Arco 5 Capítulo 28
Mutua diferencia de intereses
Traducido por Tars
Corregido por DaniR
Editado por Tars
Corregido por DaniR
Editado por Tars
Habían pasado ocho días desde el momento en que Valetta fuera incapaz de viajar a Japón desde su otro mundo. Era por la mañana. Kazura se encontraba junto a Valetta, detrás de la casa del jefe de la aldea, donde estaba el corral con los dos cortaraíces. Estaban dando de comer a las aves un alimento de nutrición equilibrada que había comprado en Japón hacía seis días. Las aves picoteaban la comida dispersa por el suelo como si fuera deliciosa. Era la misma escena que podrían crear unas gallinas en Japón.
“Bien, bien, come mucho y pon muchos huevos. Si puedes, por favor, pon un huevo fertilizado.”
Al parecer, la alimentación era realmente efectiva, ya que en los últimos cuatro días habían puesto dos huevos. Pero, al mismo tiempo, no se habían puesto a incubar ninguno, por lo que no estaban fertilizados. Como solo tenían dos aves, sería un problema si se debilitaban y morían, así que Kazura las alimentaba con productos traídos de Japón y, tal como esperaba, su constitución había mejorado.
“Si en el futuro aumenta el número de cortaraíces, después de varios años, puede convertirse en una nueva industria de la aldea… También necesito estudiar más sobre la avicultura.” – dijo Valetta.
Desde que descubrieron que no podía ir a Japón con Kazura, Valetta había estado estudiando con más entusiasmo. Kazura también estaba aprovechando para estudiar junto a Valetta, sin embargo, su tasa de aprendizaje era muy inferior. Al final, Valetta siempre terminaba dándole clases sobre lo que acababan de aprender.
Como aún no habían aprendido nada sobre el cuidado de aves, solo podían confiar en la información que le había contado el empleado del centro comercial cuando compró los alimentos. Pero esto no era más que el conocimiento básico necesario para cuidar aves.
“La próxima vez que regrese a Japón, compraré un libro sobre avicultura… La verdad es que vamos a necesitar una estantería…”
Durante los últimos ocho días, Kazura había regresado varias veces a su país para comprar comestibles y, aprovechando el viaje, compraba una gran cantidad de libros como regalo para Valetta. Sin embargo, últimamente el número de libros había aumentado de forma considerable y solo podían amontonarlos en una esquina de la habitación de Kazura.
“Eso es verdad… Ya que talamos muchos árboles para pagar impuestos, usaremos algunos para construir estanterías.” – dijo Valetta.
“Si vamos a hacer una, ¿qué tal si hacemos una grande? Hmm… Parece que tenemos visita.” – añadió Kazura.
Mientras los dos estaban hablando y alimentando a los pájaros, escucharon a varias personas gritar el nombre del jefe de la aldea en voz alta desde la entrada de la casa. Parecía que alguien del pueblo había venido de visita, pero por alguna razón, parecía estar en un ataque de pánico. Ambos se miraron, preguntándose qué estaba pasando con esa situación inusual, mientras arrastraban sus pies hacia la entrada de la casa.
* * *
Cuando ambos llegaron a la entrada de la casa, se encontraron con Varin y otros diez aldeanos en medio de una acalorada conversación con una expresión seria en sus rostros. Cuando los aldeanos notaron la llegada de Kazura y Valetta, todos se quedaron callados. Se podían ver miradas ansiosas mezcladas con otras de súplica, mientras miraban a Kazura.
“Hmm…”
“¿Ha pasado algo?” – preguntó Valetta a los aldeanos, dando un paso adelante. Kazura estaba preocupado por esas repentinas miradas.
Los aldeanos mantuvieron la boca cerrada y cambiaron su mirada hacia el suelo. Al final, Varin comenzó a hablar, incapaz de dejar que ese silencio continuara.
“Parece que un ejército de Isteria se dirige hacia la aldea de Grisea por el camino del este. Son alrededor de cien personas.” – dijo Varin.
“¿¿Eh??”
Al escuchar las palabras de su padre, Valetta giró la cabeza para mirar a Kazura. Hasta ahora, por lo que Valetta sabía, a excepción de cuando atacaron al Greisior de la leyenda, el ejército de Isteria nunca había llegado a la aldea de Grisea. Hasta los tres soldados que visitaron la aldea para reclutar durante la guerra con Balveil, podían ser considerados una multitud.
“Hmm… Creo que debería volver a mi habitación por ahora.” – dijo Kazura.
Esta vez, incluso Valetta se unió al resto de aldeanos y se quedó mirando a Kazura. Como podía sentir la pesadez de la situación, decidió retirarse a su habitación. Excluyendo a Valetta, todos en este sitio, incluso Varin, creían que era Greisior.
En ese caso, si todavía estaba allí, Kazura sabía que los aldeanos no podrían continuar con su conversación. Así que, tras decir esas palabras, desapareció en el interior de la casa, bajo la mirada de todos. Después de asegurarse de que Kazura había entrado en la residencia, los aldeanos volvieron a mirar a Varin.
“Jefe… El ejército que se dirige a la aldea viene a capturar a Kazura, ¡no es el enviado habitual enviado por el señor Narson!”
“No, eso todavía no se ha confirmado…” – dijo Varin.
“¿Por qué otra razón viene este ejército a esta aldea? Si esto es como en la leyenda, entonces Kazura… ¡Greisior volverá a dejarnos!”
Aunque estaban hablando en voz baja, dado que estaban ansiosos por tener a Kazura dentro de la casa, las agresivas súplicas de los aldeanos hicieron que Varin se estremeciera de forma involuntaria. Para los aldeanos, Kazura era Greisior y había venido a salvarlos. Los aldeanos temían que, al igual que en la leyenda, el Dios de la Benevolencia y la Cosecha, que había aparecido para salvarlos, fuera capturado una vez más por el señor feudal. Esa era la razón por la que los aldeanos habían entrado en pánico.
“No queremos repetir el mismo error que en la leyenda. Así que, por favor, saca las armas de la casa.”
“¡Eh! ¡Ah! ¿De qué estas hablando? ¿Queréis apuntar vuestra espada contra el ejército de Narson? ¡No digáis tonterías!”
Sacar las armas. Los aldeanos estaban pensando en algo escandaloso, por lo que Varin no pudo evitar gritar en voz alta. Apuntar con una espada al ejército de Isteria, sería lo mismo que rebelarse contra Arcadia. Aunque los aldeanos retrocedieron por un momento ante la mirada enojada de Varin, al instante se recuperaron y, dando un paso hacia adelante, le aguantaron la mirada.
“Hace varios cientos de años, a pesar de que sus vidas fueron salvadas por Greisior, nuestros antepasados dejaron que fuera capturado y no pudieron protegerlo. Pero nos perdonó, ha perdonado a los descendientes de esos pecadores y una vez más nos está ayudando. No dejaremos que vuelva a ocurrir el mismo error, esta vez no abandonaremos a Greisior.”
“Sin embargo, luchar contra el ejército de Narson es…” – gruñó Varin. Al escuchar las palabras del aldeano, su expresión se agrió.
Podía empatizar con los aldeanos. Incluso el mismo Varin estaba pensando en maneras de evitar que Kazura fuera capturado. Sin embargo, si se atrevían a desafiar al ejército de Narson, entonces lo que les esperaba sería la pena capital o la esclavitud. Si solo terminaban condenando a muerte a Varin, entonces con mucho gusto haría todo lo que fuera necesario por Kazura. Sin embargo, no tenía dudas de que la aldea también recibiría un fuerte castigo. Por supuesto, su familia sería condenada a muerte, mientras que los aldeanos serían asesinados o convertidos en esclavos.
“Estoy de acuerdo con todo lo que habéis dicho. También pienso que, si vienen a capturar a Greisior, aunque nuestro oponente sea el ejercito de Narson, tenemos que levantar nuestras armas y luchar contra ellos.” – dijo Valetta.
Mientras Varin estaba pensado en qué podían hacer, Valetta, quien había estado callada hasta ese momento, dio su opinión. Jamás habría imaginado que podía llegar a decir algo como esto. Se sorprendió mucho y miró fijamente a su hija. Los aldeanos también se vieron fortalecidos por la opinión de Valetta.
Cuando Varin estaba a punto de abrir la boca para protestar porque su hija estaba de acuerdo con los aldeanos, Valetta continúo su discurso.
“Sin embargo…” – continuó Valetta, volviéndose hacia los aldeanos. – “Estoy asustada y tengo miedo de decir esto, pero aunque cada uno de nosotros sostuviera un arma y fuera a la batalla, sería complicado rechazar a un ejército de cien personas. Después de todo, aunque hay gente en este pueblo que pueda luchar a la par con un soldado entrenado, según mi estimación, solo son unas diez personas como máximo.”
Aunque al principio los aldeanos estaban encantados con que Valetta estuviera de acuerdo con su punto de vista, montaron un alboroto cuando señaló su punto débil.
“Sí… Sin embargo, aunque eso puede ser cierto, ¡todavía tenemos que luchar! Después de todo, ¿no ha dicho la propia Valetta hace un momento que debemos ir a la batalla?” – dijo un aldeano mientras se acercaba a Valetta.
“Sí. Si es necesario entonces claro que lucharé. Sin embargo, ese es nuestro último recurso. Dado que nuestro objetivo es proteger a Greisior, mientras podamos lograrlo, no hay necesidad de luchar contra el ejército de Narson.” – respondió Valetta, mirándolo a los ojos y asintiendo.
“Pero para proteger a Greisior solo podemos luchar…” – añadió el aldeano.
“Estoy segura de que todavía hay otras opciones que podemos tomar, además de la lucha. Sobre el ejército que se dirige a la aldea… ¿Hay alguien aquí que sabe cuándo va a llegar?” – preguntó Valetta.
Cuando hizo esa pregunta, todos se miraron entre sí, luego un joven aldeano levantó la mano.
“He escuchado que llegaran al pueblo en 1 koku.”
“¿De quién lo escuchaste?”
“De un soldado de caballería. Dijo que, dado que el ejército llegará en una hora, avisará al jefe de la aldea para que salga y se reúna con ellos.”
Al oír esa respuesta, Valetta dejó escapar un suspiro de alivio. Ahora podía adivinar el objetivo del ejército que venía al pueblo. Creía que no venían a capturar a Kazura. Si su objetivo fuera capturar a Kazura, entonces no enviarían a un jinete para informar la hora de llegada del ejército.
Cuando los aldeanos escucharon que vendría un ejército, lo primero en lo que pensaron fue que iba a pasar lo mismo que se contaba en la leyenda, haciendo que sus pensamientos fueran por la peor de las posibilidades.
Aunque Valetta había pensado por un instante en explicar su razonamiento a los agitados aldeanos, sabía que no lo aceptarían. En su lugar, había tramado en otra forma de calmarlos temporalmente. Después de deliberar durante unos instantes, se enfrentó a los aldeanos y comenzó a darles varias instrucciones.
* * *
Mientras Valetta daba instrucciones a los aldeanos, dentro de su propia habitación, Kazura estaba metiendo toda su ropa y varios objetos dentro su bolsa de viaje. Por las palabras de Varin, parecía que el ejército de Isteria se estaba acercando a la aldea.
Aunque no sabía qué objetivo tenía el ejército para venir a la aldea, consideró que sería mejor que desapareciera, al menos por el momento. Si el ejército debía permanecer en la aldea durante varios días, existía la posibilidad de que descubrieran su existencia en algún momento durante ese período. Después de todo, Kazura era una persona que no debería existir en esta aldea, si el ejército llevaba algo parecido a un registro de habitantes, aunque tuviera una apariencia similar a la de los aldeanos, sería descubierto.
Mientras Kazura estaba metiendo sus pertenencias personales en la bolsa, vio la montaña de libros en la esquina de la habitación. Estaba pensando que podría ser necesario llevarse los libros, cuando Valetta, quien había terminado las conversaciones, entró a la habitación.
“Kazura… Ah, ¿ya has terminado de recogerlo todo?”
Tras terminar de llenar su bolsa, se había quedado mirando los libros amontonados en una esquina. Al verlo con esa cara, Valetta le mostró una sonrisa.
“Sí, por el momento, me refugiaré en Japón. El ejército de Isteria al que se refiere Varin… ¿Llegarán pronto a la aldea?”
“No, tardarán un koku…. Eh, aún faltan dos horas. Mientras tanto, debemos ocultar todo lo que no puede ser visto…” – respondió Valetta.
Al escuchar la respuesta de Valetta, una vez más, Kazura volvió a dirigir su atención hacia los libros apilados.
“Me pregunto si estará bien dejar todos esos libros atrás… De todos modos, ¿por qué viene ese ejercito hasta la aldea?” – preguntó Kazura mientras se llevaba la mano a la barbilla y se ponía a pensar.
“Realmente no conozco su objetivo, como han enviado a un jinete para avisar al pueblo, parece que la razón no es Kazura. Tal vez solo estén de paso y se dirijan a otro lugar o simplemente se detienen como parte de su entrenamiento.”
Al escuchar que su objetivo no era él, Kazura suspiró aliviado. Anteriormente, en su viaje a Isteria, había tenido problemas con la hija de Narson y estaba preocupado por si ese evento causaría problemas. Al igual que lo que Valetta había dicho, si el objetivo del ejército era pasar por un entrenamiento o una expedición, entonces podría regresar a la aldea en unos días.
“Me alegraría que eso sea verdad. Sin embargo, bueno… Solo para estar seguro, será mejor si vuelvo a Japón… No solo estos libros, sino que las azadas y las herramientas que entregué a los aldeanos también deberían esconderse.”
“No hace mucho he ordenado a los aldeanos que escondan todas las herramientas que Kazura ha traído, les he dicho que las guarden bajo tierra. Aunque revisen todos los sótanos, con la falta de luz, no podrán distinguirlas de una herramienta de bronce, así que no debería haber problema.” – respondió Valetta sonriendo, tras escuchar las palabras de Kazura.
“Oh, buen trabajo, Valetta. Entonces debería valer si ponemos estos libros en una bolsa de tela y luego los colocamos en una esquina del almacén.”
“Eso es verdad… Poner los libros dentro de una de las bolsas de la casa, y luego, solo para asegurarse, pondremos cosas encima de los libros. Creo que estará bien.” – añadió Valetta.
Si el objetivo del ejército no era capturar a Kazura, entonces no registrarían la aldea, pero no había ningún problema en ser cautos y almacenar las cosas más problemáticas si fueran descubiertas. Así no llamarían la atención. Kazura asintió ante la respuesta de Valetta y se volvió hacia los libros de nuevo.
“Entonces, deberíamos guardar los libros rápidamente.”
“Sí, iré a buscar bolsas para guardar los libros.” – dijo Valetta.
Y así, aunque difería de lo que habían planeado al principio, comenzaron a guardar los libros apilados en la esquina.
* * *
Aproximadamente dos horas después de que los aldeanos entraran en un alboroto, Isaac, que había traído a toda su unidad con él, ordenó a su ayudante preparar un campamento a unos doscientos metros de la entrada de la aldea de Grisea.
Dado que era justo antes del mediodía, tenían tiempo de sobra para preparar el campamento. Sin embargo, como también tenía que realizar la inspección de la aldea de Grisea, tendría que separarse de su unidad. Así, mientras tanto, decidió mantenerlos ocupados.
Además, en esta ocasión, habían traído varias ratas para cargar con el equipaje, pero no contaban con ningún asistente, así que todos los soldados necesitaban ayudar a preparar el campamento con sus propias manos, y ya que llevaría mucho tiempo sería una buena tarea para matar el tiempo mientras Isaac estaba ocupado.
Cada soldado adjunto a la unidad de Isaac tenía un origen aristocrático y estaban acostumbrados a que fueran sus asistentes los que cargasen con su equipaje y que hicieran cosas por ellos. Así que era inevitable que les fuera a llevar mucho más tiempo, ya que estaban realizando un trabajo con el que no tenían experiencia. Sin embargo, su mal desempeño superó con creces las expectativas de Isaac.
Hoy era el tercer día después de su partida de Isteria. El primer día, la preparación del campamento había tenido un resultado realmente terrible. Comenzaron a instalar las carpas antes de que oscureciera, pero cuando terminaron de montarlas y habían comenzado los preparativos para la cena, el cielo ya estaba lleno de estrellas. Aunque, si se lo comparaba con el primer día, las cosas habían mejorado, sabía que les iba a llevar una buena cantidad de tiempo.
“Iré al pueblo para comenzar la inspección. Tal vez no vuelva hasta la noche, así que quedas al mando.” – dijo Isaac.
“Entiendo… Ah, capitán, sobre el suministro de agua, ¿podemos usar el canal de agua del pueblo?” – preguntó su ayudante.
Mientras se encontraban en plena marcha, Isaac y su ayudante conversaron sobre los asuntos que lo llevaban a la aldea de Grisea o sobre su geografía. Parecía que su ayudante había recordado sus palabras cuando le habló sobre el canal de agua. Además, como les llevaría mucho tiempo sacar agua del río, poder coger agua directamente del canal del pueblo, sería de gran ayuda.
“Hmm, tienes razón… De acuerdo, le pediré permiso al jefe de la aldea, Varin, para usar el canal de agua. Selecciona a cuatro hombres para ir a buscarla.”
“Entendido.” – respondió con el ceño fruncido, al escuchar la orden de Isaac.
A continuación, llamó a cuatro soldados que estaban cerca. Éstos se levantaron rápidamente y corrieron hacia el carro para sacar los cubos de agua. Isaac dejó escapar un suspiro en su corazón mientras observaba a su asistente, que estaba concentrado observando cómo corrían los soldados.
‘Después de esto necesito enfocar mi atención en la aldea de Grisea.’