Capítulo 23
Subasta
Traducido por Thornapple
Corregido por DaniR
Editado por Tars
Corregido por DaniR
Editado por Tars
“¡Señores y Señoras! ¿Puedo decir que es un gran honor estar aquí esta noche? Todos los hoy aquí reunidos están por una sola razón. ¡Y es tener la oportunidad de obtener objetos raros y valiosos en esta subasta!”
Escuché una ronda de aplausos tras las palabras de un señor viejo que parecía ser el encargado de llevar la subasta.
“Si todos fueran tan amables de mirar a la parte superior del fondo de la sala. Allí, tenemos a unas figuras importantes. Primero, por favor, ¡únanse a mí para saludar al Rey y la Reina de Sapin!”
Vi a las filas de personas levantarse de sus asientos, murmurando entre sí antes de saludar de manera ordenada y empezar a aplaudir hacia nuestra habitación. El Rey y la Reina se pusieron delante de mí y empezaron a agitar sus manos en respuesta.
“A continuación, al que ha hecho todo este evento posible. Por favor, den un gran aplauso a Vincent Helstea y a su familia.”
La introducción del subastador fue seguida por otra ronda de aplausos cuando Vincent se acercó al Rey y la Reina haciendo una gran reverencia. Me quedé sentado, mirando hacia las multitud de gente que se suponía eran de una clase superior a la mía, pero no podía evitar mirarlos como si fueran… No… No debería pensar de esa forma nunca más. Ya no soy un Rey. Diablos, ni siquiera he pasado por la pubertad. No tiene sentido actuar como alguien que no soy ahora.
Me quedé observando al Rey y la Reina, estudiándolos.
El Rey no emitía una atmósfera dominante. Claro que era carismático y tenía una fuerte presencia, y se veía que la mayoría de los ciudadanos de Sapin lo adoraban, pero eso no era todo. No se había ganado su asiento; su padre se lo había legado. La familia Glayder había sido la familia real desde la fundación de Sapin. No me sorprendería que el núcleo del Rey Glayder solo estuviera en la etapa roja.
Mirando a la Reina, me llamó la atención algo que al principio no había notado. En la parte trasera de su vestido había una varita blanca. No podía sentir su maná en absoluto, así que supongo que es una conjuradora muy hábil.
La Reina Priscilla notó que estaba observándola y me dio una ligera sonrisa, revelando sus dientes blancos como perlas. La palabra bella no parecía hacerle justicia al describirla. Era una buena mujer que suponía un festín para mis ojos, pero una cosa que noté desde que llegué a este mundo es que carecía de atracción sexual hacia las mujeres mayores, pese a que tuvieran la edad adecuada en la época anterior.
Al principio pensé que podría deberse a la falta de hormonas necesarias en este cuerpo pre adolescente, pero cuanto más lo pienso, siento que puede tener que ver con el hecho de que mi madre tiene más o menos la misma edad que yo antes de venir a este mundo.
Nunca me interesó realmente la psicología humana, pero es interesante cómo las mujeres asociadas con el mismo grupo de edad que tu madre las hace poco atractivas sexualmente. O tal vez solo sean cosas mías. No estoy seguro.
Por supuesto, eso no significa que me gusten niñas como Tess, Lilia o incluso esta princesa de las nieves. Pueden ser la personificación de la belleza misma, pero eso no cambia el hecho de que su nivel mental es el de un niño. Esta fue la razón por la que no podía ver a Tess como algo más que una amiga o una hermana para mí, incluso cuando era tan obvia al mostrarme su atracción hacia mí. Quizá cuando sea mayor y más madura, empiece a pensar en ello.
En fin. Ser popular es una molestia.
“Ku…” – Sylvie me estaba mirando con una cara de ‘¿lo dices en serio?’ y juro que me estaba juzgando con esos ojos medio abiertos, mirándome fijamente.
“Ja, ja…” – me reí avergonzado y cubrí la cara de Sylvie con mis manos para bloquear su hiriente mirada.
Vincent me dio un empujoncito, haciéndome recobrar la concentración.
“Arthur, una espada está en la subasta ahora mismo. Dime si la quieres para que pueda hacer una oferta. ¡No te preocupes por el precio! Las ventajas de ser el dueño de este lugar.” – me hizo un guiño.
“Gracias.” – miré abajo para el ver el objeto que se estaba subastando.
“Esta espada corta fue forjada por un maestro herrero, que también es un Artesano del Fuego, asegurándose de que la calidad durante el proceso de forja sea de primera clase. El núcleo de esta arma está hecho con el núcleo de maná de una bestia Halcón Trueno. Si refuerzas esta espada con un poco de maná producirá corrientes de descargas eléctricas en el borde de la hoja, ¡lo que aumentará el poder de los potenciadores a otro nivel! ¡La puja empezará con 50 monedas de oro!”
Poco después, numerosos nobles comenzaron a levantar sus manos, elevando la oferta. Me quedé ahí sentado, con la cabeza apoyada en el brazo, sin interés. Afortunadamente, había una pantalla que ampliaba los objetos para que la audiencia más alejada pudiera verlos. Solo con mirar el arma, resultaba bastante obvio que era de clase baja.
Vincent seguía cambiando su mirada del arma hacia mí, esperando que al menos estuviera interesado en un arma por el que la mayoría de la gente babearía. Solo negué con la cabeza, que aún apoyaba en mi brazo.
“¡No te preocupes! ¡Esto es solo el comienzo! Avísame cuando encuentres alguna que te guste. ¡Oh! Casi lo olvido. Tengo las cosas que querías en la parte de atrás. Haré que uno de los trabajadores me las entregue cuando termine el evento.” – sonrío mientras hablaba con una voz para que solo yo pudiera oír.
Mis oídos se animaron con esto y lo miré.
“¿También te las arreglaste para encontrar la máscara que cambia la voz?”
“Tardé un poco más de lo que esperaba, pero finalmente conseguí una. También te compré un abrigo hecho de un Zorro de las Pesadillas que hace más difícil que el usuario sea detectado. Pensé que sería algo que tu querrías, así que también lo escogí.” – puso su mano en mi hombro.
“Eso es más que lo que podría pedir.”
La máscara era esencial para que pudiera convertirme en un aventurero, pero el abrigo también lo sería, sin duda.
“No te preocupes por eso y mantente a salvo. Yo seré el que lidiará con tu familia si algo te pasa, ya sabes.” – simplemente se rio y guiñó un ojo.
“Ja, ja.” – sonreí irónicamente ante esto. No. No iba a darle a mi familia una razón para que volvieran a llorar otra vez como antes.
Había algunos artículos interesantes, como varios núcleos de bestia, la mayoría de los cuales eran de clase B o inferior. Los precios eran astronómicos. Por ejemplo, un núcleo de clase C costaba alrededor de 50 monedas de oro, y cada clase multiplicaba esa cifra. Había muchos artefactos tanto para potenciadores como para conjuradores.
El mismísimo Rey pujó por un par de ellos, ganando un núcleo de bestia de clase A. No era hasta que un mago absorbía por completo el núcleo de bestia que se sabía si todavía mantenía su voluntad o no. Las posibilidades de encontrar un núcleo que aún tuviera su voluntad intacta eran escasas; y si contenía su voluntad, tenía que ser compatible con el usuario. Sin embargo, la mayoría de las bestias decidían dispersar su voluntad antes de morir o la pasaban a uno de sus descendientes.
Supongo que el Rey esperaba tener suerte. La Reina, por otro lado, pujó por un anillo de absorción de maná y un par de otros objetos útiles para los conjuradores.
Me estremecí al ver cómo los nobles pujaban frenéticamente por jóvenes esclavas, que estaban totalmente desnudas, para mostrar sus atributos. Tuve la suerte de estar rodeado de gente que estaba por encima de tener esclavos, lo que me había hecho ignorante de los horrores que les pueden esperar en manos de los viejos perversos. La mayoría de los esclavos eran prisioneros de guerra entre las ciudades o niños vendidos por sus padres por dinero, pero también había niños secuestrados a la fuerza por traficantes de esclavos. Mi mundo no tenía esclavos, así que esto era algo a lo que no podía acostumbrarme.
Pude ver a Madre y Tabitha con caras solemnes a la vista de los esclavos, pero ellos simplemente negaron con la cabeza y centraron su atención en Ellie y Lilia. Aunque la familia Helstea era una case noble muy prominente, despreciaban a los esclavos y optaban por contratar solo a criadas y mayordomos. Al girarme, vi al príncipe murmurar algo a la pequeña princesa, pero su rostro se quedó sin expresión.
Esto era tedioso. Tal vez pospondré el conseguir una buena espada por ahora y me conformaré con una de práctica decente hasta que mi cuerpo madure un poco. Me levanté para estirarme cuando vi a ese guardia encapuchado llamado Sebastian mirando a Sylvie. Su capucha solo cubría su frente y hacia arriba, y al ver su bastón, me di cuenta que era un conjurador.
Todavía de pie, miré al plebeyo. Me di cuenta por su mirada codiciosa de que solo tenía sus ojos puestos en Sylv. Después de un par de momentos, se dio cuenta de que lo estaba mirando, por lo que sus ojos se centraron en los míos. Al principio parecía un poco avergonzado, pero se enderezó un poco y me miró con suficiencia, como si tuviera derecho a lo que estaba haciendo.
¿Cómo te atreves?
* * *
Punto de vista de Vincent Helstea:
Es una pena que Arthur no haya encontrado una espada. No importa. Hay un montón de espadas en el almacén que puede que le gusten.
“Rey Glayder. Espero que haya valido la pena visitar esta humilde casa de subastas.” – dije.
“Este lugar es todo menos humilde Vincent, y sí, no estoy seguro de cómo te las arreglaste para asegurar el núcleo de bestia clase A del Oso de Pelaje Plateado. ¡Tienes muchos contactos, ja, ja! Solo espero que la Voluntad de la Bestia siga intacta.” – me abrazó con su mano en la espalda.
Oí a su esposa murmurar.
“No te hagas muchas ilusiones querido. Ya sabes lo raros que son.”
La Reina se dio la vuelta para hablar con Alice y mi esposa. Parecía que estaban discutiendo sobre sus hijos. Volvimos a centrar nuestra atención en el escenario principal cuando sentí un escalofrío que hizo estremecer mi espalda. Rápidamente me giré y usé mis brazos para cubrir instintivamente mi cara.
¿Qué era esto? Este era el lugar más seguro del edificio, con la guardia del Rey dentro y la mía fuera de la habitación. Mi respiración se volvió débil como si el peso de algo tremendo me empujara hacia abajo. Sentí sudor frío corriendo por mi cuerpo mientras me di vuelta para ver al Rey y la Reina en posiciones similares a la mía.
¿Qué está pasando? ¿Qué es este miedo…? ¿Este miedo que sentía como si no tuviera control sobre mi vida?
* * *
Punto de vista de Arthur Leywin:
Oops.
Rápidamente aparté la mirada del pálido rostro de Sebastian, que perdió el equilibrio y estaba en el suelo temblando y en un instante me senté de nuevo antes de que se dieran cuenta. Perdí el control ligeramente. Solo quería asustarlo un poco. No tenía la intención de filtrar tanta sed de sangre.
Eché un vistazo rápido para ver que todos estaban sorprendidos, en guardia, asustados o en el suelo.
Mierda. No pensé que sería tan malo con mi cuerpo. Ha sido la primera vez que dejo escapar mi intención de matar. Incluso cuando estaba luchando contra los traficantes de esclavos, decidí no emitir ningún tipo de intención para atraparlos por sorpresa.
Algunos de los guardias potenciadores del Rey desenvainaron sus armas y estaban en guardia ante cualquier fuente desconocida cuando el Rey dijo:
“¿Quién está ahí?” – rugió mientras desenvainaba una espada que tenía en la cintura.
Vi cómo la Reina Priscilla preparaba su varita, de pie frente a sus hijos mientras que Madre y Tabitha agarraban a las niñas. Vincent llamó a más guardias y les pidió que exploraran el área en busca de cualquier asesino que pudiera estar cerca. No fue hasta que confirmaron que habían matado a un intruso en el tejado que todos se calmaron visiblemente.
¡Oh, un chivo expiatorio! Tu sacrificio no fue en vano, hombre al azar.
Alice me tuvo en sus brazos durante la inspección junto con Ellie, que estaba confundida y asustada por lo que sentía. El Rey y la Reina estaban en cuclillas frente a sus hijos, ambos en un estado de nerviosismo. El niño de aspecto feroz tenía lágrimas en los ojos mientras se abrazaba. Mientras que la princesa intentaba mantenerse fuerte, pero temblaba.
Mierda.
“Oye, Sebastian. ¿Cómo un guardia real puede caer de culo por un poco de intimidación de un intruso? Vas a morir joven si sigues así.” – dijo un potenciador encapuchado que sostenía una lanza negando con su cabeza.
“S… Sí, me resbalé. Eso fue todo.” – Sebastian agarró la mano de uno de sus compañeros guardias y se levantó.
Me miró con miedo al principio, pero se dio una palmada en las mejillas. Me di cuenta que se regañaba a sí mismo por sospechar que yo era el responsable de esto.
“¡Ahora! El último objeto que tenemos para el afortunado que tenga la suerte de adquirir…” – la voz dramática del subastador resonó en la sala cuando un objeto en forma de caja que estaba cubierto por una manta roja entró.
Una mujer muy glamorosa empujaba la caja mientras hacía una pausa para obtener un efecto dramático antes de descubrir lo que había bajo la manta. Debajo de la lujosa manta había una jaula que tenía a un bebé felino de color marrón oscuro del tamaño de un perro mediano.
“¡Un bebé León del Mundo! Para aquellos que ignoran lo que es esta magnífica bestia de maná, un León del Mundo adulto tiene la capacidad de convertirse al menos en una bestia de maná de clase B. Me atrevo a decir que, si se cuida bien, ¡este León del Mundo incluso podría convertirse en una bestia de maná de clase A! ¿Saben lo que esto significa? ¡El cuidar y atesorar a este León del Mundo puede hasta permitir que su amo se convierta en un domador de Bestia Legendaria!” – rugió el subastador.
La multitud se volvió loca cuando empezaron a gritar sus ofertas, antes incluso de que se anunciara su precio. Pude ver los ojos del Rey y la Reina brillar y ver al príncipe tirando de la túnica de su padre, prácticamente rogando por él. Yo también me senté en mi asiento con un poco de interés. No todos los días se podía ver a una cría de bestia de maná que tuviera potencial para ser una clase A.
“¡Ku~!” – Sylv mordisqueaba mi dedo y dio un grito amargo, como si dijera que esa cría de bestia no era nada en comparación con ella.
“Sí, conozco a mi Sylv.” – sonreí mientras acariciaba a mi celoso vínculo.
Pude ver la figura de Sebastian enderezarse mientras miraba más cuidadosamente la cría de León del Mundo. Luego mirar hacia nuestra dirección, observando a Sylvie de nuevo. Este tipo me está haciendo enojar.
“¡Ahora, ahora! ¡No podré empezar la puja hasta que todos se sienten!” – el subastador sacudió los dedos.
La multitud finalmente se sentó antes de que el subastador anunciara la puja inicial, comenzando con 100 monedas de oro. 10 monedas de plata eran más que suficientes para alimentar a una familia de cuatro durante un año. 100 monedas de plata, lo que equivalía a una moneda de oro, era más que suficiente para alimentar a una familia de cuatro durante 10 años.
No pude más que negar con la cabeza. Este era solo el precio inicial. El precio se disparó de inmediato, saltando a más de 500 de monedas de oro y no parecía que se fuera a detener.
“¡500!”
“¡550!”
“¡600!”
“¡700!”
“¡1.000!” – oí al Rey gritar con su mano levantada.
La multitud se quedó en silencio. Me di cuenta de que incluso los que podían pujar más alto estaban debatiendo si valía la pena pujar contra su Rey. No parecía justo una vez que el Rey intervino, pero al menos tuvo la decencia de poner un precio alto. El precio se fijó en 1.000 monedas de oro o una barra de oro blanco. Algo que solo había visto en libros e ilustraciones.
Oí a Vincent felicitar al Rey.
“Parece que nadie quiere pujar contra ti, Rey Glayder.” – dijo riéndose.
“Lamento lo del dinero potencial perdido por esto Vincent. Te debo una.” – El Rey tenía una mirada emocionada en su rostro, también su esposa e hijo.
“Parece que el palacio real tendrá una nueva mascota. ¿Piensas dársela al príncipe Curtis?” – preguntó Vincent.
“¡Ja, ja, ja! ¡Tal vez! Veremos cómo lo hace.” – el Rey le envió una sonrisa malvada a su hijo y le guiñó el ojo.
“P… ¡Papá!” – el príncipe Curtis parecía visiblemente sorprendido por esta noticia y Priscilla empezó a reírse.
“Curtis, recuerda que has estado holgazaneando en tus lecciones de espada.” – dijo la Reina.
“¡Ah! ¡Mamá! ¡Se suponía que eso era un secreto!” – el feroz príncipe ya no parecía tan feroz cuando vi a Madre y a Tabitha reírse suavemente junto a la Reina.
“Mamá, ¿puedo tener una mascota?” – preguntó Ellie, señalando a Sylvie como ejemplo.
“¡Ja, ja! No lo sé. Las bestias de maná solo quieren ser mascotas de las niñas buenas.” – dijo Madre burlándose.
“¡Ellie es buena! ¿Verdad, Hermano?” – me tiró de la manga y me envió a la batalla en su nombre.
Solo me reí y dejé que acariciara a Sylvie, distrayéndola.
El 10° Aniversario terminó sin conmociones y los guardias nos escoltaron a todos a la parte trasera para recoger nuestros objetos. Vincent me entregó un paquete envuelto en un bolso negro, que asumí eran los artículos que estaban en el almacén.
“Arthur, sígueme hasta donde guardamos algunas espadas. Puede que no sean nada especial, pero estoy seguro que encontrarás alguna espada fuerte.” – dijo Vincent, guiándome con la mano en la espalda.
“¡Oh! ¿Estás planeando tomar lecciones con la espada?” – preguntó el Rey después de escuchar a Vincent.
Vincent se rio sin decir nada, impotente mientras le respondía.
“Solo estoy algo interesado, Rey Glayder.”
El mocoso… Quiero decir, el Príncipe Curtis intervino con una voz arrogante.
“Tal vez pueda enseñarte a pelear con la espada alguna vez.”
En ese momento, Padre y los Cuernos Gemelos llegaron para encontrarse con nosotros, dándome una excusa para ignorar al niño.
“¡Ah, chicos estáis aquí! ¿Te ha gustado la subasta?” – exclamó Padre levantando a Ellie después de inclinarse ante el Rey y la Reina.
Mientras mi padre hablaba con Vincent, vi a Sebastian susurrar algo al oído del Rey Glayder. El Rey parecía un poco irritado, pero suspiro y caminó hacia mí, con el pervertido encapuchado tras él.
“Tu nombre es Arthur, ¿cierto? Mi guardia real ha ayudado a nuestra familia en numerosas ocasiones en su servicio y siento la necesidad de hacerle un pequeño favor. Verás, parece que le gustado mucho tu vínculo. Sé lo complicado que es romper el contrato, pero conseguiré a alguien que lo haga y estaría más que dispuesto a pagar una generosa cantidad por ello. ¿Qué dices? ¿Puedes hacerle el favor a este viejo Rey?”
No pude evitar ponerles una cara de enfado a los dos. El resto de los guardias reales estaban en espera cerca de los dos y me observaban.
“¿Cuánto se necesitaría para que me vendiera a uno de sus hijos, Rey Glayder?” – dije simplemente, sin pestañear.
El Rey tenía una mirada de sorpresa en su cara ante mis palabras aparentemente sin sentido.
“Odio ser grosero, pero encuentro decepcionante que una persona de su estatus tenga la audacia de pedirle a alguien que regatee con un miembro de su familia. Aunque sé que la esclavitud es considerada normal entre los nobles, me parece indigno de mi parte vender a alguien que amo por un valor monetario. Espero que esto haya dejado claro que no tengo planes de vender a mi vínculo.” – continué. Mis ojos nunca vacilaron.
“¡CÓMO TE ATREVES A DECIRLE ESAS COSAS AL REY, CAMPESINO INSOLENTE!” – uno de los guardias potenciadores desenvainó su espada y se preparó para atacarme.