Arco 6 Capítulo 37
El baño de la casa Levenson
Traducido por Tars
Corregido por DaniR
Editado por AMarauder
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“Bienvenido de nuevo.” – dijo una sirvienta.
Cuando el grupo entró en el salón de entrada de la mansión con Havel al frente, una joven doncella les saludo mientras hacía una profunda reverencia.
El piso de piedra del salón de entrada había sido pulido hasta brillar, además había varios pilares de piedra decorados con tallas, erigidos cerca de las paredes.
“He traído invitados importantes. Los llevaré a la habitación de huéspedes, Marie prepara rápidamente la comida y el baño.” – dijo Havel.
“¿Tomarán un baño antes de la comida?” – preguntó Marie.
“Sí, te lo dejo a ti.”
La criada llamada Marie respondió con un gesto y se volvió a inclinar hacia el grupo de Kazura. A juzgar por su apariencia, todavía estaba en una edad en la que se la podía considerar una niña.
A continuación, Havel guio al grupo de Kazura hacia las habitaciones de la parte trasera de la mansión.
* * *
“Utilice esta habitación y siéntase como en casa. Tan pronto como el baño esté preparado, otra persona vendrá a llamarle.” – dijo Havel.
Después de guiar al grupo de Kazura hacia las habitaciones de invitados y tras una reverencia, salió de la habitación. Ésta estaba iluminada débilmente por un candelabro sujeto en una de sus paredes. Encima de una mesa redonda de alta calidad, había un plato de madera con fruta fresca. También habían preparado un cuchillo y un plato. Como no había nada parecido a una jarra con agua, supuso que sería el equivalente a una bebida de bienvenida.
‘Hay un baño. Esta casa parece ser bastante rica. Se nota que es la casa de un aristócrata.’ – pensó mientras recogía una fruta con apariencia de manzana y la comenzaba a pelar de forma hábil con el cuchillo.
“Para guiarnos a una habitación como esta…” – dijo Valetta.
Al principio había pensado que tanto ella como su padre lo mejor que podían esperar sería si preparaban una posada para ellos en la ciudad, por lo que estaba sorprendida de que Havel les diera el mismo tratamiento que a Kazura. Que un campesino pudiera poner un pie en la casa de un noble era lo mismo que un milagro. La única excepción sería cuando fueran comprados como esclavos o empleados como sirvientes.
“Seguramente es para dejar una buena impresión. Habrá decidido esto como base para una relación en el futuro.” – dijo Kazura tras meterse la fruta peleada en la boca. Valetta asintió con la cabeza con una expresión compleja.
Aunque entendía que no iban a hacerles daño, si pensaba que Havel solo los había traído para sacarle un favor a Kazura, no hacía que estuvieran complacidos en absoluto.
“No pongas esa cara, está bien. Creo que en este momento no estamos en desventaja. Si podemos construir buenas relaciones de una manera simple, no es un inconveniente para mí… Ah, lo siento. Soy el único que está comiendo. Pelaré otra para la señorita Valetta y el señor Varin.” – dijo Kazura con una sonrisa al ver la expresión de Valetta.
“Oh, estoy bien. Dado que Havel dijo que la cena se servirá pronto, realmente no quiero comer nada en este momento.” – contestó Valetta.
“Hmm, tampoco quiero comer nada. Raramente tengo la oportunidad de comer las golosinas de un noble, así que mantendré mi estómago vacío para la ocasión.” – dijo Varin.
“Ya veo… Entonces también dejaré de comer después de terminar esta pieza.” – respondió Kazura comenzando a pelar otra pieza de fruta.
“Eso me recuerda que, incluso después de almorzar, Kazura dijo que todavía tenía hambre y sacó una lata de comida para comerla sin decir nada. ¿Montar en una rata es tan agotador?” – dijo Valetta echándose a reír.
“Sí. Dado que mis pies apenas podían equilibrar mi cuerpo, es más agotador de lo que esperaba. Habría sido mejor caminar…” – respondió Kazura.
Desde que partieron de la aldea de Grisea, Kazura siempre estaba balanceándose sobre una rata y, dado que no se terminaba por acostumbrar a montarla, se había agotado de forma considerable. Además, le dolía todo el cuerpo por usar en exceso unos músculos que apenas había usado con anterioridad. Tal ver por eso estaba más hambriento que de costumbre y tenía mucho más apetito que cuando estaba en la aldea de Grisea. Montar, en contraste con su apariencia, era un ejercicio físico bastante duro.
“Por cierto, sobre la conversación con el señor feudal de mañana, tenemos que acordar nuestras historias por anticipado para que sean iguales. Es mejor que no se sepan algunas cosas.” – dijo Kazura.
Como en ese momento estaban los tres juntos, era mejor llegar a un acuerdo para no dar versiones diferentes cuando se reunieran con el señor feudal. Aunque, básicamente, las preguntas del señor feudal iban a ser respondidas por Kazura, sería un problema si escuchaba de forma accidental algo que no quería que supiese de Varin o Valetta.
“Señorita Valetta y señor Varin, no me importa si respondéis con honestidad cuando el señor feudal os haga una pregunta. Sin embargo, quiero que ocultéis el hecho de que después de comer mi comida los aldeanos aumentaron su fuerza.” – dijo Kazura.
Valetta y Varin asintieron ante su explicación.
Kazura había traído consigo varias herramientas útiles que podían ser necesarias para demostrarle a Narson de que era Greisior. Sin embargo, la comida era una cuestión diferente. Actualmente solo los habitantes de la aldea de Grisea conocían el efecto de la comida que Kazura había traído. No era necesario contar que si alguien comía los alimentos que había traído durante un largo periodo de tiempo, ganaba fuerza hercúlea. Si Narson llegase a saber sobre el efecto de la comida, entonces sería probable que requisara la comida restante de la aldea. No podía evitar pensar en esa posibilidad.
Con solo un sorbo de las bebidas energéticas se podía restaurar la resistencia y curar completamente una enfermedad en un corto periodo de tiempo, estaban en la misma situación. Podían mostrar un poder tremendo si se usaban en tareas de la vida diaria o como una tarjeta de negociación.
Por si acaso, si Narson no se convencía de que Kazura era Greisior, incluso después de mostrarle varias herramientas, tenía la opción de mostrarle el efecto de la bebida energética en alguna persona que estaba a punto de morir. Si vieran el efecto milagroso de la medicina, seguramente creerían en su existencia. Sin embargo, era poco probable que fuera difícil adoptar una actitud negativa en unas negociaciones que pudieran ser rentables para el señor feudal.
Mientras los tres continuaban hablando sobre si había algo más que no se debía contar, se escuchó un golpe en la puerta.
“Adelante.” – dijo Kazura.
“Disculpe mi intrusión.” – respondió Marie entrando en la habitación. Era la criada que los había saludado en el salón de entrada. – “Vengo a informar que el baño está listo. Creo que será mejor si el que se baña primero es Kazura, pero…”
“Entiendo.”
“Gracias. Entonces por favor, por aquí.” – dijo Marie, cuando escuchó la respuesta de Kazura y procedió a guiarle fuera de la habitación.
* * *
Mientras Kazura y Marie se dirigían hacia el baño, en una de las habitaciones dentro de la mansión, Havel se enfrentaba a un anciano vestido con una bata.
“Para mañana al mediodía habrá un carruaje y cuatro soldados como guardaespaldas.” – dijo el hombre.
“Sí. Te pido que sean soldados competentes. También les darás la orden estricta de no ser groseros, aunque se encuentren con campesinos. También solicita comida y una tienda de calidad superior.” – dijo Havel exprimiéndose el cerebro para pensar si era necesario algo más. Mientras tanto, el anciano lo estaba mirando con curiosidad.
El anciano se encontraba trabajando en su habitación cuando Havel apareció de repente y ordenó la preparación de soldados y un carruaje privado. Sin embargo, el contenido de la orden lo confundió. Parecía que el que iba a subirse al carruaje era un simple campesino. Pero era algo insólito solicitar una escolta y un carruaje para unos campesinos. Además, parecía que se iban a quedar a dormir en la mansión. Era una historia difícil de creer.
“No solo dejas que los campesinos se queden, sino que también quieres que preparen un carruaje con escolta… ¿Son nobles tratando de ocultar su identidad?” – preguntó el anciano.
“No, son solo unos simples campesinos comunes que puedes encontrar en cualquier sitio.” – contestó Havel con un aura de que no se iba a mover de esa posición.
“Ya veo…” – respondió el anciano, sintiendo en su corazón que esas órdenes eran muy raras. No importaba cuánto pensara al respeto.
El anciano había servido a la casa Levenson como mayordomo durante muchísimo tiempo. Tenía el deber de organizar el trabajo del resto de sirvientes, ejecutar las órdenes de los miembros de la familia, preparar los carruajes o reclutar personal. Básicamente podía hacer cualquier cosa.
El mayordomo conocía a Havel desde su nacimiento y, como su sirviente, tenían una relación extremadamente cercana. Pero que esta vez ordenara algo tan raro sin consultarlo, era algo inesperado. No había duda de que había algo en esos campesinos para tener que tratarlos de ese modo.
“Además, prepara dos… No, por si acaso, haz tres camas. También deben ser de alta calidad.”
“Como ordenes.” – dijo el mayordomo inclinándose de forma respetuosa. Aunque tenía muchas dudas sobre toda esta situación, había recibido una orden.
Y Havel ya no era un niño. Quizás tenía razones especiales de las que no podía dar detalles, así que trató de tener algo de comprensión.
Después de terminar de dar instrucciones al anciano, puso la mano en el pomo de la puerta para salir de la habitación, pero se giró de repente.
“Por cierto, ¿mi padre y mi hermano mayor regresarán en cinco días?” – preguntó.
“Sí. Si todo va de acuerdo con el calendario, en estos momentos deberían estar saliendo del territorio de Gregorn y entrando en Isteria…” – contestó el mayordomo.
“Ya veo.”
Al escuchar la respuesta del anciano, Havel abrió la puerta y salió de la habitación.
* * *
“Entonces, te quitaré la ropa.” – dijo Marie.
“……”
Después de ser guiado hacia el vestuario que se encontraba a un lado del baño, Kazura vaciló cuando Marie le puso una mano en la camisa.
Mientras iba caminando hacia el baño, se imaginó una escena donde le ayudarían a quitarse la ropa, pero nunca pensó que fuera a hacerse realidad. Sin embargo, la razón por la cual titubeó no era solo porque Marie trataba de quitarle la ropa. En una esquina del vestuario, había un hombre musculoso medio desnudo. En su mano derecha llevaba una hoz de bronce de forma inusual y en su mano izquierda había unas pinzas de bronce más pequeñas. Mientras se encontraba de pie, tenía una postura imponente.
Cuando Kazura y los ojos del hombre se encontraron, el hombre puso una sonrisa refrescante en su boca.
“Disculpe.” – dijo Marie.
Sin esperar la respuesta de Kazura, que estaba tenso tras ver el aparato desconocido de aspecto peligroso que sostenía el hombre, Marie le quitó la camisa. La ropa que llevaba era algo que Valetta le había preparado antes. Se trataba de una camisa sencilla y un pantalón. Marie se lo quitó con habilidad, aunque se congeló por un instante cuando vio la prenda con rayas grises que había debajo. Se arrodilló de inmediato y puso sus manos sobre ella para quitárselos.
“Ah, ¡puedo quitármelos yo mismo!” – dijo Kazura.
Cuando la prenda estaba a punto de bajarse, Kazura la agarró y rechazó su ayuda. Al ver que su ayuda estaba siendo rechazada, retiró la mano.
“Por favor, perdone mi grosería.” – contestó Marie cuando vio que su ayuda estaba siendo rechazada. A continuación, se puso en pie y espero nuevas órdenes. Parecía que estaba esperando a que se quitara la ropa…
“Hmm, puedo hacer el resto por mí mismo…” – dijo Kazura con una expresión preocupada.
“Entiendo. Prepararé el cambio de ropa mientras se baña.” – respondió Marie tras pensarlo por un momento y luego, sin querer, poner una pequeña sonrisa. A continuación, se inclinó y salió del vestuario mientras se llevaba la ropa de Kazura en sus manos.
Cuando Kazura confirmó que Marie había salido de la habitación, exasperado, se bajó la prenda hasta la mitad, pero entonces recordó la presencia que quedaba dentro de la habitación.
“Déjamelo a mí.” – dijo el hombre musculoso mostrando la misma sonrisa refrescante que había puesto antes y levantando la hoz para dar más énfasis a sus palabras.
No sabía qué quería hacer.
“Hmm, ¿para qué es esa hoz?” – preguntó Kazura con una expresión bastante rígida mientras todavía sostenía su ropa interior.
Por un instante, el hombre puso una expresión de sorpresa antes de volver a poner su sonrisa refrescante.
“Es para afeitar todo el vello corporal. Soy realmente hábil, incluso el maestro me ha elogiado, así que no se preocupe.” – contestó el hombre. Al parecer, el trabajo de ese hombre era lo que en Japón se llamaría un experto en depilación.
En ese instante, la mirada de Kazura se movió hacia la mano izquierda, preguntándose si también era para eliminar el vello.
“¿Para qué se usa la pinza de la mano izquierda?”
“Para sacar el vello de la axila, ¡vamos a eliminar ese vello corporal!” – dijo el hombre musculoso.
Viendo cómo el hombre rebosaba entusiasmo, Kazura se dio la vuelta mientras se quitaba la última prenda de ropa.
“Paso, gracias.” – dijo Kazura con una sonrisa.
Al escuchar su respuesta, el hombre mostró una expresión completamente abatida, como si fuera una respuesta extraña.
* * *
Después de bañarse, Kazura se puso una bata hecha de tela fina que le habían preparado en el vestidor. A continuación, se reunió con Marie, que lo estaba esperando en la puerta, y regresó a la habitación de invitados.
Cuando estaban caminando, preguntó qué había pasado con su ropa, pero le contestaron que la iban a lavar. Por cierto, la muda de ropa no incluía ropa interior, así que no llevaba nada en estos momentos. Teniendo en cuenta el tipo de ropa que habían preparado, era muy probable que la gente de este país no usara ropa interior.
Después de regresar, Marie guio a Varin hasta el baño.
“Kazura, ¿cómo está el baño?” – preguntó Valetta con interés, ya que veía que Kazura había regresado con una sensación de frescor tras lavar todo su cuerpo con agua caliente.
Pero cuando vio a Valetta, solo había una pregunta dentro de su cabeza: ‘¿No está usando bragas?’
Haciendo un esfuerzo por ahogar ese pensamiento, comenzó a describir su impresión sobre un baño aristocrático.