Capítulo 90
¡Las explosiones son un arte!
Traducido por Tars
Corregido por Noe
Editado por Tars
Corregido por Noe
Editado por Tars
Las once de la noche.
La fuerte nevada se había detenido hacía unas horas. En la oscuridad, los jugadores que portaban armas estaban repartidos en un arco por el bosque, cavando trincheras en el suelo con palas. Eran agujeros simples, por lo que el trabajo se hizo rápidamente.
“¡Esto es muy divertido! Acabo de entrar en el juego, ¡pero ya ha habido dos batallas consecutivas!”
“No te atrevas a robarme mis presas, ¡quiero matar a diez!”
“Que te den, tengo que alejarme de ti más tarde. No me uses para compensar tus patéticas estadísticas.”
“¿Crees que soy ese tipo de persona?”
“Quién sabe.”
Nadie entró en pánico. Todos estaban emocionados, como si les hubieran inyectado un estimulante. Lo que hacía que este juego pareciera tan real era que su atmósfera era completamente realista. ¡Se sentía como una verdadera guerra!
El viento que se deslizaba entre los árboles ocultaba los susurros de los jugadores. Completamente armado, Chu Guang estaba de pie sosteniendo su martillo, con las manos cruzadas en el mango. Sus ojos oscuros miraban fijamente hacia el norte. Estaba apostando.
Apostaba a que Hein estaba del lado de sus intereses, y que había persuadido con éxito al líder del Clan Mano Sangrienta para que marchara en la oscuridad y dividiera una parte de sus tropas hacia el río del noroeste. Por supuesto, Chu Guang también se preparó para lo peor; es decir, Hein estaba con el otro bando y elegía ayudar a sus antiguos socios comerciales por lo que tendría que enfrentarse a la fuerza principal del Clan Mano Sangrienta de frente. Esta sería una batalla reñida y difícil. Pero no estaba preocupado. Incluso si las pérdidas de ambos lados fueran 1 a 1, todavía tendría ventaja. En este momento, un jugador de tipo percepción llegó corriendo desde la distancia hasta detenerse frente a Chu Guang.
“Estimado Administrador, ¡la gente del Clan Mano Sangrienta ha abandonado su campamento y se dirige hacia nosotros!” – informó con entusiasmo.
Chu Guang estaba encantado. Sin embargo, en lugar de mostrar sus emociones en el rostro, puso una expresión estoica.
“¿Está todo preparado?”
“¡Todo listo!”
“Muy bien. Comunica mis ordenes. ¡Todos los equipos deben actuar de acuerdo al plan!”
“¡Sí!”
El jugador se cuadró con el puño derecho presionado contra el pecho y luego salió corriendo emocionado. Al pensar en el operativo que se había instalado en los alrededores, se estremeció de euforia. ¡Esto era demasiado emocionante!
* * *
Puerta Norte del Parque de Humedales.
Un grupo de personas estaba de pie en la oscuridad. La mayoría usaba abrigos de piel de animal con protecciones metálicas, de madera o de cuero fabricadas rudimentariamente. Tenían tatuajes de color rojo sangre en sus brazos, cuello y cara y las armas que portaban en sus manos eran aún más variadas.
Aunque parecían un ejército con vestimenta variopinta y de temperamento exaltado, su poder de lucha no era nada despreciable. Todos aquí eran veteranos experimentados, ¡la élite del Clan Mano Sangrienta! Oso iba vestido con una armadura pesada, montaba a lomos de un rinoceronte con un aro en la nariz y llevaba una escopeta de dos cañones en la mano. Entrecerró los ojos cuando miró hacia la oscuridad de los árboles. En la entrada del bosque, había un cartel con una calavera pintada y con unas letras garabateadas en su parte inferior.
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Sus labios se curvaron en una sonrisa, y Oso lanzó una mirada al subordinado que estaba a su lado. El depredador comprendió lo que quería e inmediatamente dio un paso hacia adelante con el hacha en la mano. A continuación, partió el letrero por la mitad en diagonal de un solo golpe.
“¡Llevemos la destrucción a sus cabezas!”
“Todos, ¡marchad!”
Oso dejó escapar una carcajada y agitó su enorme mano para indicarles a todos que avanzasen. Pateó al rinoceronte mutado debajo de él con el talón y se colocó al frente del equipo. El rinoceronte comenzó a avanzar con pasos pesados. Al mismo tiempo, los cincuenta y cinco depredadores que lo seguían también avanzaron bajo el liderazgo de los cinco líderes de escuadrón. En ese momento, Oso tuvo una premonición y llamó a su lugarteniente más leal, que estaba a su lado. Su nombre era Caballo. Poseía una cara alargada y medía alrededor de 1,9 m y era mucho más alto que las personas que lo rodeaban. Era el líder de escuadrón más valiente de entre todos sus hombres.
“Dirige a tus hombres hacia el oeste y asalta el horno junto al río. Captura a todos los prisioneros que puedas y si no puedes, muévete hacia el sur. Nos encontraremos allí.” – ordenó Oso mientras lo miraba.
Caballo apretó el puño.
“¡Sí!”
Después de terminar de hablar, el líder de escuadrón condujo inmediatamente a sus diez subordinados a paso acelerado hacia el oeste. Once personas. Era gente más que suficiente para asaltar un campamento en la oscuridad. Entonces, Oso miró al resto de hombres con una sonrisa cruel en el rostro.
“Vamos al sur. Adelante, ¡los esperaremos allí!”
* * *
Aunque la fuerte nevada se había detenido por un tiempo, el frío del bosque no se disipó. Especialmente el susurro del viento que soplaba desde el norte a través de los árboles, lo que siempre ponía nerviosa a la gente. Caballo no se atrevió a descuidar las órdenes dadas por el líder en persona y, mientras se movían rápidamente hacia el río del oeste, estaba alerta ante cualquier posible amenaza en el bosque. Afortunadamente, no había ninguna emboscada.
Tal vez, como había dicho el comerciante, esos salvajes supervivientes estaban teniendo su reunión al aire libre en el campamento y ni siquiera notaron que la muerte se acercaba. En el borde del bosque, ya se podía ver las llamas de la hoguera.
El grupo de depredadores aceleró el paso y se movió rápidamente en dirección a la luz. Poco después, encontraron una hilera de chozas construidas a lo largo del lado suroeste del río. Las puertas de las chozas estaban cubiertas con láminas de plástico y no se podía ver a las personas que estaban en su interior, pero había hachas y palas ante las puertas. En el centro del espacio que había ante las chozas había una hoguera rodeada de piedras y algunos huesos que acababan de ser roídos.
Mirando el campamento que tenía delante, una sonrisa cruel apareció gradualmente en el rostro de Caballo. Al instante, cargó el rifle que tenía en la mano e insertó una bayoneta en la ranura que había debajo del cañón.
“Moveos sin hacer ruido. Tratad de no disparar. Si alguien se resiste, ¡matadlo a puñaladas!”
Siguiendo las órdenes de su jefe, los depredadores instalaron las bayonetas en sus armas o sacaron armas de combate cuerpo a cuerpo, como mazas o lanzas cortas de sus cinturas. Estaban listos para matar al enemigo mientras dormían. El grupo de personas se acercó en silencio y entró al campamento sin hacer ruido. Se dividieron en grupos de dos, colocándose uno a la izquierda y otro a la derecha de cada puerta.
Al ver que todas las chozas estaban bajo control, Caballo levantó el puño derecho e hizo un gesto de acción. El grupo de personas actuó al mismo tiempo al instante y abrieron las cortinas de plástico con las bayonetas… Entonces, todo el mundo se quedó estupefacto. El interior estaba vacío. No había nada dentro. No, no se podría decir que no había nada. En casi todas las chozas, había un balde de hierro cubierto con alquitrán vegetal.
“¡Salid!”
El rostro de Caballo cambió al instante y fue el primero en reaccionar y gritar en voz alta. Sin embargo, el aviso todavía llegó demasiado tarde.
Aproximadamente una docena de flechas de fuego llegaron volando desde el otro lado del río como si fueran langostas y aterrizaron sobre el campamento, una tras otra. Las láminas de plástico de las chozas se incendiaron con el fuego e instantáneamente se convirtieron en gotitas de aceite que caían sobre los baldes de hierro que contenían alquitrán vegetal y pólvora.
¡Brooooooooom!
Las explosiones provocadas por la reacción en cadena rugieron en el campamento una tras otra. Los depredadores que se habían dispersado y empezando a escapar acabaron siendo tragados por el humo espeso y la luz de la explosión. ¡Dos depredadores murieron en el acto! ¡Los nueve restantes terminaron gravemente heridos! Uno de los más desafortunados terminó ardiendo tras ser salpicado por el aceite, rodando por el suelo y gritando de dolor. Sus gritos se fueron volviendo cada vez más débiles y pronto desaparecieron por completo.
Al ver las miserables apariencias de sus subordinados, los ojos de Caballo se inyectaron en sangre antes apretar los dientes y rugir enojado.
“¡Cobardes! ¡Salid y pelead conmigo como hombres! Cou…”
El humo ahogó su garganta. Ignorando la sangrienta herida en su espalda, bajó la cabeza y salió gateando entre el humo. Luego, levantó el rifle que tenía entre las manos y disparó continuamente hacia el otro lado del río.
¡Bang!
¡Bang!
¡Bang!
Las llamas parpadearon mientras el sonido resonaba a su alrededor. El resto de los depredadores también dispararon en la dirección de la que venían las flechas. Sin embargo, después de disparar más de una docena de tiros, ni siquiera pudieron ver a una sola persona. Solo veían como las flechas volaban sobre sus cabezas. La moral comenzó a tambalearse. Caballo entró en pánico junto a sus hombres y comenzaron a retirarse.
* * *
En ese momento, los jugadores en el oeste que habían preparado la emboscada entusiasmados, estaban esperando la oportunidad para matarlos.
“¡Se retiran! ¡Se retiran! Ja, ja, ja, ¡se están retirando!”
“¡El monstruo de élite está lisiado! ¡Debe ser el líder del escuadrón!”
“Maldita sea, ¡el líder del escuadrón! ¡Cargad! ¡Atrapadlo con vida!”
“¡Por la alianza!”
“¡Por la horda!”
“¡Por Demacia!”
“¡Por la sopa de champiñones de YaYa!”
Los jugadores gritaron emocionados mientras salían corriendo de entre los arbustos. Ninguno de sus gritos de batalla era igual. Al mismo tiempo, los jugadores de apoyo del otro lado del río también dejaron de disparar flechas. Sacaron palas, hachas y hoces, vadearon el río que les llegaba hasta los tobillos y cooperaron con los aliados para acosar al enemigo y unirse a la carnicería.
¡Había gente por todas partes! Los sonidos de los disparos, los pasos y los gritos de los moribundos resonaron por todo el campo de batalla. Bajo el manto de la noche, lo barrieron todo como una marea. Caballo no sabía cuántas personas había y mucho menos de dónde venían. Los depredadores que acababan de salir de entre las llamas y se precipitaban hacia el bosque, sentían como si sus ojos estuvieran manchados de tinta y eran incapaces de ver nada. Caballo luchó por tirar del receptor de su arma con fuerza para desatascar el casquillo mientras gritaba en voz alta a sus subordinados.
“¡Retirada! ¡Retirada hacia el sur!”
El rastro de cordura que quedaba en su corazón le decía que la única forma de sobrevivir era unirse al gran ejército del sur. Sin embargo, ¿cómo podrían los defensores no haber pensado lo mismo? Se había formado una línea de defensores hacia el lado sur. Si alguien escapaba hacia el Norte a través del campamento en llamas todavía tendría una oportunidad de sobrevivir, pero si corría hacia el sur… ¡era el equivalente a precipitarse a las trincheras con su rostro como único escudo!
Justo cuando Caballo y sus subordinados eran emboscados, la élite del Clan Mano Sangrienta que marchaba hacia el puesto de avanzada también escuchó las explosiones que llegaban desde el noroeste.
“¿Qué está pasando?”
“Parece que viene de la zona del horno junto al río…”
“¿Le pasó algo a Caballo y a sus hombres?”
“De ninguna manera, es Caballo… ¡Una vez lo vi desgarrar a una Trituradora con mis propios ojos!”
Los depredadores se miraron entre sí mientras susurraban en voz baja. Su intuición les dijo que algo no iba bien tras escuchar cinco explosiones seguidas. Oso frunció el ceño y miró hacia el noroeste, con una expresión de sorpresa. Caballo era su mano derecha, y sabía muy bien que ninguno de los equipos bajo su mando tenía la capacidad de hacer tal estruendo. Por tanto, ¡solo quedaba una posibilidad!
“¡Maldita sea! ¡Que todos marchen hacia el noroeste!”
Oso estaba ansioso y enojado y pateó al rinoceronte mutado en el abdomen, instándolo a acelerar.
“¡Corred!”
“¡Vamos!”
La muerte de Tejón y de Ciervo no eran suficiente para causarle dolor, pero si Caballo también moría, no solo el Clan Mano Sangrienta sufriría grandes pérdidas, sino que el prestigio de su tribu también se desplomaría. En ese momento, ya no le importaba la formación. Los depredadores no tenían la costumbre de hacer fila, por lo que el equipo ya estaba disperso mucho antes de comenzar a correr.
Los otros cuatro líderes de escuadrón sintieron que algo andaba mal, pero esta vez no se atrevieron a dar su opinión, por lo que solo pudieron morderse la lengua y pedirles a las personas que se estaban rezagando a que mantuvieran el ritmo. Aunque estuvieran en un bosque, sería facil moverse de un lado a otro para contarrestar cualquier emboscada. Era mucho más sencillo moverse por aquí que entre las ruinas de la ciudad. A medida que las llamas que tenían por delante se iban acercando, todos pudieron sentir el calor que irradiaba ese fuego deslumbrante incluso desde esa distancia.
“¡Maldita sea! ¿Acaso no habéis comido? ¡Corred más rápido!”
Oso estaba furioso. Hasta ahora todavía no había rastro de Caballo y solo podía seguir maldiciendo entre el creciente mar de llamas e instando a sus hombres a moverse más rápido. Sus subordinados estaban insatisfechos, pero no podían hacer nada. Aunque no podían ver al enemigo por ninguna parte, sostuvieron sus armas mientras se lanzaban a la carrera.
Oso levantó su escopeta de dos cañones y corrió hacia adelante. Sin embargo, en ese momento, en el suelo embarrado, bajo la luz del fuego, vio rostros humanos, asomando la cabeza. La multitud de pares de ojos que parecían brillar con luz verde, hizo que el valiente e invencible líder entrase en pánico por una milésima de segundo.
“¡Fuego!”
Hubo un grito en la oscuridad.
Aunque no podía entender lo que significaban esas palabras, sus instintos de lucha lo hicieron tirarse de su montura, y su enorme cuerpo cayó detrás de las gruesas raíces de los árboles. Una descarga de truenos resonó en el mismo instante en que chocó contra el suelo. Las llamas parpadeantes parecían rodearlos desde todas las direcciones, mientras las balas aullaban por el aire como si fueran rayos. Oso estaba aterrorizado. Por un instante, no pudo decir cuántas armas había en el otro bando, pero vio como sus subordinados fueron tomados por sorpresa antes de caer uno tras otro. Pero no sabía si se tiraron para esquivar las balas o si habían sido abatidos por las armas.
“¡Maldita sea! ¡Emboscada!”
“¡Lo primero que haré al regresar será cortar a Hein en rodajas!”
“Vamos, encontremos primero la manera de regresar…”
“¡Maldición! ¿Cuántas armas hay en el otro lado?”
“¡Siento como si tuvieran al menos dos ametralladoras!”
“¡Aaaaaah!”
Al escuchar las voces aterrorizadas, Oso también entró en pánico. La montura que corría hacia la posición de sus oponentes había sido asesinada por disparos aleatorios, y su cuerpo yacía inmóvil junto a un árbol a veinte metros de distancia. Se podían ver los agujeros de bala con claridad sobre su cuerpo.
Oso no se atrevió a levantar la cabeza para comprobarlo. No quería apostar con su cabeza cómo era la puntería del enemigo. Pero cuando recuperó el aliento y escuchó en silencio los silbidos que pasaban sobre su cabeza, sintió que algo andaba mal. Era raro. ¡Algunos silbidos no sonaban como disparos!
En un instante, recuperó la compostura y gritó enojado.
“¡No! ¡Esto no es un disparo! Esto… ¡Esto es…!”
Oso quería decir algo, pero no podía recordar cómo se llamaba. De hecho, tenía razón. Realmente no se trataban de disparos, sino de tan solo rollos de petardos fabricados con papel usado, pólvora y polvo de ladrillos. En una época en la que la gente ni siquiera tenía comida suficiente para sobrevivir, ¿quién tendría tiempo para jugar con petardos? Era normal que no recordase cómo se llamaba. Sin embargo, en este entorno oscuro, encender petardos para confundir al enemigo mientras disparaban con sus armas tenía un efecto realmente milagroso.
Esos depredadores corrían con todas sus fuerzas y justo antes de ver donde estaba el enemigo recibieron un poderoso ataque frontal, dejándolos estupefactos. ¿Cómo iban a tener tiempo para pensar que el enemigo estaba haciendo trampas? Los que se arrastraban por el suelo solo sintieron que se habían utilizado dos ametralladoras para acabar con ellos, especialmente cuando vieron como las personas a su lado caían una tras otra y era complicado ver quién había recibido un disparo y quién no.
Todos se habían tirado al suelo asustados, con miedo a levantar la cabeza y sin atreverse a confirmar de dónde procedían los disparos para poder contraatacar. Además, seguían luchando a contra luz. Justo cuando los cuatro equipos de depredadores estaban completamente aturdidos, los jugadores en cuclillas que se encontraban en los laterales de la trinchera ya habían abandonado las fortificaciones y, al amparo de los disparos, los flanquearon por el este y el oeste. Pero Oso logró vislumbrar como una figura se movía por el rabillo de su ojo.
“¡Se están dispersando!” – gritó con furia. – “Todos, ¡cargad! Levantaos, ¡no son disparos! Cargad conmigo, corred hacia sus escondrijos, ¡romped sus cráneos con las culatas de vuestras armas!”
Sin embargo, incluso después de gritar durante mucho tiempo, nadie lo escuchó. Las continuas emboscadas habían llevado la moral de esa turba al borde del derrumbe. Oso sintió un repentino estallido de desesperación.
‘Tal vez…’
Salir de la ciudad y entrar en el terreno del rival fue una decisión equivocada desde el principio.
“Jefe… La potencia de fuego del enemigo es demasiado feroz, ¡cargar contra ellos sería la muerte!”
“¡Malditos idiotas! ¿No puedes oírlo? ¡Todo es falso!”
La ira ardía en su corazón, haciendo que estuviera a punto de vomitar sangre. Pero también sabía que no importaba cuán fuerte pudiera gritar, pocas personas podrían escucharlo y muchas menos estarían dispuestas a hacerle caso. Sabiendo que todo había terminado, miró hacia el este y tomó una decisión en su interior.
“Moriremos si nos quedamos aquí. ¡Avancemos hacia el este!” – les dijo a los secuaces que estaban a su lado.
Varios asintieron con nerviosismo. Sin embargo, justo cuando Oso estaba a punto de explicar el plan de retirada en detalle, de repente llegaron gritos desgarradores desde el oeste. Oso levantó la mirada y vio como innumerables proyectiles del tamaño de un puño, dejando un rastro como lenguas de fuego, atravesaban la oscuridad dirigiéndose directamente hacia ellos. También se escuchó claramente unos gritos y una risa estridente desde la distancia. Aunque no podía entender lo que decían, escuchó vagamente una voz ronca de hombre.
“¡Ja, ja, ja, ja, ja! ¡Las explosiones son un arte!”