2ª parte: La ley de la jungla
Capítulo 94
Unión de Supervivientes de Seúl – Segunda Ronda XV
Traducido por Tars
Corregido por Lord
Editado por Tars
Corregido por Lord
Editado por Tars
“Si crees que deberían morir, entonces mátalos. Te daré el tiempo. ¿A quién vendieron?”
“Yo y…”
Seo Jun dejó de hablar cuando Yohan buscó en su bolsillo para sacar una pistola y entregársela. Le estaba diciendo que lo hiciera él mismo. Al momento miró hacia Ji Hye, pero esta sacudió la cabeza con una expresión de disgusto.
Al principio se sorprendió porque pensó que los mataría Yohan, pero después de reflexionar por un momento, recordó lo que había dicho cuando creo los campamentos.
«Todas mis decisiones darán como resultado una de estas tres posibilidades: perdón, ejecución o expulsión. Ah, y cuando digo perdón, no me refiero a perdonar sus acciones, eso será decisión de la víctima. Estoy hablando de perdonar a alguien por romper las reglas de nuestro campamento.»
Había decidido exiliarlos en lugar de ejecutarlos. Sin embargo, no los perdonaba en nombre de las víctimas. Como Seo Jun era una de las víctimas, le estaba dando la oportunidad de ejecutarlos basándose en su propio juicio. Esta era la forma en que Yohan hacía las cosas.
Seo Jun levantó su pistola hacia Marco y Soo Hee. Estaba especialmente resentido con ella, tanto que había deseado su muerte. Era justo que muriera. Si Yohan fuera la víctima, probablemente habría apretado el gatillo en el acto. Sin embargo, Seo Jun no pudo hacerlo con tanta facilidad. A pesar de que habían traicionado a sus compañeros, no era sencillo matar a las personas con las que habías formado vínculos. Su dedo temblaba mientras acariciaba el gatillo.
“Seo Jun, no te excedas.” – dijo Hyuk, antes de que apretara el gatillo, mientras lo miraba a los ojos con una expresión lamentable. – “No hay razón para ser como ellos.”
“Sí… Tienes razón.” – contestó, dejando caer los brazos y bajando la cabeza. Con Seo Jun resignado a no hacer nada, Yohan miró al viejo una vez más.
“Genial, ¿has terminado? ¿Todos hemos estamos de acuerdo?”
“Sí.”
“Vosotros dos, ¿tienen algo que quieran decir?” – preguntó el viejo mirando a Soo Hee y Marco.
La pareja puso los ojos en blanco y murmuraron para sí mismos. Querían decir algo, pero dudaron porque sabían que lo que hicieron estaba mal. Se sintieron aliviados de que Seo Jun no los matara. Marco la miró y Soo Hee comenzó a hablar por los dos.
“Tampoco teníamos otra opción. Estoy seguro de que cualquiera hubiera hecho lo mismo. Iban a matar a todos con una ametralladora. Quería salvar al menos a una persona…”
“¿Quieres que esas sean tus últimas palabras?”
“¿Disculpe?”
Los ojos de Soo Hee se abrieron cuando un agujero de bala apareció en su frente. Todos los que miraban parecieron registrar el sonido del disparo una fracción de segundo más tarde. Para entonces, el viejo había movido su arma para apuntar a Marco. Marco se cubrió la cara con las manos, pero la bala atravesó sus manos y también se metió en su cabeza.
La sangre de Marco y Soo Hee empapó el asfalto.
La pareja había sobrevivido con tenacidad y habían causado muchos problemas dentro del campamento. Ahora sus cadáveres yacían sin vida en el suelo, perdiendo rápidamente el calor corporal. El viejo sopló el humo del cañón de su arma y se echó a reír. Aparte de los mercenarios y algunos miembros del equipo de reconocimiento, todos lo miraron con una expresión atónita.
El viejo se dirigió a la multitud.
“Que esta sea una lección para todos. Mírenlos, unos perdedores. No vivimos con personas que venden a sus compañeros. Si te atrapan vendiendo a alguien, será una ejecución inmediata. Recuérdalo bien. Ah, y aunque el niño dijo que pueden irse si quieren, no planeo dejar que ninguno se vaya. Si huyes, te mataré. Niño, ¿tienes alguna queja?”
“Eso fue increíble.” – respondió Yohan, como si esperara que las cosas acabaran así todo el tiempo. El viejo sonrió.
“Genial, muévete rápido. Si alguien se resiste o nos muestra los dientes, os mataré a todos. Considera esto como una advertencia. Trátalo como si estuvierais de vuelta en el servicio militar. Ey niño, ven aquí. Te mostraré cómo usar esto.”
El viejo estaba de pie junto a una caja de dinamita y un taladro de construcción.
Mientras esperaban que el incendio en el edificio del equipo de reconocimiento se extinguiera, los mercenarios habían conseguido algo de dinamita de las ruinas de un sitio de construcción que detectaron gracias a la grúa gigante que había en medio la obra. Dijeron que encontraron los explosivos en un almacén que también contenía combustible para soldaduras y otros materiales explosivos.
El viejo guio a Yohan a través del proceso de instalación y uso de explosivos y este tomó notas de forma detallada. Sabía que los explosivos eran importantes para establecer un refugio seguro.
Con los supervivientes exiliados expulsados, los explosivos y los nuevos conocimientos y tras haber entregado la información sobre los zombis al anciano, Yohan se preparó de inmediato para mudarse. Habían reunido a demasiadas personas en un área durante demasiado tiempo. Si se retrasaban más y se producía una oleada, sería extremadamente perjudicial para su maltratado grupo de supervivientes.
Los mercenarios llevaron a todos los supervivientes que Yohan había retirado quirúrgicamente de su grupo a un solo campamento para un ‘entrenamiento mental’. El resto prepararon sus pertenencias y se mentalizaron para realizar un largo viaje. El equipo de reconocimiento había preparado un camión y un tanque de agua de una estación de bomberos.
Yohan dejó a Ha Jin y Barrendero a cargo cuando regresó al campamento de la asociación de mujeres y familia. Todavía le quedaba algo por hacer.
Desde que se deshicieron del líder de la Unión de Supervivientes de Seúl, Yohan también necesitaba deshacerse del cuello que sostenía su cabeza. Abrió la puerta de acero del edificio gris que se encontraba cerca de la asociación de mujeres y familia donde había mantenido a Kim Seol Hwa encerrada.
“Grrr…”
El gruñido de los muertos vivientes llenó la habitación. Aunque era un sonido familiar, Yohan nunca sería capaz de acostumbrarse.
Kim Seol Hwa, la única ocupante de la habitación secreta, ya se había convertido en un zombi. Parecía una perra rabiosa mientras hacía espuma por la boca y le gruñía.
Yohan se preguntó cómo se convirtió en zombi y examinó su cuerpo con cuidado. Su mano esposada estaba herida. Lo más probable es que hubiera luchado con tanta fuerza para intentar liberarse que hubiera abierto una herida en su muñeca.
‘Tonta’
Le habían quitado las esposas a un cadáver y tenía sangre de zombi por todas partes. Naturalmente, se infectaría si se hería la muñeca. Sin embargo, ella probablemente creía que Yohan iba a perder y que iba a morir de todos modos ya que nadie más sabía que estaba encerrada aquí.
Podía entender esa línea de pensamiento. De todos modos, estaba bien, nunca había tenido la intención de dejarla vivir.
La fulminó con la mirada. Podría matar a la zombi Kim Seol Hwa y darle el descanso eterno, pero decidió irse, cerrando lentamente la puerta a su espalda. Ahora, pasaría la eternidad sola, como un zombi, en esta habitación. Esta sería la venganza y el castigo de Yohan. Cerró la puerta y arrojó la llave a un desagüe cuando salió del edificio. Su corazón se sentía molesto.