1ª parte: Juego de Supervivencia
Capítulo 44
Enfrentamiento IV
Traducido por Tars
Corregido por Lord
Editado por Tars
Corregido por Lord
Editado por Tars
Yohan les indicó que esperaran. Si se movían de su posición actual, existía la posibilidad de que pudieran terminar sufriendo enormes pérdidas. Los tres hombres corrieron por las calles llenas de vehículos y pronto, pudieron ver la entrada del centro comercial.
De repente, un hilo delgado atrapó el tobillo de Yohan, haciendo que perdiera el equilibrio y, comenzó a caer hacia adelante. Para evitar lesionarse, giró su cuerpo en el aire y rodó por el suelo. Miró a su alrededor con una expresión de asombro. Entonces, escuchó algo agudo perforando el aire.
“¡Ack!”
Jung Hwan dejó caer su arma y se agachó, agarrándose el muslo. Una flecha había volado a través de la oscuridad y le había perforado la pierna.
“¡Jung!”
Otra flecha voló desde una fuente desconocida.
Las flechas zumbaban en la oscuridad, haciendo que fuera imposible discernir dónde estaba el tirador. Una vez más, Yohan rodó por el suelo mientras una flecha golpeaba el lugar en el que estuvo. Inmediatamente miró la forma en que la flecha había aterrizado para descubrir la ubicación del enemigo.
“¡Emboscada desde la izquierda! ¡Ha Jin! ¡Lleva a Jung detrás de un coche y escóndete!” – ordenó Yohan.
Ha Jin hizo lo que le dijeron y llevó a Jung detrás de un sedán. Yohan se unió rápidamente a ellos.
“Qu… ¿Qué fue eso?”
“Son ellos. Están vigilando la esquina de la calle.” – contestó Yohan, apretando los dientes. No era una finta o una diversión. El enemigo había puesto trampas y los estaban cazando. Era jaque mate.
El enemigo estaba en posición y los estaban apuntando. Además de eso, el área estaba vacía, aparte de algunos obstáculos aquí y allá. Si se agotaban en esta situación, no serían más que objetivos en movimiento, como los que encontrarías en el carnaval.
De repente, sus oídos captaron el sonido de una bengala que volaba por el aire y terminó aterrizando cerca de su escondite. La bengala estalló en llamas, abrasando el aire. En cuestión de segundos, el área alrededor de Yohan se iluminó y los zombis cercanos comenzaron a acercarse a ellos. Los aullidos de zombis venían desde todas las direcciones.
Sin embargo, cuando encendieron y arrojaron la bengala, Yohan aprovechó la oportunidad para confirmar desde dónde la lanzaron. La luz solo duró unos segundos, pero pudo ver sus siluetas y confirmó que había seis asaltantes.
Jung Hwan dejó escapar un doloroso gemido. No podían ignorar su lesión. De alguna manera, tenían que darse prisa para alcanzar la enfermería, quitar la flecha y desinfectar la herida.
Yohan le disparó a un zombi que estaba justo frente a él con la pistola. El zombi cayó del disparo, pero se acercaban más y su número no dejaba de aumentar. Simplemente no tenían tiempo que perder.
“Ha Jin, ¿ves esa pared de vidrio roto al lado izquierdo del segundo piso de ese edificio?”
“Sí.”
“¿Crees que puedes arrojar esa bengala por allí?”
“Creo que puedo.”
“Excelente. Empezaré a correr contando hasta tres. Tíralo y luego agarra a Jung Hwan y vuelve al campamento.”
“¿Que pasa contigo?”
“Voy. Uno, dos...” – Yohan se levantó y comenzó a correr hacia el edificio donde se escondían los hombres de la emboscada. – “¡Tres!”
* * *
Veinte minutos antes de que Yohan fuera embocado, Saeri y Dong Seok estaban en el techo del centro comercial, vigilando. Intentaron mantenerse lo más centrados posible, pero cada vez que las nubes flotaban frente a la luna, se volvía completamente negro y era imposible ver nada.
Hubo un silencio significativo entre los dos miembros del equipo de reconocimiento. No era que fueran tímidos ni nada de eso, era simplemente que esta era la primera vez que habían estado juntos a solas, y nunca antes habían tenido una conversación adecuada.
Era casi un hecho que las cosas serían incómodas en el mejor de los casos. Además, Yohan le había dicho a Saeri que se mantuviera concentrada y ella estaba haciendo todo lo posible para seguir esas instrucciones. Para ella, las palabras de Yohan eran ley.
“Pensé que me uní a un campamento seguro. Pensé que ya no tendría que preocuparme por morir.”
Dong Seok fue el primero en intentar romper el silencio fingiendo una queja. Saeri miró a su compañero y vio que la estaba mirando. Al instante hizo un gesto hacia el frente con la barbilla.
“No me importa si hablas, pero no mires de esta manera. Estamos de guardia.”
Dong Seok se rascó la cabeza, avergonzado, y volvió a su posición anterior. Sin embargo, a pesar de no mantener contacto visual, su conversación continuó.
“Saeri, ¿no estás nerviosa?”
“Señor, si tiene energía para hablar, simplemente haga su trabajo correctamente. ¿No comprendes la situación?”
“Es porque esta atmósfera me asfixia. Si supiera que esto iba a suceder, podría haber hecho que nuestro grupo intentara sobrevivir por nuestra cuenta…”
“Si hicieras eso, esos bastardos ya te habrían matado y tu frío cadáver estaría en las calles.” – contestó Saeri con una sonrisa.
“Ya…”
“Dios, realmente tengo que orinar.” – añadió Saeri.
“¿Vas a ir al baño?”
“No. No quiero ir y morir una muerte sin sentido. Si realmente no puedo aguantar más, me orinaré en mis pantalones un poquito y dejaré que se seque… O tal vez pueda intentar orinar en este macizo de flores.”
Dong Seok se volvió para mirar a Saeri.
“¿Tienes algún problema con eso?”
“Orinar en los cultivos de inmediato no es bueno para ellos. Tienes que recogerlo en un cubo y arrojárselos después de que haya sido fermentado durante unos días.”
“¿Eso es realmente importante en este momento?”
“Pero podríamos terminar comiéndolo más tarde…”
“Espera.” – interrumpió Saeri a Dong Seok. Acababa de escuchar algo sospechoso mientras estaba hablando. – “¿Lo has escuchado?”
“Escuchar que…”
Saeri presionó su dedo sobre sus labios y Dong Seok cerró la boca. Sin embargo, no escucharon nada.
Ella encendió su linterna de emergencia. Se le advirtió que no la usara a menos que fuera una emergencia, ya que revelaría su posición, pero sus instintos le decían que investigara el sonido en este momento. Lentamente, patrulló la azotea, buscando la fuente del sonido. Dong Seok hizo lo mismo, caminando en el lado opuesto de la azotea.
“No hay nada…” – comenzó a decir Dong Seok, pero se detuvo y sus ojos se abrieron. Cuando estaban a medio camino, pudieron ver que la puerta de la azotea, que habían cerrado herméticamente, estaba entreabierta. – “Uh, cuando…”
De repente, se escuchó un fuerte golpe seco y Dong Seok se derrumbó en el suelo. Sobre su cuerpo aparecieron dos figuras vestidas con ropa negra y máscaras que les cubrían todo excepto los ojos y la nariz. Sostenían un bate de béisbol manchado de sangre.
“Uh… Uh…”
Saeri llegó a la escena y sus ojos inmediatamente se fijaron en Dong Seok, que estaba inconsciente en el suelo.
“Te dije que era bonita. Como acordamos, yo iré primero.”
“Tsk…”
Saeri tenía la sensación de que sabía de lo que estaban hablando.
Los invasores la atacaron, con sus lenguas sobresaliendo debajo de sus máscaras. Estaban demasiado cerca. El cuerpo de Saeri estaba temblando y podía sentir la piel de gallina sobre cada centímetro de su cuerpo. Ni siquiera tuvo tiempo de pensar en cómo llegaron los invasores a la azotea e inmediatamente se llevó la mano a la cintura. Había dejado la radio en el suelo. En cambio, sacó su revólver.
‘Como en el entrenamiento, como en el entrenamiento...’
Saeri abrió el pestillo y sostuvo el arma con ambas manos para apuntar hacia abajo. Tan pronto como sacó el arma, los dos hombres se estremecieron y luego se separaron en direcciones opuestas antes de avanzar hacia ella una vez más. Se escuchó un fuerte disparo cuando disparó el revólver, pero la bala falló. El segundo y tercer tiro también fallaron. No pudo ajustar su puntería por los movimientos erráticos del invasor.
Los ojos de los atacantes estaban abiertos de par en par, como si pudieran saltar en cualquier momento. Saeri podía sentir como su cuerpo se entumecía cuando el miedo la invadió. Luego, al fin, una bala hizo impacto, perforando el estómago de uno de los invasores. Cayó al suelo, con la sangre fluyendo de su boca.
Saeri giró sus temblorosos brazos para apuntar al otro invasor, pero de repente hubo un zumbido en sus oídos y su visión se volvió borrosa. Todo parecía temblar y pudo ver como el piso de la azotea se acercaba hacia ella. La tierra se sacudió cuando golpeó el suelo.
La fuerza del impacto la dejó inconsciente, pero justo antes, pudo escuchar a alguien hablando.
“Dios, casi me muero. Parece que todos aquí tienen un arma increíble. Esto no fue lo que nos dijiste.”
Saeri podía sentir al invasor palpando a tientas alrededor de su cuerpo. Encontró su arma y se la guardó en el bolsillo trasero. Luego, encontró el cuchillo que mantenía atado a su muslo y lo tiró.
“Eh, ¿estás muerto? ¿Por qué cojones te mueres? ¿Quién abrirá la puerta del primer piso?” – gritó el invasor, frunciendo el ceño. El hombre al que Saeri disparó estaba tirado en el suelo y no se movía. – “Lo que sea. Estoy seguro de que alguien se encargará. ¿Por qué debería importarme?”
El invasor pateó el cadáver dos veces antes de escupirle. A continuación, comenzó a golpear la cabeza del cadáver con su bate de béisbol. Después de un par de golpes, la cabeza se abrió y la sangre se derramó por todo el suelo.
Cuando terminó esa espantosa tarea, el invasor regresó junto a Saeri.
“Es hora de cosechar el botín. Ta-da, guau, no sabía que había una perra aquí con un cuerpo tan agradable.”
El invasor comenzó a desnudar a Saeri, quitándole la ropa, con una expresión espeluznante en su rostro.
Su trabajo consistía en subir a la azotea y matar a los guardias. Esto solo fue posible porque su compañero muerto era un experto en cerraduras y podía abrir cualquier puerta con solo una aguja y un alambre. Podrían haber derribado la puerta para entrar, pero decidieron proceder con cuidado por si acaso, y resultó ser la decisión correcta.
Cuando estaban vigilando el sitio usando sus prismáticos, no creían que hubiera una chica tan bonita aquí. Tenían esperanzas, pero esta chica estaba por encima de sus expectativas.
El invasor desabrochó la chaqueta de cuero de Saeri, revelando una ajustada camiseta blanca que no hacía nada para ocultar las curvas de su cuerpo. El invasor silbó. Sin embargo, en el momento en que trató de meter sus manos debajo de la camiseta, Saeri comenzó a murmurar con voz suave.
“Quita… Tus… Manos… Sucio… Bastardo…”
“Me contuve porque no quería matarte, pero ¿ya estás despierta? Impresionante.” – respondió el invasor. Sin embargo, Saeri apenas estaba consciente.
Su cabeza palpitaba y su visión aún no estaba clara. Ella solo quería maldecirlo, pero el dolor era muy fuerte. El invasor fue a agarrar su bate de béisbol, con la intención de noquearla una vez más, pero notó que no estaba luchando.
“Bueno, esto no es tan malo. ¿Quieres venir conmigo a Hong Kong o quieres ir al más allá y dejar tu cadáver aquí? A mí, no me importa si eres un cadáver, si así es como va a ser. O podríamos comprometernos. Puedo golpearte muy fuerte con esto y puedes permanecer inconsciente hasta que termine.” – dijo con una sonrisa.
“Loco bastardo.”
El invasor se rio como un loco.
Definitivamente estaba loco. Sus ojos y acciones estaban llenos de locura, como si estuviera drogado.
“Si solo vas a hacerlo, ¿por qué preguntas? Y mucho menos Hong Kong, no creo que puedas pasar la puerta de peaje de Seúl.” – dijo Saeri, volviendo la cabeza y escupiendo. Debió haberse mordido el labio o algo parecido, ya que sabía a hierro, a sangre. Ella trató de levantarse, pero terminó cayendo de nuevo. – ‘Dios, debes haberme pegado fuerte. A tope.’
El invasor se impacientó y se puso a horcajadas sobre ella. Sacó la pistola de Saeri del bolsillo trasero y se la metió en la boca. Su movimiento brusco hizo que ella gritara de agonía.
“No perdamos el tiempo, ¿de acuerdo?”
“Al menos pon algo blando en el suelo, pedazo de basura.” – murmuró Saeri. – “Mi cabeza está dando vueltas, así que hazlo lentamente, hijo de puta…”
Saeri se dio la vuelta para mirar al cielo. Ella dejó escapar un suspiro débil. El invasor tenía una mirada de satisfacción.
“Esa es una buena chica, muy obediente. También me entiendes bien. Nunca antes he conocido a una chica como tú.”
La parte superior y la ropa interior de Saeri fueron retiradas y esparcidas por el suelo. El invasor separó las piernas y se colocó entre ellas. Cuando se inclinó sobre ella, Saeri suavemente envolvió sus manos alrededor de su cabeza.
“Es… Espera…” – dijo con timidez.
“¿Qué? ¿Por qué?”
Saeri acarició suavemente la mejilla del hombre, antes de golpear repentinamente con sus pulgares contra los ojos. Sus largas uñas perforaron sus globos oculares, haciendo un sonido enfermizo al apretar.
“¡Aaaaaaaargh!”
El invasor gritó mientras presionaba sus ojos.
Saeri desplazó sus piernas y lo pateó en el pecho, empujándolo hacia atrás. Luego, se apresuró a escapar, pero una mano grande la agarró del tobillo.
“¡Aaah!”