jueves, 14 de marzo de 2019

TBATE Capítulo 12

Capítulo 12
Encuentro
Traducido por Thornapple
Corregido por DaniR
Editado por Tars

Inmaculada. Esa fue la única palabra que se me ocurrió mientras miraba boquiabierto la ciudad de los elfos. Parecía que habíamos sido teletransportados justo delante de las puertas. Las edificaciones que veía parecían estar hechas de un material similar al jade. Estas edificaciones eran tan perfectas y lisas que parecían haber sido talladas de una piedra única y enorme. Los gigantescos árboles hacían este lugar mucho más imponente, ya que estaban entrelazados a las edificaciones, llenando toda la ciudad de un ambiente distintivo y orgánico. Al mirar arriba, vi que había casas construidas en ramas anormalmente gruesas que se extendían de los enormes troncos y eran incluso más grandes que las edificaciones, de las cuales salía humo por sus chimeneas. Todo el terreno de la ciudad estaba cubierto por un frondoso y blando musgo, en el que solo las estrechas aceras y el camino principal estaba pavimentado con piedra lisa. La densa cantidad de ramas que salían de los arboles cubría la mayor parte de la ciudad como un techo que daba sombra, pero había un brillo luminoso y cálido por toda la ciudad, gracias a las numerosas esferas de luz en cada esquina y calle. Aún estaba procesando lo que veía, boquiabierto, cuando de pronto me sorprendieron unas sombras que pasaron como una bala enfrente mía. Todavía sostenía la mano de Tess cuando un grupo de lo que parecían ser guardias aparecieron de pronto. Estos elfos guerreros emanaban un aire solemne, ya que estaban completamente vestidos con trajes negros con adornos verdes y tenían una hombrera dorada a su izquierda. Los cincos guardias portaban un estoque en su cintura. Mentalmente noté que estos guardias no emanaban ningún aura. Tanto los potenciadores como los conjuradores emiten una ligera aura de sus cuerpos. El hecho que no pudiera sentir ninguna fuga de su maná significaba dos cosas: sus núcleos de maná tenían un nivel tan alto que no podía sentirlos, o tenían tal nivel de control de su maná que no se les escapaba nada. De todos modos, eso significaba que estos tipos eran tan impresionantes como sus atuendos. Los guardias ignoraron mi presencia y, de pronto, se arrodillaron frente a Tess al unísono. “Bienvenida de vuelta, Princesa Real.” “…” Mi mirada se movió de un lado a otro, mirando a los guardias y a Tess, recordando el momento en el que bromeando la llamé ‘Su Alteza’. ¿Tessia era realmente la princesa de todo este reino? Cuando intenté soltar su mano, la apretó con más fuerza, y con una fría y apática voz que creí que era de alguien diferente, dijo: “Pueden levantarse.” Se levantaron con su puño derecho sobre el pecho, y el caballero que estaba al frente empezó a decir: “Princesa, llegamos tan pronto vimos que la puerta de teletransportación real estaba siendo usada. El Rey y la Reina están…” Antes de que pudiera terminar de hablar, escuché un grito no muy lejos. “¡Mi bebé! ¡Tessia, estás bien! ¡Oh, mi bebé!” Hacia nosotros venían corriendo un hombre y una mujer de mediana edad. Por la corona que portaba el hombre y la tiara de la mujer, asumí que eran el Rey y la Reina. El alto y fornido Rey vestía una decorada y holgada túnica. Sus penetrantes ojos color esmeralda, se tensaron cuando nos vieron, y sus finos labios hacían juego con su corto pelo al estilo militar. Mientras que el Rey tenía una apariencia solemne y algo reservaba, la Reina quitaba el aliento. A pesar de que ya había pasado su juventud, la edad no podía ocultar su belleza. Sus redondos ojos brillaban de un tono azul claro, contrastando con sus exuberantes labios rosados. Su plateado cabello se rizaba al final, y mientras corría hacia nosotros se agitaba en su espalda. Su bien proporcionada figura se podía percibir por debajo de su vestido. Las mejillas de su madre estaban llenas de lágrimas mientras que su padre tenía una preocupada expresión intentando contener las lágrimas. Giré mi mirada hacia la cara de Tess, que empezó a enternecerse y comenzó a llorar también. Solté su mano y gentilmente la empujé hacia sus padres, sintiéndome un poco sentimental. Tess llegó a los brazos de su madre y ambas empezaron a sollozar; el rey, que había caído de rodillas, enterró la cabeza en los hombros de su hija. El último en llegar fue un anciano que ya había pasado la plenitud de la vida. Todos sus rasgos faciales eran afilados, y tenía una mirada que podía matarte si es que hicieras contacto visual. Su cabello era blanco puro, estaba atado en su espalda, e iba bien afeitado. Este anciano no dijo nada, pero sus ojos se volvieron un poco cálidos cuando vio a Tessia. Les tomó varios minutos a Tess y a sus padres calmarse. Mientras tanto, a mí los guardias me miraban como si tuvieran dagas en los ojos, e incluso el anciano me miraba con curiosidad. El Rey finalmente se puso de pie y, a pesar de que sus ojos estaban rojos, aún tenía un aire de solemnidad. “Como Rey de Elenoir y padre de Tessia, debo disculparme por esta antiestética apariencia, y más importante, deseo agradecerle por acompañar a salvo a casa a nuestra hija.” – dijo con una voz un poco ronca. – “Por favor, acompáñenos a nuestra casa para que pueda descansar. Después podrá contarnos lo que ha ocurrido.” Su tono era gentil, pero insinuaba que no tenía ninguna opción, así que simplemente asentí en consentimiento. Cuando estaba a punto de seguirlo, Tess se acercó y volvió a tomar mi mano, llenando las expresiones de la gente que nos rodeaba de asombro. No pude evitar reír incómodo mientras rascaba mi cabeza, incapaz de encontrar las palabras apropiadas para una situación así. Después de un incómodo y agotador viaje que pareció mucho más largo de lo que realmente era, llegamos al castillo. Sin embargo, en vez de un castillo, parecía ser un enorme árbol. Este árbol, probablemente necesitaría de cientos de personas para que pudieran rodearlo con sus brazos, estaba hecho de una piedra blanca, que suponía había pasado de alguna manera por un proceso de petrificación. Al pasar por las puertas delanteras del árbol, me sorprendió gratamente lo impresionante que era el interior del castillo. Había dos escaleras curvas que formaban un círculo, y en el medio flotando había un gigantesco candelabro. Este candelabro parecía estar hecho de los mismos orbes de luz que había por toda la ciudad. Le dije al Rey y a la Reina que no necesitaría un descanso y que tan pronto llegáramos les contaría lo ocurrido, así que eso hicimos. Sin siquiera bañarnos, la comitiva de bienvenida nos ubicó en una mesa rectangular en la planta baja. El padre de Tess estaba en el otro extremo de la mesa justo en frente mío. La madre de Tessia estaba sentada perpendicularmente a su esposo, y Tessia se quedó a su lado. El abuelo estaba sentado en frente de la madre y la hija, dejando un espacio bastante grande entre nosotros, y tras el Rey estaban de pie los cinco guardias. Con sus codos apoyados en la mesa, y sus dedos entrelazados, el Rey fue el primero en hablar. “Niño. ¿Cómo dijiste que te llamas?” “Perdone mi tardía presentación. Me llamó Arthur Leywin, y vengo de un remoto pueblo del Reino de Sapin. Rey, Reina, Anciano, caballeros; es un placer conocerlos.” Me puse de pie, incliné mi cabeza ligeramente dirigiéndome a cada uno de ellos y volví a sentarme. La discusión no progresaría si me iban a tratar como a un niño. Tanto el Rey, la Reina, como los guardias mostraron una evidente sorpresa por mi comportamiento maduro, mientras que al abuelo se le veía una sonrisa de diversión; Tess me sonrió tímidamente. Recuperando la compostura, el Rey continuó. “Parece que eres mucho más maduro de lo que aparentas. Perdóname por asumir lo contrario. Mi nombre es Alduin Eralith y esta es mi esposa, Merial Eralith y mi padre Virion Eralith. En cuanto a los que pasó, por favor cuéntanos. Nos gustaría escuchar tu versión de lo ocurrido.” Pidiéndole que olvidara las disculpas, comencé a contarle la historia. En primer lugar, me aseguré de ser muy vago cuando les contaba cómo es que había llegado al Bosque Elshire; simplemente les dije que me había separado de mi familia después de encontrarnos con bandidos, logrando sobrevivir por suerte. Inevitablemente, tuve que contarles que era un mago. Cuando dije esto, todos, incluso Tess, mostraron miradas de completa incredulidad. Debido a la falta de obstáculos durante nuestro viaje de regreso, nunca tuve que usar maná, así que tampoco me molesté en darles explicaciones. Uno de los guardias dijo que estaba mintiendo y que probara que realmente era un mago, pero inesperadamente el abuelo de Tess le dijo que se callara. Luego juntó sus manos sobre la mesa y me miró con un renovado e inquietante interés. Rápidamente avancé, contándoles cómo había encontrado el carruaje y veía que cargaban a una niña atada a la parte trasera del carruaje antes de partir. Ante esto, el Rey golpeó con ambas manos la mesa, sus ojos se estrecharon mostrando una mirada amenazadora. “Sabía que debían de ser humanos...” Corrigiendo su comentario un poco racista le dije: “Eran traficantes de esclavos. Tanto ellos como los bandidos secuestran no solo a elfos, sino también a humanos, incluso yo también fui una víctima.” Esto logró que el Rey se callara y volviera a sentarse, dejando escapar una suave tos. “No le pregunté a Tess… ¡Ejem…! A la Princesa, pero tengo curiosidad sobre cómo los traficantes capturaron a la princesa de este reino.” – pregunté, casi llamando a Tessia por su apodo. No creí que fuera bueno llamarla tan informalmente mientras todos estaban presentes. El Rey parecía un poco avergonzado antes de decir: “Mi esposa y yo tuvimos una pequeña discusión con Tessia, y ella decidió rebelarse huyendo. Esperamos a que se calmara un poco antes de ir a buscarla, ya que sabíamos dónde iba cuando se enojaba, pero desafortunadamente, se encontró con los hu… Traficantes de esclavos.” Ah… una princesa que se escapaba de casa. Le hice una pequeña sonrisa a Tess y respondió sacándome la lengua, con su cara enrojecida. Con la mirada perdida, continué narrando los detalles de la pelea con los traficantes. “Por suerte, tomé por sorpresa a los traficantes de esclavos y me las arreglé para deshacerme de ellos, antes de desatar a la princesa y escoltarla aquí.” “Así que nos dices que un niño de cuatro años logro ‘por suerte’ matar a cuatro adultos; uno de ellos era un potenciador, y lo cuentas como si no fuera gran cosa.” – dijo el padre del rey sentado frente a Tess, removiéndose en su asiento de tal forma que solo dos de las patas de la silla tocaron el suelo. “Así es. Dos estaban dormidos y los otros dos que quedaban simplemente no estaban en guardia, así que deshacerse de ellos no fue muy complicado.” – le refuté. El anciano solo respondió con un perezoso encogimiento de hombros. Después de terminar de contarles los sucesos, aclaré mi garganta antes de contarles el motivo por el que había venido hasta aquí. “Como les dije, han pasado más de cuatro meses desde que vi a mis padres. No planeo estar mucho tiempo en su reino, ya que deseo encontrarme pronto con ellos, así que me preguntaba si es que tenían una puerta de teletransportación que pudiera llevarme a la ciudad de Xyrus o algún lugar dentro de Sapin.” “¡¿Ya te vas a ir, Art?!” – exclamó Tess levantándose de golpe de su asiento, con su cara en estado de pánico. Tanto su madre como su padre se miraron desconcertados y pronunciaron mudamente ‘Art’. El anciano solo lanzó una sonrisa maliciosa y se rio, balanceándose en su silla. “No creo que sea muy apropiado, ya que soy un humano, que permanezca mucho tiempo dentro del reino, Princesa. Además, deseo asegurarme de que mi familia está a salvo y decirles también que estoy bien.” – le respondí, dándole una tímida sonrisa. El Rey también respondió a Tess. “Han pasado un par de cientos de años desde que entró un humano al Reino Elenoir y tú, Arthur, eres el primer humano que ha llegado a la capital de este Reino, la ciudad de Zestier. Sin embargo, por salvar a nuestra hija y tomarte la molestia de acompañarla todo el camino de vuelta, tienes todo el derecho de recibir una recompensa adecuada…” Le di un rápido vistazo a Tess y vi que tenía la cabeza baja, con su pelo gris plomizo cubriendo su rostro. “Desafortunadamente, la puerta de teletransporte que estaba vinculada al Reino Sapin solo se abre una vez cada siete años, para la Conferencia de la Cumbre entre las Tres Razas... La última Cumbre fue hace dos años, para que vuelva a funcionar faltan otros cinco años.” – continuó el Rey. No pude evitar soltar un profundo suspiro por la decepción. “Sin embargo, estamos más que dispuestos a enviar un grupo de guardias para que te escolten de vuelta a tu hogar. Tienes razón al decir de que no es sabio de que permanezcas mucho tiempo en este reino. Si bien algunos son tolerantes, muchos guardan rencor a los humanos debido a la guerra de hace mucho tiempo.” – dijo mientras enseñaba una breve, pero dolorida, sonrisa. Asentí de acuerdo. Al menos sería capaz de volver a casa a salvo. “Por ahora, por favor siéntete como en tu propia casa. Mañana por la mañana estarán listos tus escoltas. Te aconsejo que no deambules por la ciudad, por las razones que te dije.” El Rey chasqueó su dedo y una elfa anciana que vestía un uniforme de sirvienta se acercó y me llevo a mi habitación. El lugar al que me llevó era grande, pero resultaba elegantemente sencilla en cuanto a su mobiliario. Los únicos muebles que habían era un sofá, una mesa para el té, una cama, y un tocador, cada uno estaba hecho de madera y parecían estar hechos a mano por expertos artesanos. Tan pronto entré a la habitación, cerré la puerta, me desnudé y fui directo al baño. La ducha fue una sorpresa agradable, ya que era una simple cascada que parecía fluir naturalmente del techo y se drenaba en el suelo. Sin embargo, el constante flujo del agua no parecía cambiar la sorprendentemente agradable temperatura del agua, que era lo suficientemente caliente para relajar mi cuerpo y mis poros. Cuando terminé de vestirme con una túnica muy sedosa y unos pantalones cortos, puse la piedra que Sylvia me dejó dentro del bolsillo del pecho y una vez más, intenté analizar mi núcleo de maná. Pasaron cerca de unos treinta minutos y tras lograr un mínimo progreso, oí que golpeaban la puerta. “¡Adelante!” Al abrir la puerta, encontré a Tess haciendo pucheros. Nada más abrir me dio un ligero puñetazo en el pecho. “¡Tonto! ¿Por qué antes te comportaste tan poco amistoso con mi familia?” – dijo quejándose, pasando a mi lado y sentándose en la cama. “Bueno, en primer lugar, ¡nunca me mencionaste que eras la princesa de todo este reino!” Sacudiendo mi cabeza, agarré la mano de Tess y la saqué de la habitación. Fuéramos niños o no, no creo que a sus padres les gustara que su hija estuviera en el cuarto de un chico. “¡Vamos, enséñame el castillo! No creo que tenga la oportunidad de visitarlo de nuevo.” Inmediatamente me arrepentí de decir eso. Escuché el débil sonido de Tess sorbiendo sus mocos antes de que empezara repentinamente a llorar, intentando hablar mientras sollozaba. “¡Art! No quiero que… ¡Sniff! Te vayas… Eres la primera… ¡Sniff! Persona con la que me vuelvo cercana…” “…” Acaricié suavemente su cabeza mientras se frotaba sus ojos con una mano, mientras que con la otra sostenía mi propia mano. Continuamos caminando en silencio, excepto por los leves ruiditos cada vez que Tess sorbía sus mocos, hasta llegar al patio de la parte trasera del castillo, donde los orbes flotantes daban un resplandor tenue, iluminando el bien cuidado jardín logrando una atmosfera apacible. No pude evitar imaginar cuán diferente sería esta escena si tuviéramos diez años más. Antes de que pudiera terminar mi pensamiento, una descaradamente clara intención asesina bombardeó mis sentidos. Milisegundos después, un tenue destello me hizo notar la posición del proyectil que se dirigía a Tess. Empujé a la princesa que aún lloraba y me preparé para detener el proyectil con mi mano reforzada con maná. En ese instante, una negra figura apareció atrás mío, con su brazo derecho en posición de ataque. Tras detener el proyectil, inmediatamente me volteé para bloquear al asesino con lo que fuera que me había lanzado. Pero para mi sorpresa, estaba cara a cara con el abuelo de Tess. Salté fuera de su rango antes de gritarle enojado: “¡¿Qué demonios?! ¿Por qué intentas matarnos?” “Niño. Puede que doliera un poco, pero dudo que ese juguete de tu mano pueda matar a alguien.” – dijo mientras se reía. Miré hacia mi mano y vi un proyectil del tamaño de un lápiz, con ambos extremos sin puntas y recubierto con una capa de algo parecido a la goma. ¡Me había engañado! “¡Ja, ja! ¡Buena reacción, buena reacción! ¡No pensé que atraparías mi pequeño regalo y lo usarías para bloquear mi próximo ataque! ¡Verdaderamente maravilloso! ¡Sin embargo, tu uso del maná fue mediocre en el mejor de los casos!” Continuó lanzándome una espada de madera para mi tamaño mientras sacaba una para él, solo un poco más grande. “¡Ahí voy!” Sin siquiera darme tiempo para ponerme en posición o incluso para aceptar su improvisado entrenamiento, se lanzó corriendo hacia mí. ¡Este viejo estaba loco como una cabra! Bajé mi postura y en lugar de ir a la defensiva, también me lancé hacia él, acelerando mi velocidad para desequilibrar el ritmo de su ataque. Apunté a sus dedos que agarraban la espada, atacándolo hacia arriba, reforzando mi cuerpo por completo. Justo antes de que mi espada tocara su mano, solo pude golpear el aire ya que había desaparecido de mi vista. Girando mi cabeza para ver atrás, lo vi a un par de metros de distancia. “Eres escalofriante pequeño mocoso, ¿cierto? ¡Parece que tendré que ponerme un poco más serio!” – dijo el abuelo mientras sonreía. Su velocidad aumentó aún más. Incluso con las batallas y el entrenamiento de mi vida pasada, apenas era capaz de verlo. Sin embargo, ser capaz de verlo y poder responder sus ataques eran dos cosas completamente diferentes. Me sentía como si fuera una bolsa de arena, ya que solo podía maldecir mi propio cuerpo. Era capaz de bloquear uno de cada tres golpes que me daba. Al diablo con la técnica, este viejo loco me estaba tomando el pelo por su velocidad. La única razón por la que aún era capaz de seguir era porque estaba usando técnicas de espada y juegos de pies para minimizar mi movimiento, aparte del hecho de que, debido a mi tamaño, era un objetivo pequeño. Después de unos diez largos minutos de ser tratado como un poste de madera de entrenamiento, comencé a notar ciertos patrones en los ataques del abuelo. Cuando apareció tras de mí, a punto de hacerme una barrida horizontal a mis piernas, puse toda mi fuerza en mis piernas y salté hacia atrás con la espada en mi axila, apuntando a su cabeza. Con un fuerte golpe creado por la fuerza del aterrizaje, el viejo loco tropezó antes de recuperar el equilibrio. “¡JA, JA, JA, JA! ¡Supongo que lo merecía!” – dijo mientras reía y se frotaba su hinchada frente. A todo esto, al principio Tess se había sorprendido, pero después de darse cuenta que era solo una práctica, se calmó. Sin embargo, usó esta oportunidad para saltar y aplastar al abuelo. “¡Abuelo! ¡Estas lastimando demasiado a Art! ¡Deberías haber sido menos severo!” – dijo mientras pellizcaba el costado al abuelo. “¡AHH! Eso duele, pequeña. Ja, ja, me temo que si hubiera sido menos severo con Arthur, ¡él sería el que hubiera sido intimidado!” – respondió mientras gentilmente levantaba a su nieta. Apareció en frente mío y de pronto puso su mano derecha en mi esternón. “Justo como pensé. Tu cuerpo está en un estado de peligro…” Lo miré sin entender. Por el uso constante de la rotación del maná y la meditación, mi cuerpo debía ser más saludable que incluso el del niño de cuatro años mejor alimentado. Virion, notando mi dubitativa expresión, presionó su palma en mi esternón en cierto ángulo, provocando un familiar agudo dolor. “Tu manipulación del maná es buena para un principiante a pesar de tu edad, y tus técnicas de espada y experiencia peleando son lo suficientemente aterradoras para preguntarme qué tipo de vida has llevado para aprender todo esto.” Sus ojos se estrecharon. “Pero no mencionaste algo importante en la historia que nos contaste.” Podía sentir mis latidos aumentando al mismo tiempo que comencé a sospechar que había descubierto algo de Sylvia. “Lo he decidido. ¡Arthur, conviértete en mi discípulo!” – dijo mientras asentía con su cabeza, lanzándome con la guardia completamente baja.