Volumen 3 Capítulo 85
Su decisión VII
Traducido por Tars
Corregido por Zura
Editado por Tars
Corregido por Zura
Editado por Tars
“……”
Desir estaba avergonzado con la repentina confesión de Zod.
Este era un lado de Zod que Desir no había visto en su vida anterior, incluso después de haberlo acompañado durante muchos años. Siempre lo había visto actuando como el maestro de la Torre de la Magia, de forma fría y calculadora en cualquier tipo de situación. Y sabía que como mago del séptimo círculo, su curiosidad era insaciable.
Si planeaba abandonar esto con tanta facilidad, ¿cuál era el propósito de mantener esta conversación?
“Si eso es cierto, todo lo que me has dicho hasta ahora…” – dijo Desir, después de considerarlo por unos momentos, para expresar sus dudas.
“Solo te estaba probando. No me importaría si me lo dices o no.”
Todas sus amenazas habían sido un acto y Desir había sido totalmente engañado con su hábil actuación.
“Señor Zod.” – dijo con un tono de voz suave.
“Ja, ja… Lo siento. Pero te doy mi palabra. Ya no preguntaré nada sobre tu identidad. Todos tienen sus propios secretos que no pueden compartir. También tengo un montón de secretos que no puedo contarte.”
“Lamento no haber hablado sobre mi identidad, pero te doy mi palabra. Si llega el día, te lo contaré todo.” – contestó Desir, mientras ponía una postura solemne e imitaba el tono de voz de Zod.
*JA, JA, JA*
Los dos se miraron y se rieron.
“Espero que ese día no esté muy lejos.”
La sonrisa de Zod fue increíblemente cálida. Era como la sonrisa de un abuelo mirando a su nieto.
“¿Es eso todo de lo que querías hablar?”
“No, hay otra cosa. Se trata de los Forasteros.”
Desir recordó instantáneamente lo que sucedió en esta época en su futuro. Todo se había desarrollado rápidamente.
En la reunión de la Alianza de los Reinos Occidentales los Forasteros habían llevado a cabo un ataque terrorista y lograron convocar al demonio Desastre.
Hasta ese momento, solo habían sido una facción trivial que cometía fechorías menores, pero fue en este momento en que se volvieron mucho más serios.
Aquellos que intentaban derrocar a los gobiernos y expandir el caos eran claramente una fuerza desestabilizadora. En particular, el hombre que llevaba una máscara de cuervo, era especialmente peligroso.
“A través de estos eventos, puedo ver que el poder de los Forasteros es considerable. Hasta ahora, han tenido éxito en ocultar su poder.”
Sobre todo, el hombre con la máscara de cuervo que los lideraba. Había pocos magos en el continente del sexto circulo que fueran capaces de usar magia espacial. Era tan poderoso que era capaz de interrumpir los conjuros de magia espacial de Zod.
Desir no podía entender cómo una persona así, podría esconder su identidad sin siquiera dejar una pista de cuál era su nombre real.
‘Los revolucionarios…’
El hombre de la máscara de cuervo era un remanente del ejército revolucionario.
En el futuro, a Desir le contaron que los restos del ejército revolucionario que consiguieron sobrevivir a la guerra civil en el Imperio Hebrion se habían convertido en los Forasteros, pero nunca pensó que se los encontraría de esta forma. Estaban cometiendo actos indiscriminados de terrorismo con unas razones absurdas.
‘Ese tipo de grupos son más peligrosos que un grupo de criminarles comunes.’
Los que se mueven por la fe dan miedo. Creían que sus acciones eran correctas y podían justificar cualquiera de sus acciones. Hasta eran capaces de masacrar ciudadanos por resucitar a Desastre y decir que era por el bien de la gente.
‘No puedo tolerarlo.’
Solo se podía decir que estaban completamente locos. No se podía aceptar cualquier cosa para conseguir tus propósitos. Eso no fue una revolución, era una masacre.
‘Y ya deben reconocerme como enemigo.’
Desir sintió que sería inevitable volverlos a encontrar.
“No tienes nada de qué preocuparte. Debido a esto, ha habido algunos cambios positivos.” – dijo Zod, rompiendo las reflexiones de Desir.
“¿Eh? ¿Qué quieres decir?”
Zod recogió uno de los periódicos que había junto a la cama y se lo entregó a Desir.
Un mago de la Academia Hebrion levanta su espada contra el enemigo.
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“Ahora, el estado de ánimo es diferente del que había antes de la reunión de la Alianza de los Reinos Occidentales. No solo los ciudadanos, sino que los reyes también se han dado cuenta de lo preocupante que son los Forasteros. Y gracias a ti, la impresión que hay sobre el Imperio Hebrion ha mejorado drásticamente.”
Desir sonrió.
“Bien. Estoy muy contento.”
“Si las conversaciones van bien, las líneas del frente del Imperio Hebrion y de la Alianza de Reinos Occidentales se pueden unir.”
“Espero que sea así.”
“Mis asuntos acaban aquí. Me voy a ir. Descansa.” – dijo Zod, levantándose de su asiento.
“Gracias, Maestro de la Torre.”
Tan pronto como abrió la puerta, la magia del silencio desapareció. La larga y agotadora conversación finalmente había llegado a su fin.
Desir se recostó en su mullida almohada para recordar el contenido de esa conversación.
‘Mejorando la relación entre la Alianza de Reinos Occidentales y el Imperio Hebrion…’ – pensó Desir. Era un alivio en tiempo de miseria. – ‘Pero no son el ‘verdadero’ enemigo.’
A pesar de que la aparición de los Forasteros era una amenaza, el enemigo final seguía siendo el mismo: El laberinto de las Sombras.
El peor desastre estaba a destinado a aparecer en el futuro.
Desir aún no había hablado sobre el verdadero enemigo. Sin embargo, explicar su regreso al pasado no hubiera servido para convencer a los demás. Solo crearía confusión.
‘Es hora de prepararse con calma.’
Reuniría a sus compañeros y los entrenaría para aumentar su poder. Por supuesto, no podía olvidar su propio crecimiento, sería un factor decisivo en el desastre que se avecina. De esa manera, podría ir paso a paso.
Con ese plan, Desir sintió que podía superar cualquier peligro.
* * *
En un pueblo apartado en el Reino de Prillecha.
Se encontraba en el camino que iba a la capital. Era una ciudad donde los viajeros y los comerciantes tomaban en un descanso en su camino. No había nada que destacar y ni siquiera era muy grande, pero tenía algo especial.
Cerveza negra.
Solo había una taberna en este pueblo, pero el sabor de su cerveza negra era muy conocido en las ciudades cercanas. Su sabor era lo suficientemente bueno como para que la gente de los pueblos cercanos se detuviera específicamente para beberla.
“Hola Hans, ¿escuchaste las noticias?”
Era una tarde muy calurosa. El calor irradiaba intensamente desde el suelo y el aire estaba especialmente húmedo. Los aldeanos lidiaron con el calor corriendo a la taberna a beber una fría cerveza negra.
Pero ese día la taberna era mucho más ruidosa de lo habitual. No solo fue porque había llegado gente de la ciudad, sino que habían traído noticias impactantes de la capital.
Se reunieron en la taberna y compartieron su alegría por las buenas noticias.
“¿Cuál es la noticia?”
Hans, que dirigía un molino en la zona, miró a su amigo de una manera que mostraba que no sabía de qué estaba hablando.
“Ah, ¡este chico! ¿No has leído el periódico? ¿Qué ha estado haciendo?” – dijo su amigo, golpeándole el pecho de pura frustración.
“Eh, ya sabes que últimamente tuve mucho trabajo.”
“¿Has estado enfermo? Cerraste el molino por unos días… Ese grupo llamado los Forasteros, invadieron la capital…”
El amigo se llevó la mano al oído, como para decirle a Hans que escuchara atentamente a su alrededor. Cuando se callaron, Hans pudo escuchar las voces que lo rodeaban.
“Los Forasteros han invadido la capital.”
“El chico de Hebrion lo hizo…”
“Héroe…”
Toda la gente de la taberna estaba hablando sobre ese evento. Sin embargo, tampoco era extraño. Era un evento de tal importancia que inevitablemente se registraría en los libros de historia. Los rumores de lo ocurrido ya se habían extendido por todo el continente.
Hans seguía escuchando lo que le decía su amigo. Cuando concluyó, quedó absolutamente asombrado.
“Ese niño derrotó a los Forasteros.”
La gente de la taberna escuchó como contaba la historia y, de vez en cuando, agregaban una o dos palabras para elogiar a su héroe o despreciar a los Forasteros.
“Bien hecho.”
“¡Maldición! Son tal molestos. He escuchado que la cantidad de daño que han causado a la Torre de la Magia es astronómica.”
“¿Robaron alguna tecnología?”
“Está vez se lo hicimos pagar.” – dijo, pero luego sacudió la cabeza.
“Así que esa es la razón por la que hay menos comerciantes en el pueblo.”
“Es porque la capital se ha derrumbado y ya no se pueden hacer negocios. Además, los trenes se están volviendo más populares, por lo que es menos probable que los viajeros pasen por el pueblo.”
Hans escuchó la historia y tomó una cerveza fría. Tenía una textura agradable.
Emocionado, su rostro se puso rojo. La cerveza negra producida aquí también era famosa por su alto contenido de alcohol. Daba igual cuán fuerte fuera la persona, con tan solo una jarra, se emborracharía.
La mirada de Hans que se extendió por la taberna terminó atrapando a una persona en particular.
“¿Quién es ese chico?” – dijo, señalando hacia una esquina.
En ese rincón en particular de la taberna, había alguien bebiendo cerveza. Llevaba una capucha que hacía que las sombras hicieran imposible verle la cara.
Estaba sentado a solas, bebiendo, pero quizás debido a la atmósfera sombría que desprendía a su alrededor, nadie había tratado de acercarse a él.
Se veía desagradable.
“Es un extraño que lleva días aquí, pero nadie ha visto su cara…” – dijo el amigo de Hans, bajando la voz.
Debido al incidente en la capital los comerciantes que solían visitar el pueblo no habían aparecido
Debido al incidente en la capital, los comerciantes que solían visitar el pueblo habían desaparecido. Ni mencionar a otro tipo de viajeros.
Por lo tanto, los aldeanos parecían sospechar de esa persona y lo miraban con recelo.
“En realidad… Alguien ya ha informado de que puede ser un posible Forastero. Deberíamos recibir una respuesta mañana.” – susurró el amigo de Hans.
“Ja, ¿dices que puede ser un Forastero?”
“¡Baja la voz!”
Su amigo empujó la cabeza de Hans hacia abajo mientras observaba furtivamente el movimiento del hombre encapuchado, para tratar de detectar cualquier cambio. Sin embargo, todavía estaba bebiendo cerveza con la misma calma de siempre.