Arco 3 Capítulo 19
El centro comercial de otro mundo
Traducido por Kasahara
Corregido por DaniR
Editado por Tars
Corregido por DaniR
Editado por Tars
“Señor Kazura, despierta por favor, ya es de día.”
“Nnn...”
A la mañana del día siguiente, Kazura despertó tras sentir que alguien agitaba su cuerpo. La luz del sol resplandecía desde la ventana enrejada, iluminando el interior del albergue, repleto de gente haciendo sus preparativos para afrontar el día. El sol había comenzado a escalar el cielo y el ambiente del interior del pabellón seguía frío. Valetta, Lodurr y los demás también habían empezado a recoger sus cosas. Los únicos que seguían durmiendo sin hacer ruido bajo las mantas eran Kazura y Myra.
De vez en cuando se oían voces gritando entre el alboroto y el ajetreo, cosas como “¡Mi equipaje no está!”, por lo que se podía sospechar que algún ladrón había aparecido por allí la noche anterior.
Valetta, que vio que Kazura por fin había abierto sus ojos y le dio los buenos días con una sonrisa.
“Buenos días... ¿Queréis salir a la ciudad?” – respondió Kazura.
“Sí. Los mercaderes pronto abrirán sus negocios, así que creo que deberíamos ir a vender lo que hemos traído.” – dijo Valetta.
Llevaban leña y gusanos de Arcadia. Kazura no sabía cuánto valor podría valer la madera, pero Valetta había dicho que los gusanos de Arcadia eran ingredientes de alta calidad. También tenían el pelaje del almar que Lodurr había cazado, así que seguramente recaudarían bastante dinero. De todos modos, Kazura no conocía la moneda que circulaba por ese mundo, así que tampoco podía concluir con certeza el precio del material que iban a vender.
“Eh... ¿Las tiendas abren temprano...? Y la leña... ¿Tenemos que ir a una tienda especializada?”
“No. Como hay mucha demanda de madera, la podemos vender en cualquier tienda. Los gusanos de Arcadia los venderemos en tiendas de comestibles, y creo que llevaremos el pelaje de almar a algún sastre.”
“Sí... Ya veo, así que las tiendas solo compran cosas que necesitan.”
Mientras Kazura y Valetta conversaban, Tana despertó a Myra, que abrió los ojos y comenzó a vestirse. Sin rechistar, la niña terminó de hacer sus preparativos rápidamente. Era bastante robusta, diferente a los niños de Japón que Kazura conocía. Viendo a Myra tan activa, el hombre se abrigó rápidamente con el manto y cargó el estante de leña en su espalda.
* * *
El grupo salió del albergue y comenzó a caminar hacia la calle principal, que ya estaba aglomerada por el tráfico de peatones. Más tarde llegaron a la zona donde un montón de tiendas se alineaban. En el centro del área de comercio había una gran plaza circular. Un montón de edificios de diferentes comercios la rodeaban.
En la plaza, que tendría un diámetro de unos cincuenta metros, había carros aparcados; los dueños descargaban su contenido debajo de un toldo que habían instalado. Entre las carretas se podían ver algunos puestos de comida que comenzaban con su jornada. La plaza estaba abarrotada de gente, algunas tiendas rebosaban de compradores a primera hora.
Los negocios dentro de la plaza se dividían en secciones, hasta cierto punto. Un grupo de negocios vendía comida, otro vendía ropa y así. Las tiendas que se dedicaban a vender el mismo tipo de producto, se agrupaban juntas.
“Entonces. Venderemos primero la madera... Señor Kazura, ¿pasa algo?”
Valetta le hablaba a Kazura, quien se había quedado mirando fijamente el lugar donde se encontraban. Seguía cautivado por todo lo que veía desde el día anterior. Todos los paisajes que había visto en las películas de género histórico, de repente, los tenía delante de sus ojos. Tiendas que vendían comida que jamás había observado, negocios que se dedicaban a las armas, y otros muchos locales más; al contemplar todo esto por primera vez en su vida, Kazura se sintió totalmente conmovido.
“¿Eh? ¡Ah! Lo siento. Nunca imaginé que un área comercial impresionase tanto. Me he quedado fascinado.”
Tras Kazura, se encontraba Myra, a quien le brillaban los ojos mientras observaba la multitud de tiendas a su alrededor. Myra y Kazura se parecían mucho; ver todo ese espectáculo les había asombrado profundamente.
“Sí, hay varias áreas de compra muy similares a este lugar en la ciudad. Si nos acercamos al centro, hay zonas comerciales que negocian con objetos de clase alta.”
“¿Eso significa que esta zona solo trata con plebeyos?” – contestó Kazura.
“Sí. Si vamos hasta el centro llegaremos al distrito donde reside la gente acomodada” – indicó Valetta.
Aparentemente, esa ciudad se estructuraba de la siguiente manera: la gente rica habitaba el centro, mientras los más humildes residían en áreas separadas de él. Si mal no recordaba, las casas que había cerca del puente por las que había pasado antes y los edificios que habían sido construidos en esa zona tenían un aspecto muy parecido.
“Bueno, ¿vamos a vender la leña entonces?” – sugirió Kazura.
“Sí, vamos.”
Para vender la leña, el equipo fue hacia la tienda más cercana. El edificio tenía un cartel que decía ‘Las dos historias’ y estaba hecho de madera; su gran entrada tenía la puerta abierta. El interior del establecimiento tenía un montón de telas, calzado como el que Kazura llevaba puesto y otro tipo de sandalia hecho de una tela muy fina en un mostrador para venderlo. Cuando el grupo entró al local, un hombre de mediana edad que parecía ser el propietario del negocio salió de dentro.
“Bienvenidos. ¿Estáis buscando algo?”
“No. Hemos pensado que quizá te gustaría comprarnos esta leña, así que hemos decidido entrar aquí, ¿te interesa?” – dijo Valetta.
La chica cogió algo de madera del estante que llevaba Kazura en su espalda y se la enseñó al tendero. El dueño de la tienda parecía estar calculando el peso del producto en su mano, y después, asintió varias veces con su cabeza en señal de satisfacción.
“Sí... Esta es leña de buena calidad. ¿Cuánto quieres por ella?”
“¿Que te parecen 80 Ar?”
Valetta respondió al tendero, quien preguntó por el precio de la leña que llevaba Kazura. Tras escuchar la respuesta de la chica, el señor se sorprendió por un momento y acto seguido comenzó a reír de forma exagerada.
“Señorita... Ese precio es muy elevado. Esta madera se vende como mucho a 50 Ar.”
“¿En serio? Bueno… En ese caso... ¿Debería ir a venderla a otro sitio?” – respondió Valetta mientras se daba la vuelta para abandonar el establecimiento.
“Espera, la compraré por 55 Ar. De verdad, se te dan bien los negocios.”
El tendero la frenó sonriendo con un gesto amargo, y alzó sus manos en algún intento de posición de rendición.
“Es demasiado poco. Solo puedo reducir el precio hasta 70 Ar. No puedo venderla a tan poco precio.”
Valetta paró de caminar hacia la entrada y se dio la vuelta, ofreciendo un descuento de 10 Ar. El vendedor, hizo un gesto de desilusión al pensarlo, gruñendo un poco.
“60... No, 62 Ar. No puedo comprarla si te doy más que eso. Si no puedes aceptarlo ve a probar suerte a otro sitio.”
Escuchando la respuesta del comerciante, Valetta colocó la mano en su boca y adoptó una postura pensativa. Cuando finalmente tomó una decisión, respondió:
“Lo siento, parece que necesito probar en otro lugar.”
Valetta se disculpó mostrando una expresión de remordimiento en su rostro.
“Está bien, si nadie quiere comprarla, ven a mí, te daré 62 Ar por ella. Tienes talento para esto, haz lo mejor que puedas.”
Valetta sonrió. La chica le dio las gracias al mercader y caminó hacia fuera del establecimiento.
* * *
“A Valetta se le da realmente bien hacer negocios... Al final ha conseguido un trato para vender la madera por 62 Ar en esa tienda.” – comentó Lodurr.
“Es verdad, deberíais aprender de ella.” – contestó Tana.
“Guuaaa, ¡estaba tan nerviosa!... Pero tenía miedo de que se diera cuenta de que en realidad soy una inexperta en esto de las negociaciones... Al haberle hecho ese descuento...” – se sinceró Valetta.
Lodurr y Tana felicitaron a Valetta, quien respondió con una amarga sonrisa. Kazura, que había observado toda la escena de la negociación, pensaba que había sido impresionante, pero el comerciante, que ya tenía mucha experiencia... ¿Se habría dado cuenta de los nervios de la chica? Kazura pensaba que jamás podría haber negociado tan bien un precio como hizo Valetta. A lo mejor era porque ella era una chica, y Kazura al ser un hombre, quizá no recibiría el mismo trato.
“¿Cuánto cuesta esta madera en el mercado?”
“Por el tamaño, rondará por los 60 Ar. Aunque será más cara en invierno, pero al ser verano solo cuesta eso.” – explicó Lodurr.
Kazura le preguntaba a su acompañante mientras señalaba la leña que cargaba en su espalda. Lodurr, que le colocó bien el montón de leña en el estante, contestó a Kazura.
“Bueno, vamos a ir a vender la madera y las pieles. Myra, ven aquí.”
“Padre, ¿no podemos ir con el señor Kazura?”
Myra, que se metió en la boca otro caramelo sin que nadie la mirase, hinchó las mejillas mientras movía sus ojos entre su padre y Kazura. Luego agarró rápidamente el manto del hombre con su mano izquierda de forma terca. Quería ir con él. ¿A caso había domesticado a la criatura solo con una lata de caramelos? En muy poco tiempo, la pequeña se había encariñado con él. A lo mejor la niña pensaba que si se mantenía al lado de aquél hombre, conseguiría más cosas.
“Ah, no me importa. La vigilaré muy de cerca.” – dijo Kazura.
“Pero...”
Lodurr y Tana miraron a su acompañante con expresiones de disculpa en sus rostros, quizá porque pensaban que en realidad sería una carga para él hacerse cargo de su hija. Pero tras observar la expresión de súplica de la niña, que no paraba de tirar del manto de Kazura, Lodurr esbozó una sonrisa torcida.
“Bueno... Volveremos en seguida, mientras tanto, se la confío al señor Kazura.” – dijo Lodurr mientras entregaba a su hija a Kazura. Decidieron que iban a encontrarse frente a una tienda de ropa, y la pareja marchó a vender los productos, desvaneciéndose entre la multitud.
“Bueno, entonces nosotros también iremos a vender.” – contestó otro aldeano.
“Sí, nos vemos luego.”
Los otros compañeros también marcharon siguiendo a Lodurr, dejando a Valetta, Kazura y Myra frente a la tienda. Podían vender madera y gusanos de Arcadia, pero irían primero a probar suerte con la leña, así que entraron en el establecimiento más cercano.
* * *
Había pasado una hora. Después de salir por la puerta de la décima tienda, Valetta soltó un pequeño suspiro. Kazura agarraba la mano de la pequeña para asegurarse de que no se perdiera.
“Fuh, como esperaba, es difícil vender esto a más de 62 Ar.” – se quejó Valetta.
“Tienes razón... Aunque haya sitios que la quieran comprar por 61 Ar, es complicado sobrepasar los 62 Ar.”
Justo como hizo en la primera tienda en la que entraron, Valetta negoció hábilmente con el precio, pero no había tienda que quisiera comprar la leña por más de 60 Ar. Aunque Myra se lo pasara bien al principio, observando las tiendas, acabó cerrando la boca y en silencio. Parecía cansada. Si pasaban mucho rato intentando vender la madera a mayor precio, no les daría tiempo para vender los gusanos, así que regresaron a la primera tienda para vender finalmente la madera.
Como la distancia a ese lugar era de solo unos metros, llegaron enseguida. Al entrar al establecimiento los tres juntos, el vendedor se acercó a ellos con una expresión de ‘¿Qué os había dicho?’ en su rostro.
“¿Cómo ha ido? En las otras tiendas la compraban como mucho a 61 Ar, ¿verdad?”
“Sí... Lo siento, pero... ¿Tú la vas a comprar por 62 Ar, no?”
El comerciante respondió a la disculpa de la chica
“A-aah... Como te lo he prometido, la voy a comprar.”
El señor sacó ocho monedas y se las entregó a Valetta.
“Seis monedas de 10 Ar, y dos monedas de 1 Ar... Es el precio correcto. Muchísimas gracias.”
Kazura dejó en el suelo el estante y, con la ayuda de Valetta, descargó la leña para apilarla en un rincón de la tienda.
* * *
“Ahora iremos a vender los insectos. La tienda de comestibles está en esa dirección.”
Los tres, que habían terminado de vender la leña, se dirigieron sin darse un momento de descanso a la tienda de alimentos. En la zona donde se encontraban los negocios de comida, había un montón de tiendas y de gente. Delante de la tienda había tablones de madera o pedazos de piedra que describían el precio de los productos que ofrecían.
Kazura solo conocía unos cuantos caracteres que Valetta le había enseñado de su mundo; más o menos, podía identificar los números y solo era capaz de entender una pequeña cantidad de palabras que parecían dibujadas como gusanos.
‘¡Em... Patata de verano, 5 Ar la unidad.... ¿Eh? ¿5 Ar por solo una patata? Toda la madera que teníamos la hemos vendido por 62 Ar, y en cambio esta patata es carísima. ¿A caso es un producto de comida de primera categoría?’
Parecía que la escasez de alimentos había aumentado los precios. Kazura se asomó a la tienda. La patata de 5 Ar estaba colocada dentro de una caja, mezclada con otros alimentos. El tubérculo medía unos diez centímetros, y tenía la forma de una patata dulce. Su diámetro era tan grande como un círculo hecho juntando el dedo índice y el pulgar. Aunque utilizase todo el dinero obtenido de la venta de la madera, solo le alcanzaría para comprar doce patatas, era un aumento de precio muy considerable. Eso significaba que a lo mejor los gusanos de Arcadia se venderían a esos precios. Con esa expectativa entraron al a tienda, pero el resultado de la negociación con el propietario era que iba a comprar ocho insectos por 12 Ar.
“Lo siento, hay muy poca demanda de gusanos de Arcadia, a diferencia de las patatas y las legumbres. Si os dirigís al centro de la ciudad a lo mejor podéis venderlos a un precio más alto. ¿Por qué no lo intentáis?”
“¿En serio…? Lo entiendo, iremos a probar suerte. Muchas gracias.”
Como habían llegado a Isteria desde muy lejos, a una distancia de dos días caminando, sería mejor probar suerte para vender los gusanos a un precio más elevado. Los tres se dirigieron hacia el área de compras más cercana del centro de la ciudad, dejando la plaza atrás.