jueves, 26 de diciembre de 2019

Survival Capítulo 24

1ª parte: Juego de Supervivencia
Capítulo 24
Ola de Zombis XIX
Traducido por Tars
Corregido por Lord
Editado por Tars

Mientras Hwan balanceaba su Arpón Zombi para llamar la atención de los no muertos, los otros dos hombres bajaron por la escalera y corrieron hacia la salida de emergencia. Cuando estuvieron a salvo, llamaron a Jung Hwan. “¡Jung!” La barricada se había reducido a un simple trampolín para que los muertos vivientes saltaran. Jung Hwan sabía que no podía aguantar mucho más y saltó del camión. Aterrizó rodando, pero aún sintió dolor en las rodillas y las palmas. Sin embargo, no tenía tiempo para pensar en ello. Se movió a través de los huecos en la horda y corrió hacia la puerta de metal. Sung Bae y Ki Moon, que se habían bajado del camión antes que él y ya estaban ante la puerta de emergencia estaban luchando desesperados contra los zombis que llegaban hasta ellos. Hwan corrió unos pasos más y luego se detuvo. Había demasiados zombis entre él y la salida. A ese ritmo, ni él ni las dos personas que estaban por delante estarían a salvo. “¡Cierren la puerta!” – gritó Hwan. Ya no podían verlo a través de la multitud de zombis. Sung Bae sabía que no podían aguantar más y cerró la puerta. Podían escuchar a los zombis golpeando al otro lado de la puerta de metal. “¡Oye! ¡Jung Hwan todavía está ...!” – comenzó a gritar Ki Moon. “¿Sabes cuántos zombis hay frente a la puerta en este momento?” Ki Moon trató desesperadamente de abrir la puerta, pero Sung Bae lo detuvo. El sonido atronador de los zombis golpeando la puerta era aterrador. Había una cantidad innumerable de zombis al otro lado, muriéndose por hundir sus dientes en sus carnes. Ki Moon pudo sentir como la fuerza desaparecía de su cuerpo. Sin embargo, la crisis aún no había terminado. Hubo un sonido de algo rompiéndose. Los ojos de Ki Moon y Sung Bae se dirigieron simultáneamente a la puerta de vidrio del primer piso. Se había roto y los zombis avanzaban a paso irregular. Al principio, el agujero era apenas accesible, pero el vidrio continuó rompiéndose y el pasaje se expandió a medida que los zombis se abrían paso. A pesar de que el cristal les desgarraba la carne. Con un terrible alboroto, decenas y cientos de infectados atravesaron las estrechas puertas de cristal. Algunos zombis tenían las tripas colgando, mezclados con pedazos rotos de vidrio. A otros les había arrancado la mitad de la cara. La conmoción llenó los ojos de los miembros del campamento que vigilaban esa entrada, así como de los que estaban visitando el primer piso para disfrutar de la luz del sol. La expresión de sus caras mostró que no sabían lo que estaba pasando. Al darse cuenta, sus expresiones se fueron volviendo, poco a poco, sombrías, a medida que la sangre desaparecía de sus rostros. Los zombis comenzaron a morder y desgarrar la carne de los miembros del campamento. El rayo de esperanza que Yohan había provocado, antes de partir, se desvaneció rápidamente. El primero en comprender la situación fue Byung Jin. Él y Min Seo estaban lidiando con los zombis que estaban empujando a través del cristal. “¡Dense prisa y levántense! ¡Vienen los zombis! ¡Váyanse de aquí!” – gritó a los miembros del campamento que aún estaban congelados, muertos de miedo. ‘Si ocurre una ola de zombis o algo similar cuando no estoy aquí, baja al sótano y espera. Quédate allí hasta que te quedes sin comida. No salgas sin importar qué pase.’ Estas fueron las últimas palabras que Yohan antes de irse. También dejó algunos consejos. ‘Nunca intentes bloquear una oleada zombi. Sus números no lo permiten.’ Cuando las puertas de cristal se rompieron al inicio, Byung Jin y los guardias intentaron volver a levantar una barricada en la zona. Aunque había sido rota, solo había una entrada, y Byung ya no era el cobarde que era hace unos meses. Ya no entró en pánico y tembló de miedo ante un simple zombi. Sin embargo, había demasiados. Si continuaran intentando resistir, habría más víctimas. Sabía que no podía poner en peligro a su esposa. Byung vio que Min Seo sudaba con fuerza mientras luchaba a su lado. Decidió cambiar de táctica y seguir los consejos de su líder ausente. “¡Bajemos al sótano!” – gritó Byung. Los miembros del campamento siguieron sus instrucciones y se retiraron. Al principio, Jin pensó que podrían evacuar de manera segura siempre y cuando todos permanecieran tranquilos. Sin embargo, pronto cambió de opinión. ‘Los zombis son demasiado rápidos.’ Estos zombis se movían a una velocidad a la que no estaba acostumbrado. Se movían tan rápido como un hombre adulto a pesar de que estaban cojeando y tropezando tras su presa. Algunos de los miembros del campamento se pusieron ansiosos y tropezaron unos con otros mientras intentaban moverse más rápido. Pronto, hubo otra víctima. Los zombis cayeron sobre el caído como hienas. Sonó un grito agudo y los miembros del campamento que presenciaron su muerte comenzaron a correr frenéticamente. Byung Jin agarró la mano de Min Seo y corrió. No podía preocuparse por el campamento, y se centró primero en salvar a su esposa. “¡Aah!” Min Seo dejó escapar un grito agudo. “¡Min!” – gritó Jin, mientras la miraba con una expresión de sorpresa. Se estaba sosteniendo su brazo. Cuando atravesaban un pasillo estrecho, un mueble que sobresalía le había creado un corte en el codo. Jin agradeció que no fuera el peor de los casos, pero, aun así, parecía preocupado mientras le rasgaba la camiseta y le vendaba el brazo. Había zombis acercándose hacia ellos. Byung Jin pateó a un zombi en el pecho cuando terminó de apretar el nudo alrededor del brazo de Min Seo. El zombi dejó escapar un horrible grito al caer hacia atrás. Volvió a levantarse y se acercó a ellos una vez más. “Démonos prisa.” – dijo Min Seo. Byung Jin asintió y se dirigieron a la salida. Sung Bae y Ki Moon fueron los últimos en atravesar la salida de emergencia y cerraron la puerta nada más pasar. Una vez más, podían escuchar zombis al otro lado. Esta vez, eran los crujidos que creaban arañando la puerta. También hubo alaridos horribles, así como los ruidos que creaban los zombis intentando atravesar la puerta. El miedo llenó los ojos de los miembros del campamento. “¿Qué está pasando? Byung, ¿Dónde está Jung?” – preguntó un anciano. “Hay innumerables zombis acercándose. El cristal del primer piso se rompió. No importa cómo lo piense... Tendremos que volver a renunciar al primer piso. Sin embargo, no te preocupes. Los zombis no podrán atravesar esta puerta de metal.” – dijo Jin, intentando calmar las preocupaciones de la gente, pero pudo ver que todavía estaban ansiosos. Mientras trataba de recuperar el aliento, Byung Jin miró a Ki Moon y Sung Bae. “¿Dónde está Jung Hwan?” “También atravesaron las barreras del aparcamiento. Había tantos zombis que, sin importar cuántos matásemos, simplemente pisarían los cadáveres...” “Está bien... Pero, ¿dónde está Jung Hwan?” “No pudo llegar a…” “¿Murió?” “No. Probablemente corrió hacia el otro lado.” – respondió Ki Moon. La cara de Byung Jin se oscureció mientras escuchaba sus palabras. Fue una suerte que Jung no muriera, pero si no podía escapar de regreso al campamento, era lo mismo que estar muerto. El jefe se había ido y Jung Hwan, quien fue asignado como líder por Yohan, estaba desaparecido. No había nadie que diera órdenes. La oleada zombi que habían previsto había llegado y no había nadie para ayudarlos a superarla de manera segura. Min Seo se desinfectó la herida y se puso ropa limpia. Pensó que la gente se pondría aún más ansiosa si la vieran con la ropa ensangrentada. Incluso sin que nadie los dirigiera, los supervivientes se reunieron de forma instintiva en el medio del piso B1F. Incluso aquellos que normalmente pasaban el día solos, se unieron a ellos, como si ya no pudieran soportar esa soledad. “¿Qué pasa con Saeri?” – preguntó Byung, mientras contaba a la gente. Si excluían a las víctimas del aparcamiento y las de la brecha del primer piso, solo faltaban Jung Hwan y Saeri. Jung fue visto por última vez en el aparcamiento, pero nadie había visto a Saeri. “Yo… No estoy seguro. ¿Tal vez está en la azotea?” La azotea era uno de los lugares favoritos de Saeri. Su último pasatiempo era ir al techo y estar pendiente del regreso de Yohan. Los supervivientes intercambiaron miradas preocupados. Si estuviera atrapada en la azotea, la comida sería el primero de los muchos problemas que enfrentaría. El miedo se reflejó en sus ojos cuando sus oídos fueron bombardeados por los poderosos golpes y los horribles chillidos de los zombis. Algunos de los infectados corrieron hacia la barricada que había alrededor de la escalera mecánica con la intención de derribarla. La vida de dos de sus principales miembros desaparecidos era importante, pero el debilitamiento de la barricada ubicada en las escaleras mecánicas era algo que tenía que abordarse de inmediato. Como estaba formada con muebles apilados unos encima de otros, no caería fácilmente. Sin embargo, los aullidos de los zombis les bajó la moral. Min Seo tembló y Byung Jin la atrajo a sus brazos para consolarla. “No te preocupes. Te protegeré pase lo que pase.” “Me siento un poco mareada.” “Es porque tienes miedo. Apóyate en mí y descansa.” Min Seo asintió con la cabeza. Su esposo era alguien en quien siempre había podido confiar. Era algo que había hecho durante mucho tiempo. Era difícil creer que alguien tan asustadiza y aterrada como ella se sintiera tan segura en sus brazos. Byung Jin miró a los ojos de Min Seo y le acarició la cabeza con suavidad. “Esto no puede continuar. Jin, ¿qué tal si apilamos algunas cosas más encima de la barricada para que la gente se sienta más segura?” – sugirió el Anciano Park. “Eso suena bien. ¿Me ayudan?” Byung Jin se levantó. Los miembros del campamento comenzaron a seguir el ejemplo de Byung, ahora que Yohan y Jung Hwan no estaban cerca. Algunas personas ya estaban apilando muebles sobre la barricada cuando se unieron a ellos. Juntos, duplicaron y luego triplicaron las defensas. Los sonidos de los zombis del otro lado se silenciaron un poco, con cada incorporación a la barricada. Poco después, ya no pudieron escucharlos en absoluto. Solo entonces disminuyeron los latidos de sus corazones. No sabían cuánto tiempo había pasado, pero a medida que pasaban los minutos, todos lograron calmarse mientras se acostumbraban a la situación. Los fuertes jadeos y resoplidos de los miembros del grupo se desvanecieron. Sintieron como si el peligro hubiera pasado. Incluso los llantos de los niños habían desaparecido. La madre de los tres niños abrazó a sus hijos con fuerza, susurrando palabras de consuelo. Los pequeños se aferraron firmemente al dobladillo de la ropa de su madre. Las personas mayores se agarraban de las manos. Byung Jin sostuvo a Min Seo en sus brazos con suavidad. Todos distrajeron sus corazones y se consolaron entre sí. Esperaban que esta conmoción pasara lo antes posible. Ki Moon todavía se sentía ansioso. Jugó con su navaja plegable, abriéndola y cerrándola, una y otra vez. Luego, al ver que eso no le estaba ayudando, metió la mano en el bolsillo y sacó las llaves de su coche. Había un emblema de un caballo con sus pezuñas delanteras en el aire. El coche era un botín que había obtenido al tratar con un zombi en el estacionamiento del cuarto piso. Miró las llaves para animarse. Todavía tenía que sacar el coche del aparcamiento para probarlo. “Iba a tomar el Ferrari y conducirlo cuando todo se calmase. ¿No es esto un asco?” El coche extranjero costaba cientos de miles de dólares y quería ver qué podía hacer con él. Ki Moon notó que sus palabras cayeron en saco roto entre el resto del grupo y se giró para mirar a Sung Bae. Estaba esperando su respuesta. Sung parecía cansado. Tenía las piernas dobladas hacia su cuerpo y su rostro estaba enterrado entre sus rodillas. ‘¿Está cansado?’ – pensó Ki Moon, inclinando a cabeza ligeramente, pero Sung no se movió. Al final, después de esperar durante diez minutos, Moon lo tocó. – “Ei, ¿qué estás haciendo? Si estás cansado, acuéstate.” Sung Bae no respondió a sus toques. Ki Moon volvió a inclinar la cabeza. “Oye.” Finalmente, Sung Bae levantó la cabeza. No había pupilas en sus ojos, solo un iris gris lechoso que hacía que sobresalieran grotescamente hacia afuera. Era como si los ojos se le fueran a caer de sus cuencas en cualquier momento. “¿Sung Bae?” Fue en ese momento que Sung Bae se abalanzó sobre Ki Moon. La mente de Ki Moon sabía que tenía que defenderse de inmediato, pero su cuerpo dudo. No pudo apuñalar de inmediato a su amigo, con quien había compartido muchas charlas y risas. Sung mordió y rasgó el cuello de Ki Moon cuando lo derribó al suelo. La sangre salpicó por el aire. En un instante, el pasillo se llenó de gritos y, como si reaccionara a ellos, Sung Bae cambió de objetivo a un anciano que tenía cerca y le mordió en el brazo. “¡Aaaah!” El caos llenó la habitación. Un zombi ya había infectado a dos personas y fue solo en este momento que Byung Jin notó la herida en la pierna de Sung Bae. Había marcas de dientes en su pierna. Byung Jin interceptó rápidamente a Sung Bae. Sin embargo, el recién infectado Ki Moon se levantó y comenzó a acercarse a él. Era difícil lidiar con dos zombis al mismo tiempo, por lo que pateó a Ki Moon en el estómago. Mientras tanto, el número de víctimas aumentaba exponencialmente. “¡Todos adentro! ¡Tú también Min Seo!” – gritó Byung con urgencia, empujando a Min Seo con la mano. Sung Bae y Ki Moon parecían beneficiarse de la influencia de la oleada zombi, ya que se movían a una velocidad asombrosa. Aun así, priorizó la protección de su esposa.