Volumen 4 Capítulo 112
Hipócrita II
Traducido por Zura
Corregido por Lord
Editado por AMarauder
Corregido por Lord
Editado por AMarauder
El hombre de la máscara de Cuervo siguió hablando.
“La nación de Divide enviará una gran cantidad de tropas para ayudar a acabar con los Forasteros. Y como somos los que más tropas proporcionamos, seremos capaces de liderar a la Alianza de Reinos Occidentales.”
Mascara de Payaso asintió.
“Hm, puede ser.”
“Comenzando con esto, vamos a dominar toda la Alianza de Reinos Occidentales, paso a paso. Si esa oportunidad solo se puede obtener con el sacrificio de un aliado, no debe pasarse por alto.”
No había ningún sentimiento de culpa en sus palabras. Era una estrategia ideada después de meticulosas consideraciones.
Con cada palabra, al hombre de la máscara de Payaso le gustaba más el hombre de la máscara de Cuervo. A diferencia de él, que simplemente mataba a la gente por diversión, la imagen de planificar de forma racional y concienzuda un plan que llevaba a sus aliados a la muerte, despertaba su interés.
“Bien, hagámoslo.”
Una vez que el hombre de la máscara de Cuervo escuchó la respuesta del hombre de la máscara de Payaso, volvió a mirar el espejo.
Y de los muchos signos de información, se centró en uno.
La Academia Hebrion.
Años tras año, el hombre de la máscara de Cuervo meditó cuál sería la mejor forma de destruirlos y, finalmente, decidió usar la Competición por Equipos anual.
A Benquick, le tomó mucho tiempo para llegar a ser un mago con el nivel necesario para crear un Mundo de las Sombras Virtual. Fue una oportunidad que nunca se volvería a dar. No debería haber fallado.
Pero fracasó. Se podía decir que fue completamente destruido.
Cuando la operación falló, el hombre con la máscara de Cuervo usó uno de los artefactos del hombre con la máscara de Calavera había preparado para esa eventualidad y mató a Benquick sin dudarlo.
No tenía otra opción que matarlo si fallaba la operación. Benquick pasó una considerable cantidad de tiempo como subordinado del hombre de la máscara de Cuervo y sabía demasiado sobre los Forasteros.
Además, había tratado de maximizar la confrontación entre los plebeyos y los nobles usando el hecho de que el propio Benquick era un plebeyo.
La relación entre esos dos grupos ya estaba en la peor situación y este evento debería haber sido la gota que derramó el vaso. Pero todo estaba tranquilo.
Extrañamente silencioso
La agitación anticipada no ocurrió. ¿Por qué?
El hombre de la máscara de Cuervo recordó la cara que había encontrado al usar el artefacto de control mental y se dio cuenta de la razón. Ese hombre había ocultado el incidente.
Al darse cuenta de que la misma persona había vuelto a estropear sus planes, su rostro se distorsionó. El método que empleó para derrotarlo fue bastante inesperado.
‘Maldito hipócrita.’
El hombre de la máscara de Cuervo recordó la conversación que tuvo con él en Prilecha.
‘¿Cuál es la diferencia entre tú y yo? Tampoco te detienes para lograr tus objetivos. Es cierto, nuestros métodos son diferentes, pero no eres diferente de nosotros.’ – pensó. – ‘Acabaré contigo con mis propias manos.’
* * *
El clima cambió y un viento que parecía cortarle la piel y empujarle el pelo, apareció.
La Academia Hebrion estaba envuelta en una atmosfera sombría.
Las hojas que rodeaban los árboles con la llegada del otoño se dispersó, las briznas de hierba que llenaban los prados se secaron y las flores que bordeaban los jardines se congelaron. Y la gente había muerto.
Una vez que la Competición por Equipos terminó, la Academia Hebrion entregó las noticias a las familias de las víctimas.
Cada familia expresó su dolor según sus costumbres. Algunos lloraron sin remedio cuando se enteraron de lo sucedido, otros no podían aceptarlo y se acercaron a la Academia en busca de sus hijos y alguno expresó su ira hacia la Academia Hebrion.
Cada expresión fue diferente, pero lo único que tenían en común era que no hubo ninguna persona que no derramó lágrimas.
La Academia Hebrion hizo todo lo posible para consolarlos, tomando todas las medidas necesarias.
“Solo quiero volver a ver el rostro de mi hija.” – pidió una condesa. Pero era una solicitud imposible. No había cuerpos.
Al morir en el Mundo de las Sombras, el cadáver se convertía en parte de ese mundo y, cuando se borra, desaparece con él.
No había cadáveres, pero había una manera de demostrar sus muertes. La competición por equipos había sido grabada. Pero ninguna de las familias quiso verlo. No querían ser testigos del momento en que sus seres queridos se encontraron con su trágico final.
Incluso después de devolver las pertenencias de los muertos a sus familiares, la conmoción no terminó. Después de todo, lo único que podía hacer la Academia era esperar a que se calmaran.
Hubo un total de quince víctimas. Nueve estudiantes de la clase Alfa, cinco de la clase Beta y un profesor. Benquick Feriamos.
Había dedicado su vida al aprendizaje y no tenía a nadie a quien se le pudiera llamar familia. Estaba solo. No tenía padres, ni esposa o hijos ya que nunca se casó. Y no tenía parientes de ninguna clase.
“No es de extrañar que siempre se quedara en la Academia durante las vacaciones.” – murmuró un profesor que no lo conocía demasiado.
“¿No era la primera vez que se iba a ir de vacaciones? Quien diría que era su último viaje…” – dijo otro con un tono de voz contenido. Había tenido algún trato con él.
“Pobre hombre.”
Todo el mundo tuvo lastima del profesor Benquick.
Era un hombre que había dedicado toda su vida a la educación, estuvo solo y terminó siendo asesinado. Era natural sentir pena por él. Y por su dedicación y sus esfuerzos fue reconocido a título póstumo por la Academia Hebrion y fue enterrado en el cementerio nacional, un lugar reservado a las personas más honorables.
Las hojas del otoño se dispersaron.
Los estudiantes se alinearon frente al ataúd mientras eran golpeados por finas gotas de lluvia. A excepción de los pocos profesores que estaban de guardia, el resto, junto a los estudiantes estuvieron presentes en su funeral.
Poco después comenzó el discurso conmemorativo de Justin. Habló sobre la vida de Benquick, sobre lo duro que trabajó para los estudiantes de la Academia, y sobre como dedicó su vida a la educación.
Los sonidos del llanto de las personas llegaron de todas partes. Había muchos estudiantes de la clase beta que admiraban al profesor Benquick. Lloraron y lamentaron la muerte de su querido profesor.
Desir miró su ataúd mientras ponía una expresión triste.
El asesino de catorce personas estaba siendo llorado por estudiantes y profesores en el cementerio nacional. ¿Podía haber algo más irónico?
Y todo fue causado por una sola mentira. Desir se sentía enfermo.
Benquick gritó que su ataque a los nobles lo hacía por el bien de los plebeyos. Pero era obvio que ni siquiera había pensado en las consecuencias.
Si la verdad se hacía pública, no sería una sorpresa para nadie. Los nobles lo verían únicamente como un plebeyo y nunca como un Forastero. Esto causaría más discriminación y, al final, los plebeyos se rebelarían de nuevo. Estaba claro que se formaría un muro enorme entre los dos grupos.
Era un camino que conduciría a una catástrofe irreversible. Desir no podía permitir que eso sucediera.
‘Debo detenerlo.’ – pensó. Fue el único que vio el final de Benquick. Él único que sabía que el artefacto empleado tenía el poder de controlar la mente. Solo él sabía cómo y cuándo se había activado ese poder.
Benquick había sido asesinado por un artefacto de control mental. Alguien entre los Forasteros había tomado esa decisión para prevenir que pudiera obtener más información. Sin embargo ‘gracias a su muerte’, Desir pudo mentir.
Benquick había estado bajo el control mental durante mucho tiempo y mintió diciendo que era un método usado únicamente por los Forasteros. Pero más allá de sus intenciones, la realidad es que lo único que hizo fue ocultar al verdadero asesino.
Desir tenía que pensar sobre sus planes.
Había notado la similitud que había entre los Forasteros y él, nunca se detendrían para lograr sus objetivos. No importaba lo que sucediera, se tenía que asegurar que no se convertiría en una marioneta de sus planes. No podía darse el lujo de perder el tiempo.
* Tac *
Desir volvió a la realidad cuando algo frío tocó sus manos. Una hoja helada había caído sobre su mano. Al instante, apretó su puño y la aplastó. Cuando volvió a abrir la mano, la hoja aplastada se agitó con el viento.
Desir sintió que la fuerza abandonaba su cuerpo.
En ese momento, la voz del decano llegó hasta su oído.
“… No vamos a olvidar a los estudiantes que fueron cruelmente asesinados ni a nuestro querido profesor Benquick. Estarán para siempre a nuestro lado…”
‘¿Me siento culpable por mentir…?’
Quizá…
‘¿Tomaría otra decisión si volviera a ocurrir?’
No, jamás.
Desir negó con la cabeza.
Ya fuera que le dieran miles de oportunidades o decenas de miles de miles de oportunidades, tomaría la misma decisión.
‘No debo olvidar mi propósito.’
Desir reafirmó su resolución. Era plenamente consciente de lo que era importante y lo que necesitaba para lograr su objetivo.
‘Para prevenir el futuro, para salvar a la humanidad. Haré todo lo que sea necesario.’
Podían culparlo por ser un hipócrita, pero no importaba.
En primer lugar, su objetivo nunca fue alcanzar algo como la justicia.
No buscaba crear confianza y respecto entre nobles y plebeyos porque era algo bueno. Solo quería lograr una cosa, aunque eso implicase que sintiese culpa y remordimientos. Tenía que salvar a todos del desastre que estaba por llegar.
‘Puedo convertirme en un hipócrita por eso.’
Eso era todo.
Reforzado con su nueva resolución, miró hacia adelante.
Vio a numerosos estudiantes y profesores alinearse frente al ataúd de Benquick. Vio como ardían con odio y un fuerte deseo por destruir a los Forasteros. Vio como el profesor Pugman le entregaba su pañuelo a la profesora Brigitte, que lloraba desconsolada.
En ese punto, la distinción entre nobles y plebeyos había desaparecido.
“Eso es todo.”
El discurso conmemorativo de Justin había terminado. Siguiendo con la ceremonia, el ataúd de Benquick fue enterrado con solemnidad en el suelo.
El viento sopló con fuerza y, con un gemido, les golpeó la cara. De esa forma, el funeral celebrado un día de otoño, terminó.