Arco 1 Capítulo 22
Enfrentamiento II
Traducido por Tars
Corregido por Thornapple y DaniR
Editado por Tars
Corregido por Thornapple y DaniR
Editado por Tars
A esa distancia, ni Pram fue capaz de evitarlo y por ello se derrumbó cuando el escudo se estrelló contra su cuerpo. Sacudiendo la cabeza en un intento por reorientarse, buscó frenéticamente la ubicación de Percival, pero era demasiado tarde. Percival había cerrado la distancia rápidamente y el cuerpo entero de Pram tembló cuando las dos espadas se encontraron. En un instante, el duelo se había vuelto contra él. Ya no era una competición de habilidad, sino una de fuerza, donde Percival dictaba el flujo de la batalla.
Las manos de Pram temblaron mientras bloqueaba la espada de Percival que, sintiendo que era su oportunidad, empujó hacia adelante, forzando su camino. Pram sintió que sus brazos cedían. Pero Pram todavía tenía algunos trucos bajo la manga. De repente, cambió el ángulo de su estoque, manipulando sutilmente el punto de contacto para que la espada de Percival se deslizara por la hoja.
Aprovechándose de la fuerza de su enemigo para su propio beneficio, encontró que la resistencia disminuía y, valiéndose de la situación, impulsó su cuerpo hacia adelante. Era una gran oportunidad para alguien con la habilidad de Pram. Como un rayo, su estoque empujó hacia adelante el hombro de Percival y el Blanchume atravesó la placa de acero como si fuera un cuchillo caliente cortando un pedazo de mantequilla, haciendo que la sangre salpicara por el aire. Asombrado por el dolor, Percival retrocedió instintivamente varias veces, abriendo una distancia entre él y Pram, haciendo que apenas pudiera pararse sobre sus pies.
‘¿Me ha herido?’
Parpadeó repetidas veces mientras miraba su hombro en estado de shock y confusión. El ataque no había sido suficiente para incapacitarlo, pero había sido impresionante. Aunque el dolor se extendía desde su hombro, no era lo que le hacía tambalearse. Hacía tan solo unas semanas había sido claramente superior a Pram con sus habilidades, pero solo tras este intercambio una cosa era obvia: lo había superado completamente.
“T… Tú… ¿Qué demonios te ha pasado?” – le gritó a Pram con incredulidad.
“¿A qué te refieres?”
“¿Cómo has cambiado tanto en unas pocas semanas?”
“¿Hay alguna razón por la que deba responder a algo así?” – respondió Pram con una sonrisa pícara en su cara.
Percival frunció el ceño ante la falta de respuesta de Pram y lo maldijo en voz baja. Estaba claro que no podía tomarlo a la ligera. Si huía, casi con toda seguridad terminaría derrotado.
“¡Maldita sea! ¿Qué diablos está haciendo Hadun ahora mismo? ¡MIERDA!” – gritó incapaz de ocultar su intensa frustración.
* * *
Doneta sacó su espada y la sostuvo frente a él. Toda la zona a su alrededor estaba cubierta por una espesa niebla que le impedía encontrar a Romántica.
“¿Es la niebla siempre tan espesa?” – preguntó en voz alta, antes de sacudir la cabeza. – ‘Por supuesto que no.’
No, de acuerdo a sus recuerdos, la niebla simplemente debería haberse levantado tras el primer golpe, pero, en cambio, parecía que se estaba volviendo cada vez más gruesa a medida que pasaba el tiempo.
“Hmph. Eres muy inteligente utilizando una niebla como esta.” – dijo en voz alta sin dirigirse a nadie.
Estaba claro lo que pasaba. La niebla se mantenía en su sitio, de hecho, la habían mejorado mágicamente de forma intencional. Desafortunadamente, incluso si ese era el caso, había poco que pudiera hacer, por lo tanto… Se tambaleó cuando otro golpe de viento lo golpeó, pero soportó el dolor y mantuvo un agarre firme de su espada. Era una situación verdaderamente extraña. No tenía idea de dónde se escondía Romántica, pero en cambio ella sabía en todo momento dónde se encontraba y aprovechaba el tiempo haciendo que la magia cayera sobre él con total impunidad. Para colmo, cada vez que perseguía el origen del ataque, estaba claro que Romántica ya había desaparecido a otro lugar para continuar con sus despiadados ataques.
‘¿Está detectando mis movimientos a través del viento…? Malditos magos.’
Doneta sintió que un mago sería capaz de lograrlo y eso podría explicar la situación en la que se encontraba. Era algo bastante agotador y parecía que lo único que podía hacer era sentarse y aguantar los ataques del enemigo.
“Bueno, parece que estás usando la cabeza, pero eso no será suficiente.”
En ese momento, Doneta se enderezó y golpeó el collar de oro que llevaba puesto con una leve sonrisa. En un instante, la niebla desapareció a su alrededor.
“Ese collar… ¿Era un artefacto?” – preguntó Romántica en estado de confusión.
Artefactos. Objetos imbuidos de poder mágico. En comparación con un objeto regular, eran mucho más caros.
“Te dije que te arrepentirías, ¿no es así?” – preguntó Doneta con aire de suficiencia.
Levantó la mano y apuntó con el anillo de su pulgar hacia Romántica, que rápidamente se dio cuenta de que el collar no era el único artefacto que poseía.
“[Anillo de fuego]”
Una magia de fuego del segundo círculo. Un anillo de fuego se formó bajo los pies de Romántica por unos instantes, antes de que una ola de calor se disparara hacia arriba, inmovilizándola dentro del círculo. Estaba atrapada. Doneta levantó su espada y la sostuvo a unos centímetros de su cara. Ella simplemente se encogió de hombros en respuesta.
“Bueno, creo que lo lamento un poco.” – dijo con calma.
“Es demasiado tarde para lamentarlo.” – respondió Doneta con dureza.
“Bueno, también es demasiado tarde para esquivar.” – dijo Romántica mientras miraba a su izquierda por un momento.
“¿Qué?”
Doneta se volvió rápidamente para mirar hacia donde apuntaban los ojos de Romántica. Una roca gigante, que crecía rápidamente, llevaba todo su campo de visión.
“¡Uuuurgh!” – gruñó, cuando la enorme roca lo golpeó y lo levantó en el aire, enviándolo a volar.
Lentamente, cuando el polvo se asentó, se puso de pie, sacudiéndose los escombros. Se miró a sí mismo y sintió una oleada de rabia. Su apariencia había sido completamente arruinada. Las inmaculadas ropas que llevaba estaban rasgadas y cubiertas de polvo. Ahora parecía que eran las ropas de una persona sin hogar más que las de un noble. Su abrigo estaba desgarrado y no valía la pena usarlo.
“¡¡Maldita perra de la clase Beta!!” – gritó con rabia, impotente.
“Lo hiciste bien comprando tiempo.” – dijo Desir mientras se paraba ante Romántica.
“Si hubiera tenido suficiente maná, habría ganado…” – contestó Romántica tras vacilar por un instante.
“Por favor, ve y ayuda a Pram.”
“Lo tengo.” – dijo asintiendo para luego correr al lado de Pram.
Doneta sintió que su ira aumentaba mientras miraba a Romántica.
“¡Cómo te atreves!”
En ese momento, un anillo marrón grisáceo de su dedo comenzó a brillar intensamente.
“[¡Aliento de la tierra!]”
Un hechizo de tierra del segundo círculo que podía atar y atacar al enemigo. El suelo se rompió y se disparó hacia Romántica, pero Desir intervino rápidamente poniendo su cuerpo entre ellos. Las rocas cayeron sobre él, enterrándolo dentro y Doneta aprovechó el momento para acercarse hasta la pila de piedras, alzar su espada y golpear hacia abajo. Pero hizo una mueca cuando, inesperadamente, sintió como sus manos se entumecían por un instante.
“¿Qué?” – preguntó en total confusión.
De alguna manera, no fue capaz de atravesar las rocas. La tierra que rodeaba a Desir se había vuelto tan dura como el acero.
“¡No uses magia contra él!”
Una voz vino desde atrás del desconcertado Doneta. Una silueta paso volando junto a él como un borrón. En un instante, Ajest se abalanzó sobre Desir. Por un momento, casi parecía como si ella hubiera desaparecido entre las rocas, pero entonces, las rocas se separaron y Ajest pasó disparada entre ellas. Se volteó justo cuando Desir se levantaba de entre las rocas y los escombros. Cuando sus ojos se encontraron, Desir abrió la boca.
“[Romper piedras]”
La tierra explotó hacia afuera haciendo que la torre se sacudiera y enviando a Ajest a volar por culpa de la onda de choque. Desde donde se encontraba Desir, fragmentos de tierra volaban hacia Ajest como una metralleta. Esquivó los disparos y ejecutó un salto perfecto hacia atrás para aterrizar con gracia. Pero en ese instante, la tierra que se encontraba entre sus dedos se derritió y se agarró a sus muñecas, dejándola aturdida. Sintió una presión aplastante.
“[Puño invernal]”
El hielo se extendió rápidamente de su mano a la tierra que la rodeaba y aplastó la tierra quebradiza contra una pared, haciendo que las piezas congeladas cayeran al suelo. Ajest se mordió el labio con frustración. Al mismo tiempo, comenzó a desplegar su magia. Desir hizo lo mismo.
Una enorme lanza de hielo se formó frente a Ajest, apuntando de forma siniestra con su punta a la garganta de Desir. Luego, en un instante, se fundió en un charco. Chispas de fuego corrieron por el suelo, lamiendo los pies de los combatientes, pero se extinguieron cuando el piso de piedra giró sobre sí mismo. El agua se precipitó hacia adelante, amenazando con ahogar a todos los que se encontraban en la torre, antes de convertirse en nada más que en un fino vapor. De un lado a otro, la magia explotaba y se disipaba en la nada.
Ajest estaba siendo empujada hacia atrás. Sintió una leve punzada por la sorpresa, no tanto por el resultado, sino por la facilidad con que pareció aceptarlo. Ahora tenía sentido para ella. Nunca había sido una cuestión de poder. El maná de Ajest superaba con creces al de Desir además de poseer unas habilidades solo vistas una vez cada cien años. Ella tenía un poder que nadie podía seguir. Si ambos lanzaran la misma bola de fuego, Ajest habría tenido el doble de poder. Si fuera un hechizo de hielo, incluso tendría el triple de poder. Pero en un combate mágico, el ganador no era simplemente el que poseía mayor cantidad de maná o contaba con una magia más fuerte. La conciencia táctica, la compresión de las condiciones de batalla, la velocidad, la idoneidad… De hecho, era algo más simple, el combate mágico tal vez se entendía mejor como una lucha psicológica de alto nivel.
Ser capaz de leer las intenciones del oponente, desarrollar una contramedida y ejecutarlo rápidamente, todo esto era más importante que la simple salida de poder mágico. Y, por mucho que Ajest lo odiara, por mucho que quisiera vencerlo en un duelo mágico, no tenía más remedio que admitir la triste verdad: en una pelea psicológica, Ajest era completamente superada por Desir. No había manera de que pudiera vencerlo en un duelo mágico.
Su magia había sido repetidamente contrarrestada totalmente por una magia mucho más débil. Sus hechizos más simples eran secuestrados constantemente, y sus hechizos más complejos se volvían irrelevantes. Desir la estaba leyendo como si fuera un libro abierto y, sin ningún esfuerzo, la estaba arrastrando a su ritmo. Esa abrumadora diferencia en la experiencia se había convertido en su lanza y escudo. Se alzaba sobre Ajest como un muro insuperable.
‘No tiene ningún sentido.’
La mente de Ajest estaba en un lío. No importaba cómo lo viera, no había manera de que Desir tuviera la misma edad que ella. La brecha en su experiencia era incomprensible.
‘¿Quién es? ¿Cuál es su identidad?’
Hizo una pausa y dio un paso atrás para reunir su ingenio y reenfocarse. Doneta, que había estado observando cómo se desarrollaba el duelo desde el costado, intervino de repente.
“¡Líder! ¡Deja que te ayude!”
Pero Ajest negó con la cabeza en respuesta.
“No. Esta es mi lucha, no interfieras.”
“¡Pero…!”
“Solo ve y ayuda a Percival.”
“¿Percival? Esa pelea ya debería haber terminado…”
La voz de Doneta se fue apagando cuando se dio cuenta que, sorprendentemente, de alguna manera todavía no había terminado de pelear. Contrariamente a la esperado, el duelo entre Percival y Pram todavía se estaba prolongando. De hecho, Doneta se dio cuenta, horrorizado, de que Percival estaba perdiendo. La espada de Pram estaba penetrando repetidamente el cuerpo de Percival.
“El maná de Romántica está casi agotado. A todos los efectos, ella está fuera de esta pelea. Únete a Percival y eliminad a esos dos rápidamente.”
Una orden dada en un tono helado que no dejaba espacio para la discusión. Sin dudarlo, Doneta inmediatamente se dirigió hacia Percival y se unió a la refriega. Pram, quien se había estado acercando a la victoria, vio cómo esta oportunidad se le escapaba cuando un relativamente sano Doneta se unió al combate cuerpo a cuerpo. Ahora era un duelo por parejas.
“¿Molesta?” – preguntó Desir.
“A decir verdad… Sí.” – respondió Ajest tras una pausa, asintiendo. – “Para ser honesta, no es una sensación muy agradable perder contra alguien que no tiene ni siquiera una milésima parte de mi poder mágico. ¿Tendría sentido para ti si perdieras contra una hormiga en un pulso?”
“Bueno, creo que puedo entender tus sentimientos.”
“He decidido que no puedo derrotarte en una competencia de magia. No hay nada más que pueda hacer ahora.”
Mientras hablaba, sacudió el resplandor rojo de su brazo derecho, dejando que su maná disminuyera. Su agarre cayó sobre la espada que llevaba en su cintura.
Un silbido agudo cortó el aire cuando Ajest se abalanzó hacia Desir con la punta de su espada apuntando a su pecho.
“Parece que realmente quieres ganar contra mí.”
Un montón de fórmulas mágicas llenaron el aire frente a Desir mientras se preparaba para luchar.
“[Equilibrio]”
“[Fuerza]”
“[Visión]”
“[Mejora mágica: Endurecerse]”
Cuatro hechizos lanzados en un instante. Desir respondió sacando la espada corta que tenía en su cintura. El sonido del acero sobre acero retumbó sobre el aire cuando Desir paró el golpe de Ajest. El suelo bajo Desir se agrietó y se sacudió por la fuerza, como si un terremoto hubiera golpeado la torre.
“¿Lo bloqueaste…?” – dijo Ajest abriendo los ojos por la sorpresa.
“¿Por qué? ¿Pensabas que solo porque soy un mago sería débil en el combate a corta distancia?” – respondió Desir con calma.
Sus labios se torcieron por el disgusto a la vez que empujaba a Desir hacia atrás, haciendo que chocara contra la pared del fondo con fuerza, levantando a su vez una nube de polvo. Pero Desir, se levantó lentamente y se sacudió la ropa, aparentemente ileso.