miércoles, 19 de julio de 2023

JDR - Capítulo 89

Capítulo 89
Mi Señor, ¡nuestra ventaja es muy grande!
Traducido por Tars
Corregido por Noe
Editado por Tars

Aunque estaba contra el viento en el camino de regreso, Hein sintió como si su cuerpo estuviera flotando, y hasta la herida de flecha en su pierna no le dolía tanto. Debido a las necesidades de planificación, se quedó en el campamento de la gente de los abrigos azules durante un día. Era la tarde del día siguiente, y hacía tan solo unas horas, el hombre lo había invitado a comer. Quedó muy impresionado con la comida. El plato principal consistía en patas de Cangrejo de Pinza Partida al vapor, y la guarnición era sopa de champiñones y puré de raíces shofar. Que este grupo de personas pudiera ser capaz de matar a un Cangrejo de Pinza Partida, le indicaba que era mucho más poderoso de lo que imaginaba. O al menos estaban equipados con potencia de fuego antiblindaje. Y el puré de raíces shofar se había aderezado con salsa de soja para realzar el sabor. Viendo que estaban bien armados y con suficientes suministros, el Clan Mano Sangrienta había provocado a un oponente terrible. ¡Era comprensible que hubieran perdido a dos equipos en sus manos! Hein era un comerciante y por ende una persona muy realista: siempre estaría del lado del vencedor… o al menos del que tuviera la mayor posibilidad de ganar. De hecho, cuando Chu Guang lo persuadió, se dio cuenta de que ese hombre no conocía muy bien las reglas de la Firma de la Herradura. Incluso si se desempeñaba bien ante su jefe, era imposible que pudiera dejar esa vida peligrosa. Aunque nominalmente era un vendedor de una empresa, la realidad era que la naturaleza de su profesión le hacía más cercano a un socio. Estaban activos en la parte sur de la provincia del Valle del Río, utilizando sus acciones en la compañía comercial de la Firma de la Herradura para obtener una parte de cada transacción. Hein hizo un cálculo aproximado. Incluso con la pérdida de dos equipos, el Clan Mano Sangrienta todavía tenía entre cincuenta o sesenta luchadores poderosos. Si contaba también la carne de cañón y los prisioneros, serían casi cien personas. Si pudiera llevar a un tercio de ellos de vuelta, sería suficiente para convertirlo en una leyenda de la Firma de la Herradura, e incluso de todo el pueblo del Río Rojo. Aquellos que aún estuvieran bien físicamente serían vendidos a los propietarios de las minas y a los que les faltaban brazos o piernas podrían ser enviados a la Ciudad de Boulder o a otros grandes asentamientos de supervivientes en el Norte de la provincia del Valle del Río para que se les extrajeran sus órganos. La ganancia sería del 1.000%. No importa cómo lo pensaras, este era un gran negocio. ¿En cuanto a si estas personas con abrigos azules podrían ganar? Para ser honesto, nunca consideró la posibilidad de que perdieran. Estas personas podrían trabajar diligentemente como las vacas y cazar con tanta ferocidad como los lobos. Incluso le tendieron una emboscada a él, que había viajado a muchos lugares del páramo durante muchos años. Tanto táctica como estratégicamente, tenían ventajas asombrosas. Y el líder de esta gente era un hombre insondable. ‘¡Este grupo da mucho miedo!’ El instinto de Hein le dijo que, si tenía una buena relación con estas personas, definitivamente podría ganar mucho dinero en el futuro. ¡Tal vez ganaría más dinero que trabajando en la empresa comercial!
* * *
Después de caminar hacia el norte a lo largo de los restos de la carretera elevada que llevaba a las afueras de la ciudad y pasar por alto varias ruinas derrumbadas, Hein vio poco después la fábrica de neumáticos ocupada por el Clan Mano Sangrienta. Las paredes exteriores de cemento estaban decoradas con estacas de madera con púas y barras de acero como obstáculos. También tenían grafitis desconocidos y escalofriantes pintados con sangre. Un cadáver decapitado fue abandonado en un desagüe al costado de la carretera, para que acabara siendo devorado por unas pocas ratas gordas. Debía haber sido algún esclavo desafortunado que no logró hacer feliz a ese grupo de salvajes. Hein chasqueó la lengua y sintió que era una lástima mientras sostenía una caja de madera en las manos y seguía caminando hacia el portón de madera del asentamiento. “Soy Hein, ¡abrid la puerta!” Ya se había quitado el vendaje de la pierna, ya que la herida había dejado de sangrar. Hein gritó y saludó al guardia en la pared. Al reconocer su rostro, el hombre con la cabeza rapada y pintura escarlata en el rostro caminó hacia el cabrestante de acero y estiró sus musculosos brazos para tirar de él. Acompañado por el sonido del traqueteo de las cadenas, el portón de madera se abrió lentamente. Hein no se detuvo ni por un momento y, guiado por un centinela, caminó rápidamente por el interior de la fortaleza del Clan Mano Sangrienta hasta la tienda de Oso. Poniendo la caja en el suelo, presionó su frente contra el suelo. “¡Estimado y honorable líder! Esas personas son un montón de bárbaros. Lo lamento, hice todo lo posible, pero no pude comunicarme con ellos en absoluto.” “No trajiste a mi gente de vuelta.” – contestó Oso mirando inexpresivamente al hombre arrodillado en el suelo frente a él. Estaba reclinado en su silla mientras apoyaba perezosamente la barbilla en su puño. “Sí… Porque no había ningún prisionero.” “¿Ninguno?” Oso se enderezó y sus ojos casi se convirtieron en dos puntos pequeños por la piel tensa de su rostro. “Dices que no hay prisioneros, explícate.” Tenía muy claras las virtudes de sus subordinados. Si se encontraban con gente extremadamente cruel, podían pelear hasta la muerte, pero en un combate contra los abrigos azules… Incluso si no podían ganar, no había ninguna posibilidad de que tuvieran una batalla sangrienta hasta las últimas consecuencias. No era un mal negocio intercambiar 20 fichas para recuperar a un prisionero. Después de un periodo de tiempo para recuperarse de sus heridas, podría reunir a sus hombres una vez más. En cuanto a aquellos que carecieran de brazos o piernas, podría dejar que el traficante de esclavos ante él se encargara directamente de ellos. El Clan Mano Sangrienta no apoya a los ociosos ni tiene comida de sobra para mantenerlos. Siempre había la posiblidad de que el hombre que tenía delante estaba mintiendo, negociando en su nombre pero enviando a esos cautivos a otro lugar. Hein tenía una aguda intuición. Incluso si no podía ver la expresión en el rostro de Oso, aún podía adivinar lo que estaba pensando ese idiota musculoso, por lo que rápidamente asumió una expresión de dolor e indignación y pronunció el discurso que había preparado. “¡Esa gente es un montón de escoria, ratas y gusanos con abrigos azules! No tienen nada de benevolencia ni moralidad en absoluto y la palabra astucia está grababa en cada célula de su cuerpo. Fingieron aceptar la rendición de sus hombres, pero cuando tiraron sus armas, ¡los ahorcaron brutalmente ante su puerta!” Mientras hablaba, Hein abrió la caja que tenía a su lado y mostró los collares creados con huesos de dedos. Las pupilas de Oso se contrajeron por la ira, mientras su puño golpeaba el reposabrazos de la silla. “¡Cortaré las extremidades de esas alimañas y las arrojaré a la mazmorra para alimentar a las cucarachas!” El rugido furioso resonó en la tienda mientras las llamas del brasero se balanceaban en consecuencia. Los depredadores veteranos que se encontraban en un lateral agarraron los cuchillos y hachas que llevaban alrededor de la cintura mientras miraban a Hein con expresiones heladas. Siempre que el líder diera la orden, avanzarían y cortarían en pedazos a la persona que había ofendido a su líder para que pudieran descargar su furia. Sintiendo la ira de Oso, Hein ni siquiera se atrevió a respirar y continuó quejándose entre lágrimas. “Honorable líder, ¡no sabes lo que me pasó al encontrarlos! Entré en su campamento con el propósito de buscar la paz, e incluso tomé la iniciativa de entregar mis armas a su centinela, pero justo después de reunirme con su líder, me arrojaron a la prisión. No querían negociar, ¡y ni siquiera intentaron hablar! Solo después de que ese hombre me arrojase esta caja de madera, se rio de mí y me dijo que toda la gente que buscaba estaba dentro. También me contó… ¡que todos acabareis en su interior!” – gritó Hein antes de continuar. – “Aunque no me colgaron de inmediato, siguieron encerrándome por temor a que filtrara su información. Me preocupaba que me silenciaran al amanecer, así que usé las fichas escondidas en las suelas de mis botas para sobornar a los guardias y escapar de su campamento durante la noche con la caja de madera. Sin embargo, esas personas reaccionaron rápidamente y, cuando se dieron cuenta de mi fuga, enviaron cazadores para matarme. No me atreví a ir al norte, así que solo pude desviarme hacia la puerta este, pero antes de entrar a la ciudad, me dieron con una flecha. Afortunadamente no me causaron ninguna lesión grave. Escondí las pertenencias de sus hombres en un cubo de basura y corrí hacia un edificio abandonado. Pero casi tan pronto como entré en su interior, ¡aparecieron! Pero afortunadamente no me encontraron. Me escondí en las ruinas hasta el amanecer, hasta que regresaron al asentamiento. Después de confirmar que no había peligro, no me atreví a demorarme ni un instante, agarré la caja, ¡y regresé para informarte!” Hein no paraba de llorar con mocos en su rostro. Al final, Oso alejó su ira de la persona que tenía delante. “¿Dijiste que estaban preocupados de que filtrases su información? ¿Qué información?” – preguntó con una voz profunda. “Esas personas en realidad no son residentes de un refugio, sino un grupo de carroñeros que deambulaba por el páramo. Confiando en el engaño, ocuparon un refugio escondido en el parque y quitaron los abrigos azules que pertenecían a los residentes originales para disfrazarse. Ahora fingen ser residentes de un refugio y lo usan para engañar a los habitantes del páramo que pasan por allí.” – contestó Hein rápidamente. – “No son tan poderosos como parecen en la superficie. Son solo un grupo de villanos obstinados que intimidan a los débiles y tienen miedo de los fuertes. No son muchos, solo unas 30 personas y el resto son prisioneros del refugio original. Lo que más les gusta es encender una hoguera en medio del campamento a altas horas de la noche y luego sacar a esos hermosos prisioneros para tener una fiesta… Ya sabes a que me refiero. Así que, si planeas encargarte con ellos, es mejor atacarlos en medio de la noche o a primera hora del amanecer.” Hein bajó las cejas, contando hábilmente una historia que ya tenía preparada. “Ese fue el momento en que sus defensas eran más laxas y muchos de ellos ni siquiera tenían ropa puesta… Aproveché ese momento para escapar.” Prisioneros de un refugio. Una mirada codiciosa apareció en el rostro de Oso. El clon entregado por la Calle Bett ya había sido destrozado por él hacía un tiempo y ahora era probable que sus hombres lo hubieran desmantelado en partes. Además, ese tipo de juguete sin emociones, sin llantos ni gritos tampoco podía despertar su interés. Sin gritos, ¿cómo podría mostrar su valentía? Y es que la gente que salía de los refugios era completamente diferente, no importaba donde estuvieran, esas personas eran mucho mejores. “¿Qué pasa con sus armas? ¿Cuántas tienen?” – preguntó Oso. Era lo que más le preocupaba. Al ver que el líder ya había aceptado su historia, Hein se llenó de alegría. “¡Hasta treinta! La mitad de ellas fueron capturadas a tu gente. Tampoco tienen muchas reservas de provisiones. La mitad incluso usan flechas y jabalinas.” – contestó rápidamente. – “Mira la herida de mi pierna, ¡es por la flecha que dispararon!” Al escuchar que usaron arcos y flechas, la expresión de Oso se volvió aún más despectiva. Esas cosas primitivas eran las armas de los carroñeros. A menos que haya muy pocos despertados con habilidades especiales o mutantes con músculos extremadamente desarrollados, la mayoría de la gente preferiría usar en una pelea armas de fuego, aunque fueran rudimentarias, que simples lanzas y arcos. El mismo Oso medía más de dos metros de altura y estaba repleto de fuerza. Podía ganar una pelea contra cuatro depredadores al mismo tiempo con facilidad. La gente común ni siquiera podía caminar rápido con una armadura que pesaba entre 10 y 15 kilogramos, pero su armadura pesaba 50. ¡Su pectoral estaba hecho de acero y pesaba 25 kilogramos! Sin mencionar una ballesta o una jabalina, ni siquiera las balas podían dejarle nada más que un rasguño. En su opinión, aplastar a esos carroñeros hasta la muerte no era diferente de pisotear una colonia de hormigas hasta su exterminio. “Jefe, creo que este asunto debe considerarse con cuidado.” – dijo un hombre con cara de caballo que estaba a su lado con tono serio. – “Tejón y Ciervo no eran débiles, y sus tribus también eran valientes y buenos luchando. Sin embargo, cayeron en manos de los carroñeros uno tras otro. Siento que algo es extraño.” Al escuchar eso, Hein se volvió ansioso, pero cuando estaba a punto de hablar, Oso agitó la mano y descartó directamente lo que dijo el hombre de rostro alargado. “Tejón es valiente pero no es inteligente. Ciervo es inteligente, pero cobarde. Los dos no son de la élite. Es solo un grupo de carroñeros. Yo lideraré el equipo en persona. Reúne a todos los que estén disponibles. Será más que suficiente para aplastarlos hasta la muerte.” Oso no quería retrasarlo. La nieve se estaba volviendo cada vez más espesa y, si lo retrasaba demasiado, el clima se volvería más frío lo que haría que fuera una batalla difícil de librar. Además, si todos los cautivos del refugio fueran asesinados por los carroñeros, ¿qué más le quedaría para jugar? Menospreciaba a los hombres de Tejón y Ciervo ya que su fuerza principal estaba compuesta por aquellos que le habían seguido para saquear en otoño. Hein respiró aliviado. Para evitar que Oso dudase, decidió agregar otra dosis de información para tentarlo. “Mi Señor, no necesita preocuparse demasiado, ¡nuestra ventaja es muy grande! Cuando entré en el parque, descubrí que estaban acampando en el río noroeste y construyendo hornos para fabricar ladrillos. Supongo que planean fortalecer sus defensas antes de que caiga la nieve. ¡Eso revela su miedo y debilidad interna! Solo necesitas marchar en la oscuridad y atacar directamente su fábrica de ladrillos. ¡Seguro que se ponen nerviosos! En ese momento, solo necesitarás perseguir a los que huyan hasta su campamento y su riqueza y suministros estarán en tus bolsillos.” Mientras hablaba, Hein tenía una expresión de enojo en su rostro. “¡Y también podré desahogar mi ira y hacerles pagar por clavarme una flecha!” “¿Horno para ladrillos?” – preguntó Oso con interés mientras se tocaba la barbilla. – “¿Cuántas personas había?” “¡Menos de diez personas! El 60% eran hombres capturados del refugio, ¡el 40% restante era su propia gente!” Oso se llenó de alegría y palmeó el brazo de la silla. “¡Bien!” Aunque no podía decir que tuviera plena confianza en ese comerciante de esclavos, la información sobre el horno era sencilla de verificar. Básicamente podrían saberlo echando un vistazo. Cuando terminó de hablar, Oso miró inmediatamente al hombre de rostro alargado. “Enviad a algún esbirro hasta allí. Que busque un punto elevado para observar el parque, si ve una fogata echando humo junto al río que regrese de inmediato a informar.” – ordenó con tono autoritario. El hombre con cara alargada asintió y aceptó la orden. “¡Entendido!”
* * *
Al mismo tiempo, junto al río en el lado noroeste del parque, Habrá Tiempo llevó a varias personas para construir un cobertizo con plásticos y palos de madera. Era el tipo de construcción que básicamente era incapaz de bloquear el viento y si vivías en ella acabarías sufriendo artritis, pero eran reacios a emplear mejores materiales. Después de todo, la iban a llenar con barriles de pólvora y alquitrán vegetal más adelante… “Tengo la vaga sensación de que el Administrador no espera que fabriquemos ladrillos.” – se quejó N1, mientras cavaba un agujero en el suelo en el que poder guarecerse con una pala. – “De lo contrario, ¿por qué nos asignaría una tarea tan extraña?” Caballo Blanco era un hombre de acción y no le gustaba decir tonterías cuando estaba trabajando. “Deja de hablar, date prisa y termina tu trabajo… El tiempo para completar la tarea casi ha terminado.” “Maldición…” “Hablando de eso, Vendaval, ¿no tenías clase durante el día?” “Le envié un email a mi asistente.” “¡Impresionante!” La primera tarea exclusiva que recibió la fábrica del grupo de Toros y Caballos no fue producir ladrillos ni construir un horno para poder fabricar una cantidad diaria específica de ladrillos, sino colocar trampas en el campamento. ¿Era algo que los jugadores de clases de artesanía deberían hacer? No, pero ellos nunca fueron jugadores de clases de artesanía.