Arco 2 Capítulo 18
Metrópolis y el país de los paletos
Traducido por Kasahara
Corregido por DaniR
Editado por Tars
Corregido por DaniR
Editado por Tars
El grupo pasó la noche en la posada y al día siguiente todos se despertaron a primera hora de la mañana. Después de comer un desayuno contundente, yakiniku de carne de almar (aliñado con un poco de sal que llevaba Kazura), comenzaron su travesía desde la posada.
Todavía no había amanecido y el camino que atravesaba el bosque seguía oscuro. Excepto Kazura, los viajeros iban recogiendo setas por el camino, orientándose con facilidad dentro del bosque. Sin embargo, aunque Kazura tuviese la visión aumentada, solo era capaz de ver lo que había bajo sus pies. Aun así, caminó al lado de Valetta mientras continuaban hacia adelante, con cuidado. Sus ojos se fueron acostumbrando lentamente a la oscuridad mientras avanzaban, así que después de un rato, comenzó a apreciar lo que había a su alrededor. A él le habría gustado usar la linterna que había traído consigo, pero podría encontrarse con alguien de Isteria y no iba a utilizarla sin cuidado. A pesar de haberse tomado la molestia de traerla, no podía encenderla, así que en realidad solo servía como un peso más para el equipaje.
“Para ser capaces de ver en la oscuridad, tenéis que tener muy buena vista. Yo apenas puedo ver lo que me rodea.”
Kazura comenzó a charlar con Valetta, quien se había quedado extrañamente perpleja.
“¿En serio? Pues pensaba que era lo normal... Ah... Aunque Lodurr tiene un buen par de ojos.”
La noche anterior, cuando cazó el almar, Kazura hizo una conjetura: los habitantes de ese mundo tenían muy buena vista. Kazura pensó que debido a que apenas tenían momentos con mucha luz para observar su entorno durante el día, si su estilo de vida giraba en torno a la salida y la puesta del sol desde que nacían, podría ser que cualquiera pudiese tener una vista como la de ellos. Al parecer, la vista de Lodurr era un caso muy especial, por eso era cazador.
“Ah, es verdad. Anoche cazó el almar con una sola flecha. Y además el animal era completamente negro y aun así fue capaz de verlo.”
“¿Ah sí? Yo sería incapaz de ver un almar negro por la noche.”
Esa fue la conversación que tuvo con Valetta mientras avanzaban por el camino del bosque. De mientras, el cielo comenzó a aclararse, el interior del bosque se iluminó con los rayos de sol. En la ruta, tomaron varios descansos, aunque caminaron durante cinco horas. Cuando todo comenzó a verse con más claridad, abandonaron el bosque.
“¿Eh? Parece que hemos llegado a Isteria.”
Contemplando el paisaje que se extendía frente a sus ojos, Kazura empezó a preguntar a Valetta qué era lo que veían. Después de salir del bosque, se encontró con un paisaje de largos campos que se extendían hasta donde los ojos podían llegar a ver, con casas privadas aquí y allá salpicando la escena.
“No, este lugar es el área de producción de grano que rodea Isteria. La ciudad en sí está un poco más lejos.”
‘Área de producción de grano... Qué término. No puedo ver el final de los cultivos.’
Kazura buscó el borde de los campos, pero parecía que éstos se alargaban eternamente, estirándose hacia el horizonte. Pensó que podría ver a gente cuidando de los cultivos. Las plantas que crecían ahí eran pequeñas. No había suficiente agua y las hierbas estaban enfermas, algunas plantas marchitas morían alrededor. Aunque excavaron un canal de agua al lado de los campos, el agua que fluía allí ya se había secado por completo.
“A pesar de ser un área muy grande, no todo son campos de cultivo. En los alrededores de Isteria también hay pueblos y aldeas.”
“Humm... Así que la producción de alimentos es a gran escala... Por cierto, ¿cuánta población tiene Isteria?”
“Em... Estoy segura de que hace unos años mi padre me dijo que ahí viven unas doscientas mil personas, pero...” – contestó Valetta.
“Valetta, creo que ahora serán unas trescientas mil personas.” – le corrigió Lodurr.
“Hmm... Trescientas mil personas, ¿eh? ¿Trescientas mil personas viviendo ahí?”
“Sí, hace cuatro años, inmediatamente después del alto el fuego, la población de Isteria disminuyó, así que la familia real decretó que miles de campesinos de otros señores feudales se añadirían a la población del señor Narson todos los años. Si por casualidad la guerra volviese, Isteria, como territorio que tiene la frontera más larga con Balveil, se convertiría en un campo de batalla feroz.”
“Vaya... Por eso reúnen a la gente aquí, ¿verdad?”
Al parecer la ciudad de Isteria era una gran metrópolis. Cuando preguntó a Valetta y a Varin sobre la ciudad, le dijeron que había un montón de tiendas ahí, pero se le olvidó preguntar cómo de grande era Isteria. Aunque la ciudad era mucho más grande de lo que esperaba, se alegró por su error de cálculo. A pesar de que no le agradase la idea de que reuniesen a personas para la guerra, todavía quedaban cuatro años de tratado de armisticio. No era algo que fuese a vivir en ese momento.
“Como llegaremos dentro de poco, seguiremos con buen ritmo.”
“Claro. ¡Vamos allá! Auch...”
De esa manera, soportando el dolor de la ampolla, Kazura, alegremente, continuó con la caminata para llegar a la ciudad de Isteria de forma desesperada.
* * *
Caminaron por el camino al lado del campo interminable. Con un ojo en los cultivos, tomaron un descanso para comer (después de asegurarse de que no había gente cerca tomaron comida enlatada), y siguieron con la travesía parando de vez en cuando para recuperar el aliento. El grupo llegó finalmente hasta el gigante portón de Isteria. Aunque el sol comenzó a ponerse, todavía les quedaba algo de tiempo hasta el anochecer.
“Guau... ¿Todo esto son muros? Rodean toda la ciudad.”
Delante del gran portón, Kazura echó un vistazo al muro que se extendía hacia los dos lados, sorprendido. La muralla estaba hecha de bloques de piedra y medía unos cinco metros, rodeando completamente la ciudad para defenderla. La entrada tenía puertas dobles hechas de madera, reforzadas con bronce. Eran gigantes y medían unos cuatro metros. Encima del muro, a cada cientos de metros, se podían ver soldados haciendo guardias con lanzas en sus manos. A veces miraban a los alrededores.
Había algunas partes del muro que seguían incompletas, pero Kazura pudo ver a varias personas trabajando en su construcción. En la distancia podía ver que al lado de la pared también había algunas torres adheridas. Estaban hechas con piedra, mientras que su interior parecía estar hecho de marcos de madera.
“Señor Kazura, vamos a entrar a la ciudad.”
Kazura y Myra contemplaban las paredes, la puerta y todo lo demás con la boca abierta de par en par. Parecían un par de paletos visitando una gran ciudad. Valetta les llamó mientras intentaba contener la risa.
“Ah, sí.” – contestó levemente Kazura admirando el gigantesco portón mientras lo atravesaba.
En la entrada unos cuantos guardias se encargaban de la vigilancia. El grupo reportó a los soldados que venían de la aldea de Grisea para vender leña y gusanos de Arcadia. Valetta cogió un pergamino de su bolsa. Era un certificado que constataba que venían de ahí. Después, se lo ofreció a los soldados.
No estaba permitido llevar armas dentro de la ciudad, así que les fueron requisadas. A cambio, recibieron un tablón de madera como resguardo. Mientras hacían todo esto, la chica les dio unas monedas de cobre a los soldados como cuota, pero solo por la tarifa de entrada, ya que depositar las armas era totalmente gratuito.
“Uooo... ¡Esto es increíble! Parece una película de la edad media.”
Kazura, que acababa de entrar en la ciudad, alzó la voz en admiración cuando vio lo que le rodeaba.
Para empezar, a diferencia de la aldea de Grisea, había un montón de edificios. A ambos lados de una carretera recta de siete metros de ancho, se alzaban construcciones de madera y piedra. En el camino, muchas personas se cruzaban moviéndose de un lado para otro. A lo lejos se podía ver un gran edificio con una cúpula de piedra. También había una gran cantidad de espléndidas construcciones de dos o tres plantas. En la parte posterior del portón, había una choza de madera para guardar los objetos requisados. Los soldados que venían de ahí parecían hacer el relevo de los guardias que había en la muralla, y trepaban unas escaleras para subir hasta ahí arriba.
“¿Vamos a ir directos a vender la madera?”
Kazura quería sacar la cámara digital que había traído en secreto para grabar la ciudad y los guardias, pero de alguna forma, pudo apaciguar su ansia. Calmó su excitación y comenzó a hablar con Valetta. Mientras tanto, Myra que seguía a su lado, todavía estaba boquiabierta al contemplar la gran ciudad.
“No, el sol va a ponerse en seguida así que vamos a ir a las posadas comunes. Venderemos nuestros bienes mañana y compraremos los clavos.”
“Posadas comunes... ¿Son algún tipo de hostales?”
“Nn... no, son un poco diferentes. No hay habitaciones individuales como un hostal, pero es un edificio con grandes salas donde los grupos de peregrinos pueden quedarse. Es un bien público que ofrece la ciudad. El alojamiento es muy barato y también tienen comida. Pero solo sirven cenas.”
En resumen, era una instalación semejante al alojamiento que tomaron la noche anterior, pero más grande. Parecía ser que la gente que podía permitírselo se alojaba en hostales, pero las personas que no podían costearlo podían dormir en lugares como ese.
“También tenemos que tener cuidado con los ladrones. Hay un montón de historias sobre equipajes robados mientras uno está dormido. Pero si mantenemos turnos de guardia para vigilar nuestras cosas, nos irá bien.”
Prestando atención a lo que Valetta contaba, los estudiantes de Isteria de primer curso, Kazura y Myra, contestaron juntos con un “sí”.
* * *
Tras caminar por la ciudad durante veinte minutos, el grupo llegó al alojamiento común donde iban a pasar la noche. Era un edificio de una sola planta hecho de madera, con un techo muy alto, similar al de un gimnasio de escuela primaria. Un edificio anexo que se separaba de los alojamientos parecía ser la cocina por el olor que se desprendía de él.
En la entrada, Valetta pagó la cuota a un señor en la recepción, justo antes de entrar. Había un montón de huéspedes en su interior, sentados por el suelo a su antojo.
“Buah... Hay un montón de gente aquí.”
“Si hubiéramos llegado antes no estaría así de lleno... Ah, parece que ahí hay sitio. Vamos a descansar allí.”
Valetta, que inspeccionó el interior del edificio, localizó un lugar en el que podrían descansar todos juntos. Al final llegaron hasta ese hueco intentando no molestar a los individuos que dormían o descansaban alrededor. En ese espacio vacío, dejaron su equipaje y tomaron asiento para descansar.
‘Esta ciudad es realmente grande. Hay un montón de edificios y la ciudad entera está cubierta por una muralla. Esto es algo que nunca pensé que llegaría a experimentar.’
Kazura se quitó la venda del pie. Tapándose bajo el manto, desinfectó la ampolla utilizando la solución de peróxido de hidrógeno. Después de beber un poco de agua y recuperar el aliento, comenzó a conversar con Valetta y los demás.
Myra tomó en secreto algunos caramelos de la lata que había tapado con su capa, y se los metió en la boca.
“Hace diez años, cuando mi padre me llevó aquí por primera vez, no había murallas. Parece que las han construido después de la guerra. Pero desde que no hay suficientes fondos, parece que van a tardar en terminarla.”
“Después del alto al fuego, oí que iban a construir una gran fortaleza junto a la frontera con Balveil. Seguramente por eso se ha retrasado la construcción de la muralla en la ciudad. Bueno, dado que la paz va a durar cuatro años más, creo que les dará tiempo a terminar de construirla.” – dijo Lodurr.
“Hmm... Hm... Fortaleza, ¿eh? No debería atraer ninguna atención hostil...” – dijo Kazura.
Mientras el grupo charlaba se abrió la puerta del interior de la gran habitación y un carro con un gran caldero apareció en medio de la habitación. La gente que descansaba en sus colchonetas hasta ese momento, comenzó a levantarse e instantáneamente formaron una larga fila frente a la olla para tomar su ración.
“Parece que ha llegado la cena. Deberíamos hacer cola también” – dijo Kazura.
“Tienes razón.”
Como era necesario cuidar del equipaje, tomaron turnos para hacer cola. La mitad de ellos se pondrían en fila para coger la comida, y los demás se quedarían ahí. La cena que tomaron era una sopa con unas verduras muy delgadas flotando en ella. La cantidad que recibieron en sus boles era suficiente como para bebérsela de un trago. No tenían cuchara, pero como era un albergue, nadie se quejó por ello. El grupo, que estaba acostumbrado a tomar comida enlatada y aliñada con sal, no pudo evitar hacer una mueca al probar la cena.
“Umm, ¿estas cenas siempre son así?” – dijo Kazura.
“No, cuando vine a vender pieles hace un par de años, la sopa tenía muchos más ingredientes y el sabor era más fuerte. Además, también nos dieron un pedazo de pan, o al menos eso recuerdo.” – contestó Lodurr.
Mientras Kazura y su equipo hablaban sobre esto, pusieron algo de sal al caldo de forma en que los demás huéspedes no se diesen cuenta. Así el caldo sabía un poco más fuerte. Aunque solo supiera a agua salada, no tenían nada más que añadirle al caldo así que se lo iban a comer sin rechistar. Las setas y las hierbas que recogieron en el bosque, aunque todavía crudas, eran comestibles. Después de remojarlas en el agua salada se las comieron. Aunque no estaba muy rico, habían logrado llenar sus estómagos. Mientras hacían esto, los demás huéspedes volvían a hacer cola delante de la olla para tomar una segunda ración.