miércoles, 2 de agosto de 2023

JDR - Capítulo 101

Capítulo 101
¿Estás abusando de un error?
Traducido por Tars
Corregido por Noe
Editado por AMarauder

La caravana del Pueblo del Río Rojo llegó antes de lo planeado. Después de escuchar la noticia de la destrucción del Clan Mano Sangrienta, estos comerciantes tardaron solo dos días y medio en correr hacia los suburbios del norte del Distrito de Qingquan. Cuanto más tardaran, más frío sería el clima y menor sería la probabilidad de supervivencia de los cautivos. Necesitaban transportar a estos prisioneros de regreso al Pueblo del Río Rojo y luego venderlos al comprador adecuado antes de que murieran congelados. Si más de la mitad de ellos murieran en el camino de regreso, este viaje no generaría mucho dinero… Bajo la intensa nevada, la caravana desgastada por el viaje llegó a la puerta de la fábrica de neumáticos abandonada. Un hombre vestido con un abrigo de algodón y con un rifle semiautomático colgando del pecho, hizo una señal al equipo de atrás para que se detuviera. “Soy un empleado de la Firma Comercial Herradura, ¡todos los productos que desea están aquí!” – dijo en voz alta mientras miraba a Chu Guang y a Hein parados ante la puerta. Wen, el guardaespaldas de Hein, también estaba en la caravana. Sin embargo, su identidad no le permitía interrumpir al hombre, por lo que se limitó a pararse junto al buey que cargaba con los suministros, limpiando el cargador de su rifle revólver para matar el tiempo. “Espera un minuto.” Chu Guang hizo un gesto y luego miró al jugador a su lado. Al notar la mirada del Administrador, los jugadores que habían estado esperado para ver la trama giraron de inmediato el cabrestante y abrieron la puerta de madera. Cuando se abrió la puerta, un grupo de depredadores cautivos salió de la mazmorra subterránea con la cabeza gacha bajo la custodia de 4 jugadores. “¡Moveos!” “¡No hagáis ninguna tontería!” De hecho, estos depredadores no se atrevieron a abrir la boca, pero los jugadores tenían ganas de gritar y de unirse al espectáculo. Debido a la barrera del idioma, los prisioneros no podían entender lo que decían las personas con abrigos azules. Solo podían sentir por sus gritos que probablemente los estaban instando a avanzar. Muchos de los depredadores más veteranos ya habían adivinado su destino después de mirar la caravana de bueyes en la puerta del campamento y la insignia en forma de herradura. Sus rostros estaban llenos de desesperación. Solo había unos pocos depredadores jóvenes con caras inexpresivas, sin saber a dónde los llevarían o que les sucedería. Los jugadores que sostenían los rifles susurraban en una esquina. Algunos de ellos murieron en la batalla de hace unos días y acababan de reaparecer recientemente. “Hay algunos prisioneros que me resultan familiares.” – dijo Makka Pakka. “¿Has visto al que te mató?” – preguntó Gran Deudor. “No sé quién fue. Estaba oscuro y las balas zumbaban por todas partes. No sabría decir quien me mató. ¡Maldición! Me irrita solo con pensarlo. ¿Cómo morí?” – añadió Makka Pakka. “Déjalo ya y solo admite que apestas jugando a este juego. ¿Estás seguro de que no hay gente a la que no le gustes y te haya matado durante la batalla? ¿Revisaste los agujeros de tu cadáver?” “Bueno, dejemos de hablar de eso… Dime, ¿sabes a dónde serán enviados estos depredadores?” “Parece que el Administrador planea vendérselos al Pueblo del Río Rojo.” “¿Pueblo del Río Rojo?” – preguntó Makka Pakka. “Está en la página de configuración de la página web oficial, ¿no lo has leído? Es un pueblo al sur del Distrito de Qingquan, a unas pocas decenas de kilómetros de distancia. Allí había muchos vertederos de antes de la guerra, así que los esclavos que se venden allí serán enviados a las minas, donde rebuscarán entre la basura hasta morir.” – respondió Gran Deudor. “Tsk tsk, demasiado miserable…” – Añadió Makka Pakka poniendo los ojos en blanco. – “Oye, ahora que lo pienso, si me vendo y luego me suicido, ¿no podría ganar una gran cantidad de dinero?” Al escuchar un plan tan desvergonzado, Gran Deudor se sorprendió. “Maldita sea, ¿estás planeando abusar de un error?” Aunque los crímenes que cometieron fueron suficientes para mandarlos a la horca diez veces, Chu Guang aún conservó sus derechos humanos básicos, permitiéndoles conservar su ropa y zapatos, comer carne de composición desconocida del almacén y usar una pequeña cantidad de vendajes que crearon con una ropa vieja que encontraron. La razón para hacer todo esto no fue por lástima. Estaba preocupado de que algunas de estas personas murieran y terminase afectando a sus ingresos. Los mejores días de estas personas aún estaban por llegar. “¿Treinta?” El hombre encargado de la caravana contó el número de prisioneros, miró a Chu Guang y preguntó. “¿Por qué falta uno?” “Tal vez murió.” Chu Guang bajó de la puerta, miró casualmente hacia atrás y vio a un jugador arrastrando un cadáver con una pierna rota fuera de la mazmorra. Al ver que los números coincidían, el empleado asintió sin decir nada. Hizo una señal a los guardias que estaban a su espalda para que ayudasen a descargar las mercancías. Cuanto antes se completase el trato, antes podrían irse a casa.
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Según el acuerdo alcanzado entre Chu Guang y Hein, independientemente de si estaban discapacitados o no, cada prisionero se intercambiaría por bienes de valor a 20 kilogramos de sal gruesa. Dado que uno de los 31 prisioneros murió, los 30 restantes deberían haber sido canjeados por 600 kilogramos de sal gruesa. Era una especialidad del Pueblo del Río Rojo y también era el equivalente general de la transacción entre las dos partes. Era inútil que Chu Guang pidiera tanta sal gruesa, por lo que, además de 200 kg de sal gruesa, el resto fue reemplazado por otras especialidades del Pueblo del Río Rojo. Esto incluía 30 rifles revólver, ocho cajas con un total de 4.000 balas de cobre hechas a mano, una gran cantidad de lingotes de cobre, zinc y cromo, y oxidantes fuertes como el permanganato de potasio. Lo primero debía satisfacer las necesidades de defensa del puesto de avanzada, mientras que lo segundo era la materia prima que impulsaría la industrialización del refugio. Además, había varios componentes que se usaban en maquinaria de procesamiento, así como engranajes y ejes de transmisión, que se prepararon principalmente para la propietaria de la tienda de armas. Aunque algunos jugadores tenían conocimientos sobre la metalurgia y podrían crearlas con sus manos, el problema de la fabricación de acero todavía no se había resuelto y la resistencia del material siempre era un problema. La calidad de un cuchillo afilado a mano se podía explicar con muy pocas palabras. Estaba bien para usarlo por un rato, pero su desgaste era muy superior al de un cuchillo industrial y necesitaba ser reemplazado cada pocos días. Tanto es así que Chu Guang se preguntó varias veces si Xia Yan había estado holgazaneando durante el trabajo. Aunque la capacidad industrial del Pueblo del Río Rojo no era tan buena como la de la Ciudad de Boulder, no tenía problemas para producir algunas herramientas de procesamiento y su calidad no era tan mala. En esta ocasión, compró algunos juegos más, y no debería tener problemas para que durasen hasta la primavera. Para transportar esos bienes, la Firma Comercial Herradura movilizó un total de diez bueyes mutados y contrató a 8 mercenarios armados con rifles revólver como escoltas. Mirando a las personas que estaban descargando los materiales, Chu Guang habló con Hein. “Hablando de eso, esa persona dijo que era un empleado de la Firma Comercial Herradura. ¿Es tu compañero?” “Aunque todos somos empleados de la Firma Comercial Herradura, no somos empleados de la manera en que conoces esa palabra. Nuestra relación con la Firma es más como una cooperación que como un empleo. Los guardias de las caravanas y los bueyes son todos propiedad de la empresa, pero los bienes son comprados por nosotros, los empleados.” – explicó Hein con una sonrisa. Chu Guang de repente pensó en algo. “¿Se los compras a la Firma?” Hein lo miró sorprendido, como si no esperara que supiera eso y asintió. “Sí, todos nuestros productos se compran a la Firma, haciendo que los vendedores sean básicamente clientes de la empresa… Excepto esta vez. Verificaremos cada transacción, deduciendo el coste de la compra de productos y contratando guardias. Luego entregamos el 60% de las ganancias a la empresa.” Sonaba a un sistema de franquicia. Las compras, la logística e incluso las relaciones con los clientes pertenecen a la sede central, y los distribuidores como Hein eran como franquiciados. De esa manera, incluso si el negocio incurría en pérdidas, la Firma Comercial Herradura no tendría que asumir ningún riesgo y todo quedaría del lado del franquiciado. Y si la venta era rentable, la Firma se llevaría el 60% de las ganancias. ‘No, aunque hubiera pérdidas, la empresa seguiría ganando.’ Después de todo, todos los franquiciados obtenían sus productos de la empresa y era completamente imposible que la Firma vendiera sus productos a precio de coste. Seguro que tenían un margen de ganancias. Al pensar en esto, Chu Guang no pudo evitar suspirar de emoción. ‘Estos nativos son muy buenos explotando a la gente.’ Comparado con ellos… ¡era demasiado amable! Sin embargo, podía aprender de este modelo comercial en el futuro. Por ejemplo, se podía utilizar cuando implementase la actualización del sistema empresarial.
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“Adiós, amigo mío, ¡espero que podamos comerciar una vez más cuando llegue la primavera!” La entrega de los bienes finalmente se completó, y Hein y sus dos guardaespaldas se colocaron junto a la caravana y se quitó el sombrero. Chu Guang sonrió levemente y agitó la mano. “Buen viaje.” “Ja, ja, ja, ¡me temo que tendremos que caminar contra el viento! ¡Le deseo a usted y a su refugio buena suerte!” – respondió Hein con una amplia sonrisa. El grupo emprendió su camino. En ese momento, Chu Guang notó que la mercenaria junto a Hein de repente se dio la vuelta y lo miró con resentimiento. Sus miradas se encontraron, pero la mercenaria no fue tímida e incluso le lanzó un beso al aire y articuló una frase con sus labios: nos volveremos a ver. Luego, desapareció entre los copos de nieve junto al resto de la caravana. Chu Guang se sorprendió, frunció el ceño y pensó por un momento. Sin embargo, todavía no podía recordar el nombre de esa persona y estaba aún más confundido acerca de su último comportamiento. ‘Se llama… ¿Wendy? ¿O Helena?’ Después de todo, solo escuchó al comerciante llamado Hein decirlo una vez. ¿Quién prestaría atención al nombre de un mercenario que estaba al lado de un comerciante? ‘Olvídalo, no debo perder el tiempo pensando en temas tan intrascendentes.’ Chu Guang negó con la cabeza e hizo señas a los jugadores para que cargaran los suministros que se acababan de intercambiar por los esclavos en el carromato y se prepararan para arrastrarlos de regreso al almacén en el puesto de avanzada. Sin embargo, aunque al propio Chu Guang no le importaba, no pudo contener los chismorreos entusiastas de los jugadores que lo rodeaban. Especialmente cuando vieron el lanzamiento del beso: la imaginación de un grupo de jugadores se volvió loca al instante. “¡Rayos! ¿Lo has visto? ¡Esa mirada tiene toda una historia!” “¡Lo vi! ¡Ese beso!” “¿Crees que pasó algo entre el Administrador y esa mujer?” “No puede ser. Solo estuvieron juntos por unos días.” “¡Unos pocos días son más que suficientes!” “Maldita sea, ¿entonces qué hay de la propietaria de la tienda de armas?” “¡Grandes noticias! ¡La inefable historia de un millón de palabras sobre el Administrador y la mujer mercenaria de la caravana!” “Tsk, tsk, ¡no es tan simple! ¡Definitivamente no es tan simple! ¡Suena como una obscenidad!” “Entendido, ¡deberíamos dejar que el hermano Topo nos dibuje algunos vocetos cuando volvamos!” ‘Tsk. Esta gente…’ Solo tenían ideas raras en esas cabezas llenas de serrin. Las cejas de Chu Guang se crisparon, pero finalmente reprimió las ganas de quejarse y mantuvo la calma que debería tener un PNJ. Después de toser un par de veces, usó un tono autoritario para instar a los jugadores para que dejaran de cotillear y volvieran al trabajo. “¡Moveos más rápido! ¡Tenemos que llevar todos los bienes antes de que la nevada se vuelva más intensa!” A instancias de Chu Guang, los jugadores finalmente dejaron de holgazanear y rápidamente cargaron las mercancías en los carromatos de madera. A pesar de que todavía siguieron charlando, nunca dejaron de moverse. Después de preparar todas las cosas, el grupo estuvo listo para emprender el camino. Mirando la puerta que tenía a su espalda, el jugador que estaba de guardia, Obrero que Mueve Ladrillos, dio un paso al frente y pidió instrucciones a Chu Guang. “Administrador, ¿qué debemos hacer con esta fortaleza? ¿Todavía necesitamos seguir protegiéndola?” No quedaba nada en su interior y se preguntó si podría obtener el premio de la misión por adelantado si no necesitaba protegerla más. Chu Guang lo pensó durante unos segundos. “Quema la puerta.” – ordenó. Dejaría el resto para los mutantes. Esta fortaleza estaba demasiado lejos del punto de resurrección de los jugadores y no tenía ningún valor estratégico en términos de ubicación; por lo que no era necesario conservarla. Además, solo con estar de pie en su interior, Chu Guang sentía que su moralidad estaba disminuyendo. Realmente no podía entender cómo esos depredadores vivieron aquí con tranquilidad. Obrero que Mueve Ladrillos asintió emocionado. “¡Comprendido!” ¡Destruir era mucho más interesante que talar árboles!
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Chu Guang podía confiar en la capacidad de búsqueda de los jugadores. Arrasaban por donde pasaban. Siendo capaces de llevarse hasta las piezas que calzaban los gabinetes para que estuvieran estables, cuando se llevaban todo el mobiliario. En la Fortaleza del Clan Mano Sangrienta no quedaba casi nada que pudiera usarse. Y esas sobras eran un inconveniente para trasladarlas o no tenían ni siquiera valor como reciclaje. Como la carne seca del almacén. Era obvio que una parte considerable de esa carne no había sido extraída de presas normales. Después de secarla al aire, era muy complicado saber de qué presa era cada carne únicamente con su apariencia. Por tranquilidad mental, Chu Guang decidió deshacerse de todo. Una parte se había utilizado para las raciones de los depredadores cautivos en las celdas de la mazmorra, y el resto se dejó colgando de las vigas del almacén de la fábrica de neumáticos. Había llegado el momento de alimentar a los ratones y cucarachas. En cuanto a las plantas, como las raíces shofar, los granos y las verduras que se parecían bastante al repollo chino, Chu Guang hizo que alguien los transportara al almacén del puesto de avanzada. Eran cosas aprovechables. Especialmente esos vegetales, que sumaban de tres a cuatro mil kilogramos, podían mezclarse con granos y carne para alimentar a la gente durante un tiempo, y además podían equilibrar la nutrición de los clones. No en vano, esos granos probablemente fueron obtenidos por los depredadores de la Granja Brown. Además de la comida, también había algunas pieles de hiena, ciervo, jabalí e incluso de oso. En total, sumaban unas 230 piezas. Era poco probable que todas estas pieles vinieran de la Calle Bett. Solo había cien hogares en la Calle Bett e incluso si la vieja sanguijuela explotaba a la gente hasta los huesos, no era posible que pudiera cobrar esos tributos. Chu Guang especuló que una parte considerable debían haber sido aportadas por otros asentamientos de sobrevivientes cercanos. Estos depredadores habían estado ocupados saqueando durante todo el otoño, pero antes de que tuvieran tiempo de disfrutarlos, acabaron cayendo en sus manos. Y Chu Guang, naturalmente, no planeaba devolverlos. Era una de las reglas del páramo: el que se lo encuentra se lo queda. Pronto se encendió un fuego furioso en la puerta del campamento, y las chispas que soplaba el viento del norte se movían lentamente en dirección al edificio principal. Mirando el fuego frente a él y pensando en el contenido de los dos diarios, Chu Guang sintió un poco de emoción en su corazón. Sacando el revólver Serpiente plateada de su cintura, disparó un tiro al cielo. ¡Bang…! El disparo resonó en la calle cubierta de nieve, sumergiéndose en el viento y la nieve, señalando el final a las almas que murieron aquí. Ahuyentando el humo blanco que salía del cañón del arma, Chu Guang insertó el revólver en la funda del arma hecha por Teng Teng, se volvió para mirar a los jugadores que esperaban y caminó frente a ellos. “¡Volvamos a casa!”