Capítulo 6
En lo alto de la montaña
Traducido por Thornapple
Corregido por DaniR
Editado por Tars
Corregido por DaniR
Editado por Tars
No sabía si su objetivo era darle un poco de sentido común a un chico, del que comentaban que era una especie de genio y que había asumido que tenía el ego inflado, o si realmente intentaba medir mi fuerza, ya que por la sonrisa burlona que tenía en su rostro y por la forma en cómo me miraba con desdén (me molestaba, aunque fuera algo natural debido a su físico), pero asumí que podría tener algún otro tipo de razón.
Cogí la espada de madera, que había recibido de regalo de mis padres y caminé hacia el borde del campamento, donde Adam me estaba esperando, cerca de un pequeño claro.
“Genio, sabes cómo reforzar tu arma, ¿cierto?” – me preguntó.
Para entonces, Padre ya había percibido que Adam solo quería mostrarse dominante, así que se limitaba a observar, sabiendo que no me dañaría mucho.
‘Muchas gracias, querido Padre.’
Madre parecía algo más ansiosa mientras nos miraba a mí, a Adam y a Padre, sosteniendo firmemente la manga de su marido. Bueno, al menos Madre estaba aquí para curarme en caso de que me lastimara, ¿no?
Centré mi mirada en Adam, que estaba a unos cinco metros. Recuerdos de mi vida pasada surgieron en mi mente; se trataba de duelos contra otros reyes, con mi país y seres queridos en juego. Entrecerré mis ojos para centrarme solamente en el hombre que tenía en frente. Ahora él era mi oponente. Envié el maná hacia mis piernas y me lancé hacia adelante, agarrando la espada de madera con mis dos manos…
Aun conservando su mirada burlona, Adam se preparó para bloquear mi golpe lateral. Al mismo tiempo hice una finta y usé un juego de pies especial que había desarrollado para los duelos en mi antiguo mundo. Instantáneamente, puse diagonalmente mi pie a su derecha. ¡Maldito cuerpo! No podía realizar perfectamente esta técnica debido a la diferencia de altura y peso con mi antiguo cuerpo. No estaba acostumbrado a este cuerpo de 18 kilos, y 110 cm de altura. Aunque no alcancé a llegar al área que apuntaba, el desafortunado de Adam ya había preparado su palo de madera para bloquear mi ataque desde la dirección contraria, por lo que su lado derecho estaba totalmente desprotegido.
Su sonrisa burlona desapareció y en su lugar mostró una de sorpresa, con sus ojos bien abiertos, dándose cuenta de lo que estaba a punto de pasar. Golpeé sus costillas con mi espada de madera. Esperé hasta el último momento para reforzar mi espada con maná, ya que sabía que estaba definitivamente en desventaja contra un veterano.
La anterior mirada de sorpresa de Adam duró sólo una fracción de segundo, ya que se giró con su pie derecho a una velocidad casi inhumana. Para esquivar su ataque hacia arriba me agaché justo a tiempo y cambié mi postura, de una de empuje a una de golpe giratorio, y conseguí golpear su tobillo izquierdo usando todo mi impulso. Su tobillo no aguantó, haciendo que Adam perdiera el equilibrio.
O eso había pensado.
En realidad, se abrió de piernas completamente y, en cuanto sus piernas tocaron el suelo, hizo una barrida. Este cuerpo no sería capaz de resistir un golpe como ese, así que salté para evadir sus piernas. Entonces vi el destello marrón de su palo de madera. Sin tiempo de poder usar mi espada para bloquear su ataque, usé el pomo, intentando contrarrestar el palo de madera de Adam. De pronto, recordé la Tercera ley de Movimiento de Newton: ‘para cada acción existe una reacción igual y opuesta’.
Y vaya, la reacción opuesta fue realmente dolorosa. Ya que había bloqueado el golpe con éxito, mi cuerpo de solo cuatro años no había logrado resistir la fuerza del impacto y fue mandado a volar, para acto seguido aterrizar graciosamente en el suelo como una roca plana en un lago. Afortunadamente, había reforzado todo mi cuerpo antes de recibir aquel golpe o podría haber sido lastimado gravemente. Gimiendo, me senté y froté mi dolorida cabeza. Miré hacia arriba, solo para ver siete caras estupefactas mirándome.
Madre fue la primera en recuperarse. Corrió hacía mí e inmediatamente lanzó un hechizo de curación. De reojo, vi como Durden golpeaba la cabeza de Adam con tanta fuerza que hizo que se tambaleará. Je , je.
“Art cariño, ¿estás bien? ¿Cómo te sientes?”
“Estoy bien Madre, no te preocupes.”
Adam nos interrumpió diciendo:
“No le he enseñado a pelear, ¡mis narices !” – se quejó, todavía frotándose la cabeza.
“No le he enseñado eso.” – murmuró Padre.
Cuando salió de su estado de confusión, se acercó y me preguntó si estaba bien. Solo asentí con la cabeza. Padre me levantó y, gentilmente, me dejó donde había estado sentado antes y se puso en cuclillas frente a mí para que nuestros ojos estuvieran al mismo nivel.
“Art, ¿dónde has aprendido a pelear así?”
Decidido a fingir ignorancia, le respondí, manteniendo un rostro despreocupado.
“He aprendido leyendo libros y observándote, Padre.”
Creía que, si le decía, ‘Oye Padre, resulta que era el Rey Duelista que representaba a mi país, en el cual los problemas diplomáticos e internacionales se resolvían con batallas. Y ahora da la casualidad de que me he reencarnado como tu hijo… ¡Sorpresa!’, no obtendría una reacción tan calurosa.
“Lo siento por golpearte, pequeñín. No esperaba tener que usar tanta fuerza para librarme de ti.”
Ver que Adam me pedía disculpas me dio una mejor impresión. Supongo que no era un completo idiota. Oí una débil voz a mi lado.
“Tu estilo de pelear es… Único. ¿Cómo hiciste ese paso después de la finta?”
¡Guau! ¡Dos oraciones completas! Estas habían sido la serie de palabras más largas que había dicho en todo el viaje. Me sentía muy honrado.
“¿Gracias?” – respondí.
Reorganicé mis pensamientos antes de intentar explicarle cómo lo había hecho.
“En realidad se trata de una técnica simple. Cuando estaba haciendo la finta al lado derecho del Sr. Krensh, puse mi pie derecho delante, como último paso antes de hacer la finta. Entonces concentré instantáneamente mi maná en el pie derecho, empujándome hacia atrás, y al mismo tiempo, llevé mi pie izquierdo detrás del derecho, en el ángulo que quería ir, esta vez concentrando mi maná en el pie izquierdo, pero con mucho más poder que cuando lo había hecho en mi pie derecho, de tal forma que no fuera empujado hacia atrás en lugar de la dirección que quería ir.”
Eso era un trabalenguas. Mire alrededor para ver a Adam, Helen, y también a Padre que se dirigía hacia el claro, para probar lo que había explicado. Cuando me giré para ver a Jasmine, solo pude ver su espalda ya que también se dirigía hacia el claro.
Madre se sentó a mi lado, y me dio unas palmaditas en la cabeza con una sonrisa amable que parecía decir, ‘lo has hecho bien’. Angela también se acercó, enterrando mi rostro, o más bien toda mi cabeza, en su pecho, y exclamó alegremente:
“Guapo y con talento, ¿no es cierto? ¿¡Por qué no naciste antes para que esta hermana pueda secuestrarte!?”
Sonrojado, me alejé de esos pechos que tenían su propio campo gravitatorio. Esas… Armas… Eran peligrosas. Durden, mi ángel guardián, estaba más tranquilo y solamente me levantó el pulgar. Es tan genial.
La noche pasaba y los cuatro idiotas habían dedicado la mayor parte del tiempo intentando dominar el paso finta. En cambio, yo me fui a dormir a la tienda con Madre.
* * *
Pasaron un par de días hasta que finalmente llegamos a los pies de la Gran Montaña. Por cierto, realmente hacía honor a su nombre. Durante el camino, solo Helen dejó su orgullo de lado y me pidió que le explicara acerca del paso finta. Se lo expliqué con calma, empezando con la sincronización entre el último paso derecho y el izquierdo, y cómo debería equilibrar la cantidad de maná entre ambos pies para poder ir al lugar que apuntaba. Todo el tiempo pude ver cómo las orejas de los tres idiotas se hacían más grandes intentando escuchar lo que decía, a la vez que asentían tomando notas mentales.
La primera en lograrlo fue Jasmine. Parecía que era del tipo genio frío. Y supongo que era cierto. Un día, mientras tomaba lecciones de escritura y lectura en la parte trasera del carruaje con Madre, me llamó y pidió que la observara. Debimos pedirles que esperaran un momento a los demás carruajes para que no nos dejaran atrás. Después de demostrarme que había logrado con éxito el paso finta, aplaudí diciéndole:
“¡Increíble! ¡Lo has aprendido tan rápido!”
Era una de las técnicas más básicas que había creado, pero no iba a decirle eso .
“No ha sido nada.” – me respondió secamente. Pero por la curvatura de sus labios y ligera contracción de su nariz, sabía que era lo contrario. Ja, ja. Estaba feliz.
Cuando llegamos a los pies de la Gran Montaña, los cuatro idiotas también lograron aprender la técnica, cambiándola un poco para adaptarla a su estilo de pelea. Nuestro próximo paso fue subir por las montañas. Por suerte, el camino que rodeaba la montaña y nos llevaba a la puerta de teletransporte que estaba en la cima era lo suficientemente ancho para ambos carruajes. Durden dirigía el carruaje delantero, con Padre a su lado haciéndole compañía. En este carruaje estaba la mayoría de nuestro equipaje. Helen estaba sentada en el techo del segundo carro, buscando algún tipo de anomalía. En ese también viajaba yo. En el fondo del carruaje viajaban sentadas Angela con Madre, mientras que Adam caminaba tras nosotros, vigilando.
Jasmine conducía, y noté que se giraba para mirarme, casi haciendo sonidos con su mirada . ¿Acaso esperaba que le enseñara alguna otra técnica o algo? Cada vez que la pillaba mirándome, se volteaba rápidamente hacia el frente. ¿Acaso tiene cinco años?
Hablando de edad, cumplí cuatro años en la primera parte del viaje a los pies de la Gran Montaña. No sabía cuándo Madre había preparado el pastel, ni dónde lo había mantenido (¡o si era comestible!), pero no tuve quejas. Puse una gran sonrisa, y les di las gracias, a ella y a los demás. Mientras todos me daban un abrazo o una palmadita en la espalda, me sorprendió que Jasmine me diera un cuchillo corto, simplemente diciéndome:
“Regalo.”
¡Guau! ¡Se preocupa por mí! ¡Estoy a punto de llorar!
Afortunadamente, nuestro viaje transcurrió sin incidentes. Pasé mucho tiempo leyendo el libro de Manipulación del Maná, intentando encontrar más diferencias entre el maná y el ki. Hasta el momento, eran muy similares excepto que, en raros casos, el maná de un potenciador podría asumir la propiedad de los elementos. Siguiendo con mi lectura, me di cuenta de una cosa: para que un aprendiz fuera capaz de lograr esto, no se trataba de cómo lanzar los hechizos, sino más bien que dependía de la cualidad de cada elemento. Por ejemplo, asumamos un potenciador que tenga cualidad innata con el fuego. Cuando use su maná tendrá una cualidad explosiva. Obviamente, el agua tiene cualidades flexibles y tranquilas. La tierra, fuerte y rígida. El viento, finalmente, tiene la cualidad de ser como una afilada cuchilla.
Esto era extraño. Ya que, en mi antiguo mundo, este tipo de cualidades en el ki no tenían nada que ver con los elementos, sino que dependían de cómo lo utilizaras. Si le dabas forma de puntos con filos se le llamaba elemento viento, mientras que si lo acumulabas en un solo punto y lo hacías estallar en el último momento sería elemento fuego, y así sucesivamente. Por supuesto, los aprendices tenían ciertas preferencias y eran mejores naturalmente en la práctica de un estilo en vez de otro, pero ahora no podía decir si esto era extraño. Ya que el uso más básico del ki era reforzar el cuerpo y las armas.
Tendría que probar esto en el futuro con el maná. Ya que estar atrapado en el cuerpo de un niño de cuatro años que era constantemente vigilado por sospechosos adultos hacía que practicar fuera realmente difícil. Seguí con mi lectura cuando de repente, escuché la voz alarmada de Helen.
“¡BANDIDOS! ¡PREPARÁOS PARA PELEAR!” – gritó cuando el ruido de unos pasos se escuchó desde nuestra parte derecha y trasera.
“Viento, ven aquí y sigue mi voluntad. Te lo ordeno, reúnete a mi alrededor y protégenos. ¡Barrera de Viento!”
Enseguida, sentí como una ráfaga de viento formaba un tornado alrededor de Madre, Angela, y yo. Luego la ráfaga a nuestro alrededor se convirtió en una esfera. Angela sostenía su varita, concentrándose en mantener la barrera mientras nos bombardeaban con flechas, que eran desviadas en otra dirección. Madre me acercó a ella, intentando protegerme usando su cuerpo, de lo que pudiera pasar. Afortunadamente, su esfuerzo no fue necesario, ya que la barrera se mantuvo firme. En cuestión de segundos, la lona que cubría el carruaje se rompió en pedazos y pude ver mejor la situación actual.
Estábamos completamente rodeados.