía no ha nacido.”
Habían pasado dos semanas desde el día en que plantara las semillas, pero a excepción de esas dos, el resto no había germinado. Pero justo como había dicho, la albahaca había brotado en grandes cantidades.
“Creo que la citronela saldrá pronto. Por favor, asegúrate de que está bien ventilado.”
“Sí, presté atención a eso mientras lo plantaba, así que creo que no habrá ningún problema, pero… Ah, aceite esencial...”
Cuando recibió la bolsa con los objetos y sacó su billetera para terminar la transacción, sus ojos se vieron atrapados en un estante cercano repleto de aceites esenciales. Ahora que lo pensaba, a veces compraba hierbas para Valetta, pero nunca le había comprado ningún aceite esencial. Ya que tenía el conocimiento del libro de herboristería, si lo compraba, estaría encantada.
“Lo siento, por favor, ponme algunos aceites esenciales. Y también un juego completo con funda y una olla.”
“Bien, muchas gracias por comprar tantas cosas en nuestra tienda.”
Kazura compró varios recipientes de 30 ml con aceites esenciales que le habían llamado la atención, junto con una vasija de vidrio de gran tamaño.
“Muchas gracias. Por favor, vuelve cuando quieras.” – dijo la empleada mientras le decía adiós con la mano.
* * *
Habían pasado tres horas desde que Kazura había dejado la herboristería.
Cerca del lugar donde se había instalado la noria y el acueducto que llevaba el agua hasta el pueblo, a varios cientos de metros, se podía ver la sombra de una roca al lado de una colina. En ese lugar se escondían Isaac y tres de sus subordinados. Dos de los soldados llevaban una armadura, una lanza y un escudo, mientras que el otro iba vestido con ropa normal y una espada corta en la cintura.
Las cuatro personas no intercambiaban ninguna palabra, solo bebían agua de su cantimplora de madera mientras se mantenían escondidos y vigilaban la aldea de Grisea. Pero más que por no tener nada de lo que hablar, ninguno de ellos se atrevía a abrir la boca tras notar que el estado de animo de Isaac era bastante espinoso.
“Está llegando. Escóndete bajo la sombra de la roca.” – dijo Isaac.
Tal vez porque Isaac había notado algo, los tres subordinados se cubrieron completamente con la sombra de la roca.
“Cuando se acerque a la rueda, lo rodearemos. En ese momento, corre hasta la unidad principal y diles que sigan las órdenes de acuerdo a la estrategia que hemos decidido con anterioridad.” – susurró Isaac al soldado que no llevaba armadura.
“Entendido. Tomaremos el control de la casa del jefe de la aldea y luego retendremos a todos los aldeanos dentro de sus casas.”
Isaac asintió con la cabeza al soldado que iba a actuar como mensajero y se centró en las figuras que se acercaban a lo lejos. Aunque no podía estar seguro, ya que había una distancia considerable, parecía que había dos personas caminando hacia este lugar.
Si la conjetura de Isaac era correcta, entonces una de esas dos personas sería la persona conocida como Kazura que Kolz le había comentado.
Ayer, tras separarse del niño, regresó al ejército con una mirada indiferente y marchó con la unidad hacia Isteria hasta que se puso el sol, fingiendo que su unidad se había retirado por completo. Después, su destacamento marchó en silencio en medio de la noche una vez más a un lugar en lo profundo del bosque que se encontraba cerca de la aldea de Grisea, y se ocultaron. Por supuesto, había enviado dos mensajeros hacia Isteria de antemano, ordenándoles que informaran que el regreso de la unidad se retrasaría.
Como resultado, los aldeanos pensarían que la unidad se había retirado sin darse cuenta de la existencia de Kazura, se sentirían aliviados y dejarían de vigilar. Al mismo tiempo, Kazura, que se refugiaba fuera de la aldea, volvería a aparecer.
Debía tener en cuenta que Kolz hubiera hablado con otros aldeanos sobre su conversación. Isaac temía que Kazura no regresaría si el ejército permanecía cerca de la aldea. Por ello, había ideado este método más complicado, pero todo indicaba que había salido bien.
Durante el día recibió un informe del subordinado que se encontraba vigilando la aldea diciendo que no había habido ningún cambio entre sus habitantes, por lo que parecía que Kolz no había dicho a nadie ni una palabra sobre la conversación que habían mantenido ayer. Y así, habían estado esperando durante todo el día, hasta que escucharon una voz que provenía de la rueda hidráulica. Dos personas estaban llegando hasta su posición.
“Vamos. Aunque se resistan no debes matarlos. Necesitamos capturarlos vivos para interrogarlos.” – dijo Isaac llamando a sus dos subordinados y, sin perder un instante, salir de la sombra de la roca.