1ª parte: Juego de Supervivencia
Capítulo 40
Expansión del campamento XI
Traducido por Tars
Corregido por Lord
Editado por Tars
Corregido por Lord
Editado por Tars
Una pareja estaba intimando en el jardín de la azotea.
Yohan no necesitaba verlos para saber lo que estaban haciendo. Había pasado bastante tiempo desde que se sintió tan nervioso y se quedó vacilando con la mano agarrando el pomo de la puerta.
Era una necesidad humana básica y no quería interrumpirlos.
Además, tampoco estaba en condiciones de decir nada. Quería verificar la fuente del sonido en este momento, pero no era como si pudiera abrir la puerta y decir: ‘Perdón por interrumpir el momento de pasión, pero necesito verificar la ubicación de unos moteros’.
Pero mientras Yohan estaba quieto, pensando en qué hacer, escuchó una voz familiar a su espalda.
“¿Yohan?” – dijo Jung Hwan. Estaba mirándolo con una expresión extraña. – “¿Qué haces aquí?”
“¿Uh?”
“Eh, ¿qué es ese ruido?”
“¡Aaaaah!”
En ese momento, los dos pudieron escuchar un gemido débil y sensual que provenía del otro lado de la puerta. La expresión de Jung Hwan se torció en una mirada extraña que fue difícil de describir.
“Yohan…”
“¿Deberíamos ir al aparcamiento?” – añadió Yohan, asumiendo que Jung había subido hasta la azotea con el mismo propósito que él, pero sus siguientes palabras lo sorprendieron.
“¿Tienes ese tipo de fetiche?”
“¿Qué…?”
“No quiero avergonzar a nadie, pero no pensé que fueras un mirón…”
“……”
“Está bien. Te entiendo.”
Por un instante, Yohan lo miró con los ojos en blanco. A continuación, se rio, como si hubiera perdido la razón.
“Jung.”
“¿Si?”
“Deja de decir tonterías. Bajemos.”
Sin embargo, incluso mientras estaban bajando las escaleras, Jung seguía hablando sobre el fetiche de Yohan. Al final, lo golpeó y lo arrastró hasta un lugar donde podían ver las motocicletas.
“Mira hacia allá.”
“¿Son ellos?” – preguntó Jung. Estaban en el cuarto piso del aparcamiento.
Yohan miró a través de los prismáticos. El lugar estaba lejos, por lo que era complicado ver las cosas con claridad, pero podía distinguir unos faros moviéndose en la oscuridad. Podía ver sus siluetas. Era complicado saber cuántos había, pero no era un número pequeño.
Yohan siguió lentamente las luces hasta que desaparecieron.
“Esos bastardos pasaron por el hospital. También irán a la estación de Sang-Dong mientras avanzan hacia Yakdae-Dong.”
“¿Tienes una idea de dónde está su campamento?”
‘No habrían podido sobrevivir durante tanto tiempo si acampan con tanta gente. Lo más probable…’ – pensó Yohan, mientras sacudía con la cabeza. – “¿Esos bastardos no tienen un campamento permanente?”
“¿Qué?”
“Creo que simplemente se mueven cuando lo desean.”
Lo más seguro era que no llevaran mucho tiempo en Bucheon. Yohan había monitorizado el progreso del apocalipsis durante seis meses desde su campamento principal y nunca vio un grupo que se destacara tanto. Había una buena posibilidad de que vinieran de otra región.
Eran depredadores que se movían de ciudad en ciudad. Probablemente por eso lograron mantenerse a salvo de los zombis mutantes y de la oleada zombi.
Yohan calculó aproximadamente sus movimientos en función de su ubicación actual. Esos descarados bastardos daban vueltas alrededor del centro comercial.
Eran como una manada de hienas dando vueltas alrededor de una presa valiosa. Definitivamente estaban al tanto de Yohan y de su campamento. Al final, en algún momento, los dos grupos chocarían.
Yohan volvió a su habitación en el primer piso y pensó en lo que debía hacer.
‘¿Debo atacar primero o preparar un contrataque para cuando vengan? Ambas opciones tienen ventajas e inconvenientes, pero ambas son peligrosas.’
Contempló las opciones disponibles con profundidad.
* * *
A la mañana siguiente, Yohan despertó temprano al equipo de reconocimiento. Si quería que el combate se desarrollara sin problemas necesitaban reabastecerse con algo importante. Así, el equipo de reconocimiento se dirigió hacia el Ayuntamiento de Bucheon.
Era un gran edificio que estaba devastado, de manera similar al del resto de edificios de la zona. La única diferencia era que los coches estaban completamente rodeados de basura, para bloquear el camino. Ese edificio fue una de las primeras ubicaciones en las que Yohan quería buscar, pero siempre terminaba posponiendo la tarea.
El ayuntamiento les permitiría reabastecerse de radios. Asegurar esos aparatos era esencial para la seguridad de una organización, así como para permitir que el equipo de reconocimiento trabajara de manera independiente.
Por el contrario, Yohan no esperaba encontrar muchas armas. Hace unos años, había escuchado que los centros de servicio comunitario y los ayuntamientos almacenaban armas, pero cuando revisó las ubicaciones en la línea de tiempo anterior, no encontró ninguna. En su línea anterior solo pudo encontrar armas y municiones en las bases militares.
En cualquier caso, más que armas, ahora necesitaban con urgencia equipos de comunicación.
Siguiendo el ejemplo de Yohan, el equipo de reconocimiento buscó en el Centro de Control de CCTV, la Sala de Situación y la Sala de Operaciones del ayuntamiento. En total, obtuvieron nueve radios. De los nueve, siete seguían funcionando.
Después de terminar de buscar en el ayuntamiento, se dirigieron hacia la estación de policía de Jung-Dong. Otros supervivientes probablemente ya habían saqueado las armas y los suministros que había dentro del almacén del distrito, pero, por casualidad, pudieron adquirir un revólver, y otra radio, de un oficial de policía que se había convertido en zombi.
Yohan estableció la frecuencia para hablar por las radios y se los entregó a los guardias del centro comercial y del campamento en el hospital. Además, Gap Soo, Jung Hwan y el resto de miembros del equipo de reconocimiento tenían uno.
Quedaban tres.
“Nos detendremos aquí por hoy. Regresar y descansar. Distribuiremos las armas por la tarde. Ha Jin, estás al mando.”
“¿A dónde vas?”
“A conseguir armas.”
“¿Por qué no vamos juntos?” – preguntó Ha Jin, pero Yohan sacudió la cabeza.
La estación de Kkachiul estaba demasiado lejos para ir caminando y tenía la intención de usar la motocicleta que había dejado en el aparcamiento del centro comercial.
“Ha Jin, te lo dejo todo a ti.”
“Entendido.”
Yohan dejó al grupo e inmediatamente regresó a su primer refugio. Todavía estaba dudando sobre si distribuir las armas. Sin embargo, este era el momento adecuado.
Los supervivientes del campamento estaban entrenados física y mentalmente y, con Jung Hwan a la cabeza, estaban llenos de confianza. Después de la oleada zombi, nadie volvió a atacarlo. A pesar de que carecían de habilidades, hicieron todo lo posible para seguir su ejemplo. Si tenía que ser honesto, no quería perder a ninguno de los miembros que tenía.
Tenía que distribuirlas. Si seguía dudando y se volvía indeciso, podría provocar más daños. Después de decidirse, guardó algunas armas y municiones en la bolsa de lona. La mayoría eran escopetas: Browning Maxus. Aunque no eran efectivas durante una gran pelea contra zombis, era más que suficiente contra otras personas.
Se aseguró la pesada bolsa de lona a la espada y encendió su motocicleta.